Autarquía y trafico de influencias en la España del primer

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Autarquía y trafico de influencias en la España del primer franquismo
Fco. Javier Femández Roca
Universidad Pablo de Olavide (Sevilla)
“Bastaba tener la influencia política necesaria para convertirse en un «empresario» de éxito. Resultaba
empresarialmente más interesante «convencer» a algún político o a algún funcionario para que te concediera alguna
licencia, que pensar en la innovación o la mejora de la empresa”. Barciela, 1998, 91
Este trabajo es una versión preliminar. Se ruega no citar sin la autorización del autor.
Introducción.
El empresario español del «primer franquismo» se desenvolvió en un entorno económico
caracterizado por una fuerte intervención del Estado hasta el punto de llegar casi a paralizarlo.1 La
España de los años cuarenta y cincuenta vivió bajo la dictadura franquista la cual demostró
reiteradamente una gran incapacidad para activar políticas económicas adecuadas. Fueron años
crueles en España, en los que se unieron la represión política con la idiocia de las políticas
económicas implementadas: autarquía e intervencionismo, que exigieron la construcción de un
complejo marco institucional sobre el que hacer descansar las decisiones económicas y que necesitó
de un enorme aparato burocrático con el que dirigir y controlar a los agentes económicos. Por
marco institucional entendemos el conjunto de las reglas del juego vigentes en cada momento que
1
Entre otros: Clavera, J. (1973): De la autarquía a la estabilización (1939-1959), Edicusa, Madrid; Tamames, R.
(1973): La República. La Era de Franco, Madrid, Alianza Universidad; SARDA, J. (1970): “El Banco de España
(1931- 1962)” en Banco de España Una Historia Económica, Banco de España, Madrid, (1973): "Prólogo" en Clavera,
J. y otros; Donges, J.B. (1976): La industrialización en España, Oikos Tau, Barcelona; Esteban, J. (1978); González,
M.J. (1979): La economía política del franquismo (1940-1970), Tecnos, Madrid, (1990): “La autarquía económica bajo
el régimen del general Franco”, ICE, diciembre-enero; Gamir, L. (1980): Política económica de España, Madrid,
Alianza Universidad; Buesa, M. (1984): “Las restricciones a la libertad de industria en la política industrial española
(1938 1963)”, ICE, febrero, nº 606; Braña, F.; Buesa, M.; Molero, J. (1979): “El fin de la etapa nacionalista:
industrialización y dependencia en España, 1951-59”, Investigaciones Económicas, nº 9, mayo-agosto; (1984): El
Estado y el cambio tecnológico en la industrialización tardía, Fondo de Cultura Económica, Madrid; García Delgado,
J.L. (1985): “Notas sobre el intervencionismo económico del primer franquismo”, Revista de Historia Económica, Año
III, nº 1, (1986): “Estancamiento industrial e intervencionismo económico durante el primer franquismo” en Fontana, J.
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durante el franquismo", en Nadal, J; Carreras, A; Sudria, C. La economía española en el siglo XX, Ariel, Barcelona;
Echeberria, G.; Herrero Castro, J.L. (1989): “La evolución de la economía española durante el período 1940-1988 a
partir de una indicador de la tasa de beneficio del sector industrial”, ICE, enero, nº 665; Martín Aceña, P.; Comín, F.
(1991):; Ini. 50 años de industrialización en España, Espasa Calpe, Madrid; MYRO, R. (1993): “La industria, de la
autarquía a la integración en la CE” en García Delgado, J.L. España, economía, Espasa Calpe, Madrid; Allende
Portillo, F. (1995): Los empresarios vizcaínos y la política económica: industria, comercio y navegación (1886-1975),
Fundación Empresa Pública, Madrid; Comín, F. (1995): La empresa pública en la España contemporánea: formas
históricas de organización y gestión (1770-1995), Fundación Empresa Pública, Madrid, (1996a): “La empresa pública
en la España contemporánea: formas históricas de organización y gestión” en Comín, F.; Martín Aceña, P. (Eds.): La
empresa en la Historia de España, Editorial Civitas, Madrid, (1996b): Los rasgos históricos de las empresas en España:
un panorama, Fundación Empresa Pública, Madrid.
configura la estructura de incentivos, recompensas y cortapisas, y encauza las habilidades de los
agentes económicos hacia una asignación, más o menos, productiva de los recursos. El marco
institucional de cada país se compone de una mezcla irregular de convenciones informales
(costumbres, códigos de conducta y pautas culturales), de normas formales (reglas políticas y
judiciales, reglas económicas y contratos) y de procedimientos de cumplimiento obligatorio cuya
garantía compete al Estado.2
Las reglas del juego son las instituciones de una sociedad, esto es, las limitaciones ideadas
por el hombre para dar forma a la interacción humana o elementos que definen y limitan el conjunto
de elecciones de los individuos.3 En consecuencia, las instituciones estructuran incentivos en el
intercambio humano, sea político, social o económico. Hay reglas del juego y jugadores (individuos
y organizaciones). Las primeras definen la forma en que se desarrollará el juego, mientras que los
segundos emplearán los recursos y capacidades a su alcance para «ganar el juego» con
intervenciones no siempre limpias, es decir, acordes con las reglas vigentes. El grado de trampas en
el juego, corrupciones, depende de los incentivos existentes a respetarlas, transgredirlas o
modificarlas. Lo más significativo para los jugadores es el contexto (económico e institucional) que
conduce a que predominen unas funciones empresariales, a que encaminar los esfuerzos hacia
determinados sectores y a utilizar unas tecnologías.
Para la España franquista de los años cuarenta, Buesa (1984) subraya las restricciones a la
libre inversión industrial provocadas por la política económica del Régimen franquista y demuestra
cómo las leyes promulgadas fueron de capital importancia para orientar estatalmente el proceso de
industrialización, restringir la libertad de industria y facilitar la dirección administrativa de las
estructuras productivas del país. Tal situación provocó dificultades para que la iniciativa privada
desplegara sus actividades puesto que chocaba, una y otra vez, con el aparato burocrático del Estado.
La omnipresencia estatal se traducía en el establecimiento de filtros que afectaban a las
posibilidades de instalación de fábricas, dotación de maquinaria, fijación de las condiciones de
2 Torres, 1996; North, 1993
3 North, 1993
producción, rendimiento y organización del trabajo, regulación de las normas de fabricación,
reserva del mercado interior a la producción nacional, establecimiento de cupos para materias
primas y energía, tasación de productos básicos, control sobre divisas y entrada de capitales
extranjeros, extrema regulación de los mercados de trabajo y creación de un poderoso sector
industrial público4.
Para asegurarse el control económico del país y en su afán de suplantar al mercado, el
Régimen construyó un marco institucional definidor y determinante de la actividad empresarial a
partir de unas convenciones informales que, para algunas líneas historiográficas, provocaron el
reforzamiento de la tendencia del empresariado nacional hacia la especialización en la obtención de
favores políticos; de unas normas formales materializadas en la legislación industrial
intervencionista y reguladora; y de unos mecanismos de ejecución de los que era, teóricamente,
garante el Estado.5 Por ello, el conocimiento de las condiciones del marco institucional, de las
reglas del juego, de los incentivos o cortapisas existentes para respetarlas y de la actuación
gubernamental resultan claves para comprender el comportamiento de los agentes económicos. 6 Sin
4 ”El intervencionismo del Estado fue superior en la época autárquica de la posguerra, cuando cualquier acción exigía
un expediente, se fijaban los precios, se controlaron los canales comerciales, se racionó el consumo, las materias
primas y las divisas, se exigieron licencias para cualquier actividad económica, se intentó, en suma, disciplinar la
economía con prácticas cuarteleras, negando la libertad de mercado; véase García Delgado (1985 y 1987). Aquella
abrumadora presencia del Estado en la economía anulaba el funcionamiento del mercado y la asignación de los
recursos dependía más de las decisiones arbitrarias de los políticos y funcionarios que de los precios, Comin, F.
(1993: 49): “Estado y crecimiento económico en España: lecciones de la Historia”, Papeles de Economía Española.
5 Véase Tortella, G. (1997): El desarrollo de la España contemporánea, Alianza, Madrid; Valdaliso, J.Mª. (1997): “La
historia empresarial en España. Orígenes, desarrollo y controversias respecto a una nueva disciplina”, América
Latina en la Historia Económica, Instituto Mora. North, D.C., (1993): Instituciones, cambio institucional y
desempeño económico, Fondo de Cultura Económica, México, (1994): “La evolución de las economías en el
transcurso del tiempo”, Revista de Historia Económica; Torres, E., (1996): “El empresario” en García Delgado, J.L.
Lecciones de Economía Española, Civitas, Madrid; (1997): “Funciones empresariales y desarrollo económico” en
Lopez, S.; Valdaliso, J.Mª. ¿Qué inventen ellos?, Alianza, Madrid; Alonso, J., Torres, E. (1995): “Funciones
empresariales y desarrollo económico”, Economistas, nº 63. Sobre la Historia Económica Institucional de D. North se
puede consultar el artículo de Gustasson, b. (1998): “Problemes medològics de la història econòmica institucional”,
Recerques, nº 36.
6 La importancia del conocimiento del entorno económico, político y social lo han puesto repetidamente de manifiesto
los profesores Comin, F.; Martin Aceña, P. (1996a): “Los intereses económicos organizados en España. Un siglo en la
historia del asociacionismo empresaria” en Comin, F.; Martin Aceña, P., (1996); (1997): La historia empresarial en
España. Gonzalez, M.J. (1990), desarrolla un primer acercamiento a las condiciones iniciales del sistema, que llama
«condiciones de contorno», en las que engloba: los derechos de propiedad, es decir, las relaciones entre los hombres que
especifican el uso de bienes escasos, los costes de transacción (que incluyen los costes de información, negociación y
ejecución de los contratos) y el Estado que es quién especifica en cada momento los derechos de propiedad, el que dicta las
reglas del juego y el que determina los incentivos de los agentes para maximizar su situación de poder. Braña, Buesa,
Molero (1979) ya ponían de manifiesto lo crucial que es el comportamiento del Estado en economía, y más el franquista, por
lo múltiples mecanismos de los que dispone para alterar el marco de funcionamiento. Alonso, J., Torres, E. (1995) ponen de
manifiesto la estrecha relación entre funciones empresariales, reglas del juego y desarrollo económico.
olvidar que los empresarios suelen resistirse a ser precio aceptantes y, por tanto, prefieren conseguir
el control de los precios, ampliar cuotas de mercado y alcanzar situaciones de monopolio en
cualquier tipo de mercado, y más en los imperfectos. Si éstos quedan definidos como mercados en
los que hay barreras de entrada, los existentes durante el “primer franquismo” fueron claramente
imperfectos puesto que las defensas alcanzaron una altura considerable en casi la totalidad de los
sectores productivos7. Así, la aparición de los empresarios en el entorno político del régimen fue
temprana y la actividad desplegada muy intensa para tratar de influir sobre las disposiciones que
tuviera que tomar el Estado y conseguir que les resultaran, individualmente a cada uno, lo más
favorecedoras posibles.
La historia empresarial española del franquismo debe interesarse por cuáles fueron las
condiciones bajos las que actuaban los empresarios. En la investigación muestro las estrategias
empresariales que denomino como extraeconómicas ya que no responden, en puridad, a
planteamientos estrictamente económicos pero que las empresas estuvieron obligadas de acometer
para alcanzar el éxito. Durante el franquismo, y de manera crucial en los años autárquicos no sólo
fueron parámetros de tipo económico los que explican los comportamientos empresariales sino que
hay que atender a los entornos político e ideológico, cruciales para comprender las decisiones de
los empresarios.8
Una empresa, si quería ser exitosa, entendiendo el éxito como la consecución de beneficios
y la supervivencia de la sociedad, debía sortear tres impedimentos principales. En primer lugar
estaban las barreras que dificultaban su entrada al sector y que las empresas ya instaladas se
encargaban de reforzar. Segundo, el desarrollo del ciclo productivo normal estaba dificultado por el
costoso acceso, incluso carencia, de materias primas, inputs intermedios y energía; los tres
distribuidos y controlados por el Estado y cuya llegada al proceso productivo en el momento
oportuno resultaba crucial. Tercero, los obstáculos para acceder al mercado y competir, si bien es
justo reconocer que, a cambio, el mercado nacional estaba libre de competencia extranjera. Ante
7 COMÍN, MARTÍN ACEÑA, P. (1996b).
8 Gómez Mendoza, 1994a, 1994b. Comín, Martín Aceña, l996a, 1996b, 1997.
este panorama, y con el Estado siendo el punto de referencia de cualquier acción económica, como
las empresas deseaban llegar al objetivo final, las personas que trabajan en los organigramas de los
ministerios se convirtieron en el eje sobre el que pivotaron las estrategias empresariales. Bajo el
encorsetamiento impuesto por la dictadura, los empresarios tuvieron que hallar los modos de sortear
las barreras que el régimen instauró bajo el paraguas intervencionista. En todo sistema político
discrecional, algo generalizado en toda dictadura, el camino que conduce al éxito es aquel que
encuentra en su recorrido al funcionario oportuno que levanta impedimentos, señala atajos o
acompaña a cada instancia durante su recorrido burocrático.
El ejemplo de la corrupción en España entre 1939 y 1959 mezcla dos de las posibilidades
que Vitelli (2010) nos relata en la comunicación que abre este simposio. Así, Vitelli pone sobre el
tapete la corrupción proveniente de la política económica y amparada por la propia normativa que
la desarrolla y aquella otra nacida en el aparato burocrático del Estado y gestada en la
administración pública impulsada por los funcionarios o, bien, añado yo, impulsado por los agentes
económicos que incitan a los funcionarios.
La primera sección presenta al lector una mirada rápida de la autarquía y del
intervencionismo franquista. La segunda está destinada a explicar las vicisitudes por las las
empresas de nueva creación debían pasar hasta lograr su objetivo. La tercera se centra en la lucha de
los empresarios para dotarse de materias primas inputs intermedios y energía y la discrecionalidad
del régimen en la cocesión de las mimas. El texto está encaminado a mostrar cómo durante el
régimen franquista los empresarios encaminaron sus estrategias hacia la concesión de rentas
políticas que les permitieran obtener el éxito económico.
1.
Política económica y marco institucional en España
La primera parte de la dictadura, denominada “primer franquismo”, generó en España un
período económica y servicialmente negro. Dos cuestiones se retroalimentaron para alejar al país de
cualquier tipo de convergencia con sus vecinos. Por un lado, acabada la guerra mundial, España fue
confinada en un frío aislamiento internacional -político y económico- como respuesta a su
persistente apoyo a las potencias del Eje durante la II Guerra Mundial. Por otro, la política
económica de la dictadura se sostuvo sobre la autarquía y el intervencionismo. La autarquía
dificultó la relación entre la economía española y el mercado internacional que tenía los objetivos
de acabar con el desequilibrio exterior y con la dependencia económica de la nación por medio de
una política de sustitución de importaciones y de promoción de la producción nacional.9
La otra línea estratégica de la política económica del régimen fue el intervencionismo. El
marco institucional estuvo concluido hacia 1940 cuando las disposiciones legales concedieron al
gobierno la distribución de las materias primas, el reparto de los permisos de instalación de nuevas
empresas, la concesión de los permisos de ampliación de fábricas y la dirección del comercio
exterior de un elevado número de productos mediante el comercio de estado. 10 Era
fundamentalmente el gobierno, no el mercado, quien asignaba los recursos y no fueron los precios,
al menos los oficiales, los que transmitieron la información a los agentes económicos para la toma
de decisiones. El resultado fue que el mercado dejó de asignar los recursos y se vio sustituido por
decisiones administrativas. Estas fueron inductoras de la distorsión en la asignación de los recursos
que, a su vez, provocó estrangulamientos en la disposición de materias primas y de energía -al ser la
distribución de los recursos más discrecional que menos- y limitaciones a la renovación de la
maquinaria influyendo en el retroceso en la productividad. En consecuencia, la viabilidad de las
empresas dejó de depender de su eficiencia económica para trasladarse a la eficacia en su labor de
adquirientes de rentas políticas, ya que eran las decisiones administrativas las determinantes de la
supervivencia.
Sobre estos aspectos, Buesa (1984) mantiene que la restricción a la libertad de industria
posibilitó la dirección de las inversiones privadas por la Administración a la vez que, como
consecuencia de las presiones a que se encontraron sujetas las decisiones administrativas, coadyuvó
9 Bibliografía nota 1.
10 Decreto de 20 de agosto de 1938 de Ministerio de Industria y Comercios relativo a las autorizaciones le nuevas
industrias o ampliaciones de las existentes. Decreto de 8 de septiembre de 1939 sobre instalación de nuevas
industrias o ampliaciones de las existentes. Ley de Protección de las Nuevas Industrias de Interés Nacional
(24/10/1939). Ley de Ordenación y Defensa de la Industria (24/11/1939). Decreto de 10 de febrero de 1940 obre
concesión de auxilios para la implantación de desarrollo de industrias declaradas de interés nacional. Ley le 3 de
mayo de 1940 constituyendo las comisiones reguladoras de la producción. Ley de creación del Instituto “Nacional
de Industria (25/09/1941).
al reforzamiento del grado de monopolio en numerosas e importantes ramas de producción. Para
ello, las disposiciones de la legislación sobre nuevas industrias actuaron como un filtro pernicioso
que, al impedir la instalación de nuevas empresas, provocó un fomento de la economía sumergida,
dificultó la renovación de la maquinaria y frenó la modernización de la industria. 11 El marco de
actuación diseñado por el Estado generaba un largo expediente burocrático en el que había tres
escollos sustanciales a superar por las nonatas empresas: la opinión de otros industriales
previamente instalados, la del Sindicato Vertical correspondiente y la decisión final del Ministerio
de Industria y Comercio12.
Los criterios que guiaban al ministerio a la hora de aprobar, o denegar, los expedientes de
nueva instalación industrial fueron hechos públicos en 1942: a) utilización por las industrias de
materias primas escasas; b) existencia en ciertas industrias de una capacidad de producción muy
superior a la posibilidad de absorción de la demanda interna; c) que el desarrollo de algunas
producciones diera lugar a un encarecimiento de productos que pudieran ser elaborados en los
hogares13. Segundo, el hecho de que el Sindicato Vertical correspondiente fuera partícipe en la
redacción de los informes dirigidos a la autoridad ministerial le confiere un papel determinante en la
decisión final aprobatoria o denegatoria. El Sindicato aprovechará tal renta de situación a favor de
los intereses de la patronal (que eran los empresarios que ya estaban en el tejido productivo)
mediante la elaboración constante de informes contrarios a la instalación o ampliación de cualquier
factoría. Por último, los empresarios tenían el derecho a emitir informes acerca de la concesión de
autorización a nuevas industrias, bien a título individual o bien a través de agrupaciones
empresariales14. Los planteamientos de unos y otros en sus escritos y memoránduns, casi siempre
11 Estas afirmaciones realizadas para el sector del calzado pueden ser extendidas a otros sectores. Miranda, J.A.,
(1994): “La industria del calzado española en la posguerra: los efectos del intervencionismo sobre una industria de
bienes de consumo”, Revista de Historia Económica, nº 2, (1998): La industria del calzado en España, Generalitat
Valenciana, Alicante.
12 Buesa, M. (1984: 116) “el control de los sindicatos nacionales por los intereses monopolistas de las distintas
actividades productivas es algo que puede constatarse en la literatura de la época”.
13 Dirección General de Industria, Ministerio de Industria y Comercio, 1942, p.17 en Buesa, M. (1984: 109-110).
14 "Dominio asfixiante de la burocracia y múltiples irregularidades administrativas serán, en esas condiciones, una secuela
ineludible, componiendo otro rasgo definitorio del régimen intervencionista aludido. Lo primero deriva no sólo del
carácter preventivo y generalizado de la intervención; también de «la multiplicidad de los órganos asesores» y de «la
pluralidad y la fragmentación de los órganos decisorios en la Administración del Estado»” García Delgado, J.L. (1985:
139)
contrarios a la entrada de competidores, estaban basados en los criterios del propio Ministerio de
Industria y dada la situación de la España de posguerra resultaba bastante fácil dar argumentos de
peso, para eliminar a los posibles competidores, en torno a la escasez de materias primas y al exceso
de producción que generaba la maquinaria instalada.
De este modo, se construye una organización legal de la producción industrial en la que eran
los grupos empresariales quienes tenían que informar sobre las solicitudes de nuevas instalaciones
(el Estado también le reconoce a las empresas instaladas el derecho a oponerse a nuevas inversiones
productivas en sus sectores) y aconsejar respecto de la distribución de los cupos de materias primas
entre los fabricantes15. Todo invita, en suma, a marginar de las preocupaciones del empresario la
mejora de la eficiencia productiva ya que en un mercado rígidamente intervenido, donde la
discrecionalidad de las decisiones administrativas alcanza «cotas muy elevadas», la consecución de
influencias económicas deviene en tarea prioritaria. Además, en un mercado reservado, para
incrementar los beneficios de una industria débil y en condiciones de monopolio, no se buscará
tanto la racionalización productiva como el aumento de los precios de la producción con mercado
cautivo. Las presiones mencionadas quedan enmarcadas por los intereses de los empresarios que
trabajan por reforzar las barreras de entrada y restringir la competencia. Sirva de ejemplo la
industria del calzado, sector en el que se presentaron expedientes para más de un millar de nuevas
empresas y apenas una cuarta parte logró sus objetivos16. O la visión de un empresario zapatero que
concluía acerca de sus dificultades para saltar las barreras de entrada en que éstas estribaban en que
a los industriales lo que le interesaba era cerrar el sector y llegar a un “modo de monopolio en
beneficio de determinadas empresas”17.
15 GARCÍA DELGADO , J.L. (1985: 138-139).
16 “En el año 1944, por ejemplo, hubo un total de 131 solicitudes de instalación y modificación de empresas de
calzado; de ellas sólo se aprobaron 35. Más de la mitad de las peticiones eran de creación de nuevas factorías, pero
se autorizaron tres únicamente; por el contrario, se concedieron todos los permisos solicitados de renovación de
maquinaria en las fábricas ya establecidas y la mayoría de las legalizaciones de las empresas que estaban
funcionando sin autorización; también se dio el visto bueno a la instalación de talleres para elaborar determinados
componentes del calzado.” Miranda, J.A. (1998: 261).
17 ”Un claro ejemplo de ello lo encontramos en la ponencia que el Sindicato Nacional de la Piel presentó al III Consejo
Sindical Industrial: mientras se justificaba una severa restricción para la entrada de nuevas empresas en las industria
de la piel, con el argumento de que la intervención de las materias primas podía conducir a un crecimiento
enfermizo del sector, se solicitaba que a las industrias suministradoras de productos químicos se les aplique un
criterio totalmente diferente y que la instalación de nuevas factorías fuese incluso favorecida por el Estado”
Con tal marco institucional en funcionamiento, para las empresas se convirtió en vital tanto
disponer del abastecimiento de inputs como conseguirlos por las vías legales -los cupos repartidos
por el Estado-. En caso contrario, el empresario se veía abocado a proveerse en el mercado negro
con el consecuente incremento en los costes de producción al tener que abonar precios superiores a
los de tasa. De este modo, una empresa era eficiente si el empresario obtenía el favor político del
gobierno para abastecerse con normalidad por las vías legales, es decir, los empresarios tenían que
conseguir un trato privilegiado de la administración como estrategia maximizadora de sus
resultados antes que buscar mejoras en los procesos productivos. Al final, aquellos empresarios más
eficaces en la obtención del favor político lograban que sus empresas sobrevivieran y generaran
beneficios, aunque hubieran sido inviables bajo un sistema de mercado, e incluso que ganaran
tamaño gracias al trato de privilegio dispensado por la Administración.
Que un empresario de la época dedicara esfuerzos a la obtención de “favores políticos” no
representaba, desde su racionalidad, una pérdida de tiempo y recursos, sino, más bien, una inversión
de futuro que podía condicionar, respecto de la obtención del éxito político, la viabilidad económica
de su empresa mucho más que sus posibilidades competitivas en el mercado. No debemos achacar o
culpabilizar de esta inclinación “política” del empresariado español a los empresarios de manera
exclusiva. No creo que sea cuestión de ser más o menos innovador sino ; del hecho de que el éxito
económico no dependía de lo innovador que se fuera, ni del trabajo y esfuerzo aportados, sino del
capricho político que podía no concederte el permiso imprescindible y sí otorgárselo a tu
competidor, aunque éste fuera más ineficaz económicamente. La desventaja, o ventaja, que
concedía el poder político decidía la viabilidad económica: la lógica indicaba que había que
procurarse, para sobrevivir, el favor político.
El resultado fue que la política económica del franquismo, bajo estas premisas, potenció
actitudes empresariales improductivas al convertir a los empresarios en activos buscadores de rentas
(rent-seeking).18 La discrecionalidad de la administración modificó la pauta de os comportamientos
Miranda, J.A. (1998: 262).
18 Baumol, 1993. Alonso, Torres, 1995.
de los agentes y ayudó a consolidar actividades improductivas corno la : especulación, el tráfico de
influencias y la corrupción bajo el objetivo de conseguir la firma correspondiente en el documento
imprescindible que solventara la ineficiencia de los mecanismos gubernamentales de asignación de
recursos.19
Una cuestión importante que no hay que olvidar es la relativa a la custodia que el Estado
debía llevar a cabo sobre los procedimientos de obligado cumplimiento. El Estado franquista no
aparece como un agente eficiente que haga cumplir la ley sino que se comporta de una manera
ineficaz, por no decir que en determinadas ocasiones prefiere conscientemente no ser eficiente.20
Por todo ello, la comprensión de la actuación del Estado franquista resulta clave para analizar el
contexto institucional en el que los agentes económicos debieron desenvolverse y la gradación en la
consecución del éxito de la iniciativa privada. La actuación gubernamental determinó
poderosamente la conducta económica de los agentes privados, hasta el punto de obligarles a buscar
vías alternativas a un estricto comportamiento económico para poder concluir sus planes, dado que
el Estado ejerció una fuerte intervención sobre la producción mediante el establecimiento de
garantías y la concesión de beneficios.
Por lo tanto, a los empresarios no les quedó otra solución que tratar de influir (presionar)
sobre la política económica de los gobiernos para que el “entorno” en el que la empresa realizaba su
actividad fuera lo más propicio posible.21 Además, el empresariado español de la época estaba
rodeado de un cúmulo de convenciones informales, muchas aquilatadas a lo largo de los siglos,
otras de más cercana formación, que lo empujaban a maximizar una de las funciones en las que,
para algunos, se había ido especializando: la de buscar y conseguir rentas Políticas.22
2.
Empresas privadas, Estado y las barreras de entrada
2.1. Los difíciles comienzos
La empresa que sirve de ejemplo a esta investigación nació en Sevilla plena Guerra Civil,
19
20
21
22
Barciela, 1998.
Barciela, 1998.
Cabrera, Del Rey, 1993, 1996.
Tortella, 1997.
cuando el conflicto eliminaba el problema de la competencia catalana. El proyecto se sustentaba en
el aprovechamiento de la cercana materia prima y en una apuesta por la integración vertical de la
producción. La empresa, Hytasa, es el ejemplo perfecto para estudiar cómo el marco institucional
franquista y los diferentes agentes que por él se movían influían de manera más decisiva en el
discurrir de una empresa que su propio desenvolvimiento económico.
El camino burocrático que los empresarios debían recorrer a través de los vericuetos de la
Administración española del primer franquismo se pueden resumir en: a) elevar una memoria
detalla del plan previsto al Ministerio de Industria en la que se solicitaban los permisos pertinente;
b) publicación en el diario oficial para general conocimiento del permiso solicitado; c) escritos de
oposición a la iniciativa, de empresarios privados o agentes institucionales; d) pliego de descargo de
los solicitantes; e) toma de decisión por parte de la autoridad previa consulta a Sindicatos y
Delegaciones implicados. El proceso burocrático finalizaba con la decisión de la autoridad política.
La comisión gestora comenzó por conseguir los permisos necesarios para la fundación de la
sociedad, la construcción de la fábrica y la importación de la maquinaria. El primer movimiento fue el
de granjearse la amistad y connivencia de la máxima autoridad en el territorio: el general Queipo de
Llano, jefe de los ejércitos del frente sur y figura emblemática del Alzamiento. El éxito fue indudable
pues Queipo se convirtió en el principal garante de la aventura sevillana y puso en juego todo su poder
e influencia para ayudarla, hasta el punto que el propio fundador de la empresa (Pumar) llegará a
asegurar que “él [Queipo] consiguió para Hytasa las autorizaciones para instalar estas fábricas y para
importar la maquinaria."23 De manera inmediata (enero de 1937), la comisión fundadora pidió la
autorización a la Junta Técnica del Estado, presidida por el General Gómez Jordana, para la constitución legal de la Sociedad y para la instalación en Sevilla de la fábrica de hilados y tejidos de algodón.
Asimismo se solicitó la pertinente autorización para la importación de la maquinaria extranjera.
A partir de este momento comienza el lento peregrinar para alcanzar la concesión de todos los
permisos y la lucha entre grupos de interés para lograrlo o evitarlo, cada uno recurriendo a todo tipo de
23 Pumar (1974: 142), Extracto del discurso pronunciado en 1959 con motivo de la distinción de la Gran Cruz del Mérito
Civil en 1959.
favores políticos de las altas instancias del régimen franquista. Las dificultades surgieron de inmediato,
pues la Comisión de Industria, Comercio y Abastos de la Junta Técnica24 se retrasó en más de dos
meses su dictamen. Según Pumar porque en ella "existían señores que no acogieron con buenos ojos
nuestro proyecto y que estuvieron dispuestos a hacerlo fracasar"25.
Para que la Junta Técnica concediera las dos autorizaciones imprescindibles para arrancar el
proyecto fue preciso recurrir a "la presión del General Queipo..."26. Incluso se obtuvo el permiso para
importar la maquinaria pero se fracasó en lograr las divisas suficientes para pagarla con un argumento
un tanto peregrino: “debido a que esta fábrica no podrá producir en un futuro muy inmediato, esta
Comisión se ve en la necesidad de comunicar a Vds. la imposibilidad de facilitarles divisas para la
adquisición de la maquinaria en el extranjero”. ¿Cómo pretendía la Junta Técnica que Hytasa produjera
sin maquinaria? En unos años en los que la disponibilidad de mano de obra permitía edificar deprisa y,
a la par, había terribles dificultades para traer la maquinaria se podía haber ganando tiempo trayendo
las máquinas mientras se levantaban los edificios.27 Al permiso de importación, Hytasa logró sumarle
la franquicia de aduanas, nuevamente por la intermediación del General Queipo.28
Con los permisos en la mano, pero sin las divisas concedidas, se procedió a la constitución
(septiembre, 1937) de "Hilaturas y Tejidos Andaluces, S.A." (Hytasa) con un capital social de 10
millones de pesetas. La empresa comenzó a ejecutar la construcción de la fábrica con un gran aparato
de propaganda gracias a la implicación de las principales figuras políticas, militares y religiosas de la
24 La Comisión, nombrada por Orden de 29 de agosto de 1936 (B.O.E. de 5 de septiembre), estaba compuesta por su
presidente Joaquín Bau Nolla (abogado, industrial exportador), y los vocales: Domingo Betanzos (comercio de importación,
exportación y pesca), Juan Antonio Bravo (ingeniero, industria eléctrica y minera), Demetrio Carceller (ingeniero, petróleos,
gasolinas y lubrificantes), Pedro González Bueno (ingeniero de caminos), Juan Claudio Güell Churruca (industria del
cemento) y Eduardo Santos de Lamadrid (ingeniero industrial).
25Pumar, (1974: 79).
26 Pumar, (1974: 79).
27 ESTADO ESPAÑOL. JUNTA TECNICA DEL ESTADO. Comisión de Industria, Comercio y Abastos. Cítese el núm.
13217. ADPIS, expediente HYTASA.
28 Pumar, (1974: 84). Orden nº 25.551 del Presidente de la Junta Técnica del Estado.
ciudad. 29 Este despliegue de amigos empezaba a ser crucial ya que Hytasa empezó a sufrir en aquellos
días la presión contraria del recién nombrado primer gobierno civil de Franco.
Para entender en su plenitud la batalla política que se desató en torno a Hytasa y las bazas
jugadas por cada bando, se hace imprescindible conocer someramente a la base principal del
accionariado de Hyatsa. El grupo fundacional tiene una clara procedencia urbana e industrial que ante
el montante de la inversión hubo de abrirse a la entrada de accionistas procedentes de otros ámbitos
sociales y sectores económicos. En los Consejos están incluidos, además de los dos fundadores Luis
Cobián y Prudencio Pumar: Manuel Lissén Hidalgo, relacionado con la fábrica de yute "Lissén-Delgado" fundada en 1909; el industrial bilbaíno Marcelino Ibañez de Betolaza; Manuel Fernández Escobar
y Antonio Román de la Hinojosa nombrados en representación del grupo que formaban los almacenistas de tejidos; José Mª Porras Rodríguez, presidente de la Sociedad Industrial y Comercial Española
(futura adjudicataria de la cuarta zona algodonera). Había más suscriptores a los que he agrupado en
torno a dos grupos según el origen del capital: los procedentes del ámbito agrario sevillano y los que
tenían su raíz en las actividades mercantiles e industriales.
Entre los primeros están la mayoría de los apellidos más conocidos de la aristocracia y
burguesía agraria sevillana: Lasso de la Vega30, Solís31, Benjumea, Sánchez-Ibargüen, Ostos, Armero,
Candau, Guardiola, Montero de Espinosa, Medina Vilallonga (emparentados por vía matrimonial con
los Fernández de Córdoba32), Domínguez y Pérez de Vargas33 (Mª Luisa casó con el heredero de
29 A los diversos actos asistieron el General Queipo de Llano, el Cardenal Segura, el Vicario general de la diócesis; el
alcalde, señor marqués de Soto Hermoso; el rector de la Universidad, señor Mota Salado; el delegado regional del Trabajo,
señor Pérez de Ayala; representaciones de entidades comerciales de la ciudad. Los dos grandes diarios sevillanos ABC, y El
Correo de Andalucía le dedicaron amplios reportajes durante varios días. Así en el ABC aparecen las noticias los días 13 y
18 de enero de 1938 y en El Correo el 13 y 15 del mismo mes.
30 Reunían los títulos de marquesado de Torres de la Pressa, condado de Casa Galindo, condado de Peñaflor de Argamasilla
y marquesado de Gómez de Barreda. Miembro de la familia era Josefa Lasso de la Vega y Quintanilla, viuda de Ibarra, y
cuyo hijo Miguel Ibarra y Lasso de la Vega fue alcalde entre diciembre de 1940 y octubre de 1943.
31 Reunían los títulos del marquesado de la Motilla y marquesado de Albentos. Desde hace pocos años emparentados con
los Stuart-Falcó, ducado de Alba.
32 A los Fernández de Córdoba pertenece el Ducado de Medinaceli. Rafael Medina Vilallonga, duque de Alcalá, casó con la
duquesa de Medinaceli y fue alcalde entre octubre de 1943 y octubre de 1947.
33 Jerónimo Domínguez y Pérez de Vargas, hermano de Mª Luisa, marqués del Contadero, ejerció como alcalde entre
febrero de 1952 y septiembre de 1958.
Guardiola), Turmo emparentados con los Benjumea, y Murube34. El patrimonio rural, sólo en la
provincia de Sevilla, de éstas familias de origen agrario representaba, según el Registro de la Propiedad
Expropiable:
CUADRO 1
PATRIMONIO FAMILIAR DE ALGUNAS FAMILIAS ACCIONISTAS
LASSO DE LA VEGA……………………………………………………………………6.586 Ha.
SOLIS......................................................................................................................................6.549 Ha.
BENJUMEA..........................................................................................................................10.404 Ha.
SANCHEZ-IBARGÜEN.........................................................................................................8.860 Ha.
OSTOS.....................................................................................................................................5.593 Ha.
ARMERO................................................................................................................................4.979 Ha.
CANDAU................................................................................................................................3.864 Ha.
GUARDIOLA..........................................................................................................................1.744 Ha.
MONTERO DE ESPINOSA....................................................................................................1.097 Ha.
FERNANDEZ DE CORDOBA...............................................................................................8.887 Ha.
Fuente: Florencio (1994: 66-75).
Que Hytasa captara capital de origen agrario no es extraño, puesto que los propietarios
sevillanos habían comenzado a situar su capital en otros sectores económicos en los años previos a la
Guerra Civil. Por este camino, los propietarios agrarios habían invertido en sociedades relacionadas
con la transformación y comercialización de los productos agrarios, que eran las más numerosas y las
que más capitales absorbían, destacando las dedicadas a la fabricación de aceite, orujo y jabón, y
aderezo de aceitunas.35 El caso más relevante, por imbricación lateral con Hytasa, fue el de la sociedad
Bética, S.A. nacida con el objetivo de construir fábricas, en la zona regable del Bajo Guadalquivir, para
la elaboración y explotación de algodón y azúcar de remolacha. La sociedad aparecía controlada por
grandes propietarios sevillanos de la zona regable36. Resulta interesante adelantar que, aunque no
aparece como inversor en la sociedad, el posterior ministro de agricultura Joaquín Benjumea Burín era
uno de los principales propietarios de la zona regable del Bajo Guadalquivir (313 Ha.). Bética S. A. se
vio favorecida por una disposición gubernamental según la cual no podía establecerse otra similar en la
zona. La exclusividad que se le otorgaba es muy cercana a lo que posteriormente desarrollará el
34Tenemos algunos indicios por los que pudiera incluirse a los Arteaga, ducado del Infantado, familia directa de Sor
Cristina, compañera de estudios de Pumar y a los de la Maza, condes de la Maza.
35 Florencio, (1994: 193 y ss).
36 Sociedad "creada en 1925 con capitales sevillanos, granadinos y pacenses, aunque controlada por los primeros. Su
capital social se fija en 12 millones de pesetas." El presidente del mismo era Javier Sánchez-Dalp, vicepresidente, C. Serra
Pickman; E. Rojas-Marcos era uno de los tres gerentes; vicesecretario, J. González López, y entre los vocales aparecen M.
Salinas Malagamba, J.M. Liñán y C. Piñar y Pickman. Curiosamente a ninguno de ellos lo hemos podido relacionar con
Hytasa. Florencio (1994: 195).
franquismo en su política algodonera respecto de las concesiones monopolísticas. No parece que los
propietarios sevillanos fueran muy descaminados, en los años cuarenta, en cuanto al conocimiento de
los mecanismos apropiados para la consecución de sus intereses.
Una cuestión fundamental posteriormente fue que, de forma mayoritaria, las propiedades de
buena parte de los accionistas de origen agrario se encontraban nucleadas alrededor de los términos
municipales de Carmona, Ecija, Fuentes de Andalucía, La Campana, Marchena, la zona de la Vega de
Sevilla, Utrera, El Coronil, Montellano y Morón de la Frontera, los cuales coincidirán con lo que será
el centro fundamental del cultivo del algodón en la provincia de Sevilla.
El otro grupo clave que conforma el accionariado de Hytasa fue el constituido por los
industriales sevillanos37. Los hay de casi todos los sectores significativos de la ciudad. Los más
destacables son los textiles algodoneros (Pedro Lázaro, Aranda y Hernández Velasco), metalúrgicos
(Gil, Rowe, Balbotín38), almacenistas39 (Arenas), taponeros (Isern, Castelló, Llosent, Ferrer y Mauri),
ceramistas (Pickman y los Ramos Bejarano), aceiteros (Luca de Tena40 e Ibarra), harineros (Ayala y los
Delgado-Borrero). Para estos accionistas, Hytasa encarnaba la oportunidad de emprender un negocio
ambicioso, del que carecía Sevilla desde hacía muchos años y despertar a la urbe del aletargamiento en
el que vivía. El momento era ideal, la situación de un país en guerra podía originar buenos beneficios y
la que era la más importante competencia, el textil algodonero catalán, se encontraba en manos del
«enemigo».
2.2. Las dificultades burocráticas.
En febrero de 1938 Franco nombre su primer gobierno civil con Juan Antonio Suanzes en el
Ministerio de Industria y Comercio.41 De inmediato, el nuevo ministro comenzó a poner trabas a
37 Estudiados por C. Arenas (1995) entre ellos podemos incluir a conocidos apellidos de la ciudad.
38 Accionistas de Hytasa y suministradores de la maquinaria de desmotar algodón que se instalará en las factorías de la
empresa.
39 En este grupo tenemos dudas sobre la que creemos más que posible inclusión de los Fernández-Palacios.
40 Emparentados posteriormente con los Alvear y cuyo primer accionista Eduardo Luca de Tena y luca de Tena, fue alcalde
de Sevilla entre julio de 1939 y diciembre de 1940.
41 De la biografía de Suanzes podemos destacar la concepción que el ministro tenía de los empresarios privados, de los que
Hytasa buscando retrasar, e incluso impedir, la instalación y puesta en producción de la fábrica sevillana. El mantenimiento estricto de las directrices políticas que guiaban al Ministerio de Industria y
Comercio llevaron a Luis Cobián y a Prudencio Pumar a entrevistarse con el ministro Suanzes para
intentar que se les concediesen las divisas imprescindibles para importar la maquinaria.42 La
reunión se logró gracias a la intermediación de Pedro Gamero del Castillo, por entonces gobernador
civil de Sevilla y jefe provincial de Falange, y posterior ministro sin cartera en el gobierno del 9 de
agosto de 1939. Sin la intervención del gobernador civil hubiera sido imposible que Suanzes recibiera
a los empresarios Cobián y Pumar pues las relaciones entre las partes era cada vez más tirante.
La entrevista con el J.A. Suanzes -relata Pumar- fue tensa y violenta. La discusión giró en torno
a si los permisos, otorgados por la Junta Técnica, mantenían su validez o si, como pretendía el
ministro, había que recomenzar todo el proceso desde el principio. Se enfrentaban dos concepciones
diferentes de las necesidades de España: Suanzes esforzándose en a recaudar todo lo posible para destinarlo al esfuerzo de guerra y sin estar dispuesto a desviar divisas para la compra de una maquinaria
textil que le resultaba prescindible en aquellos momentos43; los gestores de Hytasa pensaban en un
pensaba que eran como pupilos a los que había que enseñar patriotismo, pues "consideraba que el capital privado era
«cobarde»". Intervino activamente en las Comisiones reguladoras de la producción en las que se preparaban proyectos para
levantar la economía de guerra, entre los planes se incluían las fibras naturales. Ya como ministro de Industria y Comercio se
traslada a Bilbao y realiza la reorganización industrial del país, coordinando los abastecimientos de guerra y estableciendo
las bases de protección y defensa de la industria. Era, ante todo, un defensor a ultranza de los intereses del Estado frente a
grupos de presión, sobre todo si estos tenían representantes en el Consejo de Ministros. Schwartz, Gonzalez, (1978: 16 y ss).
También se puede consultar Martín Aceña, Comín, (1991); Ballestero, (1993).
42 "Entre los problemas más importantes que hemos de tener que abordar a la terminación de la guerra, en conexión íntima
con los de la reconstrucción y el engrandecimiento nacional, figuran los de implantación de una serie de nuevas industrias y
los de desarrollo y perfeccionamiento de otras ya existentes que, atendiendo a la independencia de nuestra economía, vengan
a satisfacer dos necesidades apremiantes: a) nacionalización de todas las industrias que, considerándose directa o
indirectamente necesarias para atender a las necesidades y demandas de una guerra de cierta duración, garanticen nuestra
autonomía en este aspecto...; b) nivelación de nuestra balanza comercial, que no sólo deberá ser lograda, sino superada a
nuestro favor, para llegar a disponer, por nuestro propio esfuerzo, de la necesaria reserva de divisas u oro que se considere
imprescindible para atender a las parciales desnivelaciones de tipo comercial así como las contingencias imprevisibles que
son normales en la vida de un país." Martín Aceña, Comín, (1991: 73-74).
"Sometidas a la dominación roja las más importantes regiones fabriles de España, se dejaba sentir en la zona nacional
una cierta escasez de artículos que normalmente se producían en la Península. Ante la demanda artificial creada por tan
excepcionales circunstancias, se despertaron iniciativas tendentes a instalar fábricas y talleres que, cuando se lograra de
nuevo la integración de los territorios no liberados, hubieran dado lugar a innecesarias duplicaciones de mecanismo
productivo de la nación." Buesa, (1984: 108).
43 Suanzes, en uno de sus discursos públicos señala cuáles eran para él las prioridades de España: "La agricultura, la
industria, las comunicaciones, el comercio interno y externo, todos y cada uno de los servicios, resultaban íntegramente
movilizados al servicio de la guerra: armamento, municiones, barcos, aviones, camiones, carburantes, pertrechos de todas
clases, exigían una atención y una dedicación constante. (...) La preocupación absorbente era la de que los frentes resultaran
abastecidos y atendidos en todos los aspectos, y el mayor orgullo, el que nada faltase a los que por nosotros estaban dando la
horizonte más amplio que incluía la reconstrucción del país y atender al desabastecido mercado textil,
al estar los centros productores emplezados en la zona enemiga.
Durante la primavera de 1938 prosiguió el pulso entre Hytasa y el Servicio Nacional de
Comercio, dependiente del Ministerio de Industria. En abril, los directivos de Hytasa creyeron que les
corresponderían alguno de los cupos mensuales de divisas que iban a establecerse, dada la antigüedad
de su solicitud (enero, 1937). En cambio, se les contestó que debían atenerse al oficio sobre autorización para importar maquinaria (abril, 1937). En mayo, la fábrica de Hytasa tenía las obras muy
avanzadas y casi en condiciones de producir para lo que precisaba importar la maquinaria, volviéndolo
a intentar y logrando que el Servicio Nacional les conceda las divisas pero remitiendo la decisión final
al señor ministro, que niega bajo cualquier condición, las divisas.44
La oposición del Ministerio se refuerza a partir de septiembre de 1938, cuando la Delegación
de Industria de Sevilla, le traslada a Hytasa el aviso sobre el cumplimiento de las nuevas disposiciones
legales sobre tramitación de autorizaciones para las nuevas industrias y sobre nuevas tributaciones. 45 el
eje de los nuevos problemas será la imprescindible previa y expresa autorización del Ministerio de
Industria y Comercio para implantar una fábrica de nueva planta, añadiendo que cualquier tramitación,
aún si hubieras sido comenzada previamente al decreto debía someterse a las nuevas condiciones. Con
este batería legal a su disposición, el Ministerio recurre a su mejor argumento para frenar la nueva
fábrica: la necesaria autorización del gobierno para instalar la fábrica ya que no se considera válido el
permiso otorgado por la Junta Técnica del Estado.
vida." Suanzes (1963: 133-134).
Los factores que Suanzes pone de relieve en el carácter militar de la autarquía española son los de: la fuerza militar que
resulta imprescindible para plantear la independencia política; las industrias capaces de sostener la fuerza militar; la política
de materias primas que deben abastecer al ejército; las comunicaciones internas y externas; y los «stocks» que deben rellenar
los huecos entre estos factores. García (1994), San Roman (1995).
La directriz militarista se mantuvo una vez finalizada la guerra hasta el punto que la política industrial fue guiada por
exigencias de orden militar, con prioridad para la guerra y sustituyendo las importaciones de aquellos productos que eran
imprescindibles para mantener una conflicto. La subordinación de la política económica a los intereses militares se hace
patente al situar la evolución del gasto público español de posguerra en comparación con la situación europea occidental.
Estos problemas y el del gasto militar se encuentran desarrollados por Catalan (1994), Martínez (1994), San Roman (1995).
44Memoria del ejercicio de 1938, Sevilla, 1939.
45Decreto de 20 de agosto de 1938 del Ministerio de Industria y Comercio (B.O.E. del 22) y Orden de 5 septiembre del
Ministerio de Hacienda (B.O.E. del 7) .
Ni Cobián ni Pumar estaban dispuestos a reiniciar desde cero todos los trámites obligatorios
para obtener el beneplácito ministerial.46 La contestación remitida al Ministerio está argumentada sobre
la base de que a Hytasa no le eran aplicables las nuevas disposiciones ya que antes de ser constituida se
solicitó y obtuvo la autorización pertinente por parte de la Junta Técnica, máximo órgano ejecutivo del
Estado, y a la instancia de petición cursada a la Junta le acompañó la debida memoria explicativa del
proyecto y las justificaciones oportunas para su creación, importación e instalación de maquinaria,
producción de la fábrica, número de obreros, presupuestos, etc. En base a aquel consentimiento del
ejecutivo fueron comprados los terrenos, se acudió a la suscripción pública de acciones, se pagaron los
timbres legales, derechos reales, además de gastos de constitución y la adquisición de la maquinaria.
Solo quedó pendiente la forma de pago y el desarrollo de las autorizaciones ya concedidas47.
El segundo frente de batalla giró sobre la regularización de aquellos aspectos sobre los que el
Ministerio de Industria había pasado de puntillas y ahora se hace hincapié en que las Delegaciones de
Hacienda no podrán tramitar las solicitudes de alta en la Contribución hasta que no se hubiera
cumplido el requisito previo del visto bueno por Industria, disponiéndose la orden de que no se curse
ninguna declaración de alta si no se acompaña del acta levantada por la Delegación provincial de
Industria.
Se llegó a una situación de estancamiento a pesar del apoyo de un número importantes de
hombres fuertes del naciente régimen, como el propio general Queipo de Llano, Pedro Parias y Ramón
Carranza (ambos alcaldes, gobernadores civiles de Sevilla y líderes de primera hora del Alzamiento) y
Pedro Gamero (gobernador civil), Eduardo Cadenas (gobernador civil) y de Joaquín Benjumea Burín
(en 1939 era alcalde de Sevilla compaginándolo con la Jefatura del Servicio de Regiones Devastadas y
la dirección del Instituto de Crédito Nacional) los mejores avales de la Sociedad ante el cúmulo de dificultades que le planteaba la Administración. Si observamos el problema desde otro punto de vista es
calibrable, la por otra parte conocida, importancia y peso específico de J.A. Suanzes en el Régimen. El
46 Instancia al Ingeniero Jefe de la Delegación de Industria de Sevilla de fecha 27 de septiembre de 1938, ADPIS,
expediente Hytasa.
47 ADPIS. Expediente Hytasa.
ministro contaba con suficiente poder e influencia como para hacer frente con garantías de éxito a las
personas antes reseñadas que, si ya individualmente no eran desdeñables en cuanto a su significación
política, unidas conformaban un poderoso «grupo de presión».
Pues bien, aún contando con tal protección política, en septiembre de 1938, se recibe en Hytasa
una minuta del Ministerio de Industria y Comercio por la cual "quedaba caducada la autorización para
instalar la fábrica y para importar maquinaria"48. Ahora son el general Queipo y Bemnjumea Burín los
que interceden para desdastascar el trámite burocrático consiguiendo, solo, que si se renunciaba a la
franquicia de Aduanas se «reconsideraría» el tema, algo innegociable para los promotores. Como todos
los documentos burocráticos los autorizaba finalmente, por unas razones o por otras, el Ministerio de
Industria, los gestores de Hytasa estaban ante una situación en la que todos los triunfos para impedir la
fábrica los tenía el ministro Suanzes. Aunque Hytasa, a regañadientes, aceptó la condición de Suanzes
de conceder los permisos si Cobián y Pumar dejaban sus cargos, éstos nunca llegaron “pues que lo que
él quería era que esta fábrica no se hiciera"49.
Los dieciocho meses transcurridos entre febrero de 1938 y agosto de 1939 han contemplado un
proceso destinado a impedir y/o retrasar a Hytasa El proyecto estuvo paralizado por las reiteradas
negativas del Ministerio de Industria para darle alguna solución al enfrentamiento y por el convencimiento del Consejo de Administración de que ya no quedada otra opción que la de esperar resignados a
una Administración más receptiva.
La solución llegó el 9 de agosto de 1939, cuando en el segundo gobierno de Franco entraron
personas que se habían destacado por su apoyo decidido a Hytasa y desaparece del Ministerio de
Industria J.A. Suanzes. De los nuevos miembros del gabinete dos son sevillanos, Luis Alarcón de la
Lastra es el nuevo Ministro de Industria y Comercio, y Joaquín Benjumea Burín50 es Ministro de
Agricultura. Un tercer ministro significado con anterioridad en la ayuda a Hytasa llega al gobierno,
Pedro Gamero del Castillo (anterior gobernador civil de la provincia) como Ministro sin Cartera. Con
48 Pumar (1974: 89).
49 Memoria del Ejercicio de 1939, Sevilla, 1940.
50 El alcalde de la ciudad que se entrevistó con Suanzes para intentar obtener del entonces ministro el desbloqueo de la
situación.
el recién estrenado gobierno Hytasa confiaba en que se allanaran los problemas encontrados51 en el
anterior ejecutivo.
Por lo que se refiere al recién nombrado ministro de Industria, el general Alarcón de la Lastra,
las relaciones de antes de la guerra de éste con la patronal se ponen de evidencia en cuanto repasamos
su curriculum político: dirigente de la Federación Provincial de Asociaciones y Patronales Agrarias52,
junto con Jaime de Oriol de la Puerta, candidato en las elecciones de 1933 y 1936 por la C.E.D.A.,
vocal de la Federación Económica de Andalucía, en la que coincidió con Agustín Vázquez Armero,
Santiago Benjumea y Pedro Solís53.
Por su parte, Joaquín Benjumea Burín, mediano propietario en la provincia y miembro de una
amplia familia agrarista, en los primeros años de la guerra desarrolló una amplia labor política en
puestos de responsabilidad con anterioridad a las dos carteras ministeriales que desempeñó, Agricultura
y Hacienda, y a la gobernación del Banco de España. Benjumea Burín fue alcalde de Sevilla, presidió
la Jefatura del Servicio de Regiones Devastadas y la dirección del Instituto de Crédito Nacional. En
dichas labores coincidió con otros importantes propietarios de significación franquista desde el mismo
18 de julio como Ramón Carranza o Pedro Parias.
Regresando sobre la composición del grupo de accionistas más relevantes entendemos cómo
todos los retrasos acumuladas por Hytasa fueron soslayables tras el cambio de gobierno y la entrada en
el mismo de los apoyos aletargados. Ante los renovados requerimientos de Hytasa, el ministro Alarcón
de la Lastra mediante la Orden de 30 de diciembre de 1939 dictaba la revocación de la Orden del 12 de
septiembre de 1938 y regresaba el expediente a la situación original. Seguidamente, por Orden del 20
de abril de 1940, el Ministerio de Industria y Comercio otorgaba la franquicia arancelaria para la
51 "...en una Empresa que nacía llena de persecuciones y de recelos, por lo que suponía y representaba al sacar a esta
Región de la apatía e indiferencia en que estaba sumida." Memoria del Consejo de Administración en la Junta General
Ordinaria de 27-03-1940.
52 En sus trabajos habían participado José M. Liñán, Luis Amores, Agustín Vázquez Armero, José Huesca, Salvador
Guardiola, etc...
53Las relaciones entre la patronal agraria sevillana están tratados ampliamente en Alvarez (1985, 1986a, 1986b, 1989,
1993); Cabrera (1976); Florencio (1994).
importación de la maquinaria a adquirir por Hytasa en el exterior54. El ministro ordena que la importación se realice "con la urgencia que el caso requiere" y en las condiciones que se otorgaron por la Junta
Técnica del Estado en 1937, aunque adaptándolas a los momentos actuales55.
El segundo proyecto, la fábrica lanera, sufrió de igual manera el intervencionismo legislativo
del primer franquismo. En este caso los problemas procedieron de los industriales de los dos grandes
centros laneros españoles: Sabadell y Tarrassa56. Las patronales laneras de ambas ciudades elevaron sus
escritos de quejas ante los organismos correspondientes, una vez que el BOE hubo publicado el
proyecto de la empresa sevillana.
En esta ocasión las gestiones llevadas a cabo desde Sevilla, a favor de Hytasa, no culminaron
en el éxito puesto que el Ministerio denegó los permisos pertinentes ante los informes negativos de las
patronales y del Sindicato Nacional Textil, controlado por los empresarios catalanes (el Presidente era
Pedro Gual Villalbí, hombre fuerte de la patronal catalana Fomento de Trabajo Nacional). Las barreras
de entrada que la legislación franquista había levantado con las leyes de 1939 y 1940 dieron buenos
resultados e Hytasa no pudo bordear la legalidad vigente y apoyarse en sus recursos políticos para salir
triunfante.
El ejemplo sevillano nos permite entroncar con las actividades que las patronales laneras
catalanas desarrollaron con tal de cuidar de sus intereses. Si bien, el franquismo legislaba la inmersión
de las agrupaciones patronales en los Sindicatos Verticales algunas agrupaciones patronales lograron
sobrevivir al ánimo estatalizador y unificador del Régimen. Las dos principales agrupaciones
patronales de los industriales laneros catalanes lograron sobrevivir de manera autónoma, nos referimos
al Gremio de Fabricantes de Sabadell y al Instituto Tecnológico de Tarrassa.
Recién finalizada la contienda civil las dos entidades reanudan sus actividades. En una fecha
54“Cuando este señor ocupó el Ministerio de Industria y Comercio se encontró con que nos habían anulado las
autorizaciones que teníamos para instalar estas Fábricas y para importar la maquinaria. Y cuando él ocupó la Cartera de
Industria y Comercio, de las primeras cosas que hizo fue rehabilitar todas esas concesiones, haciendo posible la instalación
de estas grandes industrias" Pumar. (1974: 143), Extracto del discurso pronunciado en 1959 con motivo de la distinción de la
Gran Cruz del Mérito Civil en 1959.
55 Orden de 20 de abril de 1940.
56 Bien es cierto que la oposición bejarana era poco probable puesto que algunos de sus principales industriales (caso
de los Cascón) eran copartícipes de la Hytasa lanera.
tan temprana como mayo de 1939 el Gremio de Sabadell tuvo que liberar 15.000 pesetas (una cantidad
bastante respetable en aquellos años) para la persona que el Gremio, junto con el Instituto de Tarrasa y
la agrupación de Hiladores de Barcelona, tenía destacada en Bilbao para que estuviera “cerca” del
Ministerio de Industria y Comercio. Los temas a tratar iban desde los problemas de stocks, o los
nuevos géneros, hasta la cuestión de los precios.
Las dificultades que pensaba el sector que iba a encontrar fueron superadas por la intervención
directa de Alfonso Sala Argemí (conde de Egara) y José Mª Milá y Camps (conde de Montseny) que
solventan la negociación de precios de manera satisfactoria para los fabricantes. En julio de 1939 tanto
el Instituto Industrial como el Gremio de Sabadell recogen en las actas de sus reuniones el
agradecimiento y reconocimiento hacia los mediadores. El Instituto es más explícito en el
agradecimiento por “el feliz resultado de la labor realizada al servicio de los intereses de la industria
lanera”57, pero el Gremio lo es más en suministrarnos información al reflejar en su libro de actas la
aprobación de una derrama entre los socios para hacer frente “a los enormes gastos ocasionados por
las campañas realizadas para resolver el problema de la venta de nuestras manufacturas”58.
Otro ejemplo de la presencia de los intereses patronales laneros en Madrid es el caso de las
gestiones que Pedro Gual Villalbí (secretario de Fomento de Trabajo Nacional y que hemos visto
actuar como Presidente del Sindicato Vertical del Textil) para que éste asumiera la representación de
la patronal lanera en “las altas esferas gubernamentales” para lograr una mejora en el suministro de
electricidad59.
De manera explícita resume la importancia de ser activos el Presidente del Instituto Textil de
Tarrassa, Sr. Badrinas, cuando manifiesta públicamente que:
“no podemos estar quietos en nuestro despacho ocupándonos exclusivamente de lo nuestro, sino que hay que
intervenir en lo que colectivamente interesa a nuestra industria y hay que procurar hacer valer nuestra opinión dentro de
los organismos que pueden tomar trascendentales disposiciones para nuestros intereses industriales.”60
No son estos los únicos ejemplos disponibles. En el acta de 13 de enero de 1949 del ITT se
57
58
59
60
Acta de 13 de julio de 1939, Instituto Tecnológico de Tarrassa.
Acta de 31 de agosto de 1939, Gremio de Fabricantes de Sabadell.
Acta de 17 de junio de 1949, GFS.
Acta de 13 de enero de 1949. ITT.
repasa la actuación del organismo en la última década y encontramos casos tan interesantes como los
siguientes. Con motivo de la presión que los industriales laneros reciben por el extremado celo en la
actuación de la fiscalía de tasas el número de expedientados, entonces por la instrucción militar,
aumentaba de fecha en fecha. Bien es cierto, que los industriales se desenvolvían en unas condiciones
de libertad para la materia prima y precios tasados en los tejidos, lo que creaba un cierto desfase entre
los costes de la materia prima y el precio final del tejido de lana. Con la doble idea de acabar con el
desfase y que fueran archivados los expedientes en tramitación el Instituto egarense se hace oír en las
altas esferas del régimen61 y especialmente en la secretaría particular del Caudillo (General Franco
Salgado) como medio más directo de acabar con los problemas si se accedía a la Jefatura del Estado.
Por si esto pudiera parecernos escaso, el Instituto recurre incluso al Sr. Obispo de Barcelona para que
interceda ante el Ministerio de Industria y Comercio para solventar la inmovilización que pesaba sobre
los tejidos de lana y resolver los dos problemas antes mencionados.
Las actuaciones irregulares, que no eran privativas de ningún sector concreto, son achacadas al
mismo proceso administrativo que se obligaba a recorrer, es decir, a un marco institucional que se
prestaba a todo tipo de maniobras interesadas 62. El problema en el trámite administrativo está claro que
residía en la obligatoriedad de contar con los informes de los empresarios del sector correspondiente.
Las muestras que se ofrecen, esta vez el sector del calzado, son esclarecedoras. Ante dos solicitudes
distintas de ampliación de industrias fabricantes de vulcanizados para zapatos el responsable de
contestar (el presidente de la Sección de Industrias del Caucho de la zona de Levante), y si suponemos
no muy erróneamente que la carencia de materias primas afectaría a ambos proyectos por igual,
deniega el permiso a una y da la decisión aprobatoria para la otra, curiosamente éste era cliente de la
61 “las gestiones y visitas cerca las diferentes autoridades y jurisdicciones, descollando las efectuadas en diferentes
ocasiones a la secretaría General y Técnica, al Exmo. Sr. Ministro de Industria,…, al Exmo. Sr. Subsecretario de la
Presidencia, las gestiones de octubre de 1946 con el Jefe nacional del Sindicato Nacional Textil, Coronel Villar, con
el Sr. Rubio, Secretario General y Técnico del Ministerio de Industria y Comercio, Sanz Orrio, Delegado nacional
de Sindicatos, Sr. Robert Director General de Industria, Don Ramón de Mer, fiscal superior de Tasas, al Sr. Ministro
de Trabajo, al General Franco Salgado, Secretario particular de Su Excelencia el Generalísimo (…) insistiendo cerca
del Exmo. Sr. Secretario de Su Excelencia que hiciese llegar a conocimiento de la jefatura del Estado la honda
preocupación de la industria lanera…” Acta de 13 de enero de 1949, ITT.
62 El interés en maniobrar no era privativo de los grandes inversores, sino también de los pequeños industriales que, o
entraban en el juego, o se quedaban fuera para siempre. Respecto al enquistamiento de la burocracia Barciela, C.
(1998: 93) da una respuesta: el funcionario dependía de las tramitaciones para su empleo y carrera profesional.
sociedad dirigida por quién emitía el susodicho informe63. Otro caso sintomático es el intento de un
empresario interesado en instalar una fábrica de calzado con piso de goma al que se le deniega la
autorización por falta de materias primas y la sobreproducción del sector, sin embargo, se queja
amargamente respecto de que el cargo sindical que emitió el informe (el mismo que en el caso anterior)
tenía más pedidos de los que podía abastecer y había conseguido recientemente autorización para
instalar una amplia sección de regenerado de goma y, además, tenía contratada la adquisición de
maquinaria para una nueva fábrica igual que la por él solicitada64.
3. Búsqueda de inputs dentro del sistema de cupos: patronales y empresarios.
El Estado es ahora el asignador de los recursos (suplantando al mercado) y el vigilante del
cumplimiento del marco institucional, convirtiendo a las decisiones de la Administración en
determinantes del éxito empresarial, al favorecer a unos en detrimento de otros al decidir a quién
concede los recursos y obligando a los empresarios a que se conduzcan como buscadores de favores
políticos, tanto de manera individual como agrupados en organizaciones.65
En primer lugar me centro en las actividades «políticas» que las patronales, al menos las que
sobrevivieron al decreto que las obligaba a subsumirse en los Sindicatos Verticales, llevaron a cabo
para cuidar de sus intereses. La historiografía española sobre patronales ha realizado un mayor
esfuerzo investigador para los años anteriores a la Guerra Civil, Dictadura de Primo de Rivera y II
República, que para el período franquista. La literatura recoge el margen de movimientos del que
dispusieron los empresarios para organizarse aprovechando las instituciones que les brindaba el
aparato del Régimen y encontrando una aceptable permeabilidad estatal para «gestionar» sus
intereses particulares sin menoscabar la independencia en la toma de decisiones66.
63 ”Eso sí, en ambos informes se pedía rotundamente que en ningún caso se concediesen cupos de caucho virgen,
petición perfectamente en consonancia con los intereses de un empresario del vulcanizado a quien convenía que no
creciese el número de fábricas entre las que repartir la escasa materia prima.” Miranda, J.A. (1998: 263).
64 Miranda, J.A. (1998: 263-264).
65 Para el estraperlo de los años cuarenta y cincuenta y sobre las consideraciones económicas y morales a su respecto
remitimos al lector a Barciela, C. (1998).
66 Nos circunscribimos a bibliografía del período franquista. Fraile, P. (1991): Industrialización y grupos de presión. La
economía política de la protección en España (1900-1950), Alianza, Madrid, (1992): Interés público y captura del Estado:
la empresa siderúrgica en España, 1900-1950, Fundación Empresa Pública, Madrid.; Cabrera, M., Rey, F. (1988): “Entre la
condena y el olvido. Los empresarios y sus organizaciones en la historiografía española”, Sociología del Trabajo nº 3,
(1996); Puig, N. (1994): “Modernización y regulación. La industria alcoholera española, 1856-1953” en Nadal, J.; Catalan,
J. La cara oculta de la industrialización española, Alianza Universidad, Madrid; Molinero, C.; Ysas, P., (1989): “Els
industrial catalans durant la postguerra (1939-1951)”, L'Avenç, nº1; (1990a): “Los industriales catalanes durante el
Las dos principales organizaciones de los industriales laneros catalanes, el Gremio de
Fabricantes de Sabadell (GFS) y el Instituto Tecnológico de Tarrasa (ITT) funcionaron autónomamente
del Sindicato Vertical Textil y reanudaron sus actividades desde el término de la contienda civil. En una
fecha tan cercana al final de la guerra como era mayo de 1939, el GFS liberó 15.000 pesetas (cantidad
considerable en aquellos años) a la persona que el Gremio, junto con el ITT y la agrupación de
Hiladores de Barcelona, tenía destacada en Bilbao para que estuviera “cerca” del Ministerio de
Industria en su sede provisional. Desde muy pronto los empresarios detectaron que en el “Nuevo
Estado” era aún más importante navegar por el territorio del poder político que en la Restauración. Nos
basta con recordar el papel desempeñado por los “catalanes de Burgos” en los trámites burocráticos
que llevaba a cabo Hytasa. Las decisiones del poder afectan a más gente y de manera más directa en un
Régimen totalitario que en un sistema liberal autoritario como pudiera ser el que había en España en el
primer tercio del siglo XX. Los temas que eran tratados en la sede provisional del Ministerio de
Industria en Bilbao iban desde los problemas de stocks, o los nuevos géneros, hasta las decisiones
sobre los precios. Los inconvenientes que el sector lanero encontró fueron superados, concretamente la
negociación de precios se solventó por la intervención directa de Alfonso Sala Argemí (conde de
Egara) y José Mª. Milá y Camps (conde de Montseny). En julio de 1939 tanto el ITT como el GFS
citan en las actas su agradecimiento y reconocimiento hacia los mediadores. El Instituto es el más
explícito dando las gracias por “el feliz resultado de la labor realizada al servicio de los intereses de la
industria lanera”67, pero el Gremio lo es más en suministrarnos información al reflejar en su libro de
actas la aprobación de una derrama entre los socios para hacer frente “a los enormes gastos
ocasionados por las campañas realizadas para resolver el problema de la venta de nuestras
manufacturas”68. Un nuevo ejemplo de los intereses patronales laneros en Madrid son las gestiones
cerca de Pedro Gual Villalbí (secretario de Fomento de Trabajo Nacional y Presidente del Sindicato
Vertical del Textil) para que asumiera la representación de la patronal lanera en “las altas esferas
franquismo”, Revista de Historia Económica, año VIII, nº 1; (1990b): “Entre el verticalisme i l’autonomia: la patronal
catalana durant el franquisme”, L’Avenç, nº 138. Molinero, C. (1991): “Les actituds dels industrials catalans davent la
política econòmica del primer franquisme”, L’Avenç, nº 149.
67 Acta de 13 de julio de 1939, ITT.
68 Acta de 31 de agosto de 1939, GFS.
gubernamentales” y lograr una mejora en el suministro de electricidad69.
De manera explícita resume la importancia de ser activos el Presidente del ITT, Sr. Badrinas,
cuando manifiesta públicamente que:
“no podemos estar quietos en nuestro despacho ocupándonos exclusivamente de lo nuestro, sino que
hay que intervenir en lo que colectivamente interesa a nuestra industria y hay que procurar hacer valer
nuestra opinión dentro de los organismos que pueden tomar trascendentales disposiciones para nuestros
intereses industriales.”70
No son estos los únicos ejemplos disponibles. En el acta de 13 de enero de 1949 del ITT es
repasada la actuación del organismo en la última década y encontramos referencias muy
interesantes. A causa de la presión que los industriales laneros recibían del extremado celo de la
fiscalía de tasas el número de expedientados, entonces instruidos por la jurisdicción militar,
aumentaba de fecha en fecha. Bien es cierto, que los industriales se desenvolvían en unas
condiciones de mercado libre para la materia prima y de precios tasados para los tejidos. El
diferente trato recibido por materia prima y producto acabado creaba un desfase entre los costes de
los inputs y el precio final del tejido al que no se le podía trasladar los aumentos de precio de la
materia prima. De este modo, con la doble idea de acabar con el perjuicio y de que fueran
archivados los expedientes en tramitación, el Instituto egarense se hace oír en las altas esferas del
régimen y especialmente en la secretaría particular del Caudillo (General Franco Salgado) como
medio más directo de acabar con los problemas71. El camino más directo, eficaz y rápido consistía,
y era algo que tenían asumido estos industriales, en acceder a las más altas magistraturas del Estado
y qué mejor que acceder a la propia Jefatura del Estado. Por si esto pudiera ser insuficiente la
patronal recurre a una institución con gran preeminencia durante el primer franquismo: la Iglesia
católica. Ni cortas ni perezosas, las patronales requieren al Obispo de Barcelona para que interceda
ante el Ministerio de Industria con el fin de solucionar la inmovilización que pesaba sobre los
69 Acta de 17 de junio de 1949, GFS.
70 Acta de 13 de enero de 1949. ITT.
71 “las gestiones y visitas cerca las diferentes autoridades y jurisdicciones, descollando las efectuadas en diferentes
ocasiones a la secretaría General y Técnica, al Exmo. Sr. Ministro de Industria,…, al Exmo. Sr. Subsecretario de la
Presidencia, las gestiones de octubre de 1946 con el Jefe nacional del Sindicato Nacional Textil, Coronel Villar, con
el Sr. Rubio, Secretario General y Técnico del Ministerio de Industria y Comercio, Sanz Orrio, Delegado nacional
de Sindicatos, Sr. Robert Director General de Industria, Don Ramón de Mer, fiscal superior de Tasas, al Sr. Ministro
de Trabajo, al General Franco Salgado, Secretario particular de Su Excelencia el Generalísimo (…) insistiendo cerca
del Exmo. Sr. Secretario de Su Excelencia que hiciese llegar a conocimiento de la jefatura del Estado la honda
preocupación de la industria lanera…” Acta de 13 de enero de 1949, ITT.
tejidos de lana y resolver los dos problemas mencionados. Otra cuestión emergió con ocasión de la
publicación de la Ley de Bases para la constitución de los Jurados de Empresa 72. Ahora el Instituto
acudirá “a todas aquellos elementos que por su situación y ascendencia en las altas esferas públicas del
País, podían preparar el ambiente en orden a la suspensión indefinida de la Reglamentación
anunciada”73.
En la industria del calzado hay una interesante búsqueda de ayudas políticas que permitió a los
exitosos disfrutar de una posición de ventaja sobre sus competidores. Miranda deja claro cómo una
empresa determinada, “Silvestre Segarra e Hijos”, fue claramente favorecida por el Régimen. En 1944
no sufrió iguales restricciones eléctricas que los demás fabricantes y disfrutó de suministro de
electricidad no sólo los domingos sino también más horas de energía que el resto todos los días
laborables, hasta lograr completar su producción normal; o cómo era agraciada en las subastas de
pedidos oficiales (la tercera parte de los pedidos del Ejercito de Tierra y más del 50% del de Aire) hasta
el punto que el mismísimo Sindicato de la Piel se quejaba en el III Consejo Sindical Industrial “de la
existencia de «fabricantes privilegiados» en la adjudicación de pedidos militares”74.
Desde nuestro punto de vista, el mayor refinamiento y sofisticación se logró con el cultivo y
desmotado de algodón. Hubo empresas, las afortunadas, que dispusieron del monopolio de compra y
desmotación sobre el algodón cosechado en la zona que el Ministerio de Agricultura les había asignado
en exclusividad. Las empresas monopolizadoras de las mejores zonas controlaban directamente el 20%
del algodón bruto nacional cada una de ellas. Es decir, tres empresas dominaban el 80% de todo el
algodón español75. Y aún más, como sólo ellas podían desmotar el algodón para obtener la fibra, y
aunque la legislación establecía que la tenían que repartir con los agricultores y con el Sindicato
Vertical del Textil, sus hilaturas y tejedurías nunca estaban carentes de materias primas y la que les
sobraba, aquélla que eran incapaces de transformar en sus factorías, la vendían en un mercado nacional
72 Sobre la oposición que la patronal lanera catalana presentó al proyecto de introducción del Jurado de Empresa se puede
consultar la abundante bibliografía de Molinero, C.; Ysas, P., (1989, 1990a, 1990b); Molinero, C. (1991).
73 Acta de 13 de enero de 1949, ITT.
74 Otra empresa privilegiada era la de Venancio Riere, en Concentaina (Alicante) que en 1944 consigue el cupo completo
de combustible líquido que había solicitado (8.000 litros) frente a sus competidores que sólo recibían un parte de su
cupo. MIRANDA, J.A. (1994: 330-333)
75 Fernández Roca (2002).
calificable como “hambriento de fibra”76. Una de las empresas privilegiadas con la concesión del
monopolio algodonero fue Hytasa. El reparto de concesiones tuvo lugar en 1941 siendo ministro de
Agricultura Joaquín Benjumea Burín.
El problema de la falta de materias primas era tan acuciante que, como admitía el gobernador
civil de Barcelona, los empresarios debían recurrir sin dudarlo al estraperlo para proveerse de los
insumos básicos:
“si los industriales, que no pueden disponer de las cuotas esenciales en el momento oportuno,
aceptan pasivamente esa situación, en lugar de obtener las materias primas por cualquier medio a
su alcance, veríamos a miles y miles de obreros en paro por las calles a causa de los cierres
temporales o de la bancarrota”77
y nos da los por qué de tal comportamiento:
“Si me es permitido teorizar un poco, aplicando para ello la experiencia que he podido adquirir en casi
dos años de gobierno, confesaré que me resisto a creer en la existencia de tanto especulador que hasta
ayer mismo era gente honrada. Han surgido de pronto, hasta el punto de que creemos vernos ahogados
en un ambiente de irrespirable inmoralidad. En el fondo, lo que ocurre es que, en buena parte de los
casos la tasa impuesta por el Estado no cubre los gastos y las necesidades reales, auténticas, de los
productores, y por eso, no por afán de lucro, no vacilan en sortear las disposiciones, exigiendo para su
producto precios más elevados. Sólo si Estado se decidiera a subir la tasa hasta ese tope que considera
imprescindible el vendedor o el industrial podría éste moverse dentro de la ley, pero si el Estado
autorizara tales precios contribuiría él mismo a encarecer la vida”.78
Al respecto de los insumos y energía, Catalán (1995) insiste en nuevos casos de discriminación por
parte del Régimen sobre determinados productores o en ciertos sectores industriales. Se muestran
situaciones en sectores como el siderúrgico, el galletero (el propietario de la empresa Artiach era
presidente del Sindicato Vertical y se autoconcedía todos los cupos que precisaba en detrimento de
sus competidores) o el chocolatero. La intervención estatal también llegó al mundo alcoholero. El
Estado pasó de regular, entre 1939 y 1953, la actividad de las industrias alcoholeras a la práctica
reguladora de las campañas vinícolas con el establecimiento de precios mínimos para el alcohol vínico
y el fomento de las exportaciones mientras mantenía la intervención directa en la fabricación de
alcohol de melazas. La intervención completa llega con la Comisión de Compras de Excedentes de
76 El algodón en rama se llegó a pagar hasta seis veces su precio oficial. Catalan, J. (1995) La economía española y la
segunda guerra mundial, Ariel, Barcelona, p. 246. Maluquer Sostres (1973): La política algodonera 1940-1970,
Servicios de Estudios de Banca Catalana, Barcelona, contabiliza los enormes beneficios que las empresas
detentadoras de zonas algodoneras obtenían del desmotado de algodón bruto en fibra y su posterior
comercialización, señalando que éste era el gran negocio y no las fábricas de textiles.
77 B. Barba “Dos años al frente del Gobierno Civil de Barcelona, Madrid 1948, citado en Esteban, J.M. (1978: 161).
78 Citado en Barciela (1998: 90).
Vinos que debía adquirir los excedentes del mercado nacional79.
La intervención del Estado en el sector de la construcción provocó la transformación de la
antigua figura del promotor-inversor a la moderna promoción inmobiliaria profesional80. La causa
última de tal cambio estaba en la elevación del coste de las obras y del precio final de la edificación por
lo que cada vez era mas complicado que la antigua figura empresarial pudiera arrostrar la edificación
de nuevas viviendas. Las condiciones de la vida económica española de la posguerra y primeros
cincuenta ayudaron decisivamente a provocar esta transformación. El sector atravesó por años de
dificultades para acceder a los insumos que le eran necesarios dada que su libre obtención y circulación
había desaparecido y estaban sometidos a intervención estatal y al reparto por vía de los cupos. La
situación intervencionista terminó desembocando en la elevación de los precios y en la aparición de un
mercado negro que era, como en otros sectores, el único medio factible para que los promotores
obtuvieran los insumos81.
Los casos vistos los podemos englobar dentro de un grupo calificable de políticas
discriminatorias pasivas, en las que el Estado no tiene claro a qué sujeto perjudica, sólo al que pretende
beneficiar. Sin embargo, el Estado también ejecutó políticas discriminatorias activas dirigidas a
perjudicar a alguien en concreto y favorecer conscientemente a otro. Tales actuaciones las encontramos
tanto entre empresas privadas como entre públicas y privadas. En el lance de Irati (una empresa
eléctrica) el Estado actúa discriminatoriamente hacia las eléctricas medianas y pequeñas al no
contemplar que determinadas empresas productoras-distribuidoras recibieran contraprestaciones por
los incrementos de su producción mediante la instalación y uso de centrales térmicas e hidroeléctricas.
En cambio, una gran empresa como Iberduero si que está en autorizada a efectuarlo y obtener
posiciones de ventajas sobre sus competidoras82.
79 Puig, N. (1994).
80 Llorden Miñambres, M. (1994) Empresas y empresarios de promoción y construcción inmobiliaria en Asturias. El
ejemplo de Gijón, en Llorden Miñambres, M (comp.): De empresas y empresarios en la España contemporánea,
Universidad de Oviedo, Servicio de Publicaciones.
81 El funcionamiento del mercado era «engrasado» “por los trasvases que realizaban las entidades o grupos sociales que
gozaban del llamado «régimen de preferencia para la obtención de materiales», por lo general en razón exclusiva de sus
influencias, afinidades o puestos que ocupaban en el aparato burocrático del nuevo Estado surgido en 1939”. Llorden
Miñambres, M. (1994)
82 Garrues, J. (1997) El IRATI, Compañía General de maderas, Fuerzas Hidráulicas y Tranvía eléctrico de navarra: una
empresa autoproductora comercial de electricidad, 1904-1961, Fundación Empresa Pública, Madrid, p. 62.
Conclusiones
En el texto ha quedado claro cómo los empresarios, empujados por el sistema económico
discriminatorio implementado por la dictadura franquista, recurrieron a vías paralelas para alcanzar los
objetivos. De tal modo que los inversores que se lanzaban a la aventura, no creo que en las condiciones
descritas quepa mejor calificativo, de sortear y superar la burocracia estatal estaban convencidos que
sólo a través, y por la mediación, de amigos, conocidos o colaboradores que estuvieran perfectamente
conectados con las «altas esferas» del Nuevo Estado lo conseguirían. Enfrente tenían unas barreras de
ntrada defendidas por los empresarios ya instalados que empleaban a las propias organziaciones
patronales y a sus conexiones dentro del Régimen para tratar de frutar, y en muchas ocasiones frstar, la
entrada de nuevos competidores.
En este caso, los trámites de Hytasa ponen de manifiesto en qué grado era fundamental contar
con resortes políticos dentro del Régimen. La oposición catalana y de Suanzes salta por los aires en
cuanto tres ministros sevillanos forman parte del gabinete. De pronto, todas las pegas del proyecto
desaparecen y éste se convierte en una iniciativa de relevancia para la economía española. O antes no
existían tales problemas y eran artificiales para evitar la entrada de Hytasa al sector textil o ahora,
persisten de igual manera pero se hace la vista gorda. En uno y otro caso, la corrupción del régimen es
evidente. Los favores recibidos por Hytasa desde el entramado del Régimen los podemos percibir
como casos de corrupción tanto en cuanto pueden entenderse como el otorgamiento de una ayuda a
una empresa de manera discriminatoria hacia las otras empresas, pero no me consta que mediaran
pagos en dinero entre Hytasa y sus “influencias”. Seguramente las relaciones entre los protagonistas
eran demasiado fuertes como para necesitarse la “compra” de voluntades.
Miranda (1994) ya concluía que en el sector del calzado cabía destacar la existencia de dos
modelos con diferentes comportamientos empresariales, lo que disfrutaban de ayudas extraordinarias
debido a que por su proximidad a la Administración disponían de cupos de materias primas, pedidos
oficiales, energía, inpust intermedios, etc, en las que él destaca a Silvestre Segarra e Hijos y podríamos
añadir en algunas fases de su historia a Hytasa. Y los que veían que sus inversiones no llegaban a
alcanzar su rentabilidad por verse perjudicadas por el Estado que favorecía a sus competidores.
Por último, la historiografía española se ha dedicado a estudiar los casos de los triunfadores, de
las empresas y empresarios que logran sobrevivir, triunfar, pero no se ha parado a cuantificar y estudiar
aquellas iniciativas que se quedaron por el camino, que no lograron superar las trabas del
intervencionismo. Un trabajo que queda en el aire es saber qué capital estaba previsto para invertirse en
la industria española y quedó desincentivado y aparcado por decisiones políticas extraeconómicas.
En alguna manera, aunque en otro ámbito, nos podamos quedar con la acusación que formula
L. Hannah cuando dice que “nos hemos centrado de forma casi intuitiva en el estudio del éxito, en el
estudio de empresas que aprendieron a crecer o mantener sus capacidades”83.
83 HANNAH, L. (1996: 103).
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