Cristo, el Revelador de Dios y Su Clara Interpretación

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Cristo, el Revelador de Dios y Su Clara Interpretación
Un Mensaje navideño
Por Eliseo Hernández
Usado con permiso
La creación y la naturaleza toda, revelan el poder y la sabiduría de Dios, pero Jesucristo nuestro
Señor revela a Dios mismo en todos sus atributos; pues él mismo es Dios encarnado, bendito por los
siglos de los siglos. Jesucristo es la revelación suprema, la clara interpretación de Dios a los
hombres. Podemos decir que Jesús nos interpreta a Dios en nuestro lenguaje. La Biblia nos dice
sencillamente: Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los
padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo; el cual, siendo el
resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la
palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de si
mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas (He 1:1-3). Jesucristo es Dios
hablándonos; es Dios con nosotros. Él no vino para revelarnos la creación, para interpretar la
ciencia o para enseñarnos filosofía. Vino, y trajo al mundo lo que el mundo necesita: El
conocimiento claro de Dios, la grandeza de su amor y de su gracia salvadora, la salvación por medio
de su obra redentora, la paz, el gozo, y la felicidad a los que le reciben como salvador.
Para el Padre celestial, la Navidad significó la entrega de su Hijo único y bien amado. Para el Hijo,
significó el abandono de la gloria, para bajar a esta tierra a buscar y salvar lo que se había perdido, y
ser obediente hasta la muerte, para efectuar nuestra eterna redención. Para el mundo significa que
Dios ha provisto un salvador. Para los hombres significa que Dios ofrece salvación eterna, gratuita,
completa, perfecta y sus gloriosos resultados de gozo y paz. Vemos a los magos a los pies de Cristo,
ofreciéndole oro, incienso y mirra. Que el espíritu de adoración al Cristo, ser de la gloria, se
manifieste en nosotros. ¡Feliz Navidad con Cristo!
"Hasta Aquí Nos Ayudó Jehová"
Tomó luego Samuel una piedra y la puso entre Mizpa y Sen, y le puso por nombre Ebenezer,
diciendo: Hasta aquí nos ayudó Jehová. Así fueron sometidos los filisteos, y no volvieron más a
entrar en el territorio de Israel; y la mano de Jehová estuvo contra los filisteos todos los días de
Samuel (1a S. 7:12, 13). Las palabras "Hasta aquí", se parecen a una mano señalando el pasado: 20
años, 30 u 80, etc., en estado de pobreza o en la riqueza, en enfermedad o salud, en honra o en
deshonra, en perplejidad o en alegría, en prueba o en triunfo, en oración o en tentación, Hasta aquí
nos ayudó Jehová. Nunca nos ha fallado; no nos fallará: Es fiel siempre. ¡Grande es la fidelidad de
Dios; grande es su misericordia!: Por la misericordia de Jehová no hemos sido consumidos, porque
nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad. Mi porción
es Jehová, dijo mi alma; por tanto, en él esperaré (Lm. 3:22-24). San Pablo nos da tres reglas para
afrontar el futuro con éxito: Una renovación muy necesaria, un sacrificio vivo y un servicio
efectivo. Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros
cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis
a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecto. Digo, pues, por la gracia
que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el
que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a
cada uno (Ro 12:1-3). El creyente debe ser renovado, y esto, de día en día en la lectura de la
Biblia. También su vida debe ser empleada y gastada para la gloria de Dios, y se ha dicho que el
camino real de servicio del Rey se pavimenta con sacrificio. ¡Bendita su ayuda!
Empezando un Nuevo Año
Aquí está ya un año nuevo; abre la puerta a un principio nuevo. Nos da la oportunidad de olvidar:
Olvidando ciertamente lo que queda atrás y extendiéndome a lo que está adelante, prosigo al
blanco, al premio de la soberana vocación de Dios en Cristo Jesús (Fil 3:13,14). Es un tiempo
excelente para avanzar hacia lo mejor. Olvidemos los fracasos del pasado, las flaquezas, las caídas,
y ocupémonos en lo futuro y en las posibilidades que encierra mediante la ayuda de Dios.
Olvidando todo lo malo, lo negativo y lo perjudicial, impulsemos todo lo bueno como nos ha dicho
Pablo. Olvidemos los errores, defectos y ofensas de los demás y recordemos sus bondades y demás
cualidades o virtudes. Olvidemos las cosas desagradables como la incertidumbre y el miedo, y
recordemos las cosas agradables: anhelos cumplidos, victorias o triunfos alcanzados y múltiples
beneficios recibidos. Demos gracias a Dios por ellos. Olvidemos los disgustos del pasado y
recordemos las horas felices de la presencia y la bendición de Dios. Ciertamente los tiempos
presentes son de crisis, oscuridad y confusión, pero en medio de las sombras que nos rodean
tenemos a Jehová: Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi
vida; ¿de quién he de atemorizarme? (Sal 27:1). Dios es quien corona el año con sus misericordias
y bendiciones. Embellezcamos nuestra alma con la gloria y la bendición de la presencia de Dios,
despidiendo al año que se va con gratitud, y esperando al año nuevo, confiando en las promesas de
él: Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad (Lm. 3:23).
Elisa Aponte ha puesto la existencia humana en perspectiva:
"Solo se es feliz con Dios"
Las horas más tristes, las horas más negras
de crueles angustias, de rudo penar,
Son horas que enseñan a ver que este mundo
es mera falacia, impureza, maldad;
Entonces el alma sedienta de gracia
se humilla ante el cielo implorando piedad
Y Dios que nos ama le da el consuelo,
la eleva, la ensalza, le da dulce paz.
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