Ecologia y Judaismo.Graciela Kohan Starcman

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JUDAÍSMO Y ECOLOGÍA EN LOS TEXTOS SAGRADOS Y SU PRÁCTICA EN LA
REALIDAD
Graciela Kohan Starcman
Filóloga. Investigadora y Especialista en Estudios del Holocausto.
En el momento que Dios creó al hombre, lo puso frente a todos los árboles del jardín y le dijo:
Observa mi creación, cuán bellos y agradables son y todo lo hice por ti.
Ten cuidado de no dañar mi mundo ya que si lo alteras no hay quien lo pueda componer.
Midrash a Raba Kohelet 7, 28.
Judaísmo verde
Desarrollaré y explicaré por qué la Ecología es un principio fundamental del judaísmo, ya que
desde nuestra misma génesis como pueblo nuestras fuentes manifestaron la preocupación ambiental
y que la ecología atraviesa todos los textos de nuestra y tradición.
Durante siglos el pueblo judío fue un pueblo sin tierra. Esto, en parte, hizo que muchos de los
elementos del judaísmo relacionados con aspectos físicos y naturales pasen a un segundo plano al
ser relegados por elementos históricos, hasta la recepción de la Ley en el Monte Sinaí cuando la
Creación comienza a tomar cuerpo de normativa
Los antiguos israelitas, al igual que todos nuestros antepasados, dependieron de la naturaleza
para su sustento diario. El enfoque en la naturaleza forma parte de la creación del entramado judío.
La lluvia y las cosechas determinaron la naturaleza de ese destino y eran una parte esencial de su
vida y de su fe, que se tejen a través de la historia bíblica de la creación, los textos antiguos, la ley
tradicional, los ciclos festivos, la oración y el mitzvot (las buenas acciones).
La posición del hombre ante la naturaleza no es indiferente para el judaísmo. Por el contrario,
según recuerda el hebraísta R. Haïm de Vozolin, «porque Dios -Elohim- mantiene en existencia al
mundo en razón de los actos del hombre; éste es nefech ha Haim, “alma de la vida”, pues de su
conducta depende la subsistencia del universo. Es ésta una consecuencia de la alianza entre Dios y
los justos de su elección, alianza que abraza también al mundo cósmico».
Eso que ahora preocupa tanto al mundo, como el cuidado de la tierra, del medioambiente, el
cultivo de los alimentos, etc., ya está en los textos y las fuentes del judaísmo.
Voy a hablarles en esta primera parte de las fuentes del judaísmo en el tema del cuidado del
medio ambiente, su relación con la tierra, etc., para luego brevemente hablar de lo que se sigue
cumpliendo y respetando sobre este tema en la actualidad. En este punto, saliendo de la religión, me
referiré a algunos ejemplos de condiciones que se mantienen en la diáspora y en el Estado de Israel
actualmente.
Desde el principio
La historia de la tierra comienza en la Creación. Nuestros Sabios han insistido en la necesidad de
no tomar textualmente el relato de la creación, sino a extraer de él su sentido ético-moral y
filosófico. Esto es aplicable también al tema de la ecología.
En nuestra tradición el hombre aparece como dueño de una dualidad única. Por un lado es parte
de la naturaleza, por otro, es capaz de trascenderla. Esto le da un status único en comparación al
resto de las criaturas.
El nombre del primer humano lo demuestra: Adam, el que fue hecho de la Adamá, de la tierra.
Hombre y tierra están interrelacionados. El hombre es parte, como dijimos, de la naturaleza, pero
también es dueño de la facultad «cuasi-divina» de reinar sobre lo creado.
Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra y conquistadla, y reinad sobre los peces del mar, las
aves del aire y todas las cosas vivientes. Génesis 1:28
Pero esta actitud se debe contraponer con otra sentencia bíblica: La tierra es Mía, ustedes son
mis inquilinos. Levítico 25:23
Por eso, el judaísmo desarrolló el doble concepto del hombre como «depositario» de lo creado
pero también como socio de Dios en la maravillosa tarea de la Creación. Por un lado tenemos la
posibilidad de crear, recrear y enriquecer nuestro medio. Por otro, sólo se nos ha «prestado» el
mundo por algunos años; no podemos hacer de él cualquier cosa.
Estas dos premisas, que parecen ser magistralmente ignoradas por el hombre moderno, nos
hablan de un concepto fundamental a partir del cual el hombre debe relacionarse con su medio.
Un Midrash1 se pregunta por qué el hombre fue creado en el último de los días de la creación.
Un sabio contesta: «Para que todo hombre pueda decir, para mí fue creado el Mundo», mientras
que otro contesta: «para que seas humilde, pues aún el más pequeño de los insectos fue creado antes
que tú». Sintetizan nuestros sabios que el hombre debe llevar en sus bolsillos estos midrashim. El
mundo fue creado para mí, pero no por mí, para mí pero no sólo para mí.
La creación es en un principio sumamente armoniosa. Luego de crear cada cosa dice la Biblia
que «Dios vió que era bueno»; luego de terminar la Creación completa Dios ve que hine tov meod,
era muy bueno. Las partes solas son buenas, el todo, en el que las partes armonizan, «muy bueno».
Las fuentes judías han dedicado especial atención a la preservación del medio ambiente al poner
diques a las acciones del hombre tanto en el dominio privado como en el público.
Las leyes judías se originaron en un contexto muy distinto al actual pero siguen teniendo
vigencia para enfrentar los grandes retos ecológicos que se le presentan a la humanidad.
En la Biblia no figura ningún vocablo que equivalga a «Naturaleza». El término hebreo
correspondiente a éste, teva, comenzó a utilizarse en tiempos pos-bíblicos. No hay en la Biblia una
«teoría» de la Naturaleza, pero en ella se encuentran testimonios de variadas reacciones humanas
ante el espectáculo del cosmos. El concepto de Naturaleza está unido al de Creación.
Para la Biblia «Amar» y «Conocer» son sinónimos «Y Adam “conoció” a Eva…» (Génesis). No
se puede respetar y querer aquello sobre lo que no se sabe. Es por ello que la Biblia y el Talmud2
abundan en descripciones de los procesos del mundo natural.
Nuestros sabios daban muchísima importancia al aprendizaje sobre el hábitat del hombre. Los
profetas, por ejemplo, utilizan constantes «metáforas ecológicas» que demuestran su conocimiento
del medio. La tradición atribuye a un mismo autor, al rey Salomón, tres libros que traducen
actitudes distintas ante la Naturaleza: Proverbios, Eclesiastés y Cantar de los Cantares.
En los libros de Job, de Jeremías, en los Salmos y en otros libros bíblicos se traduce la
convicción acerca de la regularidad de la Naturaleza, entendida, no como un principio metafísico,
sino, sencillamente como el conjunto empírico de los seres y fenómenos accesibles a la percepción
humana.
En los textos del profeta Jeremías vemos a un gran conocedor y amigo de la vida campestre,
tenía en medida mayor que los primeros profetas un vivo sentimiento de la naturaleza. Observador
de fenómenos naturales y persuadido de la vigencia de la legalidad en la Naturaleza, muchas de sus
imágenes están tomadas del campo, de la selva, del desierto. El que hombre empiece ya a
observarlos, podría ser el origen de un concepto de ciencia... pero éste es un tema de otra
conferencia.
Jeremías pone de manifiesto que la noción de ley natural no era ajena al pensamiento judío de la
época de su composición.
En el libro del profeta se halla «el descubrimiento de la Naturaleza en la literatura hebrea».
En la Biblia el hombre admira el orden de la Naturaleza; se asombra ante su armoniosa unidad,
ante sus grandes masas; ve lo sublime de la fábrica del cosmos; canta el múltiple espectáculo de
bellezas naturales con alegría. Es un documento de variadas reacciones humanas ante el mundo
físico.
Otro sentimiento humano frente a la naturaleza que encontramos en la Biblia se halla el del
respeto a los seres que la habitan.
En el Génesis, allí donde se hace el relato del Diluvio y la gracia que Noé encontró a ojos de
Dios, aparecen simultáneamente el cuidado que el Señor prodiga a todo ser viviente y la preferencia
por el hombre de virtud.
Con Noé celebra Dios después del Diluvio un pacto que define el derecho natural de todo ser
humano. Pero Dios advierte que es pacto no sólo «entre Mí y vosotros», sino pacto «con toda alma
viviente de toda carne». Dios cuida de todos los elementos del mundo que «Él creó». El hombre, a
su turno, ha de respetar lo que Dios ha creado. En el capítulo IX del Génesis Dios bendice a Noé y a
sus hijos. Les entrega los animales de la tierra y las aves de los aires y todos los peces del mar:
«Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento así como las legumbres y hierbas yo lo
he dado todo».
Hasta Noe, no es incorporada en los textos sagrados, la carne a la alimentación del hombre. La
alimentación que Dios quería para sus criaturas era de vegetales y frutas, vegetariana.
El hombre es el centro de la creación, mas al satisfacer las necesidades de su subsistencia no
habrá de ensañarse con ningún animal: «Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis». De
aquí se deriva una de nuestras principales normas dietéticas, el desangrar completamente al animal
y matarlo con el menor sufrimiento posible. La ciencia actual ha constatado estos hechos. Es bien
sabido que las cualidades alimenticias son mucho mayores en aquellos animales que han sido
matados siguiendo estas normas sobre el menor sufrimiento.
De acuerdo al texto bíblico, base del judaísmo, la tierra no le fue concedida al hombre para que
se adueñara de ella, sino para que actuara como su guardián, manteniéndola y preservándola en
beneficio propio y de las generaciones venideras ya que la mente y el espíritu del hombre también
están sujetos a la influencia ambiental.
Para proteger nuestra Tierra deben salvaguardarse sus recursos. Así, si prestamos atención muy
atrás en nuestra historia, cuando hace cuatro milenios el patriarca Abraham se separa de su sobrino
Lot, lo justifica con «que la tierra no es suficiente» para que la habitasen juntos. En efecto,
apacentar excesivo ganado, especialmente ovino, puede esterilizar un área fértil de pastoreo. Por
ello Abraham y sus rebaños toman la dirección opuesta de Lot, hacia las sierras de Jebrón, en donde
el patriarca elige morar en el encinar de Mamré y no sobre suelos cultivados. (Génesis 13-1-18).
Cuidado de las Plantas y los Árboles.
Uno de sus deberes prioritarios es la protección del ambiente natural. Así Adán, el primer
hombre, es colocado en el Jardín de Edén, para «trabajarla y cuidarla». (Génesis 2:15).
La Torá introdujo el concepto de la ecología en el mundo; sus mandatos prohíben al hombre
ejercer una irreflexiva interferencia sobre los procesos naturales que hacen posible la vida sobre la
Tierra.
Cuando en Bereshit/Génesis 1:28 leemos: ...Sed fructíferos y multiplicaos; llenad la tierra y
sojuzgadla..., de ninguna manera significa que el hombre manifieste una brutalidad insensible
contra el mundo subhumano y que su derecho a sojuzgar la naturaleza sea ilimitado. Muy por el
contrario, el rol dominante del hombre en el mundo implica la correspondiente responsabilidad por
mantener el orden natural.
La Torá contiene diversos preceptos tendientes a regular la relación armónica entre el hombre y
la naturaleza.
Y cuando entréis a la tierra y plantéis cualquier árbol frutal habréis de alejar como incircunciso
a su fruto. Tres años serán para vosotros alejados, no se habrá de comer. Al cuarto año todo su
fruto será consagrado en alabanzas al Creador. Al quinto año comeréis su fruto. (Levítico 19:2325).
Los sabios judíos infieren de estos versículos bíblicos que al consagrarse los frutos a Dios éstos
adquieren una proyección y un valor especiales. Así, equiparan el cuidado del árbol, del que
depende la vida del hombre, con la devoción al Todopoderoso.
Posteriormente, en el Midrash Halajá (conjunto de leyes judías orales) se amplía la prohibición
en lo que se refiere a destruir árboles por falta de riego. Maimónides, filósofo español del siglo XII,
reafirmaba esta postura cuando afirmaba: «Aquél que corta un árbol frutal en todo lugar se
equivoca».
Esta norma es tanto religiosa como ecológica y nos habla de la necesidad de dejar a la Naturaleza
repoblarse para evitar su agotamiento.
Torá y ecología: no destruirás
También la Torá en este punto sobre el cuidado de plantas y árboles introduce un concepto de
gran contenido ambiental, se trata del Bal Tashjit.
Del concepto de Bal Tashjit (no destruirás), el veto talmúdico contra la dilapidación y la
destrucción, deriva de la prohibición bíblica de no destruir árboles, «no destruirás»; se prohíbe al
hombre estropear lo que Dios ha puesto sobre la tierra y se le invita a no abusar de su posición de
rey de la creación. De acuerdo con la tradición oral judía, el ser humano en este mundo se asemeja a
un extranjero o residente temporal. Le está prohibida la destrucción de la propiedad del prójimo y
de la suya propia.
Este se desprende de una sentencia que figura en el libro Devarim y nuestros sabios desprenden
una regla general la mitzvá de Bal Tashjit. «No destruir, no dilapidar, no despilfarrar».
La mención de destruir «alzando un hacha» no es tomada por la ley judía como el medio
exclusivo de destrucción, sino que queda prohibida cualquier clase de depredación, como por
ejemplo el desvió de canales de riego sin los cuales el árbol se marchita y muere. Asimismo la
noción de «árboles de frutos» se extiende hasta cubrir prácticamente todo lo demás, y no solo
árboles. Cualquiera que rompa vasijas, que derrumbe lo que esta construido, que detenga fuentes o
desperdicie la comida de una manera destructiva, transgrede el mandamiento de Bal Tashjit. Los
Sabios del Talmud hicieron una prohibición general en contra del desperdicio. Bal Tashjit prohíbe
la destrucción completa o incompleta, directa o indirecta, de cualquier objeto de beneficio potencial
para la gente. El Talmud (Berajot 52b) menciona que se debe enseñar a los judíos, desde muy
jóvenes, que es un pecado desperdiciar hasta la mas mínima cantidad de alimento. Rabí Aharon de
Barcelona, autor del Sefer Hajinuj (siglo XIV) afirma que el propósito del mandamiento es entrenar
al hombre a amar el bien absteniéndose de toda destructividad, porque esa es la vida de los
piadosos... aman la paz, son felices cuando pueden hacer el bien a otros y acercarlos a la Torá, y
no harán que ni un grano de mostaza se pierda para el mundo....
Bal Tashjit tiene, por un lado, un profundo significado social. Se nos prohíbe destruir o
despilfarrar ciertos recursos (naturales o artificiales) cuando nuestro prójimo carece de ellos («No
derrame el hombre agua de su cisterna cuando otros la necesitan» - Lebamot). Por otro lado las
implicancias ecológicas de Bal Tashjit son más que obvias pues si se nos prohíbe arruinar los
árboles en época de guerra, lo cual es realmente, una situación extrema -dicen los comentarios
bíblicos- mucho más aún, este precepto debe ser cumplido en época de paz.
En nuestros días, cuando cada año, la tala indiscriminada acaba con 150.000 Km. cuadrados de
bosque, estas palabras adquieren carácter profético. Cuando la tala de la selva Amazónica cambia el
clima del planeta, las palabras de los sabios de Israel adquieren nueva vigencia.
Otro concepto vital de nuestras fuentes lo leemos en Levítico 19:23: Cuando entren en la Tierra,
planten en ella…
La interpretación de este versículo por los sabios es que: «Aún si encontrareis la Tierra llena de
árboles, no digáis ‘sentémonos y no plantemos’, para no enseñar a los vecinos a pensar de forma
egoísta. Ni hay que decir: ‘ya soy viejo, ¿cuánto más viviré? ¿Para qué he de plantar para otros?’ Ya
que así como Dios plantó para el hombre y así como tus padres plantaron para ti, así tú únete y
asóciate al proyecto de cultivar y mejorar el mundo, sembrando tus propias semillas».
Estos preceptos sobre el cuidado de plantas y árboles están vigentes en nuestros días en todas las
comunidades de la diáspora.
Año sabático
La ley para el descanso de la tierra es la shemitá o Año Sabático -el dejar de sembrar la tierra
durante doce meses cada siete años- y tiene la finalidad principal de cuidar la fertilidad de la tierra,
ya que ésta debe reposar de la labor del hombre:
Seis años habrás de sembrar tu campo, seis años habrás de podar tu viña y recogerás el
producto de la tierra. Y en el año séptimo de descanso y reposo será para la tierra, Shabat ante
Dios. Tu campo no habrás de sembrar y tu viña no habrás de podar. (Levítico 25:3-4).
Este precepto es complementado con un pasaje con implicaciones sociales (Éxodo 23:10-11) en
el que se indica que los frutos del séptimo año deben ser para los necesitados.
También el filósofo Maimónides dedica muchas páginas de su Guía a esta cuestión (3:31) y
explica que la finalidad del año de barbecho no se reduce a la conmiseración y liberalidad hacia los
hombres sino también a que la tierra se torne más fértil, fortaleciéndose por el descanso.
Después de que siete años de Shemitá han pasado, cuarenta y nueve en total, el año cincuenta es
Iobel, un año de Jubileo. Los esclavos son liberados, las tierras familiares que se han vendido
regresan a sus propietarios y la tierra recibe un año extra de descanso. El siguiente ciclo de siete
años comienza en el año número cincuenta y uno. Iobel puede suceder solamente cuando la mayoría
del pueblo judío se establezca en su tierra natal.
Shabat
El Shabat es un día sagrado para nuestro pueblo. El hombre, hecho a imagen de Dios, está sujeto
a preceptos entre los que figura el descanso sabático. La prescripción de este descanso se extiende a
las bestias del trabajo: Seis días harás tus negocios, y al séptimo día holgarás a fin de que
descansen tu buey y tu asno y tome refrigerio el hijo de tu sierva y el extranjero… (Éxodo, 23:12).
Esta prescripción se repite en otros textos de la Biblia. En Deuteronomio se detalla: Y llamó
Moisés a todo Israel, y les dijo: Oye, Israel, los estatutos y derechos que yo pronuncio hoy en
vuestros oídos; y aprendedlos y guardadlos, para ponerlos por obra... Seis días trabajarás y harás
toda obra, más el séptimo es reposo al Señor tu Dios: ninguna obra harás tú ni tu hijo ni tu hija, ni
tu siervo ni tu sierva, ni tu buey ni tu asno, ni ningún animal tuyo, ni tu peregrino que está dentro
de tus puertas: porque descanse tu siervo y tu sierva como tú (Deuteronomio 5:13-14).
El Shabat contiene un hondo principio de armonía entre el hombre y la naturaleza. Establece o
re-establece la armonía original entre el hombre y el mundo, estando vedado por un día toda
modificación o alteración de la naturaleza.
El hombre puede gobernar sobre la naturaleza pero no arruinarla. Y esto... solo durante seis días
a la semana. En el séptimo día, Shabat, debe cesar completamente su interferencia en la naturaleza
(esa es la definición que la ley judía da al termino melaja, trabajo) y con este acto de renunciación
demostrar su conocimiento de que la tierra es de Dios. En Shabat el hombre debe dar cuenta a su
Propietario sobre la forma en que ha dispuesto de la tierra en los días en que la domino.
Los tipos de trabajos no permitidos se dividen en tres categorías principales: los trabajos de la
tierra, la preparación de la comida y la actividad artística.
En el ritual del Shabat se recitan las bendiciones del pan y del vino que da la Tierra.
Contaminación ambiental
Los sabios del Talmud se preocupaban por el daño que los seres humanos pudieran ocasionar a
su hábitat y por las consecuencias que esto acarrearía. Los tribunales rabínicos protegían la vida
ciudadana y supeditaban los intereses particulares a los de grupo. Por ello establecieron una serie de
normas para la convivencia urbana que limitaba la existencia de diversas industrias cerca de la
ciudad como los graneros, ya que el polvo se esparcía por toda la zona, o los mataderos y los
cementerios, para evitar el mal olor.
Los sabios judíos también trataron de alejar el humo de las ciudades por lo que establecieron la
prohibición de levantar en Jerusalén hornos para la producción de cal o usos propios de la alfarería.
El Talmud justifica esta prohibición porque la producción de hollín, de acuerdo con los
comentaristas bíblicos, «ennegrece las paredes y produce un daño tal que no existe posibilidad de
que alguien se habitúe a él».
El agua
En la antigua Judea el agua potable escaseaba por lo que las autoridades rabínicas también
consideraron pertinente legislar sobre ella. Distintos pasajes talmúdicos se refieren a la
contaminación del agua: «En cualquier pozo cuyas aguas estén destinadas sólo a beberlas está
prohibido todo tipo de lavado». Asimismo se prohíbe beber agua estancada o contaminada y no se
aconseja erigir un pozo de aguas negras cerca de uno de agua potable. Las autoridades rabínicas
trataban de evitar que las aguas negras contaminaran. El lavado de los pozos no debía realizarse en
invierno sino en época de lluvias. La Mishná3 advierte que hay que evitar la contaminación de los
suelos a través de la filtración de los desechos industriales provenientes de las aguas con que se
trabajaba el vino, material frecuentemente utilizado en la antigüedad.
En Israel el agua es un recurso tan preciado que las lluvias tienen nombre: Ioreh, la primera
lluvia del año, Gueshem, las fuertes lluvias invernales y Malkosh las últimas lluvias primaverales.
Zonas verdes
La preservación de los espacios verdes o parques dentro de las zonas urbanas o en sus cercanías
también fue fuente de preocupación para los hebreos desde la antigüedad. En la Torá4 encontramos
el ejemplo más antiguo de lo que hoy llamamos planificación urbana: En Números 35:1-7 se da la
orden para que los miembros de la tribu de Levy recibieran 48 ciudades, con sus ejidos. El ejido,
como lo explica Maimónides, estará ubicado alrededor de la ciudad y será para «embellecer a ésta y
no se podrá construir allí una casa y no se plantará un viñedo ni se sembrará».
Ciclo del año judío
Pero el conocimiento de los ciclos naturales se manifiesta en el ciclo del año judío.
Las festividades de nuestro pueblo, guardan una estrecha relación con las alternativas del año
natural y sus tiempos de lluvia, estaciones y cosechas. Cada una de nuestras festividades tiene un
sentido «natural».
Sucot -la Fiesta de las Cabañas- es la festividad de la recolección; se recolectan los frutos de las
cosechas anteriores y se pide por las lluvias para la próxima siembra.
Desde tiempos antiguos Sucot es la festividad más alegre de todas las celebraciones judías.
Comienza el día 15 del séptimo mes, y la primera noche generalmente es la primera noche de luna
llena del equinoccio de otoño o después de él. La primera razón para estar felices es la cosecha de
otoño, y no hay duda de que esta es una época en que nos sentimos cerca de la naturaleza, pero
sobre esa base se han agregado más niveles de sentido. Sucot marca un tiempo rico en símbolos.
Quizás el más obvio es la Sucá, la cabaña en la que a los antiguos hebreos se les ordenó «habitar»
durante siete días. El texto bíblico (Levítico 23, versículo 43) dice que la razón de esta práctica es
«para que vuestras generaciones venideras sepan que en cabañas hice Yo habitar a los hijos de
Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto».
Durante siete días se vive bajo la protección de la naturaleza. El endeble sjaj, techo de ramas y
hojas que cubre la sucá y representa según nuestros sabios, que de hecho, estamos bajo la
protección de la naturaleza toda.
En la festividad de Sucot Dios ordenó tomar cuatro especies: lulab: palma de palmera; etrog:
cidro; adás: mirto; y arabá: sauce. Uno de los motivos de estas cuatro especies es:
El etrog -cidro- tiene forma parecida a un corazón. Al cumplir con él el precepto de tomarlo en
la fiesta de Sucot, actúa como medio expiatorio de los pecados cometidos a través de pensamientos
salidos de nuestro corazón.
El adás -mirto- tiene las hojas similares a ojos. Al cumplir con él el precepto de tomarlo en la
fiesta de Sucot, actúa como medio expiatorio de los pecados cometidos a través de nuestros ojos.
Como está escrito: no se desvíen detrás de vuestros corazones y detrás de vuestros ojos
(Deuteronomio 15: 39)
El arabá -sauce- se parece a los labios. Al cumplir con él el precepto de tomarlo en la fiesta de
Sucot, actúa como medio expiatorio de los pecados cometidos a través de lo que nuestros labios
pronunciaron.
El lulab -rama de palmera- tiene un solo corazón. Así también Israel, tiene un único corazón,
dirigido solo hacia el Padre Celestial -Dios-. (Taamei Haminaguim 791)
Tu Bishvat. La fuente más antigua que tenemos en nuestro poder sobre el origen de la festividad
de Tu-Bishvat es la primera Mishná de Masejet Rosh Hashaná: «Cuatro son los años nuevos en el
calendario hebreo: El primer día del mes de nisán es el año nuevo de los reyes y las festividades, el
primero del mes de elul es el año nuevo para el cálculo del diezmo sobre los animales..., el primer
día del mes de tishrei es año nuevo para la cuenta de los años (para el cálculo de la Shemitá -año
sabático- y el Iobel –jubileo-), para las plantaciones y los cultivos agrícolas, y el primero de shevat
es el año nuevo para los árboles.
El «Año Nuevo de los Árboles» tiene una obvia implicancia ambiental, siendo su principal ritual
el plantado de árboles, aunque no el único. Esto data de la época del Talmud5, escrito entre los
siglos I y III de la era común. Y es la recopilación de la Ley Oral judía.
La razón de esta fecha y de la celebración es que en la Torá (Pentateuco) hay leyes que
establecen los distintos usos de los frutos de los árboles según su edad.
Por ejemplo, no se pueden comer los frutos que nacen durante los primeros tres años de vida de
un árbol. Para no tener que verificar el «cumpleaños» particular de cada especie, los rabinos de la
antigüedad fijaron el día 15 de shevat como la fecha en que cada árbol cumple un nuevo
aniversario.
El Talmud nos explica que el día 15 de shebat fue designado como el límite entre un año y otro
respecto a los frutos de los árboles, porque generalmente hasta esta fecha ya había caído la mayoría
de las lluvias del año y al llenarse los árboles de savia comienzan a crecer los nuevos frutos en los
árboles. Además el Talmud nos dice que los frutos que crecerán después del 15 de shebat son
considerados productos del nuevo año, pues hasta este día los frutos han crecido gracias a las lluvias
del año anterior, pero a partir de esta fecha crecerán gracias a las lluvias de este año que comienza.
Se acostumbra a comer frutos de los árboles y especialmente los frutos que fueron recordados en
el versículo de la Torá que alaba a la tierra de Israel. «Tierra de trigo y cebada, viñas, higueras y
granadas, tierra de olivos y de miel (de dátiles)» Devarim 8:8.
También se acostumbran a leer en éste día el libro Perí Etz Hadad en el que se recuerdan
distintas citas de nuestros Sabios referentes a los frutos de los árboles. En el ritual de Tu Bishvat,
según está especificado en el libro Jemdat Yamim, se bendicen los alimentos y se sirven higos,
granadas, etrog y manzanas.
En Pésaj, la festividad de la primavera, se celebra el renacer de la tierra luego del invierno, a la
vez que se siega la primera cosecha, la cebada.
Uno de los varios nombres que recibe esta festividad es justamente la de Fiesta de la Primavera,
que se celebra el mes de la primavera, en el 14 del mes de nisán. En la Torá la palabra «primavera»
señala el principio de la maduración de la cosecha y una vez finalizadas las lluvias invernales se
reza por rocío, única fuente de agua en los calurosos días estivales.
Otros nombres de ésta festividad son: La Fiesta de la Libertad (festejamos para recordar la
salida de Egipto); La Fiesta de las Matsot (del pan ácimo); La Fiesta de Pésaj (viene de ‘pasar’: el
nombre de la ofrenda del cordero pascual que se comió en Egipto). Me detengo en estos nombres
que recibe la festividad de Pésaj, pues cada uno de estos tiene que ver con algo relacionado con la
naturaleza.
El plato ritual de Pésaj (Kehará) tiene casi todos sus elementos de la naturaleza: apio, lechuga,
pasta de haroset (manzana, nueces, dátiles, especias, pasa de uva y vino), huevo duro y un trozo de
carne de cordero…
Es en esta fecha cuando se realiza la limpieza de primavera todavía en la actualidad… Se limpia
la casa en profundidad, se utilizan y se esterilizan la vajilla y utensilios que deben ser, en lo posible,
distintos a los de todo el año.
Pésaj es «el periodo del mes de la madurez» cuando la cebada sembrada en el invierno ha
madurado. El israelita debía presentarse en el Templo y traer el ómer, es decir las primeras siegas de
la nueva cosecha. En este día tenía que comenzar a contar cuarenta y nueve días hasta la próxima
festividad, Shavuot.
Shabuot. De las tres Grandes Fiestas Judías, Pésaj, Shavuot y Sucot, en las cuales durante la
existencia del Templo el pueblo todo caminaba en peregrinaje a Jerusalén, a la Casa de Dios,
Shavuot es la más pequeña en duración (un día en tierra de Israel; dos en la diáspora). Pero no cede
en importancia y en trascendencia significativa a las otras.
Es la fiesta de la naturaleza, la fiesta de los frutos primogénitos, se celebra la cosecha del trigo y
se juntan los bikurim, las primicias o primeros frutos Es el momento central y más alto de las
celebraciones de la historia judía: «el tiempo de la entrega de la Torá ». De esta manera se suman y
se funden los dos factores, el natural y el espiritual. Con esto demuestra el judaísmo que la
naturaleza y el espíritu no se contradicen ni están en pugna. El hombre de la Torá es, al unísono, el
hombre de la naturaleza.
Gran parte de los preceptos de la Torá están referidos al trabajo de la tierra.
Un agregado dietético
El Kashrut (del hebreo «correcto, apropiado»), es la parte de los preceptos de la religión que
trata de lo que los practicantes pueden y no pueden ingerir, basado en los preceptos bíblicos que
figuran en Levítico 11. Tales reglas, interpretadas y expandidas a lo largo de los siglos, determinan
con precisión qué alimentos se consideran como puros, es decir, que están en cumplimiento con los
preceptos de la religión, y cuáles no son kasher; llamados en hebreo trefá.
Usualmente se asocia la idea de kashrut con dos de las costumbres alimenticias de los judíos: la
que establece que los cárnicos no deben ser consumidos al mismo tiempo que los lácteos; y la que
prohíbe a los judíos comer carne porcina en cualquiera de sus formas (Levítico 11:7). Esta idea de
lo que es kasher es sólo parcialmente correcta, pues el concepto en realidad es mucho más vasto y
se extiende a prácticamente todos los alimentos, y ciertamente, a esos mencionados anteriormente.
Las leyes dietéticas judías no prescriben solamente una dieta para el cuerpo sino también para el
espíritu. Si bien es una dieta que mantiene el bienestar físico, su objetivo principal es mantener el
bienestar espiritual. Aún cuando algunas partes del código de la kashrut tratan de enfermedades y
daños a los órganos que transforman al animal en trefá (no apto), por razones que son
evidentemente higiénicas o relacionadas con la salud, y aunque los judíos nunca pusieron en duda el
contenido higiénico de las leyes dietéticas (los mandamientos del Señor no pueden ser sino
beneficiosos para el hombre en todos los aspectos, tanto físicos como espirituales), las
consideraciones higiénicas o de salud no fueron tomadas como el primer objetivo de la kashrut.
Más aún, la limitación de los animales que pueden ser consumidos, las exigencias de matanza ritual,
la eliminación de la sangre del cuerpo, la no cocción de carne y leche conjuntamente, no soportan la
validez de la teoría de las «antiguas medidas de salubridad».
Todas las leyes juntas conforman el concepto general de kashrut.

La primera regla indica qué animales nos es permitido comer y cuáles está prohibido
consumir. Esta norma se aplica a animales, aves y peces, existiendo señales específicas para
cada especie.

La segunda regla prohíbe el consumo de animales puros cuando se encuentran en las
siguientes condiciones: Ever min Hajái prohíbe comer carne arrancada de un animal; Jélev
prohíbe consumir la grasa que se forma bajo el diafragma; Dam está prohibido beber sangre,
aunque sea de un animal puro.

La tercera regla exige la shejitá, el sacrificio del animal según las leyes rituales de la Torá.

La cuarta regla, Basár Vejaláv, nos indica no cocinar ni comer carne junto con leche.
Existe una ética detrás de la kashrut que viene a enseñarnos respeto por la vida. Limitando la
libertad del hombre de comer cualquier animal de cualquier forma, se le enseña al hombre a
respetar la vida.
Ordena la Torá: Tampoco comeréis sangre, ni de aves ni de bestias, en ningún lugar en que
habitéis. (Vaikrá / Levítico 7:26)
Tenemos pues la obligación de eliminar hasta el máximo la sangre de aves y bestias de las que
queramos comer.
La matanza casher, que es realizada por un especialista, shoijet, debería ser con el mínimo dolor
posible. Aunque comer carne siguiendo ciertas normas de seguridad esta permitido en el judaísmo,
fue permitido como una concesión, y no como un ideal. En la sección BeHaloteja de la Torá, en el
libro de Números, Dios expresa su enojo con los Hijos de Israel por pedir carne, cuando Dios les
había dado el maná en el desierto.
Si bien los sacrificios animales estaban permitidos en el judaísmo, creo que esto estaba dentro de
cierto contexto cultural, y etapa en el desarrollo humano en la cual los sacrificios animales eran
universales.
Las leyes de Kashrut siendo, como son, una limitación a los animales que el hombre puede
incluir en su dieta, nos enseña que no todo lo que se encuentra sobre la faz de la Tierra está a
nuestra disposición absoluta, también nos muestran un lado ecológico.
Por otro lado, las normas de la Shejitá (matanza ritual de animales) se preocupan por causar el
menor sufrimiento posible al animal, enseñándonos un sentido de reverencia por la vida que
quitamos.
No obstante, cabe recordar que para nuestra tradición el ideal alimentario del hombre es el
vegetarianismo.
¿Por qué los religiosos aconsejan no comer carne de animal?, entre otras cosas por:

tzaar baalei jaim - sufrimiento innecesario de seres vivos;

bal tashjit - no desperdiciar los recursos naturales.
Actualmente en todo el mundo hay conciencia sobre el valor que debemos darle a los alimentos
que ingerimos. Estoy hablando de la comida ecológica, tan de moda en la actualidad y que en el
fondo no es diferente de la kasher. Actores, modelos, gente común, han reconocido el valor de esto.
En Estados Unidos, en Francia y en Inglaterra, entre otros países, en los comercios se vende comida
kasher junto a la ecológica y tiene gran aceptación.
Naturaleza y redención- Mesías ecológico
En nuestra cosmovisión, el proceso iniciado con la creación del mundo culmina con lo que
nuestra tradición llamó «El Fin de los Días» o la «Era Mesiánica». Este concepto es fundamental en
el judaísmo y representa la creencia en un tiempo futuro en el cual el Pueblo de Israel será redimido
y reinará la armonía entre todos los pueblos de la Tierra.
Y transformarán sus espadas en arados y sus lanzas en instrumentos de labranza. No alzará la
espada nación contra otra, no se ejercitarán más para la guerra. Isaías 2.
Esta era de paz y hermandad entre los hombres se basa en la idea de que vivimos en un mundo
totalmente perfectible y que podemos encarar un proceso para «humanizar» y perfeccionar al
mundo y a nosotros mismos (Tikun Olam).
Pero para nuestras fuentes, la visión del mundo ideal no sólo incluye una relación armónica del
hombre con su prójimo sino del hombre con su medio. «En ese entonces, pacerán juntos el lobo con
el cordero y tanto el buey como el tigre comerán heno y un niño pequeño los conducirá...»
La redención, el estado de armonía total, incluye tres ejes: Hombre con su prójimo, La naturaleza
entre sí, y Hombre con la naturaleza. Parece existir, según nuestras fuentes, una relación entre
justicia social y ecología. Quien no puede respetar a un árbol o una planta posiblemente tampoco
sea capaz de respetar a su prójimo.
Israel
Con la aclaración de que introduzca aquí algunos, muy pocos, datos sobre el Israel actual
referido a este tema, que quede la aclaración que los judíos que vivimos fuera de Israel, en la
diáspora, tanto religiosos como laicos, mantenemos una relación espiritual con la tierra de Israel y
en nuestros lugares de residencia somos responsables del cuidado y atención que damos al entorno
en que vivimos.
1. Desde 1901, en que se creó el Fondo Nacional Judío, Karen Kayemet, una institución
ecológica de Israel que ha utilizado su experiencia de forestación mundialmente conocida para
plantar más de 240 millones de árboles en Israel, transformando 100.000 hectáreas de tierra árida en
bosques de uso sostenible. Estos árboles han absorbido alrededor de 110 millones de toneladas de
carbono de la atmósfera. Planta cada año más de dos mil hectáreas de nuevos bosques y ha
construido más de un centenar de parques de recreación y más de veinte forestales, anunció la
creación del Programa: JNF GoNeutral – Un Movimiento de Medio Ambiente para el Mañana.
También apoya otros proyectos de vanguardia sobre Medio Ambiente, tales como la
investigación y desarrollo de fuentes de energía alternativa, desalinización del agua y técnicas de
reciclaje, administración de tierras áridas, y lucha contra la desertificación.
2. El arroyo Kishón, que desemboca en la bahía de Haifa, es conocido desde tiempos bíblicos.
En ese entonces la mano del hombre no llegó a dañarlo pero ahora, la situación se modificó. En vez
de protegerlo y gozar de sus aguas y del paisaje que lo rodea, esta joya de la naturaleza está
contaminada por la mano del hombre. La directora de la Autoridad del Arroyo Kishón ya hizo
público que, en la zona de las piletas del arroyo junto a la ciudad de Nesher, se construirá un parque
de 7.000m2.
Fiel a la tradición judaica de protección de la naturaleza, el Estado de Israel creó en 1964 la
Dirección Nacional de Reservas Naturales. Casi trescientas reservas ya han sido demarcadas,
cubriendo una extensión de ciento sesenta mil hectáreas. Las especies salvaguardadas en ellas
incluyen vegetales como el roble y la palmera, y animales como el leopardo, la gacela, íbice y el
buitre. En cuanto a los animales, las fuentes bíblicas son muy específicas en su protección.
El judaísmo del siglo XXI y la ecología
Shejitá. El Rabinato judío, en una noticia del mes de diciembre de 2007, ha anunciado que
cambiará las normas de sacrificio animal en Israel y América Latina para que la muerte de los
animales sea más «humana», con el objetivo de minimizar el sufrimiento animal. El Rabinato
pedirá a los mataderos que sacrifican a los animales siguiendo las leyes rituales de la Torá (shejitá),
que cambien el actual método de sujetar a las reses con grilletes y levantarlas por una técnica más
novedosa conocida como «redil rotante».
Estados Unidos, Boston. Una corte rabínica de Boston declaró no kasher las uvas arrancadas
por trabajadores chicanos oprimidos.
Conclusión
Una aclaración importante. Para el judaísmo, la Naturaleza no es «divina». Sólo Dios es divino y
la naturaleza es obra suya.
La naturaleza era para el judaísmo una realidad secundaria y el hombre, a imagen y semejanza de
Dios, está ubicado entre dos mundos: el de la naturaleza y el del espíritu.
En numerosos pasajes de la Biblia aparece la naturaleza como compañera del hombre en el
drama de su vida. Escenario de afanes, de los triunfos, de los pecados y de las derrotas del hombre.
La naturaleza no era un testigo indiferente de lo que al hombre le acontecía. Para el judío hasta
cabía que por virtud de su conducta, surgiera una inédita armonía entre la naturaleza y él.
El judío sabía reconocer la regularidad de la naturaleza, admirar su belleza, conmoverse ante su
sublimidad y respetar los seres que la integran. La juzgaba íntimamente ligada a la realización de
los ideales morales del hombre en la historia. Por eso el profeta pudo vislumbra un tiempo en el que
el cordero convivirá con el lobo, sin riesgo y sin temor.
Un relato talmúdico de rabí Eleazar compara la creación del mundo con la de un rey que creó un
palacio en un basural. Nuestra misión es en efecto convertir nuestra casa en un lugar agradable y
placentero. Esa sería la mejor alabanza al Creador, puesto que ya lo dice el salmo: iehalelú
Hashamaim vehamaim...: Lo alabarán los cielos y las aguas. Límpidos los unos, cristalinas las otras.
La convicción del judaísmo es que el hombre es quien disfrutará de este acercamiento máximo a
Dios en el Mundo Futuro, y por consiguiente llenará el propósito de Dios en la creación. Por ello
nos dice a través de su profeta Isaías (45:12) Yo hice la tierra, y creé sobre ella al hombre.
Dios creo al hombre al final de la creación, de manera que todo el mundo estuviera preparado
para recibirlo. Cada hombre debe considerarse personalmente como un socio de Dios en la
realización de este propósito (Tikun Olam). La creación existe por el bien del hombre, y es el deber
del hombre trabajar para completar la obra de Dios.
Un breve cuento para concluir mi exposición. Un grupo de gente estaba en un barco; de repente,
un hombre empezó a perforarlo debajo de su asiento. Cuando la gente comenzó a quejarse, él
replicó: «¿porqué se quejan?, después de todo estoy perforando debajo de mi propio asiento».
Finalmente, un hombre sabio le respondió «todos estamos en el mismo bote. El agujero puede estar
debajo de tu asiento, pero el agua que entra hará que el bote se hunda junto con todos nosotros»…
En el amor y respeto a la naturaleza, todos estamos en el mismo barco y toda buena acción o
mala acción que llevamos a cabo afecta a toda la humanidad… Esta es la razón por la cual Dios nos
puso a todos en el mismo bote espiritual.
He hablado sobre judaísmo, cosa que en esta conferencia me toca, pero no olvido que en otras
fuentes religiosas como el cristianismo, el Islam y el budismo, también vienen recogidas actitudes y
normas positivas y hoy aquí nos encontramos para conocer y reconocer el valor universal de la
relación del hombre con su entorno vital, la importancia capital que en la vida de la Tierra tiene el
cumplimiento de todo lo que signifique preservar nuestro medio ambiente.
Cuidar de la Naturaleza es cuidar de nosotros mismos.
Bibliografía
Enciclopedia Judaica. http://www.jewishencyclopedia.com/
En Coloquio, Publicación del Congreso Judío Latinoamericano, Argentina, 1990
La Biblia, volumen I. Editorial Sinaí, Tel Aviv, Israel, 2001
NOTAS
1
Midrash es un término hebreo que designa un método de exégesis de un texto bíblico, dirigido al
estudio o investigación que facilite la comprensión de la Torá. El término midrash también puede
referirse a una compilación de enseñanzas midráshicas en forma de comentarios legales, exegéticos
u homiléticos del Tanaj (Biblia hebrea). Biblia Hebrea o Tanaj es la Ley escrita que recoge la
palabra revelada.
2
Talmud: escrito entre los siglo I y III de la era común es la recopilación de la Ley Oral.
3
La Mishná (del hebreo «estudio, repetición»), es un cuerpo exegético de leyes judías compiladas,
que recoge y consolida la tradición oral judía desarrollada durante siglos hasta los tiempos de la
Torá o ley escrita, y hasta su codificación a manos de Rabí Yehudá Hanasí, hacia finales del siglo
III. La Mishná, es la llamada «Torá oral » y contiene los fundamentos de la Torá que se enseñaron
oralmente desde Moshé Rabeinu hasta Rabí Iehuda Hanasí.
4
Torá es una palabra hebrea que significa enseñanza, instrucción, o más específicamente ley. En su
sentido más amplio se utiliza habitualmente para designar a la totalidad de la revelación y
enseñanza divina al pueblo de Israel. En un sentido más restringido se refiere únicamente al texto de
los cinco primeros libros de la Biblia (que para los cristianos se llama Pentateuco ).
Estos libros son:
 Génesis (Bereshit),
 Éxodo (Shemot),
 Levítico(Vayikrá)
 Números (Bemidbar) y
 Deuteronomio (Devarim)
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