Prisma 2012-13 - Recinto de Arecibo

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PRISMA
REVISTA INTERDISCIPLINARIA
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA DE PUERTO RICO
RECINTO DE ARECIBO
Año XVIII
2012-2013
JUNTA EDITORA
Esther Albors
Juan R. Horta
Josué Santiago
Luis F. Santiago
Brenda Corchado
Ángel M. Trinidad
RECINTO DE ARECIBO
UNIVERSIDAD INTERAMERICANA DE PUERTO RICO
RECTOR
Dr. Rafael Ramírez Rivera
PRISMA
es una publicación del Recinto de Arecibo
de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Su propósito es fomentar el discurso intelectual,
la creación, la investigación y la crítica.
La Revista Prisma no se hace responsable por
las ideas expresadas por parte de los autores en
sus escritos.
ARTE
Roberto Robles
Artista Gráfico
Recinto de Arecibo
CORRESPONDENCIA
PRISMA
PO Box 4050
Arecibo, P.R. 00614-4050
ÍNDICE
A nuestros lectores…………………………………………...………..…I
CRÍTICA LITERARIA
Antonio Álvarez Rivera
La angustia existencial en
Hijos de la ira de Dámaso Alonso.………………………………………1
Wanda I. Balseiro Chacón
El tema del café en dos novelas
puertorriqueñas: La charca de Manuel Zeno Gandía
y Solar Montoya de Enrique A. Laguerre……............…………….....…18
Juan R. Horta Collado
Alejandro Tapia y Rivera: romántico, colonizado e híbrido…..….....40
Nelson E. Vera Santiago
Desde la ilegalidad: el poder de los
delincuentes en Marta Aponte Alsina y Josué Montijo…………....…61
HISTORIA
Laura Horta Vargas y César Solá García
The Ghost and the Darkness:
la representación fílmica de símbolos
del colonialismo británico en el África Oriental………………….......71
Verónica M. Rodríguez Rivera
“Estos, ¿no son hombres?” La alteridad en la
historiografía de la conquista y colonización……………………….....81
César J. Solá García
Literatura, arqueología y construcciones
raciales: la novela King Solomon’s Mines de
H. Rider Haggard y las ruinas del Gran Zimbabue.............................92
Héctor M. Torres Camacho
Voltaire’s Views Towards Religion and Their Application
Within His Historiography in History of the Russian Empire
under Peter the Great (1763)…………………………………………..103
LINGÜÍSTICA
Brenda Corchado Robles
El poder de las palabras: El lenguaje del chisme televisivo
presentado como medio de control social en Puerto Rico.....……….110
RELIGIÓN
Luis G. Collazo Torres
De la espiritualidad en Pedro Albizu Campos....................................116
CUENTO
Josué Santiago Berríos
Judith…………………………………………………………………..138
Camilo E. Santiago Morales
Asirio….……………….………….……………………………………143
Ángel M. Trinidad Hernández
De cintura para abajo…………...………..………………………..….147
POESÍA
Ángel M. Trinidad Hernández
El rostro humano…………………………..……………………….....151
Discurriendo…………...……………………………………………....152
Poesía rota……………………………………………………………..153
Ella es dueña de una calma……………………..………………….....154
Miré la tarde…………………………...……………………………....155
José A. Valle de Jesús
Evocación…………………………………………………………........156
Ilusión…………………………………………………………………..158
Guía para el envío de colaboraciones………………...........................159
A NUESTROS LECTORES
Uno de los modos de expresión más contundentes para la
divulgación de nuestro quehacer académico, y a su vez está a
tono con la visión interdisciplinaria que el mundo actual exige a
los centros de educación superior, es la presentación de este
número de Prisma.
Una vez más, se abren sus páginas para esa apertura de
enlace entre la investigación, la labor creativa y la crítica. Es
verdaderamente un honor presentar el número XVIII, año 20122013, con una variedad de temas que esperamos sean de su
enriquecimiento cultural.
Les invito a una lectura ponderada de cada uno de los
escritos que aparecen a continuación.
Su servidor
Dr. Rafael Ramírez Rivera
Rector
I
La angustia existencial en Hijos de la ira de Dámaso Alonso*
Antonio Álvarez Rivera
Concepto histórico y filosófico del existencialismo
La poesía lírica es un aldabonazo en la conciencia del ser humano.
A veces, un solo verso en una poesía es un relámpago de eternidad en la
palabra.
En el libro Hijos de la ira, constituido por veinticinco poemas, se
da ese estremecimiento ontológico metafísico en su autor, Dámaso Alonso. El poeta en esta obra se convierte en una abertura íntima que permite
al lector hacer suya la problemática existencial del poeta. El marco
referencial de Hijos de la ira, en cuanto a su configuración filosófica, es el
existencialismo.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la filosofía de la existencia se puso de moda en varios países. Se puede fijar como fechas principales del existencialismo las siguientes: en 1855 muere Kierkegaard; en
1919 Karl Jasper publicó su Psicología de las concepciones del mundo; en
1927 publicó Gabriel Marcel su Diario Metafísico y Heidegger su El ser y
el tiempo; finalmente en el 1943 apareció El ser y la nada de Jean Paul
Sartre.
Sus orígenes
Las obras de Søren Kierkegaard (1813-1855) revisten fundamental
importancia para el existencialismo1. Además, señala Bochenski, que el
filósofo protestante danés apenas ejerció alguna influencia durante su vida.
Su redescubrimiento en el Siglo XX se debe a la relación íntima que guarda su pensamiento subjetivo y trágico con el espíritu del presente. Marcel
de-sarrolló sus ideas, afines a las de Kierkegaard, en una época en que no
conocía todavía las obras de este. Kierkegaard no dispone de un sistema
propiamente dicho. Este filósofo afirma la prioridad de la existencia
frente a la esencia y parece haber sido el primero que dio a la palabra
Existencia su sentido existencialista. Es un antiintelectual radical: “no es
posible llegar a Dios por la vía intelectual, la fe cristiana es contradictoria
Nota: Al ser este número de Prisma de dos años, la Junta permitió exceder el máximo de
páginas que es de quince.
1
I. M. Bochenski, La filosofía actual. p. 176
*
1
y cualquier intento de racionalizarla representa un sacrilegio”2. Alía a su
teoría de la angustia la soledad, las cuales completan al ser humano frente
a Dios y al carácter trágico del destino humano. Ve en el instante una
síntesis de tiempo y eternidad. Junto a Kierkegaard, Husserl con su fenomenología viene a ser la figura más importante para el existencialismo.
La filosofía de la vida ha influido fuertemente en el existencialismo y hasta se puede decir que este la ha prolongado, especialmente su actualismo, su análisis del tiempo; su crítica del racionalismo y a menudo
también de las ciencias de la naturaleza. Bergson, Nietzsche y Dilthey,
sobre todo, representan otras tantas influencias para los existencialistas.
La metafísica nueva ha repercutido fuertemente en la filosofía de la
existencia. Todos los existencialistas plantean el problema típicamente
metafísico del ser, y algunos de ellos, como Heidegger, se distinguen por
su conocimiento profundo de los grandes metafísicos de la Antigüedad y
de la Edad Media. Hemos visto que el existencialismo arranca de dos
grandes corrientes espirituales que condujeron al rompimiento con el Siglo
XIX: la filosofía de la vida y la metafísica nueva.
En su conjunto, el pensamiento existencial abunda en paradojas y
contradicciones internas, y evidencia una falta general de congruencia, de
unidad y de orden sistemático3. Pero es que obviamente tiene que ser así
por la naturaleza misma de la existencia humana: es decir, el ser humano
no es objeto, es sujeto. Tiryakian refuerza este criterio mío cuando sostiene: “En la medida en que cada lector es también un “existente”, comprobará que posee una conciencia preexistencialista de la existencia, que el
pensamiento existencial tiene referentes que tal vez ya son personalmente
significativos para él, que no puede abordar un análisis de la existencia
como un objeto más del pensamiento cognoscitivo4. La tesis esencial del
existencialismo es que el ser humano es una incógnita pensante. La mutabilidad constante a la que está sometido el ser humano le deforma la percepción objetiva del mundo y la de su realidad íntima. En la indagación
de su propio ser Dámaso Alonso hace una aportación evidenciar de lo
anteriormente expuesto. Sírvanme seis versos de la segunda estrofa del
poema “En el día de los difuntos” para sustentar mi punto:
¡Qué horrible viaje, qué pesadilla sin retorno!
2
Bochenski, op. cit., p 177
Edward Tiryakian, Sociologismo y existencialismo, pág. 107.
4
Tiryakian, op. cit., p. 109
3
2
A cada instante mi vida cruza un río,
un nuevo, inmenso río que se vierte
en la desnuda eternidad.
Yo mismo de mí mismo soy barquero,
y a cada instante mi barquero es otro5.
Puede atribuirse a un contemporáneo de Kierkegaard, Ludwig
Feuerbach, como la persona que sentó las bases del existencialismo social.
En su esfuerzo por desarrollar una filosofía del futuro, llegó a decir que:
“La nueva filosofía… hace del hombre… el objeto exclusivo y universal
de la filosofía”6. Esta tesis de Feuerbach reaparece un siglo después en
Nicolás Alexandrovich Berdiaeff. Afirma Berdiaeff que el tema real del
conocimiento filosófico es el ser humano, y que por intermedio del ser
humano el filosófico puede aprehender tanto a Dios como a la naturaleza7.
Esta posición, tanto de Feuerbach como de Berdiaeff, es antagónica con la
de Kierkegaard expuesta anteriormente en este trabajo. A mi juicio,
Kierkegaard está planteando la tesis enorme de la ininteligibilidad total del
“yo y mi circunstancia”.
Llevada al nivel poético simbólico, esta tesis Kierkegaardiana, a
mi juicio, aparece estupendamente presentada en el formidable poema
“Monstruos”. En mi criterio, ese es el poema que mejor revela la influencia de Kierkegaard en Dámaso Alonso.
Agustín Basave está acertado cuando expresa que: “Para los existencialistas filosofar ha sido, hasta ahora, preocuparse por los problemas
humanos. En este sentido puede decirse que el existencialismo se ha
reducido de hecho a una antropología filosófica”8. Eso digo de los Hijos
de la ira: es una antropología filosófica llevada al rango poético de una
forma inigualable.
Lo común a las diversas filosofías de la existencia
El rasgo común más importante de las diversas filosofías de la
existencia lo encontramos en que todas ellas arrancan de una llamada
vivencia existencial que es difícil de concretar en los diversos filósofos: en
Jasper parece consistir en un percatarse íntimo de la fragilidad del ser; en
5
Dámaso Alonso, Hijos de la ira, p. 25
Tiryakian, op. cit., p. 113
7
Loc, cit.
8
Agustín Basave Fernández del Valle, Existencialistas y existencialismo, p. 16
6
3
Heidegger es un experimentar auténtico de nuestra “marcha anticipada
hacia la muerte”; finalmente, en Sartre, en una repugnancia o náusea
general.
El tema principal de la investigación de estos filósofos es la llamada existencia. El ser humano es el único ser que posee existencia. Si tiene
alguna esencia, esta ha de ser su existencia o producirse después de la
existencia.
La existencia es concebida con una actualidad absoluta. Esta tesis
la refuerzan a menudo los existencialistas mediante la afirmación de que la
existencia coincide con la temporalidad.
La temática existencialista
En el existencialismo los problemas filosóficos arrancan del ser
humano mismo. En la mayoría de los existencialistas la visión del mundo
tiene sus raíces en una situación peculiar, privativa, intransferible, de
manera que más que de interpretación objetiva debe hablarse de testimonio personal9. Concuerdo con Agustín Basave en que el existencialismo
es testimonio personal y más si lo juzgamos a base de los estudios éticos y
religiosos postulados por Kiekegaard. Hay que excluir el estudio estético,
dentro del contexto del existencialismo, por su rusticidad, por contener y
promocionar tendencias y actitudes escapistas. Todo lo inauténtico y
adulterado pertenece a este estadio10.
El irracionalismo, el absurdo, el pesimismo son temas del existencialismo. El mundo carece de sentido. El ser humano está arrojado a la
existencia y destinado a la muerte.
En el poema “Elegía a un moscardón azul”, Dámaso Alonso presentará este concepto, sobre todo de Heidegger, de que “el hombre es un
ser para la muerte”. Después de haber matado al moscardón el poeta se
acerca al cadáver y le dice:
Luego sentí congoja
y me acerqué hasta ti, eras muy bello.
Está claro que el autor está acongojado por su conducta culpable,
él mismo lo admite: “Sí, yo te asesiné estúpidamente”. Ese acto suyo hace
que internalice su propia existencia para tropezarse con el hecho de que
9
lbid , p. 20
Edward Tiryakian, op.cit., p. 130
10
4
esencialmente, en cuanto a existentes, no hay diferencias fundamentales
entre el moscardón y él:
Oh sí me alegro
de que fuera lo último
que vieras tú, la imagen de color
que sordamente bullirá en tu nada
Y esa ciudad al fondo,
serán también una presencia oscura
en mi nada, en mi noche
¡Oh pobre ser, igual, igual tú y yo!11
La analogía simbólica es enorme. El poeta establece que el moscardón y él tienen el mismo destino. Obsérvense los términos: “. . . bullirá en tu nada”, “en mi nada”, “en mi noche”, “¡Oh pobre ser, igual, igual
tú y yo!”. Él también es un moscardón que alguien, desde lo incomprensible, desde lo arcano, un día le hará lo mismo que él le hizo al moscardón.
Existencialismo y cristianismo
El existencialismo es cosmovisión y actitud vital. “Lo que yo necesito, decía Kierkegaard, es ponerme en claro conmigo mismo, saber qué
debo hacer. La cuestión no es para mí lo que debo conocer: más bien se
trata de comprender mi destino, que yo vea lo que la Divinidad quiere
realmente de mí: se trata de encontrar una verdad, y para mí la verdad es la
idea por la cual quiero vivir y morir”. De esta manera surgió el existencialismo como formulación filosófica de la desgarradora experiencia de
esta crisis sin paralelo12.
El ser humano que ha vivido entre dos guerras (las dos de la primera mitad de este siglo) comienza a sentir íntimamente los términos del contraste: finitud e infinitud, caducidad y eternidad. Estos conceptos, o parte
de ellos, los deja ver Dámaso Alonso en su poema “Isla”:
A veces pienso
que mi alma fuera
como una isla
11
12
Dámaso Alonso, op. cit., p. 70
Agustín Basave Fernández, op. cit., p. 30
5
y pienso
cuán prodigioso fue
que tú me rodearas,
que tú me contuvieras, señor, así,
y que no me hayas destruido
en una lumbrarada súbita.
Oh Dios,
yo no sabía que tu mar tuviera tempestades,
y primero creí que era mi alma la que bullía, la que
se movía,
creí que allá en su fondo volaban agoreras las heces
de tantos siglos de tristeza humana,
que su propia miseria le hacía henchirse como un
tumefacto carbunclo,
y eras tú.13
El mismo concepto de isla es denotativo de la soledad existencial
que circunda al poeta. Por encima de todo aquello que pueda agobiarlo,
angustiarlo agradece a Dios que le haya servido y sirva de continente, de
asidero, “y que no me hayas destruido”. Su existencia es una búsqueda de
formas y esencias dentro de su ámbito existencial inmanente y trascendente constituido por su propio yo y su circunstancia. Definitivamente, este
poema desde una fase de su estructura temática preludia su poema “Yo”,
donde la indignación del ser llega a su punto culminante.
Contraste de planos descriptivos en Hijos de la ira
Nos dice Miguel Jaroslaw Flys que observando la plasticidad de
los cuadros con los que Dámaso Alonso construye sus poemas se llega
directamente a la característica más importante de su estilo poético.
Consiste esta en la hábil distribución de elementos opuestos, o sea, en el
uso del contraste, como medio de hacer resaltar las escenas descritas.
El contraste en Dámaso es más que un procedimiento poético. Es
casi su manera de ser, como lo era la paradoja para Unamuno. La tendencia a contrastar planos descriptivos aumenta de una manera dramática a
partir de Oscura noticia14. Con este libro, según señala Jaroslaw Flys,
Dámaso Alonso entra en una nueva etapa de su creación poética. En él
13
14
Dámaso Alonso, op. cit., ps. 135, 136, 138
Miguel Jaroslaw Flys, La poesía existencial de Dámaso Alonso, p. 78.
6
inicia Dámaso Alonso su poesía existencial. El problema de la existencia
humana, que madura en los años de su silencio poético y adquiere un
aspecto trágico ante el panorama de la Guerra Civil Española y la Segunda
Guerra Mundial, estalla en una expresión poderosa y violenta, cargada de
intensa emoción: “Hoy es sólo el corazón del hombre lo que me interesa.”
Sin embargo, en Oscura noticia el cambio es total, es la pasión oscura, la
angustia ante la muerte que oprime al ser humano:
¡Ay! raudo corazón, cómo me hieres
con tu batán de mazas voladoras.15
En este libro, Oscuras noticias, por tratarse de poemas breves, el contraste
se realiza con términos sueltos.
En Hijos de la ira, el contraste constituye la base emotiva de casi
todos los poemas. El creciente dolor físico que despierta al poeta en la
madrugada resalta por el contraste con un empequeñecimiento gradual suyo, hasta convertirse en un niño:
Yo, acurrucado junto a mi dolor
era igual que un niñito de seis años
que contemplara absorto
a su hermano menor, recién nacido,
y de pronto le viera
crecer, crecer, crecer,
hacerse adulto, crecer
y convertirse en un gigante,
crecer, pujar, y ser ya cual los montes,
pujar, pujar, y ser como la vía láctea,
pero de fuego,
crecer, aún, aún,
ay, crecer siempre.
Y yo era un niño de seis años
acurrucado en sombra junto a un gigante cósmico.16
15
16
Jaroslaw Flys, op. cit., pp. 137-38
Dámaso Alonso, op. cit., p. 102
7
Jaroslaw Flys solamente cita los últimos dos versos de este poema,
“Dolor”, yo cito toda la cuarta estrofa del mismo para dar una visión
gradual y escalonada hasta totalizar el contraste en esa estrofa.
Además, deseo indicar que en el poema, ese crecimiento no es otra
cosa que el agigantamiento de lo incomprensible donde el aparato perceptivo del poeta queda prácticamente abolido. Es, por tanto, elaborado
dentro de la más estricta intuición, el poema que nos ocupa.
En “El último Caín”, aparece más desarrollada la técnica de alternar escenas contrastadas. Empieza el poema con el retrato del “El último
Caín”, imagen visionaria, dice Jaroslaw, del hombre que acaba de asesinar
a su “postrer hermano”, quedándose solo en el mundo:
Esos desiertos campos
están poblados de fantasmas duros, cuerpo
en el
aire, negro en el aire negro,
basalto de las sombras
sobre otras sombras apiladas.
Y tú aprietas el pecho jadeante
contra un muro de muertos, en pie sobre sus
tumbas,
como si aún empujaras el carro de tu odio
a través de un mercado sin fin,
para vender la sangre del hermano…
A continuación, el odio de Caín, que destruye la vida, se contrasta
con el amor con que la naturaleza le recrea:
. . . en aquella mañana de sol, que contra tu amarilla
palidez se obstinaba,
que pujaba contra ti, leal al amor, leal a la vida,
como la savia enorme de la primavera es leal
a la enconada púa
del cardo, que la ignora.
Volvemos a la visión de Caín y su crueldad contrastada con la ternura de sus víctimas (estas, caracterizadas por el amor y el sueño; aquél,
por la ausencia de ellos):
8
Como el avaro besa, palpa el acervo de sus rojas
monedas
hundía las manos en esa tibieza densísima (hecha de
nuestro
sueño, de nuestro amor y sin sueño; que incesante
susurra)
para impregnar tu vida sin amor y sin sueño;
y tus belfos mojabas en el charco humeante
cual si sorber quisieras el ministerio caliente del
mundo.
El poeta interpreta su símbolo de “El último Caín” como encarnación de la histórica propensión del hombre a la guerra y destrucción.
Produce un cuadro plástico impresionante:
Son las ciudades donde llamearon
en la aurora sin sueño las alarmas,
cuando la multitud cual otra enloquecida llama
súbita,
rompía el caz de la avenida insuficiente,
rebotaba bramando contra los palacios desiertos
hocicando como un negruzco topo en agonía su
lóbrego camino.17
La indignación del ser
Después de Miguel de Unamuno pocos poetas españoles han indagado la esencia del ser humano con tanta ansiedad e insistencia como
Dámaso Alonso.
Dámaso Alonso se resigna al hecho de que, mientras vivamos, hay
cosas que nos están vetadas. En esto difiere su pensamiento de Unamuno,
que hizo de la lucha la esencia de su actividad existencial18. “Y me pasaré
la vida luchando con el misterio y aún sin esperanza de penetrarlo, porque
esa lucha es mi alimento y es mi consuelo”19.
Dámaso Alonso, que tanto admira a Unamuno como a Antonio
Machado, elige otro camino. Vuelta su mirada hacia la única realidad
17
Ibid, pp. 52-53
Miguel Jaroslaw Flys, op. cit., p. 246
19
Ibid, p. 246
18
9
tangible, la vida, erige al ser humano en centro del universo (por medio
del vínculo amoroso con su creador), a pesar de lo ininteligible que le
resulta.
Así, se vuelven alrededor para indagar la esencia de las cosas que
lo rodean. Aquí, sin remedio, asoma su humanidad la celebérrima frase de
Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no
me salvo yo”. Es el caso de la compatibilidad entre lo interno y lo externo. La lucha por esos dos mundos constituye la agonía intelectual de
Dámaso Alonso.
Simultáneamente se analiza a sí mismo, porque se da cuenta que
él, aun cuando es sujeto, es también objeto o circunstancia para otros (y
acaso para su propia conciencia del ser humano)20. ¡Y he aquí la gran tragedia humana!, porque estos seres que lo circundan están mudos y sordos.
De aquí el sentimiento angustiado de la inmensa soledad del ser humano,
que culminará en su magistral poema “Mujer con alcuza”21.
Símbolo del ser humano que lanza en vano su angustiada interrogación a un mundo que no lo entiende es el árbol seco en la tierra desnuda:
Y surges en las sombras, como un fantasma aciago.
tu desolado grito de nuestra eterna duda.
Nadie te oirá. . .
Lejana palpitación de un frío,
débil polvo de estrellas, de estrellas asustadas
huyen eternamente, por el hondón sombrío,
hacia las aguas vivas, las corzas asoradas.22
Esa indagación se hace intensa y progresiva, indagación que al no
hallar correspondencia (respuesta) ahonda más su apretón existencial en el
poeta porque: “nadie te oirá”. Inevitablemente esta situación de caos
intelectivo hará llegar al poeta a una desgarradora conclusión.
Es como señala Elsie Alvarado de Ricard23: “El deseo de captar la
realidad esencial de cuanto le rodea se hace obsesivo”. Así todas las cosas
que están en torno suyo, incognoscibles, crecen en resistencia hasta
alcanzar proporciones monstruosas. ¡Qué cantidad de monstruos sitian su
20
Ibid, p. 247
Ibid, p. 247
22
Ibid, p. 248
23
Elsie Alvarado de Ricord, La obra poética de Dámaso Alonso, p. 81.
21
10
reposo! Es precisamente esta angustia, aleación racional y emotiva, lo que
hace que el hombre se sienta a sí mismo”.
La conciencia de las limitaciones humanas es entonces la causa del
propio menosprecio; menosprecio en cuyo fondo íntimo tiene distendidas
sus lúgubres alas a la angustia inevitable.
La base de estos poemas, Hijos de la ira, parece estar constituida
en el siguiente orden: el mundo, el ser humano y Dios; los tres temas
fundamentales de la metafísica24.
Monstruos
Según Ortega y Gasset la vida del ser humano no le es dada hecha,
sino como un quehacer. En otras palabras, vivir es tener que hacer algo
con las cosas, actuar en ellas, dominarlas. Pero al mismo tiempo este,
sujeto para sí, no es más que objeto o cosa para otro, en cuanto forma su
circunstancia.
De manera que nos encontramos en una situación en que el yo,
visto por sí mismo como sujeto, se sabe mirado por el otro y reducido a
objeto o cosa. De aquí que la relación recíproca de rivalidad y aún mayor,
de amenaza, simboliza por esa mirada de otro, que según Sartre, da origen
a la angustia existencial25. Estas ideas están próximas a las expresadas por
Dámaso Alonso:
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡Son monstruos,
estoy cercado de monstruos!26
Creo necesario mostrar el comentario de Jaroslaw Flys por la pertenencia en cuanto a influencia se refiere. Según él, estos dos libros:
L’etre et le neant, de Jean Paul Sartre, e Hijos de la ira se publicaron el
mismo año (1944), por tanto, sólo se puede señalar que los dos autores
recogen, según palabras de Dámaso Alonso: “cosas que estaban en el
aire”27.
24
Elsie Alvarado de Ricord, op. cit. , p. 85
Miguel Jaroslaw Flys, op. cit., p. 249
26
Dámaso Alonso, op. cit., p. 75
27
Miguel Jarloslaw Flys, op. cit., p. 249
25
11
Volviendo al tema, si añadimos ahora el hecho de que esas realidades que se enfrentan se desconocen por completo, se entiende el concepto
de los monstruos damasianos: lo desconocido causa terror, es monstruoso.
En Hijos de la ira, el destino se describe como “la terrible, la estúpida fuerza sin pupilas”, o sea, monstruosa también28.
En Oscura noticia, el amor que señalado como:
¡Monstruo fugaz, espanto de mi vida,
rayo sin luz, oh tú mi primavera,
mi alimaña feroz, mi arcángel fuerte.
¿Hacia qué hondón frío me convida,
desplegada y astral, tu cabellera?29
En el poema “El último Caín” de Hijos de la ira sigue este empleo
y, en esa misma línea, toca inclusive a Dios con esa designación. Pero
ocurre que no solo es monstruo Dios para la conciencia culpable de Caín,
lo es también cuando busca amorosamente a su criatura. Se le aparece
monstruoso por ininteligible:
Sí: tú me buscas
Tú me oteas, escucho tu jadear caliente,
tu revolver de bestia que se hiere en los troncos,
siento en la sombra
tu inmensa mole blanca, sin ojos, que voltea
igual que un iceberg que sin rumor se invierte en el
agua salobre.30
Este tratamiento de Dios como presencia monstruosa se repite más
tarde en el poema “Invisible presencia”, donde el poeta la define como:
“bulto impalpable en mi orilla”, “una mole que jadea a mis pies”, “un
pozo donde retumba el eco” o “la oquedad negra sin fondo”31.
La terrible condición humana de sentirse rodeado de cosas y seres
cuyo sentido permanece totalmente ininteligible hace que la imagen de los
monstruos describa todo lo que existe, es decir toda la circunstancia del
28
Dámaso Alonso, op. cit., p. 65 (“Mujer con alcuza”)
Miguel Jaroslaw Flys, op. cit., p. 251
30
Dámaso Alonso, op. cit., p. 91
31
Miguel Jaroslaw Flys, op., cit., p. 252
29
12
poeta y aún al poeta mismo. El poema Monstruos resume esta originalísima visión del mundo:
Todos los días rezo esta oración al levantarme:
Oh Dios,
no me atormentes más.
Dime qué significan
estos espantos que me rodean.
Cercado estoy de monstruos
que mudamente me preguntan,
igual, igual que yo les interrogo a ellos.
Bajo la penumbra de las estrellas
y bajo la terrible tiniebla de la luz solar,
me acechan ojos enemigos,
formas grotescas me vigilan,
colores hirientes lazos me están tendiendo:
¡Son monstruos,
estoy cercado de monstruos!
No me devoran.
Devoran mi reposo anhelado,
me hacen ser una angustia que se desarrolla a sí
misma,
me hacen hombre,
monstruo entre monstruos.
No, ninguno tan horrible
como este Dámaso frenético
como este amarillo ciempiés que hacia ti clama
con todos sus tentáculos enloquecidos.32
En este poema se pueden apreciar tres temas principales, que constituyen la base de la indagación del ser en la obra de Dámaso Alonso: a
total incomunicación entre los seres; la angustia provocada por la supuesta
amenaza de un ambiente ininteligible; y el enigma íntimo de la existencia
propia.
32
Dámaso Alonso, Op. cit., pp. 75-76
13
En cuanto al primer tema, la fuerza dramática consiste en el constante intercambio de preguntas entre los seres que parecen sordos y, por
otra parte, la común, aunque individualmente aislada, interrogación de
cada ser dirigida a Dios, que parece sordo también. De aquí derivan los
demás temas de la soledad del ser humano y la angustia existencial.
El segundo tema pone énfasis en el aspecto angustioso de la vida a
causa del recelo mutuo que constituye una obsesión permanente del ser
humano.
El tercer tema, el enigma íntimo de la existencia propia, es el abordado en este poema, Monstruos, y es acaso, el más profundo y sincero de
todo el libro. Podríamos decir que el poeta se mira desde fuera y encuentra su yo igualmente grotesco e incomprensible33.
En este poema el poeta, al referirse a sí mismo, usa el lenguaje más
extremado y hasta repugnante. Ocurre que la desesperación de no comprender aumenta en razón directa a la mayor capacidad expresiva, y el
poeta se enfurece al ver que ni siquiera su propio ser resulta inteligible.
Está demás decir, por lo ya comentado, que el tema dominante, central de
este poema es la ininteligibilidad del universo.
“Mujer con alcuza” o de la soledad existencial
Simple y sencillamente ante este poema se está frente a uno de los
más formidables poemas de Dámaso Alonso.
En el poema “En la sombra” 34 , el poeta nos hace esta patética
confesión: “Tengo miedo de ser náufrago solitario”,
La soledad existencial es un hecho que Dámaso Alonso acepta y
profesa en toda su poesía, aunque le dé tratamientos diferentes, especialmente a partir del libro Hombre y Dios.
“Y esta mujer se ha despertado en la noche
y estaba sola,”
“Se ha despertado de noche”, es decir, todo su aparato sensorial
(despertar) tiene que operar en el mayor grado de ininteligibilidad
imaginable (la noche). Examina su circunstancia (“Y ha mirado a su alrededor”) y se encuentra sola.
33
34
Miguel Jaroslaw Flys, Op.cit., p. 225
Dámaso Alonso, Op. Cit., pp 91-92
14
En esos veintiséis versos de la estrofa once se producen el patetismo más impactante. Al encontrarse sola comienza a correr por los pasillos
del tren, de un vagón a otro y se da a la tarea de buscar: al revisor, a los
mozos del tren, a algún empleado, a algún empleado, a algún mendigo que
viajara oculto; no encuentra a nadie. Grita en la oscuridad, pregunta en la
oscuridad, ha gritado y preguntado quien movía aquel horrible tren. Y no
le ha contestado nadie porque:
estaba sola,
estaba sola.
Y ha seguido días y días,
loca, frenética
en el enorme tren vacío
donde no va nadie,
que no conduce nadie.
¿Por qué procede así? Los primeros versos de la estrofa doce lo
indican: “Y esa es la terrible, /la estúpida fuerza sin pupilas, /que aún hace
que esa mujer/avance y avance por la acera”, la empuja el destino, como
con Edipo lo hacía la moira. Excepto que hay que hacer la salvedad de
que aquí el destino es la ininteligibilidad.
Véase el concepto del paso del tiempo en la estrofa seis35. Ese tren
ha ido deteniéndose en tantas y diferentes estaciones que ella no sabe con
exactitud ni cómo se llaman, ni los sitios, ni las épocas. ¿Qué recuerda
ella?: “Solo que en todas hacía frío, que en todas estaba oscuro”. Esto lo
hace comprender de una vez por todas: “cuán bestial es el topetazo de la
injusticia absoluta.” Todo esto, la imposibilidad de asideros vitales con la
realidad y el anonadamiento metafísico, hace de esta mujer un ser desgarrado por la búsqueda y la interrogación.
El tema dominante de este poema, claro está, es la soledad, soledad
que es la resultante directa del tema principal del poema “Monstruos”. En
otras palabras, esta soledad en que está inmersa la “Mujer con alcuza” es
hija irrecusable y funesta de la ininteligibilidad. El silencio de Dios y la
imposibilidad de comunicarse con los demás seres que pueblan el mundo
hacen que el ser humano se sienta terriblemente solo. En tal situación su
diálogo adviene a un monólogo sobrecogedor.
35
Dámaso Alonso, Op. cit., pp 62-63
15
Pero todavía, en mi apreciación, esos caminos, ese tren aportan una
configuración de la procedencia e identidad de la mujer del poema. El
tren, la vida, y los caminos, la circunstancia orteguiana, son dos símbolos
desde las cuales otros símbolos nos hacen un ademán amigable de interiorizarlos y exponerlos.
El poeta nos dice: “Yo no conozco esa mujer”.
Claro está, Dámaso Alonso, en el poema, nos revela todas las peripecias de ella. Sin embargo, lo que hace es presentárnosla como un personaje, como alguien sin rasgos: podríamos decir, envuelta en un cierto
grado de ininteligibilidad.
Nos dice en líneas generales, quién es por lo que hace, pero sin
particularizarla-.
¿Por qué conoce el autor esa mujer? La pregunta en cuestión puede resultar pueril, pero, puede no serlo. Esa mujer no es otra cosa, así lo
entiendo y expongo, que el símbolo de la conciencia del autor. El viaje,
en sus distintas variantes es el esfuerzo de ella por encontrar una explicación el algún lado, de su circunstancia y de sí misma. Es de suponer, aunque no esté en forma explícita en el poema que la alcuza está vacía,
porque de estar llena indicaría en algún sitio la llenó de algo para llevarla a
otro sitio. Es el caso, manteniéndome dentro de las consideraciones
simbólicas, que la tal alcuza representa los sentidos del autor. La alcuza
se mantiene vacía porque la ininteligibilidad evita que pueda colocarse
algún contenido en ella.
Comentario final
Hijos de la ira es un libro estremecedor. El planteamiento del libro se mantiene en un plano de tensión teológico metafísica. Todo gira
alrededor del hombre, una especie de Prometeo clavado a todo esfuerzo
inútil de encuentro y respuesta, que aparece impotente ante la ininteligibilidad del mundo y de sí. La crítica literaria ha expuesto que este libro es
un diario íntimo. Diario, porque ese problema él lo tiene y lo vive minuto
a minuto, día a día, y así sucesivamente sin alternativa de esclarecer tan
siquiera una mínima parte de su yo.
La fatalidad es enorme, cruel y desgarradora porque el autor no se
puede refugiar en el tiempo, el pasado, es decir, la memoria, porque la
alcuza, por culpa de los monstruos, nunca ha tenido contenido. Por lo
menos, San Agustín, recurre a la memoria, aunque después prescinda de
ella, para resolver su seria problemática:
16
Traspasaré pues, la memoria, para llegar hasta aquél
que me separó de los cuadrúpedos y me hizo
más sabio que las aves del cielo. Sí, traspasaré la
memoria
para encontrarte.36
Un interesante problema expuesto por un gran poeta expuesto,
indudablemente, en un gran libro. Hijos de la ira, en parte, nos toca y señala a todos, por lo universal y doloroso de sus planteamientos.
BIBLIOGRAFÍA
Alonso, Dámaso. Hijos de la ira. Colección austral, Segunda edición:
10-v-1958, Espasa Calpe, S.A. Madrid; 159 p.
Alvarado de Ricord, Elsie. La obra poética de Dámaso Alonso. Editorial
Credos, S.A. Madrid, 1968; 177 p.
Bochenski, I. M. La filosofía actual. Quinta edición en español, Fondo de
Cultura Económica, México, Buenos Aires, 1965; 338 p.
Fernández del Valle, Agustín Basave. Existencialistas y existencialismo.
Primera edición, Editorial Atlántida S.A. Buenos Aires, 1958;
172 p.
Jaroslaw Flys, Miguel. La poesía existencial de Dámaso. Biblioteca
Románica Hispánica, Editorial Credos, S.A. 1968; 344 p.
Laín Entralgo, Pedro. La espera y la esperanza (Teoría del esperar
humano). Tercera edición Revista de Occidente, 1962; 617 p.
Tiryakian, Edward A. Sociologismo y existencialismo (Dos enfoques
sobre el individuo y la sociedad). Primera edición, Amorrortu editores, Buenos Aires, 1962; 247 p.
36
Pedro Laín Entralgo, La espera y la esperanza, p. 63.
17
El tema del café en dos novelas puertorriqueñas: La charca de Manuel
Zeno Gandía y Solar Montoya de Enrique A. Laguerre*
Wanda I. Balseiro Chacón
El objeto de estudio en esta investigación es el tema del café en
dos novelas puertorriqueñas a través de los cuales analizaré los problemas
relacionados con nuestro proceso histórico a partir de su base económica y
el de la consideración de ese aspecto cultural esencial que es la literatura.
El café y la novela atraparon mi interés y se convirtieron en objeto de estudio. Este grano es algo más que ese producto, exquisito para muchos
puertorriqueños, con el que complementan su desayuno todas las mañanas.
El café es el resultado, el producto de un proceso que se define a partir de
unas determinadas fuerzas productivas cuya dinámica se traduce en relaciones técnicas y sociales de producción. La literatura es expresión social,
una de esas formas de conciencia a través de la cual los seres humanos interpretan imaginariamente sus condiciones de vida y sus relaciones. Pero
esta forma de conciencia, que es la literatura, está a su vez enmarcada dentro del contexto histórico social en el cual se desarrolla y puede ser útil
para confrontar las diversas perspectivas clasistas sobre nuestra historia.
Partiendo de esta base teóricametodológica me acerqué al estudio
del tema del café en la literatura puertorriqueña y seleccioné para la investigación dos novelas de época y de autores distintos. Estas fueron La
charca de Manuel Zeno Gandía, publicada hacia fines del siglo XIX
(1894), y Solar Montoya de Enrique A. Laguerre, publicada en 1941.
Como se ve estas obras se distancian una de la otra por un período de alrededor de cuatro décadas y podemos añadir que la primera de estas, La
charca, aparece en una época de auge de la economía cafetalera; mientras
que Solar Montoya ve luz en la fase de crisis del café y de la economía
capitalista agraria.
Zeno Gandía ve a Puerto Rico como un mundo enfermo, vicioso,
lleno de males y sufriendo bajo un régimen político desde su colonización.
Fue así como dio vida a la serie de cuatro novelas: Garduña que aunque
fue la primera en escribirse se publicó después de La charca (1896). En
dicha obra se ven las intrigas del licenciado Garduña y otros familiares del
rico hacendado de Mina de Oro, don Tirso Mina, para desheredar a
*
Nota: Al ser este número de Prisma de dos años, la Junta permitió exceder el máximo
de páginas que es de quince.
18
Casilda, hija natural del rico solterón. Al final es Garduña quien se apodera de los terrenos del ingenio. El negocio es la historia del comercio con
cuentos y quiebras planeadas. Redentores (1965) es la novela que hace la
historia del cambio de régimen en el 1898 y La charca que se publica en
el 1894, presenta la vida del campesino en la zona cafetalera del Puerto
Rico de fines del siglo XIX, el campesino de la montaña, de un pueblo
físico y moralmente enfermo.
Como vemos cada una de sus cuatro novelas representa un aspecto
del mundo puertorriqueño. El propósito del novelista consiste en señalar
los males que produce la colonia y determinar las causas que los motivan.
Por eso observa nuestra vida con aguda penetración; la ve en sus más
mínimos detalles para decirlo todo, según el postulado naturalista.
El naturalismo fue una corriente literaria dominante en Francia durante la segunda mitad del siglo XIX representado por Emilio Zola. Dicha
corriente pretendía dar a la novela un valor científico y de conocimiento.
Su método era la observación y la experimentación, por eso Zola, en sus
estudios teóricos, la llama novela experimental. En ella presenta a los
hombres tal y como son, ve el mundo claro y desnudo, muestra la fealdad
y la tristeza de la vida y del vicio en toda su desnudez. Por lo tanto, el autor tiende a explorar los móviles hereditarios y ambientales que determinan la conducta del ser humano. Los elementos predominantes del naturalismo son: asco, detallismo, crudeza descriptiva, contraste entre paisaje y
personaje.
Sin embargo, hay ciertas diferencias entre el escritor de la novela
experimental y Zeno Gandía. Aquél hace la historia de una familia de clase baja, éste, escribe sus Crónicas de un mundo enfermo, donde incluye a
las personas de la clase baja, pero también a las de ambiente acomodado.
Va tanto a la zona rural como a la urbana porque para Zeno el Puerto Rico
completo es un mundo enfermo, vicioso, lleno de males y sufriendo bajo
un régimen político desde su colonización.
Difiere además, en que Zeno analiza los males y propone soluciones, remedios y, por lo tanto, hay optimismo, hay fe, hay creencia en Dios.
Zola, en cambio, narra objetivamente. Zeno se acerca al naturalismo
según el estilo español de Emilia Pardo Bazán y de Vicente Blasco Ibáñez,
porque para él la novela, además del propósito utilitarista, tiene un propósito literario poético.
Por otro lado, el Modernismo puertorriqueño se alejó de la superficialidad y el exotismo propio del movimiento para acercarse al criollismo,
fruto del momento de crisis de identidad nacional que atravesaba la isla;
19
aunque sin perder de vista el universalismo, ya que dicha identidad no se
encontraba reñida con el hecho de mantener la vista puesta en las inquietudes culturales del resto del mundo.
La narrativa participa de ese afán de recuperación del alma colectiva puertorriqueña, situándola dentro de la esencia universal de toda la
humanidad, es decir, procura encontrar su lugar en el mundo desde la
propia esencia del ser criollo, desde la propia realidad insular, y, más concretamente, desde la vida en el ámbito rural. En este aspecto, Enrique
Laguerre sentó las bases de la moderna novelística isleña manejando con
soltura el lenguaje para describir el paisaje de la isla.
Sin embargo, la novela de Laguerre enraíza también en los males
que sufre la colonia. Su obra pinta la angustia del puertorriqueño en un
momento crítico de su historia. El cafetal se ha convertido en zona de miseria como consecuencia de la penetración de capital norteamericano, del
acaparamiento de la tierra y de su abandono o sustitución por el monocultivo azucarero. La proletarización ha degradado a nuestro jíbaro y lo ha
reducido a condiciones infrahumanas; la solución, el regreso a la tierra, al
cafetal, al campesino productor y propietario.
Zeno y Laguerre son dos novelistas de la tierra puertorriqueña.
Pero cabe aclarar que no son simples autores de novelas en que se describe
y se narra la vida del campesino en su aspecto pintoresco y superficial.
Ambos plantean los problemas de nuestra vida como injusta y de un régimen político deprimente.
En la exposición y desarrollo del tema, sigo en líneas generales, los
planteamientos que hacen Antonio S. Pedreira, Tomás Blanco, Emilio S.
Belaval y María Elena Rodríguez Castro con relación al tema de la tierra,
la educación y el problema socioeconómico del sistema colonial existente.
En un segundo momento, nos dirigiremos al análisis de las obras literarias
dentro de su contexto histórico; recogiendo las posiciones de cada autor
sobre el espacio social del cafetal.
Planteamientos de la Generación del Treinta con relación al tema de la
tierra, la educación y el problema socioeconómico
La Generación del Treinta se apropia del nacionalismo cultural
para darle una interpretación de la identidad cultural y una autonomía cultural. Sin embargo, es interesante señalar que la efervescencia de esta generación se había estado gestando en el 1920 hasta alcanzar su “boom” en
el 1929 con la publicación de la Revista Índice. Esta revista se hizo eco de
20
las preocupaciones y cuestionamientos de los puertorriqueños de conocer
y poder definir: ¿Qué somos y cómo somos los puertorriqueños? Es a
través de una encuesta, que se genera en la revista, la que permite ese discurso polifónico que se entrelaza por un hilo conductor que permite problematizar qué es el puertorriqueño y con ello su espacio territorial, Puerto
Rico.
A esta encuesta Manuel Zeno Gandía responde que Puerto Rico, es
una nación desnuda, desposeída en todos los aspectos materiales y morales
causados por el coloniaje, es decir, “es esta una nación en rehenes”.1 Zeno
Gandía está consciente de que la alternativa para solucionar dicho problema es la libertad, su autonomía.2 Por otro lado, al aludir a la personalidad
del puertorriqueño enfatiza que la condición topográfica influye en el
carácter de la población denotando ciertos rasgos como tímido, resignado,
idealista, entre otros. Sin embargo, en ese puertorriqueño hay reacción en
la que desencadena “llamaradas de un fuego latente” es decir fuerzas revolucionarias que desean un cambio y un “mejor porvenir”.3 Finalmente,
Zeno reconoce el esfuerzo loable de la Revista Índice dejando en ella su
anhelo de contribuir a ese discurso nacional.
Por otra parte, Antonio S. Pedreira es posible que haya utilizado
los planteamientos generados en la encuesta como punto referencial para
escribir su libro Insularismo, que ve luz en el 1934. Es lo que en la teoría
literaria Julia Kristeva llamó intertextualidad donde existen diferentes textos y discursos que se entrelazan y se unifican para reflejar la idea sostenida por un escritor en su libro. Ese es el caso de Pedreira que no sólo posee
las influencias de su generación sino de los escritores españoles de la Generación del 98 como Miguel de Unamuno y José Ortega y Gasset y de los
hispanoamericanos como Pedro Henríquez Ureña, Jorge Mañach, Carlos
Mariátegui, entre otros.
La validez de Insularismo consiste en la exposición de diversos
planteamientos sobre los problemas del puertorriqueño (históricosocialcultural de nuestra personalidad de pueblo). Esto a su vez dio origen en Puerto Rico a un movimiento general de examen de la realidad insular.
Además los planteamientos que hace Pedreira sobre el problema de cruce
1
Eugenio Fernández Méndez. “Nuestra encuesta: ¿Qué somos? ¿Cómo somos?” En:
Antología del pensamiento puertorriqueño (1900-1970). Tomo I, Río Piedras, Ed.
U.P.R., 1975, pág. 462.
2
Ibíd., pág. 463.
3
Ibíd., pág. 463.
21
de etnias en la conformación etnológica del ser humano puertorriqueño,
creando así distintos grados de mestizaje que dan fisionomía moral a una
gran parte de la población. Es, por eso, que Pedreira, al igual que Fray
Iñigo Abbad Lasierra en el siglo XVIII, cree que a causa de estas fusiones
etnológicas nuestro carácter es tan mezclado y equívoco que resulta difícil
de definir.
Sin embargo, Zeno Gandía no ve en lo etnológico el problema de
definir lo puertorriqueño más bien lo plantea a la luz de la teoría del naturalismo donde personaje y el medio ambiente se funden logrando con ello
destacar la situación social y política en que viven los puertorriqueños. A
través de estos se revelan algunas actitudes y rasgos de la conducta social
de nuestro pueblo. De ahí el título de la obra “charca”. El autor lo utiliza
para producir una imagen de miseria social, moral y espiritual de la sociedad puertorriqueña. Francisco Manrique Cabrera explica el símbolo de la
siguiente manera:
...La charca que es nombre y símbolo a la
par. Porque charca en voz de nuestros campos es estancamiento, acuoso depósito de
miasmas malolientes; es quietud de aguas
que auspician descomposición y podredumbre. No es charco, remanso transitorio de
agua diáfana que corre; delicia de los niños
jíbaros... La charca es lo moral, lo social, es
podredumbre de humanos miasmas descompuestas.4
En su afán de hacer sociología, Zeno Gandía expone en su narración una serie de problemas que agobian la vida del campesino: la poligamia, el alcoholismo, el robo, el crimen, la explotación económica del
trabajador, el juego de azar, la depauperación orgánica, la miseria espiritual, entre otros, producto de un sistema colonial.
De igual forma, Tomás Blanco en su Prontuario histórico es más
incisivo al denunciar a la colonia como la causante de los males de Puerto
Rico y de no haber podido lograr su autonomía. Motivo por el cual el país
estaba sufriendo los males de la colonia. De ahí su visión objetiva de
4
Francisco Manrique Cabrera. Historia de la literatura puertorriqueña. 1a ed., pág.
185.
22
analizar la historia y verla desde el siglo XVIII en su desarrollo económico
en la agricultura y el norte de sus escritos es el investigador intelectual. Al
igual que Pedreira, Zeno Gandía invoca a la educación, a la preparación
del ser humano, para enfrentar ese problema histórico y sacar una enseñanza para el futuro. Esta visión de Tomás Blanco es la que plantea Emilio S. Belaval en sus escritos. El paisaje y patria son sinónimos que definen la cultura puertorriqueña. En el cual sólo da sentido la tierra y la agricultura; sino también el viaje interior del ser humano para conocer su historia. Entiéndase el pasado para entender mejor y conocer el futuro y
enfrentar el presente. Belaval es consciente que la montaña se ha resignado y la urbe se ha “escandalizado”5 y lo peor de ello es que la costa y la
montaña se han hecho depositarios de esa incertidumbre y de ese sentimiento de inestabilidad.
Belaval alude a la investigación literaria para rescatar el perfil, alma, conciencia del puertorriqueño. En este punto estriba la cercanía del
pensamiento de Antonio Pedreira, Tomás Blanco y Manuel Zeno Gandía
de ilustrar y concienciar al puertorriqueño de su entorno que es su tierra y
con ella su historia que sería su “rosa de los vientos” para conocer su identidad nacional, su cultura y poder exigir sus derechos que son inherentes
porque es su tierra, su hogar puertorriqueño.
Por otra parte, María Elena Rodríguez Castro alude a la metáfora
de la casa6 (desde el punto de vista telúrico) como ese espacio que le da
cohesión y estabilidad al ser humano y a sus valores que están siendo
amenazados por las fuerzas externas de Estados Unidos. Esa imagen de la
casa cimentada en la tierra da paso a la analogía entre el alma personal y el
alma colectiva permitiendo el traspaso y vínculos de identidad. Esa tierra
es sinónimo de casa que propiciaba la permanencia y la transmisión de un
legado. De ahí la casa de la cultura, nacional, que plantea Pedreira en Insularismo y todos los de su generación.
Finalmente, esa visión de la tierra como lo auténtico y autóctono es
planteada y analizada por Carlos J. Alonso en su libro The Spanish American Regional Novel Modernity and Autochthony. En su estudio, Alonso
reexamina la novela de la tierra regional como una manifestación
5
Emilio S. Belaval. “Los problemas de la cultura puertorriqueña”. En: Antología del
pensamiento puertorriqueño (1900-1970). Tomo 8, Río Piedras. Ed. UPR, 1975, pág.
498.
6
María Elena Rodríguez Castro. “Las casas del porvenir: nación y narración en el ensayo puertorriqueño”. Págs. 36-37.
23
específica y literaria persistente de una cultura autóctona que ha caracterizado la producción desde el comienzo en América Latina. Él presenta sus
argumentos a través de tres obras que son conocidas universalmente como
arquetipos de la modalidad de lo autóctono: La vorágine de José Eustaquio Rivera, Doña Bárbara de Romualdo Gallego y Don Segundo Sombra
de Santiago Guiralde. Carlos J. Alonso propone una nueva visión de lo
autóctono como un discurso de lo referente.
Antecedentes históricos del desarrollo del café
La visión histórica de la evolución del café en Puerto Rico está
presentada en este trabajo a la luz de los estudios e investigaciones realizadas por el Dr. Fernando Picó. En sus dos libros, Libertad y servidumbre
en el Puerto Rico del Siglo XIX y Amargo café (los pequeños y medianos
caficultores de Utuado en la segunda mitad del siglo XIX, plantean el desarrollo que tuvo el café durante el siglo XIX sobre todo al final del mismo y su impacto en la vida social y económica del puertorriqueño principio del siglo XX.
Picó divide el proceso de la historia del café en cuatro etapas o fases, para efectos de esta investigación, se enfatizará en la segunda fase que
es la que se conoce como “la época dorada del café” ya que es el momento
en que se desarrolla la obra de Manuel Zeno Gandía. Luego, la tercera y
cuarta fase se ven afectadas por la invasión norteamericana, los desastres
atmosféricos y los “años buenos” que proceden a la Primera Guerra Mundial. Estas dos últimas fases son las que se recogen en Solar Montoya de
Enrique A. Laguerre.
Picó señala que la segunda fase de la economía cafetalera tendrá
lugar durante los quince años que anteceden a la invasión norteamericana
y es conocida como la “época dorada” del café. Entre los factores que
propiciaron esta etapa podemos mencionar: el aumento en los precios del
café en los mercados internacionales, la destrucción de los cafetales cubanos como consecuencia de la guerra anticolonial llevaba a cabo contra España, los problemas que confrontó la economía cafetalera brasileña, y, por
último, la buena cotización del café puertorriqueño en los mercados mundiales. La hacienda, por otro lado, estimula la siembra de café descuidando el cultivo de frutos menores o crianzas de animales en la zona de la
montaña, con el riesgo de depender cada vez más de artículos importados.
Los precios de la tierra subían continuamente por lo que la clase dirigente
empieza a invertir en la compra de tierra. Este hecho aumenta la presión
24
sobre los pequeños y medianos productores y disminuyen las perspectivas
de que los hijos de estas familias puedan tener tierra propia así que son
impulsados a colocarse en puestos como mayordomos, capataces y arrieros. Además, esta acelerada adquisición de tierra, hace que surja la
desconfianza y que haya menos solidaridad entre los terratenientes.
La clase dirigente empieza a gastar sus ganancias enviando a sus
hijos a estudiar al extranjero, en viajes de vacaciones, en hermosas casas
con lujosos muebles, que hacían ver que realmente esta fue una época
dorada para todos los puertorriqueños. Todavía hoy día se tiende a idealizar el cultivo del café como característico de la zona de la montaña y la
tradición del jíbaro puertorriqueño. Sin embargo, hay que tener claro, que
este auge del café en la montaña se logró a costa de hacer del jíbaro un
peón desposeído de la tierra que ya no podía depender para alimentarse de
sus propias actividades económicas en tierras de su propiedad, sino que
tenía que comprar la carne, el arroz, la ropa, el bacalao, el maíz, etc. La
economía de pequeños productores cede su paso a una economía mercantil; aunque parezca contradictorio, en la época dorada del café las posibilidades de mejoramiento económico disminuyeron para el jíbaro y sus
condiciones de vida empeoraron.
A partir del 1898 la “época dorada” entró en crisis. El auge del
café se vio detenido por la Guerra de 1898, llamada Guerra Hispanocubanoamericana. El precio del café bajó porque en 1898 Brasil se abre
nuevas tierras vírgenes a la siembra del café y la fuerza laboral creada con
la inmigración de chinos, que se unieron a la ya existente mano de obra.
Además, con la invasión norteamericana, Puerto Rico se vio obligado a cambiar su moneda al dólar. Este cambio perjudica a los puertorriqueños que se beneficiaban con el cambio de moneda europea, puesto que
la moneda estadounidense tenía como base el oro y mientras que Puerto
Rico era la plata.
Por otro lado, al Puerto Rico dejar de ser colonia de España para
pasar a ser colonia de Estados Unidos, tenía que pagar tarifas de importación, para que entrara el café a España. Puerto Rico pide a Estados Unidos que haga trámites para bajar las tarifas de importación, pero Estados
Unidos nunca había incluido el café en sus tratados, además España pone
por condición que para entrar el café libre de impuesto Estados Unidos
tenía que comprarle los vinos libres de impuesto. La industria vinícola de
California era poderosa y no permitiría que los vinos españoles entraran
sin impuestos; de manera que el tratado no se da.
25
Para el 1898, y aún hoy, Estados Unidos era el consumidor más
grande de café, pero paradójicamente, a pesar de Puerto Rico ser su colonia, no consumían el café de la isla. Consumían café de Brasil, que
además de ser más barato, era del gusto del pueblo norteamericano, que
consideraban el café de Puerto Rico de gusto y aroma muy fuerte.
En este periodo del 1898 la montaña se ve envuelta en conflictos
políticosclasistas surgen partidos sediciosos o de “tiznados” que crean un
terror rural, quemando las haciendas por medio de emboscadas contra los
guardias rurales y hostigando a los españoles.
En el 1899 el huracán San Ciriaco se suma al sinnúmero de convulsiones adversas que llevan a la crisis de la agonía cafetalera; pérdida de
la cosecha y siembras menores insuficientes para alimentar la población.
El hambre y las enfermedades merman la población; y las tasas de mortandad crecen y por supuesto los sectores trabajadores experimentaron esta
crisis de una forma todavía más aguda que los hacendados. La misma consistió en endeudamiento, necesidad de nuevos créditos inexistentes, pérdidas de interés de las casas comerciales en el café y su orientación hacia el
azúcar, que había sido privilegiado por los nuevos arreglos arancelarios.
En forma relampagueante similar a la época de auge, la crisis arropa la
montaña y el cafetal y Puerto Rico llega al extremo de importar café de
Brasil.
La cuarta y última fase, en que Picó divide la historia de los municipios cafetaleros, viene a ser la paulatina recuperación económica de
estas a partir del 1905. Además, en esta etapa la hacienda cafetalera se
criolliza y se establece un contraste notable con el azúcar de la costa,
dominada por empresas norteamericanas.
Los descendientes de los hacendados mallorquines, corsos y catalanes tomaron la dirección de las haciendas cafetaleras e intentaron salvar
la tierra de las sociedades comerciales y los nuevos bancos. Se crea una
nueva solidaridad entre los terratenientes que desconfían de la burocracia
municipal e insular.
La hacienda cafetalera, para ser rentable, tuvo que diversificar su
producción. El cultivo que más se generalizó fue el tabaco y surgió una
nueva clase de trabajadores alrededor de los centros tabacaleros. También
la diversificación supuso también el mercadeo de guineos, plátanos, chinas, animales, madera, maíz, arroz, habichuelas; de esta forma la hacienda
cafetalera se mantendría en continua producción lo que dio cierto grado de
seguridad económica.
26
Para 1915, víspera de la Primera Guerra Mundial, la producción de
café aumentó a 51 millones de libras. Por esta recuperación se malogró
con el estallido de la guerra y el cierre de los mercados europeos tradicionales. El café empezó a decaer nuevamente. Para 1922 (menos de ocho
años) se redujo la producción a 21 millones de libras y en el 1928 el
huracán San Felipe destruyó casi totalmente esta economía agrícola que
luego quedaría como apéndice de una estructura económica transformada
por el fenómeno de un capitalismo industrial dependiente que cobra auge
del 40 hasta nuestros días.
Análisis literario de las obras colocando cada novela dentro de su contexto histórico y recogiendo las posiciones de cada autor sobre el espacio social del cafetal
Manuel Zeno Gandía publica La charca en 1894 y en ella recoge la
situación económica y social de la isla en ese momento. Esta novela se
desarrolla en la zona rural, en pleno auge de la economía cafetalera. El
propósito del autor, al escribir su obra, no es pintar las costumbres del
jíbaro ni la prosperidad de los hacendados de esa época, sino denunciar los
males sociales que padecía el trabajador pobre de esa zona, víctima de la
explotación y el abuso del poder.
Esta época de auge del café fue idealizada por muchos hacendados
y comerciantes, además, fue criticada y denunciada por Zeno Gandía. Ya
desde el título de la novela empieza Zeno a referirse a una vida que no tiene nada de gloriosa y dorada. Charca para el campesino significaba estancamiento acuoso, hervidero de putrefacciones y Zeno utiliza este término
para referirse a la vida del trabajador en las haciendas cafetaleras. La
charca es podredumbre social, moral, humana que emerge desde un marco
históricosocial que contrasta con la belleza natural de la montaña. Los
personajes surgen como gusanos y microbios humanos que empañan el
bello paisaje de la naturaleza.
Establece Zeno un terrible contraste entre esa naturaleza opulenta e
indiferente y la podredumbre de la charca social. El escritor planteó el
problema de nuestra miseria económica y moral como lógica consecuencia
del sistema colonial que hemos padecido por siglos. En la novela, Zeno
Gandía habla por boca de Juan del Salto, este personaje expresa sus opiniones sobre la clase campesina, buscando la raíz de la miseria que la
agobia.
27
De este modo penetraba en honduras metafísicas, en problemas sociales. El pasado, el
presente, lo porvenir del suelo nativo; las
generaciones venideras, engendradas en los
remolinos del presente; la lucha de una raza
inerte, impotente para levantar la cabeza y
respirar ambientes de cultura, teniendo que
hundirla en el pantano, bajo la pesadumbre
infinita de la ignorancia y de la enfermedad;
y sobre la balumba de inmensas desventuras,
la ley natural empujando brutalmente el conjunto y amasando con lágrimas, para esa raza, un porvenir enfermizo y una degeneración más honda todavía.7
Zeno Gandía, intelectual educado en Europa, desarrolló tres posiciones, en ocasiones contradictorias unas con otras para explicar el
problema de la miseria. Podemos decir que en una de ellas se destacan sus
prejuicios elitistas y hasta raciales expresados en un sociologismo spencieriano propio de los intelectuales de su época. La miseria social se
confundía con un estado natural. Inscrito en las clases inferiores, la incapacidad y la miseria eran un problema hereditario. La mezcla racial había
producido esa especie degradada del ser humano que era el jíbaro. Los
factores biológicos aparecían como explicativos de la miseria y el camino
a su solución estaba cerrado. Quizás por esto, el espíritu de reformador de
Zeno Gandía, se ve obligado a buscar otra explicación y como consecuencia, otra solución a la miseria. Para contrarrestar la falta de cultura es
necesaria la escuela con un proceso de alfabetización con un proceso de
educación como el gran instrumento para erradicar la pobreza material y
espiritual de las clases desposeídas. Este proyecto de moralización de
espíritu positivista cantiano es también muy propio en los intelectuales de
su época. Y por último, el problema se enfoca desde su base económica
¿se veía en la miseria y en el hambre la fuente de esta desmoralización?
Un hombre sin alimento ¿qué valores morales puede poner? El escritor
cerrado entre estos tres puntos desarrolla desde estados de ánimos
7
Manuel Zeno Gandía. La charca. Tomo I. Instituto de Cultura Puertorriqueña, San
Juan, P.R. 1973. Pág. 24. Todas las citas que se hagan en esta investigación corresponden a esta edición y el número de la página se especifica al finalizar cada cita.
28
(ideológicos) distintos, su interpretación del mundo rural y de las contradicciones observables en ese espacio social. No está de más señalar que
incluso estas posiciones aparecen presentadas en la obra a través de distintos personajes que confrontan sus opiniones. Zeno Gandía dice que el
problema moral requiere de la solución del problema económico y cree
que su mejoramiento se habrá de traducir en un desarrollo social que
permita a su vez cultivar los aspectos: culturales y morales.
Otro aspecto esencial es el problema de la toma de posición política. Zeno Gandía se pregunta ¿qué hacer? ¿Luchar, transformar, combatir
la miseria y el coloniaje? O ¿adoptar una actitud práctica individual y obviar los males sociales que afectan a una cantidad considerable de puertorriqueños? Nos parece que el espíritu reformista triunfa y es, en cierto
modo, el que impulsa la creación literaria misma. Sin embargo, en la
obra, el personaje de Juan del Salto se siente solo, enfrentado a una situación que trasciende sus expectativas añorando la formación de fuerzas
políticas capaces de impulsar el proyecto de renovación. Y en esto, Zeno
Gandía vuelve a reflejar las condiciones políticas de su época. Desilusionado deja escapar constantemente a lo largo de su obra su fatalismo que
no es un laberinto sin salida. Solo en algunas ocasiones el autor se sorprende ante ciertos acontecimientos que abren puerta a la esperanza, que
enseñan la otra cara de la moneda del hombre de la montaña.
El campesino puertorriqueño padecía el mal de la colonia, labraba
la tierra fecunda, pero el producto es para el terrateniente que comía buena
comida y vivía sin privaciones, mientras que la estrechez económica del
campesino no le permitía nutrirse adecuadamente y las enfermedades dañaban su cuerpo. La ignorancia lo hace supersticioso, incapaz de rebelarse
contra el medio que lo aniquila y entonces se resigna ante la vida.
La ausencia de libertad en su vida, los hacía sometidos y obedientes. Por temor a la justicia callaban siempre y si se les obligaba a hablar
mentían, pero no porque fueran perversos, sino por temor de que les trajera problemas decir la verdad.
Por otro lado, Zeno Gandía presenta a la mujer prostituida a causa
del hambre y la miseria. Vivía en constante mancebía, eran multíparas, y
sus hijos eran casi todos de padres diferentes a los que generalmente ni
conocían. Los ricos propietarios las convertían en sus amantes y ellas ante
la situación precaria en que vivían sucumbían a los deseos de estos hombres aprovechados y degenerados que a fin de cuentas solamente le daban
unos pocos centavos para sobrevivir y no las sacaban de su estado de
miseria.
29
...Leandra, aún fresca en sus cuarenta años,
había hecho su campaña. Nueve hijos concebidos bajo la ruda labor de los campos.
Siete de ellos separados ya del hogar, unos
porque habían muerto, otros porque se habían ausentado, ignorándose su paradero, y
otros que habían sido robados..., esto es,
arrebatados a muy temprana edad del calor
materno para formar mancebía aparte (pág.
11).
Las niñas eran separadas a muy temprana edad de su hogar para
formar mancebía aparte y seguir la cadena. De esta forma, las mujeres
seguían concibiendo hijos que complicaban la situación económica de la
clase campesina aumentando la peonada del propietario rico y facilitándole los medios para saciar su lujuria.
Zeno presenta estos problemas en la obra con extrema crudeza.
Sobre todo, cuando nos relata una tragedia familiar en la que Silvina, de
14 años, sueña con el novio ausente, pero es obligada a sucumbir ante el
ataque incestuoso del rico terrateniente amante de su madre.
Más el gran secreto de la familia, lo que apesadumbraba a Silvina,
era una historia sombría. Cuando los primeros encantos de la adolescencia
embellecieron a Silvina, ya Galante era el hombre de la casa. “...Una noche en que llovía torrencialmente, la casucha se anegó. La familia tuvo
que reunirse toda en uno de los dos únicos cuartuchos de la casa. El sueño
común acortó las distancias, y Silvina, sorprendida, cuando, no bien despierta, quiso luchar, oyó la voz de Leandra que le decía al oído: “Hija, no
seas tonta..., no seas tú la causa de que nos muramos de hambre. Y Galante, bajo las sombras, al fulgor de los relámpagos, derribó a la virgen” (pág.
12).
En cuanto a las tareas que desempeñaban las mujeres, Zeno presenta que trabajaban en la cosecha, recogiendo los granos de café.
Además, frecuentemente bajaban al río a lavar ropa y por la tarde preparaban la cena, miserable y desnutrida.
Un guiso inodoro, un salcocho de bananas,
en el que, de vez en cuando, el hervor hacía
aparecer espinosas piltrafas.
30
Con este caldo alimentaban a sus hijos débiles y anémicos, mientras los
maridos gastaban el dinero de la semana en borracheras y juegos prohibidos.
El cafetal para Zeno es algo más que una “tumba de vivos”, es una
charca de podredumbre moral en que se revuelve el ser humano de la
montaña. Mientras tanto, la visión que nos ofrece Zeno del habitante de la
montaña es dolorosamente trágica. El pauperismo del campesino, su degradación moral, la ignorancia en que vive, su dejadez y falta de voluntad
para encararse a su fatal destino, son cosas que no puede contemplar el
alma sin sentir una profunda sacudida. Sin embargo, el cafetal, interpretado como región geográfica en que discurre la vida de una clase social, no
es enemigo del ser humano. La tierra, fértil y generosa, produce con el
menor esfuerzo del brazo trabajador, abundante cosecha.
El cafetal no tiene fieras que amenacen la vida del campesino, ni
ríos navegables que obstaculicen su libre tránsito de la montaña, ni insectos venenosos, que como en la selva de Amazonas, ponen en peligro la
existencia del ser humano.
En Zeno todavía no ha cobrado la naturaleza la categoría de personaje. Asimismo, el cafetal no representa aquí una fuerza de oposición al
ser humano. Es simplemente el medio en que se desarrolla la vida de una
clase social cuyo enemigo no es por cierto el plantío de café, si no el injusto sistema económico y social que hace la tierra inclemente para el que la
fecunda con su brazo, pero muy generosa para el que la posee. Además,
Zeno interpreta la naturaleza en relación con el ser humano, pero la relación se establece por contraste entre el esplendor y lozanía de nuestra naturaleza, además de la palidez y falta de vigor del habitante de la montaña.
En cambio, Enrique A. Laguerre publica en 1941 su obra Solar
Montoya. Ubica la misma aproximadamente para 1913 y hace alusión al
pasado en la que escoge como escenario el cafetal y presenta como tema
principal, en torno al cual se desarrolla la obra, la agonía de las haciendas
de café. Laguerre presenta esta agonía como un “desastre de economía y
de espíritu”, pues ve a la montaña como símbolo de puertorriqueñidad.
Considera que son en la montaña y el cafetal, donde está realmente la
esencia del puertorriqueño, sus costumbres, sus leyendas y su folklore
criollo.
Don Alonso Montoya y Gonzalo Mora son los protagonistas de la
novela. El primero es un pequeño hacendado que se esfuerza y lucha, pese a todas las adversidades, por vivir en la montaña y porque se mantenga
31
el cafetal. Su figura es presentada como un mito. Es el hacendado criollo,
amante de su tierra, de su familia y del prójimo. Nada puede disminuir su
amor por su tierra ni nada puede destruir o abatir su espíritu de lucha incansable, siempre tiene fe en sí mismo. Es el jíbaro ideal.
Gonzalo Mora, su ahijado, es el joven que nace en el año crucial de
1898 y en el que se engendran las indecisiones de toda su generación.
Ama y admira profundamente a Don Alonso, y es de quien aprende a querer la tierra. Sin embargo, Gonzalo, a diferencia de la seguridad y firmeza
de Don Alonso, busca su propia identidad, lucha constantemente por
encontrarse a sí mismo. Gonzalo siente angustia ante la decisión de
permanecer en el campo o marcharse a la ciudad; después de pasar una
temporada en Nueva York, decide regresar a la montaña para seguir
luchando y trabajar la tierra. Encuentra en el cafetal su espíritu y todo lo
que lo identifica.
Presenta la vida y las costumbres del jíbaro típico (fiestas campesinas, bodas, peleas de barrio y vida en las haciendas) intercalando los
problemas socioeconómicos por los que atraviesa el jíbaro. Además, Laguerre señala en la obra como las haciendas van desapareciendo y con
ellas toda una forma de vida, que para el autor, era representativa del
espíritu nacional de Puerto Rico.
Todo el tiempo, a lo largo de la obra, se acuerda y se añoran los
años del auge del café. Esta época es idealizada por Enrique Laguerre.
Sostiene que en esa época dorada del café nadie se moría de hambre, ni
tenía que robarle a nadie. Decía que las relaciones entre los campesinos
eran esencialmente buenas, todos se ayudaban mutuamente.
Económicamente tenían los campesinos lo necesario para vivir
modestamente y no pasar hambre. El hacendado, generalmente, vigilaba
por el bienestar de sus peones, sostenía una relación paternal con estos,
quienes a su vez lo querían, respetaban y admiraban profundamente.
Sin embargo, a partir del 98 esta situación cambia. El cafetal sufre
una gran crisis que trae como consecuencia la paulatina desaparición de
las haciendas. Laguerre cree que esta crisis es producto de los cambios
económicos originados, en primer lugar, por la invasión norteamericana y,
en segundo lugar, por los temporales que arrasan las plantaciones.
Para Laguerre, este mundo bueno donde aún se conservan los aspectos culturales y la identidad puertorriqueña y donde se generan lazos
paternales o personales entre el hacendado y los trabajadores, sucumbe
ante la penetración de las relaciones capitalistas que se introducen en la
zona a partir de la invasión norteamericana. Sostiene que como
32
consecuencia de este cambio se introduce la central azucarera y cierra el
mercado al producto del café. Esto provoca el empobrecimiento del jíbaro
de la montaña que se acentúa con la destrucción ocasionada por los ciclones, que arrasan al país, causando grandes pérdidas en las siembras:
…¡tormentas, falta de mercado, baja producción, precios reducidos, falta de protección, abandono, exacciones!... Relativamente, al café se le exige más contribuciones
que a la caña, sin embargo, la caña está protegida por leyes y tiene mercado exterior y
el café no. Bien que la caña lo esté, pero el
café debe estarlo también.8
Los hacendados se enfrentan a una situación angustiosa, vender sus
fincas de café o luchar intensamente contra estos problemas para sobrevivir en su tierra. El ansia de redención social lleva al autor a dar un aspecto
informativo en tono directo a la novela intentando comunicar la situación
del jíbaro de la sierra, en su interés de evitar la destrucción total de los
cafetales.
Para perpetuar la vida serrana era preciso el
amor por la tierra; unirse en una acción
común mover la voluntad de otros; interesar
a los dirigentes ejecutivos de la isla; impedir
la compra, por terceros, de fincas de café a
ejecutarse; emprender la reforestación; iniciar nuevas siembras e industrias; reconquistar lo perdido; resistir, resistir. (págs. 221222)
Censura al propietario, que vende la tierra para marcharse a las
centrales, porque entiende que en medio de la miseria de la montaña el
cañaveral puede ofrecer más.
8
Enrique A. Laguerre. Solar Montoya. Editorial Cultural, Río Piedras, P.R. 1967, pág.
166. Todas las citas que se hagan en esta investigación corresponden a esta edición y el
número de la página se especifica al finalizar cada cita.
33
Solar Montoya es un proyecto de una época de crisis en la economía capitalista dependiente agroexportadora. Frente a la crisis, el autor inicia la búsqueda de las raíces sociales y culturales capaces de ofrecerle al
ser humano un sentido de su actividad. Ese sentido es la tierra trabajadora
que otorga al ser humano su producto. Laguerre cree que el cafetal es eso,
tierra trabajada, riqueza conquistada, bienestar compartido a partir de duros esfuerzos.
Su idealización del cafetal es la consigna del regreso a la tierra para las grandes masas de trabajadores asalariados desocupados por la crisis
del sector azucarero durante la década de 1930. El cafetal es mundo de
unión entre el ser humano y la naturaleza, zona de solidaridad humana,
alternativa hacia el futuro. Curiosamente, no aparece todavía en la mirada
de los nuevos grupos políticos en Puerto Rico para esa época, un proyecto
de transformación radical del sistema económico, la transición del cañaveral a la fábrica. De Laguerre podemos decir que enmascara el cafetal, que
lo adorna, que lo presenta deformado, idealizado. Sin embargo, cabe preguntarse ¿cuáles son las razones para esta tergiversación? ¿Serán consecuencias del arte literario? No nos parece. Idealizar el pasado como proyecto para el futuro, era la frontera imaginativa de la época para la que
escribe Laguerre y del grupo político por el cual se inclina. Para Laguerre
el cafetal era sinónimo de la consigna política del momento: “pan, tierra y
libertad”. Por algún misterio los obreros agrícolas serían reivindicados
por esa reinstalación como campesinos.
Sin embargo, el cafetal es para Zeno Gandía una charca de podredumbre moral en la que se revuelve el ser humano de la montaña entre el
crimen, la prostitución, el hambre, el robo, la avaricia y el abuso de poder.
La visión que ofrece Zeno Gandía del ser humano de la montaña es
trágica. El pauperismo del campesino, su degradación moral y su ignorancia hacen de este un individuo sin voluntad para transformar esa realidad.
Para Zeno Gandía, el cafetal como región geográfica donde transcurre la vida de una clase social, no es el enemigo del ser humano. La
tierra es presentada como fértil y generosa y capaz de otorgar una cosecha
abundante al trabajador sin esfuerzo extenuante.
La naturaleza, por tanto, no representa en la obra una fuerza de
oposición y opresión al ser humano ni la causa de su degradación moral.
Es el cafetal el medio como espacio social, la zona donde nacen al lado de
la bondad de la naturaleza, las desigualdades más abominables entre los
seres humanos. Zona de monstruosas injusticias que transforma a los
34
campesinos en seres humanos desposeídos de la tierra, expropiados de su
propia naturaleza humana en una mutación casi inexplicable.
Por lo tanto, la obra de Zeno Gandía, en plena “época de oro del
café,” nos descubre las contradicciones y las formas de expresión de las
relaciones de explotación económica en Puerto Rico. Frente a esa imagen
idealizada del agro, del jíbaro y del cafetal. Y como testigo directo de la
época, Zeno Gandía nos ayuda a rasgar la máscara de la unidad familiar
puertorriqueña que nos han inculcado grupos políticos a lo largo de todo el
siglo XX. El proceso de producción de la economía cafetalera se observa
como un proceso de explotación a la masa trabajadora puertorriqueña.
Conclusión
Después de haber trabajado a fondo el tema del café en la novela
La charca de Manuel Zeno Gandía y Solar Montoya de Enrique A. Laguerre, podemos concluir que ambos autores plantean el problema del cafetal
desde diversas perspectivas.
Cada uno, desde luego, ve el cafetal de modo distinto, de acuerdo
con su peculiar propósito, y a tono con el momento a que cada novela se
refiere.
Vemos como Zeno Gandía renuncia a la estética romántica y se
afilia al naturalismo de Emilio Zolá. Aunque Zeno presenta algunos aspectos al estilo de Zolá, su penetración no es tan profunda; raras veces
ahonda en escenas putrefactas. Es más bien un naturalismo poético;
porque para Zeno la novela, además del propósito utilitarista de presentar
a Puerto Rico completo en un mundo enfermo vicioso, lleno de males y
sufriendo bajo un régimen político desde su colonización, tiene un propósito literario poético.
En Zeno Gandía la naturaleza no ha cobrado todavía la categoría
de personaje. El cafetal no representa aquí una fuerza de oposición al ser
humano; es simplemente el medio en que se desarrolla la vida de una clase
social cuyo enemigo no es por cierto el plantío de café; sino el injusto sistema económico y social que hace la tierra inclemente para el que ha
fecundado, pero muy generoso para el que la posee.
Con Laguerre la novela toma una dirección nueva al plantearse una
revisión de la identidad puertorriqueña a tono con la década del treinta.
Década que se caracterizó por la miseria que vivía el campesino, la decadencia de las haciendas cafetaleras, la explotación de las corporaciones
absentistas norteamericanas de la caña, entre otros. Esta generación de las
décadas del treinta hereda la desilusión y la nostalgia de intelectuales
35
anteriores como en Zeno Gandía. Por tal razón, Laguerre se siente heredero de los hacendados cafetaleros que perdieron frente a la economía cañera
que Estados Unidos controla. Es por eso, que el autor de Solar Montoya
no ve la naturaleza en su aspecto pintoresco y externo, sino en íntima relación con la vida del ser humano. Ya en Zeno hay atisbos de esta tendencia, pero todavía prevalece el paisaje en segundo plano. En Enrique
Laguerre el paisaje ya no es fondo del escenario sino agente activo en el
suceder novelesco. La naturaleza cobra atributos humanos que nos permiten verla en su función de personajes.
Sin embargo, la diferencia entre estas dos novelas no consiste solo
en su manera de enfocar el naturalismo narrativo, sino en su forma de percibir la problemática social en el cafetal. En ese sentido nos atrevemos a
concluir que existe una contradicción muy importante entre ambas obras;
La charca contiene una crítica a la economía cafetalera que es descrita
como zona de miseria económica y de degradación humana. Esto en plena
época de auge del café puede sonar algo raro y hacernos creer que Zeno
Gandía deforma la realidad de su época. Sin embargo, en la fase de prosperidad, las contradicciones de esta formación económicosocial puertorriqueña serán bien recogidas por la mirada aguda del escritor. Esto no quiere decir de ninguna manera que estamos de acuerdo con los prejuicios
ideológicos de Zeno Gandía como hombre de su época y como miembro
de una clase social privilegiada. Su exceso de determinismo y su darwinismo de corte spenceriano que le adjudica a las clases pobres cierta incapacidad genética provoca sorpresa en un supuesto autor crítico de las
formas de vida de su época.
Pero las sorpresas no terminan aquí: Solar Montoya, cuarenta años
después y en una fase de crisis del capitalismo agrario concentrado en la
producción azucarera, aparece proponiendo el regreso a la montaña y al
cafetal como solución.
Para Laguerre, el cafetal se ha convertido en zona de miseria como
consecuencia de la penetración de capital norteamericano, de la concentración de la tierra y de su abandono o sustitución por el monocultivo azucarero. La proletarización ha degradado a nuestro jíbaro y lo ha reducido a
condiciones infrahumanas; la solución, el regreso a la tierra y al cafetal, el
campesino productor y propietario son consignas políticas del movimiento
populista de la época.
Así, la obra más distante del mundo del cafetal termina por idealizarlo, por darlo como solución al deterioro económico social del capitalismo agrario en crisis. No olvidemos colocar a Laguerre como intelectual
36
representativo de una clase social en formación que busca un proyecto
histórico político.
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39
Alejandro Tapia y Rivera: romántico, colonizado e híbrido*
Juan R. Horta Collado
Se señala el siglo XIX como el comienzo de la historia y de la
literatura moderna en Puerto Rico. En la historia oficial puertorriqueña,
durante el siglo XX y parte del XXI, se observa cómo se ha creado una
imagen, en gran parte de las obras o el comportamiento, de los dirigentes
puertorriqueños en defensa de los intereses de los diversos estratos del
pueblo puertorriqueño. Durante el decimonónico se va desarrollando una
imagen de una sociedad moderna y no simplemente de una colonia
productora de materia prima.
En dicho siglo surgió en la isla un sector de intelectuales, polígrafos y políticos que provenían de diversos sectores sociales, pero, ¿hasta
qué punto sintieron la necesidad de ser parte de la clase dirigente, por
ejemplo Segundo Ruiz Belvis, Ramón Emeterio Betances, Agustín Stahl,
Román Baldorioty de Castro, Luis Muñoz Rivera, José Celso Barbosa o
Eugenio María de Hostos? Otro prócer de envergadura es Alejandro Tapia
y Rivera. Se observa en sus obras la presencia de una imagen colonial de
Puerto Rico, pero en búsqueda de un progreso al estilo europeo. Se
advierte el perfil, en su publicación Biblioteca histórica de Puerto Rico, de
un Puerto Rico traspasando la frontera entre el bajo medievalismo y la
modernidad.
Alejandro Tapia y Rivera el polígrafo
Alejandro Tapia y Rivera está considerado como uno de los escritores y polígrafos más importantes del Puerto Rico del siglo XIX. De
acuerdo con el Diccionario de Real Academia Española, polígrafo significa autor que ha escrito sobre materias diferentes. Se distinguió en la
poesía, en la dramaturgia, en la narrativa, en la ensayística y en la historiografía. La obra de Tapia es fecunda y su trabajo es comparable con el
de Eugenio María de Hostos, que es señalado en Hispanoamérica como
otro polígrafo. Josefina Rivera de Álvarez, en su obra Literatura puertorriqueña: su proceso en el tiempo, considera a Tapia como el padre de la
literatura puertorriqueña:
*
Nota: Al ser este número de Prisma de dos años, la Junta permitió exceder el máximo de
páginas que es de quince.
40
Fue Alejandro Tapia la más grande figura de la naciente
literatura puertorriqueña del XIX y uno de los escritores
más fecundos en toda la historia de nuestra cultura. Sus
biógrafos y críticos lo han llamado con razón padre y patriarca de las letras insulares (144).
Por otro lado, Marcelino Menéndez y Pelayo en su obra Historia de la
poesía hispanoamericana lo coloca entre el grupo de puertorriqueños que
iniciaron la cultura moderna puertorriqueña.
A estos jóvenes, que luego han obtenido merecido renombre:
Román Baldorioty de Castro, José Julián de Acosta, Alejandro de
Tapia y Rivera, se debe la iniciación de Puerto Rico en la cultura
moderna (Puerto Rico 331).
Además, el crítico español establece que la producción de Tapia va más
allá de un simple género y demostrabas estas al día en lo que se refiere al
discurso moderno literario y filosófico.
Si por la grandeza de los propósitos y por la nobleza de los géneros
cultivados hubiera de graduársele mérito de los autores, pocos
aventajarían a Tapia, que procuró siempre vivir en las regiones
más elevadas del arte, y a quien no arrendaron ni el drama histórico, ni la novela social, ni el poema simbólico. Preceptista y crítico
también, y no ajeno a los estudios filosóficos, trabajó siempre de
una manera reflexiva, y gustó de razonar el propósito de sus obras.
Se ve, además, que leía mucho y con provecho, y que estaba al corriente de la moderna literatura francesa, y aun de los libros alemanes traducidos al francés (337-338)1.
También Manuel Fernández Juncos, en su obra, Varias cosas, establece
que Tapia y Rivera muestra una gran aptitud referente a los estudios históricos. Fernández Juncos se refiere a las obras de Tapia relacionadas con la
biografía de José Campeche y Ramón Power y Giralt. Además, se observa
un interés por el estudio de los seres humanos distinguidos en la historia
de Puerto Rico (García Díaz, Alejandro Tapia 79).
1
Toda cita que sea del mismo libro solamente se señalará la página o las páginas.
41
Tapia es considerado como el pionero o iniciador de diversos géneros literarios como el teatro, la novela y el ensayo literario en Puerto Rico.
Entre sus obras más destacadas están: los discursos literarios sobre leyendas, cuentos y fantasías: La antigua sirena, leyenda veneciana; La palma
del cacique, obra romántica con temas indígenas y basadas en leyendas
históricas puertorriqueñas; y Al heliotropo, leyenda basada en versos del
poeta español José de Espronceda y publicado en 1847, además, presenta
los inicios de la novela puertorriqueña. En 1854 la Biblioteca histórica de
Puerto Rico.
Entre 1857 y 1862 reside en La Habana, Cuba, y publica El Bardo
de Guamaní. En este discurso literario incluye obras como La antigua
sirena, La palma del cacique, los dramas de Bernardo de Palissy o El
heroísmo del trabajo y Roberto D’Evreux, la biografía vida del pintor
puertorriqueño José Campeche y fragmentos de su poema “La Sataniada”.
En 1862 regresa a Puerto Rico y reside en Ponce; desde esta ciudad publica La cuarterona en 1867, drama criollo que se desarrolla en la Habana y
el tema principal es el prejuicio racial. Para 1876 sale a la luz Cofresí,
novela romántica y realista, que trata sobre la vida, las aventuras y fusilamiento del pirata Roberto Cofresí y sus compañeros. En 1880 publica otra
obra titulada La parte del león, prosa teatral. Para 1881 publica el ensayo,
Conferencias sobre estética y literatura. Este discurso se basa en las
conferencias ofrecidas en el Ateneo Puertorriqueño ese mismo año.
Póstumamente, para 1928 se publica Mis memorias o Puerto Rico como lo
encontré y como lo dejo. Esta obra es una crónica sobre la vida sanjuanera
del siglo XIX en la cual representa una imagen real de valores y de
costumbres.
La Biblioteca histórica de Puerto Rico
Entre los trabajos importantes de Tapia se encuentra la primera recopilación historiográfica sobre Puerto Rico titulada Biblioteca histórica
de Puerto Rico. Otras obras que se pueden considerar discursos históricos
son: Biografía de Campeche, Mis memorias o Puerto Rico como lo
encontré y como lo dejo y Noticias de Ramón Power. La Biblioteca histórica de Puerto Rico y Noticias de Ramón Power son consideradas de
carácter histórico; mientras tanto, la obra sobre Campeche y las memorias
son biografías, aunque tienen datos históricos (Alejandro Tapia y Rivera,
su vida 29).
Uno de los puntos que se observa en la obra de Tapia y Rivera es
el orden pedagógico que trataba de implementar en sus trabajos literarios e
42
históricos. Se debe mencionar que para 1869 Tapia, al llegar de La Habana, fue a residir a Ponce con su esposa y trabajó como maestro en el
Museo de la Juventud, fundado por Ramón Marín y en el Gabinete de
Lectura de Ponce (Alejandro Tapia y Rivera, su vida 29). Asimismo, fue
fundador del Ateneo Puertorriqueño en 1876 junto a Manuel Elzaburu y
Vizcarrondo, José Julián Acosta, Juan Z. Hernández y José Ramón Becerra. En esta institución fue el tercer presidente y para 1880 el gobierno de
España le concedió la medalla de “Caballero de la Real y Distinguida
Orden de Carlos III”.
En su obra de la Biblioteca histórica de Puerto Rico, publicada en
1852, la intención fue la pedagógica y la investigativa referente al
conocimiento de la historia de Puerto Rico. En este discurso histórico, de
los siglos XV al XVIII, se presentan documentos inéditos y algunos de
ellos anotados por el propio Tapia. Además, este discurso escrito presenta
la fecha de origen, la procedencia y se colaboran con entrevistas de
testigos de los sucesos contemporáneos. Tapia y Rivera establece en su
prólogo la secuencia de la obra y, a la misma vez, guía al historiador:
…para llenarlos recurre el historiador a las fuentes originales,
busca en el laberinto de los documentos de oficio y en la correspondencia particular de la época el hilo que cortado a trechos,
puede guiarle con trabajo, si bien con seguridad, al término de sus
investigaciones (Biblioteca histórica 3).
Se debe establecer que la Biblioteca histórica de Puerto Rico fue un trabajo colaborativo de un conjunto de jóvenes que estudiaron en España. Se
llevó a cabo la recolección bajo las órdenes de Román Baldorioty de
Castro. En este caso resaltan los nombres de Alejandro Tapia y Rivera,
Calixto Romero, Ramón Emeterio Betances, José Cornelio Cintrón, José
Vargas, Genaro Arizmendi, Juan Viñals, Federico M. González, Segundo
Ruiz Belvis, Lino Dámaso Saldaña y José Julián Acosta (García Díaz 85).
La Biblioteca histórica se divide en dos partes. En la primera sección reúne diversos cronistas del Nuevo Mundo que hacen mención de
Puerto Rico. Aquí se encuentran fragmentos del trabajo de Gonzalo
Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias. Mientras
tanto, la segunda parte trata de documentos y memorias inéditos recogidos
de diversos archivos en España, en posesión del gobierno de Puerto Rico o
en bibliotecas privadas. También se encuentra la Crónica general de Indias de Antonio Herrera y partes de la obra de Juan de Laët o Johannes de
43
Laët, Historia del Nuevo Mundo. Herrera y Tordesillas se señala como
uno de los mejores cronistas y doctos en asuntos históricos de los siglos
XVI y XVII; mientras tanto, Laët se coloca como uno de los cronistas
holandeses más importantes del siglo XVII y es uno de los dueños de la
Compañía de Indias Holandesa. De acuerdo con Elsa Castro Pérez, Tapia
y Rivera establece en esta obra las bases del “camino para la investigación
y el estudio documentado de los orígenes y de la marcha histórica del
pueblo puertorriqueño” (García Díaz 147).
El romanticismo en la Biblioteca histórica de Puerto Rico
Otro movimiento que se observa, en este discurso historiográfico,
es el romanticismo del siglo XIX. Este periodo tiene como primer lugar lo
subjetivo y lo emocional. Además, fomenta el arte como expresión de la
burguesía o de la clase hacendada. El elemento de la naturaleza sirve al
emisor para identificarse consigo mismo. Pero uno de los temas que distinguieron este período fue lo exótico. Se les dio importancia a países
asiáticos como China, Japón e India. Este comportamiento se debió al
comercio existente durante el siglo XIX. Por otra parte, también en el
continente americano sucede lo mismo. En este caso, de acuerdo con la
idiosincrasia europea, el exotismo americano se refiere al mito del buen
salvaje y a la vida americana en un continente supuestamente virgen. José
Barrasa establece, en Inventing America, que Oviedo se presenta en sus
crónicas como un comerciante y un colonizador y, por lo tanto, había que
transformar o inventar al continente americano para poder atraer a la población europea (138). También Tapia presenta a estos cronistas para
exhibir la imagen de Puerto Rico ante el modernismo y ante los futuros
estudiosos de la historia puertorriqueña del siglo XIX.
Otra característica que distingue a este movimiento romántico es la
libertad del artista y la de los sentimientos. En el romanticismo se observa
la libertad de las naciones, por ejemplo Eugène Delacroix crea su famosa
pintura “La libertad guiando al pueblo”. Mientras tanto, el tema antes
mencionado se observa en la literatura en un Mariano José Larra con el
ensayo literario, “El castellano viejo”. Larra realiza una crítica al sistema
tradicional español neoclásico y se observa una burguesía humanista
reformista. En el continente americano se puede mencionar, por ejemplo,
el famoso cuento argentino titulado “El matadero” de Esteban Echevarría.
El discurso cuentístico es una crítica negativa a la sociedad en la provincia
de Buenos Aires, Argentina, bajo el régimen de Juan Manuel de Rosas.
Además, se muestra como Echevarría, no solamente critica al gobierno
44
establecido, sino también a las antiguas costumbres coloniales que se han
mantenido, además del gaucho, del negro y del indígena.
En el caso de Tapia y Rivera, su vida comienza y en gran parte se
desarrolla con el comienzo del romanticismo español. Este período entra
tardíamente en la península. Mientras que en gran parte de Europa ya
había decaído, en la segunda mitad del siglo XIX, todavía en España y en
las provincias de ultramar se trabajaba, principalmente en la poesía. En la
Biblioteca histórica de Puerto Rico de Tapia, se percibe en su discurso
una forma romántica en lo que se refiere a las diversas presentaciones que
hace referente a los diversos documentos de las crónicas o memorias. Por
ejemplo, cuando se refiere al trabajo de Juan Bautista Muñoz, expone lo
siguiente:
Don Juan Bautista Muñoz, colector infatigable, dio a luz en
1793 el primer tomo de su Historia del Nuevo Mundo, que fue el
único que pudo lograrnos, pues la muerte vino a interrumpir sus
útiles tareas. Según se explica el mismo en el prólogo de su obra,
ésta le fue mandada escribir por Real orden de 17 de julio de 1779,
ordenando se le franqueasen para el objeto todos los archivos del
reino. Sobre trece años invirtió en los trabajos preparatorios al cabo de los que pudo reunir una colección, que lleva su nombre, y
cuenta más de 90 volúmenes. Relaciones de viajes, parecerse, informaciones del nuevo continente, todo se encuentra en su excelente compilación. Cuanto llega a sus manos lo extracta con una precisión, con un tino admirable, y a veces con minuciosidad infinita
copia, compulsa y coordina todo lo que juzga de alguna importancia (157).
A la misma vez, se debe exponer que el discurso romántico se caracterizó
por ser uno expresivo versus el científico que es uno informativo. La
utilización de diversos adjetivos crea en el discurso, tanto oral como escrito, una ambigüedad; además de presentar un discurso sentimental para
mostrar una realidad o un convencimiento. Un concepto básico, referente
al idioma, en la filología es la utilización del lenguaje para asuntos
propagandistas e interpretativos. También el estudio del idioma se
cataloga principalmente como una cuestión ideológica. Al final de la
presentación de Gonzalo Fernández de Oviedo, se presenta el convencimiento del emisor utilizando escritos de un testigo:
45
Bajo estos dos puntos de vista se muestra su obra, y de ella
he creído conveniente tomar para esta Biblioteca, no sólo el libro
16 que se refiere a la conquista de la Isla, sino también todos aquellos capítulos en que el autor trata del carácter, costumbres, religión y naturaleza de la Española por ser un todo idéntica, según su
sentir, a Puerto Rico (8).
Del mismo modo, si se regresa a la Biblioteca histórica se descubre un
discurso idealista del siglo XIX con referente a las crónicas y al desarrollo
histórico puertorriqueño. Esta forma de pensar romántica se observa en
Tapia en la creación del quehacer social de la isla. Tapia presenta a la
antilla como un lugar para visitar y para admirar por parte de los viajeros.
La explicación romántica, pero a la misma vez geográfica, se aprecia en la
primera página de la obra:
La antigua Borinquen, hoy San Juan de Puerto Rico, es la menor
de las grandes antillas. Situadas al S.E. de la Española, sirve de
eslabón que une a ésta con las islas menores, en la cadena que
parte de la Florida y termina en los confines del seno Colombiano.
Atravesada de oriente a poniente por un sistema de montañas,
posee valles deliciosos, risueñas colinas y abundantes ríos; su
clima templado y su hermoso cielo y sus campiñas verdes, hacen
que Puerto Rico merezca una página en la cartera del viajero y un
recuerdo en el corazón del poeta (1).
En este discurso, se infiere que Tapia trata de presentar a un país con una
historia europea y, por este medio, se muestra a la isla con una cultura establecida en el siglo XIX.
El poscolonizado
Dentro del comportamiento ilustrado de Alejandro Tapia y Rivera
se presenta en su discurso historiográfico el concepto poscolonialismo. La
forma ilustrada que presenta Tapia es una característica etnocentrista que
desemboca en el eurocentrismo. Se debe mencionar que el eurocentrismo
es cualquier actitud ideológica con un enfoque evolutivo e historiográfico
que considera a la cultura Europea como factor principal de la civilización
universal. Desde el punto del discurso histórico, se identifica a Europa
con la Historia Universal. Además, Enrique Dussel menciona que Europa
desde el siglo XVIII establece una conexión lineal entre la cultura griega y
46
la romana que los historiadores han utilizado para sentar las bases
culturales (“Europa, modernidad y eurocentrismo” 47).
En el caso de Tapia y la civilización universal, Marcelino Menéndez y Pelayo, en su Historia de la poesía hispanoamericana, expresa lo
siguiente:
Y las obras de Tapia no dejan más impresión que la de un talento
claro y bien cultivado, ambicioso en demasía, con ambición noble
y bien empleada, aunque con medios visiblemente inferiores a sus
grandes aspiraciones que, de realizarse cumplidamente, le hubieran
dado puesto eminente en la literatura universal (337).
En este caso, Menéndez y Pelayo señala cómo el trabajo de Tapia pudo ser
parte del legado a la civilización universal si hubiera tenido los medios
políticos y económicos.
El concepto eurocentrista trae consigo al estudio que se conoce
como poscolonialismo, posoriental o poscolonial. Esta forma de pensar es
una crítica que denuncia el legado de la colonización, protectorismo inglés
y francés desde el siglo XIX hasta el XXI. Además, tocan el sistema colonial tanto español como portugués entre los siglos XVI al XIX. Se debe
señalar que en este conjunto de teorías se encuentra el sistema colonial
estadounidense, desde finales del siglo XIX y hasta el XXI. Cuando se
habla sobre el colonialismo, casi siempre se menciona el caso de África y
el de Asia, pero antes que existieran colonias europeas en estos continentes primero existieron en América. Prácticamente, este continente fue el
laboratorio de algunas potencias europeas que continuaron dominando el
sistema colonial hasta el siglo XX, como es el caso de Gran Bretaña y
Francia. Mientras tanto, España y Portugal dejaron de ser imperios en las
primeras dos décadas del siglo XIX, aunque continuaron con algunas
colonias hasta el siglo XX. Por otra parte, el economista inglés John
Atkinson Hobson expuso en Estudio del imperialismo:
El Imperialismo no es motivado por los intereses de toda una
nación sino por los de una clase determinada. Los recursos
militares, políticos y económicos de toda la nación se ponen al
servicio de misioneros, viajeros, cazadores, científicos, comerciante, indebidamente acreditados como representantes de la nación....
pero la nación sólo corre con los gastos... Cada mejora de los
métodos de producción, cada concentración de la propiedad (...),
47
parece reforzar la tendencia a la expansión imperialista. El imperialismo es el esfuerzo de los grandes dueños de la industria para
facilitar la salida de su excedente de riqueza, buscando vender o
colocar en el extranjero las mercancías o los capitales que el mercado interior no puede absorber... No es el crecimiento industrial el
que anhela la apertura de nuevos mercados y de nuevas regiones
parca invertir, sino la deficiente distribución del poder adquisitivo
la que impide la absorción de mercancías y capital dentro del país.
El imperialismo es el fruto de la mala política económica, y el
remedio es la reforma social (152-154).
En la obra Síntesis histórica de la humanidad se resume una serie de
factores para poder lograr una colonización eficaz, tales como: el político
estratégico, el económico y el espiritual. En estos casos, se presenta al
primero en la búsqueda, principalmente, de materia prima y de comercio.
Mientras tanto, el segundo tiene que ver con el poder que ejercen las
metrópolis además del militar. Por último, el espiritual es el establecimiento de creencias religiosas o morales provenientes de los colonizadores
para que el establecimiento colonial tenga una validez moral en referencia
a lo económico (294).
En la teoría del poscolonialismo, los estudios sobre este tema tocan
los discursos de los colonizados o sobre los colonizadores, además de la
colonia y de la metrópoli. Entre los aspectos más importantes a mostrar se
encuentra el sufrimiento económico y cultural por la cual pasa la colonia.
Asimismo, se advierte cómo los escritores de las colonias crean una
identidad colonial o se apoderan de la imagen que representa la cultura en
desarrollo de la colonia. En los discursos literarios o políticos se señala la
reclamación a los colonizadores y a la metrópolis la cultura impuesta en el
territorio, pero también se utilizan estos discursos para presentar a la
metrópolis como benefactora y, a la misma vez, perpetuar a los colonizados como seres inferiores. Por lo tanto, es común manipular el discurso
escrito y oral para justificar la colonización y la imposición de la metrópolis. Se debe mencionar que a veces el colonizado se convierte en parte de
la burguesía colonial, porque desea ser parte del poder establecido y, por
este medio, tratar de llegar al centro político, económico o intelectual de la
metrópolis. Jürgen Habermans establece lo siguiente:
…se había ampliado el público de los estamentos cultos a finales
del siglo XVIII, extendiéndose hasta las capas de la pequeña
48
burguesía industriosa. En no pocos sitios, pequeños comerciantes
que, como tenderos, estaban muchas veces excluidos de los clubs
burgueses, estaban las asociaciones profesionales, completamente
constituidas como sociedades de lectura. Se trata a menudo de sucursales de las asociaciones lectoras burguesas: la dirección, también la elección del material de lectura, se reserva a los notables
que, de ese modo, pretenden, en el mejor estilo de la Ilustración,
llevar la formación a los llamados estamentos bajos. Culto es
quien posee una enciclopedia: norma que cada vez más hacen suyos tenderos y artesanos. El «pueblo» es elevado a cultura, no la
cultura degrada a la masa (Teoría y crítica, 194).
El discurso poscolonialista demuestra la desconstrucción y la
exposición de un discurso lógico y manipulador que presenta en el colonial la persuasión y la coerción que representa. A la misma vez, señala
cómo la clase dominante en una colonia, aun cuando no esté a favor de la
metrópolis, desea asemejarse al poder que esta posee y así mantener el
cuidado de sus intereses. Por ejemplo, en el caso de la independencia de
las diversas naciones, que componen Hispanoamérica, se observa la sustitución de la metrópolis tradicional, Madrid, por otra, la cual puede ser
Londres o París y, en la segunda mitad del siglo XIX fueron Berlín o
Washington.
En el discurso colonial se hace presente el discurso literario e
histórico que se inclina dentro de la producción durante la ocupación de la
metrópoli o potencia (Ashcroft, The Empire Writes Back 23). Por medio
de esta forma, el colonizador legitima su ocupación y la imposición asimilista a los habitantes de la colonia. Además, Edward Said establece que,
por medio del conocimiento, la colonia se convierte en un objeto dominado y, a la misma vez, se tiene autoridad sobre el territorio y una negación a
la autonomía (Orientalismo 55). También se debe mencionar que la
metrópolis se encarga de exportar los productos de sus territorios y colocar
a una serie de administradores desinteresados que cumplen con su trabajo.
Estos individuos, que la metrópolis envía, se deben enfrentar a miles de
personas que no son iguales a ellos respecto de sus intereses económicos,
pero se sienten apoyados debido al respaldo de un gobierno colonizado
establecido en el territorio (56). En el caso de Puerto Rico, la relación con
España fue diferente hasta cierto grado, en lo que describe Said, en comparación con los países del Medio Oriente, pero aunque las costumbres
coloniales eran parecidas, se diferenciaban en sus intereses y en su origen.
49
Tanto el eurocentrismo como el poscolonialismo se observa en la
obra de Tapia en su crítica hacia los indígenas al no dejar ruinas o monumentos al estilo occidental:
Con todo, careciendo los indígenas de Borinquen del conocimiento
de la escritura, no pudieron legarnos la menor reseña de su primitiva historia; destituidos de artes, no poseernos un solo monumento
como huella de su paso, y la arqueología con ayuda de todas sus
palancas, no encuentra un solo epígrafe que descifrar, ni un solo
símbolo que la ilumine (3).
En el caso de Alejandro Tapia, en su obra Biblioteca histórica de Puerto
Rico, se percibe una tendencia diplomática y europea en lo que se refiere a
Puerto Rico. Por ejemplo, este concepto se observa en otras naciones
recién independientes, por ejemplo, Argentina que después del gobierno
de Juan Manuel de Rosas miró a Inglaterra como centro económico, político y cultural. Durante gran parte del siglo XIX, México tenía a Francia
como centro.
El filósofo estadounidense Hayden White, en el artículo “La trama
histórica y el problema de la verdad en la representación histórica”, muestra cómo la verdad en un discurso histórico es de acuerdo con la interpretación que realiza el receptor. Del mismo modo, White hace ver la diversidad del discurso escrito y oral, por lo tanto, la supuesta verdad que trata
de exponer un historiador, estilísticamente, sea más acorde con un discurso literario. Pero, a la misma vez, White explica que ese estilo literario no
le resta importancia al discurso histórico, porque para la historia cultural
es necesario el uso de diversos documentos o discursos para que el suceso
histórico sea constatable. El problema estriba en cómo los críticos tratan
de mostrar una verdad en la modernidad, porque puede ser subjetiva.
White enseña cómo la historia debe interpretarse y se debe reforzar o justificar el trabajo histórico por medio del espacio y el tiempo en que se analiza la obra, además de utilizar todos los recursos culturales disponibles sin
importar cómo se muestre la veracidad (190). Asimismo, Tapia muestra
en su trabajo rasgos literarios en la descripción que hace en las introducciones o presentaciones que realiza en algunas crónicas. Un ejemplo se
observa en la presentación de Juan Bautista Muñoz y el primer tomo de su
obra Historia del Nuevo Mundo:
50
Brilla en su trabajo la observación más perseverante, la paciencia más tenaz; dotes de un espíritu incansable.
Por lo general examina, juzga, anota, en una palabra: su
vasta colección, consultada por todo el que intenta estudiar la
Historia Hispanoamericana, es un libro de memorias, en que el
ilustrado Muñoz apuntó opiniones contrarias, hechos al parecerse
inconsecuentes, juicios emitidos con toda la imparcialidad propia
del que habla con su conciencia, con el cuidado natural en el hombre que habiendo de escribir sobre un asunto interesante, desea no
olvidar nada. Por eso merece su contenido tanta fe y autoridad
(157).
Otra referencia es el, ya antes mencionado, trabajo de Gonzalo Fernández
de Oviedo, el cual se aprecia en la reseña que realiza Tapia:
Con todo, es forzoso hacer justicia al ilustre Oviedo; él no
supo llegar en la vía especulativa al cabal y debido término, podemos decir que no le fueron desconocidos ni fin moral y político de
la conquista, ni el particular de la nación española. Por lo que hace
al primero; la gloria del cristianismo se ofrecía vista con todo
brillo; y por lo que toca al segundo; el engrandecimiento de su
patria no se ocultaba a su corazón (59).
En este caso, Tapia engrandece la devoción que ofrecía Oviedo ante los
ojos del emisor. En la teoría poscolonialista, el engrandecimiento religioso o moral es de suma importancia para demostrar humanismo y piedad.
También se debe exponer que Tapia escribe de acuerdo con su momento
histórico.
Un punto diferente dentro del colonizador es el tratar de despreciar
o minimizar la forma de ser y el trabajo realizado del colonizado. Albert
Memmi, en su discurso escrito Retrato del colonizado, menciona la
siguiente cita:
Nada podría legitimar mejor el privilegio del colonizador
que su trabajo; nada podría justificar mejor la miseria del colonizado que su ociosidad. En consecuencia, el retrato místico del
colonizado comprenderá una pereza increíble. El del colonizador,
una virtuosa devoción por la acción (91).
51
También Edward Said en Orientalismo establece que el conocimiento
“significa estudiar una civilización desde sus orígenes hasta la época de
esplendor y declive y, por supuesto, tener los medios para hacerlo” (54).
Said señala en su discurso la descripción y opinión que tienen de la clase
dirigente de la metrópolis de los habitantes de las colonias:
…califica a los orientales y a los árabes de crédulos, “faltos de
energía e iniciativa”, muy propensos a la “adulación servil”, a la
intriga, a los ardides y a la crueldad con los animales; los orientales
no son capaces de andar por un camino o una acera (sus mentes
desordenadas se confunden cuando intentan comprender lo que el
europeo lúcido entiende inmediatamente: que los caminos y las tareas están hechas para andar), los orientales son unos mentirosos
empedernidos, unos letárgicos y desconfiados y son en todo opuestos a la claridad, a la rectitud y a la nobleza de la raza anglo-sajona
(62).
Esta interpretación de Memmi y de Said se observa en la forma de pensar
de Tapia al minimizar la cultura indígena existente en la isla al llegar el
español. Por ejemplo, Tapia expresa: “careciendo los indígenas de
Borinquen del conocimiento de la escritura, no pudieron legarnos la menor
reseña de su primitiva historia; destituidos de artes, no poseernos un solo
monumento como huella de su paso”. Además, otro ejemplo, que hace
Tapia, es presentar en su obra la interpretación que hace Alejandro O’
Reylly, en sus memorias sobre Puerto Rico, con respecto al campesino
puertorriqueño. Este militar señala que: “Estos hombres inaplicados y
perezosos, sin herramientas, inteligencia de la agricultura, ni quien le
ayudase a desmontar los bosques, qué podrían adelantar” (Biblioteca
histórica 626). Otra presentación que hace Tapia es la referencia que hace
Gonzalo Fernández de Oviedo con respecto a los indígenas bajo la
conquista española en la isla:
Pero en fin, estos indios (por la mayor parte dellos), es nasçion muy desviada de querer entender la fécathólica; y es machacar
hierro frio pensar que han de ser chripstianos, sino con muchos
discursos de tiempo, y assí se le ha paresçido en las capas (ó mejor
diciendo enlascabeças: porque capas no las traian, ni tampoco tienen las cabeças como otras gentes; sino de tan resçios e gruesos
cascos, que el prinçipal aviso que los chripstianos tienen, quando
52
con ellos pelean é vienen á las manos, es no darles cuchilladas en
la cabeça, porque se rompen las espadas (59).
La forma de pensar de Alejandro Tapia y Rivera es la de un colonizado
que desea convertirse en colonizador. En este caso, se observa cómo trata
de asimilarse a la cultura española y, por consiguiente, a la europea.
Prácticamente, le interesa desarrollar una sociedad, pero al estilo del
colonizador.
El híbrido y el subalterno
Dentro del discurso poscolonialista, también se menciona el
concepto del híbrido o simplemente “no es de aquí no es de allá”. Ania
Loomba establece que este concepto, en los estudios poscoloniales, se
refiere a las situaciones del criollismo y del mestizaje. Además, otros
puntos que estudian son la emigración, la diáspora, el cruce de ideas y de
identidad en este caso entre la colonia y la metrópolis (Colonialism/Postcolonialism, 145). Por otro lado, Robert Young, en su obra The
Colonial Construction of African Nations, presenta que el hibrismo es el
cruce entre dos especies diferentes desde el punto de vista de la botánica;
también se refiere a las ideologías imperialistas y racistas y se observa un
intercambio cultural controlado (10). Young señala que los trabajos híbridos se relacionan de acuerdo con las demandas culturales, económicas y
políticas. Es importante iniciar un proceso de interacción que vaya creando espacios sociales con nuevos significados. Estas sociedades, fragmentadas por el modernismo, buscan la forma de articularse y de demandar
por medio de una transformación social (Young, Postcolonialism 79). El
hibrismo se refiere, también, a la forma de establecer un discurso oral y
escrito. En este caso, el colonizado prefiere hablar en una forma mestiza o
mezclada para así poder ser parte de dos sistemas diferentes. Esta situación, en general, puede desembocar en un problema en el cual choquen los
tres modelos lingüísticos como son: el fonológico, el cual trata sobre el
estudio lingüístico de la acústica y fisiológica de los alófonos o sonidos en
una lengua; el morfosintáctico, que este trata sobre el fragmento mínimo
capaz para poder interpretar y expresar un significado; y el lexicográfico,
que es el registro mental de términos o palabras. Además, dentro de la
explicación del hibrismo se encuentran dos puntos importantes en el estudio de la historia cultural que son la diversidad y la diferencia cultural. Se
debe mencionar que para el colonizado la representación cultural es la que
posee la metrópolis, por lo tanto, es la que se debe emular. Mientras tanto,
53
se puede señalar como el discurso de la metrópolis hacia el colonizado es
uno de inferioridad y de paternalismo. Home K. Bhabha, en su discurso
teórico, El lugar de la cultura, establece que la diversidad cultural es un
objeto epistemológico o de conocimiento científico. La diferencia cultural se puede señalar como una de índole autoritaria o cognoscible, ya que,
por este medio, se presenta la identificación cultural (54). Hasta cierto
grado, el lenguaje del colonizador y del colonizado se tiene que convertir
en híbrido para mantener el orden institucional en el territorio. Además,
es importante para el colonizado dominar el pensamiento y el discurso,
tanto de la metrópoli como de la colonia. En otras palabras, el colonizado
debe identificarse con ambos y tratar de que sea aceptado por la clase
dominante del territorio. Bhabha expresa:
El proceso de traducción es la abertura de otro lugar político y
cultural contencioso en el corazón de la representación colonial.
Aquí la palabra de la autoridad divina es gravemente herida por la
afirmación del signo indígena, y en la práctica misma de la dominación el lenguaje del amo se vuelve híbrido: ni una cosa ni la otra.
El imprevisible sujeto colonizado (a medias aquiescente, a medias
opositor, nunca confiable) produce un problema irresoluble de
diferencia cultural para la misma interpelación de la autoridad
cultural colonial (54).
En la cultura híbrida, el estado o la metrópoli consigue recursos para construir museos y centros culturales, ofrece becas y ayudas económicas o
subsidios a los intelectuales, a los escritores y a los artistas (García
Canclini, Culturas híbridas 93). Se observa cómo los colonizados tratan
de alcanzar el campo cultural en una forma autónoma por medio del
movimiento artístico y literario.
Dentro del híbrido se encuentra también la característica del subalterno. De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia, subalterno
significa “el que está por debajo”, pero también su significado puede ser el
empleado de categoría inferior con respecto a servicios que no requieren
aptitudes técnicas. Prácticamente, este concepto es utilizado para referirse
a los sectores marginados, además incluye las clases bajas o inferiores.
Antonio Gramsci establece que los subalternos poseen una situación particular con su historia al tratar de presentarla y estudiarla:
54
La historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente
disgregada y episódica. No hay duda de que en la actividad histórica de estos grupos hay una tendencia a la unificación, aunque sea a
niveles provisionales; pero esa tendencia se rompe constantemente
por la iniciativa de los grupos dirigentes y, por tanto, sólo es posible mostrar su existencia cuando se ha consumado ya el ciclo
histórico, y siempre que esa conclusión haya sido un éxito. Los
grupos subalternos sufren siempre la iniciativa de los grupos
dominantes, incluso cuando se rebelan y se levantan (C. XXIII; R.
191-193).
También se debe mencionar que dentro del colonizado la clase dominante
posee el control del poder político, cultural, económico e ideológico. Por
lo tanto, el resto de las clases sociales y, entre ellas las subalternas, dependen del discurso ideológico impuesto por la clase hegemónica. En este
grupo de poder se encuentra el intelectual colonizado que trata de salir de
la subordinación para poder luchar por sus intereses de nuevo burgués
para tarde o temprano controlar la colonia o a los colonizados. Por el
contrario, existe el colonizado que desea entrar al círculo establecido por
la clase dominante de la metrópolis para así parecerse o codearse intelectual, económica o políticamente.
Gayatri Chakravorty Spivak en su obra, “¿Puede hablar el subalterno?”, establece que el discurso de la clase dominante hace que el subalterno o colonizado no tenga la capacidad para razonar por sí mismo. Por
lo tanto, para poder lograr desarrollar su raciocinio debe tener como base
la mediación y la identificación con la intelectualidad del primer mundo
(324). Spivak señala lo siguiente:
Para el verdadero grupo subalterno, cuya identidad es su diferencia, no hay sujetos subalternos, cuya identidad es su diferencia, no
hay sujeto subalterno irrepresentable que pueda conocer y hablar
por sí mismo. La solución del intelectual no es abstenerse de la
representación. El problema es que el itinerario del sujeto no ha
sido trazado como para ofrecer un objeto de seducción al intelectual representante (324).
En Alejandro Tapia y Rivera se observa cómo se caracteriza por
ser un híbrido y, a la misma, vez un subalterno. Este prócer no es el único
ante esta situación, se puede observar en próceres puertorriqueños como:
55
Ramón Emeterio Betances, Segundo Ruiz, el propio Román Baldorioty de
Castro y otros. A veces se indica que los individuos de tendencia conservadora son los que poseen los conceptos del híbrido y del subalterno; pero,
también raya en aquellos que se hacen llamar liberales o reaccionarios.
Por lo tanto, se entiende que Tapia acepta todo lo que la metrópoli indique
siempre y cuando vaya a favor de sus intereses intelectuales. Este comportamiento tiene una razón de ser debido a que el colonizado no tiene
opción. Desde que nace le van indicando que la idiosincrasia que la clase
dominante protege es la que se debe aspirar. A la misma vez, se debe
hablar, estudiar, compartir e identificarse con este estrato social. En algún
momento de la historia quizás se pueda ocupar alguna posición de este
sector y hasta llegar a la sustitución. Tapia al igual que otros puertorriqueños deciden utilizar la intelectualidad y la cultura para poder ocupar un
espacio dentro de la vida colonial e identificarse con la vida académica o
de ateneo.
Por lo tanto, Tapia se puede colocar como un híbrido porque
domina el idioma y trata de identificarse culturalmente con la metrópolis.
Aunque quiere ser español no puede lograrlo porque pertenece a una
sociedad colonial que la misma clase dominante no le da la atención
debida. Para la sociedad colonial, Tapia puede ser blanco, pero para la
península tiende a verse como mestizo, indiano o como un híbrido.
En lo que se refiere al subalterno, en la figura de Tapia se puede
crear una analogía, porque la única forma que se comunica es por medio
de la intelectualidad de la clase dominante. En otras palabras, Tapia por
medio de sus obras y, especialmente, con la Biblioteca histórica de Puerto
Rico, desea presentar a la isla ante la modernidad y establecer unos documentos que sirvan para la creación de la primera historia de Puerto Rico.
Sin embargo, en este caso desea crear esa historia, pero utilizando la forma
de pensar eurocentrista o de la clase dominante colonizadora. Alejandro
Tapia se puede presentar como un intelectual decimonónico, pero, no se
puede decir que trata de crear una obra de acuerdo con los intereses de las
clases inferiores o de su propia clase, sino que se observa el control de la
clase peninsular europea a la cual trata de emular. Así pues, Albert
Memmi señala el siguiente discurso: “La carencia más grave que experimenta el colonizado la constituye el hallarse situado fuera de la historia y
fuera de la ciudad” (102). Hoy día, con la supuesta libertad de expresión
se infiere que el subalterno tiene mayor posibilidad de poder presentar su
discurso, pero existe una interrogante: ¿Quién le hará caso al subalterno?
56
Conclusión
Se aprecia en Alejandro Tapia y Rivera un ideal intelectual sobre
lo que debe existir en Puerto Rico. A través del siglo XIX y del XX se ha
colocado su figura como una de las más fecundas y académicas existentes
en la isla. Además, se infiere que la meta de este escritor era lograr que su
imagen pudiera tener un sitial en las letras universales, puesto que Marcelino Menéndez y Pelayo le otorga. En este caso, la realidad estriba en que
Tapia tiene su sitial en la academia insular y en menor grado en las de
Hispanoamérica.
Por otro lado, en su obra, Biblioteca histórica de Puerto Rico, se
observa cómo propone una primera historiografía sobre documentos que
tratan la situación de la conquista y de la colonización a partir del siglo
XVI hasta el XVIII. Debido a este trabajo, a otros discursos históricos y a
su producción literaria, es loable que se conozca como el padre de las
letras puertorriqueñas. Se establece que la compilación de documentos,
prácticamente, es un legado a la historiografía puertorriqueña. Por otro
lado, su conocimiento abarcador también lo convierte en uno de los primeros intelectuales puertorriqueños, que junto con Eugenio María de Hostos,
es reconocido en el exterior. La figura de Hostos es conocida en gran parte de Hispanoamérica, mientras que la de Tapia es en España.
En su trabajo historiográfico, Biblioteca histórica de Puerto Rico,
el mismo autor lo presenta desde el punto de vista de una realidad.
Todorov indica:
Valéry señalaba que al admirar el retrato de un personaje antiguo,
nos inclinamos por declararlo verdadero aunque no disponemos de
ningún medio para verificar semejante juicio (119).
Pero la forma de escribir no quita el mérito histórico, porque Tapia es
representante de una época que se distinguía con ese expresivo estilístico
de clase dominante eurocentrista. Además, este escritor puertorriqueño
tiene la tendencia idealista romántica del siglo XIX. Albert Memmi en su
trabajo, Retrato del colonizado, señala lo siguiente: “Del mismo modo en
que el colonizador intenta aceptarse como colonizador, el colonizado se
halla obligado a aceptarse como colonizado para sobrevivir” (99).
Aun aquellos puertorriqueños de tendencia liberal se presentan
como eurocentristas o mejor dicho como colonizados que quieren ocupar
las posiciones claves de la colonia y la aceptación por parte de la metrópolis. En este caso se puede observar la figura de Segundo Ruiz Belvis.
57
Este prócer del oeste de Puerto Rico en sus comienzos políticos fue uno de
los liberales más prestigiosos del momento, pero cuando la metrópoli no
aceptó las demandas por la clase que representaba se fue transformando en
independentista. Se puede decir que en ningún momento deja su estatus
de la colonia sino que se transforma ideológicamente, evoluciona de
colonizado a colonizador.
Tapia representa el mismo caso de diversos personajes importantes
del siglo XIX, que también se observará en los próximos siglos. No desea
crear una imagen única para la isla, en donde todos los sectores sociales
puedan identificarse. Por el contrario, prefiere mantenerse unido a los
sectores dominantes de una metrópolis, aunque la isla cambie su estatus
político. Esta forma de pensar no es únicamente en la isla, también se
aprecia en otras partes del continente americano, por ejemplo, durante las
guerras de independencia en México (bajo España se le llamó Virreinato
de la Nueva España). En la historia mexicana, en 1810, Miguel Hidalgo y
Costilla y un contingente de indígenas y de criollos se sublevan en contra
del régimen español en el Virreinato de la Nueva España y, por este
medio, se inicia la guerra de independencia. El padre Hidalgo y Costilla
fue hecho prisionero y fusilado para 1811. Las tropas, que derrotaron a
Hidalgo, estaban formadas por adeptos y leales a la corona española. En
1820 España decide tardíamente extender a las colonias la Constitución
de 1812. Este derecho fue de desagrado a los leales de la corona en el
virreinato, porque dicho documento otorgaba derechos civiles a las clases
que consideraban inferiores. Por esa razón, en 1821, el Plan de Iguala,
proclamado por Agustín Iturbide, declara la independencia de México. La
clase dominante novohispana, que derrotó a las tropas de Hidalgo y Costilla, logró la independencia de México. La razón principal era no otorgar
derechos civiles a las clases de estratos bajos. Aimé Césaire en Discurso
sobre colonialismo señala:
Ningún contacto humano, sólo relaciones de dominación y
de sumisión que transforman al hombre colonizador en
vigilante, en suboficial, en cómitre, en fusta, y al hombre
nativo en instrumento de producción (20).
Como ya se ha mencionado, en el caso de Alejandro Tapia y Rivera se puede establecer cómo escribe y publica la Biblioteca histórica de
Puerto Rico para un sector privilegiado. La imagen que Tapia deseaba
crear de Puerto Rico es la misma que Simón Bolívar, José de San Martín,
58
y otros libertadores desearon crear para sus respectivas regiones. Sin
embargo, se debe reconocer que Tapia, aun con su forma de pensar de
clase alta del siglo XIX, dejó un extenso bagaje y legado cultural en lo que
se refiere a la historiografía y a la literatura.
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59
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60
Desde la ilegalidad: el poder de los delincuentes en
Marta Aponte Alsina y Josué Montijo
Nelson E. Vera Santiago
La delincuencia crece. Se ha convertido en un signo de la modernidad
y de la economía. Su relación con el estado moderno hace que la sociedad
atestigüe sus intentos de hegemonizar los espacios reales y virtuales. De
esta forma, la delincuencia no solo abarca el mundo de lo tangente, sino
que se reconstruye en múltiples imaginarios, tales como el cine, el teatro y
la literatura. Este hecho hace que su figura principal, el delincuente, ocupe
un sitial privilegiado por ser ciudadano y contraciudadano al mismo
tiempo.
Dicho lo anterior, este ensayo hurgará las fibras teóricas del componente primario del estado moderno, o sea, su derecho y la capacidad de
“totalizar la violencia”1, luego analizará la figura del delincuente en términos generales y se identificará en las novelas de Marta Aponte Alsina y
Josué Montijo, del segundo autor se evaluará también uno de sus más recientes ensayos históricos, tomando en consideración tres instancias: el
delincuente en pleno acto de infringir la ley, en su reclusión y luego en su
muerte. Además, se propone el término ultralegislador2 para identificar
aquellas instancias donde el sujeto se vale del contra derecho para fundar
un nuevo derecho, teniendo a veces como resultado el estigma del criminal
o el sociópata.
El binomio de violencia y violentar en el derecho del estado moderno
El estado moderno posterior a la Paz de Westfalia en 1648, la cual
marcó uno de los avances políticos más importantes del siglo XVII, ha
tenido hegemonía sobre las antiguas estructuras de poder que dominaban a
1
Jonathan Gutiérrez establece que son las acciones que un sistema toma para contrarrestar la violencia por medio de rejas, militarización, torniquetes, permisos de acceso
donde no era necesario antes, blindaje literal y metafórico, propaganda oficial o involuntaria.
2
Es un término creado por el autor del artículo; y es la descripción del fenómeno en
la cual un sujeto, que se encuentra empoderado por la violencia creadora y temida por el
estado, se convierte, a su vez, en un creador de derecho, de un contraderecho.
61
los pueblos. No queda duda de la estrecha relación de este evento con la
publicación del Leviatán de Thomas Hobbes, en donde se postula que el
nuevo estado debe ejercer todos los poderes mediante un contrato social
con los ciudadanos, para poder sobrellevar lo natural, o sea, la violencia
que se desataba entre los seres humanos. Así, no sólo pasaron a dicha
entidad las prerrogativas de beneficencia, defensa y cuidado, sino aquellas
que involucran el castigo y la violencia.
De esta forma, queda al descubierto que el estado debía de valerse de
un sistema de derecho para poder ejecutar su rol. Como el antiguo estado
monárquico, concebido por el derecho natural, había sucumbido, quedaba
en las ramas del derecho positivo el darle las herramientas a la nueva
estructura de poder para su encomienda3.
No queda duda de que la violencia es más antigua que el derecho y,
por lo tanto, el identificar sus contornos dentro del ius naturalismo y el ius
positivismo era y es tarea ardua. Sin embargo, la consideración que apunta
a que el derecho y la violencia van de la mano hace que el estado moderno
tenga hegemonía de la violencia y capacidad de violentar para lograr
ejercer el poder.
Estas circunspecciones llevan a la conclusión de que el estado soberano quedó a la merced de una nueva transformación en la historia, aquella
que se produjo entre el siglo XVIII y el XIX y que fecundó el nominado
“estado de derecho” como sistema político. Así, es en las entrañas de este
sistema que se deberá evaluar la violencia a la que me refiero.
Ante este postulado, Walter Benjamin señala que “se establece una
distinción entre violencia históricamente reconocida, esto es, violencia
sancionada como poder, y la violencia no sancionada” (90). Este planteamiento queda aclarado por Derrida cuando, en su lectura de Benjamin, establece que “El concepto de violencia pertenece al orden simbólico del
derecho, de la política y de la moral, al de todas las formas de autoridad o
desautorización, o al menos de pretensión de autoridad…”. Estas aseveraciones implican entonces que la violencia existe a un nivel supra estatal y
deja el camino despejado para afirmar que no solo es el estado el que puede emplearla a través del derecho. Esta idea cobra fuerza al interrogar las
lecturas de los teóricos. Por un lado, y en el caso de Benjamin: ¿Quién tiene la autoridad de sancionar la violencia como forma de poder? Por otro
3
Resulta palmario el considerar el comportamiento político y militar de dichos
poderes monárquicos como emulador de la guerra tipo “todos contra todos” que apunta
Hobbes.
62
lado, en el caso de Derrida: ¿Cómo la violencia puede pertenecer a “formas de autoridad o desautorización”?
Se deja entonces al desnudo el concepto de la violencia como instrumento, herramienta o utensilio político en manos del moderno estado de
derecho soberano. Queda expuesto específicamente por Benjamin cuando
señala en su crítica que la violencia no se debía evaluar como fin, sino
como medio (89). Ahora, el teórico alemán dejaba entrever la posibilidad
de que sujetos ajenos al estado pudiesen valerse de ella y, por lo tanto, se
convirtieran en un riesgo para la razón de ser del estado soberano: la erradicación del bellumomnium contra omnes o “la guerra de todos contra todos” (Hobbes 104). Por lo cual, Benjamin advierte que “…se deduce que
el derecho considera la violencia en manos de una persona aislada como
un riesgo o una amenaza de perturbación para el ordenamiento jurídico”
(91).
El delincuente ante el estado, la sociedad y el derecho
Ya en 1921 Benjamin dejaba claro la posibilidad de que el estado
manejara la violencia con aire monopolístico. No obstante, quedaba sujeto
a determinar cuáles otras figuras estaban impedidas de semejante atributo.
Por lo cual, uno de los problemas más ahondados es la fundamentación de
un ordenamiento en el cual se le permita ejercer al estado la violencia a la
vez que prohíbe emplearla por los súbditos. Esta situación, por supuesto,
no escapó la crítica de Benjamin.
En cuanto a este fenómeno, Derrida aduce que el pensamiento benjaminiano no es ajeno a interpretar la intención de la violencia del derecho
de crear tautologías (fórmulas que proponen redundancias lógicas verdaderas) y síntesis a priori (en el sentido kantiano, son proposiciones que
plantean verdades nuevas) en torno a su realización y convenciones en
tanto “que se da a sí mismo los medios para decidir entre la violencia legal
y la ilegal”. Por ende, el estado soberano peca del razonamiento circular
mediante el cual sanciona la violencia no porque exista un derecho superior al cual haga referencia sino por decreto propio. Ante esto es ineludible
apuntalar la explicación que Derrida ofrece al plantear que “Lo que amenaza al derecho pertenece ya al derecho, al origen del derecho”.
Queda entonces el cuestionamiento: ¿Quiénes son capaces de activar
dicha amenaza en el estado? Ante lo cual, refiero a la figura del delincuente, o sea, al criminal como persona que atenta contra el derecho y a su vez
63
contra el estado de derecho. Para esto hay que considerar lo subrayado por
Benjamin cuando enuncia que:
“…tomar en consideración la sorprendente
posibilidad de que el interés del derecho en
el monopolio de la violencia respecto de la
persona aislada no se explique por la intención de salvaguardar fines jurídicos, sino,
más bien, por la de salvaguardar el derecho
mismo. Y que la violencia, cuando no se
halla en posesión del derecho a la sazón
existente, represente para éste una amenaza,
no a causa de los fines que la violencia persigue, sino por su simple existencia fuera del
derecho. La misma suposición puede ser sugerida, de forma más concreta, por el recuerdo de las muchas ocasiones en que la figura del «gran›› delincuente, por bajos que
hayan podido llegar a ser sus fines, ha conquistado la secreta admiración del pueblo”
(92).
De esta forma, Benjamin apunta que la amenaza del delincuente no es
solamente la de atentar contra el derecho sino la de evocar la admiración
de los conciudadanos4. A lo cual, Derrida indica que la razón de esta
admiración surge porque “pone al desnudo la violencia del orden jurídico
mismo”.
Derrida también señala que “El estremecimiento de admiración popular ante el „gran delincuente‟ se dirige al individuo que lleva en él, como
4
En este aspecto vale destacar la enorme contribución del historiador Eric Hobsbawm al analizar la figura del bandido social en sus textos Primitive Rebels de 1959 y
Bandits de 1969. En estos escritos Hobsbawm analiza el patrón repetitivo en las sociedades antiguas y modernas desapariciones de criminales que operan fuera de los límites del
estado y que han incluso convertido su gesta en un acto pseudoheróico. Ejemplos de ello
pueden trazarse desde los antiguos piratas y corsarios hasta el crimen organizado y los
capos que dominan la narcocultura latinoamericana. Si bien estas publicaciones son consideradas aportaciones de suma importancia a este tema, lo cierto es que rebasan los
propósitos de este escrito y se acercan más a los estudios culturales, la antropología, sociología y el análisis histórico.
64
en los tiempos primitivos, los estigmas del legislador o del profeta”. O sea,
que la violencia del delincuente se atiende a los parámetros de la violencia
fundadora a la que hacía referencia Benjamin. He ahí que ante la sociedad,
el estado y el derecho esta figura se impone como creador. Así, si por un
lado el poeta británico Percy Bysshe Shelley aclamó una vez que “poets
are the unacknowledged legislators of the world”, para darle un rol protagónico a la poesía en su labor sociocultural, podríamos decir que la
propuesta de Benjamin y, subsiguientemente, la de Derrida, parecen acotar
la existencia de otro tipo de legislador. Esta figura opera fuera de los marcos del derecho y se vale de las mismas tautologías de autorización y
desautorización antes destacadas. Para describir esta figura es preciso considerar la máxima latina ultra vires la cual se emplea en el derecho para
describir aquellos actos que se ejecutan más allá de los límites de las
facultades a las que tiene derecho una entidad o un sujeto jurídico. De esta
forma, proponemos el término ultralegislador para describir el fenómeno
mediante el cual un sujeto que se encuentra empoderado por la violencia
creadora temida por el estado se convierte a su vez en un creador de
derecho, de un contraderecho.
Al respecto Derrida apunta que:
“Lo que teme el Estado, esto es, el derecho
en su mayor fuerza, no es tanto el crimen o
el bandidaje, incluso a gran escala, como la
mafia o el narcotráfico, si trasgreden la ley
con vistas a obtener beneficios particulares,
por importantes que estos sean…El Estado
tiene miedo de la violencia fundadora, esto
es, capaz de justificar, de legitimar…o de
transformar relaciones de derecho…, y en
consecuencia de presentarse como teniendo
un derecho al derecho. Esta violencia pertenece así por adelantado al orden de un derecho que queda por trasformar [sic] o por
fundar, incluso si puede herir nuestro sentimiento de justicia.”
Ante semejante planteamiento, queda por contestar: ¿existe algún
espacio donde el delincuente ejerza la violencia fundadora cabalmente?
65
¿Qué fin tendría la fundación de un derecho por parte del delincuente? 5 De
ejercerla: ¿causaría temor al estado?
El delincuente en la literatura: activo, recluso y muerto o retirado
La literatura surge como el espacio predilecto para explorar los límites
de la violencia fundadora del delincuente. En ella no existen las restricciones o consecuencias jurídicas que se darían en la realidad de un sistema
con ordenamiento jurídico.
Primeramente, y en el caso específico de la literatura puertorriqueña,
hago énfasis en la novela El killer de Josué Montijo. En ella el personaje
principal, innombrado desde el principio, sentencia la fundación de una
nueva estética para la ciudad indicando tenazmente: “he decidido matar a
todos los tecatos” (7). De esta forma, comienza una cruenta travesía sostenida por las balas y las estrategias.
En El killer, el personaje asegura que su decisión no obedece a un
ímpetu criminal sino a un acto de conciencia que combina elementos de la
labor social y la eutanasia misericordiosa.
Ante la creciente población de deambulantes drogodependientes y la
inacción del estado para atenderlos, el sujeto encuentra necesario el liquidar a estos “muertos en vida”. Así, en la novela se desarrolla una violencia
fundadora y constante en donde la diferencia primordial entre el ciudadano
común y el “matón de tecatos” es el atrevimiento del segundo a fundar un
lugar con menos “tecos”. Pero entonces, ¿qué derecho se abroga el personaje? De lo cual se puede colegir el de matar aquello que considera
indeseable para la sociedad.
No es sino hasta el final de la obra cuando se sabe que el personaje
tiene nombre, historia y que habita entre nosotros, un nosotros literario,
por supuesto pero que levanta un temor de que sea el ciudadano puertorriqueño. En puridad, Juan Benito Aybar, se ha convertido en un contralegislador y ultralegislador al mismo tiempo, alguien que atenta contra el
derecho mismo, o sea, en un criminal.
Aybar atiende el hecho de que será cazado por el estado debido a esto.
Acepta que lo que se ha convertido en un derecho para él es a su vez un
5
Vuelve a aparecer, como en la mayoría de los escritos teóricos, el problema
teleológico del objeto de estudio. No obstante, advertimos que este escrito no abarca
todas las ramificaciones de dicha cuestión.
66
contra derecho para el soberano6. A razón de esto puntualiza que
“…ustedes harán de mí un criminal. Les adelanto que ya lo soy. La tarea
está a medio cumplir” (131). Esto, en esencia, es un reconocimiento por
parte de “el killer” de que para lograr su cometido no podía escapar el
hecho de que tenía que convertirse en delincuente. No obstante, por un
lado cabe la noción de advertir un grado de satisfacción en las acciones del
personaje. Dicho elemento se puede unir a un sentido de logro producto de
la violencia capaz de fundar un derecho.
Sin embargo, el periodista que publica su diario afirma que “…las razones de Juan B me parece que obedecen más a un desequilibrio en su
salud mental, desequilibrio que lo hacía verse a sí mismo como un sujeto
todo poderoso…” (122). Así, para el corresponsal no queda de otra más
que explicar a Juan Benito desde la locura ya que jamás aceptará que este
se ha convertido en el intento de ser un héroe criminal, un ultralegislador.
En el caso de El killer la historia culmina con una bala que marca el
suicidio de Juan B. Aybar y que por ende impide que este se enfrente al
proceso judicial. Esto sin duda hubiese culminado en su reclusión y en la
estigmatización total como delincuente ya que para la sociedad la cárcel
no está llena de reclusos sino de criminales.
En esta línea Josué Montijo aporta otra pieza para el rompecabezas
con su ensayo Los ñeta. Esta vez el autor desenmascara el escepticismo
con que se trata el tema de la vida en las cárceles. Al respecto, señala el
autor que:
En la cárcel, la violencia y sus secuelas persisten sin detenerse. Debido a esa fatal singularidad, la estabilidad en el diario vivir de
los confinados está condenada a caer y desgranarse, en cualquier momento. Parte de la
violencia que la cárcel genera está emparentada con esa precariedad de las cosas (47).
Queda claro entonces que el espacio de confinamiento es uno de violencia la cual, en esencia, es inescapable. Así, vale repetir la gran pregunta
que señala Montijo: “¿Cómo aspirar a la cancelación de la violencia, si el
6
Véase: Benjamin, Walter. Crítica de la violencia. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva, 2010. Impreso.
67
sujeto encerrado se convierte de inmediato en una ficha de su juego sin
fin?” (49)
Para estos reclusos no queda otra salida que emplear el medio, o sea,
asirse de la violencia con el fin de fundar para conservar. Es importante
subrayar que el clima de la cárcel asemeja el Bellumomnium contra omnes
de Hobbes (104).
Según el texto un individuo es una mera pieza del engranaje y la única
manera de sobrellevar este obstáculo era fundando una entidad superior.
Dicho esto, señala Montijo que “…la Asociación-Ñeta irrumpió en la
escena carcelaria denunciando, peleando, matando y eventualmente estableciendo un código de convivencia todavía vigente en nuestros días”
(62). Queda entonces probado que la violencia funda y que los Ñeta se
valieron de ella para alcanzar su agenda. Más aún, su figura máxima,
Carlos “la Sombra” Iriarte “…impuso un estricto régimen de reglas y
„leyes‟ que grabó en su matrícula y demás componentes del sistema carcelario su noción de „orden‟” (67)7. En síntesis, Los ñeta, además de ser un
recuento histórico de la fundación de una organización, es la historia de la
fundación de unos derechos por parte de delincuentes.
No hay mejores palabras para describir lo señalado que las mismas del
autor cuando subraya que “…asistimos a un desdoblamiento discursivo:
los condenados por el sistema de ley instituyen, a su vez, un cuerpo de
„leyes‟ para regular la vida de sus compañeros” (68).
Considero que es importante recalcar que la ejecutoria de los Ñetas
opera mayormente en el interior del presido aun cuando sus regulaciones
impactan la vida de aquellos miembros que están en la libre comunidad.
Por otro lado, no se debe perder de perspectiva que la misión del sistema carcelario es la rehabilitación del delincuente o sea lograr que se desempeñe nuevamente en la libre comunidad. Esto implica la existencia de
un exdelincuente. En esta línea hay que resaltar la novela Sexto sueño de
Marta Aponte Alsina en donde el personaje de Nathan Freudenthal Leopold se recrea en una vida post “crimen del siglo”.
El personaje de Leopold muestra desde el comienzo de la novela una
inclinación hacia la creatividad a través de la violencia. Para Violeta Cruz,
narradora del texto y bolerista, “…proponía a sabiendas una visión del
7
Es meritorio prestar atención a lo que Montijo refiere con respecto al enfoque de la
violencia, o sea hacia dónde iba dirigida. Indica el autor que “Una de las ideas que más
sedujo a Carlos la Sombra, recuerda Gallisá, fue el postulado de Fanon sobre la necesidad
de ejercer violencia hacia arriba, dirigirla hacia la fuerza opresora y no a sus pares.” (72)
68
asesinato como forma de arte para el nuevo siglo” (33). Empero, el asesino
de Chicago no era un mero criminal sino un delincuente fundador de una
nueva forma de matar, un asesinato que también podría considerarse una
instalación.
Sin embargo: ¿se limitaba Leopold solo al asesinato? Negativo, ya que
en la novela se presentan otros injustos penales en los cuales el personaje
se desempeña como reformulador de las normas. Por ejemplo, en cuanto a
la apropiación ilegal “…sentía que el robo liberador, más que un crimen,
constituía un deber” (120)8.
Ahora, la figura de Leopold no encaja en la del sádico homicida que
comúnmente los medios dibujan como insensible hacia la vida humana.
Por el contrario, Nathan Leopold es un ser preocupado por el devenir, por
la sociedad y el futuro. Su rehabilitación se recrea cuando la novela indica
que para él “Si un Dios en el que no tenía por qué creer le daba unos años
más de vida reencarnaría sin morirse, mutaría de matón adolescente en
benefactor de la humanidad” (126). He aquí la esencia de la expiación y el
perdón. Aponte Alsina presenta entonces un Leopold considerado y filántropo. No obstante, se dejará entrever en otras ocasiones como un ser que
no ha descartado del todo la violencia. Se deja abierta la pregunta acerca
de la rehabilitación por un lado y por otro el de continuar viendo el crimen
y la violencia como un mal necesario para los actos de fundación.
En línea con lo antes esbozado, casi en el final de la novela el excriminal judío se desdobla en un segundo de apasionamiento. De esta forma
aparece un Leopold iracundo quien “…nunca había sido capaz de presentir
las ganas de matar, como en ese momento, cuando pensó que la mejor
manera de pasar a la historia y renovar su imagen de asesino sería cometer
un crimen perfecto de verdad…” (146). A lo cual, añado que en lo recóndito del personaje de Nathan Leopold quedan unas increíbles ansias de
fundar algo usando la violencia como mecanismo predilecto.
8
Acopio aquí el continuo estribillo jurídico que distingue entre el robo y la apropiación ilegal. Pero que se usa indistintamente en nuestros coloquios informales.
69
Obras citadas
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Benjamin, Walter. Crítica de la violencia. Madrid: Editorial Biblioteca
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Hobsbawm, Eric J. Bandits. New York: New Press, 2000.
Montijo, Josué. El killer. San Juan: Callejón, 2007.
Montijo, Josué. Los ñeta. San Juan: La secta de los perros, 2011.
70
The Ghost and the Darkness: la representación fílmica de símbolos
del colonialismo británico en el África Oriental1
Laura Horta Vargas y César Solá García
The Ghost and the Darkness es una película que trata sobre una
historia verídica acontecida en la región de Tsavo, Kenia, en el 1898. Fue
filmada en el 1996, dirigida por Stephen Hopkins, de Paramount Pictures
y protagonizada por Val Kilmer y Michael Douglas. La película trata sobre dos leones que han matado a algunos de los empleados que trabajaban
en la construcción del puente para el ferrocarril Kampala Mombasa, uno
de los grandes proyectos de infraestructura de la Era Colonial Británica en
Kenia. Este puente pasaba sobre el río de Tsavo. Robert Beaumont, magnate del ferrocarril, envía al Coronel John Henry Patterson, un ingeniero
de puentes, para llevar a cabo la construcción. La llegada de Patterson a
Tsavo marca el comienzo de la matanza de empleados africanos por los
leones. El coronel intenta de varias formas eliminar las bestias, pero siempre falla. Beaumont contrata a Charles Remington, un cazador blanco,
para acabar con el problema. Este trae a un grupo de “guerreros rojos” del
grupo étnico de los maasais, para que lo ayuden. Fue un intento fallido, ya
que el rifle que el Dr. David Hawthorne, médico del hospital, le provee a
Patterson no sirvió y el león se le escapa. Charles Remington visita el hospital de Tsavo y se da cuenta que está sucio y apestaba a sangre por lo que
decide construir un hospital nuevo. El hospital viejo lo utilizan como carnada para los leones, llenándolo de vacas, cortes de carne y sangre. Los
“devorahombres” fueron más astutos y entraron al nuevo hospital, que
constaba simplemente de una carpa, fácil de derribar y de destruir. Fue una
horrible masacre en la cual también sucumbió del Dr. Hawthorne. Poco
después, Patterson, con la ayuda de Remington, logra matar a uno de los
leones, pero el que quedaba vivo descuartiza al cazador blanco, mientras
este dormía. Al final, el coronel es quien elimina al último león (The
Ghost and the Darkness).
A pesar de que es una película inspirada en un hecho verídico, tiene varios factores ficticios, como situaciones y personajes adaptados al
filme. Un punto muy importante y notable es que los leones que presentan
en la película tienen melena; los leones del caso de la vida real no la
Ghost=Fantasma
Darkness=Oscuridad, Maldad
1
71
tenían. Charles Remington, el cazador blanco, es un personaje totalmente
inventado, ya que Patterson elimina los leones solo. Al principio de la
película, se menciona una competencia por los territorios que enfrenta a
los británicos contra los alemanes y los franceses. Este conflicto es ficticio
ya que el territorio keniano era exclusivamente británico y no lo disputaba
ningún imperio rival. Otro punto ficticio es el siguiente: al final del filme
se utiliza un babuino como carnada; en realidad, se usó un burro. También
se debe mencionar que el coronel nunca se cae de la plataforma, como es
representado en la película. No obstante, la parte en la que incorporan a
los maasais, los “guerreros rojos”, fue genuina. Utilizaron a guerreros de
la zona de Tsavo como ayudantes.
En la película, al Patterson llegar a Tsavo, se encuentra con trabajadores africanos y con recientes inmigrantes musulmanes e indios. Se ve
una explosión cultural; estos grupos se detestaban unos a otros y se
rehusaban a trabajar juntos. En realidad, los documentos históricos y la
historiografía demuestran que la mayoría de los trabajadores eran indiosi.
Estos obreros describían a Tsavo como el peor lugar para vivir, hasta su
nombre en la lengua kamba2 es macabro; significa “Lugar de Matanza”.
Se le llama de esta manera como recuerdo ancestral de las batallas de los
kambas contra los maasais y otras tribus. Por otra parte, muchos agentes
coloniales se oponían a la construcción del ferrocarril, como el propio Dr.
Hawthorne. Opinaban que el tren no se debía construir, ya que era una
farsa. Sus detractores afirmaban que, en realidad, el propósito de la
construcción era proteger el tráfico de marfil producto de la caza de los
elefantes y rinocerontes, una práctica muy común en la época. El fin desarrollista de tan costosa obra, por lo tanto, se cuestionaba seriamente (The
Ghost and the Darkness).
La caza era un símbolo del poderío colonial y servía a los agentes
del colonialismo blanco como un relajante, un símbolo de estatus o una
distracción de los problemas que enfrentaban los hombres blancos en Kenia. La caza indiscriminada de elefantes y de rinocerontes se convirtió en
un problema ecológico a largo plazo (Storey, 135). Los colonizadores encontraban cualquier excusa para cazar, desde el control de plagas hasta
unos presuntos estudios científicos (Storey, 136). Para el europeo, la caza
tenía varios significados; era un espejo de la relación entre el colonizador
y el colonizado en que se demostraba públicamente el control y poder
Grupo étnico predominante en la zona del Río Tsavo. Además, indio se refiere a natural
de la India.
2
72
sobre los pueblos subordinados. Esta relación desigual se observa en la
película cuando el coronel Patterson mata al león que aparece al principio
del filme de un solo disparo. Todos quedan tan asombrados que hasta los
obreros africanos le regalan al cazador un collar que indica que el hombre
blanco tenía poder. Además, la relación se observa cuando el representante
de los obreros le dice al cazador: “ustedes blancos pueden hacer cualquier
cosa” (traducción de la autora) (The Ghost and the Darkness). Se observa
esa superioridad establecida por los blancos puesto que la trama del filme
expone que los europeos tienen el poder y la capacidad de resolver todo
tipo de problemas. Otro simbolismo que aparece en la película ocurre
cuando los colonizadores demostraban su poder, por ejemplo, al cazar
frecuentemente en safaris y al reclutar con facilidad a buenos trabajadores.
En sus expediciones, ya sea de safari o de reclutamiento laboral afirmaban
el poder imperial sobre los trabajadores indios y africanos (Storey, 137).
Existía una atracción a la caza de los felinos grandes, como los leones o,
en el caso de las colonias asiáticas, los tigres, porque estos eran los animales más peligrosos para cazar. Se representaba la cacería como una confrontación asombrosa y heroica. Era algo que no se sentía ni se veía en la
metrópoli al cazar zorros (Storey, 139). Se debe mencionar que Kenia era
un hábitat para muchos de los grandes felinos; por tal razón, resultaba una
zona tan atractiva para los cazadores.
El nombre de la película es simbólico, porque “ghost” y “darkness”
son los nombres que le asignan los trabajadores y las sociedades locales a
los leones que los amenazan. Los llaman de esta manera por una leyenda
local. Esta habla de dos guerreros reencarnados en demonios con la forma
de leones o como espíritus de jefes de comunidades molestas por la intervención de los colonizadores blancos. Veían a estos leones como demonios o como al mismo Satanás que venían a castigar a los hombres blancos
y a privarlos de ejecutar su trabajo de infraestructura. Aquí se puede observar esta chispa de mitos antiimperialistas que le añaden al relato fílmico
los símbolos asociados a los depredadores (Caputo, 110). Era extraño ver
a dos leones cazar juntos porque, normalmente, cazan solos. Se cree que
cazaban juntos porque se ha comprobado que uno de los leones tenía un
problema en la mandíbula y esto disminuía su capacidad para cazar (Man
Eaters at The Field Museum).
Se podría entender esta relación como si los leones se estuvieran
ayudando el uno al otro. Los leones de Tsavo (sin melena) tienden a ser
más agresivos que los de sabanas (con melena) localizados en la parte
oriental de África. Los leones de Tsavo eran corpulentos y fuertes, ya que
73
se alimentaban, las mayores partes del tiempo, de búfalos del Cabo, una de
las especies más grandes, agresivas y corpulentas de los herbívoros de la
Tierra (Caputo, 633). La falta de melena hace ver a estos leones más siniestros que majestuosos. Patterson escribe que era como si la naturaleza
les quitara la melena para demostrar su realidad y su propósito de matar
(Caputo, 96). El león tiene una melena para protegerse el pescuezo de
mordidas fatales en peleas; también, le sirve para atraer a las hembras de
la especie. Estas son atraídas, en particular, por las cabelleras más oscuras.
Se creía que los leones de Tsavo no tenían melena porque los maasais se
las cortaban o porque se enredaban en las espinas de los árboles, arrancándoselas al intentar zafarse estos felinos de los arbustos espinosos (Caputo,
550). Patterson y su equipo pensaban que el león de Tsavo era hereditariamente diferente a los leones de sabana, Panthera leo (Caputo, 569).
Philip Caputo expone en su libro Los Fantasmas de Tsavo, corregido y
publicado por National Geographic, que estos animales son descendientes
directos de los leones primitivos porque son más grandes y porque carecen
de melena. Esta teoría se reafirma gracias a que se han descubierto en ciertas cuevas restos de animales cazados por dichos leones; no es una costumbre del león de sabana acumular a sus presas en cuevas. El león de
Tsavo puede ser el eslabón perdido entre los felinos modernos y los leones
de cueva de la era del Pleistoceno, Panthera leo spelaea, extintos hace
unos 8,000 o hasta 25,000 años (Caputo, 605).
Hay varias teorías acerca del porqué ocurrió la masacre de Tsavo.
Una de esas suposiciones es la epidemia de la peste bovina3 del 1898, que
acabó con el alimento de los leones que eran los búfalos del Cabo. Estos
leones, al privárseles de sus presas habituales, recurren a la primera presa
potencial que encuentren, en este caso, a los humanos que se encontraban
en Tsavo, para así alimentarse (Man Eaters at The Field Museum).Otra
proposiciones que, probablemente dos generaciones antes del advenimiento del colonialismo (hacia 1893),los leones se acostumbraron a comer carne humana por las caravanas de comerciantes que atravesaban el territorio:
al morir algún miembro en la marcha no se enterraba su cadáver sino que
sus compañeros dejaban el cuerpo al descubierto (Caputo, 654). El león es
un animal sociable capaz de adaptarse a costumbres que pasan de
La peste bovina o “rinderpest” es una enfermedad aguda y contagiosa de bovinos, búfalos domesticados y algunas especies de fauna silvestre. La enfermedad se caracteriza por
fiebre, erosiones orales, diarrea, abscesos en los nódulos linfáticos y elevada mortalidad
(The Center of Food Security & Public Health).
3
74
generación en generación. Si una leona está cazando humanos, tal fuente
de carne será un alimento usual para su cría. Se cree que ambos, “el Fantasma” (The Ghost) y “la Oscuridad,” (the Darkness) provienen de un linaje de “comehombres” (Caputo, 664). Es una muy buena razón, entonces,
para que estos atacaran a los trabajadores del ferrocarril. La ambiciosa
obra de construcción invadía y destruía su territorio y los leones sólo
defendían lo que hasta ese momento era su hábitat. En la cinta se puede
leer cierto significado: África no quería a los colonizadores.
El 1ro de marzo de 1898, el Coronel John Henry Patterson llegó de
la India al puerto de Mombasa. Fue uno de los ingenieros angloindios que
trabajaron en las obras del “Uganda Railway” (Mwaruvie, 150). El ritmo
retrasado del puente del río Tsavo, por culpa de las bestias, provocó que
Patterson se enfocara solamente en la caza de estos leones (Mwaruvie,
152). El coronel enfrentó varias dificultades, entre estas, buscar una roca
sobre la cual se pudiera construir el puente de tal manera que se sostuviera
(Mwaruvie, 151). La experiencia de Patterson en Tsavo fue excepcional,
ya que involucraba unos problemas relacionados al papel de la caza en la
sociedad colonial (Mwaruvie, 153).
Patterson tarda nueve meses en matar a las bestias. Tras realizar
esta labor, crea alfombras con sus pieles. Durante dos décadas sirvieron
como tapetes (Caputo, 89). Las pieles fueron vendidas al Museo Field de
Chicago en el 1924 por cinco mil dólares ($5,000.00) Se entregaron en
muy malas condiciones y tuvieron que restaurarse. Se colocaron en
exhibición, por primera vez, ese mismo año. En la exposición se encuentra
el verdadero pelaje y los cráneos originales de ambas bestias (Man Eaters
at The Field Museum). El coronel Patterson escribe una crónica sobre su
experiencia en la cual expone la naturaleza de los leones. Su crónica se
publicó en 1907. Fue uno de los libros más vendidos en su época (Caputo,
103).
Hacia finales del siglo XIX era de gran importancia para el Imperio
Británico terminar con las obras del ferrocarril Kampala Mombasa. Este
ferrocarril posibilitaría un acceso rápido y cómodo al interior del continente africano. Sería una gran ventaja en el proceso de colonización británica.
Por otro lado, se esperaba que gracias a él disminuyera la trata de esclavos. Las caravanas de café, marfil y otras mercancía del comercio legal,
por su parte, disfrutarían de una ruta y un medio de transporte seguros. Era
fundamental conectar a Mombasa, el principal puerto colonial británico en
la costa del Océano Índico, con Nairobi y Kampala, las ciudades capitales de las colonias de Gran Bretaña en la parte oriental de África. La línea
75
ferroviaria atravesaba todo el Maasailand4 de Kenia. Esta línea fue planificada en el 1883 por el geólogo y cazador escocés, Joseph Thomson. La
construcción comenzó en 1896 en la ciudad portuaria de Mombasa
(fundada cerca del año 900 d.C. por los suahilis) y se terminó en 1901 en
Kisumu en la costa del Lago Victoria; la construcción de este enorme
proyecto recayó sobre los hombros del ingeniero George Whitehouse. El
proyecto costó cinco millones de libras esterlinas (£5, 000,000.00) y su
primer servicio se efectuó en 1903.
El “Uganda Railway” ha sido llamado también el “Expreso Lunático”, un término creado por Charles Miller en 1971 en su libro The Lunatic
Express: An Entertaiment in Imperialism. Los africanos le llaman al tren
“la serpiente de hierro” (“Iron Snake”). Fue llamado así por los grandes
problemas que hubo durante su construcción: la resistencia de las tribus
locales, las muertes por enfermedades o masacres y las dificultades técnicas. Al final, el costo del proyecto se duplicó con respecto a su presupuesto original (Miller). Además, se debe recalcar que el ferrocarril contaba
con el apoyo de los agentes coloniales de la corona británica (Mwaruvie,
10).
Esta ruta comercial en el África oriental abre paso a cambios y
desarrollos en las colonias británicas; en otras palabras, acelera el ritmo de
la conquista y la colonización. Se trataba de abrir una ruta por un territorio
apenas explorado por los europeos. Con el tren se llevaría la “civilización”
a un territorio desconocido. El Departamento Ferroviario de Construcción
y el gobierno colonial utilizaron a los empleados de la agencia llamada
“Public Work Engineers” para la construcción en vez de contratar a ingenieros de la práctica privada. Se debe mencionar que los ingenieros del
gobierno costaban mucho menos; por tanto, tornaban los proyectos menos
costosos. No se deseaba usar mano de obra privada por su alto costo. Los
ingenieros, por otro lado, tenían que costear su forma de viaje y sus costos
de vida ya que África carecía de muchos bienes esenciales para los
europeos. Entre otros problemas, era difícil encontrar viviendas adecuadas
para los trabajadores blancos (Mwaruvie, 10). Se debe resaltar que los
ingenieros estuvieron de acuerdo en contratar y transportar a empleados de
la India porque consideraban a los obreros africanos temerosos o no calificados para las tareas. Un número aproximado de 32,000 mil obreros indios, mano de obra barata, se transportaron a la costa oriental de África
para completar la fuerza laboral de la construcción. Cada obrero indio fue
4
Tierra de los maasais, los guerreros rojos.
76
contratado para trabajar durante tres años; al final se suponía que
regresaran a la India con todos los gastos pagos (Mwaruvie, 150). Sólo
16,312 regresaron a la India al final de sus términos, unos 6,450 regresaron a sus hogares por problemas o accidentes y otros 2,493 murieron en
África. Un 50 % de los indios se infectaron con malaria, fiebre y diarrea
que causaron el 30% de las muertes, el 25% murió por problemas respiratorios y el 15% por otras razones. El gobierno colonial británico en la
India reportó que los primeros obreros en regresar entre el 1899 y 1900
estaban en malas condiciones físicas (Mwaruvie, 152). Hubo indios que
fueron obligados a trabajar en el ferrocarril y que se quedaron en África
pero, en el caso de Uganda, en 1972 sus descendientes fueron expulsados
por el dictador Idi Amin. Éste fue el tercer presidente de Uganda y ejerció
este cargo desde 1971 hasta 1979. Su gobierno se caracterizó por el abuso
de los derechos humanos, la represión política, la persecución étnica, las
matanzas, el nepotismo5 y la corrupción (Idi Amin. The Biography Channel website).
Hacia 1907 se comienza a observar que el ferrocarril de Uganda
necesitaba unas líneas nuevas, que se encarrilaran hacia la costa para facilitar la economía de la colonia (Mwaruvie, 12). Sir Percy Girouard fue el
primer gobernador en indicar el problema del ferrocarril de Kenia. Durante su gobernación del Protectorado Británico del Este de África adquirió el
presupuesto no solo para establecer el ferrocarril sino para construir un
puerto de agua profunda en Kilindini. Percy Girouard fue educado en la
Real Academia Militar en Kingston, Canadá, en donde se recibió con un
diploma de ingeniero a los diecinueve años de edad. Fue empleado por
Canadian Pacific Railway como topógrafo entre el 1886 al 1888. Hacia
1888 fue de los pocos canadienses en recibir la comisión de los British
Royal Engineers (Mwaruvie, 3). Hacia el 1899, en la guerra Anglo Bóer
en la actual Sudáfrica, fue reclutado para que coordinara la transportación
ferroviaria (Mwaruvie, 7).
Bajo el control de Gran Bretaña, las colonias del África Oriental
sufrieron grandes cambios, como avances económicos, en especial, gracias
a la construcción del ferrocarril. Además, esta acción permitió los avances
en la conquista del interior de África, facilitó a los europeos explorar e
informar sobre tierras desconocidas, “salvajes” y llenas de “misterios.”
Pero, como todo tiene su lado positivo, todo, también, tiene su lado
negativo. Todos los avances que obtuvo Gran Bretaña en sus colonias,
5
Tendencia a favorecer a familiares y a personas a fines con cargos o premios
77
causaron sufrimiento, pérdida de territorios, masacres, esclavitud y
enfermedades a las sociedades que vivían en el área. Asimismo, los
colonizadores causaron daños ecológicos severos por culpa de la caza. Es
interesante notar cómo las grandes potencias se llevan arrastrado todo a su
paso, para realizar sus objetivos, sin importar los daños a los territorios
que dominan. Se debe mencionar que los británicos consideraban los territorios africanos, al igual que a la India, colonias para, principalmente,
extraer materia prima. La cinta The Ghost and the Darkness representa,
con cierto grado de libertad creativa, una parte de la experiencia colonial
británica en el África Oriental. La acelerada construcción de obras públicas facilita la penetración de tropas en nuevos territorios y la circulación
de bienes en colonias incipientes. Las consecuencias humanas se reflejan
en la movilización de labor inmigrante y local a la vez que se incorporan
sociedades subyugadas a un régimen imperial antes desconocido por los
africanos. Los leones “comehombres” que asolan al campamento de
obreros son un símbolo del impacto ambiental y político de la colonización de Kenia.
Sin embargo, The Ghost and the Darkness no es una obra fílmica
anticolonialista. Al igual que en la película Once Upon a Time in the West
(Sergio Leone, 1968), el ferrocarril representa el avance del capitalismo,
es decir, el avance inexorable del “progreso” frente a elementos anticuados que se resisten al cambio, en este caso, los forajidos que viven al
margen de la ley en el oeste norteamericano. En el caso de Kenia y
Uganda, los depredadores, por su parte, entorpecen un enorme proyecto de
obras públicas, el ferrocarril en construcción que, de la misma forma,
simboliza el “progreso”. Los leones, representan, de manera metafórica,
una forma de resistencia ante el imperialismo y el capitalismo europeo. En
la cinta, le corresponde a las propias fuerzas coloniales, representadas por
los cazadores blancos, resolver el problema creado por el colonialismo.
Por lo tanto, los cazadores blancos deben cazar a los leones. Los súbditos
africanos y asiáticos del imperio británico son meros espectadores y
víctimas de las condiciones creadas por el colonialismo.
78
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79
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The Ghost and the Darkness.Stephen Hopkins, dir. Elenco: Val Kilmer,
Michael Douglas. 2006.
80
“Estos, ¿no son hombres?”1:
la alteridad en la historiografía de la conquista y colonización
Verónica M. Rodríguez Rivera
La Real Academia Española define alteridad como la condición de
ser otro. En el campo de la historiografía, el estudio de la alteridad se ha
empleado en diversas épocas históricas, como por ejemplo en la época
clásica. Además, el estudio de la alteridad o del “Otro” ha llamado la atención a varios académicos. Entre ellos se encuentra el historiador Tzvetan
Todorov, quien enfocó el estudio del “Otro” en el periodo de conquista y
colonización del Nuevo Mundo. Es en este periodo en el cual se centrará
el presente ensayo.
La clasificación del nativo o indio como “Otro” también tuvo sus
variadas razones. Algunos autores y autoras, como se verá más adelante en
este ensayo, entienden que el colocar al indígena en la categoría de “Otro”,
era la manera en que los europeos organizaban el nuevo panorama que se
estaba desarrollando desde finales del siglo XV. Por otro lado, autores y
autoras concuerdan en que el clasificar al indio como un ser totalmente
distinto al español o europeo sirvió para sus fines de enriquecimiento.
En los diversos estudios que se han hecho sobre el periodo de conquista y colonización de América, varios autores discuten las crueldades y
los maltratos que sufrieron los nativos. A la misma vez, discuten la sed de
riqueza que tenían tanto los colonos y conquistadores que estaban en el
Nuevo Mundo como los reyes castellanos; y las metas cristianas que
querían lograr con los indígenas.
La temática de la alteridad no es un argumento común que se pueda observar en textos o artículos que traten sobre el periodo que se está
estudiando. Es más frecuente encontrarse con discusiones sobre la legislación indiana o la situación económica de las colonias. Sin embargo, el
estudio del “Otro” en este periodo ha producido interesantes trabajos que
son de gran ayuda para el estudio de la conquista y colonización de
América.
Lo que se quiere lograr en este ensayo es ver cómo autores
interpretan el fenómeno de la alteridad en el periodo de la conquista y
1
Extracto del sermón de Fray Antonio de Montesinos, el cuarto domingo de adviento de
1511. En Fernando Picó, Historia General de Puerto Rico. 4ta ed. revisada y aumentada,
San Juan, Ediciones Huracán, 2008, p. 56.
81
colonización de América. De igual manera, me propongo explorar si el
deseo de poseer riqueza estaba latente en las clasificaciones sobre “Otro”
que hicieron los españoles hacia los indígenas. Además, se colocará en
tiempo y en espacio algunos señalamientos usando textos enfocados en la
historia del Caribe y de Puerto Rico.
Anteriormente mencioné al historiador Tzvetan Todorov como uno
de los autores que se han desempeñado en el área del estudio del “Otro”.
El texto de Todorov que, en mi opinión, es central para la discusión de la
alteridad en la América de la conquista y colonización es La Conquista de
América: El Problema del Otro. En general, Todorov analiza las interpretaciones de los españoles cuando ingresaron a la realidad del Nuevo Mundo y de sus habitantes. El autor plantea que, durante el siglo XVI, las percepciones que tenían los españoles sobre los indios fueron evolucionando
de asimilacionista, a esclavista y luego a colonialista (51, 54,189-90).
Todorov entiende que los españoles buscaban comprender lo que observaban en América a partir de concepciones ya desarrolladas en Europa (138).
De acuerdo con el autor se divide en tres líneas la cuestión de la alteridad.
El primer nivel es el axiológico, en el cual se hace un juicio de valor del
otro. Mientras tanto, el siguiente nivel es el praxeológico, en donde se
acerca al otro o se aleja del otro. El tercer y último nivel es el epistémico,
que es cuando se conoce o se ignora la identidad del otro (195). Este
esquema de la alteridad es esencial para llevar a cabo un estudio del
“Otro”. Además, es útil para comprender el fenómeno de la alteridad
durante el periodo de la conquista y colonización.
Tomando en cuenta los niveles de alteridad que Tzvetan Todorov
esbozó en su trabajo, otros autores han elaborado sus propias hipótesis a
cerca de la alteridad en el periodo que se está estudiando. El autor Gastón
Carreño se adscribió al nivel praxeológico de la alteridad, en donde se
acerca o se aleja del otro, en su ensayo “El pecado de ser Otro: análisis a
algunas representaciones monstruosas del indígena americano (siglos
XVI-XVIII)”. Carreño entiende que las imágenes muestran información
acerca de: el indígena, el productor de la imagen y el contexto histórico
(2-3). Los planteamientos de Carreño guían al lector a comprender que a
veces un documento o una imagen brindan más información del que lo
hizo que del sujeto que está tratando el trabajo (2-3). Carreño concluye
que las imágenes que hicieron los europeos de los indígenas eran una
forma de “dar sentido a lo americano pero desde categorías europeas”
(13).
82
La licenciada Lucía Ortega Toledo emplea el estudio del “Otro” en
su análisis del Inca Garcilaso de la Vega, autor de Comentarios Reales. El
caso de Garcilaso de la Vega es uno particular, ya que es hijo de un español y una mujer inca. Ortega se acerca a lo que Carreño plantea, en que
sostiene que los conquistadores utilizaron su bagaje cultural para darle
cohesión a la nueva situación con la cual se enfrentaban en el Nuevo
Mundo; concretamente, Ortega señala la literatura medieval y la era griega
antigua (37). Este bagaje cultural también lo tenía Garcilaso de la Vega, lo
cual le ayudó a explicar la superioridad de los incas respecto a otras culturas nativas preincaicas (38,40). Ortega, partiendo de los tres niveles de
alteridad de Todorov, entiende que Garcilaso de la Vega no se vincula a
uno de ellos sino que durante su obra Comentarios Reales va pasando de
un nivel a otro (50). Por otro lado, Ortega expone que lo que se señalaba
era la diferencia del otro, una diferencia general (45). Esta declaración de
Ortega se puede interpretar como perteneciente al nivel axiológico de la
alteridad, ya que es la constante evaluación de un “Yo” superior frente a
un “Otro”, cuyas diferencias son señaladas constantemente en las crónicas
y otros documentos de la época (Todorov195).
Fernando Antonio Pérez Memén es otro autor que utiliza un ejemplo concreto para poder discutir las perspectivas que tenían del indígena y
del africano las autoridades españolas. Pérez no usa el vocabulario que
típicamente se puede leer en trabajos que tengan que ver con el estudio del
“Otro”, pero apunta las instancias en que se ve la alteridad en Santo
Domingo, que es el eje de su trabajo. Pérez declara, que a partir del
asentamiento español en La Española, la opinión acerca de la naturaleza
del indígena se dividió en dos: aquellos interesados en “la explotación
indígena para su provecho y beneficio” y aquellos que “no aceptaban la
esclavitud del indio” (101). Varios miembros del clero católico en La
Española plantean el problema preguntando si es “justo y legítimo” subordinar al nativo americano a la esclavitud (101). Mientras que los sectores
de la población a favor del sometimiento indígena basaban sus argumentos
en la guerra justa, y aducía a “la barbarie del indio, la idolatría y herejía”,
la esclavitud por naturaleza y “la incapacidad del indio para aceptar la
doctrina cristiana y perseverar en la fe” (100,101). Además, fuentes como
Aristóteles y la Biblia eran muy comunes entre los siglos XVI y XVIII
para construir sus argumentos (101). No obstante, se puede ver que al
regularse la entrada de esclavos africanos a La Española, los esfuerzos
para defenderlos no fueron lo suficientemente enérgicos como lo fueron
para los indígenas. Pérez entiende que los defensores de los indígenas, que
83
habían sido algunos miembros de la Iglesia Católica y del Estado, no
dedicaron el mismo ímpetu a la causa de los africanos (104-5).
Un texto, cuyos planteamientos son parecidos a los de Pérez, es el
de Luis N. Rivera Pagán, en donde se propone estudiar el periodo de conquista y colonización desde un contexto ideológico (1). Rivera Pagán
entiende que el conflicto entre la misión evangelizadora y la búsqueda de
riqueza tuvo su campo de batalla en la población indígena del Nuevo
Mundo. Como los españoles decidieron utilizar a los indígenas como
herramientas para su beneficio económico, la misión de cristianización se
vio afectada. Lo anterior desembocó, por parte del colono en el cuestionamiento de lo que la fe cristiana predicaba, el planteamiento de la igualdad de todos los seres humanos. A misma vez, aumentó el deseo de riqueza que tanto anhelaban los colonos españoles y la corona castellana. No
obstante, las reacciones fueron desiguales ya que varios españoles decidieron eliminar de raíz las costumbres y las culturas nativas del Nuevo
Mundo como modo de propagar la fe cristiana pero, a la misma vez,
adelantaban fines económicos.
Volviendo al tópico del estudio de “Otro”, la autora Rocío Quispe
Agnoli retoma el discurso de Carreño y Ortega, en el cual los españoles le
daban sentido a lo encontrado mediante su conocimiento previo (2). Pero
Quispe Agnoli le añade que al Cristóbal Colón identificar a los indígenas
como bárbaros les dio una “función mercantil” que es la de esclavos (2).
Muy a tono con lo que Todorov discute acerca de la figura de Colón,
Quispe Agnoli entiende que varios de los textos del periodo de conquista y
colonización lo que hacen es confirmar una hipótesis formulada “a priori”
(Todorov 25, 29). Las pruebas se ajustan a esa hipótesis (2). Además,
Quispe Agnoli divide al indígena en dos categorías: colonizado pasivo
(representación común del indígena) y colonizado activo (indígena o
mestizo que relata la conquista y colonización desde su perspectiva) (2).
Uno de los ejemplos que utilizó para explicar el colonizado activo fue el
de Felipe Guamán Poma de Ayala y su Nueva crónica y buen gobierno
(7). La autora entiende que Guamán Poma de Ayala no ve a los andinos
como los Otros porque está dentro de su mundo, pero a la vez está dentro
del mundo colonial. El discurso de Guamán Poma de Ayala es uno
inclusivo (8).
La gran figura de Bartolomé de Las Casas es estudiada en el
renglón de la alteridad por la autora Santa Arias, en donde discute la inversión que hizo Las Casas respecto al “Yo” y al “Otro”. De nuevo, Arias
no se separa de autores como Carreño, Ortega y Quispe Agnoli que
84
sostienen que los españoles que llegaron al Nuevo Mundo explicaron lo
que veían a partir de su conocimiento previo. Arias, hablando de Las
Casas, lo ubica como un “hombre del Renacimiento”. Estos renacentistas,
según Arias, se dejaban llevar por la metodología de los historiadores
clásicos para observar y recopilar prácticas culturales que ellos interpretaban como extrañas (165). Por lo tanto, Las Casas demuestra su relación
con la cultura del indígena o y luego pasa a describirla, basándose en figuras como la del noble salvaje, la “Era Dorada” y las culturas descritas en
los textos clásicos, que eran frecuentemente usados por los renacentistas
(167). Las Casas sigue siendo eurocéntrico en su defensa del indio,
evidentemente se basa en conceptos de origen europeo para hacer sus
planteamientos. Pero, contrario a otros escritores de su época, Las Casas
en su obra de tres libros, Historia de las Indias, le da voz a los indígenas, a
los “Otros” (174). Arias entiende que Las Casas, al hacer esto, coloca al
nativo americano en una posición de igualdad y credibilidad (173). Mientras que coloca al español como el causante de agravios a los indígenas y
de desórdenes, lo acusa de abandonar la fe cristiana y de actuar de manera
malvada. Arias interpreta que, para Las Casas, los españoles que actuaban
de esta manera eran los verdaderos salvajes (175).
En general, casi todos los autores que se han mencionado tienen
presente en sus interpretaciones el factor de que los españoles que llegaron
al Nuevo Mundo interpretaron esta nueva realidad basándose en concepciones o en conocimiento previamente adquiridos. Por otro lado, unos autores utilizan el imaginario medieval y fuentes clásicas para explicar estas
concepciones, mientras que otros utilizan la literatura, como la caballeresca, para explicarlo (Ortega 37; Pérez 101; Quispe 2, 3,5; Arias 165, por
ejemplo).
Estos autores también parten de la premisa de que incluso en relatos en defensa del indígena lo que se percibe es la interpretación eurocéntrica de todo este nuevo panorama. Claro está, la cuestión es que en el
siglo XVI europeo o castellano no había otra forma de mirar al mundo.
Para ejemplificar esto se puede mencionar el escolasticismo. Es un “método de estudio basado en la lógica y la dialéctica que se dominaba en las
escuelas medievales. El mismo asume que la verdad ya existe; los
estudiantes solo deben organizar, dilucidar y defender el conocimiento
aprendido de textos autorizados, específicamente aquellos de Aristóteles y
de los Padres de la Iglesia” (Craig, Graham, Kagan, Ozment y Turner G
9). El escolasticismo es otro medio que se puede unir con la literatura de
85
caballería, el imaginario medieval y la época clásica como forma de
visualizar y entender el Nuevo Mundo.
Además del escolasticismo, Francisco A. Scarano apunta a una
reforma que estaba atravesando la Iglesia Católica española, liderada por
el cardenal Francisco Jiménez de Cisneros (122). El autor Joseph Pérez
explica que las reformas que llevó a cabo Cisneros giraron alrededor del
clero y de la doctrina cristiana. Pérez concluye diciendo que “se trata de
una reforma a fondo…” (215). Las reformas de Cisneros, para Scarano,
fueron las que le dieron un espíritu evangelizador a los frailes que se adentraron a la conquista y colonización del Nuevo Mundo (121). Este se debe
tener en cuenta en el estudio del “Otro”, ya que se ven varios ejemplos de
españoles que guiados por la misión evangelizadora echaron a un lado la
visión del nativo como animal o ser inferior para llevar a cabo su trabajo.
Cabe mencionar a varios miembros de la Orden de Santo Domingo y a
Bartolomé de Las Casas: “… tanto en La Española como en Boriquén,
comenzaron a reflexionar sobre lo dudoso que resultaba el mensaje
cristiano de salvación que se ofrecía a los taínos, ya que representaba el
credo de la gente que los esclavizaba y los maltrataba” (Picó 56).
La figura de Bartolomé de Las Casas es muy importante para la
historia y para la historiografía. El historiador Eric Williams ensalza su
persona al declarar que: “Las Casas se encuentra en las filas con el inglés,
del siglo XVIII, Thomas Clarkson; y el francés, del siglo XIX, Víctor
Schoelcher, en su defensa de los derechos del hombre en el Caribe”
(traducción por la autora, 36).
En todos los trabajos de los autores que se han expuesto en este
ensayo hay referencias a una o más de sus obras. Por un lado, las obras de
Las Casas son ejemplo de la mentalidad a favor de la conservación de los
nativos y de su bienestar. Pero, a la vez, las obras de Las Casas muestran
información sobre la mentalidad del autor.
Los autores Santa Arias y José Luis Abellán, utilizando a Las
Casas, desarrollan su análisis sobre la alteridad empleando la figura del
noble salvaje. Arias establece que como parte del discurso de Las Casas en
defensa de los indios, él destacó los rasgos de “paisaje como un jardín, la
creencia de un estado de perfección y pureza y el carácter comunal de la
propiedad…” (Traducción de la autora, 168). Abellán entiende que durante los primeros encuentros entre el español y el nativo, se identificó al
nativo con “un estado de bondad, de felicidad y en algún caso hasta de
sabiduría…” (159).
86
Estas son características de lo que se ha llamado el noble salvaje, la
cual contrasta con la visión del “Otro” como un ente inferior e ignorante.
El nativo americano, al estar en contacto con la naturaleza, no está
corrompido por los vicios de la sociedad, un argumento parecido al
desarrollado por Rousseau. Aún más, al no ser vicioso, el nativo está más
cercano a los valores del cristianismo. Rivera Pagán expone los factores
que indujeron a Las Casas a ver en el nativo un noble salvaje: “Es cierto
que a veces Las Casas se deja llevar por su enorme amor por los indígenas
y magnifica sus virtudes, intelectuales y éticas, en comparación con los
europeos, convirtiéndose en una de las fuentes principales del mito moderno del „salvaje noble‟” (232). En este caso, Todorov explica que Las
Casas está interpretando al indígena desde una línea axiológica, hace un
juicio de valor del “Otro” (195).
Si se sigue con la figura de Las Casas y con el autor Tzvetan
Todorov, este último interpreta al fraile dominico como un colonialista.
Las Casas aspiraba a que las colonias fueran absorbidas por España y que
se formara una especie de imperio en donde los territorios americanos
permanecieran con sus líderes nativos y los indios se convirtieran al cristianismo (Todorov186, 190). Rivera Pagán coincide con Todorov respecto
al ideal colonialista de Las Casas (105). Abellán, por otro lado, tomando
los escritos de Vasco de Quiroga comprende que la visión de Las Casas no
era compartida, claramente, por otros españoles. Quiroga pensaba que el
indígena debía entrar en la sociedad, europea claro está, y ser educado,
pero con el fin de que saliera de su perdición (160).
Dejando a un lado la figura de Las Casas, se debe entrar a comprender la tesis que varios autores han desarrollado: que la situación que
se dio entre el indígena y el español en la conquista y colonización tuvo
como sus bases la cultura del español.
Alfonso de Toro, en su ensayo sobre el proceso de translación que
se dio en el periodo de conquista y colonización, presenta el concepto de
traslatología. Este término, según de Toro, comprende el que un sujeto
traiga su sistema cultural a un lugar y lo transforme, dando comienzo a un
nuevo sistema cultural (88). Tomando eso en cuenta, ¿se puede decir que
en el Nuevo Mundo se creó un nuevo sistema cultural?
Carreño sí entiende que hubo un nacimiento de algo nuevo: “una
América imaginaria” (2). Ortega Toledo y Quispe Agnoli interpretan que
la transferencia al Nuevo Mundo de la cultura española/europea dio origen
a relatos escritos por mestizos o indios, su interpretación del proceso de
colonización (Ortega Toledo 40; Quispe Agnoli7). Arias, estudiando a
87
Bartolomé de Las Casas, concluye que su educación europea le dio las
bases para hacer una interpretación original, en la cual el español es el
“Otro” salvaje, mientras que los indígenas los colocó como iguales a él
(173, 175).
Sin embargo, se ha estudiado que el traslado de la cultura española
para interpretar al Nuevo Mundo no dio inicio, rápidamente, a un nuevo
sistema cultural. Quispe Agnoli entiende que el sistema cultural de los
españoles les sirvió para confirmar sus preconcepciones. Según la autora,
“las pruebas se ajustan a la realidad y no viceversa, lo cual implica un
razonamiento falso” (2). Todorov hace una declaración similar cuando
dice que Cristóbal Colón veía en los territorios a donde iba llegando muestras o características que le confirmaban que tenían oro o que eran territorios del Gran Khan (23, 30). No obstante, la tesis de Alfonso de Toro ha
sido comprobada como cierta. Sin embargo, la hibridez que el autor habla
en su trabajo fue resultado del largo periodo colonial que ocurrió en
América.
Una visión diferente, acerca del problema del “Otro” en el Nuevo
Mundo, la discute Cristián Roa de la Carrera. Para él: “la noción de incapacidad de la población amerindia respondía a la percepción de los
colonos respecto a su falta de colaboración y deseo de asimilarse a la
sociedad cristiana, contribuyendo a arraigar el prejuicio en la experiencia
colonial” (82).
El prejuicio que el autor señala, Carreño lo interpreta como un
rechazo a la realidad que estaban viendo los españoles en el Nuevo Mundo
(2). El prejuicio, si se mira a las líneas establecidas por Todorov, caería
bajo el nivel praxeológico de la alteridad (195). Uno, en este caso, se aleja
del “Otro”.
La cultura española, entiéndase el imaginario medieval, los textos
clásicos, la figura del noble salvaje, tuvieron un papel en este prejuicio
hacia el nativo. Sin embargo, Roa, al estudiar la Apologética historia sumaria, comprende que el fraile Las Casas usó todo ese bagaje, no para
alejarse del nativo, sino para defenderlo (85).
Sobre el bagaje cultural europeo que se trasladó, por usar de referencia a de Toro, al Nuevo Mundo, Walter Mignolo expone que tras la
imposición de características renacentistas al Nuevo Mundo, no hubo un
enlace o una continuidad del Renacimiento en esos territorios. En las propias palabras del autor: “La red semántica asociada con los conceptos
heredados de la tradición clásica y revisados en el Renacimiento europeo
(como libro o historia de la poesía, por ejemplo) eran insuficientes para
88
entender y traducir las prácticas semióticas de diferentes tradiciones
culturales” (traducción por la autora, 811).
Lo que Mignolo sugiere es que la cultura del europeo español, que
llegaba a las colonias americanas, no pudo “traducir” esta nueva realidad o
funcionar efectivamente en ella, como lo había hecho en el continente
europeo. Claro está, hubo excepciones ya que un número de nativos y
mestizos siguieron las influencias culturales renacentistas. Pero, como ya
se ha dicho, son excepciones.
José Antonio Maravall, quien es citado en el texto de Rivera
Pagán, coincide con la hipótesis de que la alteridad del nativo fue
construida en una base de percepciones y creencias de los europeos que
llegaron a América. Pero, Rivera Pagán entiende que más allá de una alteridad basada en las percepciones y mentalidades europeas, la búsqueda de
riqueza estaba detrás de todo (231).
Si se tiene como fundamento lo expuesto anteriormente por Rivera
Pagán, Jalil Sued Badillo explica cómo el deseo de riqueza también se
encuentra en el proceso de construcción de alteridad. La corona castellana
permitió la captura de esclavos nativos si practicaban el canibalismo y si
eran ya esclavos de otros nativos (189).La consecuencia de este permiso es
lo que expone Sued Badillo: “Bajo el subterfugio legal de hacer guerra a
los "caribes", se despoblaron muchas de las islas barloventeñas y parte de
la costa de tierra firme” (188). Si se regresa a lo que discute Pérez Memén,
la barbarie del nativo era uno de los argumentos que utilizaban para justificar el acto de subyugar al nativo (101). Por lo tanto, lo que se puede
percibir del argumento de Rivera Pagán es que la construcción de la alteridad en la conquista y colonización del Nuevo Mundo fue producto del fin
económico de los españoles y la Corona y de la aplicación de la cultura
europea a un horizonte desconocido por los españoles.
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91
Literatura, arqueología y construcciones raciales: la novela
King Solomon’s Mines de H. Rider Haggard y las ruinas
del Gran Zimbabue
César J. Solá García
En 1871, un explorador alemán llamado Karl Mauch buscaba la
fabulosa ciudad de Ofir mencionada en el Génesis. En vez de hallar esa
ciudad, encontró las ruinas del Gran Zimbabue. La noticia y ciertas ilustraciones de la ciudad circularon por gran parte del mundo. Las ruinas
consisten de dos perímetros de murallas de piedra. El más extenso rodea la
ciudad. El más corto y elevado rodea la ciudadela en donde se encuentran
los restos del palacio del monarca. La ciudad del Gran Zimbabue se construyó entre los siglos XIII y XV de la Era Cristiana por los ancestros del
pueblo shona de la república que hoy lleva el nombre de la ciudad
(Carroll, 242). Sin embargo, durante el siglo XIX, ni los aventureros europeos ni el mundo académico occidental podían aceptar la idea de que esa
impresionante ciudad hubiera sido construida por africanos negros. Por lo
tanto, se postuló que los antiguos israelitas y los fenicios construyeron
esas obras monumentales bajo las órdenes del bíblico rey Salomón. Se
pensaba que la búsqueda de oro, presente aún en algunas partes del
moderno Zimbabue, había motivado esa empresa en tan distante lugar
(Davidson, 67-68). Posteriormente, se condujeron dos excavaciones
arqueológicas, en 1906 y en 1929, respectivamente. Ambas excavaciones
revelaron un origen medieval, en vez de antiguo, y enteramente africano
de la ciudad. Sin embargo, sólo se logró un consenso entre los arqueólogos
en cuanto a los orígenes de las ruinas durante la década de 1950. La idea
de que unos africanos negros en la parte meridional del continente fuesen
capaces de construir obras majestuosas resultó, por varias décadas,
inconcebible para muchos.
En 1885, apenas catorce años después de la visita de Mauch a las
ruinas del Gran Zimbabue, el autor británico H. Rider Haggard publica
King Solomon’s Mines (Las minas del rey Salomón), su primera novela. El
descubrimiento de la impresionante ciudad medieval encendió la imaginación de muchos europeos. En un mundo racializado, Europa, en general,
no podía aceptar la idea de un origen enteramente negro de las fabulosas
ruinas. Después de todo, tras cuatro siglos de tráfico de esclavos negros
hacia las Américas, África se concebía como un continente de gente inci92
vilizada que sólo podía aportar labor servil a las colonias de naciones
blancas en el Nuevo Mundo. Por otro lado, en ningún otro lugar al sur del
desierto del Sahara los negros habían erigido construcciones monumentales que rivalizaran con aquéllas de Europa, el norte de África y el Cercano
Oriente u otras partes del continente asiático.
Haggard fue uno de aquéllos hombres blancos que emprendieron la
tarea de fantasear sobre un origen mítico y, por lo tanto, totalmente ahistórico de la ciudad medieval africana. Haggard nació en Norfolk, Reino
Unido, en 1856 y vivió en la Colonia del Cabo (hoy en día, parte de la
República de Sudáfrica) entre 1875 y 1882. En esa colonia británica
trabajó como empleado público. Conoció a algunos exploradores y aventureros europeos durante su estadía en la Colonia. Haggard estaba profundamente impresionado por la enorme riqueza mineral, en diamantes y en
oro, descubierta y explotada por empresarios blancos. Además, durante su
estadía en la Colonia del Cabo, las tropas zulús de Cetshwayo derrotaron a
un ejército británico en Isandhlwana en 1879. Esta derrota de un formidable ejército europeo ante un ejército negro pobremente armado causó
consternación por todo el mundo occidental. Los pueblos no blancos e
“incivilizados” de territorios marginales mostraron que aún eran capaces
de retar la supremacía imperialista blanca.
King Solomon’s Mines está narrado en primera persona por su
protagonista, Allan Quatermain. Aparece redactado en la forma de memorias. Quatermain se convertirá en el héroe de otras novelas de Haggard
publicadas posteriormente. Este personaje es un cazador de elefantes. Ha
sobrevivido por muchos más años que otros europeos cazadores de elefantes quienes tienden a morir jóvenes. Quatermain se gana la vida con la
venta de colmillos de elefantes. La novela se desarrolla en una época
cuando el marfil se vendía a un elevado precio en los mercados europeos y
asiáticos. Poca preocupación existía en cuanto al futuro de la especie del
elefante africano. Incluso, durante la segunda mitad del siglo XIX hubo
campañas misioneras protestantes que, ante la escasez de recursos financieros, recurrieron a pedir a sus predicadores blancos que cazaran elefantes para así sostener sus empresas religiosas en el continente (Solá-García,
291-294). Sir Henry Curtis, un acaudalado aristócrata británico, contrata a
Quatermain para que busque a su hermano, George Curtis, quien desapareció al abandonar la república bóer de Transvaal, hoy en día parte de la
República de Sudáfrica. George, aparentemente, buscaba un misterioso
tesoro escondido en alguna región distante e inexplorada. El Capitán Good
de la Real Marina británica acompaña a Sir Henry.
93
George Curtis había escuchado una leyenda relacionada con las
minas del rey Salomón. En algún lugar al norte de la actual República de
Sudáfrica, unos súbditos del bíblico rey habían escondido un tesoro en
diamantes. En la vida real, como ya se mencionó, el hallazgo de las ruinas
del Gran Zimbabue inspiró unas leyendas entre europeos que no consideraban a los negros africanos capaces de construir tal sorprendente ciudad
en el corazón del África subecuatorial. El mismo Quatermain conoció a
José Silvestre, un aventurero portugués, que trató de llegar hasta las fabulosas minas y murió tratando de cruzar un desierto que yace a mitad de
camino entre las tierras entonces conocidas por los blancos y un misterioso territorio ubicado al norte del desierto. Un ancestro de Silvestre que
había vivido durante el siglo XVI ya había descubierto el tesoro, pero no
había logrado regresar con vida de tan remoto lugar. Sin embargo, Silvestre recuperó un mapa perteneciente a su antepasado. Antes de fallecer, el
propio Silvestre entregó a Quatermain el mapa de su ancestro. Este mapa
permitirá a Quatermain, Curtis y Good buscar al hermano desparecido de
Curtis así como buscar el tesoro perdido.
Quatermain, Curtis y Good emprenden una misión peligrosa y
contratan a un equipo de cinco ayudantes africanos. Algunas de las descripciones de los ayudantes abundan en comentarios racistas típicos de la
época. Khiva, un zulú, es descrito como un negro que posee “one failing
so common with his race, drink” (“un defecto muy común en su raza, el
beber”) (Haggard, 30). Es decir, el alcoholismo se concebía como un vicio
africano. Uno de los miembros del grupo africano causa una impresión
más favorable que los otros. Curiosamente, este personaje, llamado
Umbopa, posee un color de piel más claro que el de los otros miembros
del equipo. Además, entiende la lengua inglesa. Esta habilidad lo torna
más valioso e indispensable que el resto del equipo africano. En las palabras del narrador de la novela: “Umbopa was a cheerful savage” (“Umbopa era un alegre salvaje”) (Haggard, 33). Sin embargo, este peculiar
ayudante mostraba, al mismo tiempo, una misteriosa personalidad y accedió a unirse al equipo sin recibir paga alguna.
Mientras el grupo marcha hacia el norte, cazan elefantes para obtener marfil y carne. Uno de los miembros africanos del equipo muere aplastado por un furioso elefante mientras trata de salvar la vida del Capitán
Good. El hecho, de que ninguno de los aventureros blancos muera durante
la travesía, muestra cuán valiosas eran sus vidas desde la perspectiva de un
autor europeo. Las vidas de los negros, por el contrario, son desechables.
La brigada de Quatermain comienza una ardua marcha a través de un
94
desierto. Después de casi morir de sed durante la marcha, llegan a una
montaña que aparecía en el mapa y toman refugio en una cueva. Otro
miembro africano del equipo muere por el frío extremo prevalente en la
cueva. Los restantes miembros de la expedición encuentran en la cueva un
cadáver congelado del siglo XVI y que pertenece al ancestro de Silvestre.
Un esclavo del fallecido ancestro había sobrevivido la experiencia en la
cueva y había tomado el mapa con él.
Después que Quatermain, Curtis, Good y Umbopa abandonan la
cueva encuentran un camino descrito en el mapa como la “Carretera de
Salomón” y, eventualmente, se tropiezan con un regimiento de guerreros
africanos. Este aterrador grupo de guerreros hubiera matado al equipo de
Quatermain de no haber intervenido el cazador de elefantes con su notable
astucia. Quatermain logra que el regimiento de aislados e ignorantes
africanos crea que los blancos son hechiceros que proceden de una distante estrella. Quatermain los convence de que sus hechiceros son, además,
semidioses que han venido a la Tierra con una misión. Por otro lado, estos
guerreros africanos nunca han visto un arma de fuego. Quatermain dispara
contra un antílope y convence a sus observadores africanos de que sólo los
blancos poseen la capacidad de manejar esas armas que matan a animales
o a seres humanos a distancia. Además, el cazador blanco induce a los
guerreros a creer que tan sólo el poderoso sonido de las armas es capaz de
matar a otro ser viviente.
Estos guerreros africanos pertenecen a un grupo tribal llamado
kakuana. Su gobernante es un salvaje y brutal rey llamado Twala. Su descripción física destaca sus rasgos africanos: “[t]his man’s lips were as
thick as a Negro’s, his nose was flat” (“los labios de este hombre eran tan
gruesos como los de un negro, su nariz era chata”) (Haggard, 94). Sus
características contrastan con las de sus súbditos quienes poseían rasgos
que los acercaban a los caucásicos. Desde la perspectiva del narrador, la
crueldad y el salvajismo de Twala responden a unos rasgos africanos que
se reflejan en su apariencia fisonómica. Además, con la ayuda de una vieja
bruja llamada Gagool, Twala había asesinado a su hermano gemelo quien
era el legítimo gobernante del pueblo kakuana. Su hermano asesinado
tenía una esposa que logró huir de la tierra de los kakuanas y llevó consigo
a su propio hijo. Por lo tanto, su hijo, llamado Ignosi, era el justo heredero
del trono que Twala usurpaba.
Entre los kakuanas, el grupo de Quatermain recibe un trato digno
de la realeza. Se alojan en el recinto real de Twala. Una vez se alojan en el
recinto, el único sobreviviente africano de la expedición, Umbopa, revela
95
a sus superiores blancos una asombrosa verdad: él es Ignosi, el sobrino de
Twala. Umbopa es, por lo tanto, el legítimo heredero al trono. Ignosi y su
madre habían huido de la tierra de los kakuanas hasta eventualmente llegar
hasta la Colonia del Cabo (parte de la actual Sudáfrica). Su madre murió e
Ignosi asumió el falso nombre de Umbopa para ocultar su identidad real.
Juró entonces vengarse de Twala y reclamar su trono. Por lo tanto, Ignosi
se unió al grupo de Quatermain para llegar hasta la tierra de los kakuanas
en donde tendrá que luchar contra su tío para recuperar su reino. Mientras
tanto, Infadoos, quien es tío abuelo de Ignosi y es uno de los generales del
ejército de Twala, decide apoyar a Ignosi. Infadoos reúne a varios jefes
locales y a otros generales con el fin de comenzar una revuelta contra el
cruel rey usurpador.
La placentera visita de Quatermain y de sus socios blancos en el
recinto real se ve sacudida por el hecho de que la “cacería de brujas” anual
está a punto de comenzar. Quatermain, Curtis y Good están presentes en la
ceremonia en la cual Gagool, la vieja bruja, señala a varias personas, tanto
a hombres como a mujeres como a miembros de la realeza y como a
plebeyos. Aquéllos a quienes Gagool señala son asesinados brutalmente
ante las órdenes de Twala. Más de cien hombres y mujeres son cruelmente
ejecutados ante los ojos de los observadores europeos. Sin embargo, cuando una bella mujer negra llamada Foulata está a punto de ser ejecutada
como parte del ritual, la tolerancia de los observadores blancos llega a su
límite. El Capitán Good interviene y salva a la joven de la ejecución y usa
sus armas de fuego para enfrentar la ira de Twala y sus guardaespaldas.
Además, Good había predicho que ocurriría un eclipse lunar esa
misma noche. El eclipse ocurre en el momento cuando los aventureros
blancos enfrentaban una muerte segura. Hubieran sido superados por los
hombres de Twala. Sin embargo, cuando la predicción de Good se torna
en una realidad, los hombres de Twala huyen del recinto en un acto de cobardía. Por otro lado, Curtis mata al hijo favorito de Twala quien lo había
atacado con una lanza. Quatermain y su grupo escapan hacia un lugar en
donde Infadoos había reunido a muchos jefes y generales que estaban
dispuestos a rebelarse contra Twala y a luchar contra sus fuerzas despiadadas. El día siguiente ocurre una batalla espectacular. Varios miles de
hombres mueren, tanto del bando rebelde de Infadoos como del ejército de
Twala. Quatermain, quien es un experto tirador, y el Capitán Good asisten
a los rebeldes con sus armas de fuego. En un combate final, Sir Henry
Curtis mata a Twala con un hacha. Ignosi es reconocido como rey por los
96
kakuanas y agradece a sus asistentes blancos por su ayuda al derrotar a
Twala y sus fuerzas.
Poco después del triunfo, los tres británicos, la leal Foulata y la
bruja Gagool se encaminan hacia una cueva en donde presuntamente se
encuentra un tesoro perteneciente al rey Salomón. Gagool es la única persona que conoce la ruta que conduce hacia el tesoro a través de un intrincado laberinto. Ignosi le había perdonado la vida con la condición de que
condujera a los aventureros hasta el lugar. Uno de los ancestros de Gagool
había guiado al viejo Silvestre hasta el tesoro trescientos años antes. La
entrada a la cueva estaba rodeada por enormes esculturas cuyo estilo no
era africano sino mediterráneo. Los tres europeos creen que estas piezas de
arte fueron comisionadas por el propio Salomón puesto que consideran a
los africanos incapaces de realizar tales obras maestras.
Una vez llega a la cámara del tesoro en el interior de la cueva,
llena de diamantes y de otras maravillas, Gagool escapa y cierra la entrada
desde afuera al accionar una enorme roca que funciona como puerta. Los
tres hombres blancos quedan atrapados en la cámara mientras esperan por
una muerte segura. A pesar de su astucia, la propia Gagool muere al ser
golpeada por la gigantesca roca. Antes de tratar de huir, Gagool había
apuñalado a Foulata. La joven muere en los brazos del Capitán Good.
Foulata le expresa su amor al Capitán Good justo antes de morir. Ella le
dice a los europeos: “I know that he [Good] cannot cumber his life with
such as I am, for the sun may not mate with the darkness, nor the white
with the black” (“[s]é que él [Good] no podía sobrecargar su vida con
alguien como yo, puesto que el sol no se puede cruzar con la oscuridad ni
el blanco con el negro”) (Haggard, 190). Más tarde, Quatermain reflexiona
sobre la idea de una unión marital entre el Capitán Good y Foulata que
nunca sucedió. El cazador blanco apunta: “[b]ut no amount of beauty or
refinement could have made an entanglement between Good and herself
[Foulata] a desirable occurence” ([p]ero ninguna cantidad de belleza o
refinamiento hubiese hecho un enredo entre Good y ella (Foulata) un
suceso deseable”) (Haggard, 205).
Las barreras raciales observadas en Sudáfrica, Norteamérica y
otros lugares se observan, igualmente, en esta novela. Haggard pretende
ignorar que, a la altura del siglo XIX, más de trescientos años de cruce
“racial” habían transcurrido dondequiera que los esclavos africanos habían
sido explotados por amos europeos y sus descendientes blancos (véase
Painter, 327-342). Esta afirmación en King Solomon’s Mines aparece
como un presagio de las leyes racistas que surgirán en la Sudáfrica del
97
siglo XX. El “apartheid” prohibió los matrimonios interraciales. A las
uniones consensuales entre “razas” y a los transgresores se les aplicaban
severos castigos. El propósito de tales leyes anacrónicas, entre otros, era
conservar el poder, los privilegios y la integridad de la minoría blanca que
gobernó la nación durante casi todo el siglo XX (véase Johnson, 251-63).
Después de una horrorosa ordalía, los tres hombres blancos
encuentran una ruta alterna dentro de la cueva y logran salir antes de morir
de hambre en su interior. Cada uno de ellos llevaba los bolsillos llenos de
diamantes, suficientes para vivir como hombres ricos el resto de sus vidas.
Puesto que no pudieron reentrar a la cámara del tesoro, deciden reunirse
con Ignosi y despedirse de él. El nuevo rey de los kakuanas les advierte
que no permitirá que ningún otro intruso blanco entre a su reino. Les dice:
“I will have no praying-men to put a fear of death into men’s hearts, to stir
them up against the law of the King, and make a path for the white folk to
run on” (“No tendré a ningún hombre-rezador que ponga el miedo a la
muerte en los corazones de los hombres, que los agite en contra del rey y
que prepare el camino para que las gentes blancas lo sigan)” (Haggard,
209). Esta poderosa declaración de un gobernante africano ficticio denuncia la ruta seguida, frecuentemente, por el colonialismo a través de gran
parte del África subsahariana. Los misioneros actuaron como los predecesores de las otras fuerzas imperialistas. Convirtieron a muchos africanos
de diferentes grupos étnicos y sectores sociales. Así pavimentaron el
camino para la llegada de las tropas imperiales que impusieron un gobierno colonial sobre gentes que previamente habían experimentado una vida
políticamente independiente (véase Solá-García, 15-22). Por otro lado,
Ignosi amenaza combatir a cualquiera que se atreva arribar a sus tierras en
búsqueda de las “shining stones” (“piedras brillantes”) (Haggard, 209) que
abundan en ellas. Las declaraciones de Ignosi se pueden relacionar a los
muchos casos en los cuales las sociedades africanas se enfrentaron a las
fuerzas europeas e intentaron salvar su independencia de los intrusos
extranjeros. Es como si Haggard mismo alertara a individuos europeos o a
poderes imperiales en cuanto a la disposición de las sociedades africanas
de luchar contras las fuerzas del colonialismo.
A pesar de sus amenazas de resistir cualquier intervención futura,
Ignosi ayuda a Quatermain, Curtis y Good a salir seguros de su territorio.
Miles de kakuanas respetuosamente se despiden del trío blanco. Mientras
los blancos caminan a través del desierto encuentran un oasis que los había
eludido la primera vez. Para sorpresa de todos, el hermano de Curtis había
sobrevivido a su intento frustrado de hallar las minas del Rey Salomón y
98
había pasado dos años viviendo cerca del oasis. Tenía a un leal ayudante
africano que cazaba por él puesto que George Curtis tenía una pierna
gravemente lesionada. Ambos habían sobrevivido una ordalía “as a second
Robinson Crusoe and his man Friday” (“como un segundo Robinson
Crusoe y su hombre Viernes”) (Haggard, 217). La relación de poder colonial se convierte en una metáfora en los personajes de Robinson Crusoe, la
popular novela de Daniel Defoe (véase Defoe). Esta relación se refleja, de
la misma forma, en la relación entre George Curtis y su sirviente negro. Es
un tema recurrente en la literatura británica. Finalmente, el Capitán Good
y los hermanos Curtis regresan a Inglaterra a donde esperan que
Quatermain mude su residencia desde la Colonia del Cabo hasta un lugar
cercano al hogar de Sir Henry Curtis.
Para lograr entender la primera novela de Haggard es necesario
estudiar la resistencia zulú en la Colonia del Cabo y la Natal del siglo XIX
(actualmente, ambas parte de la República de Sudáfrica). Cetshwayo,
según se mencionó previamente, derrotó a un ejército británico que técnicamente superaba a las fuerzas africanas que se le enfrentaban. El hecho
de que en 1879 unos guerreros africanos hubieran aniquilado a un poderoso ejército británico causó un problema político mayor a un imperio que se
había expandido a través del mundo y que había avasallado a las fuerzas
militares de gentes consideradas inferiores por los europeos. No debe resultar extraño el que Cetshwayo se haya tenido que enfrentar a segundo un
ejército británico, mucho más formidable que el anterior, durante el mismo
año. Sus fuerzas africanas sufrieron una derrota en la batalla de Ulundi
(Omer-Cooper, 114-16). Este evento indica cuán perturbadora y desmoralizante resultó la batalla de Isandhlwana en las mentes de los británicos. El
mito de invencibilidad militar británica se desvaneció temporeramente
(Johnson, 185). El público británico exigía una retribución.
Por lo tanto, Haggard urde una novela en la cual el ficticio grupo
de los kakuanas estaba estrechamente relacionado con los zulús. Sus
idiomas son mutuamente inteligibles y, por lo tanto, fue posible el que
Quatermain, quien dominaba la lengua zulú, se comunicara con los
kakuanas. La descripción de la violenta batalla librada entre las fuerzas de
Ignosi y Twala se vincula a la ferocidad y a la crueldad que los británicos
atribuían a los guerreros zulús. Por otra parte, Twala se asemeja a Shaka,
otro personaje histórico zulú quien, además, era el tío o tío abuelo de
Cetshwayo. Durante la década de 1820 Shaka creó un imperio en una
parte del continente en donde nunca había ocurrido un proceso de consolidación política similar. Los recién arribados colonizadores británicos de la
99
Colonia del Cabo consideraban a Shaka una amenaza para la permanencia
de los blancos en África (Johnson, 116-24; Omer-Cooper, 54-68).
Por lo tanto, se puede leer esta exitosa novela en tres distintos
niveles. Por un lado, el “descubrimiento” de las ruinas del Gran Zimbabue
planteaba un problema intelectual en las mentes de los europeos del siglo
XIX. El hecho de que las impresionantes murallas y el palacio se encontraran en el corazón del África meridional requería explicarse a través de
un relato que los europeos de la época pudiesen aceptar. Consideraban a
los africanos negros incapaces de construir maravillas arquitectónicas tan
impresionantes. Por lo tanto, las ruinas debían ser la creación de gentes del
Cercano Oriente que trabajaron para el Rey Salomón. Esta explicación es
ahistórica y, desde una perspectiva contemporánea, es incluso absurda. Sin
embargo, satisfacía a un público europeo que consideraba a los africanos
una “raza” inferior incapaz de tales logros arquitectónicos. Por otro lado,
la novela trata sobre los temores experimentados por las fuerzas coloniales
a través del proceso de expandir el Imperio Británico. El efecto de la
derrota sufrida por las fuerzas británicas en Isandhlwana no se puede subestimar. De acuerdo a los historiadores, esta derrota contribuyó a que el
Partido Conservador del Primer Ministro Benjamín Disraeli perdiera las
elecciones británicas de 1879. En consecuencia, la derrota pavimentó el
camino para la victoria electoral de William Gladstone y de los liberales
antiimperialistas (Wheatcroft, 80-81). El discurso británico imperialista,
por lo tanto, se cuestionó severamente por un tiempo.
Finalmente, las riquezas minerales que yacen en la profundidad del
suelo sudafricano emergen como un tercer tema mayor en King Solomon’s
Mines. Se descubrieron diamantes en Hopetown en 1867 (Wheatcroft, 2228). La historia de Sudáfrica cambió dramáticamente. La riqueza mineral
de la colonia británica atrajo a miles de inmigrantes blancos de Europa
(Johnson, 160-61).La Colonia del Cabo (luego, parte de la extensa Unión
de Sudáfrica) dejó de ser una colonia de menor importancia y se convirtió
en una de las mayores fuentes de riqueza del imperio británico. Por otro
lado, los africanos negros se convirtieron en obreros de las minas, pero no
en propietarios de las minas. El magnate Cecil Rhodes y sus asociados,
eventualmente, dominaron la industria minera de los diamantes
(Wheatcroft, 41-56). Las condiciones de vida y de trabajo de los trabajadores africanos se tornaron miserables.
Además, en 1886, poco después de la publicación de la novela de
Haggard, se descubrió oro en la zona del Witwatersrand que era parte de la
República del Transvaal, una nación fundada por descendientes de
100
inmigrantes holandeses del siglo XVII. Por lo tanto, Sudáfrica aparentaba
ser una fuente de infinita riqueza. Mientras Rhodes y sus socios comenzaban a explotar, también, las minas de oro del Witwatersrand, planificaban
buscar nuevas fuentes de riqueza al norte de la república holandés parlante
del Transvaal (desde 1902, anexada a la Sudáfrica británica). Enfocaron
sus ambiciosos ojos en la región en donde aparecieron las ruinas del Gran
Zimbabue. Durante esa época se concebía que el Rey Salomón hubiera
extraído enormes riquezas de ese territorio. Después de todo, había prevalecido la explicación ahistórica de la presencia de tales impresionantes
ruinas.
Referencias
Carroll, Scott T. (1988). “Solomonic Legend: The Muslims and the Great
Zimbabwe.” The International Journal of African Historical Studies 21, 2,
233-47.
Davidson, Basil (1984). The Story of Africa. Londres: Mitchell Beazley
International, Ltd.
Defoe, Daniel (2012, publicado originalmente en 1719). Robinson Crusoe.
Hollywood, Fla.: Simon & Brown, Publishers.
Haggard, H. Rider (2012, publicado originalmente en 1885). King Solomon’s Mines. Nueva York: Craighall.
Johnson, R.W. (2005) Historia de Sudáfrica: el primer hombre, la última
nación. Trad. por Jordi Beltrán. Barcelona: Grupo Editorial Random House Mondadori.
Omer-Cooper, John D. (1988). History of Southern Africa. Londres: James
Currey, Ltd.
Painter, Nell Irvin (2010).The History of White People. Nueva York:
W.W. Norton & Company.
Solá-García, César J. (2009). Slave Emancipation and Colonialism: The
British Militaryand Missionary Campaigns and African Societies in
101
Northern Malawi, 1875-1900. Colonia (Köln), Alemania: Lambert Academic Publishing.
Wheatcroft, Geoffrey (1986). The Randlords: The Exploits and Exploitations of South Africa’s Mining Magnates. Nueva York: Atheneum.
102
Voltaire’s Views Towards Religion and Their Application
Within His Historiography in History of the Russian Empire under
Peter the Great (1763)
Héctor M. Torres Camacho
The ancient historian Lucian commented that the process to write
history was as easy as putting thoughts into words. Although the pioneer
could have been right about the act itself, the subject of what to write
about deserves further consideration. In fact, the selection of events to
include and what an author wishes to accomplish through the effort are
frequently subjects from which no easy estimations can be made. Col.
Byung-Chuen, Roh, a prolific Korean historian, stated that in human
history there is nothing new under the sun. Certainly it could be said that
our human condition may limit the number of actionable options found
within a particular historical juncture; however, our accumulative
experience frequently accounts upon the method to be employed during
the study of a given subject and how the researcher highlights its
placement within the larger body of knowledge.
With this in mind, I have selected the book History of the Russian
Empire under Peter the Great, one of the best Enlightenment Period
historical products, as a gateway to examine what role the author ascribed
to the concept of religion within the referenced historic events to
ultimately uncover the author’s perspective towards the place of religion
within the study of history itself. Its author, Francois Marie de Arouet
(1694-1778), better known as “Voltaire”, is considered by many to be
representative of the period’s highest academic achievements.
To successfully determine what role Voltaire ceded to religion
within a national formation process, I have attempted to isolate significant
events within his narrative, in which a religious catalyst was identified
within the action vortex, noted the outcome, and recorded the author’s
aftermath analysis. It is within Voltaire’s selection of religious events
within a significant historical period that I could obtain the information
sought for the purposes of this paper and also identify some of his
methods and techniques to conduct historical research. This exercise was
preceded by a brief but concise historical background that served to place
the text in context, serving also as an introduction to the historical figure
studied. A reference to style and stated purpose was also made to identify
103
possible congruencies or incongruence within the author’s goals and the
information finally selected.
Voltaire, one of the most significant and prominent figures in
Western philosophy, history, and literature, lived within the European
Enlightenment Period. The Enlightenment, with an epicenter principally
placed within France, Germany, and England, naturally followed
Rationalism and preceded the Age of Revolution. As such, this era served
as part of an ideological, political, social, and scientific buffer zone
between the European Middle Ages (470-1492) and Modernity (1917Present). Within this setting, age old feudal institutions such as the divine
right to rule, the church as principal guiding force towards human
progress, social castes determined by birth, fixed economic production
roles, and strict commercial regulating structures began to be openly
questioned.
The considerable stagnation displayed by the feudal system
became increasingly apparent when struck against the dynamic events that
took place from the late 15th to the 17th centuries. The monolithic
cosmology imposed by Judeo-Christianity was shaken by important
geographic and scientific discoveries. The gradual ideological losses
suffered by many ecclesiastical institutions gained momentum during the
Enlightenment, placing in equally uneasy footing its derivative structures,
including the monarchies, mercantilism, limited expression, selective
literacy, and information control. All these were in many cases openly
challenged through an age best typified by reason and a sense of inquiry.
The study of science was considered important to understand the universal
natural order, and the study of history was seen as an indispensable
instrument of progress (Breisach, 2007) through its capacity to uncover
the causes of past human catastrophes in order to avoid future occurrences.
Synchronic with the times, Voltaire engaged multiple fields of
human endeavor, challenging any determination regarding his truly
predominant interests. Surely a philosopher and historian, the prolific
author was also a scientist, a poet, a play writer, and a novelist, penning
countless works during his exiting lifetime.
A product of the most rigid Jesuit education, the young Voltaire
was later forced to study law, although he expressed a marked preference
towards literature (Reyes, 1982). Influenced by Newton’s physics and
naturalism, he later applied the same principles to historiography, amply
seen in works such as History of Charles XII (1731), The Century of Louis
XIV (1751), The Century of Louis XV (1752), Annals of the Empire (1754),
104
and the work outlined within these pages. A controversial courtier making
himself equally at home in a number of royal courts as well as the rough
and bohemian countryside, his sharp pen without a doubt contributed to
the toppling of age old institutions. Because of this and despite his
influences, Voltaire became a repeating inmate, even serving sentence in
the dreaded Bastille, where the atrocious French penal practices in no way
deterred his impulsive yet progressive nature.
Voltaire’s stated purpose within the first pages of his History of the
Russian Empire under Peter the Great was to produce a voluminous yet
concise study, free from dogmatic interpretations, of the figure and
contributions of the monarch referenced in its title. To sustain that
purpose, the author had to take refuge in a considerable amount of
information that originated far beyond the mere political circles,
developing a very intimate portrait of the rich socio-cultural context from
where the figure of Peter was exalted. In this way, Voltaire reached a high
level of sophistication within the practice of cultural history.
Within his work, the author integrated little-known and innovative
topics with the better known politically and military oriented trends, then
characteristic of most biographies surrounding high figures of state.
However, as a French courtier, Voltaire didn’t write for the masses nor
sought to exalt the lowly. Nevertheless, the social and cultural richness of
his products in some ways could place him as a precursor of the modern
French Annales School of historiography research.
According to the edition at hand, Voltaire organized his work in 31
chapters that, although including scattered events that surely belong to
Russia’s earlier history, principally covered events from 1613 to 1725,
particularly from the beginnings of the Romanov Dynasty to the dusk of
Peter the Great’s reign. Following his well-known naturalistic approach,
these chapters aimed to be all-inclusive, integrating data regarding
physical appearances, culture, economy, language, architecture, clothing,
and mobility routes among many other topics in an effort to convey the
considerable human diversity to be found in Russia’s vast territorial
holdings. Even though one chapter specifically addressed religion, the
topic consistently reappeared through much of his narrative.
Through this work, the readers will invariably note that Voltaire
considered religious institutions within any state as a threat to its integrity,
stability, and survival. The author generally diverged over a two-fold
characterization of their roles: 1) that of a passive national burden with a
latent potential for violence and 2) that of a virulent destructive force. He
105
thus argued in favor of Peter’s restrictive religious management policies as
examples of good statesmanship.
One of Voltaire’s first mentions of religious organizations in
Russia was in regards to the burden that it represented to its national
economy. The author called upon attention the considerable number of
clerics, who by virtue of their position, were exempted from economic
production responsibilities. To him, one of the most scandalous
consequences of the above was the existence of a comparable number of
laymen made to serve the clergy’s economic needs. Considering the
servants and the served economically lost to the state in terms of revenue,
he attributed the cause to age old traditions difficult to eradicate. Voltaire
considered Peter’s reforms in the matter as well as his clergy reduction
policies as appropriate measures in the pursuit of the best interests of the
state.
Expanding on the subject, Voltaire went through great lengths into
describing the details of Peter’s Russian Orthodox Church reforms. Based
in the idea that religious institutions should be considered as potential state
security threats even when temporary submitted, he applauded Peter’s
measures to maintain their control. The author made echo of Peter’s
policy of a respected yet submissive church and elaborated on how the
monarch acted to control its leadership by taking unto himself most of its
traditional privileges and legislative capacity, leaving it to only dogma
management.
Beginning with restrictions over customs against the natural order,
such as celibacy, work exclusion, and high social prestige, the author
focused on how Peter’s reforms were in fact a rightful effort to reinstate
common sense. Making a point over how much the clergy had competed
against the state, often leaving a crippled and vulnerable nation, the author
insisted in the necessity of ecclesiastical responsibility through which the
church and its institutions eventually integrated within the state’s
economic and social apparatus, contributing to the national growth while
improving its political stability.
Voltaire’s belief in the re-acquisition of power by the state, clearly
a statement in favor of complete separation between the two entities, will
later find echo in the dramatic power shifts that took place both in Europe
as well as in the Americas in the later part of the 18th as well as the entire
19th century. It is important to remember that during his life he coincided
with still strong ecclesiastical institutions; his personal courage, despite
106
numerous deportations and incarcerations, attracted many intellectuals that
eventually placed his views into action during the decades that followed.
To Voltaire, the ultimate result of a state’s negligence towards
unregulated religious practice was its eventual corruption into a violent
force. He frequently highlighted the participation of religious groups in a
number of coup d'état attempts, where the clergy took part as plotters or
agitators in activities that precipitated into lasting social damage.
To Voltaire, the power wielded by the clergy fed upon popular
ignorance. The author reasoned that since the dawn of civilization, the
clergy was able to access, secure, and control knowledge then vital to the
collective survival. That knowledge, including calendaric lore, seasonal
interpretations, and literacy, became the gateway towards prestigious
positions that ultimately provided the means to facilitate schemes for
complete domination. Within these historic analytic engagements the
reader may find a Voltaire venturing into an early form of social
anthropology.
Voltaire took a stern position over the methods that could be used
by the state to reclaim control from said religious elements. Despite
making a clear statement over the value of human life, he favored Peter’s
violent measures against those who participated in crimes against the state
from a religious platform. Torture, grotesque executions, mutilated body
displays, and forced exile to Siberia were seen by him as necessary
corrections to maintain the fragile security of the incipient state. It is
noticeable that he did not consider the possibility of rehabilitation as
worthy of attention in these matters, a thorn that prickled his argument
regarding the value of human life.
It must be mentioned that in many of the critical events that
Voltaire chose to integrate, religious institutions also saved the integrity of
the Russian state. In more than one occasion, the Russian nobility took
refuge in fortified Russian Orthodox monasteries against murderous
hordes under the direction of opposing sect leaders. Not surprisingly, the
author downplayed the significance of these details in severe and easy to
note dilutions, comfortably and conveniently concealing potentially
contradictive facts that could weaken his stern position against all
religious institutions.
Voltaire saw in religious violence the engine that unchained the
barest of human passions. Entrenching himself on the idea that organized
religious groups were indeed a risk to the stability of any state, the author
completely neglected the inclusion of alternate perspectives that probed
107
the significance of catastrophic events regarding the history of the Russian
Empire. This posture inevitably leaded to one sided arguments that could
be seen as ideologically based. This consistent need challenged the
author’s objectiveness thorough much of his narrative. Voltaire’s
overreliance on St. Petersburg records, likely to reflect the Romanov’s
view of the events studied, can also corrode any objectivity claim. It
remains unclear how much information he could have obtained from other
than state sources, as he frequently omitted direct references within his
narrative.
Through this review, an inquisitive reader could easily detect that
Voltaire had unstated purposes when writing History of the Russian
Empire under Peter the Great. Steering far beyond the mere avoidance of
dogmatic interpretations of historic events within his narrative, the author
made clear statements against the Russian religious organizations as well
as religion itself. This perspective could be used to assess the degree of
social and political erosion in which Christianity itself was left during the
Enlightenment Period.
Voltaire took issue against dogma, which he clearly saw as a result
of an uneven and unscientific grasp of the natural order. He perceived this
failure as a consequence of popular ignorance, whereas the masses
delegated control to those that seemed to understand issues through means
other than science and observation. Thus, ignorance, a most dangerous
condition, was ultimately identified as the genesis of most types of social
disorder and a threat to the survival of the state. It is important to note
again that despite Voltaire’s outcries against popular ignorance, he doesn’t
clearly advocated rehabilitation or education as possible solutions and did
not integrate contrasting perspectives within his narrative.
Voltaire consistently repeated that once entrenched, the religious
context will compete against the state to appropriate economic resources,
servitude, and decision-making power. He ultimately insisted that once
reaching a position of considerable power, the religious institutions will
invariably take advantage of every opportunity to topple the state to
institute its own rule based on superstition and entrenched in ignorance.
As an Enlightenment figure, Voltaire saw as his responsibility to
propose ideas so that past tragedies spat by a fanatic thought would not
take place again, advocating the state’s right to violently crush every
religiously based revolt with tenacity and outright cruelty. Despite
recognizing value in life and morality, Voltaire justified his position on
behalf of the survival of the state, considered to him to be the utmost
108
collective priority. Although we can’t expect the author’s acquaintance
with 21st century human rights policies, we can clearly note that the author
in this case sponsored the same level of authoritarianism that he
condemned at the hand of religious organizations; therefore, at least based
in the contents of this book, he should not be seen as a precursor of
universal human rights.
It is significant to note that the concept of nobility as equal to the
state was repeatedly supported within the book. Notwithstanding this, he
did not base his support on the divine right to rule commonly ratified by
religious orthodoxy, but in the more coherent and historically unifying
effect that the Russian state reached through the endurance of one of its
most critical periods in their national history. In this case, Voltaire stayed
true to his stated purpose by discarding dogma and proposing in its place
the symbiosis between the state and its ruler as intrinsic to national
survival. This open statement in favor of state over church, reason over
dogma, and survival over chaos accurately advocated the finer points
embosomed by many figures of the Enlightenment itself.
Sources
Breisach, Ernst. Historiography: Ancient, Medieval & Modern; Chicago,
Illinois; The University of Chicago Press; 2007; 503 pages.
De Arouet, Francois Marie (Voltaire). History of the Russian Empire
under Peter the Great (1763); (Translated and edited by William F.
Fleming in 1906); Akron, Ohio; the Werner Company; 1923; 526 pages in
two volumes.
Reyes, Alfonso (Editor). Enciclopedia Ilustrada Cumbre (Volume 14);
United States of America; Editorial Cumbre, S. A.; 1982; 339 pages.
109
El poder de las palabras: “El lenguaje del chisme televisivo
presentado como medio de control social en Puerto Rico”
Brenda Corchado Robles
El poder de las palabras depende de nuestro reconocimiento de la
autoridad de quien las pronuncia. En este caso la autoridad pudo residir,
durante más de una década, principalmente, en una muñeca como lo fue la
llamada “Comay”, con su programa “Súper exclusivo” o actualmente en
personas de “carne y hueso”, como ocurre en los programas “Lo sé todo”
(Canal 4) y “Dando Candela” (Canal 2). Sin embargo, cabe preguntarse,
¿cómo dichos personajes utilizan o utilizaron las palabras para ejercer su
autoridad? y ¿de dónde proviene el reconocimiento de su control social?
Estas y otras interrogantes se pretenden estudiar a través del trabajo con un enfoque etnolingüístico que presento a continuación. Esta
investigación toma como base los planteamientos establecidos por James
P. Spradley en su libro The Etnographic Interview en el cual nos indica
que una de las técnicas informales de control social es el chisme y cito:
Although formal means of control, such a police force or
incarceration, occur, these are not the major techniques employed.
In every society and every social situation, people have learned informal techniques that effectively control what others do. Gossip
and informal social rewards are two means which function as mechanisms of control.
Spradley establece que este mecanismo no funciona de la misma
forma en todas las sociedades y que en las mismas se deben dar ciertos
requisitos para que, en este caso, el chisme sea efectivo. Primero, compartimos un juicio moral sobre el acto que acarrea el chisme, es decir que
como sociedad debemos estar de acuerdo que tal acción es buena o mala;
en segundo lugar, y me parece sumamente interesante, nos consideramos
una sociedad interdependiente debido a que en la medida que necesitemos
unos de otros, somos más vulnerables a que nos controlen socialmente.
Dicha interdependencia no se circunscribe solamente a nuestras relaciones
diarias con nuestros vecinos o amigos, sino también con nuestras instituciones gubernamentales, sociales o religiosas.
Si tomamos estos argumentos como válidos tendríamos que
preguntarnos el porqué dependemos de estos programas televisivos como
110
el de “La Comay” y, actualmente, “Lo sé todo” o “Dando candela” para
elaborar nuestros juicios morales. Según la opinión de entendidos en la
materia, y en este caso en particular, nos referimos a lo dicho por la
columnista del periódico El Nuevo Día Mayra Montero, el factor de credibilidad tiene mucho que ver con este “poder” en el caso particular de lo
que era el programa “Súper Exclusivo”; pero que aplica a todos los de
“nueva creación”. En torno a “La Comay” indicaba:
…habría que plantearse si el fenómeno del chisme televisivo no
responde, en buena parte, a la escasez de un periodismo verdaderamente crítico y demoledor. Y ser demoledor con lo malo no es
nada malo.
De estas palabras se desprende que no solo el factor credibilidad
tiene que ver en la forma en que percibimos lo dicho en los “programas de
chismes”, sino también el hecho de que la prensa tradicional ha perdido
terreno en cuanto a la profundidad con que presenta las noticias en los
medios. En entrevista en Televicentro, este último planteamiento lo
reafirma un comentario de un estudiante de comunicaciones quien señala
sobre estos asuntos lo siguiente:
En los medios todo se hace por dinero y no se investiga a fondo…como los programas de chismes no están atados a ningún
periódico, ni a ninguna agencia de noticias, se ven como imparciales; estos cubren lo que los reporteros no se atreven a cubrir.
El poder de dichos programas radica en la comunicación verbal.
Esto ha llegado a tal extremo en Puerto Rico que en el pasado cualquier
aspirante a puesto electivo no podría “darse el lujo” de no acudir a las
invitaciones que les hacen los “chismólogos” ya que podría perder las
elecciones. Aquí me refiero a una columna del analista de noticias Luis
Dávila Colón titulada “El poder de la Comay” quien se basó en un estudio
publicado luego del sufragio del 2 de noviembre de 2004, en donde los
electores afirmaron que resintieron que en aquel entonces el candidato a
gobernador por el PNP, el Dr. Pedro Rosselló, no fuese al programa Super
Exclusivo el día antes de las elecciones.
El desaparecido programa y sus secuelas no solo utilizan la técnica
informal del chisme sino que tienen una extra dosis de todas las manifestaciones que ancestralmente las comunidades han utilizado como
111
reguladores de conducta como lo son el ridículo, la degradación social, la
crítica, las amenazas sublimes, la burla y la mofa, entre otras.
Todo esto se hace bajo el manto “protector” del humor, menciono
manto “protector” porque el humor baja nuestras defensas y hace más fácil
de transmitir un mensaje que en ocasiones no tiene nada de loable o agradable. Por ahí se oye el dicho: “En bromas se dicen las verdades”, sin embargo, algo de falsedad debe haber en un chisme porque la verdad no
ofende.
La forma elocutiva utilizada preferida por dichos programas es la
de las preguntas y respuestas. El clásico de dos líneas que provee todo el
andamiaje para la presentación del chisme.
Sintácticamente, las oraciones generadas en este acto de habla se
caracterizan por la omisión del sustantivo como núcleo del sujeto. Utiliza
además oraciones seudohendidas en donde el foco humano queda en la
mayoría de las ocasiones sin aparecer. Por ejemplo: “sabes que la que
dejaron fue a…”
Otra variedad consiste en la colocación al principio de la oración
de adjetivos como: “conocido o famoso” y luego se menciona su
profesión. Estas oraciones alteran la posición de postmodificador que
generalmente ocupa el modificador del sujeto. Entiendo que el efecto del
cambio es crear suspenso y mantener la atención en lo que se dice del
tema. Efecto necesario para el tipo de acto de habla que caracteriza dichos
programas.
En cuanto a la morfología de las palabras, los participantes de este
evento comunicativo utilizan la forma de una palabra para querer indicar
otra; por ejemplo, en uno de los segmentos de uno de estos programas se
estaba hablando de una persona en la radio que según se contaba era un
mentiroso patológico, sin embargo, en el momento que se mencionó la
palabra patológico se hizo una pausa y se enfatizó en pato-lógico como
para indicar que también se estaba hablando sobre su preferencia sexual.
También utilizan formas de adivinanzas para dar a entender partes de su
nombre o el apellido de la persona aludida.
En el plano semántico, los programas de chismes enfatizan en la
ironía, recurso indiscutible para el humor. Es un poco difícil encontrar una
definición clara de este recurso que no se confunda con el sarcasmo, pero
tomaré como base lo indicado por Walter Nash en su libro The Language
of Humour en el cual indica que la ironía establece hipócritamente algo
que no quiere decir, mientras que el sarcasmo lo establece con una
sinceridad que llega a herir.
112
La ironía en “Lo sé todo”, “Dando candela” y en el desparecido
“Súper Exclusivo” se observa en sus ambigüedades lingüísticas; por
ejemplo, en uno de los programas se hablaba sobre una modelo que tenía
un carro lujoso, pero que no trabajaba hacía tiempo y uno de los chismosos dice: “…es que esas muchachas que son modelos, ganan poco o no
ganan nada, pero siempre están en carros caros…ellas usan una “matemática creativa” y con este último planteamiento viene el comentario acompañado de las risas y las frases emblemáticas que los distinguen.
Las amenazas indirectas o las advertencias impregnan el mensaje
comunicativo de los chismes televisivos. Se repiten frases como: “Oye
m’ija…ten mucho cuidado, estabas en tal sitio y con tal persona”; “reportera, te he dicho que me llames antes de que explote todo lo que sé; “actor,
no me hagas hablar, yo sé muchas cosas de ti que no te conviene que nadie
más las sepa…”.
Viendo este acto de habla desde el punto de vista fonológico, los
emisores del chisme resaltan de alguna o de otra forma las características
atribuidas al español puertorriqueño aceptadas convencionalmente. En el
caso particular de “La Comay”, esta le prestaba mayor atención a la rotación o rotacismo de la /r/ cuando se suponía que fuera /l/ se notaba en
palabras como /arcarde/ por /alcalde/ o en /urtima/ hora por /última/ hora.
Siguiendo la etnografía lingüística, podríamos clasificar los diferentes actos de habla, es decir, los chismes de acuerdo con las siguientes
categorías: chismes sobre asuntos de índole amoroso (figuras públicas que
tienen relaciones a escondidas ya sean de naturaleza heterosexual u homosexual); chismes sobre asuntos de política (involucra asuntos como
discusiones sobre aspectos de la política actual); chismes sobre dinero
(involucra asuntos sobre deudas sin pagar de figuras públicas en general,
incluye pensión alimentaria); chismes sobre asuntos matrimoniales
(incluye matrimonios, adulterio, divorcios o separaciones); y, por último,
chismes sobre asuntos profesionales (incluye despidos, contrataciones,
aumentos de salario).
Antes de terminar con este breve análisis cabe preguntarse el
porqué nos gusta tanto el chisme ya que dichos programas siempre ocupan
los primeros lugares de audiencia en nuestra televisión. Nash indica que
quizás el conocer las desgracias de los demás nos alivian un poco las
nuestras. El éxito del cual derivan su poder, en parte se debe, a que las
personas visualizan el chisme como un ente igualador que les permite
reflejar sus problemas en los demás para así no sentirse en desventaja ante
los privilegios que disfrutan las figuras públicas. Este aspecto es el que en
113
cierta forma permite que “el chismoso” goce de cierta simpatía en el
público y que su programa sea una especie de censor social.
Es interesante también destacar la falta de interés que lingüísticamente ha generado un acto de habla como el chisme en los círculos
académicos. El Diccionario de la real academia española o DRAE (2009)
lo define como: noticia verdadera o falsa, o comentario con que generalmente se pretende indisponer a una persona con otras. Tomando esto en
consideración, el chisme no es menos acto de habla que un discurso
cualquiera y es particularmente interesante por trasgresor de lo correcto y
violador de muchas máximas.
En este acto comunicativo imperan unas normas de interacción,
todo es tensión y sólo el chisme se escucha en esos momentos; está
bastante delimitado el espacio que tiene cada uno dentro del programa y
cuando el chismoso no quiere dar los pormenores de una información, no
se le enfrenta en ningún momento para que así lo haga. En estos programas refuerzan el momento del chisme (comentarios, música, efectos de
sonido). Éste y sus variantes propician cualquier tipo de tema y sirven
efectivamente para entretener y a la misma forma influir sobre la manera
de pensar o de percibir los mensajes por parte de sus televidentes (control
social).
Lo dicho en el programa se debe interpretar basándose en el conocimiento común de los chismes que se producen dentro del mismo. La
observación del programa es muy importante porque si no se observa
dia-riamente se podría perder la secuencia de algún chisme que tenga
continuación y no sabrías de qué o de quién está hablando en determinado
momento. Además de observarlo, el entendimiento del programa requiere
un conocimiento actualizado en cuanto todo lo relacionado con la
televisión, radio, prensa escrita y la política en Puerto Rico.
114
Bibliografía
Nash, Walter.
1985. The Language of Humour, London, United Kingdom: Longman.
Spradley, James P.
1979. The Ethnographic Interview, Belmont, CA: Thomson Learning.
Spradley, James P.
1972. The Cultural Experience: Ethnography in complex society,
Tennessee, USA: Kingsport.
Web site: www.televicentropr.com
115
De la espiritualidad en Pedro Albizu Campos*
Luis G. Collazo Torres
Es el Puerto Rico marcado por la miseria, la explotación y el
colonialismo el que sirve de contexto a la consolidación de la espiritualidad de Pedro Albizu Campos. Los procesos que anulaban la legitimidad
de la dignidad humana de un pueblo contribuyeron a una contestación
política caracterizada por una pasión esencial que afirmaba la dignidad
humana como aspecto fundamental. El mismo Albizu afirmaba ya en 1924
en torno a esta realidad de miseria que:
Por supuesto, a la corporación nada le interesa el bienestar del trabajador, ni el progreso
del país y mucho menos el establecimiento
de un gobierno exclusivamente responsable
al pueblo de Puerto Rico. Dentro del coloniaje son autónomos: imponen su voluntad a
los funcionarios del imperio americano en
Puerto Rico ya sea nativos o continentales
porque dominan a sus jefes militares que residen en Washington. 1
De esta manera, Albizu describe la carencia de medios del puertorriqueño para una vida digna. La providencia del país dominante no había
logrado erradicar los males que asediaban la vida de los puertorriqueños
más desventajados ni de otros sectores sociales. La fuerza económica
invasora carecía de la voluntad para construir una sociedad en condiciones
para garantizar condiciones mínimas de bienestar humano. Refiriéndose al
contexto más amplio de la situación de Puerto Rico para ese entonces,
Albizu señalaba con gran acierto las condiciones estructurales y corporativas que acentuaban la pobreza del país. En este sentido indicaba:
*
Nota: Al ser este número de Prisma de dos años, la Junta permitió exceder el máximo
de páginas que es de quince.
1
Laura Albizu –Campos Meneses y Fr. Mario A. Rodríguez León, O.P. Albizu Campos:
Escritos. (San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas, 2007), 12.
116
La maquinaria gubernamental siempre está a
su disposición para beneficiarlas y siempre
está sometida a su voluntad cuando alguien
en el poder quiere obligarlas a contribuir al
mejoramiento del país. Se han negado y se
niegan a pagar las contribuciones y por esa
actitud se halla el tesoro público en quiebra
actualmente y la Legislatura se ha visto obligada a aprobar en esta sesión extraordinaria
un empréstito de dos millones de dólares para cubrir el déficit del presupuesto de este
año fiscal. 2
Se denuncia la subordinación incondicional del gobierno como una
manera en que las corporaciones estadounidenses propician el continuo
empobrecimiento y abonan a perpetuar la dependencia a sus intereses
económicos. Indica además que tal realidad de subordinación económica
contribuye a colocar la economía del país a merced de intereses económicos carentes de responsabilidad social. El Puerto Rico al que Pedro Albizu
Campos se enfrentó era un país que mostraba crudamente la enajenación
total que implicaba el colonialismo como instrumento del capitalismo
estadounidense. Constituía de ese modo un entorno que destituía al puertorriqueño de su potencial natural y sus posibilidades nacionales. Su análisis
de la realidad del país nos ayuda a precisar el contexto particular al cual se
dirigía su acción política y en el que se configuraba su espiritualidad. Uno
de los aspectos que caracterizaban aquel momento de la década de los
treinta lo describía así:
La banca norteamericana ha dirigido al industrial y al comerciante de su país para privarnos de todos los beneficios posibles derivados de nuestro comercio con Estados Unidos de Norte América. Ni un dólar de esa
enorme riqueza que representa el balance
comercial nacional ha entrado a Puerto Rico.
2
Ibíd., 12.
117
La heredad nacional en manos nacionales
está hipotecada a las finanzas norteamericanas.3
En su análisis de la economía de Puerto Rico a la altura de 1934
destacó cómo la empresa y la banca de los Estados Unidos desplazaron el
capital nativo y se privilegiaron al utilizar a Puerto Rico como botín de
ganancias financieras. Tal situación indicaba la prepotencia de una nación
invasora en perjuicio de una nación bajo su hegemonía. Significaba esta
una situación de explotación caracterizada por el continuo empobrecimiento del país creando así condiciones inhumanas de vida. Más adelante
reflexionaré en torno al impacto que este contexto tuvo en la espiritualidad
de Pedro Albizu Campos.
La realidad histórica de la década del 1930 significó un momento
trascendental en la formación de la espiritualidad de Pedro Albizu Campos. Acontecimientos como las huelgas de la caña, La masacre de Ponce,
La masacre de Río Piedras, las huelgas universitarias y el encarcelamiento
del liderato nacionalista impactaron la respuesta política de Albizu Campos a la situación histórica vigente en ese momento. Tales hechos definitivamente representaron un desafío a la prédica de Albizu a favor de los
derechos, la dignidad, la libertad y la justicia. La represión, que estos
acontecimientos implicaba, representaba una amenaza al hecho mismo
de la nación como realidad espiritual y moral. Es desde esta perspectiva
que considero que estos acontecimientos históricos, entre otros, contribuyeron a la formación de la espiritualidad de Pedro Albizu Campos. Tal
coyuntura histórica requería contar con una espiritualidad liberadora para
lograr trascender el impacto de un proceso represivo tan avasallador.
El catolicismo
Considero que una de las fuentes de la espiritualidad de Pedro
Albizu Campos lo constituye su adopción del catolicismo como religión
personal. Es reconocido que Albizu Campos optó por afirmar el catolicismo como su práctica religiosa personal. Esta opción está documentada
3
Laura Albizu –Campos Meneses y Fr. Mario A. Rodríguez León, O.P. Albizu Campos:
Escritos. (San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas, 2007), 31.
118
a lo largo de la literatura que se ha publicado sobre Pedro Albizu Campos.
En los escritos de Federico Ribes se señala:
En Harvard conoció a dos sacerdotes católicos cuya amistad y pensamientos influyeron grandemente sus ideas. El
padre Ryan le entusiasmaba hablándole sobre la heroica lucha del nacionalismo irlandés. Y un sabio catalán, el padre
Luis Rodes, muchos años fue director del observatorio del
Ebro; además, le mostró cómo combinar la ciencia con la
fe y su misticismo con el sentido práctico. 4
La cita nos permite ver que Albizu inicia su mirada al catolicismo
como un modelo que no necesariamente alienaba la lucha política ni la
búsqueda de una explicación racional de la realidad. Ribes Tovar, al igual
Juan A. Corretjer, ve en la opción al catolicismo por parte de Albizu la
afirmación de la identidad nacional como también una fuerza de resistencia ante la penetración de la cultura imperial. Tal posición, debemos
subrayar, no fue asumida con fanatismo religioso ni ingenuidad analítica.
Sus posiciones críticas sobre el liderato católico estadounidense así lo
atestiguan.
Desde ya podemos percibir que la espiritualidad en Albizu no
significará una enajenación dogmática sino en una fuerza comprometida
con la libertad y la dignidad patriótica. Su encuentro con el catolicismo
inclusivo contribuyó a forjar en Albizu una espiritualidad creativa. La
experiencia de Pedro Albizu Campos en el catolicismo también es indicada por Juan Mari Brás. En su prólogo a la obra de Isabel Gutiérrez de
Arroyo sobre Pedro Albizu Campos, afirma:
A través de discursos, de otras fuentes históricas y de su propia experiencia y testimonio
personal, examina el mundo interior, el itinerario y la hondura espiritual del patriota nacionalista cuyas creencias y convicciones parecen confirmar la presencia de elementos
propios de un laico anudado a la historia de
4
Federico Ribes Tovar. El revolucionario. (New York: Plus Ultra Educacional, 1971),
22-23.
119
religiosos católicos del país y a la antigua
tradición místico-testamentaria del cristianismo católico.5
Mari Brás ubica a Pedro Albizu Campos en la línea de un catolicismo conectado con el misticismo por un lado y del otro con la acción de
un laico comprometido con una fe que da significado a su existencia en un
entorno histórico particular. Podemos afirmar que la espiritualidad de
Albizu fue marcada por una experiencia religiosa dentro de su vivencia
católica. La escritora Isabel Gutiérrez de Arroyo nos ayuda a ver esa fe
religiosa que va perfilando una espiritualidad particular al afirmar:
Su sensibilidad moral, acrisolada en su fe religiosa, no puede contemplar insensiblemente la conculcación de un derecho que reduce
a su pueblo a la degradante condición de parias, de esclavos en su propia patria. Porque
Albizu religioso, con más exactitud, Albizu
católico, sustenta, que el hombre es –y cito“la suprema dignidad”, “superior a todo lo
creado”, “imagen de Dios todopoderoso. 6
Esta manera de sentir la fe no se distancia de los desafíos concretos
que el colonialismo plantea a la visión que Albizu defiende de lo que es un
ser humano y una nación. A partir de esta vivencia de la fe se va configurando una acción política que se alimenta sustancialmente de valores
espirituales. La idea de la opción por el catolicismo en vínculo con el
nacionalismo en el caso de Albizu lo encontramos también en el análisis
que Anthony M. Stevens-Arroyo hace de este hecho. El autor encuentra
que el catolicismo formó parte de la configuración del apostolado
albizuista. En este sentido afirma:
As suggested above, Albizu Campos was
scarcely alone among Puerto Ricans in
5
Isabel Gutiérrez de Arroyo. Pedro Albizu Campos o la agonía moral. (San Juan: Causa
Común Puertorriqueña, 2000), xxi.
6
Ibid., 9.
120
adopting a nationalist perspective on Catholicism. Still, Puerto Rican and Cuban thinkers seem closer to Iberian thought and culture than continental Latin Americans, perhaps because of an extra century of Spanish
rule. Whatever the reasons, I interpret Vasconcelos‟s remarks as evidence that he found
a fresh originality in Albizu‟s rendition of
nationalist Catholic philosophy.7
Es importante notar que el autor nos propone que el discurso y la
praxis política de Pedro Albizu Campos se dan en el contexto de un “catolicismo nacionalista”. La afirmación de la nacionalidad corresponde a una
visión madura del catolicismo. Stevens Arroyo también señala, al igual
que otras fuentes biográficas, que para 1916 Pedro Albizu Campos retorna
a la fe católica luego de haber militado en la práctica masónica y utilizaba
ya lo que se ha denominado el “discurso del nacionalismo católico”. De
ahí podemos afirmar que la espiritualidad en Albizu recibió la influencia
de un catolicismo aliado a la causa de afirmación nacional.
Samuel Silva Gotay, teólogo y sociólogo puertorriqueño, también
coincide con este planteamiento que nos lleva a ver que la espiritualidad
en Albizu fue influida por esta idea del catolicismo nacionalista y por la
relación de Pedro Albizu Campos con el sacerdote John Ryan y Luis
Rodes. Nos indica Silva Gotay:
Albizu había sido formado en una de
las mejores escuelas legales del mundo liberal– por lo que, además de aprender la ortodoxia católica-hispánica, no podía renegar de
las reivindicaciones liberales- pero además
había sido impactado en su conversión por
importantes pensadores católicos: el teólogo
y especialista en teología moral de la Universidad Católica de América, el padre John
7
Anthony M. Stevens-Arroyo. “The Catholic Worldview in the Political Philosophy of
Pedro Albizu Campos: The Death Knell of Puerto Rican Insularity,”U.S. Catholic Historian 20, no.4 (fall 2002), 61.
121
Ryan, dirigente radical del reformismo social
en la Iglesia y por el científico jesuita catalán
Luis Rodes.8
Esta apreciación de Silva Gotay confirma la idea de que el catolicismo que impactó la espiritualidad de Pedro Albizu Campos estuvo
abierto al compromiso social y al quehacer científico. Es decir una experiencia del sentido de Dios con significación histórica comprometida con
la libertad. La espiritualidad albizuista fue así consecuencia de una formación donde lo religioso-místico se integraba plenamente al proceso
libertario y a la defensa plena de la dignidad humana.
Balmes en Pedro Albizu Campos
Se ha considerado que la lectura del pensamiento del filósofo
español Jaime Balmes influenció en el perfil vital de Pedro Albizu
Campos. Algunos estudiosos como Anthony M. Stevens consideran que
las ideas de Jaime Balmes influyeron en la formación espiritual de Pedro
Albizu al propiciar la idea de un catolicismo capaz de afirmar el nacionalismo desde una óptica conciliadora con el mundo moderno. En esta perspectiva el investigador plantea esta adopción del catolicismo como una
manera avanzada de ver la experiencia religiosa como parte de su proyecto libertario. En Stevens Arroyo se encuentra la siguiente afirmación:
In a 1976 study, I verified that the readings that
converted the Young Albizu to Catholicism
were from the Works of Jaime Balmes. It
should be noted that Albizu‟s conversion to Catholicism was more of an intellectual matter
that a religious experience. In Kavoli‟ss terms,
Albizu‟s embrace of Catholicism was a form of
“religious revitalization rather than religious
revival. 9
8
Samuel Silva Gotay.Catolicismo y política en Puerto Rico. (Rio Piedras: La Editorial de
la Universidad de Puerto Rico, 2005), 444.
9
Anthony M. Stevens-Arroyo. “Jaime Balmes Redux: Catholicism as Civilization in the
Political Philosophy of Pedro Albizu Campos,” 1996.
122
El catolicismo como experiencia religiosa debe verse en Pedro
Albizu Campos como un momento-espacio donde sus convicciones políticas son nutridas por la fuerza espiritual de una religiosidad revitalizante.
Su discurso recibió el insumo de Balmes para consolidar lo que se ha
llamado el catolicismo nacionalista. Pero este vínculo no neutraliza la
verticalidad de Albizu ante la estructura eclesiástica-religiosa. Sus
posiciones frente a la presencia católica estadounidense atestiguan una
espiritualidad comprometida con la unidad nacional. La influencia de
Balmes en la formación espiritual de Pedro Albizu Campos vía el catolicismo es presentada por Stevens Arroyo de la siguiente manera:
In a sense, Balmes was a mirror in which
Albizu found the profiles of political philosophy, but his attention was to the outlines of
that philosophy.
The principal use of
Balmes‟s thought by Albizu Campos was for
its function as a political philosophy binding
together ultraconservative Catholicism with
a progressive social advancement for the nation.10
Para Stevens Arroyo, Balmes le sirvió a Pedro Albizu Campos
como paradigma filosófico para vincular inteligentemente la fe católica no
reaccionaria, aunque sí conservadora, con un nacionalismo militante al
estilo del padre John Ryan y con un catolicismo de avanzada al estilo de
Luis Rodes. Este modelo de Balmes era el camino que debía seguir la
nación para avanzar en la historia. Su peregrinaje por el mundo católico lo
lleva a fortalecer su nacionalismo, con un fuerte contenido de espiritualidad política que le permite afirmar este catolicismo junto con la prédica
del nacionalismo. En este paradigma adoptado por Pedro Albizu Campos
está el camino óptimo para que la nación puertorriqueña logre una liberación. Considero muy acertado la siguiente afirmación de Stevens-Arroyo
al respecto:
Though not a theologiam, Albizu Campos‟s
charismatic leadership linked religion to politics by casting both as liberating expressions
10
Ibid., 134.
123
of Puerto Rico‟s inherited Catholic ethos.
Albizu „s system was designed to inject moral purpose and humanistic social focus into
economic development. His was not a conservative and reactionary Catholicism. Rather, like Balmes, he sought material
progress under the moderation of a spiritual
renewal.11
Esta vitalidad espiritual de Pedro Albizu Campos también puede
fundarse en las ideas de Balmes sobre la actividad humana y lo trascendente. Son muy iluminadoras las afirmaciones de Balmes en este sentido.
En sus Obras Completas decía:
Conciencia tranquila, designio premeditado,
voluntad firme; he aquí las condiciones para
llevar a cabo las empresas. Esto exige sacrificios, es verdad; esto demanda que el hombre se venza a sí mismo, es cierto; esto supone mucho trabajo interior, no cabe duda; pero en lo intelectual, como en lo moral, como
en lo físico, en lo temporal como en lo eterno, está ordenado que no alcanza la corona
quien no arrostra la lucha.12
Balmes postula aquí la “lucha” como elemento fundamental para la
“voluntad”. Es imposible lograr un proyecto noble sin una fuerza que
implique “sacrificios” y “trabajo interior”, temas importantes que encontramos en Pedro Albizu Campos. En este sentido no hay lucha sin una
espiritualidad que la dinamice. En Balmes también encontramos lo que
podría llamarse una “espiritualidad madura”. En su visión no se da un
dualismo sino la integración creativa de “sentimiento “e “idea”, digamos
fe y razón, espiritualidad y militancia social. Es en este sentido que
elabora esta perspectiva cuando dice:
11
Ibíd., 146.
12
Jaime Balmes. Filosofía elemental: Obras completas. (Madrid: Editorial Católica,
1963), 669.
124
Cuando la idea no tiene en su apoyo el sentimiento,
la voluntad es floja; cuando el sentimiento no tiene
en su apoyo la idea, la voluntad vacila, es inconstante. La idea es la luz que señala el camino; es más,
es el punto luminoso que fascina, que atrae, que
arrastra; el sentimiento es el impulso, es la fuerza
que mueve, que lanza. 13
Ese “sentimiento” es una “fuerza que mueve” la voluntad para asumir con
“pasión” los retos de la historia y la existencia. De esta manera, Balmes
está indicando que las ideas pueden contar con la total legitimidad, pero
serían ineficaces si carecen de un “sentimiento” que las incorpore en una
praxis liberadora. De esta manera la espiritualidad constituye en la perspectiva de Balmes el elemento esencial para adelantar los fundamentos
que un cuerpo de ideas propone. Es entonces fundamental para implantar
un proyecto histórico una voluntad que se nutra en la espiritualidad.
Otra de las dimensiones de las influencias de Balmes en Pedro
Albizu Campos la encontramos en la consecuente afirmación de Albizu en
defensa de la cultura hispánica y su herencia correspondiente. La espiritualidad en Albizu implica la afirmación de la cultura nacional como
aspecto vital de la formación de un pueblo. Destaca esta idea el hecho de
lo trascendental que es para un pueblo afirmar su identidad cultural e
histórica. Desde otra perspectiva, las ideas de Balmes en torno al
catolicismo versus el protestantismo, según Stevens Arroyo, implican un
catolicismo que se constituye en fuerza y que afirma la cultura nacional en
oposición a un protestantismo antagónico a tal idea. Señala:
Balmes emphasized that Catholic civilization
respected local cultures. Protestantism, he
said, sought to level national differences and
abolish local traditions in favor of a unified,
centralized nation-state. The beauty of Catholicism was found in the flowering of local customs, cultures, and languages without weakening universal beliefs. As A Catalan native
13
Ibid. 671.
125
son, Balmes had opposed the centralization
policies of the liberal Expartero regime.14
La afirmación de Stevens-Arroyo plantea el vínculo directo, según
Balmes, entre cultura, nación y catolicismo. En el filósofo español el
catolicismo representa un aliado de la cultura nacional a distinción del
protestantismo donde la cultura nacional-local no constituye un asunto
vital. Podemos ver que Pedro Albizu Campos, sin asumir una oposición al
protestantismo de manera absoluta, si afirmaba el vínculo de catolicismo y
nación como aspecto fundamental de un proyecto político.
El encuentro con el pobre
Considero que otros de los aspectos que impactaron la formación
de la espiritualidad de Pedro Albizu Campos fue su encuentro con la realidad del pobre y su miseria, particularmente en la década del 30 en Puerto
Rico. El encuentro con el pobre se da desde su propia experiencia vital.
Su entorno familiar y personal se caracterizó por la pobreza y condiciones
limitantes en el ámbito de su ubicación social. María Rosado señala:
Pedro Campos, así se llamaba entonces porque su padre, Alejandro Albizu todavía no lo
había reconocido, nacido en el Barrio Tenerías de Ponce en un ambiente de pobreza absoluta, huérfano desde temprana edad, criado
por una tía, inicia sus estudios de escuela
elemental a los doce años en la escuelita privada de Doña Rosa Percy, a donde lo manda
su tía Rosa con la ayuda de su amiga Susana
Villot.15
La realidad que le acompaña desde su infancia constituye parte
significante de su formación humana de gran sensibilidad y profundo
14
Anthony M. Stevens-Arroyo. “The Catholic Worldview in the Political Philosophy of
Pedro Albizu Campos: The death Knell of Puerto Rican Insularity,” U.S. Catholic Historian 20, no.4 (fall 2002), 63.
15
María Rosado. Pedro Albizu Campos: Las llamas de la aurora. (San Juan: Ediciones
Puerto, 2008), 17.
126
sentido de solidaridad. El haber vivido en un contexto de la pobreza,
desde sus primeros años, impactó su visión de mundo y su actitud ante la
injusticia social y económica. El encuentro con el pobre fue en Pedro
Albizu Campos una constante que lo acompañó toda la vida. Su conciencia en torno a ello se percibe a través de sus afirmaciones políticas y su
praxis patriótica. Al enfrentar la década del 1930, en el contexto de la
realidad de Puerto Rico, Pedro Albizu Campos denuncia las graves condiciones de miseria y explotación económica que se experimentan en el país.
En su análisis agudo denuncia tales condiciones como un hecho que
constituye una agresión contra el pueblo. Refiriéndose a la explotación
imperial en Puerto Rico decía:
Con semejantes parásitos en Puerto Rico no
es extraño ver la miseria horrorosa en todas
partes. Podemos afirmar sin exageración de
ninguna clase que el ochenta por ciento de
las familias de Puerto Rico tienen solo una
comida al día y mala por cierto. Esta es la
causa de la inanición de nuestra población,
cultivo magnífico para la malaria, anemia y
la tuberculosis, enfermedades que vienen
destrozando al pueblo de Puerto Rico. Todas
las medidas de higiene resultan ineficaces
porque el cuerpo se está muriendo de hambre.16
La afirmación refleja su estado de indignación ante una pobreza
colectiva ignominiosa. La situación económica marcada por la miseria
generada por un sistema de opresión económica impacta así el perfil moral
16
Laura Albizu –Campos Meneses y Fr. Mario A. Rodríguez León, O.P. Albizu Campos:
Escritos. (San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas, 2007), 12. Para una comprensión más
abarcadora de las situación económica y social de la década del 30‟ puede consultarse La
historia de Puerto Rico de Blanca Silvestrini, el capitulo 14. Puede además consultarse
Cinco siglos de historia de Francisco Scarano Fiol, el Capitulo 22. La tesis de maestría
La política agraria de la Autoridad de Tierras en Puerto Rico, 1941-1955, paginas 1-16
del Dr. Rene Cuevas, también arroja luz sobre las condiciones de pobreza en la década
del 1930. La misma se encuentra en Colección Puertorriqueña, Biblioteca José Lázaro,
UPR, Río Piedras, 1990.
127
y espiritual de Pedro Albizu Campos y su gesta liberadora. Desde su percepción del sufrimiento de los sectores pobres y oprimidos se constituye la
fuerza espiritual que dinamiza su gestión política. Su experiencia con la
situación del pobre no sólo es vista desde la dimensión de los individuos
sino que identifica todo un sistema generador de pobreza mediante la explotación y la usura. El desplazamiento del terrateniente por parte de las
grandes empresas agrícolas estadounidenses es visto como un proceso que
aliena al pueblo y rezaga el progreso de la nación.
Sus escritos reflejan lo que siente ante la situación del pobre en la
totalidad de lo que es la marginación y la depredación económica por parte
del gran imperio. El sufrimiento no es solo personal sino nacional. La
explotación golpea la totalidad de la nación y la disminuye a un sentimiento de impotencia y subordinación. En esta perspectiva indica:
Puerto Rico ha sido reducido a un feudo de las
corporaciones. Y como es un país esencialmente agrícola los perjuicios ocasionados tienen un
carácter sumamente grave: en menos de veinticinco años han desaparecido más de sesenta mil
terratenientes y se ha concentrado el dominio de
las tierras en los dos “trust” del azúcar y del tabaco. Desgraciadamente la producción de estos
productos puede hacerse en grande escala bajo
una administración impersonal como es la corporativa. Se ha destruido la variedad de producción agrícola y el país está sometido a producir tabaco y azúcar y a exponerse a las miserias que traen consigo las fluctuaciones del mercado.17
Las corporaciones extranjeras afectan la dignidad personal y
nacional al desplazar de su espacio productivo al agricultor y al obrero. Es
una política agrícola-económica que ignora la identidad nacional y la
alternativa de una vida en dignidad y solidaridad. Los “trust” no reconocen ni validan la integridad nacional ni la dignidad de la persona. Esta
realidad nos permite afirmar que la experiencia de Pedro Albizu Campos
17
Ibíd., 11-12.
128
con la pobreza se da a lo largo de su existencia siendo la década del treinta
un momento histórico determinante en este encuentro. La confrontación de
Albizu con la realidad deshumanizante de un sistema económico, que
genera la pobreza de un pueblo, es parte vital de la formación de su espiritualidad. Podemos considerar que la fragmentación vital que sufre el pobre
y el obrero es parte esencial del perfil afectivo y solidario de Pedro Albizu
Campos. Su opción por una nación libre para todos no ignora la realidad
sufriente del oprimido. En su escrito sobre Albizu, la escritora Isabel
Gutiérrez de Arroyo destaca esa perspectiva sobre dignidad en contraposición al efecto destructivo de una condición de opresión al mencionar la
idea de Albizu:
Gobiernos que ponen a los pueblos al nivel
de la mendicidad son gobiernos corruptores
de la conciencia pública”. Observen la persistencia de la razón moral, de su preocupación por la preservación y respeto a la dignidad humana.18
De esta manera, la espiritualidad de Albizu se manifiesta a partir de una
denuncia de unas condiciones históricas que hacen del pobre un sujeto
alienado. Su espiritualidad se consolidó a partir de una gesta a favor del
derecho y la dignidad. De aquí que su espiritualidad será una comprometida con el pobre y la reivindicación de su dignidad.
En la teología latinoamericana de la liberación, también encontramos esta vertiente donde la espiritualidad se da en el contexto de
encuentro con el pobre. Esta se manifiesta en una praxis empeñada en la
construcción de una nueva realidad histórica que abra espacios de dignidad al pobre. Por tanto, es desde el pobre que se experimenta esa vivencia
de la espiritualidad liberadora. En esta dirección Leonardo Bofe nos dice:
Pero lo que sustenta la práctica y la teoría
(teología) liberadoras es una experiencia espiritual de encuentro con el Señor en los pobres. Por detrás de toda práctica innovadora
en la Iglesia, en la raíz de toda teología ver1818
Isabel Gutiérrez de Arroyo. Pedro Albizu Campos o la agonía moral. (San Juan:
Causa Común Puertorriqueña, 2000), 29.
129
dadera y nueva se esconde latente una experiencia religiosa típica. Esta constituye la
palabra-fuente; todo lo demás resulta de esta
experiencia totalizadora, es esfuerzo de traducción en los marcos de una realidad históricamente determinada.19
A partir de las ideas de Leonardo Bofe podemos afirmar una espiritualidad que nace y se consolida a partir de un “encuentro” con el “Señor
de los pobres”. No es una espiritualidad alienante sino vinculante con los
sectores oprimidos y explotados. En la teología latinoamericana de la
liberación la espiritualidad es una parte fundamental del proyecto emancipador. Esta surge a partir de enfrentar fuerzas históricas que atentan contra la esperanza y la dignidad. Debemos también reconocer la idea de la
“santidad política” según la plantea Bofe. La tradición ha tendido a ubicar
la “santidad” en el ámbito de lo estrictamente personal como una manera
de piedad religiosa que ejerce dominio sobre las fuerzas instintivas. Bofe,
junto a otros teólogos, nos propone considerar la santidad en el contexto
de lo político. Podemos ver la “santidad política” como una manifestación
de la espiritualidad que surge del encuentro con el pobre. La acción
política cobra así una dimensión de santidad en la medida que resulta de
una opción por la liberación del pobre. Bofe señala:
Casi no se conocen santos políticos y santos militantes. En el proceso de liberación se ha creado la situación para otro tipo de santidad: más
allá de luchar contra sus propias pasiones (lo
cual constituye una tarea permanente), se lucha
contra los mecanismos de explotación, y de destrucción de la comunidad. Ahí emergen virtudes
difíciles pero reales: solidaridad con los de su
clase, participación en las decisiones comunitarias, lealtad para con las soluciones definidas,
superación de todo odio contra las personas que
son agentes de mecanismos de empobrecimien19
Leonardo Boff. “De la espiritualidad de la liberación a la práctica de la liberación” en:
Espiritualidad y liberación en América latina, Eduardo Bonnin, editor (San José: DEI,
1982), 49.
130
to, capacidad de ver más allá de los inmediatismos, y trabajar para una sociedad futura que todavía no se ve ni se va a gozar.20
Considero que la espiritualidad de Pedro Albizu Campos guarda
una relación muy estrecha con esta perspectiva esbozada por la teología
latinoamericana de la liberación. Su acción política se realiza a partir de
asumir la causa de las clases oprimidas dentro del marco de una gesta de
unidad nacional. Por tal razón, podemos afirmar que la espiritualidad de
Pedro Albizu Campos puede ser ubicada dentro del marco de una “santidad política”. El teólogo Pablo Richard, describiendo la praxis histórica de
la teología latinoamericana de la liberación, señala que la práctica política
fue acompañada por una experiencia espiritual muy particular. Tal espiritualidad significó abordar la comprensión del sentido de Dios desde un
contexto singular como es la realidad del pobre y su condición de miseria.
El pobre se convirtió así en la realidad que obligaba a redescubrir la
espiritualidad como una fuerza vital que fortalecía la conciencia y la acción política. En este sentido afirma:
En la radicalización política de los cristianos
se generó así simultáneamente un fuerte movimiento espiritual. Vivimos un redescubrimiento de Dios, desde la perspectiva del pobre, iluminados por lo que la Biblia nos decía de Dios en el Éxodo, en los Profetas, en
los Salmos y en Jesucristo.21
Esta manera de abordar lo político se vinculaba naturalmente con la experiencia de Dios como elemento de una espiritualidad a la que podemos
llamar “liberadora”. Podemos encontrar en Pedro Albizu Campos esta
praxis política radical que converge fundamentalmente con su manera de
entender la experiencia de lo sagrado. Ese “descubrimiento del rostro del
pobre” es una vivencia fundamental que marca el carácter de la acción
política de Pedro Albizu Campos. Su pasión por transformar la realidad
20
Ibíd., 57
21
Pablo Richard. “Espiritualidad para tiempos de revolución”en: Espiritualidad y liberación en América Latina, Eduardo Bonnin, editor (San José: DEI, 1982), 97-98.
131
histórica puertorriqueña en una de equidad política y económica así lo
atestigua.
En Pedro Albizu Campos, la conversión al pobre es similar a la
que se dio en la vida de Fray Bartolomé de las Casas del indígena. De
forma similar, esa conversión determina el perfil de la espiritualidad que
ofrecerá un fundamento vital a su gesta política. Su entrega incondicional
a un proyecto político de la envergadura del que asumió requería que el
mismo se forjara a partir de una espiritualidad liberadora. En un escrito de
Saúl Trinidad encontramos esa dimensión que ya mencionamos en torno a
Fray Bartolomé de las Casas. La entrega de Fray Bartolomé a la causa del
indígena es similar a la entrega vital de Pedro Albizu Campos a la causa
del pobre y del nacionalismo. No se trata de una opción política resultante
exclusivamente de un análisis coyuntural sino de un vínculo afectivo con
el sujeto oprimido. Esa “metan oía” hacia el pobre en Pedro Albizu Campos generó una experiencia espiritual que guió su acción política radical.
En su ensayo, Saúl Trinidad nos refiere a la experiencia de Fray
Bartolomé al señalar:
Bartolomé de las Casas era un colonoencomendero hasta que una plática de Montesinos lo cambió radicalmente. Dio libertad
a sus esclavos. “Desde entonces no vivirá
más que para los indios.22
La cita atestigua la transformación de Fray Bartolomé de las Casas
que lo lleva a asumir lo que hoy podríamos llamar una opción preferencial
por el pobre. De igual modo, podemos afirmar que Pedro Albizu Campos
asume un proyecto político desde una espiritualidad generada por esa
misma opción por el pobre como parte de una política de liberación nacional anticolonial. Su compromiso representó la entrega total a una causa
comprometida con la justicia y la libertad.
La idea del pobre como generador de una nueva espiritualidad la
encontramos como un hilo teológico conductor a lo largo de la reflexión
en la teología latinoamericana de la liberación. El pobre genera en el
22
Saúl Trinidad. “El Cristo de la predicación evangélica” en: América Latina en Jesús: Ni
vencido ni monarca celestial, editor José Miguez Bonino. (San José: Tierra Nueva, S.R.
L., 1977), 95.
132
espíritu sensible sentido de compromiso solidario y pasión profética. El
hecho de una miseria vivida y analizada en la experiencia vital de Pedro
Albizu Campos implica una condición real e histórica que constituye parte
de una formación espiritual y una conciencia política. Por eso su política
se centra fundamentalmente en la solidaridad liberadora. También encontramos en la reflexión de Severino Croata sobre política y cristología un
acierto importante refiriéndose al pobre en el contexto del texto bíblico:
Las sabias prescripciones antiguas que los
protegían relativamente y otros pasajes en
que se habla del “pobre”, el huérfano y la
viuda”, añadiéndose frecuentemente la mención del extranjero) no debieron ser la preocupación primordial en tiempos de Jesús,
ya que El se presenta como el salvador de los
pobres y en eso está el “signo” de ser el enviado de Dios. La escena de Mateo 11-6 es
muy sugerente (“a los pobres les llega la
Buena Noticia, y feliz aquel que no se escandalizare en mí”), ¡Qué frecuente es en
nuestra sociedad, y a veces en nuestras iglesias, el escándalo o la extrañeza, o las complicaciones, contra quien se ocupa concretamente del pobre! Jesús comienza su actuación preocupándose de los pobres. Ese es su
“signo” de credibilidad.23
Lo que Croata destaca sobre las consecuencias de esa opción no
resulta extraña en la vida de Pedro Albizu Campos. Aún reconociendo su
compromiso con la liberación nacional como elemento central del nacionalismo, su discurso a favor de una equidad económica que creara condiciones dignas para el pobre trabajador era parte fundamental de su gesta.
Tal posición política implicó la generación de una acción represiva que
solo una vitalidad espiritual podía enfrentar. Bien señala Croata al decir
23
J. Severino Croatto. “La dimensión política del Cristo liberador” en: Jesús: Ni vencido
ni monarca celestial, editor José Miguez Bonino. (San José: Tierra Nueva, S.R. L.,
1977), 163.
133
que la credibilidad de Jesús se sustentaba por su acción a favor de la
liberación del pobre. Lo necesario aquí es destacar que el pobre, como
generador de espiritualidad, no se reduce al sujeto que provoca un análisis
del fenómeno de la pobreza sino el encontrarnos con la totalidad de “ser
pobre”. Se trata de ver, además de las causas estructurales de la misma,
la realidad existencial del pobre. Es un proceso de “redescubrir”. La experiencia es, como apunta Raúl Vidales, de encuentro y, aún más, de redescubrimiento del “otro” en uno mismo. En este sentido, la espiritualidad de
Pedro Albizu Campos nace y se nutre del encuentro con el “otro” pobre en
su propia existencia y en la vida del prójimo. Es así que afirma Vidales:
El descubrimiento del mundo del Otro, del
pobre, trajo necesariamente una nueva intelección y comprensión de lo político, una
nueva forma de entender y comprometerse
con la pobreza, lo que significó en definitiva,
una nueva vivencia del Espíritu. Es dentro
de esta nueva experiencia cristiana donde radica la gestación de una elaboración cristológica posterior. “Sólo mediante gestos
muy concretos de amor y solidaridad será
efectivo nuestro encuentro con Cristo (“a mí
me lo diste”). Nuestra negativa de amor y
solidaridad será un rechazo de Cristo.24
Así pues, el “redescubrir al pobre” implica una “nueva vivencia del
espíritu”. Es decir, una espiritualidad gestada y nutrida por la que Gustavo
Gutiérrez llamó “la fuerza histórica de los pobres”. El pobre y su condición de oprimido apela a una experiencia de acompañamiento liberador y
compromiso político.
Las condiciones históricas a las que Pedro Albizu Campos se enfrentó estaban marcadas por una condición de pobreza extrema, especialmente en la década de los treinta. La explotación del obrero, incluyendo a
la mujer, era una realidad repugnante. Tal condición se prolongó de
manera radical aun después de la década de los 30. Así lo atestigua su esposa, en su escrito Albizu Campos y la Independencia de Puerto Rico.
24
Raúl Vidales. “¿Cómo hablar de Cristo Hoy?” en: Jesús: Ni vencido ni monarca celestial, editor José Miguez Bonino. (San José: Tierra Nueva, S.R. L., 1977), 208.
134
Señala en referencia a las condiciones de trabajo, en particular en lo referente a la mujer, que:
La mujer es víctima de la mayor explotación.
La mayor explotación de la mujer se realiza
en la industria de la aguja, en el trabajo a
domicilio de esta industria, y en el despalillado de tabaco, cuando se hace también a
domicilio. Con la mujer se ve obligado a
trabajar en esas labores, por ejemplo, confección de guantes, el esposo y los hijos, es
decir, cuatro o cinco personas trabajan ocho
a diez horas diarias para lograr, en conjunto,
un ingreso de cinco o seis dólares.25
Estas condiciones objetivas de la realidad material en que vivía el
puertorriqueño a lo largo de las primeras décadas del Siglo 20 requerían
una militancia política que trascendiera los límites de la mezquindad y el
éxito personal. Pedro Albizu Campos respondió desde el quehacer
político a un reto que requería de una dimensión consolidada de la espiritualidad. Son esas condiciones históricas, junto a otras razones, las que
fueron forjando la espiritualidad que constituyó un elemento esencial de su
lucha por la libertad y la justicia. El líder nacionalista Juan Antonio
Corretjer también nos informa de ese contexto socioeconómico que forjó
el perfil espiritual y político de Albizu Campos. En su obra Pedro Albizu
Campos: líder de la desesperación, nos describe la situación histórica de
los treinta. En esa obra dice Juan A. Corretjer:
Pensar en el efecto que la crisis, al desatarse
en Estados Unidos mismos, habría de ocasionar en Puerto Rico, con su economía en
manos yanquis, sin industrias, y con una
agricultura latifundista y mono cultora poseída por grandes „trust‟ norteamericanos:
sin ningún poder político con el que montar
25
Laura de Albizu Campos. Albizu campos y la independencia de Puerto Rico. (New
york; 1961), 63-64.
135
su más mínima defensa, es un formidable
ejercicio para la imaginación del lector fuera
de Puerto Rico. Para nosotros fue una terrible experiencia.26
Más adelante, continúa Corretjer describiendo esta realidad en el
contexto de los salarios. Señala al respecto que:
Nadie lo niega. Los salarios eran escandalosamente bajos; las condiciones de vida de los trabajadores a nivel bajísimo. Lo que a Puerto Rico quedaba como beneficio económico era
prácticamente sólo lo que devengaban los trabajadores en salario. Esa es otra cuestión; y la salida a darse al problema otra, distinta a la que se
le ha dado. Era una solución revolucionaria a la
que esa relación salarial convertida en relación
social dirigía.27
Ambas afirmaciones permiten señalar que esas condiciones de una
supra-estructura, que explotaba inescrupulosamente al obrero pobre,
remitían a Pedro Albizu Campos a su propia experiencia existencial y
fortalecía una espiritualidad donde la actividad política no era ajena a la
misma. Convertía su gesta política en un reclamo por la afirmación plena
de la dignidad humana y la justicia social.
El mismo Albizu constantemente denunciaba la situación económica del país como una precaria y subordinada a los grandes intereses
económicos de Estados Unidos de Norte América. Tal situación representaba el agotamiento de una economía, que por consiguiente, implicaba el
empobrecimiento de los sectores que carecían de acceso a los bienes
económicos mínimo. Este contexto histórico constituía el escenario donde
se daba la praxis política de Pedro Albizu Campos. La situación era
descrita como una estructura de injusticia económica tanto a nivel macro
como en el ámbito más personal. En una declaración de Pedro Albizu
26
Juan A. Corretjer. Pedro Albizu Campos, Líder de la desesperación. 16.
27
Ibíd., 25
136
Campos, publicada en el periódico “El mundo” del 30 de mayo de 1934,
sentenciaba:
La banca norteamericana ha dirigido al industrial y al comerciante de su país para privarnos
de todos los beneficios posibles derivados de
nuestro comercio con Estados Unidos de Norte
América. Ni un dólar de esa enorme riqueza
que representa el balance comercial nacional
ha entrado a Puerto Rico. La heredad nacional
en manos nacionales está hipotecada a las
finanzas norteamericanas.28
Esta descripción de la operación económica por parte de Estados
Unidos de Norteamérica en la década de los treinta indicaba que los
intereses económicos de la nación dominante estaban claramente operando
en perjuicio del pueblo puertorriqueño. Tal sistema de gestión económica
lógicamente contribuiría al empobrecimiento nacional como a enajenar al
obrero y al campesino de las posibilidades de una vida humana digna. Son
todas estas circunstancias de desigualdad, explotación y opresión de las
clases marginadas las que inciden en la dimensión espiritual de Pedro
Albizu Campos. Su compromiso político no puede ser visto como un
estricto proyecto de estrategias y tácticas, sino también de trabajar por la
consolidación de unas condiciones de vida fundado en la dignidad. Su
praxis política estaría orientada por su amor por el pueblo pobre, parte
vital de aquella nación para la que ansiaba libertad. Este escenario a su vez
formaría las profundidades de su ser.
El hombre Pedro Albizu Campos enfrentó la pobreza desde su
niñez. Sintió desde muy temprano en su vida la realidad de la pobreza y
las limitaciones de la vida desde la escasez de medios. Tal momento existencial pasó a ser parte del ser que se forjó en Albizu. La espiritualidad de
este prócer no es determinada por una piedad alienante ni un mero
convencionalismo políticamente conveniente. Es el resultado de una
consolidación de factores y circunstancias que llevaron a Pedro Albizu
Campos a ser considerado como el “último libertador de América”.
28
Laura Albizu-Campos Meneses y Fr. Mario A. Rodríguez León, O.P. Albizu Campos:
Escritos. (San Juan: Publicaciones Puertorriqueñas, 2007), 31.
137
Judith
Josué Santiago Berríos
A las cuatro de la madrugada comenzó a lloviznar; era una llovizna
leve, pasajera; pero fría. Le dio en su rostro enjuto, escuálido y despertó.
El cielo era su techo, su cobija. Esta vez su reloj despertador no había sido el gallo; sino aquella llovizna que aunque leve, sumamente fría; eso sí,
gracias a Dios, pasajera.
Se levantó, estiró las manos ahuecadas y, cuando hubo recogido un
poco de llovizna, se restregó la cara con aquella agua que ya parecía
helada. Caminó hacia la carretera donde ubicaba el semáforo; ese día confiaba en que sería uno hermoso y lo era porque esperaba recoger suficiente
dinero como para poder saciar su hambre de días, semanas que ya casi
llegaban al mes.
Aunque con paso incierto, por fin llegó al semáforo y tan pronto
pudo se encaminó, con un poco de dificultad, al centro de los dos carriles.
Los automóviles, detenidos por la luz roja, que para Judith era verde, no se
inmutaron ante la presencia de aquella otrora robusta mujer que ahora era
diminuta, apenas un intento de vida. Sumamente envejecida que nadie,
nunca jamás, podría imaginarse que tenía apenas veinte años de vida, si es
que lo que estaba pasando en sus últimos años se le podía llamar vida.
El BMW rugió monstruoso al lado del Lexus, el Mercedes y el
Jaguar hicieron lo propio. Judith se imaginó que estaban apostando a
quien le daría más dinero; pero en realidad pensaban en las agendas de
trabajo que desarrollarían cuando llegasen a sus respectivas y cómodas
oficinas. Las mismas se encontraban excesivamente acojinadas, elegantes,
con aires condicionados, es el lugar más alto del edificio acabado de construir, además, por supuesto, computadoras, tabletas, internet con toda la
tecnología moderna existente en el mercado y la famosa globalización.
La luz verde no llegaba y Lexus se preguntó: ¿qué le ocurre a esa
cosa que está ahí? ¿Por qué no se va a trabajar como hemos hecho
nosotros? Por cosas como esa es que este país no progresa y está bien fastidiado. BMW le escuchaba y asentía de todo corazón; igual ocurría con
Mercedes que añadía que los debieran coger a todos y enviarlos a una Isla
desierta por allá, en el jurutungo del Pacífico. Jaguar aplaudió la decisión
de Mercedes. Mientras, Judith extendía su brazo hacia las ventanillas
cerradas de los autos, casi nuevos, y muchos de ellos muy caros. Nadie
osaba mirar el rostro marchito de aquella joven de veinte años. Nadie
138
bajaba el cristal para extender la mano y depositar alguna moneda en
aquel vaso deteriorado1.
Llegó, por fin, la luz verde así que BMW y Jaguar salieron disparados como alma que lleva el diablo; sí señor, tremendas máquinas,
chillando gomas, dejando una estela en la carretera de Michelín radial.
Esa salida estrepitosa asustó mucho a Judith y la dejó echa un guiñapo
humano, parecía casi un feto. A BMW y a Jaguar le siguieron Lexus y
Audi; pero también los Nissan, los Toyotas, Ford, Chevrolet, Mitsubishi,
en fin, la lista era interminable de automóviles y camiones que continuaban su veloz carrera hacia los distintos rumbos que posiblemente eran sus
respectivos trabajos. Mientras, Judith recordó el famoso cuento de José
Luis González que había leído en sus primeros años de Universidad
cuando todo marchaba bien: En el fondo del caño hay un negrito.
Cambió una vez más la luz del semáforo a roja y Judith se llenó de
alegría; aunque su escuálido cuerpo y su enjuto rostro apenas expresaban
un guiño, una mueca de alegría. Aquel rostro que apenas unos años atrás
era una completa expresión de alegría, lo que es la alegría de vivir; hoy era
apenas eso, una piltrafa de alegría; pero alegría al fin. Sí, porque confiaba
en que de ese nuevo bonche de automóviles brotaran manos caritativas,
dadivosas que le dieran el pan nuestro de cada día. Estaba el Infinnity, el
Máxima, el Camry, el Accord. Faltaba el Bentley; pero no importaba
porque de los otros saldría a raudal el amor y la bendición abundante
hecha realidad; entonces sí podría comer.
No recordaba cuántos días llevaba sin comer caliente. Tampoco
hoy recordaría la canción Y triste el jibarito va, cantando así, diciendo así
por el camino… que ella transformaba diciendo Y triste Judith va, cantando así, diciendo así por el camino…
¡Ay! Los anhelos, la ilusión y sueños se estrellaban contra la
realidad. Infinnity meditaba en el almuerzo-negocio en el flamante restaurant que le esperaba cerca del mediodía. Máxima pensaba en las inmensas
ganancias que le estaba dejando la distribución del nuevo producto. El
Camry gozaba porque la nueva corporación estaba negociando excelentes
contratos, no solo en Puerto Rico, sino en el mundo entero. Con el mismo
había entrado en la famosa globalización. Y, por supuesto, no podía faltar
Accord quien había creado una corporación que estaba negociando
grandes contratos con el gobierno de turno. Para algo había servido ser
activista político. Olvídate que no haya estudiado; lo importante es serle
1
Elias Cotto Cruz, Para crear conciencia, p. 112.
139
fiel al partido y, ahora, con este en el poder, estaba disfrutando de ricas y
abundantes ganancias que obtendría de los contratos.
Cambió la luz y apenas le dio tiempo a Judith para salirse de las
llantas del Accord o del Camry o del Máxima o del Infinnity, daba igual.
Eran máquinas que salían como bólidos, disparados. Iban pensando más
en los negocios que en la necesidad de aquel ser que se quedaba allí,
estancado, con apenas veinte años parecía como si hubiese vivido cien.
La luz verde, símbolo de esperanza para los automóviles que por
allí transitaban, fuesen Lexus, Jaguar, Mercedes, BMW, Camry, Máxima,
Infinnity, Mini Cooper, se transformaba en luz roja para el hambre de
Judith.
Así continuaron pasando los días y, lamentablemente, nada nuevo
ocurría. Sin embargo, por fin, llegó el domingo; sí, por supuesto, el día
del Señor. ¿Será equivalente al día del Señor del que nos habla el profeta
Amós?, en su alocución al reino de Israel. No sé; pero sí sé que es día en
que muchos templos se abarrotan de fieles y piadosos hermanos, de fieles
y piadosas hermanas.
Con este pensamiento y un sol resplandeciente, como brillante era
nuevamente su esperanza, se dirigió una vez más al semáforo, lugar de su
mísero trabajo. Llegó y tan pronto la luz fue roja, su esperanza se encendió y se dirigió al centro de los dos carriles. Allí se encontraban Jaguar,
Mercedes, Lexus, BMW y Audi. No necesariamente los mismos de hace
algunos días aunque podrían ser. Sin embargo, estos presentaban una
característica muy particular: todos eran blancos, sí, como lees, blancos.
Semejaban la pureza diáfana que se les exige a los religiosos y religiosas.
Audi, blanco perla, meditaba en el Sermón del Monte y de su
pensamiento brotaba Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de
ellos es el reino de los cielos. Inmediatamente recordó que en Lucas dice:
Bienaventurados vosotros los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.
No, la versión de Lucas no me gusta la correcta tiene que ser la de Mateo.
BMW blanco recordó el pasaje que dice: Ninguno puede servir a
dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
Definitivamente, el predicador se equivocó al utilizar ese pasaje
porque a la Iglesia a la que asisto hay un fracatán de ricos y ricas que
adoran a Dios sin ningún problema.
Mercedes blanco pensó en el pasaje que dice: No os hagáis tesoros
en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan
y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín
140
corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté
vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Ese texto bíblico no me aplica porque mi tesoro es Dios y todo mi
corazón está lleno de Él. Por eso es que me ha bendecido con el negocio
que tengo y, por supuesto, no tengo la culpa de que me haya dado tanta
bendición. Allá aquellos y aquellas que por no adorarlo no han recibido la
bendición que yo he recibido. Me parece que en esas está esa vieja que
está ahí pidiendo que lo mejor que se puede hacer es ignorarla.
Por su parte, Jaguar blanco meditaba en cuán arriba había llegado
su compañía. Disfrutaba de la posición que tenía ahora y andaba por el
quinto cielo. Definitivamente, había valido la pena todos los escollos que
había tenido que salvar y en menos de dos años se encontraba en el pináculo de la compañía. Pero eso no era todo, sino que el haber subido en la
compañía, le había valido una posición de envergadura en la Junta de
Oficiales de la Iglesia a la que ahora se dirigía. Sí señor, en la iglesia
había otras personas que llevaban mucho más tiempo que él; pero no
habían alcanzado sus triunfos en el mundo secular y por eso tenían que
seguir esperando porque él tenía el plato principal y ellas apenas las migajas. Así que el sermón del predicador invitado basado en Mateo 20, 20 al
28 y en Mateo 25, 31 al 46 posiblemente estaba equivocado porque ¿qué
será eso de que no vino a ser servido sino para servir y para dar su vida en
rescate por muchos? Además, ¿cómo es posible que quienes no le den de
comer, beber, alojamiento al prójimo o ir la cárcel a visitar a quien esté
preso no entrará en el reino de los cielos? Todo eso es demasiado complicado para mí y no vale la pena aclararlo. Lo importante es que yo sea
bendecido y ahora le sirvo como presidente de la Junta de Oficiales.
Porque el verdadero servicio es estar en una posición de envergadura. No
es verdadero servicio visitar enfermos, hambrientos, sedientos ni aquellos
que se encuentran en la cárcel.
Lexus blanco meditaba en el sermón que había traído una predicadora basado en tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis
de beber; fui extranjero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. Respondiendo el
Rey, les dirá: De cierto os digo: En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.
Se preguntaba si hacer eso era la voluntad de Dios; si era lo que
había que hacer. Pero es que a mí me han enseñado que no es por obras
para que nadie se gloríe; entonces, ¿por qué la predicadora habló de las
141
obras que se hacen por amor? ¿Será importante hacerlas? No sé…estoy
confundido…
Cambió la luz del semáforo, lugar de trabajo de Judith que, por
supuesto, no tenía muebles acojinados ni alfombras; tampoco computadora, tabletas, celulares ni internet. Por el contrario, cielo raso, sol candente
y lluvia fría. Así, pues, Mercedes, Audi, Lexus, BMW y Jaguar, todos
blancos, salieron una vez más disparados como si participaran de una
carrera en Indianápolis o Salinas. Cada uno iba para su Iglesia que podía
ser católica, presbiteriana, discípulos de Cristo, bautista, metodista, pentecostal y sabrá el Todopoderoso cuál porque daba igual ya que ninguno
extendió su bondad para alcanzar a Judith.
Se quedó sola, entonces, se encaminó a un hogar de samaritanos.
Allí un médico de Dios vocacionado la recibió con un abrazo. La joven
era un conato de ser humano, con un cuerpo diezmado, sin fuerzas, a
punto de un letal colapso. Tan pronto pudo abrir sus labios una queja
profunda rompió el silencio santo de los samaritanos: “Mi mayor dolor,
no lo causó la negativa de darme una moneda. Me dolía aún más, que la
gente que conducía ni siquiera levantaba su mirada hacia mí. Me dolía su
desprecio, su indiferencia”.2 Le dolía ser ignorada por tantos cristianos.
2
Ibíd, p. 112.
142
Asirio
Camilo E. Santiago Morales
“Los principales ancianos de la ciudad, para salvar sus vidas,
vinieron a mi presencia y se abrazaron a mis pies diciendo: ‘Si es tu
placer, mátanos, si es tu placer, déjanos vivir. Lo que tu corazón desea,
hazlo. . .’ A mis oficiales les mandé entrar en su palacio y en sus templos.
Su plata, su oro, sus tierras y posesiones, cobre, hierro, plomo, vasijas de
cobre, alabastro, mesas con incrustaciones, las mujeres de sus palacios, sus
hijas, los rebeldes cautivos con sus posesiones… Sus despojos, incontables como las estrellas del cielo, me llevé.”
Gali Ilani Eresh, hombre letrado y amante del arte, recién elevado
a jefe de la cancillería real por el rey Assur Nasirpal, hizo influyentes
amigos mientras servía al rey Tukulti Ninurta. En muchas ocasiones
encabezó partidas diplomáticas que visitaban los más lejanos rincones del
Imperio. Conocía innumerables reyes y cortesanos extranjeros, jefes
sacerdotales, generales y militares de toda clase. La mayor parte de estas
relaciones, derivadas de sus funciones oficiales, representaban solo eso, su
trabajo. Pocas personas descubrían otros aspectos de su personalidad y
mucho menos si trataba con la clase militar. Sin embargo, se vanagloriaba
de su amistad con el general Azi Ilu, quizás porque conocía a su padre
Isme Dagán desde el comienzo de sus servicios en la corte, cuando participó en varias expediciones comerciales desde Assur hasta la antigua
ciudad de Kanesh en la meseta anatolia.
Allí, Isme Dagán era magistrado, “limmu” del “karum” del barrio
asirio, en la parte baja de la ciudad, donde era conocido por su rectitud y
sentido de la justicia en los negocios. Esas cualidades le ganaron la confianza y estima de Gali Ilani, quien visitaba su hogar en calidad de amigos.
Fue así como, al liderar una caravana de cuarenta asnos cargados
de estaño, que debieron marchar desde Assur hacia el oeste por los bordes
del desierto hasta Harrán, dirigirse luego por el valle de Sinjerli y cruzar el
Paso de Marras, entrando en la Capadocia, contrajo una fiebre que le tuvo
al borde de la muerte. Isme Dagán le cuido en su casa varias semanas,
antes de permitirle volver con su paga en cobre.
Durante ese tiempo, Gali Ilani tuvo oportunidad de conocer mejor
la familia de su amigo. Especial cariño le tomó a uno de los hijos de la
tercera esposa de Isme Dagán, el pequeño Azi Ilu, quien daba muestras de
una precoz claridad y agudeza en sus opiniones. Además, el apremio con
143
que el muchacho solicitaba sus historias sobre viajes a fabulosas ciudades
extranjeras, le ayudaba a pasar las horas. Azi Ilu constantemente expresaba su deseo de conocer el mundo, de protagonizar aventuras distantes.
Aun así, Gali Ilani no imaginaba que Isme Dagán le encargaría el cuidado
y educación de su hijo, en la capital Assur.
A pesar del esmero de Gali Ilani por guiar al joven por las artes y
destrezas propias de los hombres refinados, que incluía leer y escribir, el
gusto por la literatura y la música, entre otras cosas. Las seducciones de la
carrera militar encaminaron a Azi Ilu por otros rumbos, forjando una gloriosa carrera al servicio del rey Tukulti Ninurta, primero, con quien logró
el rango de general, que ostentaba ahora orgullosamente bajo el nuevo
“Rey de la Totalidad”, Assur Nasirpal.
Transcurrían los mejores tiempos del Imperio. La expansión continua era garantizada por la formidable caballería asiria. El uso de los
carros, de primer orden en otra época, cedió su lugar a una fuerza mucho
más versátil y rápida. Por otro lado, los oficiales militares parecían prescindir de cualquier sentimiento humano, produciendo un terror paralizante
en los enemigos. La política sistemática de conquista les llevó a países tan
remotos, que se vieron obligados a organizar una compleja administración
burocrática, comparable a la egipcia.
Abundaban las oportunidades de progreso para jóvenes hábiles e
impetuosos en las tropas mercenarias, aunque no provinieran de la clase
militar; especialmente si se era apadrinado por un destacado burócrata de
la Corte Imperial. Aunque los méritos de Azi Ilu casi bastaban por sí
mismos. Ningún otro oficial había ganado del Rey tal grado de confianza.
La añorada prosperidad que el saqueo y la rapiña generaban al gobierno
venía garantizada por contados incondicionales que actuaban al resguardo
de cierto tipo de “pax assyriaca”.
Gali Ilani aguardaba ansioso el arribo a palacio del general Azi Ilu,
pues había surgido una estupenda oportunidad para reencaminar a su antiguo protegido en las artes de la paz, que algún día cultivaron juntos.
Aunque no guardaba ingenuas esperanzas de recobrarle por completo.
Los rigores de la milicia transforman el alma del hombre.
Esa tarde, acompañado por el acostumbrado séquito de oficiales,
llegó Azi Ilu. El ofrecimiento provenía del soberano, sólo después de la
recomendación de Gali Ilani. En la práctica, el peso del gobierno
descansaba muchas veces en la figura del jefe de la cancillería real. Su
experiencia respaldaba muy bien su poder. Azi Ilu escuchó de buen grado
la oferta. Treinta años de servicio eran demasiados para cualquiera,
144
viajando cientos de millas año tras año en repetidas campañas inmisericordes. Además, los últimos acontecimientos producidos por la revuelta
en Bit Adini, y la toma de la ciudad de Suru, con la consiguiente captura
del líder rebelde Ahiababa, habían minado en gran medida sus energías,
predisponiéndole a escuchar.
Al partir hacia Nínive al otro día, llevando entre sus miles de
prisioneros a Ahiababa, Azi Ilu de vez en cuando repasaba la conversación
con su amigo, aunque en su ánimo no pesaba en mayor medida el deseo de
gobernar a una ciudad como Suru.
La bulliciosa muchedumbre de la segunda capital del Imperio
acogió la llegada de un victorioso caudillo militar. La noticia venía forzada por una ejecución importante en la figura de quien se había atrevido
retar “el terrorífico esplendor de Assur”. El dios mismo, por medio de su
humilde esclavo, el rey Assur Nasirpal, ordenó el ejemplar escarmiento de
Ahiababa.
Cada vez que visitaba Nínive, Azi Ilu pasaba largas horas en la
biblioteca del palacio, que contenía alrededor de veinte mil tablillas. Le
interesaban las copias de la literatura akkadia, muy difíciles de conseguir.
Leía cuando vinieron a buscarle. Hubiera continuado allí, a no ser porque
la fiereza de Ahiababa despertaba su admiración. El verdugo disimulaba
mal su impaciencia, cuando el general llegó. El prisionero sería desollado
vivo en pocos minutos, por instrucción explícita del Rey; pero había
pedido hablar antes con el hombre que le había capturado. “De todos los
asirios que he visto a los ojos, tú eres el único que no me mira como a un
animal. Por eso creo que puedes aligerar mi viaje a la otra vida, ya que
sabes que les combatí dignamente, aun sabiendo que sería derrotado”,
dijo.
Con un ademán, Azi Ilu le pidió el filoso cuchillo al verdugo, y lo
enterró completo en el corazón de Ahiababa. Nadie se atrevió a respirar
siquiera, hasta que Azi Ilu se marchó.
“Azi Ilu lo puse sobre ellos como gobernador. Yo construí una torre frente a la puerta de su ciudad, desollé a los cabecillas y cubrí la torre
con sus pieles; algunos los emparedé en la torre, a otros los empalé con
estacas sobre la torre, a otros los empalé dentro de las fronteras de mi reino y extendí sus pieles sobre las murallas, corté en pedazos los miembros de los oficiales que se habían sublevado. Ahiababa lo llevé a Nínive,
lo desollé y extendí su piel sobre el muro de Nínive.”
Convencido al fin de aceptar el cargo civil, Azi Ilu evitó subir los
ojos al pasar las puertas de Nínive…
145
Durante su campaña en Kashiari, el general Azi Ilu necesitó
utilizar las mejores tácticas poliorcéticas para conquistar la fortaleza de
Kinabu. Quedó como gobernador Hulai, con quien tenía frecuentes tratos
comerciales, ahora que también gobernaba una ciudad. Hasta se había
casado con una de sus hijas, para asegurar una relación amistosa duradera.
Por todo eso, le consternó enterarse que las huestes de Assur
Nasirpal se dirigían a Kinabu a luchar contra el gobernador sublevado.
Casi percibió el olor de la sangre descompuesta y decidió enviar un mensajero. Escogió las palabras para persuadir a Hulai a rendirse. Le habló
de la inmunidad de la matanza, en una pelea imposible de ganar. La carta,
escrita sobre arcilla, debía ser destruida después…
“Capturé la ciudad: a seiscientos de sus guerreros los pasé por la
espada; a tres mil cautivos los quemé con fuego. No dejé ni un solo vivo
que sirviera de rehén. A Hulai el gobernador lo cogí vivo; apilé sus cadáveres; a los jóvenes y doncellas los quemé vivos. A Hulai el gobernador
lo desollé y su piel la extendí sobre el muro de la ciudad de Damdamusa’’.
(882-881 a.C)
146
De cintura para abajo
Ángel M. Trinidad Hernández
Teo, antes de que te vayas, ¿tú sabes de qué son estos granos?
¿Cuáles granos, Mai? Pues estos que encontré ahí en el patio detrás de la
cocina. Nacieron unas matas y echaron estas bellotas. Bueno Mami, a mí
me parecen frijoles. ¿Pero, se comerán? No sé mami, pero dame un par
de bellotitas de esas, que yo les pregunto a los profesores del
Departamento de Ciencias Naturales; ellos deben saber. Es curioso que
nazcan así unos granos tan saludables y sin ningún cultivo cuando acaba
de decir Roselló que la agricultura nunca ha sido natural en Puerto Rico.
Lo que pasa es que, desde que te hiciste independentista, criticas a Roselló
por todo. Mira mami, el hecho de que hayas votado por él no significa
que tengas que estar de acuerdo con todo lo que dice y hace. Lo que está
mal, está mal sin importar quien lo haga. Lo mismo pasa si lo hace bien.
Bueno Mai, bendición; me voy que se me hace tarde para llegar a la
universidad. Pues Dios te bendiga y no se te olvide averiguar sobre los
granos. Okey, nos vemos a la noche.
Como a eso de las doce y cuarto entré a almorzar a la cafetería.
Allí estaban sentados a la misma mesa algunos compañeros de Ciencias
Naturales. Eran cuatro biólogos, un químico y un matemático: el Dr. Elías
Valentín era el químico. Lo acompañaban, la profesora Nydia Bedeliz, la
Dra. Elena Godoy – que acababa de sentarse- y los profesores Gustavo
Llorente, Álvaro Benavente y René Dos Santos, el matemático.
Buen provecho compañeros, ¿Cabe otro? Claro hombre, asintió
Benavente y prosiguió: ¿Cómo está la religión? Por lo que veo,
desapareciendo. Me parece bien replicó Dos Santos. Es cuestión de
tiempo que la Ciencia la haga desaparecer, comentó Valentín mientras le
daba los últimos sorbos a un Snaple. Pues yo tengo mi propia opinión
sobre eso y es distinta de la tuya, ripostó con la voz entre los dientes la
Dra. Godoy. Por mi parte, respeto y aprecio mucho los aportes de la
Ciencia.
Sobre todo que haya hecho posible desarticular tantas
supersticiones y tabúes. Sin embargo, siempre guardo un espacio para el
misterio, pues tanto el universo como el mismo ser humano guardan
secretos insondables. Querrás decir insondables hasta que la Ciencia los
sondee, Teo, dijo, como a manera de aclaración y con voz dulce y
tranquila, la profesora Bedeliz.
147
A propósito, hablando de sondear, tengo una consulta que hacerles
como científicos. Miren estos granos que encontró mi Mamá detrás de la
casa. ¿Serán de alguna variedad de frijoles? Ah, pero el hombre del
campo no sabe distinguir los granos, sentenció Dos Santos, mientras
miraba de reojo a los colegas con la velada sonrisa de quien acaba de
acertarle a un mosquito. Bueno, ese grano nunca lo he cultivado. Por eso
les pregunto a los expertos. Pues acertaste, eso es lo que es, una variedad
de frijoles, declaró Llorente con sus primeras y únicas palabras en toda la
conversación. Lo que no entiendo es cómo llegaron a nacer detrás de
casa. Pudieron haberlas traído los pájaros y nacieron allí, especuló Godoy.
O quién sabe si es una mutación genética; en la naturaleza se da eso,
expuso Bedeliz. Cierto, asintió Valentín, todo evoluciona. Sí, pero la
evolución toma muchísimos años, no aparece de un día para otro, volvió a
arrematar Dos Santos.
Pues fíjense, como hombre del campo que ha incursionado en la
academia, les voy a contar una experiencia reciente que parece indicar que
puede haber ciertos saltos significativos en la evolución y que la
naturaleza no es totalmente predecible. O que, por lo menos, las leyes
naturales no parecen cumplirse fielmente del modo que se dice. Hará
cuestión de año y medio sembré diecisiete cuerdas de pimientos en una
finca que tengo en el barrio Frontón de Ciales. La patria de Corretjer, el
poeta nacional, aclaró Benavente. Correcto. Pues como indicaba, sembré
mi tala de pimientos con mi machete, a dos granos de semilla por cada
hoyo, a doce pulgadas de separación. Recordarán que después de la
sequía que hubo en el ’94 – que el gobierno tuvo que racionar el aguanos llegó el ’95 tan lluvioso que por poco nos nacen hojas y raíces a todos,
¿recuerdan? Bueno, pues ocurrió que la mayor parte de las matas de
pimiento las sembré en un área llana. Crecieron bonitas y fuertes.
Parieron en grande, algunos pimientos medían hasta ocho pulgadas. Me
dije con esta cosecha salgo de pobre. No obstante, como les dije, se
desparramó una secuencia de aguaceros tan intensos y por tantos días que
se acumuló agua hasta sobre la cáscara de los melones. El nivel de agua
subió tanto en mi tala de pimientos, que estos se pudrieron todos de
cintura para abajo. Ante aquel desastre me resigné pero no me amilané.
Le ofrecí lo que fuera salvable de ellos al fabricante de Sofrito Don
Brígido, quien conociendo el estado de la mercancía acordó pagarme un
cinco por ciento del valor que hubiera tenido la cosecha de haberse
salvado de tanta lluvia. Durante la siguiente semana los de la fábrica
148
sacaron de mi finca trece camiones llenos de pimientos cortados de cintura
para arriba, ya que era lo único aprovechable.
En realidad, yo no veo que esa anécdota tenga nada que ver con la
evolución, acotó Dos Santos. Yo tampoco, secundó suavemente Beneliz.
Cógelo suave, que ahora es que viene lo lindo de este caso. Tomé semillas
de la cosecha y las sequé para sembrarlas luego. Pero en esta ocasión,
hice la tala halda arriba buscando evitar el efecto inundación. Y aquí es
donde la naturaleza me deja perplejo, pues de la cosecha perdida a la
nueva se desarrollaron dos variedades de pimientos. Por un lado nacieron
plantas de tamaño normal que parieron copiosamente. Sin embargo, los
pimientos eran como encogidos de patas, como si hubieran evolucionado
para, en caso de inundación, que el nivel de agua no les alcanzara. Era
como si tuvieran la inundación anterior en la memoria genética. La otra
variedad me sorprendió aún más, puesto que las matas crecieron tanto
como árboles. Para recoger los pimientos hubo que usar nasos como los
que se utilizan para tumbar aguacates. Y esos cambios se dieron tan sólo
de una generación a otra. No se puede negar que la naturaleza se
comporta a veces extraña, puntualizó Valentín.
Bueno Teo, tenemos que dejarte porque ya es hora de la próxima
clase, dijo Benavente levantándose con su bandeja para echar los
desperdicios al zafacón. Te has entretenido tanto hablando que no has
tenido tiempo de comer, ya tu almuerzo debe estar frío, pero qué
interesante, dice Bedeliz mientras recoge su cartera roja. Qué bueno es
tener conversaciones de alto nivel mientras se almuerza con compañeros.
Hasta pronto y buen provecho, fueron las últimas palabras de Dos Santos.
–”Yo te acompaño a almorzar, pues llegué tarde y aún no
termino”, exclamó alegre la Dra. Godoy.
– Pues me place que me acompañes.
– ¡Ay sí, tantas cosas interesantes que se aprenden cada día!
– La verdad es que yo me quedo totalmente sorprendido.
– ¿De qué?
– De que tanta gente de Ciencia se deje meter unos embustes tan
aparatosos sin que les resorteen las bilis.
– Espérate un momento, -reaccionó Elena aspirando hondo y
haciendo una pausa prolongada para soltar el aire- de todo lo que
dijiste, ¿qué no era verdad?
– Nada era verdad.
149
– Ahahahah!
¡No puedo creerlo! Deja que yo llegue al
Departamento y se lo diga a los compañeros. Quiero ver la
reacción de ellos.
– Ahora que recuerdo, los frijoles fueron el fruto de unos granos
que me robé en el supermercado Pueblo hace unos meses. Es
curioso adónde pueden llevar a uno algunos granos robados.
150
Presento estas décimas a modo de experimento poético y para
rendirle homenaje al repentista cubano Luis Paz Esquivel. El experimento
trata de presentar las mismas de manera que puedan leerse lo mismo al
derecho que al revés sin perder nivel poético, coherencia, ni fuerza
temática.
Ángel M. Trinidad Hernández
El rostro humano
Entendimiento con alas
hecho de sueños y estrellas,
de peregrinación y huellas,...
de fracasos y de galas.
Ojos que son antesalas
de un mundo interior arcano;
el niño deviene a anciano
con amor, música y trata,
a pincel se me retrata
el rostro de un ser humano.
El rostro de un ser humano
a pincel se me retrata,
con amor, música y trata
el niño deviene a anciano,
de un mundo interior arcano,
de fracasos y de galas,
ojos que son antesalas
de peregrinación y huellas,
hecho de sueños y estrellas,
entendimiento con alas.
(13 de enero de 2014)
Pie de Luis Quintana
151
Discurriendo
Con el amor de mi vida
discurro en cada momento,
desentrañando el tormento...
de una razón sin salida.
¿Por qué temer la crecida
del río fuera de cauce?
¿Hay amor de dos que encauce
querellas de un desengaño?
¿Me negará lo que entraño
bajo la sombre de un sauce?
Bajo la sombre de un sauce
¿me negará lo que entraño?
Querellas de un desengaño,
¿hay amor de dos que encauce?
Del río fuera de cauce,
¿por qué temer la crecida?
De una razón sin salida,
desentrañando el tormento,
discurro en cada momento,
con el amor de mi vida
(5 de febrero de 2014)
Pie forzado de JauryMar
152
Poesía rota
No sé si fue por apuro…
eché al vuelo la gaviota,
herida, con su ala rota,
yendo a darse contra un muro...
insensible, frío y duro.
No perdona el tiempo, criba
la resistencia, derriba
de las escalas del cielo
como al ave que en el suelo
de los relojes se iba.
De los relojes se iba
como al ave que en el suelo
de las escalas del cielo
la resistencia derriba.
No perdona el tiempo, criba
insensible, frío y duro;
yendo a darse contra un muro,
herida, con su ala rota,
eché al vuelo la gaviota,
no sé si fue por apuro.
(7 de enero de 2013)
Pies forzados de Luis Quintana
153
Ella es dueña de una calma
Ella es dueña de una calma
taimada y exasperante
por hermosa y agobiante...
el ímpetu desempalma
como deja al cuerpo el alma.
Le prepararé un convite
saboreándome el desquite
mientras discurro travieso…
puedo enredarla en un beso
de una calma que derrite.
De una calma que derrite
puedo enredarla en un beso;
mientras discurro travieso
saboreándome el desquite
le prepararé un convite.
Como deja al cuerpo el alma,
el ímpetu desempalma
por hermosa y agobiante;
taimada y exasperante
ella es dueña de una calma.
(21 de febrero de 2014)
Pies de Carlos Ponce
154
Miré la tarde
Miré la tarde sin ella
donde la sombra arremete
contrario al sol que se mete...
mientras dibuja una mella
en el poniente. La sella
como cautín una herida;
mi amor de sombras vestida
hizo un páramo de mí,
más desde que la perdí
guardo una flor escondida.
Guardo una flor escondida
más desde que la perdí
hizo un páramo de mí,
mi amor de sombras vestida.
Como cautín una herida,
en el poniente, la sella,
mientras dibuja una mella
contrario al sol que se mete,
donde la sombra arremete
miré la tarde sin ella.
(19 febrero 2014)
Pie de Punto Guajiro
155
Evocación
Estoy soñando contigo
No me queda otro remedio
Padecer
Más así tú estás conmigo
Y se aplaca un poco el tedio
De mi ser
Cabizbajo prisionero
De circunstancias inciertas
Eso soy
De milagros pregonero
Ante esperanzas muertas
Así voy
Portador de unos grilletes
A los demás invisibles
Voy así,
Recitando unos sainetes
Con muecas imperceptibles
Que elegí
Una tristeza sombría
Como manantial eterno
Es mi amiga
Una tierra siempre umbría
Con fantasma del averno
que me hostiga
Y las sombras del pasado
Como llamas que crepitan
Y se alargan
Superponiéndose a todo
Se resisten se irritan
Se aletargan
156
José A. Valle de Jesús
Te has quedado en silencio profundo
Te acercas y me abrazas con ternura
Sin reproches
Tu acercamiento es un nuevo mundo
Al que me aferro en la desventura
De mis noches
Si se convirtiera en realidad
Tu imagen virtual que tanto añoro
Imposible
Se oye un eco de lejana ciudad
Entonces en mi lecho me incorporo
Inasible
157
Ilusión
José Valle de Jesús
Acostado en mi lecho,
Raudo como trueno
O semejante a un eco,
Tu imagen borrosa
Apareció entre un cieno temblorosa.
Surgieron los recuerdos
En una sucesión vertiginosa;
Pero siempre surgió aquella escena,
Volcán en erupción,
Cuya lava candente
Calcina el corazón.
Breve fue nuestro idilio,
Fuiste tierra salvaje
Henchida de tesoros y promesas,
Llena de mieles en cada paraje.
Aventurero en ciernes,
Fui tu prisionero en el primer viaje.
No sé cómo pasó,
Quizás esté soñando
Y hoy estoy despertando
De aquel sueño o aquel sortilegio
Que se devela como un misterio.
158
GUÍA PARA EL ENVÍO DE COLABORACIONES
Se recomienda que los autores se rijan por los siguientes criterios:
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NUESTROS COLABORADORES
Antonio Álvarez Rivera. Es profesor universitario y literato. Imparte
cursos de español en la Universidad Interamericana, Recinto de Arecibo.
Impartió cursos de español en la Universidad del Este y en la Universidad
de Puerto Rico en Utuado. Tiene un B.A. en español y una M.A. en
Estudios Hispánicos de la Universidad Católica de Puerto Rico.
Wanda Balseiro Chacón. Posee el rango de Catedrática Auxiliar de
Español de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de
Arecibo. Además, posee un B.A. y una M.A. en Estudios Hispánicos,
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
Luis G. Collazo Torres. Fue Catedrático de Religión y Filosofía del
Recinto de Arecibo de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
M.Th., Seminario Evangélico de Puerto Rico; Ph.D. de McCormick
Seminary y Ph.D. Graduate Theological Foundation. Conferenciante y
autor de varios libros de ensayo y de poesía.
Brenda Corchado Robles. Es profesora de gramática y de lingüística de la
Universidad Interamericana de Puerto Rico, Recinto de Arecibo. Posee un
B.A. en Lenguas Modernas, una Maestría en Traducción y Lingüística de
la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras y un Ph.D en Estudios
Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Es
miembro de la Junta Editora de Prisma.
Juan R. Horta Collado. Es Catedrático de la Universidad Interamericana
de Puerto Rico, Recinto de Arecibo. Posee un B.A. en Historia de
América de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez.
Además, posee una M.A. en Estudios Puertorriqueños del Centro de
Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Tiene un Ph.D. en
Literatura y Cultura Hispanoamericana de Arizona State University. Es
miembro de la Junta Editora de Prisma.
Laura J. Horta Vargas. Bachillerato en Historia de Universidad de Puerto
Rico, Recinto de Mayagüez. Perteneció a la Asociación de Historiadores
del RUM. Actualmente, se encuentra cursando estudios concurrentes a la
maestría en Historia en América Latina y el Caribe en la UPR, Recinto de
Río Piedras. Laboró en el Museo de Puerto Rico.
Verónica M. Rodríguez Rivera. Bachillerato en Historia de Universidad de
Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. Perteneció a la Asociación de
Historiadores del RUM. Actualmente, se encuentra cursando estudios
concurrentes a la maestría en Historia en América Latina y el Caribe,
Recinto de Río Piedras. Recibió los premios Luis Stefani Rafucci,
Salvador Brau, y Artes y Ciencias.
Camilo Santiago Morales. BA en Psicología de Recinto Metropolitano de
la Universidad Interamericana. Autor de varias antologías de cuentos.
Además ha pertenecido a juntas editoras de varias revistas literarias.
Josué Santiago Berríos. Posee el rango de Catedrático de Español del
Recinto de Arecibo de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.
Tiene un B.A. de la Universidad de Puerto Rico, una M.Th. del Seminario
Evangélico de Puerto Rico, una M.A. de la Universidad Interamericana de
Puerto Rico y un Ph.D. del Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico
y el Caribe. Es miembro de la Junta Editora de Prisma.
César J. Solá García. Doctorado en historia de la Universidad de
Michigan-Recinto de Ann Arbor en 1999. Es el autor del libro Slave
Emancipation and Colonialism: The British Missionary and Military
Campaigns and African Societies in Northern Malawi, 1875-1900.
Colonia (Koln), Alemania: Lambert Academic Publishing, 2009. Es,
además, coautor de varios libros de texto escolares de la Editorial Norma
que se usan en las escuelas de Puerto Rico. Es catedrático de la
Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras en donde dicta cursos
de historia de África e historia de Hispanoamérica.
Héctor M. Torres Camacho. Maestría en Educación, University of Saint
Mary, (Leavenworth, Kansas. Ph.D. en Historia, Centro de Estudios
Avanzados de Puerto Rico y el Caribe. Arqueólogo Certificado por el
Consejo para La Protección del Patrimonio Arqueológico Terrestre de
Puerto Rico.
Ángel M. Trinidad Hernández. Es Catedrático de Religión del Recinto de
Arecibo de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Posee un B.A.
del Saint John Vianney Seminary, una M.A. Saint Vicent de Paul Regional
Seminary y un Ph.D. Graduate Theological Foundation. Además, es
miembro de la Junta Editora de Prisma.
José A. Valle de Jesús. Posee el rango de Catedrático Asociado de
Español del Recinto de Arecibo de la Universidad Interamericana de
Puerto Rico. Tiene un B.A. de la Universidad de Puerto Rico., una M.A.
de la Universidad Interamericana de Puerto Rico y un Ph.D. del Centro de
Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
Nelson E. Vera Santiago. El autor es profesor del Departamento de
Estudio Humanísticos de la Universidad Interamericana de Puerto Rico,
Recinto de Arecibo. También es abogado admitido a la práctica en Puerto
Rico. En el 2010 recibió el Premio de Cuento del Instituto de Cultura
Puertorriqueña por su colección Ficciología y ha publicado con diversas
revistas académicas y de crítica cultural.
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