RESE1NAS65 651 ODILE FELGINE y LAURA AYERZA DE CASTILHO (comps. y eds.). Correspondance(1939-1978) / Roger Caillois, Victoria Ocampo. Lettres rassemblees et presentees par Odile Felgine avec la collaborationde Laura Ayerza de Castitho et / 'aide de Juan AlvarezMarquez. Paris: Editions Stock, 1997. Tras publicar la primera biografia sobre Roger Caillois (Criterion, 1991) y dar a conocer una biografia de Victoria Ocampo atendiendo especialmente su relacion con Francia (Victoria Ocampo, Criterion, 1990; VictoriaOcampo, intimidades de una visionaria, de investigacion (19861994), Odile Felgine y Ayerza de Castilho clausuran diez 1996) con la publicacion de la correspondencia inedita que mantuvicron Victoria Ocampo y Roger Caillois a lo largo de su vida. Correspondance (1939-1978) / Roger Caillois, Victoria Ocampo reproduce 351 cartas escritas desde que se conocieron ambos autores en Paris hasta lamuerte de Caillois, el 22 de diciembre de 1978, ala que Ocampo no sobrevivirit mas que un mes. En el prefacio, Felgine setiala "[... . recortes e incluso alguna que otra pequeta selecci6n," reducidos "a minima," para mantener "discrecion y respeto por las personas ahn vivas" (22, traducci6n mia, al igual que todas los siguientes de este texto). A pesar del plet6rico uso de las mayuisculas an6nimas, ocasional por parte de los mismos autores de las cartas y extremado por las editoras, la lectura fluye con desconcertante espontaneidad de la palabra y del sentimiento, deslindando los confines de la pasion amorosa con la pesquisa intelectual. Esta correspondencia, vestigio de una bisqueday de un encuentro que no cesari de repetirse a lo largo de cuatro decadas, plasma ademis un caleidoscopio de retratos ins6litos: Jorge Luis Borges, Alejo Carpentier, Maria Zambrano, Georges Bataille, Albert que algunos de los nombres Camus, Pierre Drieu la Rochelle y Virginia Woolf no son entre la pleyade de autores cuidadosamente recopilados en el indice onomastico final. El libro tambien incluye una bibliografia de Victoria Ocampo y de Roger Caillois junto con una lista de las obras mas consultadas por las editoras. Roger Caillois, uno de los co-fundadores del College de Sociologie -junto con Georges Bataille y Michel Leiris- se dio a conocer colaborando para IaNRFmientras que Victoria Ocampo enarbolaba la prestigiosa aureola de mediadora cultural entre America y Europa. Durante una de sus visitas a la capital francesa y aconsejada por Jean Paulhan, Ocampo acudi6 a una de las intervenciones piublicas de Caillois en el College de Sociologie (1938). Su futuro protege~tenia entonces veinticinco atnos y estaba lejos de sospechar que el encuentro con Ocampo iba a convertirlo en uno de los intelectuales franceses dedicado a la traduccion y promocion de la literatura latinoamericana. Sin el menor asomo de artificiosidad, Victoria Ocampo explora el aletazo de una pasion atios mias ma's repentina por el "pequetio ilustrado frances," casi 23 atios menor que ella. Caillois no supo resistir su "dulzura de animal salvaje" (30) y su "capacidad devoradora, desproporcionada con mi ser" (42): Ia sigui6 a IaArgentina adonde permaneci6 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial nutriendo la arboleda de una memoria comhn. Durante los atios ma's intensos de la relacion amorosa (1939 y 1941), la correspondencia exhibe el despliegue protector de la gran Mecenas, y auspiciael encuentro de Caillois con las figuras consagradas de las belles lettres argentinas. Las cartas revelan tambien la Ocampo francofila con destellos de carifto materno, que le manda misivas para una cita al dentista (50-51, 84), que 652 RESENAS 652 atiende a su vestuario (57) y le ofrece hospedaje (84), que le despacha manzanas (124) y le regala una hampara (127). Mss tarde, Ocampo responders con el mismo afecto a los antojos culinarios de su protege desde la lejana Francia de las penurias de la posguerra. Las primeras cartas titubean entre el vous y el tu, entre ironia y entre convenios y alegatos, entre solicitudes y reclamos. La sed non satiata se escurre en invocaciones del otro, de su presencia y de su escritura: "Quisiera que me escribiera algo, que no desaparezca del todo hasta la semana proxima" le ruega Caillois (47), mientras que Victoria le reclama desde Florencia: "Todavia no he recibido nada de Usted" (48) o le confiesa: "me asusta el silencio etemo de esos espacios infinitos" (54). Ocampo, percusionista del concierto de una pasi6n consagrada por imposible, es correspondida con titubeos y efusiones amorosas: "Deseo tanto como Usted el carscter simdtrico de nuestra relacion" le aclara Caillois, "Claro que entiendo que la asfixio, que le hago respirar un aire enrarecido. Entienda tambidn que apenas me deja un segundo de descanso[...1 hasta he dicho que esto corre el riesgo de ser imposible [...] no podemos desear mss el uno del otro que aquello que nos desesperaria mss conseguir" (42-43). Entre el voto y el vuelo, Caillois no se pronuncia mss que anunciando la llegada a Buenos Aires de su primera esposa. Las dos cartas de Yvette Caillois a Ocampo anexadas por las editoras al final del volumen, dan fe de la amistad que llegarian a tener las dos mujeres. Caillois admiti6, sin embargo y con reverencia, el aprecio por su "gran caridad", y la precisi6n de su tutela: "No debes dejarme. iSabes quidn te sustituiria para formarme? Perd6name si te pongo triste" (87). En 1945, Ia dependencia intelectual de Caillois le concede a Ocampo su merecido lugar: "Me doy cuenta hasta que punto eras oxigeno parami deficiente inspiraci6n" (243). Etemamente agradecido, Caillois le ofrecerA, en el umbral de la muerte, su (dtima obra Le Fleuve Alphee: "Fue el libro en donde me senti mss cerca de ti [...]" (453). Fuera de esta correspondencia, Ocampo no habia dejado mss que pruebas exiguas del papel que le correspondia en el desarrollo intelectual de Caillois (VdaseAutobiografia,Sury Cia,Vol. VI, cartade Waldo Frank). Quien conozca laAutobiografla y los Testimonios de Victoria Ocampo quizA se sorprenda asimismo ante el conmovedor impetu de su pasion epistolar, tajantemente opuesto a la parquedad con la que aludia a Caillois en sus memorias. La nominacion de Caillois a la Academia Francesa (1972), habia inspirado a Ocampo un ensayo adonde invocaba con ironia en el atenuante y paliativo titulo: "Roger Caillois y el intercambio cultural". La correspondencia Callois-Ocampo agasaja inevitablemente el empalme de dos culturas pero aqui, Ocampo, demuestra una admiracion mss intima, ms entrafiable. Ocampo se complace en citar autores en inglds y escribe un frances avec esprit que dej6 sorprendido a Caillois al enterarse de que "escribia sus textos primero en frances y que " 'su ejdrcito' los traducia despuds" (49). Ocampo explora todos los registros del discurso con soltura, manifestando a pesar de ello unatendencia ala hipercorreccion, a veces neurotica, reiterando con inquietud "L~Se escribe asi?" (vdase carta del 18 de abril 1941, 123). Pese a las vacilaciones ortogrficas, su cosmopolitismo la coloca en el altar de la anagrama, lo andcdotas jocosas: "Lo comico, es que JM cree mediacion cultural, orquestando numerosas pasmar a los argentinos con esta letania de nombres paramostrar que tutea con mejorcito. lo Sin embargo aqui como en Espaina, todo el mundo se llama por el nombre de pila, y eso no a nadie y ademss nadie sabe quienes son Gogo, Marie-Laure o Jef, ni si tienen importancia" (73). Caillois descubre por su parte el espacio americano, y su literatura, en asombra RESENJAS65 653 un recorrido que lo ieva desde Mexico hasta la Patagonia, y desde Don Segundo Sombra a Carpentier. En su escritura epistolar, Caillois se prestaa incursiones lingiisticas espafolas entremezcladas con hispanismos involuntarios, y le ofrece a Ocampo testimonios rebosantes de fascinacion por America. Al regresar a Europa despuds de la victoria de los Aliados, la correspondencia de Caillois toma otro rumbo y adquiere un tono mas distante y profesional. A la agonia inicial de la separaci6n se ira supliendo un intercambio de lecturas y de colaboraciones editoriales, de comentarios sobre conferencias y coloquios internacionales a ambos lados del Atintico, hilvanadas esporAdicamente por nostalgias de la memoria comun. Entre 1945 y 1949, y sobre todo a partir de 1952, escasean y se distancian las cartas deOcampo, quesegun Felgine no se legaron a conservar. Al interds por la relaci6n personal se suplen los ilustrativos testimonios sobre las circunstancias politicas e intelectuales de cada uno. El compromiso politico de Victoria Ocampo denuncia primero el fascismo escalonante europeo, el peronismo y las siguientes olas de violencia en la Argentina mientras que Caillois trata de resolver sus diferencias con el existencialismo sartreano y el arte abstracto de Picasso. Las complicaciones financieras por las que pasa Ocampo, van a distanciar los encuentros, a pesar de los esfuerzos mutuos, para seguirse viendo. Las cartas atesoran ademAs las pasiones literarias de Ocampo: "Estoy embebida en Lawrence. Lo amo. Respiro [... ] Mi sangre circula bien cuando lo leo. Lo admiro y estoy feliz de que haya existido" (86). Rastreando la correspondencia de Lawrence, y reclamando la de Caillois, Ocampo confirmar aqui su entusiasmo por el gdnero epistolar. Las cartas, segun dice, le permiten "echar mano al hombre," mejor que los libros (135). Estas cartas son tambidn un archivo del historial de la escritura memorialista de Ocampo y de su fe en el "resurgimiento casi necesario de la autobiografia en el ensayo" (442). En su pasiun por la literatura, Ocampo no pierde nunca el crudo norte de su compromiso feminista: "Es lo que yo llamo tener cojones no carcomidos por las hormigas. Quisiera tener semejantes y estoy segura de que sabria servirme de ellos mejor que la mayoria de Ustedes, hombres de poca fe" (79). Se espera una segunda edicion para reducir las excesivas repeticiones de mayusculas que no dejan de entorpecer Ialectura a pesar de garantizar el anonimato de ciertas personas. con una docena de comentarios, Debido a la cantidad de notas -algunas cartas son seria tal vez recomendable convertir las notas finales de este denso volumen (523 paginas) la lectura simultatnea de las cartas y de las notas. Por fin, en notas al calce. Se facilitaria anotadas asi habria que corregir la interpretacibn errbnea de una nota ("ditto" significa "tambidn" en inglds y no "al dedo"). Felgine y Ayerza de Castilho logran no obstante colmar el deseo de ambos corresponsales: En carta del 21 de marzo 1941, Caillois le respondia en efecto a Ocampo: "yo tambidn quisiera escribir un libro contigo" (99). Aqui lo tenemos, con el melancblico sabor de un final sagaz, cuando en el umbral de la muerte, Iaconfesion se vuelve mas poderosa que el reclamo, y los deseos se evaporan en las 6ltimas preguntas silenciadas sabe? Queria que te quedaras para hablar contigo" de Ocampo: "GSTe volverd a ver? LQuien 4 (453). The City College ofNew York IRMA VELE