198-2002 Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las doce horas diez minutos del día veintinueve de noviembre de dos mil dos. El presente proceso constitucional ha sido iniciado por el señor Jaime Antonio Martínez Orellana, a favor de los señores Brian Brandon Burgos Sánchez y Santos Eugenio Cornejo Mena, quienes han sido condenados en el Tribunal Primero de Sentencia de San Miguel, por los delitos de Comercio, Tráfico y Almacenamiento Ilícito de Drogas. Analizado el proceso y considerando: I.- El peticionario, por medio de su escrito de pretensión, manifiesta que a los favorecidos se les procesó y condenó, violentándose en forma categórica sus derechos constitucionales, por los motivos siguientes: 1) interrupción de la libertad ambulatoria y haber sido conminados por agentes de la Policía Nacional Civil, a dirigirse a la habitación donde se hospedaban; 2) practicarse prueba de campo en sustancia que dio positivo a marihuana, sin que el perito haya sido juramentado y sin que estuviera presente un abogado defensor; a la vez, no se pidió la ratificación de secuestro ni la orden para ello, lo que conlleva a una nulidad absoluta; ya que no se determinó si se trataba de un anticipo de prueba o de un mero acto de investigación, lo que en cualquier caso debió notificársele al defensor y no se hizo; 3) haber sido llevados a la delegación policial sin que se les informara que quedaban detenidos, ni hacerles saber sus derechos, ni que se les nombrara defensor; 4) realización de entrevistas de testigos sin la presencia del defensor nombrado. II.- El Juez Ejecutor nombrado por esta Sala, para diligenciar el presente hábeas corpus, al analizar el proceso penal instruído en contra de los señores Brian Brandon Burgos Sánchez y Santos Eugenio Cornejo Mena, informó: 1) que al ser registrados, por parte de agentes de la Policía Nacional Civil, tanto el vehículo como los favorecidos, no se encontró nada, por lo que dispusieron ir voluntariamente; es decir con el consentimiento de los beneficiados al motel donde se hospedaban, en ningún momento esposados ni en calidad de detenidos, ya que no se les estaba atribuyendo ningún delito aún. Respetándose de esa manera el derecho de libertad de los beneficiados. Así mismo, expuso que luego que el vehículo es registrado por segunda vez, se encontró determinada cantidad de droga, por lo que se procedió a la detención de los ahora favorecidos, se les informó la razón de su detención; así como se procedió a la lectura de sus derechos; 2) Respecto a la violación al derecho de defensa aseverado por el peticionario, informó que los favorecidos en todas las etapas del proceso penal, contaron con la asistencia de defensor; 3) En cuanto a la falta de ratificación judicial del secuestro, expuso que es obligación de las autoridades policiales, el hecho que ante el hallazgo encontrado, luego de practicarle la pericia necesaria, debe ser puesto a disposición de las autoridades judiciales, ratificando de esta forma el decomiso, situación que se cumplió, según consta en el proceso penal referido. 4) Sobre el peritaje técnico, manifestó que la Fiscalía tiene la facultad para que pueda recoger las pruebas que en el caso en estudio, fueron puestas a disposición judicial y es que el peritaje es una obligación realizarlo, por lo que no existe violación al debido proceso. En conclusión, el Juez Ejecutor informó que no existe violación alguna a derechos Constitucionales; por lo que deberá dársele estricto cumplimiento a las penas impuestas por el Tribunal Primero de Sentencia de la ciudad de San Miguel. III.- Es jurisprudencia de este Tribunal entrar al conocimiento de violaciones constitucionales que afecten el derecho de libertad aún y cuando existan de por medio pronunciamientos definitivos; situación necesariamente limitada a cada proceso en particular, para no convertirse en un tribunal de instancia más, pues es sabido que su competencia está restringida a conocer y decidir sobre aspectos de materia constitucional; por lo que en atención a la consideración previamente relacionada y en relación a los hechos planteados por el peticionario, esta Sala estima pertinente determinar: 1) En cuanto a que el peticionario alega interrupción del derecho de libertad ambulatoria de los favorecidos y haber sido conminados por agentes de la Policía Nacional Civil, a dirigirse a la habitación donde se hospedaban los mismos, esta Sala ha establecido en su jurisprudencia que la Policía Nacional Civil por mandato constitucional consagrado en el artículo 159 inciso 3°, posee el deber de investigar los delitos y descubrir a los responsables del mismo; precisamente esa función constituye parte de un todo: la seguridad pública; de cuyo contenido se pronunció este Tribunal en la sentencias de inconstitucionalidad número 33-2000 y 37-200, citando que la misma comprende tres aspectos básicos: la función preventiva del delito, la función represiva e investigativa del delito y la función de asistencia a la comunidad. Esto es, un conjunto de actividades materiales encaminadas por una parte a la prevención de todos aquellos actos que puedan alterar o afectar el orden y la tranquilidad ciudadana; por otra parte, efectuar todos aquellos actos bajo la dirección de la Fiscalía General de la República que tengan por objeto recabar los suficientes elementos probatorios de un hecho tipificado como delito, cuyo análisis y discusión ha de efectuarse ante autoridades competentes; y finalmente la función social, esto es, la asistencia a la comunidad en la prevención de todos aquellos actos que puedan resultar atentatorios del orden de la misma, la proyección de la institución, así como la asistencia en situaciones de extrema urgencia o necesidad. Es así que la Policía Nacional Civil, en su función de investigación del delito, se encuentra facultada para realizar una momentánea paralización en la actividad cotidiana de la persona, lo cual no conlleva a una privación de libertad, ni atenta contra el derecho de libertad física, siempre y cuando se realice durante el tiempo mínimo imprescindible para cumplir con el fin que se persigue, el cual es contar con "elementos suficientes" para realizar una imputación; y es que, el retener o inmovilizar durante cierto tiempo a las personas –incluso conduciéndolas al lugar donde se sospecha razonablemente que se puedan encontrar objetos vinculados con el cometimiento del hecho delictivo, o hacia ciertas dependencias policiales- a efecto de determinar la posibilidad de que éstas hayan participado en una infracción penal, no genera vulneraciones en la libertad de la persona que la sufre, pues su derecho queda intacto tras la práctica de dichas medidas policiales, siempre que –como ya antes se expresó- el tiempo que dure la retención sea el mínimo necesario para realizar la investigación, tiempo que dependerá –claro está- de las particularidades propias de cada caso, siendo necesario –a su vez- que la autoridad policial deje constancia de los motivos o razones que justifican las inmovilización y de la duración de la misma, de tal manera que dicha facultad no se traduzca en un poder excesivo de la Policía Nacional Civil que avale el cometimiento de posibles arbitrariedades. Lo antes expuesto, parte de la base de que no todas las detenciones provienen de una orden judicial o administrativa, por lo cual la autoridad o agente policial, previo a realizar una detención, debe establecer la existencia de un hecho que presente los caracteres de delito y –además, como ya se expresó- realizar un juicio de probabilidad acerca de la responsabilidad penal del sujeto, es decir, sobre la existencia de elementos suficientes para imputar a una persona la comisión de un delito. En ese sentido, del análisis del proceso penal seguido en contra de los favorecidos, se advierte a folios 7 y 8 el acta de detención de los señores Burgos Sánchez y Cornejo Mena, en la que consta que agentes policiales, se dispusieron a investigar la veracidad o no del cometimiento de un hecho delictivo denunciado por medio de una llamada telefónica anónima, en la que les manifestaron que desde cierto día, dos sujetos a bordo de un vehículo determinado –mencionándoles las características del mismo- se desplazaban en diferentes zonas de la ciudad de San Miguel, ofreciendo en venta droga, específicamente "marihuana", así como que los supuestos vendedores se hospedaban en cierto motel; por lo que los agentes en mención se movilizaron a fin de ubicar al referido vehículo, hasta que finalmente lo observaron e "interceptaron", procediendo a interrogar a los ahora favorecidos, y a efectuar un registro "preventivo" al vehículo y a sus ocupantes, así mismo consta en el acta en referencia, que los agentes policiales, en vías de investigación, sin haber efectuado detención alguna a los beneficiados, se dirigieron al motel en el que éstos se hospedaban, realizándose en dicho lugar un segundo registro "minucioso" en el vehículo en el que se conducían los favorecidos, encontrándose en éste determinada cantidad de droga, la que según experticia practicada, dio positivo a "marihuana", por lo que se procedió a detener a los señores Burgos Sánchez y Cornejo Mena. Es por ello, que teniendo como base lo anteriormente acotado; es decir, debido a la función investigativa del delito por parte de agentes de la Policía Nacional Civil, que más que una facultad, es un deber impuesto por mandato constitucional, es que se encuentra justificada una momentánea paralización en las actividades ordinarias de las personas, para el caso, la de los favorecidos; por lo tanto, esta Sala determina que no debe entenderse la actuación policial que por medio de este proceso constitucional de hábeas corpus se reclama, como una privación de libertad, ni menoscabo del derecho constitucional de libertad física, ya que según se advierte del proceso penal, la autoridad policial realizó su actividad investigativa en el tiempo mínimo imprescindible para cumplir con el fin que perseguía, siendo éste descubrir y recolectar los elementos necesarios y suficientes a efecto de determinar la posibilidad de que los favorecidos hayan participado en el cometimiento de una infracción penal. 2) En relación al segundo hecho planteado, es decir en cuanto a que se practicó prueba de campo en sustancia que dio positivo a marihuana, sin que el perito haya sido juramentado y sin que estuviera presente un abogado defensor; así como que no se pidió la ratificación de secuestro ni la orden para ello, esta Sala determina que tanto la juramentación de peritos como la ratificación de los objetos secuestrados o decomisados, constituye un asunto de los ya denominados de mera legalidad, los cuales son todas aquellos aspectos que en razón de la distribución de facultades que la ley ha otorgado a las diferentes autoridades judiciales, son propias del conocimiento de los jueces que conocen en materia penal, a quienes en todo caso corresponde verificar el cumplimiento de las formalidades que la ley establece para el nombramiento de peritos y ratificación de secuestros o decomisos, por lo que respecto a este punto este Tribunal se abstendrá de emitir pronunciamiento alguno, en razón de la incompetencia para conocer y resolver lo alegado por el peticionario. Ahora, en razón de alegar el peticionario, que no estuvo presente el abogado defensor de los favorecidos al momento de llevarse a cabo dicha experticia, esta Sala ha sostenido en reiterada jurisprudencia en materia de hábeas corpus, que desde ningún punto de vista se entiende violación al derecho constitucional de defensa, si el defensor público o particular del imputado no se encuentra presente al momento de llevarse a cabo alguna diligencia inicial de investigación, y para el caso en particular, se advirtió que la prueba de campo realizada a la sustancia que dio positivo a "marihuana", según consta a folios 19 del proceso penal en estudio, fue llevada a cabo como parte de la actividad investigadora de la Fiscalía General de la República, con el auxilio de la Policía Nacional Civil. Por otra parte, en relación a que no se determinó si la orden de secuestro constituía un mero acto de investigación o un anticipo de prueba, lo que en todo caso tuvo que notificársele al defensor, y no se hizo; este Tribunal, estima conveniente partir del análisis de lo que constituyen los actos iniciales de investigación y los anticipos de prueba, para establecer si la diligencia realizada ha reunido las características de uno u otro caso, con el fin que una vez establecida, se determine si existió o no violación al derecho de defensa de los favorecidos. Así pues, sin la intención de emitir una definición conceptual, es pertinente señalar que las diligencias iniciales de investigación constituyen un conjunto de actividades ordenadas por la Fiscalía General de la República encaminadas a preparar el juicio, con la finalidad de averiguar y hacer constar la perpetración de un delito y la identificación -a nivel de meros indicios- del delincuente; asimismo, la Policía Nacional Civil, bajo la dirección funcional de la Fiscalía, puede realizar las indagaciones necesarias para concretar el hecho delictivo y determinar quien o quienes han intervenido en su realización. Respecto a este punto, es necesario señalar, que las diligencias iniciales de investigación por constituir una fase preprocesal, sólo pueden llevarse a cabo mientras no se haya requerido de la autoridad judicial la instrucción formal, es decir se trata de una actividad previa a la instrucción judicial y por lo tanto, anterior a la incoación del proceso penal. La prueba anticipada o anticipo de prueba, por su parte, exige la presencia del Juez, su percepción directa de la prueba, la citación de partes y la posibilidad del ejercicio de la contradicción; además la oralidad y publicidad, para que una vez cumplidos los anteriores requisitos, se pueda incorporar al juicio oral mediante lectura de la correspondiente acta, bastando dicha lectura para su valoración. Se puede sostener entonces, que el decomiso de la sustancia encontrada en el vehículo en que se transportaban los favorecidos, la cual según experticia practicada, dio positivo a "marihuana", constituye un acto inicial de investigación que no exige ser notificado al defensor de los favorecidos; ya que por tratarse de una detención en flagrancia en contra de los señores Burgos Sánchez y Cornejo Mena, tal y como se advierte del acta que corre agregada a folios 7 y 8 del proceso penal en estudio, en aquél momento, se estaba en la etapa encaminada a averiguar y hacer constar la perpetración de un delito e identificación de los que se creía que con probabilidad habían cometido el mismo; por lo que en atención a lo anteriormente relacionado, respecto a la naturaleza y finalidad de las diligencias iniciales de investigación, este Tribunal determina que no ha existido violación al derecho constitucional de defensa de los beneficiados. 3) Ahora bien, en relación a que los favorecidos fueron llevados a la delegación policial sin que se les informara que quedaban detenidos, ni hacerles saber sus derechos, ni que se les nombrara defensor; del acta de detención a la que se ha hecho alusión en el presente pronunciamiento, consta que los señores Burgos Sánchez y Cornejo Mena al momento de ser detenidos se les comunicó el motivo de la restricción a su derecho de libertad, asimismo se le dio lectura a sus derechos de conformidad al artículo 12 dela Constitución y 87 del Código Procesal Penal. A la vez, consta a folios 9 y 10 del proceso penal en cuestión, las respectivas firmas de los favorecidos en la hoja de lectura de los derechos del detenido. De igual manera, consta a folios 16, 17 y 18 del proceso penal referido, el acta de nombramiento y aceptación del defensor público asignado para ejercer la defensa técnica de los favorecidos, con fecha veintinueve de febrero del año dos mil. En consecuencia, al haberse desvirtuado, respecto a este punto, los hechos planteados por el peticionario, es que esta Sala se abstendrá de emitir un pronunciamiento sobre el fondo del asunto, por no existir objeto sobre el cual recaiga el mismo. 4) Finalmente, en cuanto a la realización de entrevistas de testigos sin la presencia del defensor nombrado; esta Sala considera necesario hacer la siguiente aclaración: Tal como se acotó en párrafos anteriores, mientras se recaban todos aquellos elementos que le servirán a la Fiscalía para presentar el respectivo requerimiento, el cual tiene por fin iniciar la acción penal ante la autoridad judicial correspondiente, no se estima violación al derecho de defensa si el defensor público o particular no está presente en las mismas, en razón de tratarse de diligencias iniciales de investigación, en las que se está en una fase de mera indagación, en la que la persona no ha sido individualizada aún, ya que se está frente a una etapa de recolección de indicios necesarios que permitirán con posterioridad un señalamiento directo por parte de la Fiscalía General de la República, que determinada persona es con probabilidad responsable de un hecho delictivo. Para tal efecto, el artículo 193 ordinal 3º de la Constitución establece la facultad concedida la Fiscalía de dirigir la investigación del delito con la colaboración de la Policía Nacional Civil, con el objetivo de descubrir los indicios suficientes y necesarios para fundamentar el requerimiento fiscal antes aludido, pues en éste ha de relacionarse tanto la existencia del hecho delictivo, como la identificación del sujeto activo de la infracción penal. Por lo tanto, en el caso sub iúdice, consta de folios 21 a folios 26 del proceso penal instruído en contra de los ahora favorecidos, las entrevistas de determinados testigos, las cuales fueron tomadas en sede de la Fiscalía General de la República, teniendo éstas la calidad de diligencias iniciales de investigación, mismas que se agregaron junto con el requerimiento fiscal; por lo que en atención a la jurisprudencia sustentada por este Tribunal y con base en la facultad otorgada por mandato constitucional a la Institución en referencia, la ausencia de defensor ya sea público o particular en la realización de las diligencias referidas, no conlleva a una transgresión del derecho fundamental de defensa objeto del presente análisis constitucional, ya que se estaba frente a una fase de investigación dirigida en contra de personas que aún estaba siendo identificadas. En razón de lo anteriormente fundamentado, es que se comprueba que no ha existido violación a los derechos constitucionales alegados por el peticionario, por lo que este Tribunal no puede acceder a la pretensión solicitada. Por las razones expuestas, esta Sala RESUELVE: a) continúen los señores Brian Brandon Burgos Sánchez y Santos Eugenio Cornejo Mena, en el cumplimiento de la pena impuesta; b) certifíquese la presente resolución y remítase junto con la certificación del proceso penal al Tribunal Primero de Sentencia de la ciudad de San Miguel; y c) notifíquese y archívese el presente hábeas corpus.---J. ENRIQUE ACOSTA---GOMEZ V.--M E de C---PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S. RIVAS DE AVENDAÑO---RUBRICADAS.