LOS MORDISCOS Uno de los comportamientos agresivos más habituales en los niños/as de uno a tres años es dar mordiscos. Para que esta conducta no se llegue a convertir en un hábito, es importante ofrecerle al niño/a otras maneras de expresarse y relacionarse con sus compañeros/as. Si sólo se le riñe y penaliza sin mostrarle alternativa no estamos fomentando su expresión emocional sino más bien todo lo contrario. La forma más eficaz de tratar este problema es entender por qué muerden los niños/as. Existen varias razones que les impulsan a ello: • Experimentan mordiendo. Los bebés y los niños/as muerden para experimentar y conocer el mundo que les rodea. Todo se lo llevan a la boca y no son capaces de entender la diferencia entre morder un objeto y morder a una persona. En este caso es preciso decirle “no” al niño/a inmediatamente y con voz firme, y darle diferentes tipos de juguetes para tocar, oler y chupar. Cuando les salen los dientes muerden para calmar las molestias. Conviene darles juguetes fríos para los dientes o comidas fáciles de masticar (pan, galletas) • El mordisco como forma de comunicación. Los niños/as en estas edades no tienen adquiridas las habilidades lingüísticas necesarias para poder expresar sus sentimientos o deseos y el mordisco se convierte en una manera de expresar lo que quieren. • Como forma de interacción social. El niño/a está aprendiendo a relacionarse con los demás y para ello necesita experimentar mucho en la interacción con las personas para ir adquiriendo y desarrollando las habilidades sociales. Cuando están aprendiendo a jugar con otros niños/as se puede intentar guiar los comportamientos bruscos (por ejemplo, enseñarles a acariciar), y reforzar los comportamientos sociables (como jugar por turnos con un juguete o consolar a otro niño/a que esté llorando). • Muerden para expresar enfado. El pequeño/a desprovisto de otras habilidades para expresar su frustración, ira, inseguridad, ansiedad, tensión… muerde para canalizar esas emociones negativas que le producen malestar. Se puede expresar con palabras lo que el niño/a está intentando decir: “Te enfadas cuando Margarita coge tu camión” o “quieres que te preste atención” • A partir de los tres años esta conducta se da solo esporádicamente hasta desparecer. Para evitar los mordiscos A pesar de que estas conductas agresivas y los mordiscos están dentro de lo normal a esta edad es necesario fomentar el desarrollo de habilidades sociales que le ayuden a relacionarse adecuadamente con los demás. Para ello proponemos una serie de pautas para evitar esta conducta: • Cuando un niño/a muerde a otro/a hay que situarse físicamente entre ambos de forma inmediata y, usando una voz firme y un gesto facial que exprese enfado, indicarle al agresor con calma y mirándole a los ojos: “No me gusta que muerdas a otros niños/as”. Si su lenguaje es limitado, se le puede decir:”NO se muerde”. Después se le explica cómo afecta el mordisco al otro niño/a: “Le has hecho daño y ahora está llorando”. Hay que procurar que el niño/a que ha sido mordido/a le diga al agresor que le ha hecho daño y hacer que éste/a se implique en el cuidado del agredido, por ejemplo buscando hielo o tiritas. • Cuando el niño/a muestre un comportamiento cariñoso o sociable con otro niño/a (dar un abrazo, compartir un juguete) es conveniente reforzarlo, diciéndole lo bueno que es portarse así con sus amigos/as: “Muy bien, le has cogido su juguete sin hacerle daño" "Muy bien, muerdes el mordedor y así no haces daño". "¿Estás cuidando tu muñeca? ¿Lo haces con besitos? Con la boca se dan besitos, seguro que tu muñeca está muy contenta de tus cuidados". • Nunca morder al niño/a que muerde para que éste/a experimente el dolor de un mordisco. De esta forma le estamos enseñando que la 2 violencia es la manera de solucionar los conflictos y así no conseguiremos eliminar la conducta. • No gritarle, pegarle en la boca ni reñirle diciéndole: “¡Eres malo/a!”, “¡Siempre igual! ¡Estoy harta siempre hagas lo mismo!”. No sirve más que para humillar. • Debemos utilizar un lenguaje positivo. A través de él, el niño/a aprenderá que es su comportamiento, y no él/ella, lo inadecuado. La mejor forma de que no asuma la etiqueta de malo/a y acabe actuando en consecuencia, es dirigir las criticas siempre hacia su comportamiento y no hacia su persona. Por ejemplo: “Pídele por favor el juguete”, en vez de: “Eres malo/a”. • Aprovechar cuando coma para resaltar que se muerde la comida: "Ves se muerde la manzana para comer. Eso sí se hace. A la manzana no le haces daño, si lo haces a tu amigo/a, sí". • No hay que permitir los juegos que incluyan mordiscos de mentira (“Te voy a comer”, “Te quiero tanto que te como”) o que parezcan un tanto bruscos y fuera de control. • Si en ese momento se intuye el motivo del mordisco, debemos ofrecerle al niño/a cómo debería haberse expresado sin morder. Debemos utilizar un tono tranquilo y reconciliador acompañado de una expresión amorosa:" ¿Querías que te de diera su juguete? Pues le pides por favor que te deje su muñeco". "¿Te sentías asustado porque jugaba muy cerca? Pues le dices que no te moleste o te vienes a jugar aquí a esta zona más tranquila". 3