¿EXISTEN RESTRICCIONES PARA SUS HIJOS SOBRE EL USO DE TECNOLOGÍAS EN EL HOGAR (TIEMPO, LUGAR, TIPO DE TECNOLOGÍA)? 30,4% SÍ 37, 9% CARLA DANNEMANN SOLO EN LA SEMANA “Es cierto que a veces uso la tecnología para que los niños se queden tranquilos, aunque no es la idea”, confiesa Cecilia Herrera. SOLO EL FIN DE SEMANA 1,8% NO 29, 9% ¿CÓMO DECIDES QUÉ REGLAS PONER CON RESPECTO AL USO DE TECNOLOGÍA? LE PREGUNTO A UN ESPECIALISTA (PSICÓLOGO, MÉDICO) 4,5% LO HABLO EN EL COLEGIO 1,8% NO LO HABLO CON NADIE 29,5% LO DISCUTO CON MI PAREJA 60,9% LO HABLO CON APODERADOS DEL COLEGIO 3,3% 42 YA con dispositivos tecnológicos. De ellos, el 29,9 por ciento usa estas herramientas sin ningún tipo de restricción o supervisión. La cifra, si bien es bastante alta, no sorprende a los investigadores. –Parte de la inquietud por hacer este estudio nace de una investigación previa, con adolescentes, donde observamos que muchos papás, por ejemplo, cuestionan que un hijo vaya a alojar a la casa de alguien que ellos no conocen, pero dejan que estén con toda libertad en redes sociales, donde sí pueden interactuar con personas desconocidas –acota Martina Piña, investigadora a cargo del estudio. La abogada Esther Valenzuela –42 años, directora de la Escuela de Derecho de la Universidad Diego Portales– es una de las mujeres que participó en la encuesta. Actualmente trabaja en un estudio sobre la futura Ley de Protección de Derechos y Garantías de la Infancia y Adolescencia en Chile, que se presentará a fines de año al Consejo Nacional de la Infancia y, en mayo, al Congreso y que plantea conceptos directamente relacionados con los asuntos abordados en la encuesta. Pero Esther no mira los conflictos que puede generar la tecnología solo desde afuera. Está dentro del 37,9 por 80,8% DE LOS PADRES DEJA QUE SUS HIJOS VEAN TODO LO QUE ELLOS DIFUNDEN EN REDES SOCIALES. PERO EL 28,8% DE LOS HIJOS NO DEJA QUE SUS PADRES VEAN LO QUE ELLOS PUBLICAN. ciento de las madres que sí restringe su uso dentro de su familia. –Yo no tengo idea de cómo usar esas cuestiones de control parental –confiesa–. Mi hija de ocho me presiona para que le compre celular, y con mi hijo de seis tengo otro problema: los videojuegos. Se pone ansioso, nervioso después de jugar, pese a que con mi marido lo tenemos restringido en horario y días. Pero tampoco sabemos si la restricción impuesta es la adecuada. No saber las consecuencias del uso de aparatos o de juegos hace que actuemos a ciegas. Norma Torres, 37 años, odontopediatra con magíster en gestión de salud, también participó en este estudio y su opción es, a ojos de muchos, extrema: en su casa, en Concepción, no hay televisión por cable ni conexión a internet. –A todo el mundo le llama la atención que siendo ambos padres profesionales con posgrado, no tengamos internet en la casa. Mis hijos, una niña de 11 y un niño de seis, buscan información en libros, en diccionarios, en una enciclopedia Sopena de los años 80 –cuenta–. Mi hija mayor a veces hace berrinches por esto, pero ya lo tiene asumido. En caso de necesitar la red para alguna tarea o actividad escolar, Norma comparte con sus hijos el acceso que tiene a través de su teléfono, una vez que llega a la casa después del trabajo. También se lo piden para ver videos, y ella accede, siempre que los vean con ella. Sus hijos tienen teléfono celular, explica, porque en su casa no hay telefonía fija, pero solo para llamados y mensajes de texto. Tienen una consola de videojuegos, con uso restringido. –El tiempo que otros niños invierten en el computador, los míos lo usan para hacer deporte. Lo pasan bien así y no entienden cómo sus vecinos prefieren no salir por estar frente a un computador. En la casa de Cecilia Herrera, 37 años, ingeniero civil y directora ejecutiva de Teleduc, internet funciona con una clave que solo ella y su marido conocen, cosa que también hace el 26,8 por ciento de las encuestadas. Así, explica, puede supervisar el uso que sus hijos –dos hombres, de ocho y cinco años– le dan a la conectividad. Los videojuegos, YouTube y hasta la búsqueda de información para hacer las tareas solo tiene lugar una vez que ella ha llegado a la casa, después de las seis de la tarde. Cecilia cuenta que a su hijo le gustaba ver tutoriales en YouTube, especialmente de Minecraft, juego centrado en la construcción de edificios que evalúa como positivo y seguro. Pero supo, a través de