VICTIMA Y AGRESOR Antolín Herrero.qxd

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I.- LA VICTIMA.
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Etapa primitiva
Fase intermedia
En la actualidad y en relación a la Ley 1/04
II. EL AGRESOR.
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Su rehabilitación como mandato constitucional
Referencia al tratamiento penitenciario
III. LA SUSPENSION DE LA EJECUCIÓN DE LA PENA
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Las normas de conducta
La protección del delincuente primario
IV. LOS QUEBRANTAMIENTOS CONSENTIDOS
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La importancia de la voluntad del sujeto pasivo del delito
Referencia al artículo 57.2 del Código Penal
La sentencia del T.S. de 26 de Septiembre de 2.005
V. ALGUNAS CONCLUSIONES
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Granada, 23 y 24 de febrero de 2006
D. Antolín Herrero Ortega
Excmo. Sr. Fiscal de Sala del Tribunal Supremo, Sala Segunda
II CONGRESO SOBRE VIOLENCIA DOMESTICA Y DE GENERO
VICTIMA Y AGRESOR
EN LA VIOLENCIA SOBRE LA MUJER
6.2
Esta situación de abandono arranca del momento en que el Estado asume el
monopolio de la reacción penal con el fin del salvaguardar la paz social y evitar la
venganza de carácter privado, propia de épocas primitivas en donde la víctima era
el máximo protagonista del drama penal ya que la justicia era eminentemente privada considerándose que todo delito tan solo producía un daño personal, no afectando nunca a bienes sociales ni a la comunidad misma.
El Derecho Penal una vez configurado como Derecho Público que concibe el
delito como un mero atentado a la “res pública”, deja a un lado, marginando, a los
que debían de ser objeto de reparación en los procesos por los actos sufridos y se
centra en el “ius puniendi” desde dos principales aspectos: El Estado demuestra su
poder represor de conductas antijurídicas y culpables como si de una repuesta
pública se tratara, y poco a poco se va destacando como una obligación primordial
lograr -a la vez que apartar al delincuente de la sociedad-, su rehabilitación y reinserción, constituyendo ello un fin primordial de la pena.
Si hubiera que marcar una etapa en la que nuevamente se gira la mirada
hacía el otro protagonista del llamado “drama procesal” habría que mencionar a
estos efectos la Segunda Guerra Mundial. Ahí los juristas se enfrentaban a una
sociedad desamparada en la posguerra y al holocausto judío. El gran número de
víctimas ocasionadas dio lugar a que distintos países dictaran leyes con el único fin
de proteger a los que sufrían por los delitos, acuñando Meniamin Mendelsohn el término de victimología.
En el momento actual y en lo que al proceso penal atañe, hay que reseñar,
aunque sea de forma breve y esquemática, qué papel juega el Ministerio Fiscal en
la defensa del interés social y, en consecuencia en defensa de las víctimas.
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Resulta paradójico comprobar como el titular del bien jurídico protegido y vulnerado-el llamado sujeto pasivo del delito- ha sido en nuestro proceso penal un
sujeto cargado de obligaciones que iban desde la genérica obligación de denunciar
los hechos del artículo 259 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, hasta la imperiosa
necesidad de prestar juramento o promesa en su declaración para decir la verdad,
artículo 433 de nuestra ley adjetiva, con el riesgo de posibles deducciones por delito de falso testimonio; pasando por poner en conocimiento del Juez los cambios de
domicilio, etc. Estos mínimos apuntes nos sirven para afirmar en principio que el
papel del ofendido por cualquier acción criminal suponía una nueva victimización
procesal.
II CONGRESO SOBRE VIOLENCIA DOMESTICA Y DE GENERO
I. La victima
Consecuencia de estos principios centrados en la protección del sujeto pasivo de actos delictivos, el legislador ha considerado absolutamente necesario otorgar una mayor atención a la mujer frente a la violencia ejercida por el hombre dentro de las relaciones de pareja, y razones de política criminal abundan en la necesidad de una tutela ágil y eficaz desde el momento de la “notitia criminis” si se quiere evitar estas conductas la impunidad de las mismas y dentro de esta normativa se
otorga una especial confianza para velar por las mujeres víctimas de tan deplorables hechos al Fiscal, llegando, dentro de la estructura tradicional del Ministerio
Público, a concebir la creación de Fiscales Delegados en materia, Secciones especializadas y configurar una nueva plaza de Fiscal de Sala de Violencia sobre la
Mujer que encabeza y supervisa a los Fiscales que se encargan de esta materia jurídica que es desgraciadamente un hecho de actualidad en nuestra sociedad y en
otras…por muy avanzadas que parezcan.
De ahí las diferentes medidas en los Capítulos I y IV de la Ley Orgánica 1/04,
de 28 de Diciembre de 2.004, que tienen como exclusivo fin que la mujer víctima de
estos delitos se sienta verdaderamente protegida, yendo desde las medidas de
carácter preventivo o cautelares, asistenciales, hasta la resolución del pleito, en
base a la situación de riesgo que se pretende eliminar (orden de protección, medida de alejamiento; protección de datos y limitaciones de publicidad; suspensión de
patria potestad y custodia; suspensión del régimen de visitas, tenencia, porte y uso
de armas, derecho a la información sobre medidas contempladas en la ley, asistencia integral, derechos laborales y de seguridad social, derechos económicos, etc.)
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El Ministerio Público no agota su actuación en el ejercicio de sus tradicionales funciones de acusación penal sino que es parte llamada en los pleitos civiles, de
menores, jurisdicción social o contencioso-administrativa, cuando se refiere a derechos de los mas desprotegidos o de trascendencia pública y social. Un mayor conocimiento de tan diferentes intervenciones serviría, sin duda, para desvanecer la imagen que un determinado sector de la sociedad tiene del Ministerio Fiscal, formado a
base de importación de conceptos primarios sobre el carácter y sentido de su actividad y que se contradice con lo establecido en el artículo 3 del Estatuto Orgánico
del Ministerio Fiscal. Cada vez más se destaca, junto y frente a la función represiva
-que no deja de ser esencial-una función eminentemente tuitiva como defensor de
los que tienen limitada en cualquier forma sus capacidades intelectivas y/o volitivas,
de aquéllos que no pueden defenderse por sí mismos y, en general de las víctimas
de cualquier clase de abusos y de los perjudicados por todo tipo de actividad delictiva, porque el proceso penal ya no es contemplado exclusivamente desde la perspectiva de la sociedad y de las garantías del acusado, sino como un instrumento de
reparación del daño moral y patrimonial que la víctima ha recibido por el hecho delictivo. Hay que saber reconocer e insistir en una idea clara: La reparación de la víctima no puede ser fuente de mas daños, hay que evitar la victimización secundaria,
hay que proteger su dignidad, su derecho a declarar, a ser informada, a comprender y ser comprendida, a ser protegida en todas las fases de las actuaciones procesales, como así lo indica la Instrucción 8/05 de la Fiscalía General del Estado.
También se ha reseñado, en las líneas precedentes a este apartado, que la
ley que nos incumbe y es tema central de este Segundo Congreso (L. O. 1/04) gira
en torno a la protección de la víctima desde un aspecto multidisciplinar. Sin embargo, no podemos desdeñar dejando a un lado, el que, a pesar de que utilicemos las
medidas tuitivas o represivas, éstas por sí solas no cerraran el circulo de protección
indispensable a las víctimas de los delitos de malos tratos.
Con ello quiero resaltar que el ingreso en prisión del sujeto activo de estas
acciones antijurídicas, sean malos tratos ocasionales, habituales, amenazas, coacciones, agresiones sexuales, vejaciones, o en el culmen de la sin razón, el homicidio de la persona a la que se haya encontrado unido por esa relación, su privación
de libertad, su exclusión de la sociedad, sea suficiente, ya que, lo que todo ciudadano, jurista o no, debe de perseguir, es que el maltratador no siga reiterando este
comportamiento con la mujer, y además, dada la edad de muchos de los condenados por estos inaceptables hechos hay que evitar que puedan establecer de nuevo
relaciones con nuevas mujeres a las que puedan someter y maltratar. Es cierto y no
se debe obviar que ciertos sectores en nuestra sociedad, basándose en experiencias llevadas a cabo en los años 70 en los Estados Unidos, descartan tajantemente el tratamiento de tan peculiares delincuentes, en base de una supuesta inutilidad
del mismo ya que la patología que padecen se caracteriza por una clara reiteración
de las agresiones, entremezcladas con episodios de arrepentimiento, manipulación
de los sentimientos y un volver a iniciar el maltrato que suele comenzar con episodios de humillación y en los casos mas extremos terminar con la muerte de la víctima. En base a estos cimientos del comportamiento abusivo al que nos referimos y
pensando que el engaño y la fabulación característico de estos agresores pueda
alcanzar a los profesionales encargados de su tratamiento y de las administraciones
a las que se les encomienda el seguimiento y ejecución de las penas, tales sectores sociales niegan de forma apasionada la posibilidad de la rehabilitación real del
delincuente, lo que constituye un desaliento que en nuestro país no está demostrado empíricamente y el abandono forzado del artículo 25.2 de la Constitución
Española que determina que uno de los fines de las penas privativas de libertad y
de las medidas de seguridad es la reeducación y reinserción social.
La Dirección General de Instituciones Penitenciarias, hace llegar a la Fiscalía
General del Estado, el programa de tratamiento en prisión para agresiones en el
ámbito familiar, informe que aunque no se circunscribe únicamente a los reos de
delitos de violencia de género, resulta de gran utilidad al estar basado en la experiencia con los delincuentes dentro del ámbito de los delitos referidos.
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Ya se ha indicado cómo cuando el Estado trata de evitar que las infracciones
criminales se solventaran en base al “ojo por ojo” atribuido a las víctimas de los delitos o a sus familiares más directos, se comienza a prestar toda la atención, no al
que había sido quebrantado en sus derechos que lógicamente debía ser el sujeto y
objeto de la reparación del mal causado, sino al infractor de la norma penal, persiguiéndose como una de las metas esenciales de la pena la reinserción de cualquier
delincuente.
II CONGRESO SOBRE VIOLENCIA DOMESTICA Y DE GENERO
II. El agresor
III. Las penas y su ejecución en condenados
por delitos relativos a la violencia de género.
A.- La suspensión de la ejecución de la pena.
Dos modificaciones relevantes se han producido en esta institución que antes
conocíamos como la concesión de la condena condicional; la L.O. 15/2003 de 25 de
Noviembre y la L.O. 1/04 de 28 de Diciembre que se refiere a la violencia de género y a las reglas 1ª, 2ª y 5ª del artículo 83 del Código Penal.
En relación a estos delitos, propios del análisis de este segundo congreso,
hay que resaltar que tales reformas toman como base para su otorgamiento como
medida sustitutiva de la pena los recién iniciados en la actividad criminal, es decir
delincuentes primarios, por un lado lo que se ha dado en llamar “el pronóstico criminal del reo”, basado en la peligrosidad del condenado y la existencia de otros procedimientos contra él (artículo 80.1 “in fine”), pero esencialmente, para los penados
por delitos contra la mujer en el ámbito de una relación afectiva: que se sometan a
determinadas reglas de conductas como son: la prohibición de acudir a determinados lugares, prohibición de aproximarse a la víctima, o a aquellos de sus familiares
u otras personas determinadas por el juez o tribunal, o de comunicarse con ellos, y
lo que hoy en día resulta más delicada su exigencia, quizás por la falta de medidas
y de experiencia o rodaje, pero absolutamente imprescindible, el que tengan que
participar en programas formativos tendentes a la obligada rehabilitación y reedu-
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Frente a todo punto de vista radical (recuperables-irrecuperables) hay que
recalcar que estos sujetos activos de estas infracciones criminales no son enfermos
mentales, según se constata en las prisiones. Ni los malos tratos son siempre consecuencia del consumo crónico de alcohol aunque este pueda facilitar tales comportamientos, ni son consecuencia de una enfermedad mental, en suma, que las
causas que confluyen para llevar a cabo estas actuaciones son múltiples, variadas
e interrelacionadas, ¡si sólo fuera una, sería mucho mas sencillo poner punto y final
a estos degradantes acontecimientos!.
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Dicho informe elaborado en Noviembre de 2.005, revela la preocupación por
la terapia efectiva y rehabilitación del agresor en materia de violencia conyugal que
ha cobrado un gran interés, dada la realidad a la que nos enfrentamos y es de plena
actualidad. Así se pone “el dedo en la llaga” al aceptar una de las barreras que pueden mermar la eficacia de estos tratamientos, ya que el agresor opone una “enorme
resistencia” para asumir su responsabilidad como autor de hechos violentos dirigidos contra su pareja… haya sido condenado o no por ello.
Dentro de esta cuestión relativa a la suspensión, cabe preguntarse qué órgano es el competente -si es que lo hay- para controlar la observancia de las reglas
de conducta a las que nos venimos refiriendo.
El artículo 83, apartado 2º del Código Penal, quiere completar el círculo de
control de estas medidas, exigiendo que los servicios de la Administración competente informen al Juez o Tribunal sentenciador, al menos cada tres meses, sobre la
observancia de tales condicionantes para mantener la suspensión de la condena. Tal
requisito se ve desarrollado, en el Real Decreto 515/2005, de 6 de Mayo, normas que
reflejan que no se trata tal previsión de “papel mojado”, sino que se complementan
con un desarrollo que expone que tal control le compete a los servicios sociales penitenciarios del lugar donde el penado tenga su residencia. El artículo 17 del citado
Real Decreto refiere la elaboración del plan de intervención y seguimiento individual
del penado que deberá ser elevado al órgano sentenciador para su aprobación o rectificación; determina en esa misma línea, cómo esos mismos servicios sociales penitenciarios deberán informar sobre la observancia de las reglas de conducta impuestas cuando lo solicite el órgano judicial y, en todo caso, cada tres meses.
En todo caso, se prevé la obligación de trasladar la información al Juez o
Tribunal sentenciador cuando las circunstancias personales del sentenciado se
modifiquen, se produzca incumplimiento de las reglas impuestas y cuando se cumplan las observaciones exigidas para la suspensión de la pena.
Este desarrollo legislativo de lo previsto en el artículo 83.2 del Código Penal
resuelve el interrogante planteado por algunos juristas sobre qué debió de entenderse por “administración competente”, aclarando o, mejor dicho, descartando que
en la ejecución y control de dichas reglas de conducta pudieran intervenir diferentes
sectores de la administración, lo que sólo hubiera contribuido a una dispersión de
competencias, difusión de los controles exigidos por el texto punitivo y, en consecuencia una ineficacia real de unas pautas de conducta esperanzadoras cuando de
recuperación del reo se trata.
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El artículo 34 de la Ley Orgánica 1/04, ha modificado el apartado 3º del artículo 84 del Código Penal, disponiendo que el incumplimiento por parte del reo de
los deberes u obligaciones precitados, determinará la revocación de la suspensión
de la ejecución de la pena, lo que supone de forma automática, sin previa audiencia de las partes, cuando de delitos de violencia contra la mujer se trata, el ingreso
en prisión del penado para el cumplimiento real y efectivo de la sanción punitiva,
extremo que para ser acreditado no necesitará de una nueva resolución distinta de
la propia revocación, ya que la inasistencia a programas específicos o incumplimiento de las obligaciones imputadas en los números 1 y 2 del artículo 83 puede ser
adverado en la propia ejecutoria, independientemente de que el incumplimiento
pueda constituir un delito de quebrantamiento de condena del artículo 468.2 del
Código Penal.
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cación social de estos sujetos activos de tan graves delitos. Ello sin olvidar que no
puedan delinquir en el plazo determinado por la Ley, que se refiere a penas cortas
de duración y que la experiencia ha acreditado que tales penas, además de poder
resultar ineficaces para la corrección del delincuente tienen el riesgo añadido incluso del peligro que corre el delincuente ocasional al convivir con habituales de la
delincuencia.
IV. Los efectos de la voluntad de
la víctima en los denominados
“Quebrantamientos consentidos”.
La Memoria de la Fiscalía General del Estado de este último año (2005),
refleja la preocupación por la modificación del artículo 57.2 del Código Penal, llevada a cabo por la L.O.15/2003, que obliga, en todo caso, a imponer la pena de prohibición de aproximación a la víctima u otras personas en los delitos de maltrato
familiar, siendo el objetivo de esta pena accesoria la protección efectiva de las víctimas aún en contra de su voluntad.
Frente al mandato legal que prohíbe de forma tajante que se tome en consideración la voluntad de la víctima en base a que esta pena está destinada a proteger esenciales bienes jurídicos, no disponibles, de las personas mencionadas en
dicha norma, la realidad compleja que nos demuestra la experiencia de los Fiscales,
es que constantemente se producen reanudaciones de convivencia sin atender a las
prohibiciones decretadas en sentencia firme, lo que puede suponer una nueva comisión de otro delito, el de quebrantamiento de condena.
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Aún cabe hacer una última reflexión que escapa a las normas que regulan
esta institución que tiene un carácter protector de este delincuente primario que ha
incurrido en una sanción penal que alcanza este beneficio que evita el cumplimiento de penas cortas privativas de libertad en base a un pronóstico favorable de no
cometer delitos en un futuro. ¿Qué difícil resulta explicar al otro protagonista del
drama criminal, -la mujer víctima del maltrato- que, a pesar de que se haya dictado
una sentencia condenatoria con la carga de la prueba que se le impone como testigo de cargo y condicionante emocional, psicológico que conlleva, el agresor no va
a cumplir su condena?. Esta pregunta que inexcusablemente se plantea la agredida y la sociedad, nos debe de hacer reflexionar sobre que tal “modalidad de cumplimiento” que puede malinterpretarse como incumplimiento es una decisión legal
con base empírica que no debe llevarnos ni a una concesión automática ni generalizada, ni a una exclusión de su concesión. Caso por caso habrá que sopesar el riesgo, el peligro, pensando en un equilibrio justo entre los derechos de la víctima, evitando toda sensación de impunidad y la exigencia de dar una oportunidad al delincuente que dentro del arbitrio legal pueda ser merecedor de ello.
II CONGRESO SOBRE VIOLENCIA DOMESTICA Y DE GENERO
Ahora, aunque se reconozca lo positivo en cuanto se ha resuelto de forma
rápida y efectiva cuál era ese órgano competente, parece necesario reflejar que ello
no puede traducirse en que en nuestra organización judicial, la función del Juez de
ejecución penal, esta co-responsabilidad en el examen y seguimiento de la suspensión de la condena, se limite por el órgano jurisdiccional, único órgano exclusivo
para juzgar y ejecutar lo juzgado, su control a un examen formal o superficial de que
se cumple lo que exige la ley, aunque sea de forma mas rigurosa para estos delitos
que para otros que no se enmarquen en la violencia que determina la ley sobre violencia de género.
1.-Cuando el Fiscal tenga conocimiento, en las Diligencias en las que se
acordó la medida cautelar de prohibición de aproximación o de comunicación, de
que el agresor no está cumpliendo la medida de alejamiento o incomunicación
adoptada como medida cautelar se deducirá, en todo caso, testimonio por si los
hechos fueren constitutivos de un delito de quebrantamiento del artículo 468 del CP.
De igual manera se solicitará la deducción de testimonio cuando en la ejecutoria (si las prohibiciones referidas hubieren sido impuestas por sentencia firme) se
apreciaran indicios de comisión del delito referido (quebrantamiento de pena).
En ambos casos, se actuará de la manera referida, aún cuando mediara el
consentimiento de la víctima, sin perjuicio de la valoración de los hechos en instrucción.
2.-En tales casos, es decir, cuando el quebrantamiento se haya producido
con el consentimiento de la víctima, no se procederá por el Fiscal a interesar la
deducción de testimonio contra ésta por el delito del artículo 468 ni como autora por
inducción ni por cooperación necesaria, al entender que tal conducta no es subsumible en los apartados a) y b) del art. 28.2 del C.P.
3.- El Delito de quebrantamiento de medida o pena no es competencia de los
J.V.M., a no ser que sea el medio para cometer el acto de violencia sobre la mujer,
en cuyo caso en base al art. 17 de la L.E.Cr si resultarían competentes dichos juzgados; no obstante y para dar cumplimiento al art. 544 bis último párrafo, deberá
deducirse testimonio y remitirse al juzgado que acordó la medida presuntamente
quebrantada a los efectos de celebrar la comparecencia del art. 505 o al órgano
enjuiciador que hubiere impuesto la pena quebrantada a los efectos de la posible
revocación de los beneficios de la suspensión de la condena; además en el escrito
de acusación se deberá interesar la remisión de la sentencia en caso de ser condenatoria al órgano que hubiere impuesto la pena presuntamente quebrantada a los
efectos referidos.
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El problema sigue existiendo y desde el aspecto que genera como consecuencia de la convivencia en común un posible delito de quebrantamiento de condena, se extrajeron algunas conclusiones en el Seminario de Fiscales Delegados en
materia de violencia sobre la mujer que se celebró el 17 y 18 de Noviembre del año
2.005, en Madrid. Se acordó:
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Esta espinosa cuestión ha sido abordada en la Circular 2/04 de la Fiscalía
General del Estado, de 22 de diciembre, pero no ha sido resuelta de forma satisfactoria ya que se establece como única vía de solución la del indulto, bien solicitándolo de oficio a través de peticiones de indulto parcial en relación a la pena de
prohibición de aproximación o por informes favorables en caso de petición del interesado, solicitando simultáneamente la suspensión de la ejecución de la sentencia
conforme al artículo 4.4 del Código Penal.
Cuando el problema –sea el que sea- surge, los que trabajamos para
resolver conflictos sociales que se traducen en lo jurídico, solemos esperar que el
mas alto organismo de la jurisdicción (el Tribunal Supremo) haga algún pronunciamiento sobre la cuestión discutida o no pacífica en instancias inferiores.
A veces, las decisiones del “alto Tribunal” unifican criterios y en cualquier
caso, nos gusten o no, proporcionan un punto de partida, un hilo que conduce a una
solución uniforme, compartida o no.
Hasta el día de hoy, sólo se puede resaltar en esta materia la Sentencia
número 1.156/2005, de 26 de septiembre.
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¿La Sala Segunda del Tribunal Supremo, nos arroja luz sobre un problema de la envergadura del que señalamos?.
Tal Sentencia hace un planteamiento en su fundamentación jurídica V, que
parte de éste interrogante. ¿Qué ocurre si la víctima reanuda voluntariamente la
convivencia con su marido o ex-conviviente que tiene dictada una medida de prohibición de aproximación a instancia de aquélla?.
La verdad, es que la lectura de la sentencia en tal fundamentación de derecho, produce una sensación confusa, ya que los argumentos que esgrime, nuestra
última instancia, al indicar que la medida adoptada no puede quedar al arbitrio de
aquella persona cuya protección se otorga, parece reconducir el hecho o la infracción penal al quebrantamiento.
Sin embargo, se decanta el Tribunal Supremo por una solución que, alejándose de la estricta técnico-jurídica, pone énfasis en una “decisión más procedente”
compatibilizando la naturaleza pública de la medida, dando seguridad jurídica a la
persona en cuya protección se expide, y al mismo tiempo el respeto al marco inviolable de su decisión libremente autodeterminada, estima que, en todo caso, la reanudación de la convivencia acreditada la desaparición de las circunstancias que justificaron la medida de alejamiento, por lo que ésta debe de desaparecer y quedar
extinguida, sin perjuicio que ante una nueva situación de violencia se pueda solicitar y obtener –en su caso- otra medida de alejamiento.
En suma, que la decisión de la mujer de recibirle y reanudar la convivencia,
acreditaría que no es necesaria la medida de protección acordada y “supone de
facto el decaimiento de la medida de forma definitiva”, por lo que aunque la ley prevea tal medida como de carácter obligatorio, independientemente de lo que decida
el sujeto al que se le ha ocasionado un quebrantamiento del derecho a vivir en paz
sin tener que sufrir agresiones, termina siendo un derecho del que dispone la víctima agredida.
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En tal resolución se aborda la cuestión relativa a la relevancia de la voluntad
de la víctima de reanudar la convivencia y se resuelve que no existe el delito de quebrantamiento de medida del artículo 468 del Código Penal.
Conclusiones de lo expuesto
1ª. En la ley sobre medidas de protección integral sobre la violencia de género, el protagonista y objeto de protección es la víctima –la mujer sometida a malos
tratos-, pero esto no debe hacernos olvidar la necesidad de afrontar las medidas
necesarias para conseguir la rehabilitación del reo.
2ª. Esta grave y peculiar violencia sobre la mujer debe de alejarnos de automatismos en la aplicación de las penas, tratando de conciliar dos elementos esenciales: el riesgo que entrañan estas conductas relativas a la violencia en una relación de pareja y la posibilidad de que la víctima no sea sometida obligatoriamente a
la pena accesoria de alejamiento.
3ª. La solución a tan graves hechos no es inmediata, a pesar de que contemos con esta avanzada ley. Hay que dar tiempo para que la sociedad asuma que
en las relaciones humanas en general y en las de de pareja en particular hay que
partir del respeto a la igualdad, libertad y dignidad.
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Tal cuestión de actualidad debería ser resuelta legalmente, quizás suprimiendo el carácter imperativo de tal medida. En todo hecho relacionado con la violencia de género e intrafamiliar, como en cualquier otro delito, la respuesta punitiva
debe ser diferente según la gravedad del mismo. Es muy distinto que alguien sea
condenado por un maltrato ocasional (artículo 153 del Código Penal), que por un
maltrato habitual (artículo 173) y la diferencia penológica debe de responder al efecto pernicioso de la infracción.
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Independientemente de que parezca bien o mal tal solución, siempre hay que
recordar que el derecho debe pro0orcionar seguridad jurídica, planteándose en este
momento que mientras no existan otros pronunciamientos, de forma paralela e irreconciliable tenemos que el artículo 57.2, consagra por un lado una reacción a su
incumpliendo basado en el quebrantamiento, y por otro una afirmación de que quien
dispone de la aplicación o no de tal pena es la persona afectada.
Memoria Fiscalía General del Estado 1.991. “Necesidad de comunicar las
resoluciones de archivo al denunciante o interesado”. F.331 y siguiente.
El Redescubrimiento de la víctima: Victimización secundaria y programa de
reparación del daño. Antonio García de Pablo. Cuadernos de Derecho Judicial 1.993
“La Victimología”.
La Victimología como ciencia y su transposición a la realidad. Mª José García
Becedos (Diario La Ley 1.999).
Granada, 23 y 24 de febrero de 2006
Bibliografia
La respuesta punitiva de la L.O. 15/2003, Centro de Estudios Judiciales.
Ponencia de Luis Mª Delgado López, Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de
Valladolid. Curso celebrado el 19, 20 y 21 de Septiembre de 2.005 sobre reformas
penales.
Sextas Jornadas judiciales de Bidasoa, Pamplona, Octubre de 2.000. “La víctima de las Grandes Catástrofes Naturales”. Conferencia del Excmo. Sr. D. Candido
Conde Pumpido Touron.
“Las partes en el proceso penal”. Versalles 4 de Abril de 2.005. Ponentes Dª
Pilar Fernández-Valcarce y Dª Soledad Cazorla Prieto. Instrucción 8/2005 “El deber
de Información en la Tutela y Protección de las víctimas en el proceso penal”.
Soledad Cazorla Prieto. “la víctima y el Ministerio Fiscal”, curso Aequitas celebrado el 30 de Noviembre de 2.005.
Seminario de Fiscales Delegados de violencia sobre la mujer. Celebrado el
17, 18 de Noviembre de 2.005. Ponencias de Teresa Peramato y Rosa Guiralt.
Centro de Estudios Judiciales.
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Comentarios al Código Penal (Comentarios y Jurisprudencia) de 1.995, editorial Comares.
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