El deseo de pagar el precio Por: John McCormack - Tomado de: Sopa de pollo para el alma Cuando mi esposa Maryanne y yo estábamos construyendo nuestro salón de belleza en el Centro Comercial Greenspoint, hace trece años, un vietnamita iba todos los días a vendernos rosquillas. Hablaba con dificultad un poco de inglés, pero era siempre amistoso, y a través de su sonrisa y del lenguaje de señas nos llegamos a conocer uno al otro. Su nombre era Le Van Vu. Durante el día, Le V. trabajaba en una panadería, y en la noche en compañía de su esposa escuchaban casetes para aprender inglés. Más tarde supe que dormían sobre sacos rellenos de aserrín tirados en el piso del cuarto trasero de la panadería. En Vietnam, la familia Van Vu era una de las más ricas del sureste asiático. Eran dueños de casi una tercera parte de Vietnam del Norte. En la riqueza se incluían enormes consorcios en la industria y bienes raíces. Sin embargo, después de que su padre fue brutalmente asesinado, Le V. se trasladó con su madre a Vietnam del Sur, donde fue a la escuela y con el tiempo se convirtió en abogado. Hy Cite Capacitación El deseo de pagar el precio Por: John McCormack - Tomado de: Sopa de pollo para el alma Igual que su padre antes que él, Le V. prosperó. Vio una oportunidad de construir edificios para acomodar la presencia cada vez mayor de los estadounidenses en Vietnam del Sur, y rápidamente llegó a ser uno de los constructores más prósperos en el país. Sin embargo, en un viaje al norte los norvietnamitas lo capturaron y lo enviaron a prisión durante tres años. Escapo matando a cinco soldados, y regresó a Vietnam del Sur, donde nuevamente fue encarcelado. El gobierno de Vietnam del Sur supuso que era un espía del Norte. Después de estar prisionero por algún tiempo, al salir inició una empresa pesquera que con el tiempo se convirtió en la mayor enlatadora de Vietnam del Sur. Cuando Le V. supo que las tropas y el personal de la embajada de Estados Unidos iban a salir del país, tomó una decisión que cambió su vida. Cargo a bordo de uno de sus barcos pesqueros todo el oro que había guardado, y se embarcó con su esposa, dirigiéndose hacia los barcos estadounidenses anclados en el puerto. Entonces, cambió todas sus riquezas por pasajes seguros fuera de Vietnam hacia las Filipinas, donde fue llevado en compañía de su esposa a un campo de refugiados. Después de lograr hablar con el presidente de las Filipinas, Le V. lo convenció para que hiciera que uno de sus barcos estuviera disponible para la pesca, y con ello estaba de regreso a los negocios. Dos años después, antes de que saliera de las Filipinas en ruta a los Estados Unidos (su último sueño), había desarrollado con todo éxito la industria pesquera en las Filipinas. Pero en el viaje a Estados Unidos se deprimió y angustió por tener que empezar de nuevo desde la nada. Su esposa cuenta que lo encontró a punto de saltar por la borda. «Le», le dijo, «si saltas por la borda, ¿qué será de mí? Hemos estado juntos por mucho tiempo, y hemos pasado muchas pruebas. Podemos hacer esto juntos». Ese era todo el ánimo que Le Van Vu necesitaba. Cuando llegaron a Houston en 1972, no tenían nada y no hablaban inglés. En Vietnam la familia se hace cargo de los familiares, por eso Le V. y su esposa se encontraron acomodados en el cuarto trasero de la panadería de su primo, en el centro comercial Greenspoint. Nosotros Construíamos nuestro local a sólo setenta metros de allí. Ahora, como ellos dicen, aquí viene el «mensaje» que es parte de esta historia: Su primo les ofreció trabajo en la panadería. Después de pagar los impuestos, Le V. aportaba al hogar $175 por semana, y su esposa $125. En otras palabras, su ingreso anual seria de $15.600. Además, su primo ofreció venderle la panadería Cuando pudieran darle $30.000 de cuota inicial. El primo refinanciaría la cantidad restante que seria de $90.000. Hy Cite Capacitación El deseo de pagar el precio Por: John McCormack - Tomado de: Sopa de pollo para el alma He aquí lo que Le V. y su esposa hicieron: Aun con ingreso semanal de $300 decidieron continuar viviendo en el Cuarto trasero. Se mantenían limpios tomando baños de esponja por dos años en los baños públicos del centro comercial. Durante ese tiempo su dieta consistió casi exclusivamente de productos de la panadería. Y cada uno de esos dos años vivieron con un total de $600, ahorrando $30.000 para pagar la cuota inicial. Le V. explicó después su manera de pensar: «Si conseguíamos un apartamento, que lo hubiéramos podido pagar con nuestros $300 semanales, tendríamos que pagar el alquiler. Entonces, por supuesto, tendríamos que comprar muebles. Luego tendríamos que conseguir transporte para ir y venir del trabajo, lo que significaba que hubiéramos tenido que comprar un automóvil. También hubiéramos tenido que comprar gasolina y seguro para este. Probablemente hubiéramos querido ir a algunos lugares en el auto, lo que hubiera significado tener que comprar ropa y artículos de tocador. Por tanto, sabía que si adquiríamos el apartamento nunca habríamos tenido juntos nuestros $30.000. Ahora, si piensas que has oído todo sobre Le V. permíteme decirte que hay mas: una vez que el y su esposa habían ahorrado el dinero de la cuota inicial y comprado la panadería, se sentaron a reflexionar una vez más. Todavía debían $90.000 a su primo, y a pesar de que había sido tan difícil vivir como lo habían hecho durante los dos últimos años, debían continuar viviendo en el cuarto trasero por un año más. Me siento orgulloso de decirte que en un año, mi amigo y mentor Le Van Vu y su esposa ahorraron virtualmente cada centavo de las utilidades que les producía el negocio, pagaron la deuda de $90.000, y en solo tres años eran propietarios de un negocio sumamente rentable, libre de deudas y sin problema alguno. Solo entonces los Van Vu obtuvieron su primer apartamento. Al momento continúan ahorrando regularmente, y viven con un porcentaje extremadamente pequeño de sus ingresos, y por supuesto, pagan siempre al contado todas sus compras. ¿Crees que Le Van Vu es millonario hoy día? Me siento feliz de decirte que sí; varias veces. Hy Cite Capacitación