Beatriz Regodón Virgos - IES Francisco Javier de Uriarte

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Autora: Beatriz Regodón Virgos
Le abrió una mujer que, muy apurada, le presentó a su hija de seis años, llamada
Laura y, después de enseñarle la casa, se marchó.
Rocío se acercó a la niña y la saludó. Esta se marchó corriendo, sin hacerle caso,
a ver la tele. Rocío fue a sentarse con ella, e intentó conversar con ella, pero Laura cogió
un cojín y se lo tiró. Entonces, Rocío, le dijo que si quería ir a dar un paseo o a jugar
con las muñecas, pero Laura la ignoró. “Que niña más maleducada, me va a costar lo
suyo hacerme su amiga”, pensó, desconsolada. Se giró hacia la tele y vio que Laura
estaba viendo un programa en el que sólo contaban cuentos. A Rocío se le ocurrió una
idea:
- ¿Te gustan los cuentos? ¿Quieres que te cuente uno?
Inmediatamente, Laura la miró y asintió, expectante.
- Vamos a dar un paseo y te lo cuento – Le dijo Rocío.
La niña volvió a asentir, y Rocío le puso el chaquetón. Luego salieron a la calle
y se fueron al Retiro. Allí se sentaron cerca de las estatua del Ángel Caído, y Rocío le
empezó a contar una historia de princesas, caballeros y brujas. Así empezó Rocío a
conocer a Laura, y cada día volvían al parque para contarle cuentos, y así, con los
cuentos, le enseñó a contar, leer, sumar...etc.
El mes se pasó volando, y Rocío cobró su sueldo, que, como siempre, fue directo
a la caja de ahorros para el viaje a Londres. Ese mismo día, sin embargo, recibió una
triste noticia, ya que le llamaron para comunicarle que su padre, el único pariente vivo
que le quedaba, había muerto en la guerra de Siria, donde había sido destinado
Se pasó todo el día llorando, y a la mañana siguiente fue a trabajar con los ojos
enrojecidos. Laura, al verla, se preocupó y le preguntó lo que había pasado, pero Rocío
no le contestó.
Con los días, volvió a ser la de siempre, una chica muy alegre. Un día la madre
de Laura, Sara, le preguntó que sí quería ir a la casa de campo que tenían con su hija,
pues a esta le venía muy bien el aire puro. Rocío aceptó encantada, y al día siguiente se
fueron para allá, mientras Sara y su marido se iban de crucero.
Se quedaron toda la semana en la casa, muy contentas, hasta que un día Rocío
vio en las noticias que se había hundido el crucero en el que viajaban sus padres y que
no había supervivientes. Llorando se lo dijo a Laura, que se marchó corriendo y no
volvió hasta el anochecer. Entonces Rocío la adoptó, y allí están viviendo juntas.
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