Por un par de botas Los mejores jugadores de polo de todo el mundo codician un par de botas de Casa Fagliano. Pura artesanía, pura poesía, historia, tradición y calidad. 68• texto POR natalia garcés • FOTOGRAFÍA POR david gaya www.spend-in.com polo E n 1892 Pedro y Guacomina Fagliano se trasladaron desde Génova, Italia, hasta Argentina y recalaron en un taller de la calle Tambo Nuevo que fabricaba botas para trabajos rurales. La cercanía del taller con Hurlingham justo en el momento en que el club comenzaba con su actividad hípica, provocó la buena fortuna de que un día alguien les sugiriera la idea de que copiaran una bota para jugar al polo. Entonces los Fagliano copiaron el modelo con algunas mejoras y así comenzó todo. La fama de su artesanía se fue extendiendo poco a poco dentro y fuera de las fronteras y los polistas más destacados acudían a buscar su flamante par de botas a casa Fagliano. Después los hijos de la pareja, Antonio, Santiago, Pedro y José continuaron con la tarea. Más tarde su hijo Pedro se hizo cargo del negocio. Hoy, junto a sus hijos Eduardo y Héctor trabajan como lo hacían sus abuelos, respetando la tradición, con el mismo savoir faire y con las mismas máquinas con las que ellos cosían, “Nosotros mismos las reparamos cuando se estropean. Son máquinas alemanas que eran nuevas en su momento y ahora tienen 80 años. Nos gusta trabajar con ellas. Aprendimos obser- www.spend-in.com vando. En los años 20 vinieron de Sicilia unos maestros zapateros a trabajar aquí y aportar su conocimiento y experiencia, yo aprendí mucho de ellos, de cómo cuidaban los detalles”, comenta Héctor. Cuentan con clientes de todo el mundo, allí donde se juega al polo, alguien calza unas botas con su sello, los rostros más conocidos que han pasado por su casa, la infanta Elena, los príncipes de Malasia, Carlos de Inglaterra…Pero en casa Flagiano no es necesario hacer publicidad, aseguran que trabajan lo mejor que saben y el resto lo hace el boca a boca. Incluso se han lanzado al negocio online, aunque confiesan que resulta un poco complicado porque los clientes deben tomarse sus propias medidas y no siempre lo hacen bien “a veces veo las medidas y sé que hay algún error, tengo que hablar con el cliente para que lo revise… Aun así, puedo decir que el 99% de los clientes a los que vendimos botas quedaron conformes” El secreto de su éxito es un secreto a voces, reside en su pasión por la artesanía, por el cuidado de los detalles, la calidad de los materiales y de la necesidad de ofrecer al cliente un producto impecable y personalizado, que cada cliente pueda escoger según 69 • polo su gusto y sus necesidades “Los modelos son personalizados. Para cada cliente es distinto. La punta, la tapa, la hebilla, el refuerzo, el logo que es muy importante para algunos clientes”. Para que nuestros lectores se hagan idea, desde que en casa Flaguiano te toman las medidas hasta que puedes ponerte tus codiciadas botas, pasa un tiempo aproximado de seis meses, sobre todo si deseas que éstas cuenten con su horma a medida. Cada par supone unas 40 horas de trabajo y cuesta a partir de 700 dólares, dependiendo de los materiales y del tipo de cuero, “tenemos cuero de vaca, cuero de búfalo y cuero de caballo. El cuero de caballo es muy bueno y según un mito de siempre, caballo con caballo no se gasta nunca, por eso es el más solicitado. En cuanto al sistema de cierre, antes eran todas cerradas y con cordones, respondiendo al modelo inglés, y necesitaban de ganchos y sacabotas, pero ahora las que más se venden son las de cremallera, porque facilitan enormemente la tarea de ponerse y quitarse la bota, y eso resulta muy útil, sobre todo si el polista sufre algún accidente. Además nos permiten reforzarlas mucho más poniéndole por ejemplo más capas de cuero. Una bota de polo tiene que ser cómoda, resistente y que te brinde protección, porque hoy en día el polo profesional es muy violento. Son las tres cosas que buscan Cada modelo de botas es personalizado, atendiendo a las necesidades y gustos del cliente todos. Y si te dura mil años mejor que mejor”. En su taller guardan las hormas de todos sus clientes, para poder repetir modelos o crear otros nuevos personalizados, tanto de botas como de zapatos. Pero en cuanto a los zapatos, los hermanos Fagliano aseguran que ya no fabrican como antes, “Tratamos de no aceptar clientes nuevos, porque el zapato es otra historia. Nos llovían multitud de pedidos y no podíamos con todo, así que decidimos dejar los zapatos a un lado y especializarnos en botas de polo. Aunque seguimos fabricando de vez en cuando zapatos para los clientes más antiguos y elaboramos también otro tipo de botas, como las de caza y también cinturas y rodilleras para polistas”. Nos despedimos con un hasta siempre de Casa Fagliano, en las paredes de su taller se respira tradición, las paredes llenas de recuerdos revelan que el paso del tiempo ha dejado en el ambiente un buen sabor de boca, el de las cosas bien hechas, el de la conciencia tranquila por el deber cumplido con éxito. 70• www.spend-in.com