psicoanálisis - Asociación Psicoanalítica del Uruguay

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REVISTA URUGUAYA DE
PSICOANÁLISIS
Comparación y desarrollo de las teorías psicoanalíticas de la melancolía1
J. O. Wisdom
(Londres)
Descriptores: MELANCOLIA / DEPRESION / NARCISISMO PRIMARIO /
AMBIVALENCIA / PERDIDA DE OBJETO / SADISMO ORAL /
IDENTIFICACION PROYECTIVA / POSICION DEPRESIVA / SUICIDIO
/ REPARACION / RELACION DE OBJETO / OBJETO PARCIAL /
INTROYECCION NUCLEAR.
I—Introducción.
II.—El síndrome.
III.—Factores de diagnóstico.
IV.— La teoría de Freud-Abraham.
V.—
Nueva exposición en términos de objetos introyectados nucleares y
orbitales.
VI.— La hipótesis de Abraham de la pérdida anal.
VII.—- Desarrollo postclásico.
VIII.— El narcisismo primario.
IX.—La teoría de la posición depresiva: en relación con el objeto.
X.—
La teoría de la posición depresiva: en relación con e1 sujeto.
XI.— La teoría de la posición depresiva: unidad por proyección.
XII.— La teoría de la posición depresiva: identificación proyectiva.
XIII.— La teoría de la posición depresiva: reparación.
XIV.— La teoría postclásica de la melancolía.
XV.— Un problema etiológico básico.
XVI.— Relación entre las teorías clásica y postclásica.
XVII.— El mecanismo subyacente al suicidio.
XVIII.— Resumen y conclusiones.
I.— INTRODUCCION
La naturaleza de este artículo puede describirse como sigue. Se intenta exponer en
detalle, a la vez, la teoría clásica o teoría de Freud-Abraham, y la teoría kleiniana de la
depresión psicótica. Para esto, hallamos necesario distinguir entre objetos introyectados que forman parte del mundo interno y objetos introyectados que forman
parte de la persona enfrentada con un mundo interno. La teoría de Klein es de
1
Versión ampliada de un artículo leído en una reunión de la British Psycho-Analytical Society, Londres; 1º de
noviembre de 1961. Traducido de “International Journal of Psycho-Analysis”, Vol. XLIII, 1962, pág. 113-132
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estructura idéntica a la clásica, salvo por la ubicación del blanco de la ambivalencia,
pero difiere en cuanto a la presuposición en la infancia del narcisismo primario.
Clásicamente, la melancolía era una reacción a una herida narcisística; en la teoría
postclásica, una reacción a la posición depresiva. Es necesario, pues, enunciar y
elaborar más la teoría de la posición depresiva. La investigación detallada de ésta, trae
la posibilidad de fenómenos clínicos más amplios que pueden descubrirse, como la
“tensión nuclear”, y plantea el problema del factor psicopatológico fundamental; hay
discusión entre varios candidatos posibles, entre los cuales el favorito es el amor
destructivo. Algunas hipótesis explican apariencias que pueden ser atribuidas al
narcisismo primario, y explican también la diferencia en la naturaleza de la ambivalencia en las dos teorías. Se describe un mecanismo subyacente al suicidio, en el cual una
desintegración esquizoide es provocada por la reintroyección de una identificación
proyectiva, destructiva. Se dejan deliberadamente de lado muchos problemas, por
ejemplo, el problema de las formas de depresión clínicamente distintas, la incidencia
del complejo de Edipo, el rol de los instintos, etc., con el fin de concentrar el estudio
sobre los problemas básicos del mecanismo.
Se intentará primero reconstruir la teoría clásica, o teoría de Freud-Abraham, de la
depresión psicótica, según sus contribuciones, en cinco artículos (1, 2, 9, 3, 30).
Abraham hizo la contribución inicial. Ha descrito muchos rasgos de la perturbación, a la
vez síntomas y factores subyacentes. Ha señalado especialmente un paralelismo
marcado entre la depresión y la neurosis obsesiva en el hecho de que amor y odio se
interfieren mutuamente (1, p. 139; cf. 9, pp. 250-1) y ha considerado que el deseo de
una venganza violenta lleva a un sentimiento de culpabilidad (1, p. 146). Además,
introdujo la idea de que la depresión es caracterizada por la oralidad y las tendencias
canibalísticas: “en contraste con el deseo sádico del neurótico obsesivo, el único deseo
del melancólico es el de destruir su objeto de amor devorándolo” (2, p. 277). Abraham
(3, p. 419) y los autores posteriores reconocen a Freud el mérito de haber agregado el
rasgo más significativo: la introyección del objeto de amor con ambivalencia hacia él
(9). Abraham (3) ha agregado otro factor más: que la depresión implica esencialmente
sadismo anal. (Según su división de las “fases”, la depresión arraiga en una
combinación de fijaciones orales tardías y anales tempranas.) Todos estos artículos
son de muy alto nivel. Rádo (30) también ha escrito un trabajo excelente. Ha aclarado
muy bien rasgos importantes e intentado describir el curso del proceso patológico. Ha
agregado también algunos otros puntos, que son importantes, pero menos fundamentales que los descritos por sus predecesores. Por ejemplo, consideraba que la fase
aguda de la melancolía venía precedida por una rebelión arrogante y amargada (30, p.
421), y que el depresivo necesita muchos admiradores, pero los trata con egoísmo
desenfrenado y tiranía (30, p. 423). Ha enunciado la hipótesis que el masoquismo
surge en el depresivo con el fin de congraciarse con el superyo y que esto constituye el
mecanismo de autocastigo (p. 424). Ha sugerido también un paralelismo interesante
entre culpa, expiación y perdón por un lado, y rabia, hambre y succión por el otro (p.
426).
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II.— EL SINDROME
Según la descripción que hace Freud del síndrome,2 podemos ordenar los
síntomas principales como sigue:
1) Afecto de aflicción; sentimiento de agotamiento.
2)
Sentimiento de falta de amor; pérdida de la capacidad de amar;
pérdida del contacto con los demás; preferencia por estar solo.
3)
Pérdida de interés.
4)
Total inhibición de la actividad.
5)
Pérdida de la autoestima.
6)
Culpa, remordimiento y autorreproche.
7)
Espera delirante de castigo; deseo de muerte; tendencias suicidas.
IV.— LA TEORIA DE FREUD-ABRAHAM
III.— FACTORES DE DIAGNOSTICO
En los artículos citados se encontrarán los siguientes factores:
a)
Sentimiento del depresivo de haber sufrido una enorme pérdida
dentro de sí (9, pp. 244 247).
b)
Sentimiento de que esto ocurre por medio de una expulsión anal (3,
p. 426).
c)
Tendencias orales, especialmente canibalísticas (2, p. 277);
regresión a la fase oral (2, p. 276).
d)
Anhelo del pecho (3, p. 450).
e)
Introyección del objeto de amor (9, p. 249), que es primitivamente
la madre (3, p. 460).
f)
Introyección por la vía oral (3, p. 444), elección de objeto
narcisístico (9, p. 249).
g)
Un sentimiento de poder omnipotente de destrucción (1, p. 146).
h)
Profundo odio y desvalorización (9, pp. 248-251) dirigidos
principalmente hacia la madre (3, p. 460) y su representación introyectada (9,
pp. 248-249): de ahí sadismo intenso (2, p. 277) y ambivalencia aguda (9, pp.
257-7).
i)
Unión o identificación con el objeto introyectado (9, pp. 249, 251-2).
j)
Odio a sí mismo (9, p. 257).
k)
Sentimientos inconscientes de ser odiado (1, p. 145).
1)
Dudas en adoptar un papel masculino o femenino (1. pp. 143-4).
A estos factores se podría agregar que el melancólico:
m)
Se siente abandonado (por sí mismo tanto como por los otros).
2
“La melancolía se caracteriza psíquicamente por un estado de ánimo profundamente doloroso, una cesación de
interés por el mundo exterior, la pérdida de la capacidad de amar, la inhibición de todas las funciones, y la
disminución del amor propio. Esta última se traduce en reproches y acusaciones de que el paciente se hace objeto a
sí mismo y puede llegar incluso a una delirante espera de castigo” (8, p. 244).
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n)
o)
Siente que un objeto amado, aun bueno, le falta.
Se siente con derecho a que la gente le compense esa injusticia.
IV.— LATEORIA DE FREUD-ABRAHAM
Intentaremos ahora reconstruir la teoría.
Una presuposición básica era la idea del narcisismo primario (9, pp. 244, 249, 250).
Las grandes etapas, entonces, eran las siguientes: Primero, herida narcisística.
Segundo, pérdida por odio. Tercero, compensación fantástica en la forma de introyección oral de la madre. Cuarto, por medio de la proyección y reintroyección del odio, un
estado de destrucción interna. Quinto, los rasgos esenciales son la ambivalencia y el
sentimiento de culpabilidad.
Al establecer las hipótesis detalladas, he enunciado normalmente en primer lugar
las que constituyen el diagnóstico o la teoría clínica para entrar después en la teoría
explicadora. Aquí resultaría engorroso hacer lo mismo. La teoría explicadora consta de
dos partes. La primera y principal es:
(T) Los melancólicos han sufrido en la infancia una herida narcisística (primaria) (9,
pp. 249, 253; 3, pp. 457-8, 458-9). Eso es la teoría de la naturaleza del psiquismo
melancólico. Hay que agregarle una hipótesis acerca del factor desencadenante:
(t) Algún “golpe”, como puede ser una pérdida real, despierta un sentimiento de
pérdida de objeto (9, p. 251); o son (para dejar una alternativa compatible) pequeñas
pérdidas que se han sumado; o (?) una pérdida puramente fantástica.
Sobre la tendencia básica del psiquismo (T) actúan una serie de procesos
desencadenados por (t), dados por la teoría clínica o diagnóstica o la psicopatología,
como sigue:
(1) Había un objeto original del odio, la madre (3, p. 460) [que se vivía como
causante de la herida narcisística primaria].
Es la única hipótesis que establece algo del pasado; todas las demás, en cualquier
esbozo que puedan hacer, se refieren sólo a lo actual.3 Son:
(2) El odio actual, tomando la forma de incorporación y destrucción oral, es vivido
como responsable de la pérdida del objeto (2, p. 276; 9, pp. 249-50) [que despierta la
herida narcisística primaria].4
(3) Se considera que la pérdida se efectúa por medio de una expulsión anal (3, pp.
426, 444).
(4) Surge la necesidad de amor compensatorio (9, p. p. 249; 3, pp. 443-4, 444-6)
para sanar la herida narcisística primaria.
(5) Eso toma una forma oral (9, pp. 249-50).
(6) De ahí surge la fantasía de introyectar a la madre para restaurar el estado de
satisfacción narcisística (la introyección es vivida como devolviendo la vida al objeto (3,
p. 436; cf. 9, pp. 249, 257).
3
Debo a Mr. R. F. J. Withers el haber llamado la atención sobre la importancia de distinguir el pasado y lo actual.
4
Los corchetes señalan un agregado que he hecho para llenar una laguna en la teoría, agregado que los trabajos
clásicos no pueden fundamentar, pero que los autores clásicos casi seguramente hubieran aceptado.
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(7) El odio es proyectado sobre el objeto externo destruido y reintroyectado (3, pp.
461-2; cf. 9, p. 252).
(8) Entonces el objeto introyectado se vuelve hostil (3, pp. 461-2).
(9) De ahí surge el ataque a la propia persona.
(10) El estado siguiente es la autodenigración (9, p. 252).
(11) El afecto siguiente es el remordimiento.
(12) Ya que hay una actitud de odio (cf. 2) hacia el objeto introyectado, que ha
sustituido el odio a la madre (3, p. 461), tanto como una actitud de valoración, y ya que
el objeto es vivido como malo y bueno a la vez, hay ambivalencia.
(13) El afecto de ambivalencia hacia el objeto introyectado (1, p. 146), o el verlo a la
vez bueno y malo (30, p. 431), o el sentimiento de atacar al objeto bueno introyectado,
constituye el sentimiento de culpabilidad.5
V.— NUEVA EXPOSICION EN TERMINOS DE OBJETOS INTROYECTADOS
NUCLEARES Y ORBITALES
Como en trabajos anteriores, encuentro que se puede dar mayor precisión a la
descripción utilizando una distinción que he hecho entre identificación nuclear o
introyección nuclear por un lado, e identificación orbital o introyección orbital por otro;
se apoya en una distinción entre objetos introyectados nucleares y orbitales, los objetos
introyectados nucleares formando el centro de la persona, y los objetos introyectados
orbitales siendo objetos internos (38). Podemos exponerlo brevemente como sigue.
Cuando un objeto es introyectado, hay dos posibilidades. Puede formar parte del
mundo interno de la persona y ser visto por la persona como un objeto interno.
Entonces la persona tiene relaciones con un objeto situado en la órbita de su mundo y
podemos llamar a ese objeto “objeto introyectado orbital”. Por otra parte, el objeto
introyectado puede formar parte y porción de la perspectiva de la persona; la persona
puede mirar al mundo, incluyendo su mundo interno, por los ojos de este objeto
introyectado. Tal objeto introyectado no es un objeto introyectado orbital, sino que
forma parte del centro de la persona, puede ser llamado su “núcleo”, y la persona no
tiene relaciones de objeto con el núcleo, sino que unida al núcleo tiene relaciones de
objeto con los objetos orbitales; entonces se puede llamar un “objeto introyectado
nuclear”. La “identificación” y la “identificación introyectiva”, tales como se mencionan
en la literatura, se refieren probablemente a la introyección nuclear, y podría llamarse
“identificación nuclear”; podríamos también, si lo quisiéramos, con los objetos orbitales,
hablar de “identificación orbital”.
El concepto de “persona” es empleado en su significado ordinario, que supone
límites elásticos: es a veces equiparado con el núcleo, a veces con el núcleo y la
5
Abraham (3, p. 459) consideraba la situación edípica como básica, pero no ha mostrado su rol o su conexión con
los otros mecanismos.
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totalidad del mundo interno, a veces incluye y otras veces excluye al cuerpo (cf.
Hartmann, 13, pp. 84-5).
Aunque el modo de hacer la distinción sea nuevo, lo que se distingue había sido
reconocido instintivamente desde los primeros tiempos del psicoanálisis (Freud, 8, 6 93
f.7). Corresponde estrictamente a la distinción entre yo e imagen. La distinción entre objetos introyectados nucleares y orbitales no es lo que constituye el tópico principal de
ese trabajo. La he traído simplemente porque sin ella no puedo asir determinados
problemas que surgen en la teoría psicoanalítica, ya sea clásica o kleiniana. La distinción, de cualquier modo, es neutra e independiente de las escuelas. Ahora vamos a
empezar a usarla.
Surge entonces la pregunta, en conexión con (b) ¿en dónde se efectúa la
introyección de la madre? En “Aflicción y melancolía”, Freud considera que para el
melancólico la pérdida no es “de un objeto” sino “de un objeto dentro de sí” (9, p. 247).
Toda la orientación del artículo tiene el significado de una introyección nuclear más
bien que orbital: por ejemplo, “se transformó la pérdida del objeto en una pérdida del
yo” (9, p. 249); y de hecho la perspectiva de Freud establece progresivamente (9, pp.
249-52):
1) la identificación del yo con el objeto odiado, II) la identificación narcisística (que
refuerza el mismo punto), y III) el narcisismo como primario —“una regresión desde la
elección de objeto narcisístico al narcisismo” (9, p. 250)—. Este último punto es quizá el
que muestra en forma más definitiva que Freud concebía la identificación como
nuclear. En consecuencia 6, tratar la introyección de la madre es reemplazado por
(6.1) Una introyección nuclear de la madre toma el lugar del objeto externo
destruido.
(6.2) La finalidad es establecer un objeto introyectado bueno.
Del mismo modo 7, tratar la proyección e introyección del odio, se vuelve
(7.1) El odio es proyectado y reintroyectado como característico de un objeto orbital
malo.
Esto refuerza la “instancia crítica” del yo, que Freud ha llamado más tarde superyo.
Ahora el cuadro que tenemos hasta aquí es de un núcleo valorado atacado por un
objeto orbital hostil introyectado, lo que sería un autoataque de tipo persecutorio, y en
consecuencia no lo que pensaban los autores clásicos. Para superar esta dificultad,
podemos agregar:
6
Señalado en la discusión por Mrs. E. Rosenfeld.
Thorner (38) hizo esencialmente la misma distinción. La misma idea subyace a la distinción de .Jacobson entre
“representación de la persona” y “representación de objeto”, términos que tomó de Hartmann (13, p. 85). Cuando
emplea el término “representación de la persona”, esto describe una realidad psíquica, la persona, en tanto que se
opone a un objeto interno, es decir, a la representación de un objeto externo; parece haber introducido la palabra “representación” únicamente para recalcar su oposición a un objeto interno que es en esencia una representación; la
persona no es, por supuesto, una representación, y Hartmann no la trata como si lo fuera —no utiliza
“representación de la persona” en el sentido que la frase podría sugerir, de algo que representaría a la persona—.
Jacobson, sin embargo, parece usar el término para un compuesto a la vez de la persona (17, p. 85) y de una
representación de la persona (17, p. 86), aunque considere la primera como núcleo. Existe la posibilidad de hacer
aquí una distinción real. Para tomar un ejemplo de un paciente que se considera como “siendo Napoleón” (18, p.
109), podríamos entender que Napoleón es introyectado en la persona, o podríamos entender que el paciente se hace
una representación de si mismo como siendo Napoleón. La naturaleza de los delirios psicóticos, sin embargo, es tal,
que identificaciones como esta, y también en realidad identificaciones normales, no son sentidas como representaciones sino como siendo una parte integrante de la persona; si así es, resulta erróneo introducir el término de
“representación”. Dejando aparte la terminología, sin embargo, Jacobson ha explicitado la distinción.
7
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(8a) El núcleo de la persona envuelve el objeto introyectado orbital (cf. Abraham
1924, p. 461).
(9a) La persona, incluyendo el objeto introyectado orbital, ataca su núcleo.
Estos dos puntos describirían la idea intuitiva clásica de La agresión vuelta contra
la propia persona. Las hipótesis 12 y 13 pueden formularse de nuevo simplemente por
la sustitución de “objeto introyectado” por “objeto introyectado nuclear”. Se hace ahora
evidente que la teoría está centrada sobre la ambivalencia dirigida por un objeto
introyectado orbital contra el núcleo.8
El cambio en el modo de expresión no .intenta para alterar la teoría clásica. Aparte
de una mayor claridad, la principal ventaja proviene de la introducción de la hipótesis
(8a). Algo parecido estaba presupuesto intuitivamente en la teoría clásica. Así, el
superyo ocupaba a veces la posición de un objeto introyectado orbital, pero a veces
formaba parte del yo. La idea de 8a es que los límites de la persona están marcados
sólo hasta cierto punto, es decir, que son elásticos y pueden extenderse y retractarse: y
que cuando se extienden pueden incluir el objeto introyectado orbital y así identificarse
con su hostilidad, por ejemplo. De este modo, se puede reconstruir un mecanismo
posible para un ataque masoquista vuelto contra la propia persona. La teoría clásica,
que no daba específicamente cuenta del modo en que esto era posible, es aquí sólo
ampliada.
El punto más importante para enfatizar es que la estructura de la ambivalencia que
caracteriza la melancolía en la teoría clásica es dirigida desde un objeto orbital hacia el
núcleo (aunque la ambivalencia en relación a un objeto externo es dirigida desde el
núcleo).
Hay una muy pequeña diferencia entre los detalles y puntos de vista
proporcionados por Freud y Abraham. Para Freud, el objeto pedido es reemplazado por
un objeto introyectado nuclear. La hostilidad contra el objeto perdido que provenía del
núcleo se vuelve ahora hostilidad de la “instancia crítica” del yo (objeto orbital) contra el
objeto nuclear. Abraham incluye procesos más detallados; el odio nuclear es
proyectado y reintroyectado cuando es identificado con la parte crítica del yo. Se
precisa este agregado para explicar el odio del objeto introyectado nuclear porque la
“instancia crítica” del yo no tendría, por sí sola, bastante motivo para castigar al objeto
introyectado, y Freud mismo insiste en que el castigo actual cruel que ejerce la
“instancia crítica” reemplaza la primitiva hostilidad hacia el objeto perdido. Entonces, no
sólo el agregado de Abraham es necesario, sino que Freud lo hubiera probablemente
suscrito de haber escrito en forma más completa (este punto tenía muy poca relación
con el trabajo que escribía).
Queda otro punto que no fue completamente explorado. Abraham consideraba al
objeto introyectado nuclear como derivado finalmente de la madre, y así pienso que lo
consideraba Freud. Pero Freud (9, p. 149) habla del melancólico como predispuesto a
una elección narcisística de objeto, lo que, tratándose de un hombre, podría sugerir que
el objeto introyectado nuclear tendría que ser el padre. No hay contradicción si
consideramos que “la elección de objeto narcisística” no se refiere a la realidad
biológica sino al sexo que el melancólico siente suyo.
8
Al presentar este trabajo, enuncié la teoría clásica en sus propios términos, correctamente, según creo; pero
descubrí que habla fallado en expresarla correctamente en términos de núcleo y objetos orbitales, y en consecuencia
no había explicado exactamente la orientación de la ambivalencia.
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VI.—
LA HIPOTESIS DE ABRAHAM DE LA PERDIDA ANAL
Fue Abraham que adelanté la hipótesis 3, que la pérdida so producía por medio de
la defecación. Se ha comentado poco, pero nadie, que yo sepa, la ha negado. Su punto
de vista, sin embargo, tiene que ser formulado con algún cuidado. Rádo (30, p. 435) y
otros lo han interpretado como significado que se expulsa un objeto malo; y eso puede
dar una impresión inexacta.
Abraham sugiere, dando varios elementos y clases de evidencia para apoyar esta
sugestión, que defecar es perder y que perder es destruir; su idea es que, por medio de
la defecación, el objeto es a la vez perdido y destruido (3, pp. 427-9).
El contenido de la exposición de Abraham hace surgir en la mente del lector la
pregunta de si el objeto expulsado es bueno o malo —y de hecho hay indicaciones en
los dos sentidos—.
Cuando consideramos el problema, se hace evidente que la destrucción se
produce después de o junto con la expulsión. Entonces el objeto orbital no es malo en
el sentido de destruido. ¿Lo es en algún otro sentido? Ya que es el objeto amado,
podría parecer que no es malo en absoluto; pero esto no sería verdad para su
pensamiento. Lo que sostuvo es eso: 1) el objeto bueno orbital falla en satisfacer todas
las demandas que se le hacen; II) esto produce una gran decepción y aún odio hacia el
objeto; III) no es destruido y después expulsado, sino que se le expulsa para
desprenderse de un objeto tan frustrador; y IV) es en alguna forma destruido en el
proceso de la expulsión. Podemos ver ahora que es la ambivalencia que proporciona la
clave. El objeto es odiado porque es un objeto de amor que decepciona. Entonces, el
objeto orbital es malo, no en el sentido que es destruido, sino en el sentido que
decepciona o frustra, lo que presupone que es un objeto valorado. Lo que se expulsa
es un objeto valorado que es malo en el sentido que ha defraudado al sujeto. La
aclaración nos permite ver que hay una alternativa posible: podría ser entonces que el
objeto orbital sea primero destruido y después expulsado [Abraham (3, p. 428), de
hecho, menciona esta posibilidad sin darse cuenta que constituye un punto de vista
completamente distinto]. Es importante establecer qué alternativa se produce
realmente, y se podría establecer clínicamente. Los ejemplos de Abraham no
proporcionan una verdadera indicación. El punto de vista de Abraham aquí podría
parecer en desacuerdo con el de Freud: el texto de Freud al respecto (9, p. 251) parece
admitir únicamente la interpretación de que se trata de un ataque destructivo contra el
objeto. Klein, como veremos, ha seguido en ello más a Freud que a Abraham. Además,
para Freud, el objeto era nuclear, mientras para Abraham era orbital. En esto, Klein ha
seguido más a Abraham que a Freud.
Hay que mencionar una segunda contribución de Abraham (3, pp. 444-7, 464).
Sugiere, con pruebas que lo apoyan, que el objeto defecado es reintroyectado (y al
mismo tiempo preservado y devorado sádicamente). Hay que notar también una
pregunta que no es fácil contestar: cuando el objeto orbital se pierde, es destruido;
cuando se reintroyecta, es destruido una vez más —¿en qué momento, entonces, es
revivido?—.
VII.— DESARROLLO POSTCLASICO
El principal desarrollo postclásico se ha producido con Klein.
Un buen número de otros analistas importantes han escrito sobre depresión. Su
trabajo ha sido el sujeto de dos reseñas exhaustivas, en Inglaterra por Rosenfeld (34) y
en Estados Unidos por Hendelson (27) que muestran un alto grado de acuerdo entre
los otros principales autores, americanos e ingleses, y Klein, pero que señalan también
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algunos puntos en desacuerdo. Entre éstos, hay sólo uno, por lo que puedo encontrar,
que sea a la vez más importante y no pertenezca a la teoría clásica, pero desgraciadamente muy poco desarrollado para poder considerarse como una teoría aparte. 9
Rosenfeld también ha observado un grado considerable de acuerdo entre la teoría de
Klein y la teoría clásica. Esta concordancia estrecha podría, quizá, señalarse
especialmente en vista a la divergencia general de Klein con la teoría clásica sobre un
pequeño número de consideraciones; por eso es sobre la depresión que Klein está más
próxima a la teoría clásica o que la teoría clásica es más kleiniana.
Pero existe una diferencia significativa, y la diferencia me interesa por lo menos
tanto como la identidad.
Si probamos las hipótesis clásicas uno por una, advertiremos que Klein no
discutiría mucho ninguna, salvo una —la del narcisismo primario—. Habría, además,
una diferencia en las dos teorías respecto a la orientación de la ambivalencia; el
alcance de esta diferencia se discutirá más adelante. Klein habló pocas veces del
narcisismo. Cuando lo hizo, se refirió muy obviamente al narcisismo secundario. Nunca
ha aclarado en sus escritos que negaba el narcisismo primario; quizá porque pensaba
que en algún sentido el concepto podía tener su lugar. Algunos de sus colegas lo han
mantenido de hecho (Riviére, 32, pp. 12-13; Heimann, 14, pp. 145 f.). Se puede
mantener, pero no se puede realmente dudar de que el concepto en su sentido
9
Hay que hacer algunos comentarios detallados sobre el amplio trabajo de Jacobson sobre depresión, por su intento
de tomar el problema y contribuir a su solución (sin mencionar las cualidades intelectuales que pone en juego al
hacerlo). No es la menor dificultad concretar lo que precisamente es nuevo en su punto de vista. Reconoce
abiertamente (16, p. 245 a.) haber aprendido de Klein y considera algunas de sus ideas como importantes; sin
embargo, en apariencia, mantiene una perspectiva clásica, ya que enfatiza mucho la pérdida de la autoestima y el
narcisismo (17, pp. 77, 79; 18, p. 99), es decir, en apariencia, el narcisismo primario. ¿Qué tiene, entonces, de
nuevo? Parece que eso.
En la base de su pensamiento está, como ya se ha mencionado, la idea de “presentación de la persona”. La
contribución esencial de la tesis de Jacobson, en lo que se refiere a la depresión, en que las discriminaciones entre
representaciones de la persona y representaciones de objeto —y es casi seguro que quiere decir, en los términos de
este trabajo, discriminaciones nitre objetos introyectados nucleares y objetos introyectados orbitales— se vuelven
borrosas (15); su punto de vista es entonces no sencillamente que se produce una regresión a la fase oral con pérdida
de la autoestima, sino que parecería ser que en esa regresión la boca no discrimina entre núcleo y objetos orbitales,
de tal modo que una pérdida de un objeto orbital es confundida con una pérdida del núcleo. (Esto parecería más
adecuado para la esquizofrenia que para la. melancolía.)
Podemos ahora aclarar la relación de su punto de vista con las teorías clásica y kleiniana. Aunque acepta
muchos de los descubrimientos de Klein, ha formulado una crítica que superficialmente parece referirse a una cierta
negligencia. Ha objetado (16, pp. 245 a., 248 a.; 17, p. 102 f.) que Klein no ha distinguido la introyección en el yo y
la introyección en el superyo, y ha sostenido que históricamente se trata sólo de la primera. Como crítica, eso es
erróneo: aunque la distinción precisa en la cual piensa Jacobson no fue hecha explícitamente, difícilmente se puede
criticar a alguien por no haberla observado, ya se trate de Klein o de sus predecesores, Freud incluso; por ce mismo
motivo, difícilmente se puede decir que la “introyección” era relacionada con una de estas entidades; de hecho,
Abraham (3, p. 461) utiliza explícitamente el término para ambos casos. Pero es evidente que no mencionaba
puramente un desacuerdo en passant; el punto sobre el cual recae la crítica es que la teoría kleiniana ha dejado de
lado lo que ella considera cardinal, a saber, una distinción entre dos entidades; la desaparición de esta distinción
constituye, según ella, la melancolía. Entonces, a pesar de aceptar mucho a Klein, sostiene un punto de vista
completamente distinto; y, realmente, a pesar de mantener en apariencia el narcisismo primario su idea es también
completamente distinta a la idea clásica. La idea de Jacobson es, obviamente, de un interés considerable, y no se
encontraría en las discusiones ni de Freud ni de Klein sobre depresión; merece un trabajo ulterior, es decir, una
elaboración en una teoría específica que proponga su propia exposición detallada de los distintos rasgos del
trastorno, para ver si se puede hacer el trabajo de exposición que requiere. Se puede plantear el problema de si la
confusión entre núcleo y objetos orbitales que encuentra no es realmente esquizofrénica; el descubrimiento de un
proceso esquizoide en un paciente depresivo no sorprendería mucho, sabiendo que la esquizofrenia y la melancolía
son familias vecinas cuyos miembros se encuentran a menudo en casa uno del Otro, pero el depresivo no pierde
forzosamente su identidad en la forma que implica la confusión.
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principal clásico era incompatible con su teoría; ya que clásicamente una fase narcisística precede al establecimiento de relaciones objetales, mientras Klein pensaba
que las relaciones de objeto están presentes desde el principio de la vida (25, p. 293;
ver, por ejemplo, 21. p. 380).
VIII.— EL NARCISISMO PRIMARIO
La profundización completa de la teoría clásica de la melancolía requeriría un
examen de la teoría del narcisismo primario. Es un tema de una considerable
complejidad, y para discutirlo exhaustivamente se precisaría un artículo sólo sobre él.
El intento de hacer una reseña superficial de la doctrina en una parte de un artículo
dedicado a otro tema —y ese artículo no intenta tratar el narcisismo— podría conducir
a una apreciación dogmática o a una interpretación inexacta del tema. Sin embargo, es
esencial indicar los principales problemas en la medida en que interesa la relación
entre las teorías clásica y postclásica de la melancolía.
La idea del narcisismo secundario es muy sencilla; el concepto es descriptivo y se
refiere a un estado fácilmente reconocible. El concepto de narcisismo primario, al
contrario, es altamente teórico y describe un estado que no se puede reconocer (5, p.
11). Parece, a veces, que se considera como un presupuesto necesario del narcisismo
secundario, con el fundamento que se presume que el narcisismo secundario implica
una regresión y que tiene que haber alguna forma primaria de narcisismo a la cual
regresar (8, p. 75). El narcisismo secundario podría, naturalmente, en principio, ser
explicado en otras formas, y entonces no requerir el narcisismo primario, de tal modo
que Freud fue llevado a considerar varios fundamentos para introducir el concepto, y
proporcionó un gran número de ellos. Se considera ampliamente, aunque no
universalmente, entre los analistas, que estos fundamentos son inadecuados. Si así es,
y no se intentará en este artículo llegar a una conclusión sobre este punto, otra teoría
de la melancolía cobra un interés adicional al que podría tener por otros motivos.
Una nueva dificultad a considerar aquí, se refiere al momento al cual Freud ha
atribuido la fase narcisística, pues si no se contesta a eso, un planteo completo de la
teoría clásica de la melancolía es imposible. Balint (5) ha señalado tres teorías diferentes que se pueden encontrar en Freud: 1) que las relaciones con el objeto parcial
(el pecho), existen al principio de la vida y están seguidas por una fase de narcisismo
primario; II) que los comienzos son totalmente autoeróticos, y seguidos también por
una fase de narcisismo primario; y III) que el narcisismo primario es la primera fase.
Por lo que yo sé, la tercera teoría es la que se considera generalmente clásica;
sería seguramente incompatible con lo que sostiene la teoría de Klein. Lo mismo
pasaría con la segunda. Pero, ¿con la primera? Habría también conflicto, pero no tan
intenso. Para ambos, Freud y Klein, la depresión empezaría por la ambivalencia hacia
un objeto parcial, pero mientras para Klein las relaciones de objeto seguirían siempre,
para Freud serían interrumpidas, en esa interpretación, por una fase de narcisismo
primario: la herida narcisística primaria sería superpuesta a la ambivalencia anterior
hacia un objeto parcial.
En vista de las dificultades que trae la idea del narcisismo primario, habría que
considerar con especial interés las otras posibilidades.
Veremos ahora la teoría de Klein.
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IX.— LA TEORIA DE LA POSICION DEPRESIVA: EN RELACION CON EL OBJETO
Quizá no siempre se aprecia que la teoría de la melancolía de Melanie Klein no es
lo mismo que su teoría de la posición depresiva, sino que la melancolía es uno entre
varios estados posibles que tienen su origen en la posición depresiva.
Es fácil exponer la teoría en términos de algo muy parecido a las hipótesis clásicas
12, 13: se refiere a los primeros momentos de la vida en que uno se da cuenta de que
uno mismo y el mismo objeto introyectado orbital pueden ser a la vez buenos y malos,
o se da cuenta de la ambivalencia y del sentimiento de culpa en relación con un objeto
orbital (Klein, 19, pp. 290 f., 307). Hay más que esto en la teoría, pero hasta aquí la
idea no difiere sensiblemente de la de Freud en “Aflicción y melancolía”, cuando
introduce la idea de un objeto introyectado y de la ambivalencia hacia él, salvo respecto
a la orientación de la ambivalencia: en la teoría de Klein se dirige desde el núcleo hacia
un objeto orbital; en la teoría clásica, desde un objeto orbital hacia el núcleo (sin
embargo, aún aquí se podría notar que en relación con un objeto externo la
ambivalencia partía del núcleo).10
La hipótesis de Klein para el establecimiento histórico de ese estado es (H) que la
posición surge tempranamente, pero no del todo al principio de la vida, porque se
considera que los objetos buenos y malos, o las actitudes positivas y negativas, están
separados unos y otros en el principio (y sólo lentamente dejan de estar separados
después de pocos meses) (16, cap. VI). Freud no ha fijado una fecha para este proceso
(aunque lo hizo para la disolución del complejo de Edipo) —no lo ha discutido—, pero
es evidente que hubiera tenido que ubicarlo no más tarde que el momento en que se
supone que toman lugar las primeras integraciones psíquicas.
El pasaje por la posición depresiva es un proceso que insume un tiempo
considerable. La idea de Klein (23, cap. VI) era que la parte básica del proceso ocupa
varios meses, pero que en cierta medida se extiende a todo el resto de la vida. El
pasaje exitoso por la posición depresiva significaría la aceptación de la culpa, o de la
ambivalencia, o de la unidad de los objetos introyectados orbitales buenos y malos.
Pasamos ahora desde el contenido de la teoría (12, 13) y el establecimiento
histórico (H), al mecanismo por el cual la ambivalencia puede llegar a ser aceptada. Es
la hipótesis (R) que para compensar los ataques ambivalentes a los objetos orbitales
buenos se crean en lugar de ellos otros objetos que son sus equivalentes; esto
constituye la reparación (Klein, 19, p. 285). Habría que tener en mente que esta
hipótesis concierne objetos parciales tanto como objetos totales (23, p. 203).
Hay una ambigüedad respecto a la relación entre lo parcial y lo total, que fue
reconocida pero no aclarada. “Objeto parcial” designa, por un lado, partes de una
persona, por ejemplo un pecho, y así es como se usaba originariamente. En la teoría
kleiniana, designa también un objeto dotado de una sola de sus cualidades, bueno o
malo. Se podría, para mayor claridad, distinguir el primer uso como “objeto parcial
espacial” y el segundo como objeto univalorado”. En el segundo uso, un pecho bueno y
una madre buena podrían ser ambos objetos univalorados y, en este sentido, objetos
parciales, aunque el primero sería un objeto parcial espacial, y la otra sería un objeto
total espacial. La teoría de la posición depresiva se refiere primeramente a objetos univalorados, sea objetos parciales espaciales u objetos totales, y a su integración en
objetos bivalorados, por ejemplo, de un pecho bueno y de un pecho malo en un pecho
bueno y malo, y de una madre buena y de una madre mala en una madre buena y
10
Klein (19, p. 286) ha aceptado explícitamente la idea de Freud, de que el objeto perdido, que en su teoría es
reemplazado por un objeto orbital, es también introyectado en el núcleo, pero esto no aparece como elemento fundamental de su teoría.
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mala. Pero se refiere también a objetos parciales y a su integración en objetos totales
espaciales, aunque no se ha propuesto teoría para este proceso
El proceso completo es sufrido a la vez en relación con objetos parciales y objetos
totales (22, p. 283; 23, p. 203 n.), aunque el acme se produzca en relación con objetos
totales. Además, no hay que representarse el proceso como algo uniforme y
sistemático, como sería recibir, en un a primera fase, ladrillos sueltos, y en la segunda
reunirlos unos sobre otros —porque el proceso de construcción constantemente se
deshace aquí y allí, y tiene que ser rehecho—.
Una falla en el pasaje por el estado depresivo implica una falla de la reparación; en
consecuencia, los objetos introyectados orbitales buenos y malos, o no son reunidos. o
si finalmente se reúnen, son clivados y divididos en modos y grados diversos; lo que
vuelve a instalar la posición (conocida como esquizoparanoide) anterior a la posición
depresiva, o lo hace en cierta medida (16, pp. 213, 213 n.).
Los factores que llevan a la reparación son varios, entre los cuales Klein menciona
especialmente reacciones maníacas y obsesivas; pero este problema de las fuentes
requiere una teoría por sí solo.
Se puede señalar que esta teoría, como muchas de las teorías psicoanalíticas
básicas, como el complejo de Edipo o el complejo de castración, es endopsíquica.
Para resumir estos eslabones:
Nos. 1, 2, 4, 5, 6: Tiene lugar una introyección oral del pecho.
(H) En la más temprana fase de la infancia, los objetos buenos y malos no tienen
conexión entre sí (no son desconectados o clivados en un sentido que implica una
conexión previa) o las actitudes positivas y negativas no están dirigidas hacia un mismo
objeto; a esto sucede una fase de integración.
(12K): 10ª En esta fase uno solo y mismo objeto orbital puede ser vivido como
bueno y malo, o es hacia uno sólo y mismo objeto que se pueden sentir a la vez las
actitudes positivas y negativas; es decir, surge la ambivalencia;
(13K):10ª La hostilidad ambivalente hacia un objeto introyectado orbital bueno
constituye la depresión y produce el afecto de un sentimiento de culpa;
(R) El modo normal de adaptación a la ambivalencia y al sentimiento de culpa es
de intentar hacer reparación, es decir, intentar una reconstrucción de los objetos
introyectados buenos destruidos.
Es evidente que, dejando aparte la hipótesis de la reparación, casi toda esta teoría
es clásica, no sólo en espíritu, sino también en detalle, aun en detalles de lo que era
explícitamente sostenido Así, Freud asumía las hipótesis de la introyección, de la
relación con la madre, de la oralidad, y de la ambivalencia y del sentimiento de culpa
con los mismos sentidos. Aún se puede encontrar en Freud (6) la hipótesis de que el
pecho es un objeto parcial, aunque este punto no figura en su discusión de la
melancolía. La hipótesis histórica (H) no es manifiesta. Pero (H) es casi ineludible,11
independientemente del problema de la edad en que surge la ambivalencia; y
realmente la idea de Freud de la “fusión” de los instintos establece virtualmente el
mismo punto. (U) dice sencillamente que el bebé empieza con experiencias sin
conexión antes de tener experiencias conectadas, y que esas experiencias conectadas
importantes son las de la ambivalencia; en la medida en que se puede observar
integración de alguna clase tempranamente en el curso del primer año de vida, es difícil
11
La única alternativa, que la ambivalencia está presente desde el nacimiento, parece completamente contraria a la
realidad.
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hacer alguna crítica seria a la idea que (H) se refiere al primer año.
10ª. En 12, 13, el objeto introyectado nuclear; en 12 K., 13 K., un objeto
introyectado orbital.
Esta conclusión nos es prácticamente impuesta. Y, en este caso que el objeto es
un objeto parcial espacial nos es casi impuesto también. Pari passu, si hubiera una
fase de narcisismo primario con exclusión de la relación de objeto, estaríamos forzados
a considerar que ha llegado a su terminación en la misma época.
Entonces, exceptuando la teoría de la reparación, en todos elementos constitutivos
de la teoría de la posición depresiva, no hay ninguna línea, tan lejos como pueda
haber, que desentone con la teoría clásica, y más, no hay ninguna línea que la teoría
analítica clásica pudiera excluir fácilmente con coherencia.12 (La orientación de la
ambivalencia para Freud era otra en la melancolía, pero sería difícil encontrar
fundamentos para objetar la orientación que le está adscripta en el desarrollo normal de
la teoría de Klein.)
Propongo, por un motivo que se aclarará en las fases siguientes, llamar a esa parte
de la teoría de la posición depresiva la teoría del objeto ambivalorado.
Podría parecer que estoy discutiendo la originalidad de Klein. Su hipótesis de la
reparación, sin embargo, era original. Realmente, lo que he destacado, es que todos
los elementos de la teoría que mencioné anteriormente estaban en el análisis clásico,
abiertamente o implicados. En la medida en que estaban solamente implícitos y no
establecidos, ella los ha expresado, lo que es sólo una forma discreta de novedad.
Pero los elementos no habían sido unidos, y a veces en una ciencia se requiere un alto
grado de originalidad para crear una teoría que integre cierto número de puntos bien
conocidos, cuando esto presupone verlos de un modo nuevo.
Yo creo que esa es la forma en que M. Klein ha contribuido en esta parte de su
teoría de la posición depresiva.13 Hay, sin embargo, varias otras partes.
12
En su comentario de esta teoría, Spitz (37) ha cometido una extraña negligencia. Sostuvo la idea de que la
posición depresiva no forma necesariamente parte del desarrollo normal, no más que una pierna rota en la infancia
debe preceder el caminar adulto, es decir —si dejamos de lado esta analogía—, porque la posición depresiva es un
estado anormal. Pero desde el comienzo del psicoanálisis, los estados anormales se han considerado básicos en el
desarrollo normal, por ejemplo, el complejo de castración, el carácter perverso polimorfo de los nidos, etc., cf. Freud
(10, p. 215): “Desde que hemos aprendido a ver con más penetración, nos inclinamos a afirmar que la neurosis
infantil no es la excepción sino la regla, como si fuera un accidente inevitable en el camino que va de la disposición
infantil a la civilización social”.
13
Existe un ejemplo interesante (le esto en la lógica. Todos los factores relacionados con la validez de un
razonamiento eran conocidos para Aristóteles, pero pasaron más de 2.000 años antes que alguien consiga construir
una teoría de la validez. La teoría de Tarski-Popper concuerda completamente con los factores conocidos y además
proporciona un método poderoso para conseguir determinados resultados que no se podían
conseguir si estos factores se usaban nada más que por sí mismos.
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X.— LA TEORIA DE LA POSICION DEPRESIVA: EN RELACION CON EL SUJETO
Aproximadamente en la misma época en que se vive la ambivalencia, lo que
implica una integración del objeto, se desarrolla, según Klein (16, pp. VI, 203), una
integración paralela del sujeto. Klein considera que es una idea clínica, y es clínica en
el sentido muy directo que se pueden emplear interpretaciones de clivaje e integración
del núcleo. Pero también se puede destacar como un presupuesto de ambivalencia
hacia un objeto único. Porque, supongamos que el núcleo está compuesto de dos
mitades sin relación entre sí (que todavía no están clivadas si nunca han estado juntas)
y supongamos además que una de estas mitades valora un objeto como bueno y la
otra rechaza al objeto como malo. Hay entonces un objeto que es considerado a la vez
como bueno y malo, pero no hay ambivalencia —no más que cuando el Sr. Smith
aprueba Gladstone y el Sr. Brown lo desaprueba—. De ahí que la integración en el
sujeto tiene que producirse antes, aunque muy poco antes, que la ambivalencia hacia
el objeto. Al contrario, resulta claro que puede haber integración en el sujeto antes que
haya ambivalencia, porque es posible que una misma persona mantenga sus
valoraciones separadas.
Entonces, por analogía con el planteo de hipótesis referidas a la ambivalencia
hacia el objeto, tenemos un planteo referido a las actitudes que asume el sujeto:
(N l) A cierta edad del desarrollo hay por lo menos dos centros psíquicos que son
el sujeto de las relaciones de objeto, uno teniendo una relación positiva con algún
objeto, y el otro teniendo una relación negativa con algún otro objeto, sin que ninguno
de estos centros sepa del otro (aunque para algún observador de afuera los dos
centros puedan parecer de algún modo relacionados entre sí).
Esto es el complemento, del lado del sujeto, de la hipótesis (U) referida al objeto.14
(N2) Con el correr del tiempo, estos centros se relacionan o se unifican en el
sentido de que la existencia de uno está reconocida por el otro: vale decir, que una
actitud de amor es vivida en conjunción con una actitud de odio, aunque no se dirijan
forzosamente hacia el mismo objeto. Por comodidad, se puede llamar a esa
combinación, actitud ambipotencial. Esto es el complemento, del lado del sujeto, de la
hipótesis 12K referida al objeto.
Para describir la estructura con más precisión, antes que tenga lugar la integración
del sujeto o del objeto, la hipótesis es que una actitud aislada de amor se dirige hacia
un objeto bueno aislado, y una actitud aislada de odio, hacia un objeto malo aislado, y
que a continuación se producen la integración de las actitudes de amor y de odio y la
integración del buen objeto y del objeto malo.15
14
Esta hipótesis puede incorporar la idea de Glover de núcleos del yo.
En este artículo y en otras partes empleo “núcleos” en un sentido distinto al de Glover (11): él quiso designar
elementos céntricos del yo; yo quiero decir que hay un núcleo o un elemento céntrico de toda la personalidad y no
estrictamente del yo; tal núcleo podría corresponder a la totalidad del yo más bien que a una parte de él. Mi
concepto, pues, es el mismo que el de Glover; sólo el uso del término es distinto, el mío derivando del uso en la
expresión “nucleus of the stem” (médula del tallo).
15
De acuerdo con la consideración anterior, la integración requiere una precedente integración del sujeto. ¿Es ésta
la única posibilidad? Podría parecer que las dos integraciones puedan ser simultáneas, o que la del objeto puede
hacerse primero. Consideremos lo último. Duplicaría una actitud aislada de amor (o de odio) dirigida hacia un
objeto vivido a la vez como huello V malo. Una constelación de esta clase, sin embargo, parecería más bien un resultado complejo que un sencillo fundamento a partir del cual se pueda construir un más amplio desarrollo. La
simultaneidad sería posible en el caso de que, siguiendo una integración rudimentaria en el sujeto, una integración
rudimentaria del objeto facilitaría quizá una mayor integración en el sujeto. Pero aún esto presupone Cierta prioridad
de la integración en el sujeto, por encubierta que pueda ser más tarde.
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Entonces, un objeto ambivalorado presupone una actitud ambipotencial. Cuando
ambas integraciones se producen, recién existe por primera vez ambivalencia: una
actitud positiva y negativa hacia uno solo y mismo objeto considerado a la vez como
bueno y malo.16 Un objeto ambivalorado y una actitud ambipotencial son los
componentes de la ambivalencia y podrían, en principio, existir sin ella, mientras la
ambivalencia no podría existir sin estos dos elementos.
Cuando Klein describió la posición depresiva, se refirió principalmente a la
integración en el objeto; pero es claro que tenía también en mente la integración en el
sujeto, porque ha señalado (25, p. 298) que cuando el objeto se diva, el sujeto también:
aunque no ha proporcionado hipótesis detalladas, es evidente que en un proceso
paralelo. Pienso que es correcto incluir la integración del sujeto en el capítulo de la
posición depresiva, 1) porque pensaba en las dos integraciones como estrechamente
vinculadas, II) porque la idea de la posición depresiva concierne a integraciones
fundamentales, y III) lo que es el punto decisivo, se puede difícilmente dar una cuenta
plena de la integración del objeto sin la del sujeto, como lo vamos a ver.
Antes de dejar el tema, podemos considerar la pregunta de si esta parte de la
teoría de la posición depresiva es clásica. Glover era un analista clásico, y no se
encontró incompatibilidad cuando sugirió la idea de núcleos del yo. Además, en la
perspectiva intuitiva clásica, a) no había una teoría psicoanalítica del yo infantil; b) se
consideraba como admitido, como algo de sentido común que las integraciones eran
progresivas y no presentes desde el comienzo de la vida; pero e) no había una idea
específica de lo que no era integrado —era un cuadro vago de un flujo incipiente de
sentimientos—. En tal situación, es probable que cualquier sugerencia de interpretación
específica se hubiera sentido sin concordancia con la perspectiva intuitiva. Sin
embargo, es difícil imaginar que otra versión que la que estamos discutiendo sea
posible. Además, independientemente de la discordancia inevitable entre el detalle
específico y la idea intuitiva, es difícil ver que hay algo que desentona
fundamentalmente en los procesos mentales descritos, con la perspectiva clásica.
Del mismo modo que he sugerido distinguir la parte primera y la más conocida de
la teoría de la posición depresiva como la teoría del objeto ambivalorado, quisiera
sugerir aquí llamar a la parte en discusión, la teoría del sujeto ambipotencial, y a las
dos partes unidas, la teoría de la configuración ambivalente.
XI.— LA TEORIA DE LA POSICION DEPRESIVA. UNIDAD POR PROYECCION
¿Cómo se produce la unidad del objeto?
Hay un modo breve y cómodo de describir el problema. Aquí está lo que significa.
Los objetos orbitales buenos y malos están, al principio, separados; más tarde uno se
da cuenta de que uno sólo y mismo objeto puede ser a la vez bueno y malo. Se dice
entonces que es un objeto “total” o un objeto “integrado”; o se puede decir que hay una
“unidad” del objeto.
Klein no ha descrito el mecanismo mediante el cual esto se produce, pero la
construcción siguiente es un modo posible en que, según sus principios, podría ocurrir.
Ha considerado abiertamente a la proyección (y la introyección) como los mecanismos
básicos que soportan todo el desarrollo. Es entonces razonable adscribir a su línea de
pensamiento las hipótesis siguientes:
16
Es precisamente el sentido que Freud dio al término “ambivalencia” cuando lo ha tomado de Bleuler
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(U) Después que dos actitudes separadas de amor y odio han sido integradas para
formar el sujeto ambipotencial, de modo que entonces existe un sujeto con un
sentimiento de actitudes ambipotenciales, la unidad de la estructura es proyectada
sobre los objetos orbitales separados buenos y malos, y está impuesta sobre ellos
como un marco que los encierra. (La reintroyección, desde el objeto orbital hacia el
núcleo, puede entonces, además, contribuir a un crecimiento adicional del sujeto
ambipotencial, y desde ahí, por reproyección, a más crecimiento del objeto orbital
ambivalorado.)
Quisiera agregar las ideas siguientes para explicar la proyección en (U):
(SI) Al volverse ambipotencial, se experimenta una tensión; la podemos llamar
“tensión nuclear”.
(S2) La tensión nuclear es proyectada en parte para aliviarla; y es esta tensión
proyectada que integra los objetos orbitales buenos y malos en un objeto total.
La integración de los objetos orbitales es entonces el modelo para la integración de
los objetos externos. (Esta hipótesis va más allá de decir que los objetos orbitales
buenos y malos se integran: sugiere que un objeto integrado es considerado como en
estado de tensión.)
XII.— LA TEORIA DE LA POSICION DEPRESIVA: IDENTIFICACION PROYECTIVA
Después de desarrollar la idea de la necesidad de unificar los objetos orbitales
buenos y malos, el presupuesto que una integración anterior tiene que haber tenido
lugar para formar el núcleo, de modo que la unidad del objeto orbital se logra por
proyección desde el núcleo, podríamos muy bien pensar que la parte estructural básica
de la teoría era completa. Pero otro aspecto puede preocuparnos si volvemos a
considerar la última parte.
Cuando Klein escribía sobre la integración de los objetos, se refería claramente a
las fantasías del niño sobre sus objetos internos, pero se refería igualmente a la actitud
del niño hacia los objetos externos, como el pecho real, por ejemplo. Pero no ha dado
una versión teórica separada de la integración para estas dos formas.
En la parte precedente, he tratado de construir una teoría según la cual la unidad
de los objetos orbitales puede producirse. Ahora, se podría sencillamente agregar que
la unidad de los objetos orbitales constituye un modelo para la unidad de los objetos
externos y que no se requiere una extensión de la teoría. Pero de hecho se puede
construir, a partir de Klein, otro aspecto de teoría que necesita esta extensión. No creo
que haya considerado este punto como una parte de la teoría de la posición depresiva,
pero quizá fue sólo porque en su forma completa era un desarrollo muy posterior; no ha
terminado la tarea de relacionarlo con otras partes de su teoría, aunque había
empezado a hacerlo.
La parte adicional de la teoría tiene que extraerse de su investigación sobre la
envidia (26).17 Antes de hacerlo, no obstante, conviene establecer explícitamente lo
qué son sus hipótesis sobre la envidia:
17
Klein menciona (26, p. 6 a.) que en varios escritos (durante treinta años ha señalado distintos rasgos de la envidia,
pero que sólo recientemente los ha relacionado con el pecho: sería naturalmente esencial para conectar la envidia
con la depresión. Parece que Rosenfeld (33) ha dado la primera descripción completa de las hipótesis sobre la
envidia en un texto impreso, aunque la dio en relación con un caso clínico de esquizofrenia y no en relación con la
teoría general.
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(El) El pecho es deseado con voracidad.
(E2) Parte de la voracidad es proyectada (sobre el pecho).
(E3) Ya que el pecho es sentido como rechazante o generosidad, porque se lo
considera ahora como voraz, es odiado.
(E4) El odio al pecho asume la forma especial de rebajarlo.
Entonces, primero está el anhelo, después la proyección de la voracidad que hace
que el objeto anhelado sea odiado (y después rebajado). Tal situación implica, aunque
en una forma proyectiva, a la vez una actitud ambipotencial y un objeto ambivalorado, y
entonces es de carácter depresivo.
Aunque Klein no ha elaborado su teoría de la depresión en términos de envidia,
ella ha dado varios ejemplos clínicos de envidia en los cuales aparecía la depresión
(19, cap. V, todos los casos salvo el tercero). Entonces es fácil ver lo que ha podido ser
su idea de la relación. En estos ejemplos, encontramos una identificación proyectiva
con alguien que posee un determinado bien, el anhelo de este bien, y la hostilidad
hacia el mismo, pero cuando se interpreta la destructividad se vivencia el rechazo.
Clínicamente, entonces, en la idea de Klein aparecería que el rechazo surge por la
destrucción de un objeto bueno, no sólo bajo la forma de objeto introyectado como
orbital, sino en la forma proyectada.18
Ahora, la envidia implica algo más que ambivalencia en un marco (campo) de
identificación proyectiva, quiero decir E4. No hay motivo para considerar este factor
como característico de la posición depresiva. He conectado el trabajo sobre la envidia
con la teoría porque proporcionaba la posibilidad de explicar la unidad de los objetos
externos y porque los ejemplos clínicos indicaban esta conexión. Pero todo lo que se
precisa para mi propósito es un cuadro de identificación proyectiva de ambivalencia
pura, es decir, la destrucción del pecho odiado y anhelado sin rebajarlo (E4). La envidia
es patológica, pero la identificación proyectiva no lo es, o más bien es un mecanismo
normal que puede servir a fines patológicos o normales. Lo que agrego aquí a la teoría
existente de la posición depresiva es la idea de la ambivalencia bajo la forma de una
identificación proyectiva normal.
El motivo por el cual esto parecería ser una parte esencial de la teoría de la
posición depresiva es que, sin ello, una persona, por integrados que puedan ser sus
objetos orbitales, no tendría modo de ver los objetos externos como integrados. 19 Se
puede mencionar también en esta conexión, que los objetos externos, dado que se
integran por proyecciones desde el núcleo, exactamente como pasa con los orbitales,
podrían sentirse como en estado de tensión.
El fenómeno general podría describirse como “extrayección” de objetos; y éstos podrían llamarse “objetos extrayectados”, lo que seda un término niño sencillo que “objetos con los cuales se hace la identificación proyectiva”.
18
19
Se podría notar, sin embargo, que aún la extensión de la teoría al campo de la identificación proyectiva no explica la unidad de un objeto externo, sino solamente la unidad de una identificación proyectiva representación de un objeto: la conexión con un objeto real requiere algo
adicional, como de adscribir al objeto real la representación unificada y de experimentar su concordancia en los acontecimientos ulteriores.
En relación con esto, Gillespie planteó en la discusión un problema interesante e importante. Considerando que un objeto introyectado
orbital es una representación de un objeto externo, ya que “introyectado” implica que algo es ahora puesto dentro desde afuera, entonces, si el
objeto externo está formado por identificación proyectiva, tenemos la situación que, o no hay un objeto externo original para introyectar, o está
ahí desde antes y no tiene que haber sido puesto ahí por identificación proyectiva.
Propondría la contestación siguiente. Un objeto externo real está presente en el comienzo, por ejemplo, un pecho; provoca una percepción
(de ningún modo exacta) o un campo de percepciones; algunas son percepciones de “pecho bueno” y otras, percepciones de “pecho malo”; los
objetos introyectados “pecho bueno” y “pecho malo” se forman; estos objetos introyectados orbitales univalorados se integran, así como ahora las
actitudes nucleares Correspondientes. El objeto introyectado orbital o nuclear o quizá ambos, son proyectados sobre el estímulo del objeto
externo. Para resumir, te do lo que el sujeto conoce al principio no es el objeto externo con todos sus aspectos, sino una representación perceptiva
inadecuada y una valoración parcial de él; después que se han producido la introyección y la reproyección, la representación puede adecuarse al
objeto en ambos sentidos.
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XIII.— LA TEORIA DE LA POSICION DEPRESIVA: REPARACION
Las cuatro partes de la teoría expuestas hasta aquí, se centran sobre un solo tema;
esta nueva (y última) parte es de una clase distinta. La configuración ambivalente —
como la hipótesis 13K— hace surgir un sentimiento de culpa (y lo que Klein llama
ansiedad depresiva). Surgen porque la integración involucrada en la ambivalencia
implica un conocimiento de que uno está atacando un objeto bueno.20
Se puede resumir como sigue:
La conexión entre el sentimiento de culpa y el daño infligido a un objeto orbital
bueno puede aclararse señalando que el daño produce la pérdida de algo valorado;
entonces:
(G) El sentimiento de culpa puede ser considerado como una manifestación del
sentimiento de pérdida por el daño de un objeto introyectado orbital bueno.
El modo más satisfactorio de luchar contra esta pérdida (C) sería reparar el daño y
restaurar así el objeto orbital bueno. Entonces la reparación sería el proceso de
terminación normal de la posición depresiva. Entonces surge la pregunta de cómo podría ser reparado el objeto orbital dañado.
La hipótesis más simple al respecto, aunque hay otras posibles, sería:
(L) que una parte del núcleo, sentida como de amor, es proyectada sobre el objeto
orbital.
Esto sería posible sólo si se siente que hay bastante capacidad de amar en el
núcleo para permitir la proyección de parte de ella sin empobrecerlo al punto de que el
núcleo quede como vacío o dominado por actitudes negativas.
La posición depresiva como totalidad, entonces, es una serie de procesos
normales que llevan desde actitudes aisladas y objetos orbitales aislados, hasta una
actitud ambipotencial y objetos orbitales ambivalorados, es decir, a una configuración
ambivalente, con un sentimiento de pérdida frente a la destrucción ambivalente de
objetos orbitales buenos, y la restauración de objetos (posiblemente utilizando actitudes
de amor del núcleo), y también una serie semejante de procesos normales que involucran la ambivalencia y la reparación bajo la forma de identificación proyectiva.21 El
20
Puedo arriesgar aquí una sugestión a propósito de las ideas de Klein sobre ansiedad depresiva y sentimiento de
culpa. Los consideraba (24, cap. VIII, p. 285) como estrechamente conectados, aun muy semejantes, pero no del
todo una misma cosa, y se ha declarado incapaz de aclarar la relación entre ambos. Me parece natural reservar
“sentimiento de culpa” a un sentimiento hacia un objeto (que es primariamente interno); en otras palabras, se podría
limitar para hablar del afecto surgiendo de la hostilidad hacia un objeto orbital valorado. Ahora, esto presupone —de
acuerdo con el cap. X— una actitud ambipotencial. Y esto implica, de acuerdo con la hipótesis (Si) una tensión
nuclear que surge de la integración dentro de la persona de actitudes positivas y negativas. Entonces, en la
configuración ambivalente, no hay sólo un sentimiento de hostilidad en relación con un objeto introyectado orbital
bueno, sino también un sentimiento de tensión nuclear por la combinación de una actitud negativa con una positiva.
Lo que sugiero aquí es que el primero, en relación con un objeto orbital, puede identificarse con el sentimiento de
culpa, y el segundo, que es nuclear, con la ansiedad depresiva.
Si Klein hubiera o no aceptado esta explicación, no puedo presumir, pero la distinción, aun si Klein no la hubiera
equiparado con la distinción entre ansiedad depresiva y sentimiento de culpa, puede hacerse, y será necesaria más
adelante. La Dra.Hanna Segal ha llamado mi atención sobre la posibilidad de identificar la ansiedad depresiva
con el afecto de pérdida (por oposición al de destrucción) del objeto orbital. Esto parece completamente razonable.
Sin embargo, haría la sugestión de que el afecto de pérdida surge de una tensión nuclear, es decir, que la pérdida
tiene este afecto precisamente porque induce una tensión nuclear.
21
Lo que haría la identificación proyectiva normal sería la capacidad de reparar en el campo proyectivo, haciendo
posible volver a tomar la proyección.
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curso general de los procesos que postula la teoría es, por supuesto, sujeto de
diferencias individuales infinitas por la reintroyección y reproyección continuas, pero
son todas variaciones sobre un solo tema.
XIV.— LA TEORIA POSTCLASICA DE LA MELANCOLIA
La idea general es que la depresión es un modo de reaccionar a, es decir, un modo
insatisfactorio de tratar la posición depresiva, en un intento de adaptación. Sin intentar
considerar los varios modos posibles de reaccionar, se puede mencionar uno a título de
ejemplo: si la ambivalencia no puede ser tolerada, un sentimiento de culpa no puede
desarrollarse, ni tampoco la reparación, pero la persona queda en o vuelve a un estado
de clivajes esquizoparanoides.
Ahora se puede establecer casi correctamente que la teoría kleiniana de la
melancolía está constituida estructuralmente por la psicopatología clásica (excepto una
diferencia respecto a la orientación de la ambivalencia). Un sentimiento de pérdida desencadena los procesos dados por la teoría clásica; la única diferencia, aunque es de
importancia, es que esto despierta los conflictos de la posición depresiva más que una
temprana herida narcisística primaria.
Pero viene claramente al primer plano un determinado problema que no aparece, o
se detecta con menos facilidad, en el marco de la teoría clásica. Decir que la estructura
de la teoría kleiniana es la misma, casi en todos los aspectos, que la teoría clásica, y
que la melancolía es provocada por un sentimiento de pérdida, omite un factor
dinámico adicional importante: el sentimiento de pérdida debe su poder a la falla de la
reparación. Así que la teoría kleiniana hace esta adición a la teoría clásica. El problema
de la melancolía se vuelve entonces el problema de explicar la falla de la reparación.
Pero ese problema no tiene una única solución, porque puede haber varios modos en
que la reparación puede fallar, y surge el problema general de describir los modos que
llevan específicamente a distintas perturbaciones. La teoría clásica parecería estar en
una posición distinta; ya que, una vez dada la herida narcisística primaria, todo lo que
se precisa para explicar el comienzo de la melancolía es únicamente el sentimiento de
pérdida (si se considera que la herida narcisística primaria no es la base de ningún otro
trastorno).
Una disfunción en la posición depresiva tiene oportunidad de producirse en
muchos puntos. Si se produce tempranamente en el intento de integración de la
configuración ambivalente, hay que esperar una esquizofrenia masiva. La depresión
implica que una gran cantidad de desarrollo ha tenido lugar en el pasaje por la posición
depresiva, especialmente que una buena cantidad de ambivalencia es vivida, y
además, que es admitida —lo que no se produce necesariamente— al punto que un
sentimiento de culpa sea vivido y que se sienta el deseo de reparar el daño hecho al
objeto introyectado orbital. Una falla en reparar es una falla en las pocas últimas
etapas, es decir, en tolerar la ambivalencia. Esta falla puede producirse frente a dos
obstáculos, la integración de objetos parciales espaciales y a integración de objetos totales espaciales. Sin embargo, la teoría no especifica cuál de estos obstáculos se
encuentra debajo de la depresión. El hecho que enfatiza el pecho sugeriría que se trata
del primero, con los objetos parciales espaciales. Pero si así es, resulta difícil entender
qué clase de trastorno puede producir una falla en integrar objetos totales espaciales.
Aún esta falla podría parecer del tipo depresivo; pero si es así, no podría depender de
una relación con el pecho como objeto parcial espacial. Esta paradoja puede resolverse
con la hipótesis de que la melancolía es un trastorno de la integración del objeto parcial
espacial, y de que la depresión simple o neurótica es un trastorno de la integración del
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objeto total espacial; en este último Caso, la relación con el pecho no sería una relación
con un objeto parcial espacial delimitado, sino con el pecho como manifestación de la
madre, objeto total espacial. Esta demarcación estaría de acuerdo con la división intuitiva entre locura y salud mental, ya que una no implicaría en absoluto una idea de la
persona total aun en el sentido espacial, mientras la otra implicaría que se hacen juicios
erróneos sobre una persona total espacial. En todo caso, cualquiera que sea la etapa
en que se produce la falla en la reparación, esto constituye la depresión precisamente
porque la falla es reconocida; si la falla es negada, o desplazada, o etc..., el resultado
tiene que ser otra cosa que la depresión.
Dada esta situación, ¿cómo podemos contestar a la pregunta de qué clase de falla
en la reparación lleva a la melancolía y a la depresión y no a otro trastorno? Sin
embargo, lo que tenemos que enfrentar, no es el problema de entender por qué se
produce la depresión y no otro trastorno, sino de entender por qué se produce otro
trastorno en lugar de la depresión, porque podemos considerar que la depresión es la
reacción más simple, de modo que, cuando surge algún otro trastorno, es que algún
factor adicional está actuando, sea para contrarrestar la depresión sea para encubrirla;
la consecuencia sería que el problema de diferenciación corresponde al estudio de
otros trastornos. El problema, entonces, no necesita estudiarse más aquí.
Pero hay otro aspecto del problema. Una falla en reparar puede significar la
incapacidad de proyectar una actitud de amor sobre el objeto, de restaurarlo. La
pregunta sería entonces: ¿por qué esta incapacidad? (De este modo, la pregunta tiene
alguna semejanza con la que se podría hacer en la teoría clásica: ¿por qué la herida
narcisística primaria?)
XV.— UN PROBLEMA ETIOLOGICO BASICO
Entonces, el problema siguiente de la etiología de la melancolía parecería ser: ¿por
qué se encuentra el melancólico incapaz de usar algo de su actitud de amor en
beneficio de sus objetos, orbitales o externos?
Parecerían posibles por lo menos los procesos siguientes, que pueden ocurrir
conjuntamente:
(O) Inundar al objeto bueno con el amor.
(D) Derramar el amor en un intento vano de salvar al objeto bueno en que no hay
evidencia de éxito (esto se podría llamar, como veremos, la hipótesis de “deerotization”).22
(N3) Una incorporación nuclear del objeto malo que refuerza la actitud negativa: es
decir, una introyección nuclear del objeto orbital malo.
(E) Una denigración del amor por la envidia que rebaja proyectivamente el objeto
bueno.
Consideremos estas posibilidades.
Con respecto a (O) hay una amplia impresión clínica que este fenómeno se
produce, y más específicamente todavía, existe además una vieja hipótesis clínica de
que el erotismo oral puede ser sentido como destruyendo su objeto —que el acto de
amor, que consiste en masticar el objeto, también lo destruye— [van Ophuijsen,
comunicación personal a Abraham (3, pp. 450-1)]. Realmente, merece considerarse si
22
Jacobson (15) habla de un proceso en el cual el amor es agotado en un intento de salvar al objeto.
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no tenemos aquí en nuestro poder un fenómeno primario para comprender la
ambivalencia o un modelo para reconstruir su naturaleza; pero volveremos más tarde
sobre este punto.
La hipótesis (D) puede aparecer como una consecuencia inmediata en
circunstancias en que la destrucción del objeto se produce por un intento de amarlo
más; porque esta situación debe llevar, por un verdadero rebote, a un círculo vicioso,
más amor, entonces más destrucción, por eso todavía más amor y entonces mayor
destrucción, y así seguidamente. La principal manifestación afectiva sería la
desesperación.23
Además, la hipótesis (N3) sería también una consecuencia en determinadas
circunstancias. La destrucción oral podría transformar un objeto orbital bueno en malo,
pero podría haber varios modos de manejar este objeto malo. Podría, por ejemplo, ser
reproyectado oralmente24 en el acto, o sentido como teniendo que ser expulsado de
inmediato, pero podría ser incorporado como nuclear. Esto último puede ser
considerado como la reacción más normal, por el hecho de que la experiencia psíquica
descrita estaría ligada a las sensaciones corporales de absorber el alimento, que serían
seguidas normalmente por la sensación corporal difusa de “plenitud”, distinta de la de
distensión del estómago: cualquier otra reacción implicaría negar la relación entre la
sensación de plenitud y el objeto.
La hipótesis de la envidia podría aparecer como proporcionando un modelo
inteligible para la creación de la ambivalencia; pero es evidente que (El) y (E4)
presuponen ambivalencia o más bien una actitud ambipotencial ya preexistente.
Parecería entonces que, por básica que sea la envidia, surge de la tensión nuclear más
bien que la recíproca.
Pero, una vez que se ha desarrollado el proceso que lleva a la actitud de envidia,
debe naturalmente tender (como en E) a producir la depresión porque hace la
reparación del objeto imposible, y a actuar poderosamente, dando un cuadro bastante
parecido al de la de-erotización [que dan (O) y (D)].
Se pueden recalcar determinadas circunstancias en el manejo del niño que podrían
desalentar sus intentos de hacer reparación. Por ejemplo, cuando ofrece a los padres
un juguete o un cuscurro y que ellos lo ignoran o lo toman en broma, el niño sentirá que
sus esfuerzos no son buenos; y lo mismo si sus esfuerzos constructivos en el juego
están interferidos. Estas derrotas pueden ser de una gran importancia práctica para su
desarrollo ulterior. Pero no van completamente a la raíz del problema, porque no crean
la falla en reparar, sólo la refuerzan: actúan sobre una dificultad interna para hacer
reparación. Una actuación más fundamental en el manejo del niño, para promover esta
dificultad, podría ser la negativa a jugar con él inmediatamente después de alimentarlo,
acostándolo y dejándolo solo; porque, si él siente que comer es destructivo, la
desaparición de la madre podría confirmar este sentimiento, mientras jugando con él le
mostraría que queda sana y salva. El mismo resultado podría provenir del ambiente
impersonal, si el frío produjera a menudo una gran incomodidad después de una
23
24
Aunque la desesperación puede tener otras raíces adicionales.
¿Podría tener algo que ver con la anorexia nerviosa?
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comida. Parecería entonces que cualquiera circunstancia de este tipo, sea en el manejo, sea impersonal puede jugar un papel importante. Por un lado, la presencia
continua de la madre podría dar la seguridad al niño de que no la ha destruido en el
campo de la identificación proyectiva, lo que se opondría a que se completara la
estructura depresiva. Por otra parte, podría anular el proceso interno de intentar la
reparación y aún más fundamentalmente alimentar en el niño el convencimiento de que
su amor por el objeto lo destruye. Esto se puede considerar como la hipótesis de la
influencia ambiental.
La actuación de este proceso, es decir, la influencia de un determinado tipo de
manejo del niño, sobre el proceso postulado en (O), puede ser altamente significativa
para la depresión. Pero no podría ser suficiente para provocar esta condición, a menos
que, por lo menos, los esfuerzos ulteriores del niño en reparar fallen [como en (D)1: es
decir, se vuelve “deerotizado” dejando correr afuera su erotismo como una batería que
se descarga.
Una vez dada (O), es decir, una hipótesis de que una forma de amor destruye lo
que es amado, la consecuencia es que esta de-erotización (D) tiene que producirse si
el niño no tiene otros medios de reparar la destrucción que la única forma de amar.
Asimismo, una vez dada (E), en que la envidia denigra al amor, aunque el núcleo no
sea de-erotizado, la denigración daría en gran parte el mismo cuadro, al menos que el
niño tenga a su disposición otros medios de reparar. Entonces, la de-erotización
depresiva se produciría sea (i) si el manejo ambiental incide con mucho peso sobre el
sentimiento de que comer destruye la persona que da el alimento, o bien (u) si no
existen otros medios de reparación. Si existen otros medios, entonces esto puede
probablemente en muchos casos contrarrestar el círculo vicioso planteado por (i).
Entonces, aunque estas construcciones permitan alternativas en la psicopatología, la
existencia de medios sustitutivos de reparación puede ser de importancia más
fundamental.
Si consideramos que el amor destructivo se especifica como destrucción del
alimento amado masticándolo, o como envidia despojadora del alimento, y que está
referido en cada caso a la madre, ¿en qué consiste verosímilmente esta alternativa?
Mencioné en otra parte una consideración sobre el papel del padre. Elaborarla saldría
del alcance de este artículo, pero se puede mencionar el punto principal: si se produce
(por lo menos en el varón) una introyección del padre en alguna forma que sea independiente de la de la madre, es decir, si el padre es introyectado directamente en el
núcleo y no es puramente un retoño o un desplazamiento a partir de la madre,
entonces tenemos la base para medios independientes de amar y de reparar. Esto
produciría un cambio de acento importante en la descripción de los factores más
tempranos que inciden sobre la depresión.Vale la pena considerar la posibilidad de que
los procesos hipotéticos descritos, sin aumento de la tensión nuclear (Si) bastan para
describir una depresión simple, pero que (Si) es decisivo para la melancolía.25 La razón
25
Tratándose de discriminaciones, vale la pena mantener una posibilidad que podría discriminar la depresión
normal de la depresión patológica. Consideremos una situación que está por debajo de la envidia y de tipo depresivo
.00nsideremos, como en la envidia, un objeto bueno externo que es anhelado. Este objeto no es un objeto que haya
sido propio y perdido, sino un objeto que es inalcanzable. Hasta aquí no tendríamos nada más que un cuadro de
frustración; agreguemos ahora:
(Xl) que, para establecer algún contacto, una parte nuclear buena de la persona es identificada proyectivamente
con el poseedor del objeto (el componente destructivo siendo clivado);
(X2) que así, por culpa del obstáculo, esta parte del núcleo es perdida. En la esquizofrenia es
predominantemente una parte mala que es proyectada y se vuelve perseguidora; el rasgo depresivo aquí es que es
una parte buena la proyectada, pero proyectada fuera del alcance. Se puede ver en esto cómo el tiempo de una vida
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es que la depresión no parece ir más allá de la idea de vacío y de “no ser bueno”
mientras la melancolía lo hace: es decir, implica más que sólo “no ser buenos”; implica
el sentirse positivamente malo.26 Para evitar un malentendido: el depresivo, por sus
ataques destructivos, seguramente siente que es malo, pero parecería significar la
maldad de la culpa; el sentimiento de maldad del melancólico, en el planteo actual por
lo menos, es un sentimiento sobre la cualidad o el valor de sí mismo. Y esto es
expresado por (N3), la reintroyección del objeto orbital malo, es decir, la incorporación
nuclear de un objeto revestido por la cualidad de maldad.
Este modo de distinguir la melancolía y la depresión simple está de acuerdo con la
línea de demarcación trazada en la sección anterior, entre la falla en integrar objetos
parciales espaciales y objetos totales espaciales; porque la tensión nuclear surgiría
supuestamente en forma más aguda en el primer caso.)
La hipótesis (O) parecería ser de importancia básica, particularmente bajo la forma
específica que la masticación destruye al objeto de amor, porque explicaría cómo la
tensión ambipotencial (nuclear) se produce normalmente por el hecho que las sensaciones de masticar acompañan biológicamente el comer, y que los dientes aparecen
normalmente a los seis meses, el acmé de la posición depresiva. Otro aspecto es que,
si esta tensión no se produce, su falta implica separar el amor por el alimento de su
destrucción mediante el masticar. (Si) y (E) proporcionarían incrementos poderosos.
La observación gráfica de Freud (9, p. 246) sobre el trabajo interno del melancólico
“que consume su yo” puede vincularse con (O) pero quizá es interpretada más
plenamente por (O) y (Si).
Pero aún si (O) es de una importancia básica, su poder parecería depender
ampliamente o quizá necesariamente de no ser contrarrestado. Entonces agrego (por
lo menos para el varón) la hipótesis:
(F) Una condición para el desarrollo de los procesos depresivos que son la
consecuencia de (O) es la falla en formar un objeto introyectado nuclear del padre.
No es falto de interés agregar que el efecto de derramar o agotar el erotismo de (D)
explicaría los fenómenos depresivos que llevaron los primeros clínicos a postular una
herida narcisística primaria.
Para reunir los hilos: el resultado de la discusión precedente es que si surge la
melancolía, esto se debe a: 1) una pérdida que desencadena la posición depresiva, II)
un desarrollo notable de la ambivalencia, III) una falla en reparar los objetos introse podría gastar en una búsqueda sin esperanza de algo, aunque sabiendo que es sin esperanza. La parte perdida es
como algo desterrado, con lo cual está roto el contacto. Parece posible que esto de desterrar una parte nuclear buena
de la persona por identificación proyectiva, sin el elemento de destructividad, sólo sería depresivo de alguna manera:
quizá Constituiría la psicología de la tristeza más que de la depresión (o de la depresión normal más que de la
patológica).
Parece que vale la pena prestar atención a esta posibilidad también porque proporcionaría un medio de defensa
de tipo depresivo contra la depresión, consistente ésta en la tristeza más los efectos de la destructividad que fue
clivada.
Se puede encontrar una idea bastante parecida a esto en Jacobson (18, pp. 87, 89): ella dice que la tristeza no
implica un componente destructivo (ha sugerido más arriba que es clivado); y que la persona triste no se siente mala
ni desvalorizada.
26
Cf. Freud (9, p. 246): “en la aflicción, el mundo aparece desierto y empobrecido ante los ojos del sujeto; en
la melancolía es el yo que ofrece estos rasgos a la consideración del paciente”.
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yectados orbitales en el mundo interno, IV) una falla en reparar bajo la forma de
identificación proyectiva, V) esas fallas proviniendo básicamente, aparte de factores
agravantes, de que el amor sea sentido insuficiente para hacer reparación y de que
medios sustitutivos de reparación no sean alcanzables, VI) cuando hay un sentimiento
nuclear de que el amor oral es destructivo en su naturaleza.
La doctora Hanna Segal (1961) ha llamado mi atención sobre un desarrollo
reciente, según el cual la melancolía es comprendida como el producto de
determinadas defensas contra la posición depresiva, cuyos ingredientes se deben
encontrar en Klein (19, pp. 298, 308; 20, pp. 316-17). Sobre un fondo en que hay una
nostalgia del objeto orbital perdido por culpa de la ambivalencia, las defensas surgen
frente a: a) la falla en repararlo, y b) la dependencia de él. La gran defensa contra la
falla en reparar es maníaca y consiste más específicamente en omnipotencia, negación
e idealización. La pérdida es negada, el objeto restaurado omnipotentemente y
entonces idealizado (todos procesos apartados de la realidad). Después, porque la
restauración maníaca es artificial y no procura una satisfacción real, surge un
sentimiento de dependencia hacia el objeto orbital; y, como esto no se puede resolver
por una satisfacción real, es vivido como una persecución. En consecuencia las
defensas esquizoides contra la persecución resuscitan y entran a actuar una vez más,
incluso el empleo incrementado de la omnipotencia. De acuerdo con esta descripción,
la melancolía es concebida no exactamente como una reacción esquizoide o maníaca,
sino como el resultado de la interacción de defensas esquizoides y maníacas contra la
ambivalencia de la posición depresiva. Esta defensa “esquizo-maníaca”, como se
podría llamar, parece ser un proceso que tiene probablemente que producirse. Pero no
se produciría si la tarea de la reparación pudiera llevarse a bien por un incremento del
amor, es decir, si esta tarea no fallara porque (O) la forma de amar era destructiva y (D)
el amor se derramaba. Ahora, cuando están presentes estos procesos, de acuerdo con
el planteo que he hecho, se produce una tensión nuclear (Si). Y esto, muy probablemente, sería una condición bajo la cual la omnipotencia y las defensas basadas
sobre el clivaje podrían empezar a actuar. De ahí que la defensa “esquizomaníaca”,
aunque sea de carácter básico, parecería suponer anteriormente los procesos,
especialmente (D) y Si), que he sugerido.
La idea del amor destructivo, como ya lo he señalado, fue mencionada hace tiempo
por van Ophuijsen. Klein (19, p. 286) estuvo también de acuerdo con esto. Hasta donde
alcanzan sus explicaciones no hay nada que indique si consideraba como factor más
decisivo para la melancolía (O) o bien la defensa esquizomaníaca. La razón que he
dado para mi elección de (O), es que la defensa esquizomaníaca lo presupone (o
presupone algo parecido) y no es recíproco. Sin embargo, hay una consideración
adicional. Si los procesos esquizomaníacos son en principio indispensables para
restaurar un objeto destruido o perdido, entonces la melancolía sería el destino
universal del hombre. No sería así, si llegan a actuar sólo en el caso que (O) el amor
llegue a ser predominantemente destructivo. La hipótesis (O) permite diferencias de
intensidad; porque una intensidad moderada de destructividad del amor en un niño se
incrementa o no de acuerdo a que el manejo de él por el ambiente falla o tiene éxito en
mostrarle que la madre ha quedado sana y salva. Entonces la defensa esquizomaníaca
no haría parte del desarrollo normal, sino que sería característica de la melancolía.
En esta reconstrucción, a la serie de seis condiciones resumidas más arriba para
que se produzca la melancolía, agregaríamos: VII) cuando los medios normales de
reparación fallan, entonces se desarrolla para luchar contra la falla una defensa
esquizomaníaca, consistente en un intento de efectuar una reparación mágica que es
por esencia destinada al fracaso.
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XVI.— RELACION ENTRE LAS TEORIAS CLASICA Y POSTCLASICA
Ahora estamos en situación de hacer una comparación completa y señalar las
oposiciones entre la teoría de Freud-Abraham y la teoría kleiniana, utilizando
determinados factores adicionales a la última, que he sugerido en la sección anterior.
Ambas teorías ponen el acento sobre la pérdida, la introyección, la oralidad, el
odio, el sadismo, la destrucción y la ambivalencia. La diferencia fundamental reside en
la base clásica del narcisismo primario, bajo la forma de una herida narcisística
primaria, que parece ser subyacente a la característica básica del trastorno, la pérdida
de autoestima.
Hay, sin embargo, la diferencia más que la ambivalencia, aunque tenga la misma
estructura, apunta en direcciones opuestas en las dos teorías; para Freud y Abraham el
objeto perdido es reemplazado por un objeto introyectado nuclear (identificación
narcisística) y es hacia este objeto que el superyo orbital dirige sus sentimientos
ambivalentes; para Melanie Klein, es el núcleo que dirige sus sentimientos
ambivalentes hacia un objeto introyectado orbital bueno. (Una consecuencia natural es
que la “culpa” no tiene el mismo significado en las dos teorías.) Evidentemente
tenemos dos teorías completamente distintas que no podrían ser ambas verdaderas.
Pero no olvidemos la hipótesis de la tensión nuclear, que fue necesaria para dar
cuenta del desarrollo de la unidad del núcleo y también para proporcionar un molde
para la integración del objeto. Ubica el centro de la melancolía exactamente en la médula de la persona, y la dicha tensión no podría distinguirse clínicamente, sin prestarle
una atención muy especial, del yo sufriendo de una actitud ambivalente de parte de un
objeto orbital
—es decir, sería difícil distinguir una tensión inducida desde el núcleo de una
inducida desde un objeto orbital—. En verdad, se podría argumentar también que la
idea de tensión nuclear contestaría mejor a la idea de narcisismo primario de lo que no
haría la idea de una tensión suscitada por el ataque de un objeto orbital. Sin embargo,
el punto principal es que se puede decir que la tensión nuclear constituye una herida en
el yo. Tendríamos así una explicación de una herida nuclear sin implicar la teoría del
narcisismo primario
Además, como fue señalado en la sección anterior, el agotamiento del erotismo
implicado en la falla en reparar el daño a un objeto orbital ambivalentemente atacado,
aumentaría el vacío del núcleo y crearía un sentimiento de herida nuclear, aunque
quizá de una cualidad algo diferente de la que se debe a la tensión nuclear.
Aparece entonces con claridad que la teoría postclásica se ubica en un nivel
distinto de la clásica, porque puede dar, sobre la base de procesos primarios, una
explicación de los fenómenos que probablemente han sugerido la idea de narcisismo
primario en el contexto de la melancolía; la diferencia de nivel consiste en que el
narcisismo primario parece en principio no permitir más investigación, explicación o
experiencia. En suma, las hipótesis de tensión nuclear y de de-erotización pueden
cumplir el mismo oficio que se esperaba de la teoría de la herida narcisística primaria.
Importa recalcar que la diferencia en la orientación de la ambivalencia en la teoría
clásica es una consecuencia natural de la teoría de identificación narcisística primaria.
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XVII.— EL MECANISMO SUBYACENTE AL SUICIDIO
En las teorías expuestas más arriba el proceso involucrado en la autoagresión
queda algo indefinido.
La explicación clásica del suicidio era que un objeto de odio es introyectado y que
el ataque destructivo se ubica dentro (aunque se utilicen objetos externos para llevarlo
a bien). ¿Significa esto que lo que se ataca es un objeto introyectado orbital o nuclear
(siendo representado lo último por el 9a de más arriba)? No se puede dudar realmente
de que la respuesta, de acuerdo con la teoría clásica, es que el suicidio, como el
autorreproche, es un ataque contra el núcleo.
Seguramente esto suena como una hipótesis más razonable que la que lo referiría
a un ataque contra un objeto orbital; porque la destrucción de un objeto orbital
proporcionaría un modelo para un ataque contra algo que el sujeto posee más bien que
contra sí mismo. Por otra parte, un ataque contra el núcleo por un objeto orbital, aun
cuando hay una identificación con él, no contesta a nuestra idea intuitiva del suicidio
como de un ataque directo de la persona contra la persona.
Podemos verlo más exactamente si usamos la hipótesis (Si), porque ahora el
ataque tiene que ser entendido como ocurriendo dentro del núcleo: es decir, es el
resultado extremo de la tensión entre los dos componentes de la persona con actitudes
ambipotenciales. En la misma línea que esta posibilidad está el supuesto que (Si) es
decisivo para la melancolía, pero no está presente (en grado relevante) en la simple
depresión, si se considera que el suicidio va con la primera mejor que con la última.
Para seguir el tema, sin embargo, debemos preguntar si el suicidio es el efecto de la
actitud positiva del núcleo sobre la actitud negativa, o al revés. Esto último es muy
directamente la idea que la actitud hostil destruye la del amor; lo anterior podría ser la
idea de que la actitud positiva destruye a la otra por su amor. Son por lo menos puras
posibilidades.
Pero la idea de una actitud nuclear de amor que pueda destruir otro componente
nuclear parecería inutilizable. Implica que una actitud de amor puede destruir sin
ayuda. Esta idea es absolutamente diferente de la que fue considerada en (O), donde
una actitud de amor que come destruye masticando, porque en este caso existe un
agregado a la actitud de amor que destruye. Quedamos entonces con la alternativa
más evidente, que puede expresarse en forma más explícita como sigue:
(S1.l) La tensión nuclear es producida por la acción inherente de una actitud
nuclear destructiva sobre una actitud nuclear de amor.27
Lo que aparece aquí se reduce a esto: que el mecanismo básico subyacente al
suicidio no es un ataque de la totalidad de la persona contra su núcleo, mucho menos
un ataque contra un objeto orbital, sino una lucha dentro del núcleo.
Se precisa especialmente la claridad sobre lo que esto implica. Las citas de Freud
dadas un poco más arriba indican que el objeto malo odiado es introyectado dentro del
núcleo y es entonces el blanco de los reproches. La hipótesis preliminar sobre el
suicidio que acabamos de formular hace de este objeto no el blanco sino la fuente del
ataque. Esta idea parece en desacuerdo con las observaciones de Freud sobre el
suicidio (9, p. 252), donde considera el mecanismo como situado en el mismo plano
que el del autorreproche. Sería factible discriminar clínicamente las dos posibilidades,
es decir, afinando la interpretación, se puede razonablemente esperar decir en qué
27
Que esto sea o no cierto está en la línea y en el espíritu de la concepción de Freud de la defusión de los instintos,
y de la concepción de Klein del instinto de muerte.
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medida la tensión es básicamente nuclear y cuáles componentes nucleares en las fantasías de suicidio están atacados y cuáles atacando.
Pero estas dificultades se desvanecen si damos un paso más. La idea de lucha
dentro del núcleo, aunque esté quizá más próxima a la idea intuitiva del suicidio que las
otras dos alternativas consideradas, es en sí misma contraria a la realidad. Tomada al
pie de la letra, describiría algo como una persona que muere de melancolía durante el
sueño, más bien que clavándose un puñal en el corazón o abriendo la llave del gas.
Esta insuficiencia puede desaparecer si tomamos la explicación de la depresión
expresada en la forma de identificación proyectiva. Consideremos la consecuencia de
la reintroyección de un conflicto proyectado. El conflicto proyectado está compuesto por
elementos nucleares; cuando se reintroyecta, aún como orbital, refleja el conflicto que
constituye la tensión nuclear; ahora ésta no tiene válvula de escape, ya que la
identificación proyectiva no puede servir más como zona de seguridad, por la
reintroyección.
En esta explicación, el suicidio es la salida de la tensión nuclear, pero sólo después
que ha fallado completamente la reparación, que no queda lugar para la identificación
proyectiva, y que la reintroyección ha tenido lugar.
Esta explicación, por correcta que sea, por supuesto no está completa; porque
precisaríamos también la explicación de la reintroyección.
Si se considera el suicidio como una desintegración del núcleo, resulta que es
fundamentalmente un fenómeno esquizoide, y no intrínsecamente depresivo; 28 se
reduce a una derrota total en la posición depresiva.
XVIII.— RESUMEN Y CONCLUSION
Siguiendo un procedimiento ya adoptado en otros artículos, he tratado primero de
exponer detalladamente la teoría clásica de la melancolía, extrayendo las numerosas
hipótesis que la componen. La explicación del síndrome por la teoría es tanto más
obvia que en otros trastornos, que dediqué poco espacio a este problema. Se podría
quizá mencionar que el factor de diagnóstico (1) dado por Abraham, parece haber
escapado a un examen especial y que no lo he discutido más arriba, pero puedo observar que una condición importante sería la falla de la introyección nuclear del padre en
un paciente varón.
Como en otras oportunidades, encontré que introducir una distinción entre
introyección nuclear e introyección orbital, hace el planteo de la teoría más específico.
El artículo pasó entonces a la teoría de Klein, que requiere como lema una
exégesis detallada de la teoría de la posición depresiva. Esto implica construir una
teoría explícita de la estructura del yo, de la ambivalencia, del conflicto externo tanto
como interno, y de la reparación. La melancolía es considerada entonces como un
resultado de una falla del mecanismo de reparación en la posición depresiva.
Se ha señalado que había pocas diferencias, por lo menos al tratarse de la
melancolía, entre la mayoría de los principios fundamentales de Freud y Klein: existían
ciertas diferencias, por ejemplo sobre el narcisismo primario, la orientación de la ambivalencia, la reparación, y una psicología kleiniana del yo más detallada; pero esto
último pareció estar en el espíritu del análisis clásico, aunque la negación del
28
Debo a la doctora Hanna Segal el haberme llamado la atención sobre el hecho de que el suicidio puede ser
considerado como una reacción esquizoide a la posición depresiva.
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narcisismo primario no estuviera.
La falla en reparar fue explicada como una limitación en el uso de las actitudes de
amor para restaurar por proyección un objeto dañado. Esto planteó un problema de
etiología para el cual la literatura no proporciona una guía segura. Se describieron
cuatro hipótesis, una de amor destructivo (O), una de deerotización (D), una de
incorporación nuclear de un objeto malo (N3), y una de envidia (E); las dos primeras
darían cuenta de la depresión simple, mientras la tercera sería necesaria como
agregado para explicar la melancolía, y podría tener un efecto independiente; y se
agregó todavía otra hipótesis referente a la influencia ambiental. Se sugirió que (O) era
básico para explicar la falla en la reparación. Para explicar la situación creada por estos
factores y por el fenómeno del suicidio se propuso una hipótesis final sobre la fuente de
la tensión nuclear, que a mi criterio resulta fatal si el conflicto nuclear al cual se ha dado
la forma de la identificación proyectiva es reintroyectado, porque no queda otra
alternativa que la desintegración del núcleo.
Todas estas hipótesis podrían comprobarse llevándolas a la experimentación
clínica, aunque en algunos casos la experiencia tendría que ser de gran dificultad y
exigiría una gran sutilidad de la interpretación y de la apreciación de los matices de las
respuestas que a ella se dan.
Aunque este artículo trata varios aspectos del tema, hay un cierto número de
problemas fundamentales que no fueron tocados: entre otros, por ejemplo, la relación
de la melancolía con la manía, su relación con el duelo,29 su relación con el carácter
obsesivo y el papel del complejo de Edipo.
Curiosamente, ha resultado mucho más fácil reconstruir la teoría clásica de la
melancolía que las de la histeria o de la neurosis obsesiva. Lo que toca a la melancolía
es más explícito en la literatura: poco hubo que agregar a la reconstrucción, mientras
para reconstruir las teorías de la histeria y de la neurosis obsesiva encontré que era
necesaria una gran cantidad de interpretaciones. Por otra parte, pareció necesario
hacer ciertas interpretaciones hipotéticas de carácter nuclear para explicar algunos
rasgos de la posición depresiva. Sugieren la posibilidad de descubrir clínicamente
ciertos fenómenos: por ejemplo, la tensión imputada a los objetos, el papel de una
identificación nuclear con el padre, y manifestaciones de tensión nuclear. Podría haber
aquí una ganancia: a partir de la discriminación precisa de la tensión nuclear y de un
objeto introyectado ambivalorado, se podrían introducir matices en las interpretaciones
sobre identificación que podrían arrojar más luz sobre los procesos esquizoides. (Esto
no se menciona como esperanza entusiasta sino sólo como una mera posibilidad.)
Aunque no lo haya mencionado en este artículo, uno de sus principales centros es
metacientífico (metodológico), es decir, que tiene que ver con la naturaleza de la
ciencia. Se puede notar, por ejemplo, una ausencia de definiciones, porque las
definiciones no juegan virtualmente ningún papel en la ciencia (Popper, 29) y la
clarificación directa de los conceptos muy poco, mientras la teoría domina la totalidad
del proceso. Ocasionalmente es necesario especificar las distintas cosas que un
concepto designa en el uso; pero es la parte menor del trabajo teórico; en ejemplos
importantes, la connotación de los conceptos no puede ser especificada de este modo,
29
¿Puede ser que la melancolía se refiere a un ataque, sentido como habiéndose llevado a cabo, contra un objeto
bueno, correspondiente a algo vivo, mientras en el duelo surge un mayor sentimiento de vacío por el hecho que el
objeto bueno es proyectado para evitar el desamparo de retenerlo sin proyectarlo durante el duelo?
No se puede Conseguir satisfacción con el objeto real correspondiente y entonces un ataque contra el objeto
bueno proyectado se hace imprescindible para hacerlo corresponder a algo ya muerto.
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y su significado se puede explicar sólo por el papel que juegan en una teoría.
No desprecio la importancia de ser claro: pero es posible que el énfasis puesto
sobre la clarificación de conceptos por los científicos sociales sea regularmente un medio de evitar dedicar el pensamiento a las teorías. En este artículo, la finalidad era
elaborar una teoría, y si fuera posible deducir de ella las consecuencias; porque una de
las principales funciones del trabajo teórico de esta clase es descubrir la posibilidad de
fenómenos cuya existencia no se sospecharía de otro modo. Los resultados quedan o
caen en la medida en que el trabajo teórico es coherente y en la medida en que
sobreviven a la experiencia. En este artículo, no se ha intentado considerar el problema
de la experimentación, sea clínicamente o en alguna otra forma; me he concentrado
únicamente en la estructura teórica en sí. No se puede afirmar la seguridad de los
resultados.
El procedimiento clásico de la ciencia 30 (que, entre paréntesis, Freud era casi el
único en seguir entre los científicos sociales) no ofrece garantía ninguna de resultados;
presenta sólo posibilidad de conseguirlos; pero si no se sigue, seguramente no habrá
resultados.
Traducido por Madeleine Baranger.
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30
Por esto se entiende el procedimiento que fue siempre seguido de hecho por los científicos que obtuvieron
resultados, que implica la confrontación con un problema, la hipótesis, y finalmente la observación, que lleva a la
refutación, más hipótesis, etc. La descripción tradicional hecha por los filósofos y aceptada sin crítica por los
científicos era completamente distinta: comprendía la recolección de numerosas observaciones que llevarían a
teorías sin empleo particular de la imaginación o del pensamiento (cf. Popper, 29).
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