40 enigmas para fanáticos del fútbol (extracto)

SILKE MORITZ – ACHIM AHLGRIMM
Silke Moritz
Silke Moritz y Achim Ahlgrimm se dedican desde hace años a la
creación de libros infantiles. Silke Moritz se ocupa de los textos, y
Achim Ahlgrimm, de los dibujos. Están casados y viven con sus dos
hijas a las afueras de Hamburgo.
1ª. edición: febrero 2010
© Del texto: Silke Moritz
© De las ilustraciones: Achim Ahlgrimm
© De la traducción: Carmen Bas Álvarez
© De esta edición: Grupo Anaya, S.A., MAdrid, 2010
Juan Ignacio Luca de Tena, 15. 28027 Madrid
www.anayainfantilyjuvenil.com
e-mail: [email protected]
ISBN: 978-84-667-9358-2
Depósito legal: M-263-2010
Impreso en Huertas Industrias Gráficas, S.A.
Fuenlabrada (Madrid)
Impreso en España - Printed in Spain
Las normas ortográficas seguidas en este libro son las establecidas por la
Real Academia Española en su última edición de la Ortografía, del año 1999.
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reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente,
en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica,
o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada
en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier
medio, sin la preceptiva autorización.
Ilustrado por
Achim Ahlgrimm
Traducción y adaptación del alemán por
Carmen Bas Álvarez
UN BUEN EQUIPO: Óscar Y RAYO
Este es Óscar. Mejor dicho, Óscar Fernández. Algunos lo llaman
Óscar Sabelotodo, ya que Óscar lo sabe todo mejor que nadie porque es
muy listo. Es periodista deportivo, y siempre está de un lado para otro
con su cámara y su cuaderno de notas. Lo que más le gusta es el fútbol.
Y precisamente ahora su deporte favorito está en plena temporada.
Empieza el gran torneo, a todos les ha dado la fiebre del fútbol, y el
periódico para el que Óscar trabaja le ha encargado que informe de todo
lo que ocurre.
Ya sea en la llegada de los jugadores o en los entrenamientos de los
equipos favoritos, Óscar siempre está allí y de paso aclara algunas
dudas, pues no solo es un buen reportero, sino que además tiene un
excelente olfato cuando algo no funciona bien.
A su lado siempre está Rayo, al que le encanta meter la nariz donde
no debe.
Así que, ¿qué sería de Óscar sin ti? ¡Pon tu cerebro en marcha, átate
bien las zapatillas de fútbol y ayúdale a resolver 40 difíciles casos relacionados con el torneo de fútbol!
¡Empezamos!
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ÓSCAR MARCA UN GOL
Todos los domingos por la mañana, Óscar tiene una cita que no se
puede perder. Juega al fútbol con sus colegas del periódico. No son muy
buenos futbolistas, pero todos juegan con ganas y lo hacen lo mejor
posible. Y eso es lo que intenta también Óscar en este momento: avanza
regateando en dirección a la portería contraria. En este instante está
vacía, ya que el portero se está quitando una piedra de la bota, y Óscar
no se puede resistir. Detiene el balón, y luego lo lanza con fuerza entre
las dos bolsas de deporte que hacen las veces de postes.
—¡Gooool! —grita.
La mitad de sus colegas, muy contentos, lo celebran con él; la otra
mitad se enfada con el portero. Y luego: ¡se acabó por hoy!
Óscar recoge sus cosas, se cuelga del hombro el poste derecho de la
portería, que se ha convertido de nuevo en una bolsa de deporte, y se
despide de sus colegas.
—¡Me tengo que ir! —grita—. Mañana empieza el gran torneo de
fútbol y todavía tengo que preparar un montón de cosas.
Se dirige a toda prisa hacia el árbol en el que ha dejado atado a
Rayo. No le queda otro remedio, pues, en primer lugar, a Rayo le encantan las zapatillas de fútbol y, en segundo lugar, muestra gran interés por
las bolsas de deporte; sobre todo, por los bocadillos que los jugadores
guardan en ellas.
Pero en el árbol solo queda un trozo de correa colgando de una
rama.
¿Dónde está Rayo?
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¿Cuál es el camino que ha encontrado Óscar?
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Óscar mira el reloj. ¡Cielos, son casi las once y media! Entre comprar comida para el perro, sacar punta a los lápices y preparar las cámaras, casi se le olvida la cita más importante del día: dentro de media
hora aterriza el avión del primer equipo. ¡Tiene que salir corriendo hacia
el aeropuerto!
Tirando de Rayo, Óscar sale de casa a toda prisa. Por suerte, en ese
momento pasa un taxi por delante. Óscar lo para, salta sobre el asiento
del copiloto con Rayo en brazos y grita:
—¡Rápido, al aeropuerto!
Pero el taxista sacude la cabeza.
—Lo siento —dice—. De momento no se puede llegar hasta allí.
Todas las calles están cortadas por motivos de seguridad.
Óscar se lleva las manos a la cabeza.
—¡No puede ser! —dice, suspirando—. ¡Soy periodista y tengo que
llegar al aeropuerto!
—Mírelo usted mismo, he sido yo quien lo ha marcado —le explica
el taxista sin inmutarse, y le pone delante de las narices un plano de la
ciudad—. Todos los cruces están cortados. ¿Cómo quiere llegar hasta el
aeropuerto?
Óscar examina con atención el lío de calles y luego
exclama:
—¡Vamos! ¡Yo le iré diciendo por dónde tiene que ir!
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TODO CORTADO... ¿O NO?
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Llegadas
UN EXTRAÑO EQUIPO
AEROPUERTO
Óscar ya se había imaginado que en el aeropuerto habría mucha
gente. Pero no contaba con una aglomeración así. Todos los periódicos
han enviado un reportero para que informe sobre el equipo que llega. Y
todos esperan impacientes.
Por fin se abre la gran puerta automática, y una enorme masa de
pasajeros abandona la sala de llegadas. Pero ¿dónde están los futbolistas? Las mujeres y los niños no cuentan, y tampoco los señores mayores
parecen formar parte de un equipo que participe en el torneo de fútbol.
De pronto, todos los reporteros se abalanzan sobre un grupo de
unos veinte hombres que salen del edificio empujando sus carritos de
equipaje.
En medio de la tormenta de flashes que se desata, Óscar parece ser
el único que mantiene la calma. Mientras los demás no paran de hacer
fotos y bombardean con preguntas a los recién llegados, él observa la
escena y luego comenta con una sonrisa:
—¡Estoy impaciente por saber qué van a tocar!
¿A qué se refiere Óscar?
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LA GRAN DEBILIDAD DE Rayo, 1
Entre tanto, han llegado ya a la ciudad no solo los aficionados, sino
también la mayoría de los equipos. Todos los hoteles están completos y
no se puede acceder a la zona donde están concentrados los futbolistas.
Pero Óscar es muy previsor y recibe la ayuda de su viejo amigo Alfredo,
el cocinero del hotel.
—¡Dentro de media hora llega el autobús del equipo! —le anuncia
Alfredo por teléfono.
Óscar sale corriendo inmediatamente. Piensa que llevando a Rayo
de la correa puede pasar sin problemas por un señor que pasea a su
perro, y se acerca despacio al aparcamiento del hotel. Llega justo a tiempo, los conductores empiezan a descargar los equipajes. Maletas, bolsas
y cajas se amontonan en el aparcamiento. ¡Óscar no puede creer lo que
está viendo! ¿Para qué quieren los futbolistas tanto equipaje? ¿Es que se
han llevado todas sus cosas consigo?
Espera con paciencia a tener un rostro conocido delante de la cámara. Pero los únicos que dan vueltas en medio de aquel caos son los
empleados del hotel. Y Rayo. Óscar apenas puede sujetarlo. El perro
tira de la correa, se suelta y desaparece entre los bultos.
Poco después, Óscar oye a alguien gritar muy enfadado. Un rápido
vistazo le deja claro que ha sido un error llevar a Rayo consigo. Tendría
que haberse dado cuenta de que Rayo siente debilidad por las zapatillas
de fútbol.
¿Cuántas zapatillas ha cogido ya Rayo?
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SOLO ENTRE JUGADORES
Óscar quiere escribir algo muy especial sobre el fútbol. Quiere
informar sobre los aspectos privados de los futbolistas. Cómo se organizan en el hotel y con quién comparten habitación. Pero en la entrada
principal del hotel no se permite el acceso a los periodistas; no hay nada
que hacer. Así que Óscar busca de nuevo la ayuda de su amigo Alfredo,
que trabaja en la cocina. Llama suavemente a la puerta de servicio y
Alfredo le lleva rápidamente hasta la cocina.
—¿Dónde se alojan los jugadores? —pregunta Óscar.
—En las habitaciones 200 a 240 —susurra Alfredo, y cuando descubre a Rayo añade—: ¡Cielos, Óscar, saca a ese chucho de la cocina! ¡Si me
pilla el inspector de Sanidad me va caer una buena!
Algo ofendido, Óscar se marcha con Rayo, y llega a la segunda
planta del hotel justo cuando aparecen los futbolistas. Por suerte lleva
la cámara preparada: la tarjeta de memoria está vacía, y la batería, llena.
Hace unas cuantas fotos individuales y una simpática foto de todo el
equipo.
Al llegar a su oficina se da cuenta de que, con todo el jaleo, se le ha
olvidado preguntar qué jugadores comparten habitación. Observa
otra vez las fotos con atención.
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—¡Pero si aquí se ve claramente!
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—exclama con satisfacción.
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