El Gallardete del Comandante Se cree que el origen del “gallardete de comandante”, una bandera cuyo uso hoy día está generalizado absolutamente en todas las Armadas del mundo, se remonta al siglo XVIII, tras una de las batallas navales que tuvieron lugar entre británicos y holandeses. Según cuenta la Historia, una flota holandesa al mando del Almirante Maarten Harpertazoon Troomp, se preparaba para enfrentarse a otra británica, muy inferior en número de navíos. Quizás el simple hecho de la superioridad material en buques, debió ser motivo más que suficiente para hacer pensar al Almirante Troomp que la victoria estaría de su lado, y tan seguro debía estar de ello que mandó izar en el palo mayor de su buque insignia, varios días antes de la partida, una “escoba”, dando a entender que iba a “barrer” a los ingleses del mar. Llegada la noticia a oídos del mando británico, (al parecer ya funcionaban los servicios de inteligencia, que informaban de maniobras previas del enemigo), decidieron éstos responder a semejante osadía, izando de igual modo otro objeto, que no fue sino un “látigo” (algo muy común entonces de encontrar a bordo de los buques), dando a entender que iba a “someter” a los holandeses. Como estaba previsto, llegaron a enfrentarse las dos flotas y tras varias horas de espectacular combate, finalmente la británica resultaría vencedora. La anécdota de la escoba y el látigo no tardaría mucho en correr como la pólvora, extendiéndose rápidamente sobre todo por todos los rincones de Inglaterra, llegándose a comentar en todos los círculos sociales, de tal manera que en unos meses ya se conocía en muchos lugares del mundo. Por descontado, también llegó a oídos del Rey de Inglaterra, y tanto debió gustarle que a fin de inmortalizar el hecho dictó una Real Orden : A partir de ese momento, todos los buques de guerra de la Armada británica lucirían en lo alto del palo mayor “una bandera en forma de látigo, conteniendo los colores de la enseña nacional”, que se llevaría siempre izada “en señal de fuerza”. Tan solo unos años después, la idea empezó a extenderse por todas las naciones de modo que a día de hoy su uso está absolutamente generalizado, siendo la única bandera que ondea siempre a bordo de los buques de guerra, junto con la enseña nacional que corresponda al país. En cuanto a sus medidas, al igual que ocurre con el pabellón nacional, los hay de mayor o menor tamaño, dependiendo del tonelaje, eslora, etc. del buque que la ostenta. Por lo que a los submarinos respecta, que por supuesto no están exentos de esta costumbre, la anchura del “gallardete”, que así se le denomina en la Armada, es de unos 10 centímetros, mientras la longitud total es de aproximadamente 1 metro, llevándolo izado siempre que están navegando en superficie o atracados en puerto.