PABLO LLAMADO A LA FE

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PABLO LLAMADO A LA FE
LA CONVERSIÓN DE PABLO
Introducción
+ Pablo es un personaje clave en la historia del cristianismo. Es imposible explicar el
hecho cristiano y su evolución prescindiendo de él. Si el cristianismo es lo que es -no
sólo en sus orígenes, sino también ahora-, es gracias en gran parte a la figura de Pablo.
Como soy el primero en esta serie de charlas sobre él dejadme que sugiera con una serie
de rápidos trazos el perfil de este hombre tan singular:
+ Sus principales aportaciones: Cristocentrismo (una religión centrada en una persona
no en ritos, ni en normas, ni en su propia estructura u organización interna) y
universalismo (catolicidad). A él se debe en gran parte que la Iglesia no hubiese
acabado como una secta judía más (saduceos, fariseos, esenios…). Él supo darse cuenta
de la novedad que llegaba con Cristo. Nadie como Pablo ayudó a la primera iglesia a
comprenderse a sí misma y a tomar conciencia de su identidad distintiva. Pablo no
fundó el cristianismo, como a veces se ha dicho, pero sí que contribuyó decisivamente a
que éste tomase una determinada configuración histórica.
+ Sus escritos -las cartas que escribió a sus comunidades- son los más antiguos que
poseemos del movimiento cristiano. Todas ellas fueron escritas apenas 20 años después
de la muerte de Jesús y son, por supuesto, bastante anteriores a los evangelios. Aunque
se trata de escritos circunstanciales (referidos a una situación y problemática concreta)
contienen una profunda reflexión teológica sobre el misterio de Cristo.
+ Su actividad misionera (sus viajes, la fundación de comunidades por toda la parte
oriental del Mediterráneo: Turquía, Chipre, Grecia) ha de considerarse como
simplemente admirable. Habrá una charla dedicada específicamente a ello y por eso no
me detengo más ahora.
+ Una personalidad rica, compleja, llena de contrastes, difícil incluso. Como retrato
sirvan estas líneas escritas por un autor: “Hombre de pasión y místico, organizador y
filósofo, misionero y teólogo, apologista y director de almas, reunía los dos extremos
del espíritu humano, razón e imaginación, espíritu sintético y analítico, universal y
profundo, lógico e intuitivo” (Brunot). Y otro autor añade: “Impetuoso y tierno,
dogmático en sus argumentos hasta la irritación tanto como sensible y comprometido
pastor de los suyos. Como hombre, apóstol y escritor, no era una persona distante o
neutral; siempre apasionado, se comprometía de lleno (entregado totalmente a su causa)
y se dejaba fácilmente arrastrar por lo que le ocupara en ese momento” (Bartolomé).
+ Figura controvertida (antes y después de su muerte): Ya durante su vida Pablo fue un
hombre conflictivo y polémico. En unos suscitó entusiasmo y adhesión incondicional.
En otros recelo, enemistad y rechazo. Su carácter era ciertamente fuerte, apasionado,
vehemente… La absoluta convicción respecto a lo que predicaba y el estilo con el que
dirigía sus comunidades no eran aceptados por todos. La Escritura da fe de sus
enfrentamientos con personalidades relevantes y bien conocidas de la primera Iglesia
(Juan Marco, Bernabé, Pedro…). Dentro de sus propias comunidades tampoco faltaron
los encontronazos con cualquiera que quisiera enmendarle la plana (adversarios
judeocristianos tradicionales). La interpretación de sus escritos ha sido causa de
divisiones y hasta de cismas dentro de la Iglesia (ej. La Reforma Protestante de Lutero).
Pablo, como el mismo Jesús, nunca deja indiferente a quien se acerca a él.
La conversión de Pablo
1. Antecedentes
+ Pero centrémonos en el tema que nos han señalado: La conversión de Pablo, su
llamada la fe.
+ Hablar de la conversión de Pablo es hablar, sin duda, del acontecimiento central -el
quicio- de su vida porque la divide entre un ‘antes’ y un ‘después’ y porque supone para
él una transformación radical, un “nuevo comienzo”. Si Pablo llegó a ser lo que fue, fue
gracias a la experiencia que tuvo en el camino de Damasco. Es importante, por tanto
que tratemos de profundizar en este hecho porque en él está la clave para comprender su
persona, su actividad apostólica y su pensamiento: “Su teología y su acción serán la
expansión de su experiencia espiritual” (Cerfaux).
+ Pero no podemos aislar ese hecho del resto de la vida de Pablo y especialmente de los
años que lo precedieron. Por eso debemos utilizar la “moviola” y retroceder para tratar
de hacernos cargo -en la medida de lo posible- de esa época no-cristiana que precede a
la conversión de Pablo.
+ Tratemos de situar la biografía de Pablo en su contexto social, histórico, cultural…
2. Las fuentes
+ Por un lado es cierto que Pablo es la figura más asequible del cristianismo primitivo.
De ningún otro poseemos tanta información (datos biográficos, obras escritas por él…).
A primera vista podría sorprender la cantidad de datos que se acumulan sobre su
persona a lo largo y ancho del NT. Con todo, y por mentira que parezca, no bastan de
ningún modo para reconstruir una biografía completa del apóstol.
+ El primer problema para ello lo constituyen las fuentes. Hay que decir una palabra
sobre ello. Y es que los datos que tenemos de Pablo llegan a nosotros en tres (cuatro)
tipos de escritos:

El libro de los Hechos de los Apóstoles (2ª parte del evangelio de Lucas y
escrito por su mismo autor): contiene un relato seguido de la actividad
misionera del apóstol, de sus viajes y predicación que ocupa más de la mitad
de la obra (“Hechos de Pablo” sería, de hecho, un título más apropiado).
Textos: Hch 9,3-9; 22,6-10; 26,12-18.

Las cartas llamadas “protopaulinas” o auténticamente paulinas: Rom, 1-2
Cor, Gál, Flp, 1 Tes, Flm. Textos: Gál 1,12-16; 1Cor 15,8-11; 9,1; 2Cor 4,6;
Flp 3,3-6.

Las cartas llamadas “deuteropaulinas”, escritas seguramente por sus
discípulos bajo su autoridad: 2 Tes, Col, Ef (autoridad discutida) y las
“pastorales” (Tit, Tim). Textos: Col 1,25-27; Ef 3,3-5; 1Tim 1,11-14.

A ellos se podría añadir un cuarto tipo de escritos: los que tenemos fuera del
NT (Apócrifos -Hechos de Pablo y Tecla, biografía novelada del apóstol- y
Padres de la Iglesia).
+ Cuando de lo que se trata es de utilizar los datos que contienen estos escritos en un
sentido estrictamente histórico (¿qué pasó realmente?) no podemos valorarlos a todos
del mismo modo:
* El autor de Hch es un admirador de Pablo que quiere reivindicar su figura y su
obra misionera para la gran iglesia, en la que convivían comunidades de origen
judeocristiano con otras de origen paganocristiano como parte de una misma realidad.
Su relato está escrito hacia los años 80-90 d.C. Pablo ya ha muerto y su persona y su
obra ya no provoca las reacciones viscerales que había provocado durante su vida sino
que es contemplada a la distancia de los años. De hecho, Lc idealiza la figura del
apóstol ocultando sus rasgos más controvertidos. Más que escribir una crónica histórica
en el sentido actual de la palabra quiere presentar a la religión cristiana en el contexto de
la sociedad del imperio para hacerla aceptable. Su intención catequética y apologética.
Sus datos no siempre se pueden compaginar con los de las cartas auténticas de Pablo.
Por eso podemos utilizar la información que nos proporciona pero con cierta cautela.
* Las cartas “deuteropaulinas”: están escritas por los discípulos de Pablo y nos
presentan un retrato del mismo totalmente “adaptado” a la situación en que vivían las
comunidades a las que se dirigen (organización, gobierno…). Aparecen en ellas
problemas y situaciones que no vivió Pablo históricamente sino que corresponden a una
etapa histórica posterior. Son testimonios “de segunda mano”.
* Las cartas “protopaulinas” nos ofrecen el único ejemplo en todo el NT en el
que alguien da testimonio en primera persona de su encuentro con el Resucitado. Un
encuentro directo, sin intermediarios.
+ Por eso, aunque estemos acostumbrados a escuchar el relato de la conversión de Pablo
que contiene (¡por tres veces!) el libro de los Hch, aquí vamos a privilegiar un
acercamiento al mismo partiendo más bien de lo que Pablo nos cuenta de él en sus
cartas auténticas. Las cartas “protopaulinas” serán, por tanto, nuestra principal fuente de
información.
3. Marco cronológico
+ No resulta nada fácil encuadrar con fechas concretas la vida de Pablo, ni siquiera para
los especialistas (cuestión abierta y discutida). Se pueden dar los siguientes datos
aproximados:
+ Pablo tuvo que nacer a principios de la era cristiana, probablemente hacia el 5 d.C. (el
hecho de celebrar en 2008 el “Año paulino” para conmemorar los 2000 años de su
nacimiento no significa que estemos seguros de su fecha de nacimiento).
+ Se hizo cristiano poco después de la muerte de Jesús, hacia el año 35 d.C. Pablo debía
tener unos 30 años.
+ Su etapa misionera abarca los 20-25 últimos años de su vida.
+ Murió, según una tradición muy antigua el año 64 (incendio de Roma, persecución de
Nerón). Probablemente tendría algo más de 60 años.
4. Orígenes de Pablo
+ Es necesario conocer los orígenes de Pablo para captar la originalidad de su
aportación. El lugar donde uno nace, crece, se educa y realiza las experiencias decisivas
de la infancia y la juventud constituyen el sustrato humano sobre el que luego se
construye lo demás (“la gracia no destruye la naturaleza”).
+ Hay ciertos rasgos que podemos destacar:

Pablo era judío y nunca renegó de sus orígenes. En Flp 3,4-6, por ejemplo
dice: “… en lo que a mí respecta, tendría motivos para confiar en mis títulos
humanos. Nadie puede hacerlo con más razón que yo. Fui circuncidado a los
ocho días de nacer, soy del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo
por los cuatro costados, fariseo en cuanto al modo de entender la ley,
ardiente perseguidor de la Iglesia, e irreprochable en lo que se refiere al
cumplimiento de la ley”. Nada puede entenderse sobre él si no partimos de
esta realidad (Testimonio de Shalom ben Chorim en ‘Reseña Bíblica’ nº 5).

Un judío de la diáspora: Pablo, a pesar de ser judío, no había nacido en
Palestina, sino en Tarso que era capital de Cilicia. Se trataba de una
importante ciudad helenista, imbuida por tanto de la cultura griega difundida
por las conquistas de Alejandro Magno. Era pues originario de la ‘diáspora’
(formada por las numerosas colonias judías sembradas por todo el Imperio,
sus habitantes eran en general más abiertos y dialogantes con el mundo
grecororomano. Gozaban de ciertos privilegios: p. ej. exención del servicio
militar, religio licita… pero también fueron objeto de ciertos recelos a causa
de su gregarismo y de la práctica de sus costumbres consideradas a veces
como antisociales).

Hombre “cosmopolita” a caballo entre tres mundos: el judaísmo fue su hogar
religioso, el helenismo su mundo cultural (¡escribía en griego, la lengua
franca de entonces!), el imperio romano su contexto social y político (según
Hch era ciudadano romano por su nacimiento en Tarso). Todo ello hay que
tenerlo muy en cuenta para entender su persona y su obra.

Su doble nombre: Saulo (nombre de origen hebreo)-Pablo (nombre griego)
indica ya esta múltiple pertenencia. De hecho era práctica común entre los
judíos de la diáspora usar un doble nombre (tenemos otros ejemplos en el
NT: José Bernabé; Juan Marcos; Silas Silvano…). Hch hace una lectura más
teológica del cambio de nombre como signo del cambio de misión (Hch
13,7-9: deja ver que Saulo comienza a utilizar el nombre de Pablo al
principio de su misión).

Condición social: Pablo era un artesano textil. Su oficio era el de “tejedor de
tiendas”. De hecho su ciudad natal -Tarso- era conocida por la fabricación de
una tela fuerte hecha de pelo de cabra, llamada ‘cilicio’ que se usaba para
fabricar las tiendas de los nómadas. Hay que tener en cuenta que la
valoración del trabajo manual era muy diversa entre judíos y romanos. Entre
los rabinos judíos era visto como una obligación de la que nadie podía estar
exento (“el que no trabaja, que no coma”, recordará a los tesalonicenses). Ser
artesano era una ocupación digna propia de las clases medias. En cambio, la
mentalidad romana menospreciaba el ejercicio de oficios manuales como
propio de gente baja y esclavos. Pablo siempre quiso vivir de su trabajo y
nunca quiso depender económicamente de sus comunidades.

Podemos añadir finalmente que Pablo es un “hombre de ciudad”. De hecho
nació en una ciudad -Tarso- en la que seguramente pasó los primeros años de
su vida y luego vivió al menos 10 años desde su conversión hasta su primera
misión en ciudades helenistas de primera línea como Damasco o Antioquia.
Más tarde privilegiará claramente los ambientes urbanos en su estrategia
misionera. Sus escritos delatan su familiaridad con los ambientes propios de
la ciudad helenista: el templo, el mercado, el foro, el estadio… y con las
actividades que se desarrollan dentro de ellas: procesiones, juegos, viajes,
celebraciones… Utiliza términos comerciales y jurídicos. Su mundo
simbólico -a diferencia del de Jesús- es claramente urbano. Pocas veces
recurre a comparaciones agrícolas.
5. Formación intelectual:
+ La formación intelectual de Pablo es, evidentemente deudora de su múltiple
pertenencia:


Por un lado, las cartas de Pablo denotan una buena formación helenista (por
mucho que él no hable de ello e incluso parezca negarlo: 1Cor 2,3-4).
Conoce la Biblia griega de los LXX, que es la que utilizaban los judíos de la
diáspora, escribe en griego y está familiarizado con el griego literario, usa
términos provenientes de la política romana, de la literatura, de la filosofía
griega, maneja con soltura y hasta con maestría las técnicas retóricas (el arte
del “bien hablar” que se aprendía en las escuelas de la época) e incluso cita a
ciertos autores.
Por otro lado el libro de los Hch habla de su formación en Jerusalén, muy
ligado a ambientes fariseos tradicionales “de estricta observancia” (Hch
22,3). Aunque algunos lo han discutido, él mismo afirma en sus cartas que es
“fariseo en cuanto al modo de entender la ley” (Flp 3,5). Y no resulta fácil
entender dónde habría podido recibir Pablo una formación semejante fuera
de Palestina. Los escritos de Pablo también denotan influencias propias de
este tipo de formación: citas del AT, reglas rabínicas de interpretación…
6. Pablo, perseguidor de cristianos
+ Lo cierto es que Pablo, movido por motivaciones religiosas, se convirtió en un
fanático judío y en un perseguidor de los discípulos de Cristo, como él mismo reconoce
en sus cartas (cfr. tb. 1Cor 15,9):
“Habéis oído, sin duda, hablar de mi antigua conducta en el judaísmo: con qué
furia perseguía yo a la iglesia de Dios intentando destrozarla. Incluso aventajaba
dentro del judaísmo a muchos compatriotas de mi edad como fanático partidario de las
tradiciones de mis antepasados” (Gál 1,13-14).
+ Esta hostilidad sólo se explica como consecuencia del “fanatismo fariseo” de Pablo,
que había optado por atenerse estrictamente a la ley. Una ley cuya práctica se empezaba
a relativizar en ciertos ambientes cristianos (ej. Esteban y los “helenistas” de Jerusalén).
Recordemos que en este momento los ‘cristianos’ no han dejado todavía de ser ‘judíos’
ni se han separado de la sinagoga (eso no sucederá sino a partir del año 70 d.C.). Por
tanto la actitud de estos grupos es vista como heterodoxa y herética por quienes
defendían el cumplimiento estricto de la ley. De ahí que comiencen a ser perseguidos.
Pablo se suma a esa persecución porque los ve como una amenaza para el proyecto
fariseo. Sólo que un encuentro inesperado va a obligarle a cambiar de rumbo.
7. La conversión de Pablo
+ ¿Qué sucedió exactamente en el camino de Damasco? Por mentira que parezca, es
imposible responder de verdad a esta pregunta. Contamos con mucha información, pero
se nos escapa la realidad más íntima. Es evidente que pasó algo “gordo”, decisivo en la
vida de Pablo. El problema es cómo debe interpretarse lo que sucedió:
* Los Hechos de los Apóstoles dan una tremenda importancia a este
acontecimiento. De hecho aparece narrado ni más ni menos que tres veces a lo largo del
relato. Una vez contado por el narrador (Hch 9,1-19) y otras dos por el mismo Pablo
cuando ha de defenderse ante los tribunales (Hch 22,6-21; 26,12-23). Pero al analizar
dichas versiones del mismo hecho más de cerca nos damos cuenta de que hay muchas
divergencias entre los tres relatos. Más que una crónica histórica del hecho, lo que
Lucas nos ofrece es una lectura teológica, una interpretación de su significado profundo
a la luz de la fe. Quiere resaltar, en primer lugar que Pablo no se hizo cristiano por
iniciativa propia. Pablo no fue un espontáneo iluminado. Lo suyo fue una verdadera
vocación. Fue Cristo quien lo llamó para hacerle más tarde (¡ese tema no aparece en los
relatos de la vocación!) apóstol de los gentiles y él no tuvo más remedio que responder
a esa llamada y llevar a cabo esa misión.
Con todo, parece que hay ciertos datos históricos que podemos “salvar” del
relato: localización del suceso en Damasco, actividad previa persecutoria de Pablo,
constatación del cambio profundo que se dio en él, la decisiva intervención de Ananías
en la integración del converso en la comunidad cristiana…
* En cuanto al testimonio que podemos recoger en las cartas auténticas de
Pablo (Hemos dicho que nos centraríamos en ellas) debemos señalar lo siguiente:

Curiosamente, Pablo suele hablar poco de este acontecimiento tan central en
sus cartas. Se explica quizá por el carácter circunstancial de las mismas.
Fueron escritas en medio de la misión, para llenar el vacío de la
comunicación directa y para resolver los problemas de las comunidades.
Pablo no escribe sus cartas con una pretensión autobiográfica, ni tiene
necesidad de “contar su vida” a quienes ya le conocen. Por eso no
encontramos en ellas un relato continuado ni completo de su vida. Los datos
que nos proporcionan son aislados.

Además, cuando Pablo habla sobre su vida, lo suele hacer en contextos
polémicos, es decir cuando hay necesidad de defender la legitimidad de su
apostolado frente a quienes la ponían en duda (¡¡no era de los Doce!!). Lo
usa como argumento para mostrar que es un verdadero apóstol. Lo
importante es constatar que él considera que su encuentro con el Resucitado
es el fundamento y la razón última de su misión apostólica.

Nunca cuenta lo que pasó. No hace una narración ni una crónica detallada de
lo que sucedió en el camino de Damasco. No habla de su conversión
directamente ni tampoco la describe como vivencia personal.

Lo que sí hace es interpretar ese hecho señalando -eso sí- las consecuencias
que tuvo en su vida, es decir la profunda reorientación que produjo en su
existencia. Le interesa más el mensaje captado en esa experiencia que lo que
pudiera tener de anécdota personal (puedo aludir a mi propia experiencia
personal).
+ Yendo al grano, ¿qué dice Pablo sobre esta experiencia personal y única en sus
cartas? Dando por sentado, como ya hemos dicho, que a través de ellas sólo podemos
acercarnos a los hechos de un modo indirecto, Pablo afirma que:

También él “ha visto al Señor” (1 Cor 9,1: “¿Acaso no he visto yo a Jesús, el
Señor?”). Evidentemente, no alude a un ver físico. Pablo no conoció al Jesús
de la historia. Entiende su conversión como una aparición del Resucitado
que se deja “ver” (sentido bíblico del verbo ‘ver’). Esa visión le sitúa en
igualdad de condiciones con los primeros testigos de la resurrección, aunque
Pablo reconozca que su experiencia haya sido anómala, como la de alguien
que nace a destiempo (1 Cor 15,8: “Y después de todos se me apareció a mí
como si de un hijo nacido a destiempo se tratara”). Ni lo esperaba, ni lo
merecía. Por eso se reconoce como “el menor de los apóstoles”, aunque
apóstol al fin y al cabo (1Cor 15,9).

Cuando se trata de especificar el contenido de esa experiencia recurre a
diferentes imágenes y expresiones, pero en ningún caso la describen, sino
que más bien apuntan simbólicamente a su sentido más profundo.
-
Equipara su llamada a la de la vocación profética (p.ej. Gál 1,15:
“Pero cuando Dios, que me eligió desde el seno de mi madre”
comparado con Is 49,1 y Jr 1,5). Pablo, por tanto, se reconoce profeta
en lo más íntimo de su ser (Significado de la palabra; coincide con el
testimonio de Lc: Hch 13,47).
-
Se trata de un cambio inesperado e inexplicable, en total
discontinuidad con la trayectoria anterior de su vida como fanático
judío. Por eso, para poner el acento en la transformación radical que
tal suceso había supuesto en su vida, Pablo insiste siempre en su
pasado como perseguidor de la Iglesia (Gál 1,13, ya leído cfr. supra).
-
Deja muy claro que es la iniciativa de Dios y no su propia iniciativa
la que está detrás de lo que ha pasado. Su llamada es un regalo
totalmente inmerecido: “por pura benevolencia” (Gál 1,15), como
un acto de amor gratuito. Es Dios quien ha decidido por gracia
escogerle y darle a conocer a su Hijo. En ese sentido, Pablo suele
utilizar también el verbo “revelar”, de sabor apocalíptico (Gál 1,16:
“(Dios) tuvo a bien revelarme a su Hijo y hacerme su mensajero
entre los paganos…”. En Gál 1,12 había dicho ya que Jesucristo le
“revelo” el evangelio que anuncia). Observemos, por supuesto que
esa llamada va ligada, como siempre en la Biblia, a una misión, la de
ser apóstol de los paganos. No se trata por tanto de una “anécdota
personal”, sino de un hecho decisivo para entender el proyecto de
Dios, un acontecimiento que forma parte de la “historia de
salvación”.
-
Otro verbo con el que Pablo se refiere a las consecuencias de ese
cambio es el verbo “conocer” (recordar su sentido bíblico; Flp 3,10:
“De esta manera conoceré a Cristo…”). La experiencia de su
conversión ha otorgado a Pablo un conocimiento de Cristo que no es
según la carne, pero que le hace conocer quién es Cristo de verdad. A
pesar de no haber conocido a Jesús en su vida terrena tuvo la certeza
de haberse encontrado con él. Es un conocimiento de fe que le hace
penetrar en su misterio.
-
Y es ese conocimiento el que reorienta su vida de manera radical,
haciéndole considerar “basura” todo lo que hasta entonces había
tenido como valioso -su vida religiosa anterior dentro del judaísmo(Flp 3,7-11: “Pero lo que entonces consideraba una ganancia, ahora
lo considero pérdida por amor a Cristo. Es más, pienso incluso que
nada vale la pena si se compara con el conocimiento de Cristo Jesús,
mi Señor. Por él he sacrificado todas las cosas, y todo lo tengo por
basura con tal de ganar a Cristo y vivir unido a él con una salvación
que no procede de la ley, sino de la fe en Cristo, una salvación que
viene de Dios a través de la fe. De esta manera conoceré a Cristo y
experimentaré el poder de su resurrección y compartiré sus
padecimientos y moriré su muerte, a ver si alcanzo así la
resurrección de entre los muertos”). A raíz de esta experiencia Pablo
se ve a sí mismo como una “criatura nueva”, totalmente diferente en
su manera de ver la realidad, de interpretar el mundo y la historia. En
su cartilla de ahorros las “ganancias” se convierten en pérdidas” y
viceversa. Su escala de valores queda totalmente trastocada. A partir
de ahora no habrá para él otro punto de referencia que Cristo.
-
Por tanto, la identidad cristiana de Pablo no estará marcada por la
práctica de normas o leyes propias de la Iglesia, sino por una nueva
relación con Cristo. Pablo pasa de la confianza en sí mismo que le
proporcionaba la obediencia a la ley a la confianza en Cristo que
experimenta a través de la fe. Y en ese contexto utiliza una fórmula
muy gráfica, pues dice en Flp 3,12 que ha sido “alcanzado” por
Cristo Jesús: “No pretendo decir que haya alcanzado la meta o
conseguido la perfección, pero me esfuerzo a ver si la conquisto, por
cuanto yo mismo he sido conquistado por Cristo Jesús”. El cazador
ha sido cazado. Cristo lo ha cautivado y su vida no tiene ya sentido
sino es para identificarse con él.
-
De este modo la predicación del evangelio se le impone no como una
opción entre otras muchas, sino como una necesidad, como una
obligación (1 Cor 9,16: “Anunciar el evangelio no es para mí un
motivo de orgullo personal; es una obligación que tengo. ¡Y pobre de
mí si no anunciara el evangelio!). Su felicidad y su realización
personal ya no podrán entenderse al margen de esa “obligación” de
dar a conocer lo que él había conocido por gracia. La “vocación” de
Pablo” no se puede separar de su “misión”. Y será precisamente el
celo con el que lleve a cargo ese encargo el que certifica la
autenticidad de su llamada.
+ En resumen, más que una “conversión” (que implica un proceso de cambio paulatino,
un conocimiento previo de la realidad a la que uno se convierte…), lo que sucedió en la
vida de Pablo fue una verdadera “revolución”, una transformación radical. Si nos
atenemos a los datos que poseemos hay que subrayar el carácter repentino del suceso.
Nadie le influyó ni le preparó. No hubo ayudantes ni intermediarios (¡antes del hecho!).
No fue mérito ni suyo ni de otros, sino gracia de Dios, elección totalmente inmerecida.
Y él se sintió una llamado, el enviado de Dios para anunciar el evangelio a los pueblos
gentiles.
+ Naturalmente que la experiencia de Damasco -experiencia vocacional- tendrá luego
(como siempre sucede) que aquilatarse y concretarse… Pero aquí entramos en el tema
que trataréis mañana: Pablo como misionero.
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