EL CIERRE DEL CÍRCULO

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EL
DEL
CIERRE
CÍRCULO
Autor:
Silva
1
Alejandro
Álvarez
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN..................................................................................................................3
1. Reflexiones en torno a la filosofía.............................................................................3
2. La intuición vivida.........................................................................................................5
3. Poesía.................................................................................................................................7
a. ¿Qué es la poesía?....................................................................................................7
b. La poesía para Heidegger.................................................................................... 9
a. Transpoesía.............................................................................................................12
PRECURSORES......................................................................................................................14
DESARROLLO.......................................................................................................................17
1. Complitud.......................................................................................................................17
2. Frontera...........................................................................................................................19
Metamorfosis..........................................................................................................21
3. Unicidad..........................................................................................................................23
4. Amor.................................................................................................................................25
Metafísica sufí........................................................................................................26
5. Microcosmos..................................................................................................................30
6. Contemplación...............................................................................................................32
San Juan de la Cruz, el Místico............................................................................ 34
7. Voluntad...........................................................................................................................38
8. Muerte..............................................................................................................................40
9. El cuerpo material .......................................................................................................43
10.
Cerebro, mente y conducta humana........................................................................... 44
Materia & Espíritu................................................................................................................... 50
11. Reflexión...........................................................................................................................51
12. El Ser inmortal................................................................................................................53
LOOR..........................................................................................................................................55
REFERENCIAS........................................................................................................................56
Madrid, agosto 2002
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INTRODUCCIÓN
1. Reflexiones en torno a la filosofía
¿A qué se debe el poco atractivo de la filosofía “académica” ante el público en general?
Tendríamos que hablar de una filosofía “popular” y una filosofía “de los filósofos”.
Apuntaríamos dos razones principales acerca de la poca atracción de la filosofía:
• El argot rebuscado, ¿su pedantería tal vez?
• La aparente “despreocupación” de cada filósofo respecto a los otros filósofos: se asimilan,
más bien, a líderes religiosos cuya “verdad” es la única y verdadera.
Las “contradicciones” de la filosofía (o de las obras de los filósofos) no se arreglan a través e
un “enciclopedismo”.
Y es que lo ideal sería una filosofía “limpia”, adornada de una pureza que dejara traslucir una
ausencia de contradicciones entre sus diversas partes, o entre las variadas aportaciones de los
distintos “maestros” (¿problema soslayado, tal vez, al situarse unas en relación a otras “al
margen”?), bella, dotada de un lirismo poético “que no deje indiferente a quien la oye”.
Debería desarrollarse una filosofía no para “entendidos”, sino para la gente “corriente”, con un
matiz “profundo”, en cierta forma “teológico” que condujera hasta los mismos cimientos de la
religión. Ahora bien, con otra cierta premisa: “menos creencia, más ciencia”.
¿Cuál sería, pues, el encuadre?... ¿Filosofía, Ciencia, Religión?...( Viene a mi recuerdo, en este
momento, aquel antiguo vocablo que acuñé en los años ochenta: “superencia”)...Mas, no me
gustaría volver a “colocar” ya en la de por sí embarullada “clasificación” (en referencia a las
corrientes filosóficas) nuevos grupos, o nuevas ideas filosóficas (¡unas más!)...¿Qué podríamos
aportar en pos de la “claridad”, de la simplicidad?...Por supuesto, de ningún modo debemos ser
cómplices de complicaciones añadidas... ¡Esto parece un dilema!.. ¿Qué arma utilizar para
romper este nudo gordiano?...Como el macedonio Alejandro no debemos escuchar esos
“cantos de sirenas” que nos introducen indefectiblemente en el laberinto... Hay que escoger
una vía que rompa con todo ello, una vía ¿sorprendente, tal vez?, y al mismo tiempo
extremadamente simple... Hay que rechazar “lo existente”, pero por medio de una salida “fuera
de su plano”, fuera de su marco (desde otra “dimensión” – lo que se asemejaría al golpe seco
de la espada de Alejandro).
Y es que el marco “salta” indiscutiblemente si se “incide” (se irrumpe) desde otro terreno
(totalmente “ajeno” al marco): ¡No debemos, pues, “nadar” en aquel plano filosófico, y sin
embargo, incidir de forma clara y contundente en el mismo!.. (Tal vez, eso hizo la ciencia al
inmiscuirse en las disquisiciones filosóficas desde un plano ajeno a la filosofía)... Pero cuando
hasta la propia ciencia a fuerza de “inmiscuirse”, se ha transformado muchas veces en pura
filosofía (producto de su “contaminación”), ya no vale la catapulta de la ciencia como acicate
para la filosofía... Nosotros hemos de acudir a otro poder, el de la intuición, para “conmover”
(remover los cimientos) la filosofía... Mas, no una intuición referida a conceptos o ideas, sino
de sentimientos, de emociones, de pura poesía, poesía “comprometida”, imbuida de un amor
entre los seres, hacia el Ser.
Mi línea cruza la divisoria entre religión, teología y poesía (teología poética), ambas hijas
directas de la “intuición”... Desde este campo ajeno (a la filosofía) se acalla el canto de sirenas,
saltando por los aires las ideas filosóficas no adornadas de una nueva “savia” que conmueve
los corazones... Desde este marco se alcanza la unicidad, la pureza, la simplicidad., se
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difuminan los matices (hijos del entendimiento –la información -, la pura ciencia), se “estira” la
racionalidad hasta campos ya fuera de su frontera, como corresponde a la “interioridad”, la
subjetividad... El camino se dirige indefectiblemente hacia el Ser: la pura poesía- amor (única),
adornada de clarividencia (entendimiento) y sabiduría sin límites (filosofía)... Pero este no es el
dominio de la religión: fe y creencias. Al menos la religión entendida como hasta el presente.
La nueva fe y creencias no emanan de una “supuesta divinidad” o ser superior, en dirección de
arriba abajo (teleología)... El camino es justamente el contrario, de abajo a arriba. Nace de la
poesía, de la intuición del alma humana que se “eleva hacia el Ser” (¿esa divinidad?)... Esta
nueva religión es una creación del hombre (¿el superhombre nietzschiano?)
Hemos encontrado, entonces, una nueva vía, un arma que nos posibilita la construcción de una
nueva “religión”, que ya no es tal sino una simbiosis (identificación en colaboración) de
ciencia, filosofía y religión. ¿Es, pues, el marco la filosofía, la ciencia, o tal vez la religión?.. No,
su propio marco es el último de cada uno de los tres (va más allá de cada uno de ellos por
separado), que allí (en su propio lugar) aparecen unificados.
Y con esta última idea motriz tenemos ante nosotros un “atractor”, un elemento (luz) sobre le
que se va clarificando, y a la vez, relativizando, los distintos acervos de cada una de los tres
ámbitos: filosofía, ciencia y religión. Se establece un orden, por consiguiente, en cada uno de
ellos que, entonces traslucen complementariedad, colaboración... La diversidad no es ya
contradicción, enfrentamiento; se remueven los cimientos, creándose un nuevo edificio
perfectamente armónico... El Ser es, en definitiva, el “atractor” que lo hace posible.
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2. La intuición vivida
¡Heme aquí!, siglo XX pasado, ya antiguo, tan básico para muchas generaciones, rompedor de
ideas milenarias, germen de un espíritu naciente pero lleno de incógnitas, de derrumbes, siglo
del conocimiento mutuo, de culturas que se abren a las otras, de conocimientos o
descubrimientos de otros mundos tan lejanos y desconocidos hasta entonces.
Ciencia, filosofía... ¡todo ha transcurrido tan rápido para mi generación!.. ¡Heme aquí ¡ ,
personaje inmerso en una cultura occidental ya clásica, muy pasada tal vez, claramente ajada. El
tan manido nuevo mundo ya se abrió hace tiempo con sus innumerables incógnitas, que
originan la angustia del que entra en el camino minado de la evolución, y es que acaso nuestros
pasos nunca han sido dados tan en falso, puesto que si grande fue nuestro progreso, mayor
fueron los lodos que se abrieron a ambos lados. El mundo aparece más amenazante cada vez, y
ha entrado en nuestra propia casa. ¿Quién dijo que nos sobraba Dios?...¿Quién dijo que la
sabiduría de los grandes principios se había hundido entre nuestras dudas, para no
resucitar?...¡Nunca fue más buscada la poesía!...
Cuando todo se va entre la penumbra heladora del número, no hay mejor asidero que el
misterio, los lugares recónditos donde se esconde el Ser.
¡Heme aquí!, y necesito conquistar un mundo, mi mundo. Igual que tú, necesito estar en él y
sentirme en él. Mundo de posibilidades, pero más mundo de peligros que amenazan con sus
bocas abiertas.
¿Qué guías entretejen nuestro lecho?...Aquel venerable anciano de plateadas canas, respetado y
sabio, brujo, ecuánime, ¿dónde estás?...Aquel respetado pope, de firmes principios, impasible al
tiempo, estandarte de costumbres, ¿no eres quien bebe hoy de mi vaso?...¿Dónde estás padre,
sabedor de caminos, por ti hollados?...¡Te añoro!...Hoy mi bagaje es tan exiguo, que aparezco
desnudo ante ese duro invierno que tiempo ha empezó, y no se ve el final.
¡Tuve que inventar, pues nada valía ya!...Aquel conocimiento básico que tanto nos costó
aprender, y que con tanta eficacia vistió a nuestros antecesores, se derrumbó como naipes ante
el ímpetu de las ideas renovadoras, tan insólitas como evanescentes, renovadas a su vez por
otras en un vértigo sin fin.
Y ni siquiera hubo algo inamovible en lo que cimentar nuestra andadura. Uno a uno fueron
cayendo nuestros sustentos más sólidos, y cada vez era preciso descender más y más niveles en
la búsqueda de la piedra de toque sustentadora de todo nuestro sistema, ¡valores que iban
desdibujándose uno a uno hasta desmoronarse sin sentido de continuidad!...Y si no existía al
fin ese punto de apoyo, ¿cuál sería el motor que alimentara nuestra búsqueda?
Fe, principios, consejos, costumbres... ¡había otros y funcionaban en otros mundos!...¿No
parecía que por ello, unos con otros se destruían?
Lo que fue guía, al entrar en las tinieblas se disolvió como el humo... ¡Y enseguida la
desconfianza!...No hay nada que valga... ni maestros, ni métodos, ni enseñanzas milenarias, ni
la misma ciencia pretenciosa en su afán de derribar la filosofía., pues al final, aquella encerraba
en sí una monotonía, una interminable sucesión de teorías sin fin que en el fondo no eran más
que número, y con ello vacío, la misma Nada...
Y sin embargo, dentro, nuestra llama no se apagaba, había una rebeldía cada vez mayor que
salía a flote por encima de fangos y lodos de cualquier especie... ¡contra viento y marea!... Si la
empresa era ardua, avasalladora, terrible... ¡ más fuerte era nuestro espíritu!, ¡ más fuerte se
hacía la voluntad de ese ser que anidaba dentro!.... Si no había nada en qué apoyarse... ¡mejor!,
¡me tenía a mí mismo!... Claramente no existía ya nada “otro” que apoyase nuestra fuerza... y si
no había nada “otro”... ¡ éramos nosotros mismos!... Con ello se afianzó nuestro Ser... ¡Nada
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aguantaba los envites del tiempo!.... Sólo había una evidencia: ¡ éramos nosotros mismos!... ¡Era
nuestra Voluntad!... ¡ mi Ser!
Resultado: ¡Apareció la clarividencia del Ser!... ¡El Ser se iluminaba!...¡Era la única luz en un
mundo de tinieblas!... ¡Cuánto más negra era la noche, con más fuerza refulguraba nuestro Ser!
Y si no había nada fuera de mí, ni guía, mi luz sólo podía estar en mí., ¡yo, minúscula mota ante
el edificio impresionante de la ciencia y la técnica! ..., ¡pero partícula viva en un mausoleo de
cadáveres!.. ¡Yo tenía vida, yo tenía intuición!: ¡Intuición vivida!
Mi única arma, mi honda, era yo mismo. Era un canal que parecía insignificante, pero que se
abría hacia el infinito, la conexión entre microcosmos y macrocosmos: ¡eso era la tan
denostada intuición!
¡Cuán pronto decidió la ciencia derribar a su David, la intuición, reconociéndola como tal!...
¡Cuán pronto tal vía fue desterrada como engendradora de error, cuando las más sublimes
páginas de esa ciencia fueron escritas desde la intuición!... Un mal ejemplo, y la excepción fue
tomada como regla, y como “interesaba” fue aceptada sin reservas: ¡Había que eliminar la
intuición!
¡Pero qué tengo yo que no sea la intuición, lo más genuino de mí!... Ella extiende mis brazos
más allá, a donde sólo llega ella, hacia el macrocosmos, hacia el infinito... ¡La intuición como el
pensamiento empapa todos los ámbitos!... ¿Qué necesito más que mi intuición?... ¿Qué preciso
más que mirar en mi interior, donde la intuición aguarda?... ¡Es el vaso del que bebo, y me sacia
diariamente!
Y así habló la intuición:
“Hoy quiero hablarte amiga Razón de aquellas revelaciones que en sueños puso en mí el Ser,
ansioso de alcanzar la quietud al transmitir el antiguo legado que le mantenía en vela por tantos
y tantos evos. De ellas nació este discurso: (*)”
(*) Se refiere a la parte DESARROLLO de la presente obra.
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3. Poesía
a. ¿Qué es la poesía?
La búsqueda de referencias que enmarquen nuestro trabajo y que reflejen las opiniones de
otros autores, enriqueciendo el legado común en la dirección deseada, me ha llevado a reflejar
unos comentarios acerca del trabajo del mismo título publicado en la Hemeroteca Virtual
ANUIES. El trabajo lo firma la mejicana Victoria Martha Núñez Cea.
“Al hurgar en la esencia poética nos encontramos con la esencia primigenia de la magia
animista, el conocimiento y la creencia, es decir, los poderes de la religión (del latín religare
volver a unir), la intuición y la lógica, y por supuesto, el lenguaje.”
“Parafraseando a Gumbel, en Filosofía de la ciencia literaria, la poesía como arte individual o
colectivo también busca respuestas alternativas y pretende expresar la relación esencial del
hombre con los fundamentos del mundo y del ser; por lo que abarca a través de símbolos los
problemas eternos de la muerte, el nacimiento, Dios, la salvación, el amor, el dolor, la brevedad
de la vida, la naturaleza y el espíritu. Pero qué es lo que distingue a la poesía de la filosofía.
Precisamente la forma de expresar estos cuestionamientos y el matiz de sus respuestas.”
Octavio Paz en Los Hijos Limo nos dice: “el mundo es un poema; a su vez, el poema es un
mundo de ritmos y símbolos. Correspondencia y Analogía no son sino nombres del ritmo
universal”.
“En otras palabras, liberar nuestro espíritu y desarrollar sus potencialidades positivas, para que
como lo enuncia Maimónides (Moisés BenmMaimón, 1135-1204) en su Guía de los descarriados,
esa parte de nuestra alma que más hayamos desarrollado durante nuestra vida terrenal, alcance
finalmente la inmortalidad al ser asimilada por el Ser Absoluto.”
“Desde esta perspectiva, la experiencia poética resulta vital, es una vía mística, como lo son las
prácticas hindúes; ello nos remite a una trayectoria hacia lo más profundo de nuestro ser que se
afana por comunicarse con la otra orilla. .”
(O. Paz) “El hombre es un eslabón en la cadena de las analogías pero es un eslabón en el que
la analogía se desvía y comienza a delirar. La ironía y la conciencia de la muerte son dos rasgos
exclusivamente humanos y que rompen la analogía universal.”
“Puesto que la poesía existe aun cuando el poeta muere. Ya que la inmortalidad es dejar de ser
individuo y con ello anular la diferencia que se eclipsa en la Analogía absoluta.”
“El creador vibra al descubrir esa gama infinita de posibles latentes, trabaja arduamente por
aproximarse a la Otredad, por disolverse en la vacuidad, en un arrebato siente aprehenderlo y lo
plasma; él mismo queda extasiado ante la concepción, pero es precisamente entonces cuando el
envanecimiento le hace perder pie y en un juego de espejos traslada esos atributos a su
persona. En el momento en que el autor es capaz de reconocer la intervención de un algo más
allá que lo trasciende y lo comprehende, asume su carácter demiúrgico. Es así como logra
entablar el diálogo con la Perfección y de acuerdo con los postulados poéticos de la tradición
esotérica, a través de la Palabra restaura por un instante la Armonía Sideral.”
“A través de la Poesía y el poder de su Palabra primigenia conseguimos expresar lo inefable,
inmersos en el lenguaje poético, igualmente inaprehensible, sin entender logro comprender. Esta
revelación nos es asequible no a partir de la lógica del conocimiento humano, sino durante la
experiencia intuitiva de la inclusión; somos parte de Algo Superior que nos abarca, somos un
fragmento imprescindible para conformar el Todo. ¡Qué enigmático poder tiene la poesía que
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en un instante, el de su lectura, es capaz de ser el letífero, que nos concede asir la Inmortalidad,
cruzar la otra orilla y mantenernos, así, colindando con lo inefable!”
“; casi inconscientemente mis labios comenzaron a balbucir los primeros versos de un poema,
“Hermandad”, de O. Paz, aprendido con pasión: “Soy hombre: duro poco/y es enorme la noche./Pero
miro hacia arriba: las estrellas escriben” (...), y su imagen poética asumió un significado que antes
sólo era virtual: “Sin entender comprendo: /yo también soy escritura/y en este mismo instante/alguien me
deletrea”. En aquel entonces permanecí suspensa como ahora en que concluyo que Poesía es la
posibilidad de contemplar y “beber con los ojos” por un instante la Eternidad. Instante inaugural en
el que somos de nuevo: “Adán de barro fresco todavía”, verso de Efraín Bartolomé que nos
permite retomar a la primera noche y contemplar el firmamento, en cuya escritura, como lo
dice el último verso de “Hermandad”: “Alguien me deletrea”.
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b. La poesía para Heidegger
A imitación del apartado anterior se reflejan a continuación partes del ensayo “Heidegger y la
poesía” de Alberto Pendón Martínez (aparecido en la página filosófica en Internet el 12-04-02).
(Heidegger) “Cuanto más se organiza y domina, tanto más insuficiente se revela la capacidad
del hombre para construir y habitar el ámbito de lo esencial. Existe un juego de misteriosa
correspondencia entre el uso de la razón y el abandono del suelo natal”.
“Otra dificultad para dilucidar lo que es el ser, según Heidegger, es que las afirmaciones que se
hagan en torno suyo no pueden ser demostradas, sino mostradas mediante el método
fenomenológico. Pero es preciso establecer entre la multitud de existentes y de maneras de ser, el
objeto a partir del cual realizar el examen y aplicar el método. Heidegger observa que solo uno
de los existentes es capaz de interrogarse sobre su existencia y la totalidad de los seres, solo
uno es capaz de hacer el mundo inteligible, es decir su historia; este es el hombre. Por ello toda
investigación sobre el ser debe implicar el análisis de la condición humana (Dasein)”.
“La verdad, por tanto, es un modo de ser, así propone Heidegger devolver la verdad a la
esencia del ser. Una verdad entendida como aletheia, término griego que designa el desocultar, el
estado de abierto que para conseguirlo es necesario un descubridor encarnado por el Dasein.
De esta manera solo hay ciencia y conocimiento de la physis, lugar del ser, si existe un hombre
que conozca y comprenda. En esta apertura que distingue a lo que se manifiesta, es decir los
entes, de la desvelación del ser, es donde aparece la figura del poeta y la poesía, en torno a los
cuales se cumple la esencia del hombre, esto es, el desarrollo libre de todas las posibilidades
humanas, como apertura a la verdad.”
“Es en la poesía donde acontece esa pasividad activa del dasein, cuya actividad consiste
esencialmente en dejar ser al ser, su función es la gratuidad de la verdad confundida en el acto
de apertura originario mediado por la palabra. En este espacio poético observa Heidegger, la
condición de posibilidad para que el hombre recupere su esencia, oculta tras el dominio de la
técnica. Se trata de crear un espacio ontológico para posibilitar la aparición del ser mediante la
preparación del pensamiento y la poesía: “ Sólo un dios puede salvarnos, no nos queda otra posibilidad
que la de preparar en el pensamiento y la poesía un espacio para la aparición del dios”.
“De esta manera el próximo paso será explicar la esencia de la poesía, siguiendo a Holderlin,
poeta alemán elegido por Heidegger por ser el poeta de la poesía, que rescata la esencia de la
poesía a través de la elaboración de cinco palabras o sentencias acerca de la poesía y el lenguaje,
que Heidegger describirá, mostrando su estrecha conexión esencial...”
“Elige a Holderlin entre todos los poetas, por ser el que mejor ha poetizado sobre la esencia de
la poesía.”
“Concibe la poesía como un juego de imágenes contenidas en la imaginación, por ello no es
producto de la decisión racional o de la deliberación de los medios para obtener un fin
programado, el cual tendrá unas consecuencias y consiguiente responsabilidad. Se trata, más
bien, de un decir contemplativo sin que conlleve la praxis, un nombrar originario que se nutre
del lenguaje.”
“...Heidegger critica la concepción del mundo moderno de que todo lo que es, obedece a una
causa; todo conocimiento que no tienda a dar razón de posibilidad de ser de un objeto o
conocimiento es impensable en la mentalidad del mundo actual. Con ello se elimina del campo
cognitivo, no sólo las emociones, también las construcciones imaginarias como los sueños, los
deseos, el arte y el misticismo; ámbito más cercano a la perspectiva poética. La poesía se ubica
fuera de esta amalgama de filosófica mediada por el principio de razón suficiente y aparece
situada en el abismo originario donde todo empezó, en la Grecia presocrática, para descubrir lo
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que ellos no pensaron. Por otro lado la poesía es inocente porque su apertura no es desde el
hombre mismo, sino a partir de la recepción que le hace ser. La actitud poética consiste en un
escuchar: “...cuando el Ser le dirige la palabra...”.
“..., la perspectiva mitopoética que adopta Heidegger arguye que si la palabra inicial que nombró
a la realidad en un principio, no fue dicha por ningún hombre, el nuevo inicio que él propone
también se escapa a la voluntad humana”.
“En definitiva de lo que se trata es de otro pensar, en consecuencia de un hablar diferente que
se escapa al pensamiento racionalizante y matemático explicitado por Leibniz en el principio de
razón suficiente”.
“En este sentido de dejar ser a la realidad es donde mejor se muestra la gratuidad de la poesía,
la cual tiene como fundamento el lenguaje”.
“De esta manera nos hemos introducido en el segundo punto del camino que recorre
Heidegger para descubrir la esencia de la poesía. Heidegger señala el dualismo entre el lenguaje
cotidiano, dominado por el principio de razón suficiente, y el lenguaje poético, casa del Ser que
funda el decir originario”.
“Heidegger lanza dos afirmaciones claves para entender la palabra poética, las cuales se implican
mutuamente, estas son: “la palabra es la casa del Ser” y la poesía es “la instauración del ser en la
palabra”. Con ellas, Heidegger sitúa al lenguaje más allá de la mera función instrumental, ésta sería
consecuencia de su esencia, la custodia del Ser. Posibilita al hombre aprehender la Verdad del
ser, y en consecuencia existir, vivir humanamente sin perder de vista al ser en el diálogo con la
totalidad de los entes”.
“La poesía funda la correspondencia entre la cosa y el mundo, cuya posibilidad de existencia
radica en el lenguaje, mientras que, el lenguaje cotidiano establece sólo una relación
convencional entre un signo (palabra) y un significado”.
“La misión del poeta es liberar al lenguaje de la estructura lógica donde la metafísica le ha
situado y recuperar la morada donde habita el ser y el hombre en su custodia. El verdadero
peligro del lenguaje es que se olvide del sentido de su donación, su bien radica en que es
posibilidad para el pensamiento, siendo éste posterior al decir poético”.
“El poeta debe rescatar mediante la donación libre de la palabra, a lo que permanece detrás del
torrente de la experiencia cotidiana. Lo permanente, el Ser, rige al ente en su totalidad y debe
descubrirse y tenerlo siempre presenta para la auténtica manifestación de los entes. Este
descubrirse es labor del poeta, quien extrae lo sencillo de lo complicado, la medida de la
esencia humana, su razón de ser.
“Por otro lado, el Ser lo identifica Heidegger con lo divino; si sólo el poeta puede instaurar el ser
con la palabra, sólo él es consciente de la ausencia de Dios que domina la vida moderna...”
“La única salida que propone el filósofo es la consecución de un pensamiento que se adentre
en esta ausencia y escoja el camino de, “ir hacia Dios sin Dios”. Esto sólo acontece en el poeta y
su poesía, que sabe oír la mesura, escuchar al Ser sin imponer su voluntad de dominio ni
pensarlo desde su subjetividad. Con esto llegamos a la conclusión de Heidegger acerca de la
esencia de la poesía, que es, a su vez, la esencia humana”.
“Como vemos se le asigna a los poetas la tarea de nombrar lo original, dicho nombrar hace
posible el lenguaje, que acontece como un diálogo y sirve para entendernos y entender el
mundo. Pero el lenguaje es el más peligroso de los bienes y funda la poesía, la más inocente de
las ocupaciones. En la conciliación de estas dos afirmaciones se encuentra la esencia de la
poesía. Si ésta mediante su libre nombrar, hace posible el lenguaje y el pensamiento, cuyo
desarrollo condiciona la historia, la esencia humana, es decir, el fundamento de nuestra
existencia es la palabra poética. Además este quehacer se escapa de la voluntad humana, en
tanto es donado por los dioses. Por tanto, en esto consiste el habitar poéticamente la tierra, en
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el reposo situado entre el bien y el mal, entre lo humano y lo divino. Este “estar entre” otorga
mesura y sentido a la existencia humana. Nombrando al ser habita en la verdad de su ser.”
“Heidegger identifica este habitar con un edificar, con un permanecer cultivando, pero de forma
muy diferente a como se edifica o se construye actualmente. Una construcción mantenida por
la industria de la utilidad que se rige por la voluntad de poder y desarraiga en tanto que aisla, el
fundamento de su existencia.”
“El habitar poético es un estar creativo que se construye alejado de la planificación racional de
la tierra y dejándola ser, escuchando, conviviendo. Es la condición del nuevo inicio, la
esperanza de Heidegger, construir una nueva historia mediante la apertura de la poesía y el poeta
hacia un lenguaje que nombre el suelo natal.”
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c. Transpoesía
En la línea del encuentro con las diversas vías que transcurren en el mismo sentido que el de la
presente obra, abordamos seguidamente una somera transcripción del ensayo de Michel Camus
titulado: “Paradigna de la transpoesía” (Bulletin Interactif du Centre International de
Recherches et Études transdisciplinaires nº 12- Février 1998).
“Norte, Sur, Este, Oeste forman parte de la misma Rosa de los Vientos y están generados por
el mismo signo enigmático. Toda verdadera búsqueda poética, cualquiera que sea su lengua o l
naturaleza de su cultura, está orientada hacia el centro e intenta aproximarse al sentido ante el
cual el poeta Antonin Artaud exclamó: - ¿Pero quién ha bebido de la fuente de la vida? Entre
los caminos de la búsqueda que convergen, cada uno por su propia vía de pasaje, hacia la
inaccesible fuente de vida, podríamos llamar transpoesía la vía transfiguradora del poeta zahorí
orientado hacia el autoconocimiento y la unidad del conocimiento. Mirada que atraviesa y
sobrepasa la poesía”.
“Lamentablemente el hombre tiene una tendencia molesta, decía en substancia KierKegaard,
en relativizar lo Absoluto, haciendo absoluto lo relativo. Se trata, por el contrario, de
abandonar nuestras identificaciones absolutistas para acceder a lo que René Berger llama una
trans-identidad; concepto infinitamente abierto análogo a aquel de la identidad infinita de toda
conciencia despierta a su trascendencia interior y a la trascendencia del universo, por lo tanto a
una doble trascendencia a percibir unitivamente. Por lo tanto podemos ser a la vez nacionales
por apariencia de una cultura territorial y transnacionales por espíritu transcultural.”
“Ser transcultural, es, en esencial, no dejarse alienar por las formas y las creencias, por sistemas
de pensamiento y de enseñanzas formales. Es abrir a la trascendencia del sentido más allá del
lenguaje, abertura que el chaman mexicano Don Juan Matus llama el “conocimiento
silencioso” inseparable de nuestra luminosa ignorancia. El poeta zahorí tiende a reconciliar las
hermanas enemigas: la poesía y la filosofía. La visión transcultural de la poesía es forzosamente
transreligiosa; es planetaria antes de ser europea, francesa o de otra parte; florece en el centro
de la Rosa de los Vientos; está abierta a todas las diferencias.”
“Nuestra comprehensión de toda cultura diferente a la nuestra sólo puede resultar de nuestra
propia comprehensión abierta a la identidad de contrarios. Formamos parte como ellos
mismos del mismo Nos trascendental para hacer referencia a la visión, en Edmund Husserl, de
la intersubjetividad absoluta de los seres y las cosas rigiendo la esencia de la vida”.
“Uno de los axiomas del poeta zahorí, es el principio absoluto de la relatividad y de todo
lenguaje. Él sabe que todo es metáfora. Él sabe que la paradoja del lenguaje poético es de hacer
alusión a aquello que escapa al lenguaje. Olvidamos a menudo que el lenguaje es una enorme
muralla china. El poeta zahorí la atraviesa abriéndose al silencio viviente. Es por ahí que el
poeta escapa a la prisión de la lengua. “No hay poesía sin silencio” decía Roberto Juarroz. Esa
presencia infinitamente cercana infinitamente lejana del silencio viviente, podemos llamarla
indiferentemente presencia de lo sagrado o conciencia de la trascendencia inmanente en el sentido
que la trascendencia es inmanente de la conciencia misma. Es del orden del secreto que la
poesía iniciadora tienta, por imposible, de compartir. Es un secreto transpoético, puesto que
atraviesa la palabra y el silencio, puesto que está más arriba de la palabra y del silencio. Es el
tercio secretamente incluido en la oposición binaria de la palabra y del silencio. Ese tercio incluido
ningún poeta jamás dijo ni dirá que es. El maestro Eckhart hace alusión evocando la esencia
de una “tercera palabra” que no está dicha ni pensada y que jamás ha sido expresada. El
silencio poético puede acceder, en lo que vive, a un alto grado luminoso de silencio. Sólo ese
silencio puede librarnos de la sombra oscura y de la gravidez del lenguaje. No es un silencio
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vacío, es un silencio lleno e incluso desbordante de sentidos silenciosos. Poco importa el
nombre que sirve para señalar el abismo o el agujero escondido en la lengua, dicho de otro
modo, el no- referente que escapa a todo lenguaje. El poeta zahorí utiliza libremente las
palabras como flechas tiradas hacia lo Impronunciable, hacia la Fuente inaccesible pero
inagotable. En tanto que hombre de límites sólo puede aproximarse sin alcanzarla. Decir “la
Fuente” es entonces una metáfora”; aquella del enigma del ¿Quién? Y del enigma del ¿Qué?
Que son un solo y mismo enigma. El poeta es libre de hacer alusión evocando el Sin-Nombre,
el Sin-Forma o el Sin-Fondo. Es paradójicamente el Sin-Fondo que funda la unidad del
conocimiento poético”.
“Nuestra visión del mundo sólo puede cambiar si nosotros cambiamos nuestro interior, si
nuestros estados de conciencia evolucionan, según las palabras de Goethe, hacia mayor luz,
Mehr Licht! En el combate titánico donde se oponen la luz y las tinieblas, cada uno, según su
naturaleza, sirve ya sea a la neguentropía, sea a la entropía, o bien a la evolución de la conciencia
o bien a su involución. Cada uno es el instrumento consciente o inconsciente de fuerzas que
rebasan su comprensión. Los poetas zahoríes saben de que lado combaten. El paradigma de la
poesía transcultural, es antes que nada la necesidad de despertar del hombre aquello que lo funda, a aquello que
lo atraviesa y a aquello que lo sobrepasa.”
“La alianza de los buscadores de la verdad, unos interrogando el polo del Sujeto y los otros el
polo del Objeto y su interacción transdisciplinaria, pueden constituir un indestructible nudo de
luz contra las tinieblas programadas de las aves de rapiña. El destino de la humanidad no está
decidido de antemano, se crea a cada instante. Arrojado en la nave-tierra en una fabulosa
aventura cósmica, el fenómeno humano posee en su corazón la inagotable potencia de
despertar a la luz trascendente de su propia fuente interior. Es la vocación de poetas zahoríes
de hacer alusión creando nuevos puntos de referencia y nuevos signos de orientación sobre el
camino del infinito interior”.
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PRECURSORES
Giordano Bruno (1548- 1600)
Filósofo y científico italiano. Proponía una filosofía panteísta extrema en la que Dios animaba
el conjunto de la creación como “alma del mundo”. “El universo es infinito y las cosas
materiales no son más que manifestaciones de un único principio infinito”.
Gottfried Wilhelm Leibniz (1646- 1716)
Filósofo y científico alemán. “El universo se compone de innumerables centros conscientes de
fuerza espiritual o energía, conocidos como mónadas. Cada mónada representa un
microcosmos individual, que refleja el universo en diversos grados de perfección y evoluciona
con independencia del resto de las mónadas. El universo constituido por estas mónadas es el
resultado armonioso de un plan divino. Los humanos, sin embargo, con su visión limitada, no
pueden aceptar males como las enfermedades y la muerte integrando una parte de la armonía
universal”.
Inmanuel Kant (1724- 1804)
Filósofo alemán. “Desde el punto de vista de la razón, los objetos del mundo material sirven
tan sólo como materia pura a partir de la cual se nutren las sensaciones. Los objetos, en sí
mismos, no tienen existencia, y el espacio y el tiempo pertenecen a la realidad sólo como parte
de la mente, como intuiciones con las que las percepciones son medidas y valoradas”.
Johann Gottieb Fichte (1762- 1814)
Filósofo alemán. “El punto de partida de toda experiencia es la actividad pura y espontanea del
yo que puede ser intuido mediante procesos intelectuales por todas las conciencias. El hecho
de que el ego, el “yo”, aprenda su libre actividad, constituye su propia afirmación, que sin
remedio le lleva al enfrentamiento con el “no yo”, el no ego, la otreidad. La conciencia consiste
en este dinámico encuentro entre el “yo” y el “no yo” por el que uno mismo y el mundo se
definen y se interrelacionan”.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770- 1831)
Filósofo alemán. “La realidad se entiende como lo absoluto desdoblándose por la vía dialéctica
en un proceso de autoevolución. En este proceso, lo absoluto se muestra tanto en la naturaleza
como en la historia de la humanidad. La naturaleza es el pensamiento absoluto, o sea, que se
objetiva a sí mismo bajo una apariencia material. Las mentes finitas y la historia de la
humanidad son el proceso de lo absoluto que se manifiesta en lo que es más cercano, a saber,
el espíritu o la consciencia.”
“La meta del proceso cósmico dialéctico puede comprenderse mejor en el ámbito de la razón.
Conforme la razón finita avanza en el entendimiento, lo absoluto progresa hacia el
autoconocimiento. Así, lo absoluto llega a conocerse a través de una mayor asimilación de la
realidad, o de lo absoluto, por parte de la mente humana”.
“El único pensamiento que aporta la filosofía al estudio de la historia es la idea de razón;
porque la razón es la soberana del mundo, la historia del mundo se nos presenta, por tanto,
como un proceso racional”.
Friedrich Wilhelm Joseph Von Schelling (1775- 1854)
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Filósofo alemán. “No son aceptables ni el criticismo, que considera al sujeto como un objeto,
ni el dogmatismo, que hace un absoluto del objeto. En el lugar de la sustancia debe colocarse el
yo absoluto y entonces puede plantearse la libertad como el objeto de una intuición intelectual.
La existencia humana es como el modo de reserva por parte de lo absoluto. La esencia de la
humanidad es la libre actividad creativa.”
Arthur Schopenhauer (1788- 1860)
Filósofo alemán. “Una filosofía en la que no oigamos resonar a través de sus páginas, los
dolores, los lamentos, los gemidos, el rechinar de dientes y el formidable estruendo del crimen
recíproco universal, no es una filosofía”.
“La voluntad no está limitada a una acción voluntaria previsible; sino que toda la actividad
experimentada por la personalidad es voluntad, incluidas las funciones fisiológicas
inconscientes. Esta voluntad es la naturaleza innata que cada ser experimenta y adopta en el
tiempo y el espacio como apariencia del cuerpo, que es así su representación. Partiendo del
principio de que la voluntad es la naturaleza innata de su propio cuerpo como una apariencia
en el tiempo y en el espacio. La realidad innata de todas las apariencias materiales es la
voluntad; y que la realidad última es una voluntad universal”.
“La tragedia de la vida surge de la naturaleza de la voluntad, que incita al individuo sin cesar
hacia la consecución de metas sucesivas, ninguna de las cuales puede proporcionar satisfacción
permanente a la actividad infinita de la fuerza de la vida, o voluntad. Así, la voluntad lleva a la
persona al dolor, remedio al sufrimiento y a la muerte; a un ciclo sin fin de nacimiento, muerte
y renacimiento, y la actividad de la voluntad sólo puede ser llevada a un fin a través de una
actitud de renuncia, en la que la razón gobierne la voluntad hasta el punto que cese de
esforzarse”.
Ludwig Feuerbach (1804- 1872)
Filósofo alemán. “La existencia de la religión sólo es justificable en tanto que satisface una
necesidad psicológica; la preocupación esencial de la persona guarda relación con uno mismo y
el culto a Dios no consiste más que la idealización de uno mismo”.
Friedrich Nietzsche (1844- 1900)
Filósofo alemán. “Todo acto o proyecto humano está motivado por la “voluntad de poder”.
La voluntad de poder no es tan sólo el poder sobre otros, sino el poder sobre uno mismo, algo
que es necesario para la creatividad. Tal capacidad se manifiesta en la autonomía del
superhombre, en su creatividad y coraje”.
Edmund Husserl (1859- 1938)
Filósofo alemán. “La labor del filósofo es la superación de las actitudes naturalista y
psicologista mediante la contemplación de las esencias de las cosas, que podían ser
identificadas de acuerdo a las leyes sistemáticas que rigen la variación de los objetos en la
imaginación. La conciencia está permanentemente dirigida hacia las realidades concretas. La
conciencia, además, posee estructuras ideales invariables, que determinan hacia qué objeto se
dirige la mente en cada momento dado”.
Henri Bergson (1859- 1941)
Filósofo francés. “La mente es energía pura, el élan vital o ímpetu vital, responsable de toda la
evolución orgánica”.
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“Subrayo la importancia de la intuición sobre el intelecto, impulso la idea de dos corrientes
opuestas: la materia inerte en conflicto con la vida orgánica, de modo semejante a como el
impulso vital se esfuerza por conseguir la acción libre creadora”.
Jorge Santayana (1863- 1952)
Filósofo español. “Fanático es el que redobla los esfuerzos cuando ya ha olvidado los fines”.
Jean Paul Sartre (1905- 1980)
Filósofo francés. “Afirmo la ineludible responsabilidad de todos los individuos al adoptar sus
propias decisiones y hago del reconocimiento de una absoluta libertad de elección la condición
necesaria de la auténtica existencia humana”.
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DESARROLLO
1. Complitud
El análisis del Ser con su estrecha vinculación al subjetivismo nos lleva a una mayor
profundización, una disección más completa acerca del significado profundo de esta relación.
El otro polo, la objetividad, es lo más alejado de ese Ser, por ello conviene una recapacitación
ante estos hechos, en beneficio de una más justa ponderación.
El Ser aparece siempre adornado de una característica básica: “la unicidad”. Y esta última no se
refiere a su aspecto “numeral”, sino al de “complitud” como “sustancia única” en la que no
“cabe partes”. El Ser (en sí) no admite competidores: “es único”. El Ser lo es “en sí” y “para
sí”, “lo otro” es algo posterior y con él comienza el aprendizaje (la información), la misma
evolución, la cual finalmente “arrastrará” al mismo Ser en pos del “desarrollo de su completa
naturaleza”.
Lo importante es que el Ser “para sí” en todo momento “se siente” completo (único), y si en
algunos instantes aparecen atisbos de cierta “inseguridad”, éstos son percibidos como una
“rotura”, un “casi morir” del Ser. Y es que provocan una gran zozobra (angustia) en el Ser,
porque el Ser busca y quiere sentirse en “estabilidad”, interpretada esta última como complitud
(unicidad). El Ser es Ser, sintiéndose como tal, cuando “está completo”, es “el mismo”. El Ser
en lo más íntimo está “totalmente completo” (único): ¡no tiene partes!...Así que el Ser tiene
una “tendencia natural” a completarse, a “cerrar las posibles vías divergentes”, haciéndolas
converger hacia sí mismo: el súmmum de la unicidad. Ahora bien, la vida es un discurrir, la
vida está compuesta de una inacabable secuencia de “muertes y nacimientos”, de
“construcciones y destrucciones”, de estados (estabilidad) hilados con inestabilidades,
fluctuaciones. En cada inestabilidad se abre un abanico de nuevas posibilidades (como un
nuevo nacimiento) que conducen a una estabilidad “mortecina”, incapaz de originar otras
potencialidades distintas de las presentes. Apertura y cierre, tal es el proceso de la vida, de la
misma evolución. Y el Ser “desarrolla su naturaleza” en el tiempo, por ello está sometido al
mismo proceso. Pero el Ser cabalga, mora “en sí mismo”; añora, se ama “a sí mismo”, y por
ello ocupa esos “instantes de estabilidad”: realiza ese “movimiento de cierre”, de convergencia.
El azar realiza el movimiento contrario: la divergencia. Con ello se expande la evolución, el
mismo Cosmos, cual onda creciendo en un estanque sin fin. Mas el Ser “sujeta esos hilos”, los
retuerce y los hace converger hacia sí.
El árbol del azar tiene muchas ramas cada vez más tupidas, como un torrente incontrolable...
¡Y el Ser no habita en esas aguas!...Cuando las aguas se precipitan en un único sumidero, todo
se “radica” en él: ¡ese es el Ser, el lugar del Ser! El Ser “precisa” que esas “vías divergentes” se
transformen en algo “abarcable”, “controlable”. Su dominio, su poder, su voluntad crece en la
autoafirmación de este movimiento del todo imprescindible para que la diversidad entronque
unidad, la unicidad en que se sustenta el Ser. Y es que las vías “salen” pero “vuelven” de nuevo
al Ser, como en un círculo, divergentes y únicas a la vez, pues lo que “sale” se reencuentra con
lo que “regresa”, unificando, entonces, ambas corrientes. Las partes (vías) se unifican así en ese
doble movimiento: aparece, pues, la unicidad, ¡la morada del Ser!... Y mientras esas vías no se
confundan, “se cierre el círculo”, no aparecerá el Ser... ¿Estás buscando al Ser?... ¡Helo aquí!...
Donde aquellas “vías abiertas” (hechos, leyes, acontecimientos, etc.) han encontrado un
“sistema” (cerrado- completo) “autoconsistente en sí mismo”, ahí está el Ser, y sólo está el Ser,
pues el Ser lo “centra todo”: ¡el mundo se construye sobre sí mismo! (puro subjetivismo).
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El Ser “cierra el círculo”, y cuando se “cierra un círculo” en su interior está el Ser. Dicho Ser se
encuentra en una permanente labor de “cerrar círculos”, pues su autoafirmación, su propia
naturaleza (como pura subjetividad) se alimenta de tal actividad.
Mas la evolución es un proceso continuo de ruptura y cierre, nacimiento y muerte. Fuerzas
convergentes y divergentes se van relevando en incesante baile: azar y Ser en continua lucha.
Tristeza, zozobra e inseguridad (a la vez explosión de vitalidad), se tornan en alegría, seguridad
y autoafirmación, en el Ser cuando por fin éste logra “dominar” con sus poderosos brazos los
caballos desbocados del azar, completando de este modo el “cierre del círculo”.
Por el contrario, objetividad es análisis, diversidad, y a mayor campo de variabilidad (disección
hasta los más ínfimos detalles)mejor. El “movimiento” es claramente dispar del anterior. Esas
vías, pues, se abren, se ramifican cada vez más y más... Y en ese mundo “abierto” no está el
Ser... El mundo se abre, “en todas direcciones”, cada una “diferenciada” de la anterior... ¡Y en
ese mundo no puede habitar el Ser, pura unicidad (simplicidad, subjetividad)!... Mientras no
haya un movimiento de “convergencia”, de “logro de unicidad” (cierre del círculo) no
aparecerá el Ser. Y así, el Ser tiene los mismos caracteres de totalidad, globalidad (unicidad) que
la suprema subjetividad que representa “el centrar el mundo”.
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2. Frontera
Ese “entrar en el sistema” que supone el “cierre del círculo” se “percibe” ( así, por
consiguiente, la “unicidad”) como sensación- emoción- sentimiento (uno sólo en cada
“presente diferencial”). Se diría que la “unicidad” es el resultado de ese sentimiento que es
globalizador o totalizador, y al revés.
Ahora bien, hay cosas, hechos, sucesos, etc. que no “parecen enmarcarse” en el sistema, así
que por la unicidad no pueden pertenecer al “círculo o sistema” del Ser. Entonces, es
inevitable la aparición de la “frontera” que separa esas “otras cosas”, “lo otro”, “lo ajeno” del
propio Ser... Lo que es “propio” está conectado por el círculo –sistema que origina la
“unicidad”, y su sentimiento inseparable que posee caracteres de totalidad, globalidad. E
intercambiando los papeles, ese sentimiento (global) es el que origina la “unicidad” del Ser.
Podría decirse que todo sistema posee un sentimiento global como el antedicho (de posesión,
de autocomplacencia), pero... ¿a qué tipo de sistema nos estamos refiriendo?.. Hay que volver a
definir los sistemas; es preciso darles otro significado que pueda hacer cumplir esa estrecha
vinculación entre sistema y sentimiento (de autoposesión).
El sistema, entonces, no puede ser definido desde la perspectiva de un “observador” ajeno
(cual el humano). El único observador válido es el mismo Ser... Y para que el Ser lo “perciba”
(al sistema), es decir, pueda “cerrar el círculo”, aquel debe ser compatible con la propia
idiosincrasia de las leyes físicas, que en este caso coincide con el “campo” permitido por los
principios de incertidumbre cuánticos... Así que el único “sistema” válido en cuanto a la
vinculación sistema- estructura- información con sentimiento es el “enmarcado” o limitado por
las incertidumbres cuánticas. En este campo, el campo del Ser, la vinculación sistemasentimiento es total.
Y casi desde el “principio” (el de la aparición de los primeros opuestos complementarios) hubo
una “frontera”, que era aquella “separación” entre el Ser de uno de los opuestos
complementarios y el del otro –dos sistemas distintos y dos sentimientos.
El “cierre del círculo” es posible por la “unicidad” que proporciona el sentimiento- sensación.
Todo “cierre del círculo” conlleva un sentimiento, y ahí aparece el Ser... Y así ocurre desde la
aparición del primer par de opuestos complementarios... Los seres posteriores, muchísimo más
complejos (dotados de un sistema o estructura compleja), aunque con la sustancial
característica de la “unicidad”, también tienen un sentimiento “globalizado” (ahora bien,
mucho más complejo o refinado)... Y siempre “lo otro”, lo ajeno, aparece separado por una
“frontera”. Esa frontera está construida con las leyes de la naturaleza, o de los principios
físicos... Podríamos, de igual modo, expresar todo lo anterior diciendo que un “sentimiento”
define un Ser y establece una frontera, fuera de la cual se “extiende” todo lo que no es el Ser.
Al establecerse una frontera (asimilable al mundo físico), podría decirse también que el Ser es
quien - en su límite- establece ciertas leyes físicas en el universo.
El cuadro sería el siguiente. La aparición de los primeros opuestos complementarios (por azar),
por ejemplo de tipo información (+, - o 1, 0), trajo consigo la aparición, también, de los
opuestos complementarios agrado- desagrado (del tipo sensación), y con ello el primer Ser, el
primer sentimiento, y un segundo Ser que coincidía, en este caso, con “lo otro”. Estos mismos
seres, en su afán de pervivencia, en una especie de retroalimentación, crearon, a la vez, las leyes
físicas de nuestro universo... ¡Las leyes y el universo son como son debido al mismo efecto de
la existencia de los seres en el mismo, y recíprocamente!... La creación es global y en ella
conviven, sin entorpecerse, tanto la libertad de cada ser, como el mismo azar.
La “voluntad” de cada ser es capaz de “cerrar el círculo” adecuado a su “potencia”, definiendo
su naturaleza, estableciendo sus fronteras. La voluntad del Ser, pues, en esa definición de
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fronteras, define también su ámbito, su influencia sobre el mundo físico (volvemos a recordar
el límite que suponen los principio de incertidumbre).
El Ser tiene dos “movimientos”: uno para afuera y otro para adentro. Este último “produce” la
emoción, el sentimiento. Aquel otro es la “vía” de la información, la estructura. Así que esos
movimientos se nos presentan como lo básico del Ser, y de ahí la definición del Ser como
“agregado información- sentimiento”. Por consiguiente, gracias al Ser y como corolario de la
definición anterior, información y sentimiento son indisolubles en el Ser, lo que hace de ellos
no simples opuestos complementarios (cada uno de ellos por separado), sino los constituyentes
básicos de una maravillosa “conexión” origen del mismo Ser. Y es así desde el mismo inicio,
desde el “instante” primordial.
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Metamorfosis
Continuando con la búsqueda de referencias útiles en la definición del camino que se ha iniciado, en relación con
el apartado anterior, a continuación transcribimos párrafos de la obra de Franco Rella “Metamorfosis –
Imágenes del pensamiento” publicada por Espasa –Mañana.
“Las estrategias míticas y racionales, que el hombre ha utilizado en su existencia individual y en su historia,
han sido el intento de imponer “un nombre al caos de lo innominado”, y de dominar así la “horrible
casualidad” a través de los nombres, las figuras, los ritos, las liturgias, las recurrencias, las repeticiones.”
“Se trata de transformar el azar en causa; la contigüidad, en nexo y relación.”
“El instrumento más poderoso que la razón ha producido, o soñado, para dominar el azar, para transformarlo
en una densa red causal, es indudablemente el método.” (Ej. “Discurso del método de Descartes”).
“Lo absurdo tiene sus razones, señor, que la razón sospecha.” (Paul Valéry- Euvres). “Así, esta sospecha
empuja a la razón más allá de su sueño de vigilancia perfecta, convertido ya en una pesadilla.”
“Franz Marc en los Cien aforismos (La segunda visión) parte de unos versos de Angelus Silesius: “Hombre,
hazte esencia, ya que incluso si el mundo desaparece/ y lo que es contingente termina, la esencia permanece.”
“La esencia, superación de cualquier contingencia y caducidad, es la superación mágica del abismo que divide el
mundo físico del mundo de las sensaciones y de la vida.”
“Las cien lenguas comunican únicamente parcialidad, inacabamiento, pero no transmiten la experiencia de la
cosa, de cómo ésta “puede ser feliz, en tanto que inocente y nuestra.”
“El sujeto aparece híbrido y monstruoso, justo porque mantiene unidos los “dos mundos”, “las dos verdades” de
la conciencia y de la sensación y de la experiencia, que la ciencia a un lado y la magia al otro habían separado y
dividido.”
“El cambio, al margen de una metafísica progresiva y evolutiva, se presenta siempre como una rotura, como la
catástrofe de los límites, de los órdenes, de los estatutos.”
“Walter Benjamín en el Passagen -Werk - ha definido el instante del despertar descrito por Proust como “la
hora de la cognoscibilidad.”
“Benjamin persigue el intento de construir lo que el mismo define un “saber paradójico”, un “saber sentido”,
que una al poder de la razón vigilante la fuerza de la sensación y de la memoria.”
“El modelo de este “inefable saber” es “el despertar”, tal como ha sido descrito por Proust, que “debería ser la
síntesis de la tesis de la conciencia onírica y de la antítesis de la conciencia despierta. El instante del despertar
“es idéntico a la hora de la cognoscibilidad, en la que las cosas ofrecen su auténtico y surrealista aspecto.”
“Y Kafka también había hablado de “una franja soleada de felicidad” que recorre nuestra existencia, en la que
se recoge el fruto de la memoria y el fruto de la esperanza. Y en este “espacio del medio” es donde se presentan
las figuras de un “nuevo pensamiento”, que tiene la forma de la imagen y la lucidez del concepto.”
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“El cosmos y el universo están mal definidos por nuestros lenguajes”, escribe Serres, y está mejor descrito “como
espacio intermedio, mezcla de orden y de desorden.”
“Así, pues, en lugar de un pensamiento de la precisión, del clásico pensamiento filosófico y científico, es necesario
encontrar un pensamiento que “descubra vivísimas semejanzas entre las cosas [...] (El Zibaldone de Leopardi),
permita ver las relaciones entre las cosas diversísimas [...], muestre unas relaciones en las que él (el espíritu)
jamás había pensado”. Por consiguiente, la “admirable” facultad de las “similitudes”, que es capaz de hacer
actuar el cuerpo a través del espíritu, esta facultad que nos revela “las relaciones de las cosas, incluso las
mínimas”, descubre un impensado, hace visible lo invisible, decible lo que antes aparecía como indecible.”
“La poesía es representación de lo irrepresentable, visión de lo invisible que está oculto en las cosas, y que debe
ser revelado, con un acto místico, en su auténtica esencia.”
“Según Musil [...] lo real mismo ya está dispuesto en una red de figuras y de similitudes, y, por tanto, lo que en
ellos expresamos es precisamente el mundo mismo (la “cosa misma” había dicho Nietzsche), y no una vana
apariencia.”
“El hombre se conoce como parte de la vertiginosa aparición y desaparición de las cosas en la nada. Y el mito
cuenta el trágico fracaso de la fijación sobre una imagen, la imagen de sí mismo, como posible salvación de la
nada.”
“Muchas vías recorren los hombres”, dice Novalis, a través de un mundo abigarrado de figuras. Pero el término
del viaje iniciático descubriremos que la naturaleza se expande dentro de nosotros, como en un centro armónico
del todo.”
“Límite es el perfil de lo “externo”, que contornea cualquier figura que creemos poseer, que no es más que la
máscara del otro.”
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3. Unicidad
De todo lo expuesto hasta el presente se establece la estrecha vinculación entre Ser,
sentimiento, frontera, mundo físico, información y estructura. Y la vinculación se inscribe
alrededor del concepto de “cierre del círculo”. Es, pues, imprescindible desentrañar el
significado profundo de ese “cierre del círculo”.
Pues, aquel guarda relación con la “transfiguración” de lo complejo en lo simple, mejor, en lo
más simple: “la unicidad”. A lo largo de este “movimiento” se trasluce un sujeto: el Ser. Es la
voluntad del Ser la que produce esa “transfiguración” de lo complejo en lo único. Es en la
“morada” del Ser (dentro de su naturaleza) donde lo complejo se “transforma” en único: allí lo
“dispar” se “identifica” en una misma sustancia que entra a formar parte de las “entrañas” del
Ser. Y esa “identificación” se traduce en un cierto “sentimiento” que “inunda” a dicho Ser, un
“único” sentimiento en cada “presente” de ese Ser... Y esa cualidad de totalidad, de
universalidad del Ser está intrínseca en ese sentimiento total, pues abarca la totalidad del Ser.
Es decir, no hay multiplicidades en aquel sentimiento, pues es único en cada instante. Puede
haber un sin fin de “sentimientos”, uno detrás de otro, pero cada uno de ellos, “mientras
duran”, poseen para sí (esclavizan) la “totalidad” del Ser.
A la inversa, todo sentimiento “implica” un Ser, que por ese “movimiento” es capaz de “cerrar
el círculo”, de “sintetizar” en algo único (incorporándolo a su naturaleza) lo complejo y dispar.
Aquellos elementos “identificados” gracias al “cierre del círculo”, pertenecen ya al Ser. A partir
de ellos se extiende “lo otro” (lo ajeno al Ser), que aparece separado del Ser por una “frontera”.
Esa frontera está construida (de forma indirecta) por el Ser, la voluntad del Ser, y está
constituida por unas “relaciones” que no son más que las leyes físicas, es decir: el mundo
físico. Producto, pues, de toda esta interrelación queda construido el mundo físico, y por ello
este último no es independiente del Ser.... En realidad (desde esta perspectiva) es el Ser el que
crea el mundo físico.... Por consiguiente, ¿puede parecer extraño que el cosmos aparezca
“indisolublemente” unido al observador?... Aquí nos inclinaríamos, entonces, por la hipótesis
de que no existe universo sin observador (con existencia real o con posibilidad de existir – la
simple posibilidad es lo importante). Simplemente la posibilidad de la existencia del
observador, hace posible la construcción de la frontera, de aquel mundo físico. Estrictamente
se necesita de un “sentimiento” para la aparición de la frontera (mundo físico), pero el
desconocimiento del futuro implica la no refutación absoluta de ese observador, de forma que
en el presente sólo podemos “manejarnos” por una “posibilidad”.
Son las criaturas, el hombre, quien verdaderamente ha creado el universo con su presencia
(principio antrópico) y las leyes, así, parecen estar “ajustadas” al mismo (consecuencia de la
“construcción” de la frontera).
La mayor “potencia” del Ser lleva añadida mayor capacidad de unificar lo complejo: una
unificación (unicidad) de más elementos dispares en “algo” único (naturaleza del Ser).
Especulamos, que la infinita potencia de Dios pueda “aunar” en su naturaleza la totalidad de
todos los seres... Los elementos, todas las criaturas, pues, se verían identificadas (no anuladas),
claro está desde el “punto de vista” del Ser que puede hacerlo que es Dios... ¡Habría una
identificación desde Dios! (Todas serían Dios) Aunque cada una de las criaturas en “sí
mismas” serían las unas para las otras “lo otro”(separación por diversas fronteras). Mas,
ciñiéndonos a la Criatura Suprema, en esa naturaleza de Dios se desprende la no existencia de
fronteras, es decir, la inexistencia del mundo físico... ¡Qué absurda, por consiguiente, es la
búsqueda de Dios dentro de este mundo físico, cuando es ajeno, totalmente ajeno e
infinitamente “superior” al mismo!
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Recapitulando, todo organismo (estructura) para constituir un ser –poseer vida- tiene que
constituirse en sistema (todo sistema, para que lo sea, tiene que estar “interrelacionado”
íntimamente – así lo ven (observador) quienes lo “juzgan” como sistema). Y ese tipo de
unicidad (del sistema)- lo complejo transformado en algo definible (único)- sólo puede darlo
un Ser, “construido” a su vez alrededor de un sentimiento. ¡Es preciso la aparición de un
sentimiento que es “patrimonio” de la “totalidad”, la “globalidad” de tal sistema!... Debe
“cerrarse el círculo” que representa el sistema, estructura u organismo; entonces aparecerá un
ser que “habitará” en ese organismo, estructura o sistema: ¡empezará a sentir, y ya será un ser!
Acabamos, de este modo, de definir lo que es el Ser, la vida... Esta definición es completa, pues
define de forma explícita y exhaustiva lo que es “esencialmente” un “ser dotado de vida”.
La amplitud dada al concepto de vida anterior es la mayor posible, pues no puede ampliarse
más, al abarcar cualquier tipo de estructura- información que acoja “en su interior” un
sentimiento... Un ser vivo, por consiguiente, puede estar constituido por cualquier “clase de
materia”, con tal de que el “cerramiento” (de su estructura) sea “identificable” con un
sentimiento (dualidad sensación- información).
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4. Amor
A continuación vamos a identificar, de algún modo, lo que llamamos “amor” con aquel
sentimiento del Ser, cuando éste se “dirige hacia sí mismo”... Un “sí mismo” en cierta forma
diferente del sí mismo global que define al sentimiento como “movimiento” hacia adentro. Y
es que esta otra dirección hacia sí mismo posee como objeto no sólo la “identificación de los
diversos elementos” a “sintetizar” en la naturaleza del ser, sino más bien un cierto “regocijo”
en esa contemplación... Es decir, habría un “trabajo” (esfuerzo) de identificación, y una
posterior “contemplación” de ese trabajo de identificación producido... Esa “contemplación”
sería el origen del sentimiento de amor hacia sí mismo: una especie de narcisismo.
El amor se asemejaría a la contemplación: un sentimiento sobre otro sentimiento (más acción).
Un “movimiento de reflexión” del mismo sentimiento. Y se nos viene a la memoria en estos
momentos aquel mandato de Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Si hemos definido
el amor como una contemplación, ese amor al prójimo sería una contemplación ¿de qué?... de
otro sentimiento (en sí un “cierre de círculo” de ciertos elementos)... En este caso, los
elementos serían el Ser y los otros seres... Así que, primero habría que “cerrar el círculo” entre
ser y seres, lo que implica un cierto sentimiento, es decir la “construcción de un sistema”,
unificado bajo un cierto sentimiento común entre todos estos seres (no sólo una o varias de las
partes, sino todas ellas, condición indispensable para ese “cierre del círculo”)... O sea, el primer
sentimiento “común” debe ser una identificación entre todos estos seres que no sería aún
amor, sino un cierto sentimiento –de identificación- (no estrictamente amor).
El amor iría más allá: sería ya una posterior contemplación de ese otro sentimiento
interrelacionador. En otras palabras, ese amor no tendría que ser entonces común a todos
estos seres: podría existir en unos y en otros no... Por consiguiente, hay un primer sentimiento
interrelacionador común que podríamos calificar de “no voluntario”... y otro totalmente
voluntario que sería el contemplativo llamado amor... Desde esta perspectiva el mandato “ama
a tu prójimo como a ti mismo” significaría elevar la comunicación entre los seres desde un
nivel involuntario a otro voluntario: ¡Una conexión lúcida entre los seres!...
¿No es este el tipo de “conexión”, “identificación” o “unificación” existente dentro de la
naturaleza del mismo Dios?...
El significado profundo del mandato anterior aparece en toda su clarividencia: ¡Expresa la
forma en que los diversos seres pueden “actuar voluntariamente” para construir el mismo
Dios, es más, para identificarse ellos mismos con la naturaleza de Dios!...
Dios no son los otros seres... Nuestro Ser no es ese punto central hacia el que dirigimos
nuestra mirada objeto de nuestro amor (en realidad allí no hay nada, como no lo hay
simplemente en la diversidad de seres). El Ser es más bien la “conexión” entre los elementos
dispares de su naturaleza (cada elemento por sí es la simple Nada)... Así, también, Dios es la
conexión entre los diversos seres (que en sí sólo serían la misma Nada). Ahora bien, cada Ser
para unirse “personalmente” a Dios debe “voluntariamente” “conectarse” al Mismo, y a eso se
llama amor, a esa contemplación, ese sentimiento sobre la “conexión” que nos relaciona con
los diversos seres... Podríamos decir, que así se produce una cierta identificación con Dios...
Aquella “unicidad” desde el punto de vista de Dios (unicidad entre todos los seres), de esta
última forma pasaría a serlo también desde cada uno de aquellos seres, gracias a la
“transfiguración” del amor.
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Metafísica sufí
Siguiendo la serie de ensayos afines a lo obra, a continuación transcribiremos diversos apartados del trabajo de
José Manuel Martín Portales titulado “Metafísica del encuentro (Abdelmumin Aya)”.
“En rigor, todo pensamiento actúa contra sí mismo: hace para deshacerse, dice para alcanzar el silencio. Como
si paradójicamente, el silencio sólo puede serlo de verdad a través de la palabra. Y esa narración destructora, ese
conjunto de espejos dispuestos para hacer posible la transparencia, es un acto de inmolación, un estallido en la
conciencia, una consumación simbólica.
A mi juicio la única que posibilita ese decir es la experiencia poética. No es posible “definir” dicha experiencia,
pero ateniéndonos a la peculiaridad de su decir cabe intuir que se trata de una experiencia inmediata de lo
existente, aquel decir que explota al contacto de lo existente en la conciencia, o dicho de otra forma, aquella
forma consciente que toma la existencia en el instante exacto de reconocerse existencia. El lenguaje que surge en
ese instante, absolutamente inocente, no puede ser categorizado ni se ofrece como comunicación a la búsqueda de
ningún interlocutor. Es expresión pura, sin más. Paradójica verbalización de lo innombrable.”
“No otra me parece la experiencia espiritual auténtica, venga de la tradición que venga, aunque yo prefiero
llamarla, para librarme de categorías –a estas alturas- excesivamente conceptuales, experiencia poética.”
“Es decir, la experiencia poética inmediatamente aboca a un pensamiento poético que, como he dicho antes,
buscará el sendero del silencio hasta llegar a su máxima expresión.”
“Llamo intuición poética, en el primero de los ensayos de Abdelmumin Aya, a la capacidad de relacionar nafs
(el “yo” del hombre) y experiencia mística, en contra de la contumaz interpretación, tanto desde las tradiciones
espirituales como desde la psicología moderna, de demonizar el “yo”. Que la nafs sea la condición de posibilidad
de la experiencia mística, que en la nafs radique la posibilidad de una conciencia de integración absoluta en la
existencia, me parece algo sencillamente revolucionario. En este caso, como en tantos otros, los matices tienen una
importancia trascendental.”
“Centrándonos sólo en el aspecto psicológico, la nafs es un yo-abierto, es decir, un paisaje de contradicción. El
“yo” es la primera toma de conciencia “independiente”, justo el límite donde se está en condiciones de asumir la
relacionalidad. Podemos llamar “sí mismo” a la experiencia del “yo” que ha asumido plenamente su naturaleza
relacionada.”
“El “yo” sufre de manera particularmente intensa su constitutiva tensión de ser relacionado. Entre el egoísmo y
el “sí mismo” experimenta su particular tensión existencial. ¿Cómo puede entonces ser aniquilado el “yo”? Si se
aniquila el “yo” queda aniquilada toda posibilidad del “sí mismo”, de igual forma que si se aniquila la
fractura queda aniquilada la relacionalidad.”
“Llamo intuición poética, en el segundo ensayo, a la capacidad de relacionar la realidad angélica (los malâ´ika)
con Adán (Âdam), abierta tras su lúcido diálogo con el Génesis hebreo, que desmonta toda considereción
mediadora de lo angélico para redescubrirlo como manifestación intrínseca de lo existente en el mismo límite de
la pura materialidad. Y esto puede ser así sólo si Âdam (el hombre) es toda la Creación a la vez, si todo lo
creado se llama “Âdam”. Entonces, el hombre mismo es un cosmos. Y entonces tiene sentido que malâ´ika se
llame a la estructura interna de ese cosmos (Âdam, Creación), aquella trama o malla interna que lo sostiene
como manifestación relacionada. La realidad de los malâ´ika sería impensable si se concibe el mundo como
separación. Un primer intento de pensarla ha sido entender lo angélico como mundo intermedio...”
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“No hay dos realidades y aún otra entre ambas. Hay una sola realidad en tensión, una sola realidad
constituida por su propia relacionalidad. Abdelmumin Aya describe la estructura interna de esa realidad
relacionada, de carácter sutil, con lo que la tradición islámica conoce con el nombre de malâ´ika, un paso más,
insisto, en la comprensión de lo angélico como mundo intermedio.”
“Líneas más arriba subrayamos el hecho de que precisamente en la máxima distancia se produce la
consumación d el unidad. Iblîs no es más que el aspecto desconcertante y escandaloso de esa tremenda paradoja.
Que la conciencia de separación verifique el continuum ontológico de lo existente es el dato que nos pone en la
pista de lo terriblemente complejo que resulta para el pensamiento humano el descubrimiento de la totalidad
como unidad. Sólo tiene sentido Iblîs si en el Uno se está produciendo una fractura relacionada. Lo que en estos
ensayos que desnudan la tradición islámica se llama “el velo”.
En el límite de esa conciencia de separación se produce un sentimiento de orgullo que puede desarrollarse de
forma ambivalente, según se asuma como producto de la “fractura” o se entienda como resultado de la
“relacionalidad”. La experiencia histórica del hombre se desenvuelve bajo esos dos polos que son, en sí, uno y el
mismo. No es posible relación sin fractura y no es posible fractura sin relación; aunque parece evidente que el
sentimiento de fractura sea anterior al de relacionalidad, experiencia clave que tiene lugar, como señala
Abdelmumin Aya, en lo que las tradiciones reveladas narran como “salida del Paraíso”.
“Iblîs viene a simbolizar el enquistamiento de la experiencia humana en la realidad de la fractura, que como
“realidad” que es puede prender en el corazón hasta el punto de impedir reconocer que dicha fractura es sólo la
condición de posibilidad de la relacionalidad. Iblîs, por tanto, resulta en efecto, el que hace posible la Creación.
Sin fractura no habría relacionalidad, pero sin relacionalidad la fractura no tendría sentido. Por tanto,
considerar o experimentar la fractura por sí misma trae consigo, sencillamente, la experiencia de una irrealidad,
irrealidad desgraciadamente constatada en la historia del hombre. Iblîs no es otra cosa, en sentido estricto, que lo
irreal. Y es esa experiencia de irrealidad lo que se manifiesta como dolorosa enajenación y sinsentido, y lo que
aboca a la pura autodestrucción.”
“Sólo en este sentido cabe hablar de Iblîs como el gran engendrador de irrealidad- autodestrucción, aquello que
solemos llamar el Mal por antonomasia. Pero es imprescindible subrayar que la fractura no tiene otro objeto que
posibilitar la racionalidad, o en otras palabras, que no es posible entender relacionalidad sin fractura. Por tanto,
Iblîs debe ser entendido como hace la revelación coránica, como parte inherente al Uno.”
“Llamo intuición poética, en el último ensayo de Abdelmumin Aya, el más conciso y seguramente el más
definitorio de su pensamiento, a la capacidad de entender el mundo no como lo querido por un Creador sino
como el propio querer de un Creador que es absolutamente interno al mundo pero que no es el mundo. No como
manifestación del acto de un sujeto sino como experiencia intrínseca a un “sujeto” perpetuamente cambiante.”
“A mi juicio entender el mundo, como hemos venido haciendo en estas líneas, no como creación a partir de algo o
alguien, sino como expresión de la Vida del Uno, como modo de manifestarse el Uno entendido como
relacionalidad pura, como Amor, puede ser objeto de dos objeciones que conviene afrontar en lo posible.”
“Cuando pensamos el mundo como una cosa creada por Dios, acabamos formulando la hipótesis de la
caducidad de dicho mundo, de la Creación al Apocalipsis. Es este un planteamiento infantil que no nos ha
podido abastecer por más tiempo de oxígeno en nuestra capacidad de vivencia espiritual. Todo sucede ahora. No
hay momento cero del tiempo, como no habrá un fin para lo que ahora es. Podría aceptar el fin de nuestra
civilización, de nuestro mundo. Pero es demasiado presuntuoso hablar del fin del mundo. Si el Uno es lo real, y
la realidad responde a una unidad en su base y aparece fracturada en criaturas y objetos, entendemos que la
fractura es el modo de manifestación del Uno. Por eso siempre tiene que existir fractura. Siempre tiene que
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existir la máxima distancia dentro de Allâh para que Allâh no sea un ser impuesto a la existencia, no sea una
realidad a la que se nos obliga.”
“La creación material, llamémosla así, alcanza en el hombre conciencia de su propia materialidad.”
“Centrándonos en nuestra visión de las cosas, la materia vendría a ser la condición de posibilidad para que
llegue a alcanzarse la máxima distancia en el seno del Uno, que, como hemos repetido, es la condición de la
consumación de la unidad. La materia sería aquella forma que toma la máxima distancia de eso que llamamos
“espíritu”. La tensión de relacionalidad que es el Uno, se manifiesta a nuestro limitado conocimiento como
tensión de relación espíritu- materia. Espíritu y materia son los dos conceptos que podemos de momento utilizar
para expresar de alguna manera lo que entendemos como tensión de relacionalidad. Lo que ocurre dentro del
Uno, dentro del Amor, dentro de Allâh, lo podemos definir de momento como tensión entre espíritu y materia,
categorizando así en dos polos opuestos radicalmente lo que constituye la propia unicidad del Uno como fractura
relacionada, como Amor.”
“Lo que no es pensable para nosotros es que la superación del actual estadio de creación material signifique la
superación de la relacionalidad esencial al Uno.”
“La ecuación “mundo igual a Dios” anula toda posibilidad de relación, como también queda anulada con la
ecuación “mundo distinto de Dios”. Ni es igual ni es distinto. Sencillamente nos encontramos en otro plano de
comprensión de la existencia, emanado de nuestro entendimiento de la revelación monoteísta que hemos intentado
delimitar en la medida (imposible) de lo posible.”
“...la existencia no es más que aquello que está ocurriendo en el Uno, la “Vida” del Uno. Desde esta intuición
queda superada toda antropomorfización de Dios, pero incluso queda superado todo concepto de Dios. De igual
manera queda superada toda intencionalidad de entender una tradición espiritual frente a otras tradiciones
espirituales. Allâh(el Dios de los musulmanes) se manifiesta a la conciencia como un anticoncepto de Dios. De
igual manera que Amor (el Dios de los cristianos) también se presenta como un anticoncepto de Dios. De
Allâh sólo se sabe que es acción pura. De Amor sólo se sabe que es relación pura.”
“Desde nuestro punto de vista el pensamiento que pueda desarrollar la intuición radical de la unidad intrínseca
de lo real ha de ser un pensamiento místico, que personalmente prefiero llamar “pensamiento poético”, que por
obedecer a una experiencia de integración se ve liberado de cualquier tipo de proselitismo teológico, antes al
contrario, obligado al desmonte de las fronteras que atrincheran a las diversas tradiciones espirituales que se han
sucedido en la historia.”
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Y antes de abandonar este apartado acerca del mundo sufí, terminaremos con algunos párrafos del ensayo
firmado por José Angel Valente titulado: “Sobre la lengua de los pájaros”.
“En la experiencia de los límites últimos del lenguaje concurren el poeta y el místico. Establecidos ambos en esos
límites, no hay, por lo que a la naturaleza y operación de la palabra poética se refiere, diferencias discernibles
entre uno y otro.”
“Pero la palabra poética sólo se cumple o se sustancia en ese borde extremo del silencio último que ella integra y
en el que ella se disuelve. No tiene esa palabra más territorio propio que el descrito en esta bellísima expresión
de Hallâj: “Los desiertos de la proximidad”. Palabra, pues, del límite, del borde o de la inminencia, la palabra
poética no es propiamente el lugar de un decir, sino de un aparecer. El poema, al igual que el Señor del oráculo,
no dice, no afirma ni niega, sino que hace signos; significa, pues, lo indecible, no porque lo diga, sino porque lo
indecible en cuanto tal aparece o se muestra en el poema, lugar o centro o punto instantáneo de la manifestación.
Por eso el poema, la palabra poética o el lenguaje poético no pertenecen nunca al continuum del discurso, sino
que supone su discontinuación o su abolición radical. Y de ahí que sea de la naturaleza de la palabra poética
quemarse o disolverse en la luz o en la transparencia de la aparición.”
“Lugar el poema donde se cumple la nostalgia de la disolución de la forma, donde el lenguaje queda en suspenso
(un no se qué que quedan balbuciendo), detenido o deslumbrado por lo que en él se manifiesta, y donde, junto
con el lenguaje, entran en su disolución o en su fâna las nociones de espacio y de tiempo o la noción de sí mismo o
del yo.”
“Tal es la experiencia extrema del lenguaje en la que el poeta y el místico concurren...”
“Al igual que el lenguaje queda abrasado o disuelto en la luz o en la transparencia de la aparición, así queda el
yo vidente abrasado o disuelto en la transparencia de la visión, en un “estado en el que todas las fuerzas de la
conciencia se aúnan/ volviéndose hacia una visión que aniquila a todo vidente”. Y todavía: “Errante en los
desiertos de la proximidad (...)/ Y en la proximidad, la visión de mí se ausentó de mí/ Tanto que olvidé mi
nombre”.
“Discontinuación del discurso y del tiempo, ritmo de relampagueante aparición y de cesación de todo (cesó todo y
dejéme), de radical suspensión del lenguaje (recuérdese que formas poéticas como el haikú tienen, según entiende
Barthes, por finalidad sustancial no generar o provocar lenguaje, sino suspenderlo), el ritmo natural o último de
lo poético sería en el caso del Corán el subyacente en la discontinua estructura, en la abrupta composición, en las
consonancias y disonancias del texto sagrado.”
“La asociación de lo que aquí hemos llamado ritmo natural de lo poético a los textos sagrados es una segunda
vía de religación entre el poeta y el místico. La lengua poética ha sido la lengua originaria de lo sagrado en todas
las tradiciones. En la tradición islámica es, según recuerda René Guenon, la lengua que hablaba Adán en el
Paraíso. Lengua primordial, lengua de la revelación solar, la palabra poética correspondería, en las formas de
experiencia extrema que aquí hemos considerado, a lo que en el Corán se llama lengua de los pájaros.”
“Y Salomón fue el heredero de David y dijo: Oh hombres, se nos ha enseñado la
lengua de los pájaros y todas las gracias se han derramado sobre nosotros” (27,15).
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5. Microcosmos
Observamos, por consiguiente, “dentro del Ser” variados “movimientos”. A saber, uno hacia
adentro (la síntesis o identificación), y otro hacia afuera (hacia la frontera, lo ajeno, el mundo
exterior), además de aquel de reflexión (movimiento sobre movimiento: amor). La frontera es
la “representación” de lo ajeno, lo exterior, en el Ser. Así que el Ser sería como un
microcosmos, reflejo del universo entero. En ese universo, el Ser (lo genuino del Ser) puede
moverse “libremente”, viajando (moviéndose) hacia adentro o hacia afuera, y hasta hacer un
ejercicio de “autocontemplación”: “mirarse a sí mismo”... Y si el Ser es ese microcosmos, ¿qué
es “eso otro” que puede mirar hacia o en diversas direcciones y hasta “contemplarse a sí
mismo”?.. En cuanto al Ser completo, el microcosmos, el Ser es estático, inmóvil, total, global
y se contiene a sí mismo. Mas, en cuanto a lo más genuino del Ser, “la punta del iceberg”, ésta
puede viajar o moverse y hasta autocontemplar al mismo Ser. En el microcosmos hay
“elementos” aunque “entrelazados”, “identificados” o unificados: se da una pluralidad y unidad
al unísono, totalmente inusual o desconocida en nuestra “realidad”. Sin embargo, el Ser
“limpio”, “la punta del iceberg”, carece de elementos, es simple, uno, total: es el “propio” Ser
característico; totalmente diferente de cualquier otro y se posee así mismo... Podríamos decir,
desde otra visión, que este Ser característico es tan estable que hasta “carece de movimiento”,
pues podemos considerar que es el mismo microcosmos quien se “mueve” respecto al Ser
radical. Se va acercando la “frontera”, o se va alejando; cuanto más se aleja más pierde el Ser
radical la noción del universo, hasta llegar en el límite a romper todos los lazos con el mismo,
de forma que dicho Ser radical, ya sin distracción, permanecería inmutable (no le afectaría el
tiempo) sobre sí mismo.
La característica del movimiento hacia la frontera es la mirada (“a través de la ventana”). La
mirada, el ver, sólo puede definirse si hay ventana (a través de la que pueda verse). Si la ventana
(“frontera”) no existe, no hay mirada: el Ser no puede ver, no puede contemplar. Así que, aún
para poder autocontemplarse el Ser necesita ventana, pues sin ella es imposible ver, contemplar
“nada”, ni a sí mismo. La razón es que el Ser para esa autocontemplación le es preciso verse
en un espejo: el que suponen las “señales” que deja el propio Ser en la frontera... Y todo
aquello supone un conocimiento, una información... Un conocimiento que se acerca, en cierta
forma, a lo que conocemos por “conocimiento” en nuestro mundo material... El equivalente a
ello en el Ser radical es el conocimiento sin información, sin número, sin cantidad: la pura
clarividencia. Y es que el conocimiento, o autoconocimiento del microcosmos Ser, es ya
clarividencia en el Ser radical, pues todo en el Ser radical posee caracteres de globalidad,
totalidad, con el desarrollo máximo que alcanza toda su naturaleza, hasta el punto de
identificarse con la propia naturaleza del Ser: ¡el logos es la propia naturaleza del Ser!
Ese Ser radical en su microcosmos es como un “balbuceo”, un ir de allí acá inquieto, como
“sometido dentro de la celda de su frontera”, de la que se librará totalmente a la desaparición
de la misma.
Pero su celda, su cárcel, es también lo que le permite crecer, desarrollarse, evolucionar, lo que
sólo es posible “dentro del tiempo”, puesto que tiempo es sinónimo de movimiento, de
cambio... y el Ser necesita del cambio para poder “hacerse”, crecer, construir su naturaleza... Y
así es como en el microcosmos (el universo en miniatura pero completo del Ser), el Ser radical
–punta de iceberg- puede desplazarse a su antojo, sin límites de tiempo o espacio; afinando
más, alejándose de ellos cuanto más se aleja de la frontera, y en el límite, abstrayéndose de los
mismos al “introducirse” en su propio interior. El movimiento hacia la frontera es el de la
objetividad (las leyes físicas), y su opuesto el de la subjetividad, la interioridad. Mientras hay
frontera, hay capacidad de “focalización”, “atención” sobre los distintos “objetos”, uno de los
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cuales es el reflejo del Ser, por lo que ese conocimiento es parcial al no tener caracteres de
globalidad o totalidad. Por el contrario, en la clarividencia, por su carácter total, sólo hay una
atención, la llamada “lucidez”, indisolublemente unida a aquella. El Ser tiene una lucidez
despierta hacia toda su naturaleza, y la atención es total e ilimitada a todo su Ser, la naturaleza
de su Ser.
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6. Contemplación
El amor como contemplación, mirada, está adornado de una nueva característica, debido a
aquel conocimiento “especial”. Al ser un conocimiento no parcial, una “no atención”, ese
amor no puede estar fijado sobre ningún objeto en especial, más bien en todo; ni en sí mismo
ni en lo ajeno, el prójimo. Ese amor es diáfano, abierto, no centrado sobre nada, porque no va
hacia afuera, lo externo, las partes, sino que sólo posee una dirección, la que “pervive” dentro,
ese dentro compuesto por “todo”, pues todo está representado en la naturaleza del Ser. Ese
amor es como una explosión de luz, todo lo llena, porque llena el interior del Ser, que lo es
todo... En cada Ser está repetida la totalidad, la totalidad que es ese mismo Ser: ¡identificada
con Él!... El Ser es, a su vez, la totalidad.... ¡Cada Ser es una totalidad! Pero los seres no se
identifican entre ellos... Cada uno es único, y encierra en sí la totalidad.... Como cada Ser
“centra el mundo” sobre sí mismo, en ningún modo uno es igual a otro, puesto que las
“perspectivas” son totalmente distintas...
Las “naturalezas” de los seres son distintas, así su clarividencia, su lucidez, su “amor” en
suma... Y fuera y dentro es lo mismo, la luz que refleja ese amor resplandece dentro y fuera
igual, con la “potencia” de su naturaleza... Y como ama todo (igual que a sí mismo), también a
Dios... Podría decirse, pues, que el amor que “posee” cada Ser (al fin y al cabo su “felicidad”),
es el amor que posee “hacia” Dios, o “de” Dios, como si se “alimentara” del mismo.
El amor hacia nosotros mismos, hacia nuestro ser, que indudablemente nos da la
confortabilidad de la felicidad, ya no “riñe” con el debido a “nuestro prójimo” o al mismo
Dios, puesto que, aquí, son lo mismo, son inseparables, como la clarividencia y la lucidez, así
que nuestra felicidad coincide con la de los demás, la del propio Dios. Por consiguiente,
recíprocamente nuestro amor, nuestra felicidad contribuye a la felicidad de Dios.
Pero los seres son distintos (sus naturalezas). Podríamos decir que el amor que nos profesamos
a nosotros mismos, está “identificado” con el que profesamos a los “otros” y al mismo Dios.
(Y todo ello considerando nuestra “radicación” del mundo sobre nosotros, es decir, el amor
profesado por nosotros –nuestra radicalidad- sobre los otros seres, Dios y nosotros mismos).
Mas, desde la perspectiva de las otras criaturas –cambio de radicalidad- ese amor es distinto. El
infinito amor de Dios se alarga sobre sí mismo y sobre cada una de las criaturas –desde la
radicalidad de Dios. Así que, infinito es también el amor que profesa Dios a cada criatura, e
idéntico al que se profesa a sí mismo... Pero ello no significa que haya transitividad en el
sentido que nuestro amor a Dios sea también infinito (lo mismo para los demás seres). Ello es
porque la “capacidad” de la naturaleza de nuestro Ser es muy “inferior”.
Hay “igualdad” de amor para todas las criaturas, mas debido a las propias “perspectivas”,
intensidades diferentes en la “interioridad” de unos u otros seres. La “potencia” de nuestro
Ser, la grandeza del mismo, marca la “felicidad”, la íntima felicidad de nuestra complacencia.
Es conveniente aclarar que “la frontera” no puede identificarse con nuestro cuerpo, lo que
parecería obvio. Esa frontera va más allá, son los propios principios físicos que si construyen
el cuerpo, pero también construyen el universo, puesto que, por ejemplo, hay “emanaciones”
que puede percibir el Ser (aún con su espaciotiempo coartado o limitado) que pueden provenir
tanto del pasado, como del presente y hasta desde el mismo futuro, por ello los “tentáculos”
del Ser, su frontera, pueden extenderse a todo lo largo del tiempo y el espacio, al universo
presente, pasado o futuro. La frontera, pues, puede ser enorme; en el caso límite podría
extenderse a todo lo largo del espacio y el tiempo del universo. Esto quiere decir que,
extrapolando, no seríamos tan distintos de Dios, que es eterno y dominador de todas las
dimensiones. Queremos decir que no hay un abismo entre unas criaturas limitadas como
nosotros, cambiantes, en continuo movimiento, y Dios, eterno, inmutable y teóricamente
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inmóvil. Si la frontera es el universo, sus espectros (Dios y el Ser) se acercarían mucho, es
decir, no serían cualitativamente diferentes.
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San Juan de la Cruz, el Místico
Nuevamente volvemos a introducirnos en un texto que tiene que ver con el desarrollo de la obra, en este caso la
contemplación. La obra abordada es “San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística” de Jean
Bartuzi en la versión del año 1991 de la Junta de Castilla y León.
P.307 “En la medida en que no es discursivo ni tampoco espiritual, el pensamiento de Juan de la Cruz tiende
a expresarse –con algunos matices que habrá que averiguar- de manera simbólica, de manera alegórica o
mediante formas intermedias entre el símbolo y la alegoría. (ambas se nutren del lirismo).”
P.309 “...el trabajo mental de Juan de la Cruz pondría de manifiesto una misteriosa combinación de
construcción lógica y de imaginación simbólica. Como no pueden darse dos contrarios en un mismo sujeto,
podemos anticipar un aniquilamiento interior que perdure en una expresión simbólica en cierto modo absoluta, y
nos conduzca a una región secreta donde se hallan, en exacta convergencia, la lógica abstracta y un lirismo
incipiente.”
P.310 “Merced a una especie de necesidad interior, van a nacer a la vez la noción de conocimiento oscuro y el
simbolismo de la noche.” (En cierto sentido, la noche será el único símbolo).
P.313 “Para el alma, el hecho de ser oscura o de estar a oscuras comporta una actitud experimental conducente,
en el orden de las aprehensiones distintas, a una nada natural y sobrenatural. Esa nada ocasiona en nosotros
crecientes tinieblas; mas si en vez de fijarnos en esas tinieblas, lo hacemos en el movimiento que se proyecta a
través suyo, alcanzaremos la experiencia oscura propiamente dicha.”
P.315 “Aunque, cualquiera que fuera el origen del símbolo con el que iba a expresar la total desnudez interior,
tenemos la impresión de que la palabra “noche” resume esa experiencia suya y traduce una intuición del
mundo.”
P:321 “Pero Juan de la Cruz ignoró el problema metafísico de la nada. En cambio, experimentó una suerte de
nada cumplida, una destrucción de toda nuestra actividad consciente ordinaria.”
P:322 “Independientemente de las nociones que reviste, el simbolismo nocturno posee en sí mismo un valor
metafísico. Juan de la Cruz ignoró la investigación filosófica. Careció de inspiración propiamente metafísica.
Pero redujo el misticismo a su esencia, y por eso su contemplación aparece envuelta en una metafísica.”
P.323 “Por encima de significaciones elementales, la noche expresa la absorción del ser aparente en el real.
Contemplados en sus formas externas, las cosas, los seres, los pensamientos, no existen, mientras que la noche
nos libera. Sólo Dios existe, y el alma, hecha deiforme, sumergida, más allá de las aprehensiones particulares,
en el ser incomprehensible. El simbolismo nocturno es, pues, un simbolismo cósmico, y Juan de la Cruz no tiene
necesidad de recurrir a otras imágenes para descubrir la desnuda región en que se pierde su contemplación.”
P.335 “En realidad, todos los símbolos llamados a desempeñar un papel preponderante en la construcción
mística de Juan de la Cruz fueron primeramente encerrados en los poemas que sirven de tema a los escritos
teóricos.”
P.336 “El desarrollo místico no se asienta desde un principio en una expresión poética. Lo que el lenguaje lírico
nos transmite es más bien el movimiento de retorno de la contemplación mística.”
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P:337 (En Juan de la Cruz) “El plano doctrinal no se separa del plano lírico.”
P.392 “Solo a cambio de una oscura búsqueda, apenas inteligible al principio, podremos alcanzar la “noche”.
P:395 “El “vacío”, que en principio no es más que una negación del mundo sensible, se transformará en una
negación de todo lo que sea una aprehensión distinta. Juan de la Cruz nos inicia en una apercepción mística
que, a su manera, tal vez nos brinda una unificación de todo lo diverso.”
P.401 “Juan de la Cruz no ascenderá desde el mundo hacia Dios; descenderá de Dios al mundo.”
P.404 “El apetito de Dios no siempre es, pues, el apetito según Dios. Mas siempre que encontramos la alegría
en una negación, nos acercamos a Dios.”
P.414 “Mediante la purificación de la noche oscura, la sensibilidad será recibida realmente en el espíritu. Más
adelante aún, el estado teofático ocasionará una suerte de divinización del espíritu.”
P.418 “El apetito sin purificar aparece como un asimiento afectivo a nosotros mismos y a las cosas. “Porque no
ocupan al alma”, dice Juan de la Cruz, “las cosas de este mundo ni la dañan, pues no entran en ella, sino la
voluntad y apetito dellas, que moran en ella.”
P:420 “Y no sería Juan de la Cruz quien negara que una purificación del apetito es esencialmente una
conversión de lo diverso en uno.”
P.421 “Porque si en alguna manera”, dice Juan de la cruz, “la voluntad puede comprender a Dios y unirse con
él, no es por algún medio aprehensivo del apetito, sino por el amor...”
P.426 “Y cuando Juan de la Cruz afirma que el “tránsito” del alma a la unión con Dios “se llama Noche”,
nos está iniciando en la interpretación interior. La noche es un movimiento, pero movimiento del alma.”
“También Juan de la Cruz aspira a reflejar la naturaleza. A su manera le parecería que el alma está “dotada
de la maravillosa facultad especular”. Pero añadiría que antes debemos separar todo cuanto se aprehende por los
sentidos sin purificar.”
P.427 “¿Cómo conseguir que Dios y nuestro pensamiento coincidan? Que primero haya que liberarse de la vida
sensible, es decir, de todo lo que nos hace esclavos de lo múltiple, es un principio que a Juan de la Cruz le parece
inquebrantable.”
P.438 “El sistema de Juan de la Cruz comporta una absorción en lo incomprehensible y en lo informulable. El
alma ha de entrar en “el abismo de la Fe”... “La Fe es abisal.”
P.439 “Tal como lo ve Juan de la Cruz, el Ser es un compendio de la fe, más que una introducción a la fe.
Pero así, la fe se concentra.”
“Tal como lo ve Juan de la Cruz, la fe opera en nosotros como una potencia plástica.”
(Palabras de San Pablo) “Que es preciso que quien se acerque a Dios crea que existe.”
P.445 (El Ser) “No se halla más allá de mí, sino en mi yo ensanchado.”
P.446 “Dios mora en el interior de todas las cosas, hasta el punto de que, si dejara de estar en ellas, “luego se
aniquilarían.”
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P.448 “Y Juan de la Cruz concede, ciertamente, que hay un rastro de Dios en las criaturas, pero un rastro no
comporta una “semejanza esencial.”
P.464 “Es posible que, en lo más hondo de su ser, Juan de la Cruz designe con el paso de meditación a la
contemplación el hecho de ir de un pensamiento que se comprende a sí mismo a otro que se absorba y se
ensimisma.”
P.473 “Resumiendo, presencia, inmanencia en todos nosotros de una luz; infalible descubrimiento de esa luz,
una vez se quitan los obstáculos; en otros términos, desarrollo natural de lo divino en nosotros....”
P.492 “Creer consiste en trascender continuamente la experiencia” (Juan de la Cruz)
P.511 “De esta manera, y por múltiples caminos, llegamos a una sólida doctrina. La actividad de los sentidos,
de las funciones imaginativas y por último del entendimiento, se va convirtiendo poco a poco en una nueva vida,
a la que Juan de la Cruz llama fe, abismo de la fe, que alcanza su apogeo en la unión.”
P.516 “Y como Dios”, escribe Juan de la Cruz, “no tiene forma ni imagen que pueda ser comprendida de la
memoria, de aquí es que cuando (el alma) está unida con Dios (como por experiencia se ve cada día) se queda
como sin forma y sin figura, perdida la imaginación y embebida la memoria en un sumo bien en grande olvido
sin acuerdo de nada. Porque aquella Divina unión la vacía la fantasía y parece que la barre de todas las formas
y noticias, y la sube a lo sobrenatural.”
P.521 “Pero cada vez que me veo a mí mismo desde una especie de conciencia absoluta y mi pasado se asienta
en la pureza de mi vida presente, me estoy acercando, en las medida de mis fuerzas, al ser inmutable que nunca
mira fuera de sí.”
P.523 “Si yo quiero, con no dar a la voluntad ningún contenido perceptible, recupero la esencia espiritual de mi
ser.”
P.549 “En el momento en que Dios penetra en nosotros, tenemos la sensación de perderlo para siempre. Los
sentidos se quedan secos y vacíos, a la vez que se suprime su actividad normal. Y el espíritu, volcado hasta
entonces hacia ellos, configurado según sus exigencias, sin llegar a vencer nunca sus límites, no sabe qué
aprehender de una perfección que desconoce. También él siente sólo sequedad y amargura allí donde debía
encontrar vida y plenitud. Y así se observa que aquí la noche oscura se está volviendo ya candente sufrimiento y
que el alma aparece como un caos incomprensible.”
P.551 “El alma cautiva en este nuevo universo se halla, pues, suspendida entre un mundo de pensamiento que
ya no entiende y otro que no entiende todavía.”
“De ese modo queda probado el admirable pensamiento de Plotino: “Purificarse es inferior a estar ya
purificado.”
“El Alma quedaría sumida en una indecible miseria si no la dirigiera el Amor, sin saber bien hacia qué
resplandores.”
P.552 “De manera que el conocimiento de Dios no nace sino del conocimiento de sí mismo.”
P.558 “En un importante texto, señala Plotino que “examinar aún no es poseer”, y que la naturaleza, que
posee y que, como posee, produce, es contemplación.”
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P:561 “La contemplación mística lleva a sumarse al universo según el espíritu.” “Tal como la entiende Juan de
la Cruz, la contemplación engendra una percepción mística. Y, con ella, el universo se convierte en un todo que
unifica.”
“El alma, prendida de lo Uno, no puede detenerse ya en lo diverso en tanto que diverso.”
P.566 “Hemos visto sus diferentes fórmulas: secreta ascensión del alma, en el inicio de la Subida del Monte
Carmelo; misteriosa transposición obtenida merced a un amor aún sensible y, sin embargo, superior ya a los
sentidos; y finalmente, súbito desconcierto de toda nuestra naturaleza ante una contemplación que no podíamos
aprehender y que nos sumía en la sequedad.”
P.567 “La contemplación consistirá principalmente, en un ritmo incesante de descenso a nosotros mismos, y de
ascensión a Dios, hasta el momento en que, dentro del estado de unión, cesen esas violentas convulsiones del ser.”
P.584 “Únicamente existen un Dios sin modo y un alma sin manera, los cuales van penetrándose mutuamente
poco a poco, sin dejar de ser alma y Dios.”
P-592 “Recordemos lo que es la permanente espina dorsal del sistema. Dios no es nada de lo que podamos
sentir, imaginar, pensar o desear –nada de lo que podemos aprehender. Está más allá de todas nuestras
maneras de ser- Y sin embargo, está en nosotros mismos. Pero no podemos encontrarlo si no es recuperando esa
luz interior que jamás falta en nosotros, es decir, renunciando a todo cuanto no sea ella, a todo nuestro ser sin
purificar. Esta es la enseñanza de la noche del espíritu. Sólo entonces Juan de la Cruz habría podido repetir con
el místico árabe Yahyä-ibu Mo`âdh al Râzi: “Quien conoce su alma, conoce a Dios.”
P.601 “La herida de la que dimana todo no es una aprehensión distinta, sino un “toque”.
P.614 “Por ello, el alma, con su unión con Dios, “siente ser todas las cosas Dios en un simple ser”. No hay
que decir que esa unidad sustancial que experimenta “es como ver las cosas en la luz, o las criaturas en Dios”,
sino que hay que señalar “que en aquella posesión siente serle todas las cosas Dios.”
P.617 “El alma “se iguala con Dios por amor”.
P.631 “Intentar definir un “centro” espiritual. Tratándose del espíritu, conviene no pensar en un arriba o un
abajo, ni en una profundidad en el sentido espacial de la palabra, ni en una diferencia entre el exterior y el
interior. De ahí que por centro haya que entender el límite extremo de un ser y de su fuerza.” (El centro del
alma es, por tanto, Dios).
“El alma que ha llegado al centro más profundo desarrolla su ser de tal modo que llega a parecerse a Dios.”
P.634 “Ahora “el alma vive” verdaderamente “vida de Dios”.
“Desde luego, “la sustancia del alma” no es “sustancia de Dios”: la sustancia del alma no puede convertirse en
Dios. Pero “estando unida con él, y absorta en él, es Dios por participación de Dios.”
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7. Voluntad
El cierre del círculo no es algo automático, dimanante de la simple casualidad o aleatoriedad
(azar). Es, por el contrario, el Ser quien con su libertad tiene esa “capacidad” de “conectar”
círculos estableciendo la “amplitud” de dichos círculos, decidiendo sobre qué “elementos”
entran a formar parte de ese vaivén que supone la pertenencia a un “círculo cerrado” por dicho
Ser. El Ser tiene esa capacidad, y la voluntad del mismo es directamente la artífice de tal hecho,
construyendo, de esta forma, su “morada”, su espacio de libertad (construye su camino “al
andar”). La imaginación del Ser, su mente y su voluntad gobiernan, así, una serie de
elementos, entre ellos el principal y más representativo: su cuerpo (consciente o
inconscientemente). Dichos cierres pueden establecerse sobre círculos que incorporen
elementos que se prolonguen más allá de la vida humana (de la vida corporal del Ser), cual sería
una “conexión de futuro”. Ese movimiento continuo, ese ir y venir, esa composición de
momentos concretos y definidos, y de espacios imaginativos hacia el infinito, constituyen lo
que se llama “vida del Ser”, e influyen de forma directa y sustancial en la “autoconstrucción”
de la naturaleza del Ser.
Hay, pues, una serie de elementos materiales sobre los que se constituye ese “campo
cuasicuántico” en el que la “concreción” de un acto confiere una “realidad” a cierta
posibilidad, haciendo posible la vigencia de las leyes físicas (por tanto, elaborando el mundo
objetivo de la física, por otro lado, moneda o lenguaje común para todos los seres entre sí), y
creándose, por consiguiente, un campo de libertad. Aquella voluntad, pues, se “expresa” en el
ejercicio de una elección. Existe, entonces, una sucesión de elementos de función de ondas
(probabilidades) abortadas en realidades o “hechos” que constituyen la “historia del Ser”. Pero
sobre la “acción pura”, acabada de describir, hay otras “formas de actuación”, otros
“movimientos”, cual la citada contemplación, el entendimiento, etc. Dichas “formas de
actuación” se producirían a un “nivel más elevado” que rebasarían el simple “plano físico”,
introduciéndose en terrenos que van más allá de aquel “campo cuasicuántico”... Es un mundo
más propio de los sentimientos, las intuiciones, que continuamente van sumergiéndonos en
terrenos más cercanos a la interioridad del Ser... El “campo cuasicuántico” se torna ya “más
huidizo”, más irracional... ¡la lógica pura (objetividad) queda partida en mil pedazos! Ese
mundo se hace más incomprensible, menos indiscutible para la generalidad de los seres(pérdida
de la objetividad pura), como si se decantase, vistiese, fuese ya “propio de un solo Ser”... ¡No
hay, por consiguiente, ley física que venga a definir este “estado”!.. Aquí el “mundo” se torna
borroso; realidad y ficción se entremezclan como en un sueño... No es un azar interrumpido
por un “suceso real”... ¡No es azar porque es la “huella del Ser, nada más lejos del azar!... Y es
que el Ser es más que la realidad (concepto unido íntimamente al mundo físico)... En el Ser lo
racional y lo irracional se encuentran, en otros términos consciencia e inconsciencia... Nueva
prueba, por cierto, de la existencia no sólo del mundo físico, sino de otros planos de la
existencia “abigarrados” en torno al Ser... ¡Los horizontes del Ser van más allá del universo, y
con ello del tiempo!... El Ser puede, entonces, estar “refugiado” en otros mundos, en otras
“esferas de existencia” lejos de este universo físico, en apariencia “continente único” de
nuestra existencia... El Ser, de este modo, a veces puede escapar a otros mundos, en una
especie de tiovivo del que entra y sale en vorágine incesante... La quietud, el no movimiento, el
no tiempo indica la despedida de la “luz” del universo físico... El tiovivo sucumbe ante la luz
continua, el Ser en su plenitud, el Ser completo, ya sin movimiento, ya sin cambio, ya sin
tiempo.
El hecho es que una vez colocados los “variados elementos” en un cierto círculo, se produce
una respuesta, el cierre del mismo... Ahora bien, los elementos del círculo pueden incorporarse
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a él de forma casual, o a instancias del propio Ser... ¡Ahí, pues, se manifiesta la voluntad del
Ser, y en ese “movimiento” el Ser está incorporando muchas veces elementos que pueden no
ser físicos!.. De esta forma se introducen aspectos no puramente físicos (lógicos) en la
“expresión de la realidad”, que actúan como si fueran “incrustaciones” de otros mundos en
éste (el universo físico), debido a esa propia voluntad del Ser... Y con ello, la “historia del Ser”
queda construida sobre un mosaico de hechos o circunstancias tanto racionales como
irracionales, “comprensibles y no”... El factor de “irracionalidad” que acompaña a muchas
manifestaciones de la vida tiene mucho que ver con lo anterior... ¡La razón de la muerte no es
suficiente motivo para “disipar” al Ser! ¡El Ser después de la muerte vive de otra forma!.. ¡Yo
estoy aquí y allí, dentro de mi cuerpo, pero también fuera de él!.. ¡Mas si me llamas en él te
espero!.. ¡Mente, espíritu, alma, cuerpo: mi Ser lo sabe, los llevo dentro!
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8. Muerte
El Ser (radical) puede “desplazarse”, como dijimos, de una “parte” a otra dentro de su
frontera; ahora bien, en cada “punto”, en cada situación, aparece “sumido” en su
“circunstancia”, que no es otra que los “elementos” que le “rodean”, las “leyes” que sólo son
estrictamente físicas en la “frontera pura” (que se identifica con el universo físico). Y lo
anterior tiene un reflejo inmediato en la “información”, entendimiento o conocimiento, y por
ello “actúa” como una “constricción o constreñimiento”. Es todo ello, sí, una “oportunidad de
desarrollo” y a la vez, como cualquier “nivel” una “limitación” o “sometimiento” (marco que
define el nivel) a dicho nivel, traducido emocionalmente como constricción a las “aspiraciones
infinitas del espíritu” (de la Nada al Infinito). La “liberación” de ese sentimiento “coercitivo”
se produce a la llegada de la clarividencia que, como sabemos, ni es entendimiento ni
conocimiento, y coincide con una “alegría a raudales” del sentimiento puro de la totalidad de la
naturaleza del Ser.
La muerte física del cuerpo rompe “la ventana”(la frontera), fulminada por todas partes... ¡La
tiranía del Maestro –las leyes físicas posibilitadoras de la evolución- desaparece, pues el Ser es
ya su propio maestro!.. ¡Ello produce la súbita aparición de la naturaleza del Ser mismo, de
forma clarividente, diáfana y acompañada de la extraordinaria alegría de ese reconocimiento!
La muerte, pues, continua siendo un hito: la separación entre entendimiento y clarividencia,
entre insatisfacción y autocomplacencia... Entendimiento, incomplitud, movimiento, cambio,
insatisfacción, infelicidad... Por otro lado, clarividencia, complitud, quietud, satisfacción,
felicidad... ¡Ambos polos quedan en “lados” distintos de la muerte!.. No es simplemente el
paso de un mundo a otro, es algo mucho más profundo. Es la construcción del Ser... Es la
autocreación del Ser en un espacio dilatado, en un “lapsus espaciotemporal”... La muerte
marca “el fin” de esa autocreación que, verdaderamente significa un nacimiento, el
“nacimiento del Ser” (un nacimiento a esa “otra vida”).
Ahora bien, hay como un contrasentido. La muerte es concebida como un “cierre” paulatino (a
veces súbito) de la “ventana” (pérdida de los sentidos físicos” por el deterioro de los mismos),
todo lo contrario de esa “rotura de la misma” hasta su desaparición... Y es que debemos
interpretar el “movimiento” de la muerte como compuesto básicamente de dos fases. En la
primera se percibe ese deterioro progresivo, “empequeñecimiento” de la ventana, cual si su
culminación fuese su desaparición... ¡Pero el ave fénix renace de sus cenizas!.. De igual forma,
la segunda fase aparece de forma súbita, y la ínfima ventana se rompe en mil pedazos, en una
fuente de luz... El acercamiento a la muerte (así podría considerarse a la enfermedad, el
“sentimiento de morir”) es una experiencia vivida por casi todos, aunque para algunos en
grado límite. En esa experiencia, la muerte se presenta como una barrera “infranqueable”,
puesto que quien la atraviesa “no vuelve”... por eso no hay “conciencia” de esa segunda fase
del “movimiento de la muerte”... Y de ahí el miedo (la única “certeza” es la de la primera fase,
la otra es inédita) de la criatura humana a esa muerte que, por otro lado, es de una eficacia
asombrosa en el camino de la evolución... ¡Es necesario ese temor, ese miedo a la muerte como
foco atractor (más bien de repulsión), que haga posible el “principio de conservación”!.. Una
vez “cumplida” esa premisa imprescindible de la muerte, ésta “es libre” para poder desatar
todas las “potencialidades” del Ser... Pero la prominencia de la premisa anterior, hace
indispensable esa sustancial y radical separación entre ambas fases... Lo cual no significa, en
ningún modo, la inexistencia de la segunda fase... ¡Sólo llama la atención la radical separación,
aún cualitativamente, entre ambas fases!.. Lo cierto es que la evidencia de la segunda fase de la
muerte, la haría tan atractiva que el hombre no querría vivir (lo que es totalmente
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imprescindible para su autocreación) sino morir, con lo que el principio de conservación,
básico en las especies, no sería posible... Mas, una vez salvaguardado ese principio de
conservación, la propia evolución del Ser, su madurez, le permite percibir o intuir esa segunda
fase cuando la vida “ya ha sido vivida”, es decir, se siente la propia complitud del “recorrido
vital”... ¿Sería éste el “instinto de muerte” apuntado por Freud?
Este antagonismo entre ambas fases no consiste en una transformación sustancial de “algo”,
sino que es el resultado de un “movimiento”... Y un movimiento que radica en la exclusiva
“voluntad” del Ser... Expliquémonos. La clarividencia consustancial de la 2ª fase no permite
esa “elección” de la voluntad, pues su unicidad, su transparencia, su consustancialidad sólo
permite el “movimiento de autoafirmación” –no hay frontera que permita un posible “mirar
por la ventana”; sólo hay una “posición” y es única-; la transparencia de los rayos que
atraviesan esa naturaleza pura del Ser, entran y salen si mácula... Es en la 1ª fase donde sí cabe
ese “movimiento de la voluntad del Ser” que permite la ocultación a sí mismo, basada en la
“corteza” de la frontera... Es el mismo Ser el que “se apaga” a sí mismo al introducirse, al
acompañar a la propia frontera, que al deteriorarse (pérdida de condiciones físicas)apaga a su
vez al Ser debido a su identificación con ella, una “autoanulación” por “introducción en el
pozo oscuro” donde “no puede ver”... La liberación es la rotura de ligaduras, el “salto por
encima”, a través de esa corteza de la frontera; en vez de acompañamiento o paralelismo,
bifurcación o separación radical... ¡Eso permite la liberación del Ser, del alma!... Así se prepara,
se anticipa la segunda fase gloriosa... Y este movimiento último del Ser, del final de la vida, del
momento de la muerte que pueden realizar los “espíritus poderosos”, puede ser practicado,
puede ser aprendido o ensayado mucho antes... es la vida del asceta, del místico, de ese vivir sin
vivir que permite la elevación a un plano superior de la conciencia... Fue el camino de los
santos, de los místicos, de los budas, disolución voluntaria de la naturaleza en el Ser Superior,
con la consiguiente pérdida de la atadura espaciotemporal, necesaria para esa liberación... Para
aquellos que han podido experimentar esas prácticas, una elevación a ese plano superior es
relativamente fácil, preparándose así para ese instante único de la transición (muerte) a esa fase
gloriosa... Y el citado camino debería ser seguido por los espíritus elevados... Su vida debería
ser una práctica, una preparación para ese instante supremo, transformado ya en mero tránsito,
vehementemente ansiado, meta de toda una trayectoria existencial... La muerte para dichos
seres, no presenta los aspectos de radicalidad, de tragedia a los que frecuentemente nos vemos
abocados; tiene caracteres de perfecta normalidad, ni convulsión ni tragedia, sino apertura,
satisfacción, anticipación deseada de la segunda fase... Y no tiene nada que ver con ese caer en
la nada del nihilismo, sino por el contrario, es una rotunda afirmación, una asunción voluntaria
y deseada de la entrada en el plano superior que significa también, a la vez, una dilución (por la
unicidad) en el Ser Superior unitario (no obstante preservando su propia naturaleza – Unidad
múltiple).
En resumen, el carácter trágico de la muerte es simplemente un prejuicio “artificial” de orden
mágico que el propio Ser se construye por su “apego a lo material”, que puede ser una
reminiscencia biológica de tipo animal relativa al “instinto de conservación”.
Aquello que fue útil a la naturaleza, a la vida, a la evolución, ha de ser superado por los seres
dotados de una “clara conciencia de sí mismos”. El siguiente paso evolutivo de la vida debe
conducir de forma natural a la superación de tal prejuicio: es necesaria, entonces, la rotura de la
cadena que nos liga a lo material (dimensiones del mundo físico), el abandono de aquello que
hasta ahora nos había ayudado a construir la propia naturaleza. Hay que abandonar, por
consiguiente, ese cohete con combustible agotado e iniciar la ignición del segundo cohete que
coincide con nuestro propio espíritu –su “naturaleza” ya construida... De lo contrario, la caída
de aquel nos arrastrará consigo en su movimiento de caída (deterioro físico)... Y no es algo tan
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extraño como en apariencia parece, sino simplemente el principio de que la cantidad por
acumulación origina la aparición de propiedades emergentes, es decir, un cambio cualitativo,
una transición de fase, con nuevos “requerimientos”: en este caso el rechazo radical de la
morada anterior (física), metamorfosis que supone un cambio de orientación en pos de la
naturaleza íntima del Ser, una “radicación” en sí mismo.
El “aspecto externo” de ese giro hacia sí mismo presenta características de verdadera
uniformidad, de inefabilidad... Es una misma apariencia, un refulgor puro resistente a cualquier
análisis, al vislumbramiento de cualquier matiz... Aún cuando para los que lo viven se adorna
de aspectos “inimaginables, inconmensurables e inefables”... ¡Es una experiencia para ser
vivida, no para ser observada!... ¡No preguntes a un místico, no podrá explicarte nada!... ¡No es
campo de entendimiento o comprensión, es campo de vivencia y sentimiento!... Lo que ocurre
es que son sentimientos puros, no acompañados de la “contaminación” racional con la que sí
estamos familiarizados...
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9. El cuerpo material
Después de lo comentado en el apartado anterior no deberíamos llegar a la conclusión de la
“maldad” del cuerpo (material) de los seres, algo secularmente conocido de la ideología
cristiana. ¡Nada más lejos de nuestro pensamiento!
El cuerpo es un instrumento “precioso” que nos ha donado, nada más y nada menos, más bien
ha permitido, la autocreación de la “naturaleza del Ser”: ¡el Ser pues le debe todo!.. Mas,
aquello que fue tan válido, ya no lo es tanto y hasta, incluso, contraproducente, una vez que el
espíritu del Ser alcanza cierto nivel: ¡la maduración de la conciencia!
El cuerpo es un bien precioso: ¡compañero de fatiga durante tantos años!.. Pero estos
compañeros deben separarse en cierto momento... Cada uno debe seguir su camino... y el del
Ser es su “reencuentro consigo mismo”. Esa autorreflexión es el inicio de un salto cualitativo:
¡la metamorfosis de una sublimación fuera de la materia!
El cuerpo debe ser cuidado, debe ser amado, pero es el espíritu su señor... No puede el cuerpo
señorear sobre el espíritu... Esa sería su nihilidad, la alienación, la destrucción de este último...
Y si esto es claro y diáfano, no obstante, el cuerpo puede ser un “aliado” eficaz... Mas,
debemos educar al cuerpo a “dejar libres las alas del espíritu”... El cuerpo tiene que estar
acostumbrado a abandonar al espíritu en “su mundo”, con tan solo un “movimiento” de la
voluntad... Una vez que el Ser ha fortalecido así su espíritu, con el manejo “a voluntad” del
cuerpo, ese Ser se “ha preparado para la muerte”, entonces, lo “viajes místicos”, que se irán
haciendo más y más frecuentes, habrán alentado y alimentado crecientemente aquel “instinto
de muerte” que a la postre sólo significa la “plena” liberación...
Para un Ser que se ha enseñoreado así de su cuerpo, éste es un gran aliado, un inestimable
amigo, una vía para contemplar, para adivinar a su través otros pequeños espíritus, dones del
Espíritu Universal, del Ser Supremo... ¡Y todo eso alimenta un creciente amor a la divinidad!...
¡Pequeños espíritus que forman parte del espíritu global dibujado en todos ellos! ¡Y nuestro
cuerpo es la ventana que conduce a ello! Como ventana, no es el marco lo importante, sino la
claridad de la luz que “rebosa en sus adentros”... No el marco (el cuerpo), ¡sino la luz
resplandeciente del Espíritu, hijo, Padre del que todos llevamos dentro!
Y al final el Ser absorto no ve marco ¡Ya no hay cuerpo!... ¡Sólo hay luz indescifrable de
nuestros seres disueltos!
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Cerebro, mente y conducta humana
(Un ensayo de psicología integradora)
A continuación y como colofón de los diversos textos tomados como referencias para enmarcar este ensayo, se
exponen diversos párrafos de la obra del mismo título escrita por el profesor emérito de la Facultad de Medicina
de Valladolid D. Pedro Gómez Bosque y el psicólogo clínico D: Amado Ramírez Villafañez (1ª Edición de
junio de 1998 de la editorial AMARU).
P.42 (Según Sorokin) “Así, el conocimiento será un conocimiento integral y, por tanto, una mezcla armónica
de Ciencia, Filosofía y Religión. Su Ciencia estudiará mediante observación sensorial, los aspectos empíricos de
lo Infinito múltiple. Su Filosofía deberá investigar, mediante la matemática silogista, los aspectos racionales y
lógicos de la Verdadera Realidad. Finalmente, su sabiduría intuitiva (o mística) deberá darnos acceso al
trasfondo metafísico (suprasensible y metarracional) de esta Verdadera Realidad.”
P.51 “Es evidente que los fenómenos mentales y los fenómenos cerebrales son categorialmente totalmente
heterogéneos en lo que respecta a su modo de ser. (El cerebro es una multiplicidad extensiva compuesta de partes
que se dan en el espacio... la mente es una multiplicidad intensiva... pues los diversos fenómenos que se dan en
ella están “unos-en-otros”... La mente está sometida al correr del tiempo subjetivo).”
“... la cualidad propia de lo psíquico es absolutamente incomparable con la cualidad de lo físico –material. Son
fenómenos cualitativamente heterogéneos.”
P.55 Refiere palabras de Leibniz:
“Y así no queda más que mi hipótesis, es decir: la vía de la armonía preestablecida por un artífice providente
que desde el comienzo ha formado cada una de estas substancias de una manera tan perfecta y regulada con
tanta exactitud, que siguiendo sus propias leyes, recibidas con su ser, cada substancia (= mónada Alma) se
armoniza con la otra (= mónada Cuerpo). Y así todo sucede “como si” hubiese una influencia recíproca o
“como si” Dios pusiese siempre su mano en cada momento además de su concurso natural.”
P.57 (La hipótesis de la identidad de Espinoza)
“Esta correspondencia se explica por la identidad esencial de ambos y no se produce ni por influjo mutuo (según
Descartes) ni por la omnipotencia de Dios (en la versión ocasionalista de Geulincnx y Malebranche o en la
versión “armonía preestablecida de Leibniz). En lugar de estas concepciones aparece en Espinosa la idea de que
lo Psíquico y lo Corpóreo-Cerebral se corresponden pues, en último término, ambos fenómenos son aspectos de
una misma y única realidad. El orden y la conexión de las ideas corresponden al orden y conexión de las cosas.”
P.58 “Así pues, los “modos finitos” (A, B, C) están integrados en el ámbito de la Substancia Infinita
formando una “totalidad armoniosa”. El “velo de Maya” impide que cada individuo se percate de esta
integración. Pero la anulación de la “ignorancia primordial” por la iluminación mística permite a cada “modo
concreto y particular” vivenciar esta unidad e interpenetración recíproca con los otros “modos infinitos” dados en
la Divinidad.”
P.62 “En el caso que nos ocupa el fenómeno único psico-cerebral es descrito por el psicólogo con el lenguaje
propio de la introspección mientras que el neurofisiólogo lo describe con el lenguaje propio de la observación
externa sensorial. Eso es todo.”
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P.65 “Hemos dicho repetidas veces que lo mental es lo cerebral visto desde dentro y que lo cerebral es lo mental
visto desde fuera. Pues bien, podemos preguntarnos, ¿qué o quién ve el doble aspecto del “fenómeno único psicocerebral? ¿Qué o quién es el testigo de lo mental y de lo corpóreo- cerebral?
A nuestro modo de ver este interrogante tiene una sola respuesta: El “Yo”, ese enigmático punto central que da
unidad a los múltiples y cambiantes eventos que surgen y desaparecen en la corriente de la conciencia, es el
vidente, el contemplador y el testigo de los aspectos psíquico y corpóreo- cerebrales de mi ser fenoménico dúplico.
Además el Yo es el actor de lo que acontece en este sistema psico- cerebral.”
“En efecto, el Yo, al contemplar lo mental ve signos o señales que le hacen pensar sobre la posibilidad de que su
ser no se agote en lo meramente fenoménico y que “más allá”, y “por encima” de lo observable directamente con
los “ojos de la mente” exista una entidad supratemporal, supraespacial, trans- sensorial, eterna, imperecedera e
indestructible que constituya su auténtica substancia metafísica y a la que puede acceder por medio del ojo del
Espíritu.”
“En este sentido aceptamos la fórmula de Kierkegaard según la cual “El hombre es una síntesis de Alma
(=Mente) y Cuerpo puesta por el Espíritu.”
P.118 “En contra de esta tesis afirmamos que tanto en la concatenación existencial como en la esencial, existen
“rupturas” o “lagunas” en el pretendido determinismo del acaecer cósmico y que en ellas puede “incrustarse” la
libertad originaria y metafísica de la Persona, haciendo cambiar el rumbo y la faz de los acontecimientos de un
modo inesperado e imprevisible.”
P. 119 “Pues bien, la introspección nos enseña que en la corriente de eventos mentales se dan auténticas
espontaneidades, verdaderos comienzos absolutos de nuevas series de acontecimientos, que surgen como
consecuencia de actos espontáneos de decisión personal.”
P.130 “De este modo constatamos cómo las emociones, especialmente cuando son intensas, frecuentes y
duraderas, parecen ser anteriores a la explicación y el control consciente de la persona.”
“El hemisferio derecho es el que tiene un contenido más integrado en el “sentir”, en la concepción unitaria del
hombre con el universo, captando aspectos poco conscientes de la realidad que sin embargo no tienen nada de
instintivo y mucho de superior. Prueba de ello es que las experiencias de meditación, según algunos datos de
investigación sobre el sueño y los diferentes ritmos cerebrales, parecen activar el hemisferio derecho, que en
realidad simula suspender el pensamiento y la actividad intelectual que llamamos consciente.”
P.133 “Hemos constatado, cómo la emoción humana se nutre de sensaciones que se aproximan a lo agradable
o a lo desagradable,...”
“Vemos pues como las emociones, reflejan de una manera diáfana las tensiones entre lo que el sujeto siente que
necesita y/o desea y los riesgos, impedimentos, dificultades y esfuerzos que debe superar para volver a su propio
equilibrio, a su homeostasis, que diría Cannón (1929).
En la más tierna infancia las emociones son muy simples y ciertamente están ligadas a la satisfacción de los
elementales deseos de hambre, sed, limpieza, afecto y por ello compañía humana.”
P.165 “Todo ello apuntaría muy probablemente en la dirección de un procesamiento analógico de la realidad,
previo a la elaboración del pensamiento lógico y proposional y una categorización de acontecimientos y objetos de
la experiencia cotidiana.
Por otra parte la experiencia subjetiva interior, de las personas que practican técnicas de contemplación y por ello
de anulación del pensamiento proposional, apunta hacia una impregnación sensorial de los sentidos que genera
sensaciones e imágenes... alejadas de la producción lógico verbal.”
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P.281 “La “presencia total” abarca en sí las tres dimensiones temporales, y como ella está inscrita en el Alma,
esto significa que el Alma está como distendida entre el punto inicial y el final de la vida del individuo humano.
Este hecho es designado por San Agustín como “la distensión del ánimo”, por Heidegger como “distensión del
existente humano”.
Utilizando los términos de San Agustín esto quiere decir que mientras un individuo vive, su Alma está “aquí”
(en el presente puntual) pero también “allá” (en lo venidero y en lo pasado). Dicho de otro modo: el Alma “es”
los tres horizontes temporales a la vez y los mantiene en el ser. Ello significa (como ya hemos tenido ocasión de
decir) que el individuo humano, en cualquier momento de su existencia “es” ya su muerte venidera y “aún es”
su nacimiento pasado. Y entre estos extremos que forman parte de su ser transcurre su vivir envejeciendo, esto es,
se produce el pasar de los años o el correr del tiempo.”
“En palabras de Unamuno: “Atamos el ayer al mañana con eslabones de ansia y no es el ahora, en rigor, otra
cosa que el esfuerzo del antes por hacerse después, no es el presente sino el empeño del pasado por hacerse
porvenir.”
P.285 “La superación de límites también se manifiesta en los “componentes” propiamente espirituales del
“fondo endotímico” del ser humano. Con razón dice Lersch que el rasgo fundamental del espíritu se expresa en
aquellos impulsos, afanes, deseos, sentimientos que manifiestan su tendencia a “salir fuera de sí y saltar por
encima de sí mismo”. Abrirse a los seres del mundo, Participar en ellos, y Colaborar en el logro de su perfección
y plenitud. Pues bien, este altruismo metafísico, cuya expresión más elevada es el amor, es un riesgo esencial de
la Persona.”
P.352 (Ortega en su obra “Quién es Goya”)
“Cuando nuestro “yo” (esto es nuestra vocación) consigue en buena parte encajarse en la “circunstancia”, cuando
ésta coincide con él, sentimos un bienestar que está más allá de todos los goces particulares. Una delicia tan
íntegra y tan amplia que no tiene fisura y que es lo que llamamos felicidad. Viceversa, cuando nuestro contorno
(cuerpo, alma, clima, sociedad) rechaza la “pretensión de ser” que es nuestro “yo” y la opone por muchos lados
esquinas que impiden su encaje, sentimos una desazón no menos intensa, no menos íntegra, que consiste en la
advertencia de que no logramos ser el que inexorablemente somos. Este estadio es lo que llamamos infelicidad.”
P.399 “El “Acto”, dice Hengstenberg, “es una actividad espiritual que corresponde al alumbramiento e
iluminación de una “Esencia” (de una entidad individual, que existe en sí misma y por sí misma).”
P.400 “Pues bien, el Ser Humano ha recibido el “Mandato Universal de Realizar Sentido”, esto es, realizar
sentido con respecto a sí mismo, con respecto a los seres humanos que constituyen su entorno social y con respecto
a los otros seres “no-humanos” que forman parte del Mundo.”
P.408 “Lersch (en su obra que ya citamos precedentemente: El hombre en la actualidad) ha establecido con
claridad el contraste entre pensamiento racional- conceptual (fundamento de la ciencia y de la técnica) y el
pensamiento suprarracional, ideativo o espiritual.”
P:409 “A lo largo de estos párrafos hemos afirmado repetidas veces que la vida orientada a sentir, conocer y
realizar el valor intrínseco de las “cosas” es lo que puede dar plenitud, consistencia y sentido a nuestro existir, y
además que tal actitud proporciona a la persona la verdadera felicidad..”
P.424 “Todas estas argumentaciones cada vez más aceptadas científicamente, nos sitúan ante el hecho probable
de que lo emocional (es decir el sentir), sea un paso previo a lo racional (es decir el explicarse lo sentido).”
“Yo como estructura más vinculada a lo emocionalmente sentido;
Yo soy la configuración interactiva y dinámica de todas las emociones que siento, sentí y sentiré.
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La otra parte del Yo es el Mí (el sí mismo).
Mí es la configuración interactiva y dinámica de todas las razones, que tengo, tuve y tendré, con las cuales
intento explicarme a mí mismo, al mundo y a los demás.”
P.425 “Si aceptamos estas Consideraciones, no es demasiado arduo asumir que todo el Yo como el Mí (sí
mismo) son el producto de un proceso de comunicación permanente, fluido y dinámico e interdependiente.
Aquí cobraría plena validez, los planteamientos filosóficos que postulan que somos en, para y por los otros, pero
también en, para y por el Mundo y por consiguiente para nuestra propia autocomunicación y autodiálogo
permanente y constante.”
“Percibirse es prestarse atención, estar muy vigilado, concentrarse en las propias autopercepciones y extraer de
ahí, de esa “experiencia” vivida, la exclusiva sensación de mismidad, diferente a la de los demás.”
“Únicamente el estar atento, el prestar atención, la actitud consciente, de un “darse cuenta” pleno (y volvemos
así ala consciencia) nos puede revelar la verdadera dimensión del Yo.”
“Mientras, quien desee saber quién es, probablemente no tenga suficiente con toda clase de informaciones que le
ilustran de cómo funcionan los sentidos, su memoria, o su atención, pongo por caso, hasta que no integre ese
conocimiento enciclopédico, en su conocimiento experiencial.
Deberá para lograr ese fin, ponerse en contacto consigo mismo, a través de la atención, activa, consciente y
sostenida en el tiempo y conectar así con la verdadera realidad de su consciencia.”
P.428 “La experiencia humana generada por interacciones biológico- ambientales casi infinitas, es un todo
indivisible que para ser comprendida en su totalidad no puede ser analizada por partes.”
“Conocer la verdad de una persona es tan difícil y acaso tan imposible como comprenderse del todo a uno
mismo.”
“Todas estas notas en relación con lo que somos nos desvelan que nuestro auto- concepto histórico, desarrollado
día a día y construido en parte de consensos, en parte de subjetividades, pasa por la posesión más auténtica que
tenemos.”
P.479 (Teoría de Rogers de la personalidad)
“Define el concepto de organismo, como centro y lugar de toda experiencia.
Define también la tendencia a la actualización permanente y establece la dinámica de la personalidad, como la
tendencia a la consideración positiva y la autoestima.”
P.485 “Las personas estamos repletas de creencias irracionales, que son impermeables al razonamiento.
Muchas personas creen que es verdadero lo que sienten que es verdadero. La realidad objetiva está aveces muy
alejada de lo que sentimos como verdad subjetiva.”
P.503 “La importancia del fenómeno humano se pone de manifiesto en el esfuerzo realizado por la
Naturaleza para producir una criatura dotada de un cuerpo y de una mente capaces de expresar el Espíritu.”
P.504 “Es sabido que el sistema de Hegel es la exposición del desarrollo de una tríada dialéctica: idea,
naturaleza y espíritu. La Idea (lo absoluto) es, en primer término, la Idea Pura, fundamento último (o primero)
de toda existencia natural o espiritual. La Idea es, por tanto, algo así como Pensamiento Divino “antes” de la
creación del mundo. “Luego”, la Idea Pura deviene idea exteriorizada, idea que sale de sí misma para
manifestarse como Naturaleza en el espacio y el tiempo. “Finalmente”, la Idea entra de nuevo en sí misma, se
interioriza y deviene Espíritu real encerrado en el hombre, pensamiento consciente de sí mismo. Así pues, cada
persona concreta e individual es la conciencia de lo Absoluto. Lo Absoluto se hace consciente de sí mismo en el
hombre y por el hombre.”
47
“A diferencia de Espinosa, determinista y mecanicista, Hegel asocia la finalidad al determinismo, pues para él
la determinación es, simultáneamente, destinación. La naturaleza evoluciona dialécticamente para hacer
aparecer el espíritu, culminación de la realidad.
Max Scheler (en su incomparable ensayo de antropología filosófica titulado El puesto del hombre en el cosmos)
afirma que a través del Hombre, en el hombre y con la colaboración del hombre se va produciendo la
divinificación de lo Absoluto primordial. El Hombre es el “lugar” ontológico donde se produce la divinificación
de lo Absoluto, esto es, la idealización creciente del impulso creador primordial.
Finalmente, en sus obras metafísicas, Martín Heidegger concibe al hombre como la “morada o el pastor del
Ser”. Ello quiere decir que por medio del hombre se lleva a cabo la actividad “creadora” del Ser, a saber:
descubrimiento o revelación de las criaturas y reunión de tales criaturas para formar una totalidad armoniosa.”
P.505 (Transcripción de las palabras del judío Abraham Joshua Hesehel)
“El hombre no es un espectador inocente del drama cósmico. Hay en nosotros más parentesco con lo divino de lo
que podríamos creer. Las almas de los hombres son luces del Señor alumbradas en el sendero cósmico en vez de
fuegos artificiales producidos por la combustión de las mezclas explosivas de la naturaleza, y todas las almas le
son indispensables. El hombre es necesario, es una necesidad de Dios.”
“Pero además de anular los límites espacio- temporales, el hombre sobrepasa o transciende también lo fáctico, lo
realmente dado, lo que existe, e imagina con su fantasía lo que aún no existe, pero que merece y debe existir.
Por ello precisamente el individuo humano es un creador. Dicho de otro modo: el hombre es capaz de imaginar
“huecos de no-ser”, “huecos de nada”, “faltas en el ser”, “lo que no hay”, y llena estos huecos vacíos con sus
propias creaciones.”
“Pues bien, el individuo humano también es transcendente en este tercer sentido, pues su ser sobrepasa lo
fenomenológico y ello quiere decir que tras su máscara apariencia somatopsíquica (tras sus “estados” cambiantes
para utilizar la expresión de Schiller) hay un soporte metafísico (la Persona, como decía el gran poeta alemán, o
el Espíritu como dice Hengstenberg) que podemos llamar su Yo transcendente o profundo. Por lo demás, como lo
afirman todos los místicos, este Yo transcendente, por sus confines extremos, se continúa con lo Absoluto, con lo
Divino.”
P.507 (Transcripción de palabras de Alan W.Watts y P.T. Raju)
“La comprensión de la suprema unidad (dice Watts) se manifiesta en una acción unitiva (caridad, amor,
compasión) mientras que el sentimiento del ego y de la separación se manifiesta en una acción separadora y
divisoria (odio, rencor, discriminación, envidia, celos, etc.).”
“Todas las religiones (dice Raju) sostienen que Dios es uno y el mismo para todos los hombres y que reside en su
corazón. Pero si es interior e inmanente a todos los hombres, entonces Dios (o el Espíritu Divino) debe
constituir el límite de la interioridad humana, del mismo modo que el mundo material constituye el límite de su
exterioridad...”. “El Espíritu Divino, que está en la intimidad de todos, une a los espíritus individuales en el
amor porque su naturaleza es amor.”
P.510 “El amor es una intensa conmoción espiritual...”
P.511 “Según Scheler, el amor es, ante todo, participación en el ser del “otro”, esto es, “tener parte y tomar
parte en el ser de la persona amada.”
P.512 (Reflexión de Hegel sobre el amor, tomada de su obra Filosofía de la Religión)
“Yo existo en verdad cuando soy reconocido por el otro, por lo tanto, existo fuera de mí, existo en el otro. Pero el
otro, recíprocamente, existe propiamente cuando es reconocido por mí,, esto es, también existe fuera de sí, existe
en mí. Yo existo en el otro y el otro existe o es en mí. De este modo se constituye una unidad de ser. Pues bien,
el amor es la contemplación, el sentimiento y el saber de esta unidad de ser.”
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P.512 (Victor Hugo en Los Miserables)
“La reducción del universo a un solo ser, la dilatación de un solo ser hasta Dios, he ahí el Amor.”
P.514 “El amor es sentido por los que se aman como una relación intemporal, eterna. El amor es, por tanto,
la penetración de lo eterno en el tiempo. En este sentido se puede decir que el amor es el “instante pleno”,
término utilizado por KierKegaard para designar el misterio de la transformación del “momento pasajero”,
frágil y sin peso, en el “instante” preñado de significación y consistencia. En este mismo sentido Jaspers dice del
amor que es un “ancla en la eternidad.”
P.515 “Como muy bien lo vio San Agustín, la eternidad es el “nunc stans”, el “instante quieto”, y en cuanto
tal es una característica ontológica del “tiempo divino”, del “tiempo” de Dios.”
P.518 “Scheler se adhiere a esta segunda tesis (amar antes que conocer) y considera que la relación cognitiva
sujeto- objeto, relación fundada y sostenida por el amor, no depende sólo del sujeto cognoscente. En efecto, a la
acción del sujeto que conoce se añade una “reacción- respuesta” del objeto mismo, reacción- respuesta que consiste
en un “darse” y un “abrirse” activamente. Ello equivale a un verdadero revelarse del objeto al sujeto que quiere
conocerle impulsado por el amor. Es como si el amor plantease un interrogante al mundo y ante tal interrogante
el mundo respondiese abriéndose y manifestándose tal y como es en sí mismo.”
P.521 “la libertad, dice Husserl, no se funda en la existencia fáctica del yo sino que su fundamentación hay
que buscarla en el hecho de que el yo es siempre un “ser hacia”... Esto quiere decir que el yo posee una “idea
esencial” que a modo de “telos inmanente” está dada a la persona antes de que ésta sea consciente de su vida.
Tal idea predibuja y dirige el desarrollo de su existir, esto es, el desarrollo de su historia personal. En cuanto
que el yo se decide a favor de esta su “idea esencial” logra la verdadera libertad y el verdadero amor propio, un
amor que engloba en sí el amor al prójimo (al tú, al nosotros). Por lo demás, esta decisión del individuo de
realizar su vocación transcendente es una decisión en pro de lo divino que hay en él, esto es, en pro del
fundamento último del ser.
Pues bien, gracias al amor (continúa Husserl), el “otro”, el prójimo, es considerado no sólo como un ser humano
general, sino como un “tú” concreto e irreemplazable al que pertenece mi proyecto esencial. (esto es, en la
terminología de Hengstenberg, un “esbozo óntico” y un “esbozo de sentido”). Ello quiere decir que el amor,
cuando es auténtico, concibe el “tú” desde su propio “telos”, desde su “idea- vida”, desde ese proyecto que el tú
tiene que realizar y debe realizar.”
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10. Materia & Espíritu
Una imagen extraordinariamente simple de lo que representan ambas cosas es la siguiente.
Imaginemos dos líneas paralelas casi juntas. Una representa el camino que lleva del Espíritu,
situado en la parte de arriba, a la materia, localizada en la parte de abajo de las líneas. Ese
camino hacia abajo significa la “difuminación” del Espíritu en la materia: al final, llegando
abajo, ya no existe Espíritu sino la simple materia. La otra línea indica la dirección hacia arriba
desde la pura materia hacia los seres más y más evolucionados (en camino ascendente),
adornados de espíritus más y más “potentes”. Las características de dichos seres van
acercándose de forma creciente hacia las del Espíritu puro que se encuentra en esa parte más
alta, en el límite de la parte superior, donde queda borrada toda presencia material.
Por consiguiente, la primera línea o “dirección hacia abajo” conduce irremediablemente a la
materia, la pura materia, asimilable, en lo que respecta al espíritu, a la Nada. Así que ese viaje
por el que se han “autoconducido” algunos para retornar a la senda del vacío, la
“introducción” en el puro universo material (átomos, etc.), no es más que puro nihilismo, pues
es una senda que conduce prácticamente a la Nada, precisamente el lugar donde se inició la
misma Vida. Ese recorrido hacia atrás, es lo contrario al ascenso a aquellos otros niveles
crecientes de naturaleza espiritual. El segundo camino, el que debe proseguir toda criatura,
está caracterizado por un progresivo aumento de la “individualidad” y en él va asumiéndose de
forma paralela la “autoinmolación” en el Espíritu Superior Universal, cumpliéndose así la clave
de la identificación de lo múltiple en la Unidad.
El acercamiento progresivo de ambas líneas produce su práctica identificación, con lo que sólo
se diferenciarían en la dirección del camino recorrido. (Una imagen física sería la del aumento
de entropía de la dirección hacia la materia, y de la disminución de la entropía en la dirección
de la evolución de los seres hacia el puro Espíritu). La dirección hacia la materia se dirige hacia
la Nada (la pura materia). La dirección hacia el Espíritu se dirige hacia la nada material (el puro
espíritu). Y es que en todo Ser (portador de vida) coexisten ambos, materia y espíritu. El
espíritu no es ningún “fluido o sustancia material”; su característica es el sentimiento, la
emoción, y su acción se ve reflejada en la creación de una estructura, “representación”. La
disección de cualquier ser, aún en sus más ínfimos componentes, es incapaz de encontrar el
espíritu, pues esa vía es la de la primera dirección que conduce a la Nada de la pura materia
(que es lo que encontraríamos). El segundo camino que es el que conduce a los niveles más
altos de espíritu, es el mismo que se dirige hacia la “interioridad” del Ser (pura subjetividad); en
él se encuentra el sentimiento más genuino de la criatura, que tan solo puede ser “medido”
(sentido) por el único experimentador válido del evento: ¡el propio Ser!
La Nada, que también corresponde al vacío del instante inicial de la creación del universo (el
Big Bang, ¿tal vez?), ya es una estructura altamente organizada, si no “materialmente”, puesto
que la materia aún no se había formado, sí en las leyes físicas que lo definen y dominan. Pero
esa Nada ya aparece “escrita” en clave de espíritu. Y esto necesita una explicación.
En la fase más temprana o primordial existían los opuestos complementarios, referidos al
menos a la información (+,-, etc.) y la emoción-sentimiento (agrado-desagrado). Estos
opuestos son como “ladrillos” sobre, o con los que se irán “construyendo” (por autocreación)
los diversos seres. Mas, como hemos comentado, en clave de espíritu, todo ello en esa fase
inicial no es más que Nada, y Nada porque no existe aún ningún ser que se “haya constituido”
en ese aglomerado información- sensación, que constituye la definición del ser. Y si existen
“ladrillos”, ¿por qué no aún el ser?... Pues la razón es que la información debe transformarse en
“representación”, a través de la necesaria reflexión, materia del próximo apartado.
50
11. Reflexión
El movimiento de reflexión se refiere a ese “mirar por la ventana” (del sujeto) hacia el exterior
del Ser, lo que permite, gracias a la información “captada” y el movimiento de “vuelta”
correspondiente, hacia las interioridades del Ser, la “implementación” de esa información en
dicho Ser, con lo que la información se transforma en “representación”. Así que, repetimos,
gracias a este movimiento de reflexión la información se transforma en representación.
Mas lo importante es la “conexión” entre la emoción- sentimiento del Ser y esa
representación, que es precisamente lo que hace “incrementarse” la “naturaleza del Ser”, y que
es en sí la evolución personal del mismo. Pero ese desarrollo a niveles superiores de la
naturaleza del Ser, no es lo mismo o no se identifica con la “complejidad”, puesto que en teoría
podría existir una estructura supercompleja que no supusiera necesariamente el ropaje de un
“potente espíritu”... Es preciso, además, que el Ser “asuma esa complejidad estructural”, lo que
supone su transformación en representación, a través del correspondiente o correspondientes
movimientos de reflexión, que como hemos dicho no son más que “la mirada hacia afuera (por
el marco de la ventana) para una recepción hacia adentro”. Esa asunción ofrece aspectos de
verdadera autocreación del propio espíritu (naturaleza del Ser).
La evolución permite el “aumento de complejidad”, con el paralelismo que refleja la ley
complejidad- conciencia del filósofo Teilhard de Chardin (ley casi biológica referida a las
especies). Pero el crecimiento del espíritu es algo más personal, notoriamente observable al
nivel de seres lo suficientemente sofisticados como el hombre. Aquí ya interviene
sustancialmente la voluntad del individuo, su querencia, su amor o “tendencia” a esa “llama de
la divinidad”. Es entonces cuando esa asunción (representación) aparece claramente
“voluntaria”, “promovida” radicalmente por el Ser, con lo que surge de forma nítida ya la
bipolaridad (los dos caminos definidos en el apartado anterior) entre la Nada (materia inicial,
puro nihilismo) y Dios, metas de uno u otro camino... Los seres, de este modo, quedan todos
“situados” en la senda que conduce a uno u otro polo, y como tal aparecen como un
compuesto de materia (cuerpo) y espíritu (alma).
La ciencia en su afán descriptivo, de análisis, sólo consigue descubrir las propiedades físicas de
la materia de la que están constituidos los seres dotados de vida, ya que el camino seguido es
claramente el primero descrito, camino que “mata el espíritu” haciéndole desaparecer, pues
cuanto más ahonda, más se introduce en el pozo que conduce a la simple Nada, la materia pura
y dura sin ápice y rastro del espíritu. ¡La ciencia es totalmente inútil para la búsqueda del
espíritu, tan infructuosa que acaba por rematar los aspectos más ínfimos del Ser- espíritu!
El camino para el descubrimiento del espíritu es radicalmente distinto, el de la dirección
contraria a ese autocalificado de “objetivo”: ¡el de la pura subjetividad, la “interioridad” del Ser!
¿Buscas el Espíritu?.. ¡Mira a tu interior! ¡Allí se esconde!.. ¡Realiza un viaje “místico” para ir a
su encuentro!.. Debes permanecer en un estado contemplativo, absorto, ajeno al mundo
exterior (espaciotemporal), quizás en meditación... Pero en una meditación que conduce al Ser
(el Espíritu), no a la Nada del puro nihilismo... Tal vez en esa actitud el escurridizo Espíritu
“quiera sorprenderte”... Ese Espíritu que se esconde en lo indecible, lo inefable, en la pura
poesía, en esa poesía que “lo busca” con todas sus fuerzas, que está escrita, que tiene su razón
de ser en Él...
Por otro lado, parecería que el ser se esconde de forma que no podamos encontrarlo, porque,
aún cuando la complejidad de un organismo (su estructura) es un “indicio” del ser que oculta,
su complejidad (ya lo hemos expresado antes) no es “sinónimo” de dicho Ser –hace falta un
movimiento de reflexión, una representación. Ahora bien, realmente existen continuas
retroalimentaciones entre representación y complejidad, que hacen que en los niveles
51
inferiores exista prácticamente una identificación entre ambos conceptos. (Ley complejidadconciencia).
En un símil, podría decirse que la complejidad es como el esqueleto del Ser, y como observado
el esqueleto puede reconstruirse el cuerpo, así, observando la complejidad puede “adivinarse”
bastante del Ser... Pero el Ser no es “contemplable” (externo); el Ser solo es “sentible”, y
precisamente por el propio Ser (interioridad, subjetividad)... Sólo “un viaje hacia la
interioridad” del propio Ser permite “conocer el Ser”... Aunque todo Ser sí “puede” sentirse (a
sí mismo).
52
12. El Ser inmortal
Otra cuestión que suscita dudas.
Si la complejidad de alguna forma (en el sentido explicado antes) “hace progresar” la
“naturaleza” del Ser, guardando gran paralelismo con el mismo, ¿cómo a la muerte del
individuo (descomposición de la complejidad) no se “destruye” también el Ser?.. ¡Pues aquí
viene, precisamente, la sustancial diferencia entre complejidad y Ser (su naturaleza), que en la
muerte alcanza su máxima expresión!.. La destrucción de la complejidad –desorden- no
“arrastra” la descomposición o desaparición del Ser, aunque si marca un extraordinario evento:
el de la “desconexión” total entre la materia (universo) y el propio Ser.
Eso sí, la complejidad (estructura, materia) sí permite la evolución, y con ello la “autocreación
de la naturaleza del Ser”... Una vez el organismo muerto (muerte biológica), no es posible la
autocreación y el Ser, a partir de ahí, permanece inmutable, a la vez que “liberado” de la
“esclavitud de la complejidad” (materia).
El Ser en el inicio (de la autocreación de su naturaleza) más primordial, no posee estructura,
por eso “no es casi Ser” (con la salvedad de la complitud del espíritu “en cada instante”,
concepto desarrollado en obras anteriores del mismo autor); así, del mismo modo, podría
pensarse que al no poseer estructura en los instantes “posteriores” a la muerte
(descomposición), sería “casi nada Ser”... Por el contrario, nada más lejos de la realidad, puesto
que aquí aparece el Ser completo, en su plenitud, y desde cualquiera de los aspectos abordados.
Y es así, porque gracias a la “representación”, la estructura, la complejidad “queda reflejada” en
la naturaleza más íntima del Ser; podríamos decir de modo poco formal, que la complejidad
queda “sellada” en la naturaleza del Ser, por eso la destrucción de esa complejidad no es óbice
ya para que esa complejidad pueda seguir “conservándose” en el interior del mismo, con lo que
sigue subsistiendo el agregado sensación- representación (definición del Ser) en el corazón
auténtico de dicho Ser (el Ser radical), aún a la muerte del organismo biológico.
Convendría, para rematar este último apartado, hacer hincapié, una vez más, en que la llamada
Nada (materia), en lo referente al espíritu, ya es una estructuradísima complejidad –existencia
de las leyes físicas, aunque con ausencia de seres (aquellos dotados de la propiedad
característica de “centrar el mundo sobre sí mismos”). A decir verdad, sólo es el dominio de un
único Ser, la Criatura Suprema, creadora de todas aquellas leyes físicas que definen tanto a la
materia como el vacío anterior a aquella. En esos “instantes” primordiales, se da la máxima
“objetividad”: todas las leyes “moldean” por igual la totalidad del universo existente en esos
momentos, reflejando la majestuosidad y la potencia de su Creador. Y es que, aún la
“individualidad” de cada uno de los seres que después serán, no ha comenzado su
prefiguración, su largo caminar, es decir, poseen una actividad prácticamente nula, de ahí la
asimilación de esta fase a la casi Nada (en relación al ascenso del espíritu). Nos encontramos a
nivel del universo entero, salvando las distancias, a la situación de cada ser individual en su
nacimiento biológico... Ciertamente, si esa fase tiene “algo” es dado desde fuera (por el propio
Dios), pero aún Nada desde dentro (de sí).
Pero, lo más fundamental, la única razón de ser de la Creación es ese “ascenso de la
individualidad”, esa participación del “en sí”, esa radicalidad del mundo sobre cada Ser... Al
final, es la propia “voluntad” de cada uno de esos seres la que “elige autoinmolarse”,
“identificarse” con el Ser Supremo, una síntesis que es el propio Ser Supremo, sin que unos y
otros pierdan su individualidad: ¡la Unidad múltiple!
Es tan importante esto último (cuando algunos pensarían que, dada la “magnificencia” del
propio universo con sus asombrosas y precisas leyes físicas, se hace innecesaria la aparición de
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los diversos seres), que forma parte esencial de la propia “autocreación de Dios”: ¡sin ello no
existiría Dios, por consiguiente, ni nosotros mismos!
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LOOR
¡Naciste hoy! ¡Por fin dejaste la oscura “senda de la vida”!.. ¡Ahí dentro está la luz, sólo la luz!..
¡El horizonte es inmenso!.. ¡Explotaste en la exuberante primavera imprevista!.. ¡Eres tú y
empieza tu verdadera creación!.. ¡No hay límite en ella!.. Aquellos pasos balbucientes, son hoy
leguas de botas prodigiosas... Y no es la vuelta a la inviolada y prístina Naturaleza... Es una
nueva naturaleza creada por ti... ¡Y su límite no existe!
¿No ves que el dios del santo de Ávila (S. Juan de la Cruz), del profeta Mahoma y el propio
Cristo es la mismidad divinizada del sumidero profundo de tu mismo sudor?
Reivindico la bondad de todas y cada una de las pequeñas criaturas, ante la que cualquier tipo
de mal le es hasta superfluo... ¡Ni la mayor potencia maligna es capaz de desviar un ápice su
paso firme!..
Reivindico la potencia sin límite de nuestro Amor... como no tiene límite el mismo Amor.
La Vida tuvo un lento caminar, en el que a cada paso parecía peligrar y hasta desaparecer...
¡Pero, la Vida al fin ha explotado entre el cáliz de nuestras manos!.. ¿No veis esa irradiación, luz
cegadora ante la que se apaga cualquier sombra?.. ¿Qué puede deteneros ya?.. ¡Hoy es el día de
vuestro nacimiento: la deificación de vuestro Ser!.. Hasta la memoria anterior borró aquel
Resplandor: ¡Fue el despertar!.. Y aquel parto fue doloroso, encerrando en sí amargura, y
también una velada dicha, anticipo de tiempos mejores... ¡Pero ya solo queda felicidad,
satisfacción: la del Creador ante su obra!
¿Por qué no reivindicar, por qué no congratularnos del pleno convencimiento de nuestra
maravillosa labor creativa?.. ¡La asunción de este papel es nuestro mayor bagaje, nuestra mayor
maravilla!
¡Hombre, compañero, hermano, ni ángel ni demonio: el Dios único!.. Y solo necesitas tus dos
principales armas: ¡Fe y amor!.. Y un reflejo de tu Voluntad: ¡el Verbo!.. Fe y amor se
identifican en el verbo: ¡Yo soy!.. ¡Y aquí nacimos!.. ¡Esa es la catapulta de nuestro horizonte
sin límites!.. ¡No necesitas más! ¡Hoy empezaste a vivir!
¡Y vuestro triunfo es claro! Hasta en el último rincón del orbe, aún en lo más ínfimo, se
escondía el Espíritu precioso que lo alentaba todo: ¡la evidencia de su ubicua presencia!.. Y el
testigo insobornable: ¡Tu corazón!.. ¡Ese triunfo es el sólido cimiento de tu fe!.. ¡Escaso mérito,
mas glorioso loor de ese triunfo!
¡El Cosmos engalanado festeja tu partida hacia los cielos!
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REFERENCIAS
Hermandad..................................................................................... Octavio Paz
Admonición del Ángel................................................................. Efraín Bartolomé
La Inmortalidad............................................................................. Milán Kundera
Arte y poesía.................................................................................... Martín Heidegger
Carta sobre el Humanismo........................................................... Martín Heidegger
Metamorfosis – Imágenes del Pensamiento............................ Franco Rella (Editorial EspasaMañana)
San Juan de la Cruz y el problema de la experiencia mística.. Jean Bartuzi (Junta de Castilla y
León –1991)
Cerebro, mente y conducta humana - Un ensayo de psicología integradora...Pedro Gómez
Bosque y Amado Ramírez Villafañez (1ª Edición junio 1998 Editorial AMARO)
Internet
¿Qué es la poesía................ Victoria Martha Núñez Cea (Hemeroteca Virtual ANUIES)
Heidegger y la poesía......... Alberto Pendón Martínez (http://www.iespana.es/filosófica 12/04/02)
Paradigma de la transpoesía... Michel Camus (Boletín del Centro Internacional de
Investigación y Estudios Transdisciplinarios –Feberro 1998)
Filósofos Imprescindibles.... El poder de la razón
(Salva Home Page)
Metafísica del encuentro (Abdelmumín Aya).........José Manuel Martín Portales (YAMA´A
ISLÁMICA DEL AL-ANDALUS)
Sobre la lengua de los pájaros.... José Ángel Valente (http://www.webislam.com/número_167)
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