C- 7723 En la ciudad de La Plata, a los veintinueve días... de dos mil cuatro, reunidos los integrantes de la Sala...

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C- 7723
En la ciudad de La Plata, a los veintinueve días del mes de julio
de dos mil cuatro, reunidos los integrantes de la Sala Segunda
del Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos
Aires, doctores Jorge Hugo Celesia, Fernando Luis María
Mancini y Eduardo Carlos Hortel bajo la presidencia del primero
de los nombrados, con el objeto de resolver en las causas Nº
7723 y 7844 los recursos de casación interpuesto por C. A. N.
G. y A. J. D., respectivamente, estando representado el
Ministerio Público Fiscal por la Sra. Fiscal Adjunta de Casación,
Dra. Alejandra Marcela Moretti, el primero de los imputados por
la Defensora Oficial de Casación, Dra. Ana Julia Biasotti, y el
segundo por el Defensor Particular Dr. Raúl Leturmy.
Habiéndose efectuado el sorteo para establecer el orden
en que los señores jueces emitirán
sus votos, resultó el
siguiente orden de votación: Dres. Celesia, Mancini y Hortel.
ANTECEDENTES
El Tribunal Oral en lo Criminal Nro. 5 del Departamento
Judicial San Isidro, resolvió en la causa Nro. 985 con fecha 2
de julio de 2001, condenar a A. J. D. y a C. A. N., a las penas
de doce y dieciséis años de prisión, respectivamente,
accesorias legales y costas para cada uno de ellos, por haber
sido hallados coautores penalmente responsables del delito de
robo agravado por haber resultado un homicidio en grado de
tentativa.
Contra dicho resolutorio interpusieron recursos
de
casación los Defensores de los imputados, a fs. 91/97 de la
causa Nro. 7723 el Defensor Oficial de N., Dr. Fernando
Ramón Abad, y a fs. 42/47 de la causa Nro. 7844 el Defensor
Particular de D., Dr. Raúl Leturmy.
Hallándose la causa en estado de dictar sentencia, este
Tribunal decidió plantear y votar la siguiente:
CUESTION
¿Corresponde hacer lugar al recurso de casación
interpuesto?
A la cuestión planteada, el señor Juez doctor Celesia
dijo:
I- A fin de brindar una respuesta ordenada a los planteos
de los recurrentes empezaré con el tratamiento de los agravios
traídos en el recurso Nº 7723 en favor de C. A. N.
El Defensor Oficial del imputado alega como motivo
casatorio la errónea aplicación de los arts. 40 y 41 del C.P., con
sustento en que el Juez que emitió el primer voto no hizo lugar
a la tesis de la imputabilidad disminuida por él introducida.
Dice que la ingesta de alcohol y de tóxicos puesta en
conocimiento no sólo por su asistido sino por el consorte de
causa D., y anoticiada por la testigo Irigoitía cuando hizo
referencia al actuar de D. en relación a que sus reacciones sólo
se justificaban pensando en que estuviera drogado, dieron
lugar a un estado de incapacidad psíquica disminuida, que, a
su entender, debe ingresar en la ponderación del reproche
atinente a la luz de las pautas mensurativas de los arts. 40 y 41
del C.P., como una diminuente.
Con transcripción de las ideas del Dr. Zaffaroni al
respecto, intenta el quejoso exhibir que si bien corresponde el
reproche a su asistido, la consecuencia punitiva traducida en la
sanción que le fue impuesta debió ser menor ya que el
encartado obró con su capacidad de culpabilidad disminuida.
Expresa que su asistido al momento de los hechos
padecía de una adicción al consumo de drogas y a la ingesta
de alcohol, y que tales datos no pueden sino significar que en
la ocasión del hecho que se le enrostra actuó con un grado de
capacidad de culpabilidad disminuída.
A su vez, trae el disconformado como otro dato de interés
en torno a este punto la admisión del hecho reconocida por su
asistido en la audiencia de debate y su sincero arrepentimiento.
Cuestiona el razonamiento seguido por el a quo al
considerar como pautas agravantes la utilización de plurales
armas de fuego, la pluralidad de víctimas y la elección previa
del lugar demostrativa de una mayor audacia de los sujetos
activos en relación al número de sujetos pasivo, y que se alteró
la tranquilidad de éstos últimos.
Dice que la pluralidad de armas de fuego no debe
significar un mayor peso recriminatorio en el caso que nos
ocupa, dado que tan solo una tuvo la capacidad de vulnerar el
bien jurídico vida.
Considera que la cantidad de víctimas afectadas por el
injusto tampoco puede ser valorada como agravante en tanto,
con exclusión de aquella que perdiera la vida, no hubo
acusación en relación al daño sufrido por quienes se dijeron
lesionados; adunando a ello que esta circunstancia debe
quedar en el marco del robo en grado de tentativa con
resultado de homicidio que se le endilga.
Por otro lado, alega que no se ha comprobado que los
sujetos activos hayan elegido con antelación el lugar a donde
llevar a cabo el entuerto, y agrega que todo hecho violento
como el que ha sido motivo de debate y hasta aún un
apoderamiento ilegal simple, lleva consigo una alteración de la
paz porque significa la instalación de un conflicto, por lo que
estima que esta valoración se ha realizado con vulneración del
principio que prohibe la doble valoración, por cuanto, a su
entender, el marco de reproche contemplado en el art. 165 del
C.P. lleva implícitos todos los datos severizantes invocados por
el sentenciante al propiciar la pena en definitiva impuesta.
En oportunidad de celebrarse la audiencia que prescribe
el art. 458 del C.P.P., la Defensora ante este Tribunal se remitió
en un todo a los argumentos vertidos por el recurrente
originario, mientras que la representante del Ministerio Público
Fiscal sostuvo que el planteo relativo a la disminución de la
imputabilidad es una reedición de cuestiones resueltas
oportunamente por el a quo, que, por no constituir errores
graves, groseros o manifiestos resultan vedados de tratamiento
en esta sede. Por otro lado, destacó que el recurrente pasó por
alto que si bien el imputado reconoció ser uno de los que
ingresó provisto de un arma de fuego al restaurante con fines
furtivos, y que en su interior efectuó disparos, también afirmó, a
fin de colocarse en una situación procesal ventajosa, que el
hecho lo realizó bajo los efectos de las drogas, y que por ello
no pudo acordarse el modo en que efectuó los disparos y si
efectivamente había matado a alguien.
El reclamo es inatendible.
En cuanto a la primera alegación, cabe resaltar que el
disconformado
sustenta
su
impugnación
sobre
una
ponderación particular de los elementos de prueba obrantes en
la causa, sin antes demostrar que el juicio lógico seguido por
los Jueces de mérito al concluir que los imputados no lograron
demostrar que actuaron con su capacidad de culpabilidad
disminuida,
adolezca
de
algún
vicio
de
arbitrariedad que permita la anulación del fallo.
absurdidad
o
Tratándose el recurso de casación de un instrumento de
perfección procesal que se encarga de revisar exclusivamente
cuestiones de derecho, dada la imposibilidad que tiene este
Tribunal para apreciar la prueba con la inmediación de los
jueces de mérito, el análisis de los hechos excepcionalmente
podría realizarse cuando se demuestre un quebrantamiento de
las reglas que rigen la valoración de la prueba, y se evidencie
un vicio en la estructura racional del juicio formulado por los
juzgadores, lo cual no surge del recurso, ni tampoco advierto
en el resolutorio.
Al tratar la tercera cuestión del veredicto, el Tribunal
afirmó, luego de descartar la causal de inimputabilidad alegada
por la Defensa sustentada en que los encausados actuaron
drogados sin poder dirigir sus acciones, que "tampoco se abre
la vía para su tratamiento a modo de una causal de atenuación
de la penalidad que eventualmente corresponda realizar,
respecto de lo que se da en llamar un estado de
inimputabilidad disminuida" (ver fs. 53 del incidente recursivo).
En ese sentido, destacó el a quo, especialmente en
relación a N., que el acusado según se informó a fs. 624 no
prestó su voluntad a la realización del examen de rigor.
El recurrente no hace más que reeditar los argumentos
que vertiera en la audiencia de debate, sin antes atacar la
solución adoptada por el a quo al entender indemostrada la
alegación formulada por los imputados recién en el juicio oral,
referida a que actuaron bajo los efectos de las drogas.
La subjetiva valoración que hace el Defensor respecto a
los dichos de los encartados, en modo alguno evidencia un
quiebre en el razonamiento efectuado por el a quo, así como
tampoco la remisión a los dichos de la testigo Irigoitía tendrían
alguna incidencia en el planteo, no sólo porque no viene
acreditado que la nombrada haya dicho lo que indica el
recurrente (ver fs. 4 -acta de debate, y fs. 25/26 -sentencia-),
sino porque, sin perjuicio de ello, aquellos se refieren a la forma
en que actuó el consorte de causa D.
En cuanto al agravio vinculado con la falta de
ponderación como atenuante de la admisión del hecho,
considero que no puede tener acogida favorable, por un lado,
porque no fue una de aquellas circunstancias que se solicitó en
los alegatos como diminuente, sino que se trató de un planteo
introducido por el Tribunal en virtud de la atribución conferida
en el art. 371 del C.P.P., por lo que en principio el
disconformado carecería de interés recursivo para atacar esa
parte del fallo y, por otro, porque aún si se soslayara lo
antedicho el recurrente no demuestra que las explicaciones
brindadas por el a quo para descartar el arrepentimiento
adolezcan de algún vicio lógico, siendo que para ello el a quo
tuvo en consideración la impresión que le causaron los
imputados al declarar en el debate, explicando así que no se
advirtió que expresaran un sentimiento sincero, en virtud de la
impasibilidad de sus rostros y el tono monocorde de sus voces.
Las críticas efectuadas por el autor de la queja en el
recurso contra los fundamentos vertidos por los sentenciantes
para rechazar la existencia de un verdadero arrepentimiento,
no alcanzan a conmover el fallo, puesto que la inmediación con
la que el Tribunal recibe en el debate las declaraciones de los
testigos y de los imputados, limita el control de esta alzada
relativo a la determinación de los hechos, quedando sólo la
posibilidad de entrar en ese terreno si se demuestra la
conculcación de las reglas que rigen la valoración de la prueba,
lo cual no se da en casos como el de autos en que sólo se
contrapone una ponderación distinta a la realizada por el a quo.
En cuanto a la valoración como agravante de la utilización
de plurales armas de fuego en el hecho, esta Sala tiene dicho
que "en la figura del art. 166 inc. 2º del C.P. el robo se agrava
si se cometiese con armas, pero estas no necesariamente
deben ser de fuego, pudiendo tratarse tanto de armas propias
como impropias que no tengan esa condición, la cual cuando
existe, provoca un aumento del contenido injusto de la
conducta derivado del mayor grado de intimidación y de la
mayor peligrosidad que el empleo de un arma de fuego
representa para los terceros" (Causas "Contreras" 21/09/00,
reg. 845, "Damario", 18/10/01, reg. 841, entre otras), máxime si
se tiene en cuenta, contrariamente a lo que afirma la defensa,
que ambas armas tuvieron en la ocasión capacidad vulnerante
en tanto las dos fueron efectivamente disparadas.
Por otro lado, no encuentro ningún obstáculo para que se
pondere como agravante la pluralidad de víctimas, toda vez
que el art. 41 inc. 1º del C.P. específicamente permite ponderar
para cuantificar la pena la extensión del daño causado reflejado
en el grado de injusto.
Formó parte de la materialidad ilícita acreditada y así se
indicó en la aparte resolutiva del fallo, que al intentarse la
comisión del robo resultó muerto Nelson Javier Clement y con
heridas causadas por proyectil de armas de fuego, Horacio
Chelle y César Rubén Villalba, de manera que, llegando este
tramo de los hechos firmes a esta instancia de revisión por no
mediar recurso en cuanto a su determinación, y habiendo
integrado la base fáctica imputada por el Ministerio Público
Fiscal (ver fs. 6 del recurso), bien puede ponderarse dicha
circunstancia para fijar la pena en cuanto reveladora de una
mayor extensión del daño causado.
La queja resulta insuficiente en cuanto al cuestionamiento
de la agravante relativa a la elección previa del lugar, desde
que sólo se alega que dicha circunstancia no viene acreditada,
pero sin antes controvertir mínimamente la logicidad del fallo en
torno a la forma en que se valoró la prueba para llegar a dicha
conclusión, resultando, por lo tanto, insuficiente el planteo.
En cuanto a la pauta aumentativa fundada en la
alteración de la tranquilidad de aquellos que se predispusieron
a reunirse para regocijarse con sus semejantes en paz, no le
asiste razón al recurrente cuando alega que ello implicaría
afectar la garantía del non bis in idem, toda vez que no siempre
la conducta por la que se afecta al bien jurídico propiedad
conlleva simultáneamente un menoscabo a la tranquilidad, tal
como ocurre cuando el desapoderamiento se perfecciona sin la
presencia de su titular, lo cual no obsta a que puedan
verificarse molestias y perjuicios derivados del mismo, también
ponderables a los fines de la mensuración de la pena.
En razón de todo lo expuesto, propicio el íntegro rechazo
del recurso, con costas.
III- En el recurso de casación tramitado bajo el Nº
7844 interpuesto en favor de A. J. D., planteó el Sr. Defensor
Particular tres motivos de agravio: 1º) la violación al principio de
congruencia, 2º) la errónea aplicación del art. 210 del C.P.P. en
relación al art. 34 inc. 1º del C.P. y, 3º) la errónea aplicación de
los arts. 40 y 41 del C.P.
1º) En cuanto al primer motivo de agravio adujo el autor
de la queja que la descripción de los hechos aportada por el
Ministerio Público no coincide con la realizada por el Juzgador,
en tanto considera que es distinto el disparar por no haber
logrado el fin propuesto que se le endilga a N., que el disparar
por la resistencia, la cual, a su juicio, no formó parte del
enfoque fáctico efectuado por el acusador.
Señala que al ejercerse la defensa se siguió como criterio
a rebatir que N. efectuó los disparos por despecho o por rabia;
que no se discutió en el debate por no haber ingresado al
mismo la muerte de la víctima, a la cual el Ministerio Público
Fiscal le otorgó total ajenidad respecto de su defendido.
Señala que la Fiscalía describió que los tiros y la huida de
N. fueron anteriores al forcejeo en la cocina, mientras que en la
sentencia se les atribuye a los hechos una concomitancia y
conexión más allá de la allí expuesta.
Considera que es distinto el formular una defensa técnica
en un marco de imputación exclusiva de un robo, distante de la
acción de matar, que la que se hubiese formulado en el marco
de la vinculación subjetiva que describe el a quo.
Alega que el principio de congruencia no debe ni puede
referirse exclusivamente a la cuestión descriptiva, sino que
abarca un concepto aún mayor que tiene su base en una
verdadera "división de poderes", que en el procedimiento
criminal atribuye al estado, representado por el Ministerio
Público, la facultad de establecer los marcos y límites de un
hecho, de forma tal que permitan ejercer debidamente el
derecho de la defensa.
En la audiencia de informes celebrada ante este Tribunal,
la Sra. Fiscal Adjunta solicitó el rechazo del recurso, con
sustento en que la calificación propuesta por la Representante
de ese Ministerio en el juicio en modo alguno puede
considerarse limitativa de la facultad del Tribunal de encuadrar
los hechos de diverso modo y, en consecuencia, imponer una
pena acorde con la calificación adoptada. Dice que no hay
sorpresa para el diagramado de la defensa, puesto que ésta
debe confeccionarse con relación a los hechos que se le
imputan a su asistido, y no en miras a la acusación ensayada
por la contraparte. Agrega que la defensa de D. sabía que se le
imputaba a éste el haber ingresado a un restaurante en horas
de la noche, en compañía de un tercero, con fines furtivos, y
que producto de los disparos que estos efectuaran en su
interior resultaron heridas al menos dos personas y muerta una
tercera, y que si, como lo prevé la figura del art. 165, D.
intervino en el conato de desapoderamiento que motivó u
ocasionó
el
resultado
homicidio,
mal
puede
venir
a
considerarse sorprendido por el resolutorio adoptado.
El agravio no puede ser favorablemente atendido.
Desde un punto de vista lógico, parece conveniente
comenzar con la respuesta al agravio vinculado a la
congruencia de los hechos, para luego pasar a controlar el
juicio de subsunción y sus consecuencias.
En este sentido no se advierte una afectación al principio
de congruencia, toda vez que la descripción fáctica realizada
por el Juzgador en la primera cuestión del veredicto se
corresponde con aquella realizada por el Ministerio Público
Fiscal, en tanto, del alegato Fiscal se desprende, en cuanto al
tramo de los hechos que interesa, que el 2 de julio de 1999
siendo
las
22:30
hs.
aproximadamente,
los
imputados
ingresaron en el restaurante del Club denominado "Glorias de
Tigre", blandiendo armas de fuego con fines de robo, y que N.
disparó contra Clement y Chelle, produciéndole la muerte al
primero de los nombrados (ver fs. 6/7 del recurso), mientas que
en la sentencia se tuvo por acreditado que cuando era
alrededor de la hora 22:30 del día 2 de julio del año 1999, dos
personas del sexo masculino, a la postre N. y D., portando
cada uno de ellos en sus manos armas de fuego, se
constituyeron frente al Restaurante del Club social denominado
"Glorias de Tigre", e ingresan al mismo, franqueando el umbral
de la puerta de acceso, con la finalidad de apoderarse de
bienes ajenos, que uno de los disparos efectuados por N.
impacto en la región axilar media derecha del tórax de Nelson
Clement, lo cual rápidamente le produjo la muerte.
Claramente surge de los tramos fácticos en los que hice
hincapié por resultar relevantes en virtud del tipo penal
enrostrado a los imputados, contenido en el art. 165 del C.P.,
que la única modificación que padeció la materialidad ilícita
llevada a juicio por el órgano acusador tuvo que ver con la
imposibilidad de comprobar que N. disparó con la especial
finalidad de producir la muerte de la víctima Clement por no
haber logrado el fin delictivo propuesto, lo cual nada tiene que
ver con la participación que le cupo a D. en el lamentable
suceso.
El objeto del proceso que viene fijado en la requisitoria
fiscal no es un delito determinado y concreto sino un suceso o
acontecimiento
histórico,
el
que,
de
acuerdo
a
sus
características, conformará alguno de los tipos penales
previstos en nuestro ordenamiento sustantivo, lo cual debe ser
evaluado,
no
sólo
por
el
órgano
acusador,
sino,
fundamentalmente, por los órganos jurisdiccionales, que son
los encargados de aplicar el derecho.
El correcto encuadramiento legal que corresponda
otorgar a los hechos descriptos por el Fiscal, en modo alguno
implica afectar la congruencia que debe existir, como
manifestación de las garantías del debido proceso y defensa en
juicio, entre el hecho perseguido y el sentenciado, puesto que
el simple ejercicio de adecuación típica no importa modificación
o alteración alguna de los hechos.
El principio acusatorio sólo obliga a respetar los límites
establecidos en la relación de los hechos contenidos en la
acusación fiscal que fija el objeto del juicio, pero no impide al
Tribunal cambiar la calificación o aplicar la pena que estime
adecuada, si lo hace en el marco establecido en el código
sustantivo.
Salvo que se incurra en una peligrosa equiparación entre
sistema acusatorio y principio dispositivo, debe entenderse que
el acusatorio importa la sujeción de los Jueces al objeto del
juicio, es decir a los hechos y las personas señaladas en la
acusación, mientras que los otros aspectos vinculados a la
calificación legal, a si el delito resultó o no consumado, al grado
de participación del acusado y las circunstancias agravantes y
a la aportación de prueba deberían analizarse dentro del
ámbito referido a la contradicción, el cual adelanto no se ha
visto vulnerado en el sub examen.
En el presente caso no cabe entender que el cambio de
calificación realizado por el órgano jurisdiccional haya tomado
por sorpresa a la Defensa impidiéndole contradecir la
imputación, desde que el nuevo encuadre legal adoptado por el
a quo consistió simplemente en agregarle una agravante
específica al mismo delito por el que venía imputado, en tanto
se pasó del delito de robo agravado por el uso de armas en
grado de tentativa, al de robo agravado por el homicidio
resultante en grado de conato, siempre en el marco de la
materialidad ilícita descripta inicialmente.
En consecuencia, propicio el rechazo de este tramo de la
impugnación.
2º) Respecto del segundo de los motivos articulados,
aclaró el disconformado que no pretende avanzar sobre lo
fáctico, sino sobre la lógica de la decisión por la que se
descartó la inimputabilidad.
Cuestiona que el Tribunal haya descartado los dichos de
los encausados por haber sido agregados al juicio recién en el
debate, alegando para ello que esa fue la primera oportunidad
en que los acusados hicieron oír su voz sobre los hechos en
juzgamiento.
Añade que de la descripción de los hechos efectuada por
los interesados puede colegirse que sus acciones fueron
torpes, tal como la de dirigirse a la cocina de un
establecimiento gastronómico en busca del dinero, cuando
cualquier persona normal sabe perfectamente que el lugar
lógico es la caja, la cual estaba perfectamente a la vista al
momento del ingreso al salón, estimando el recurrente, en
consecuencia, que esta actitud resulta un fuerte indicio de la
"capacidad" comprensiva y directiva de D.
Dice que omitió el Tribunal la fuerte referencia testimonial
de Irigoytia, en cuanto afirmó a las claras que D. estaba
drogado, que no analizó las conductas de los imputados de un
modo objetivo, lógico y razonado, toda vez que no comparó sus
dichos con elementos que surgen de la realidad descripta en la
audiencia, adunando en sustento de su postura que su asistido
resistió, asombrosamente, el golpe que una de las víctimas le
propinó con una botella.
El agravio no puede prosperar.
La respuesta que corresponde brindar a este planteo
coincide con la desarrollada al tratar el primer motivo, en tanto
el disconformado pretende conmover la forma en que el
Tribunal tuvo por acreditada la capacidad de culpabilidad de los
imputados, sin antes demostrar que el razonamiento seguido
por los Magistrados al valorar la prueba y arribar a la certeza de
esa circunstancia fáctica, tenga algún vicio de absurdidad o
arbitrariedad.
El autor de la queja reeditó en su escrito algunos de los
planteos que ya había realizado en el debate, y atacó la
respuesta brindada por el a quo mediante una simple
apreciación subjetiva de los elementos de prueba colectados
en la causa.
Para arribar a la conclusión indicada el a quo valoró los
informes médicos de fs. 160 y 197 realizados a los imputados
tiempo después de la comisión del hecho, en cuanto de ellos
surge que sus psiquismos fueron encontrados en esos
momentos dentro de los niveles compatibles con los que desde
la normalidad jurídica se puede predicar, también tuvo en
consideración los actos efectivamente cumplidos durante el
desarrollo del suceso, respondiendo así concretamente a la
alegación de la defensa, al entender que no se presentó un
obrar desmañado sino realizado con coherencia suficiente por
más que el significado de alguno de sus actos, haciendo
alusión al ejemplificado por el Defensor, haya connotado un
dejo de torpeza.
El a quo concluyó que los imputados retacearon el
recuerdo de momentos principales de la acción, respecto de
aquellos que más los comprometían penalmente, destacando
para ello que ambos encartados recordaban con exactitud,
cuando, como y donde comenzaron la ingesta de alcohol y en
cuanto consistió, que se decidieron a salir del Barrio "Santa
Rita" para realizar un robo, y que para ello contaron con armas
de fuego, que así acudieron a la agencia de remisses, que
gestionaron la realización de un viaje, que de golpe se
encontraron frente al restaurante al que ingresaron y tomaron
posiciones en distintos ámbitos.
En ese mismo sentido, el a quo valoró como muy clara la
explicación de D. en cuanto dijo que desde que se propuso ir a
robar, siempre tuvo en claro que nunca habría de matar, y que
por eso cuando se le abalanzó la cocinera no la mató pudiendo
hacerlo, lo cual evidencia, como bien lo hizo notar el Tribunal,
que el nombrado no sólo comprendió lo que hacía sino que
tuvo en ese momento la capacidad de dirigir sus acciones de
acuerdo con esa comprensión.
Por otro lado, no es revelador de una conducta
desordenada ni incongruente que D. se haya dirigido hacia la
cocina, antes bien, el accionar conjunto de ambos encausados
consistente en que N. se ubicó en el lugar donde se
encontraban los comensales mientras que D. fue a donde
estaba el personal de servicio, parece ser el fruto de un
accionar reflexivo y ordenado.
Finalmente, en lo que respecta a la alegación sustentada
en los dichos de la testigo Irigoitía, debo destacar, tal como en
la respuesta al recurso interpuesto en favor de N., que no se ha
dejado constancia en el acta de debate de ninguno de sus
dichos, ni esa parte de la declaración surge de lo transcripto en
el fallo (ver fs. 4 y 25 del recurso).
Ha sostenido este Tribunal en las causas 2580
"Quinterios" 12/7/01, reg. 653, y 4495 "Zárate" 21/03/02, reg.
126, entre otras, que la inimputabilidad es la incapacidad
psíquica de ser culpable que si bien puede obedecer a una
perturbación de la conciencia por insuficiencia de las facultades
mentales, debe, además, ser de una gravedad tal que impida al
autor comprender la antijuridicidad de sus actos o dirigir sus
acciones, lo cual en modo alguno surge del accionar
comprobado ni del relato del propio encausado.
En razón de lo antedicho, propicio el rechazo de este
tramo de la impugnación.
3º) Como último motivo casatorio el agraviado alegó que
el Tribunal aplicó una pena excesiva en virtud de no haber
considerado las pautas valorativas que al respecto impone la
ley de fondo.
Impugna la apreciación que se hizo respecto a la
sinceridad de su "arrepentimiento", considerando que no es un
desarrollo razonado el brindado por el Tribunal al estimar que el
imputado no fue sincero por su rostro impasible y sus
expresiones monocordes.
Agrega que no fueron consideradas otras circunstancias
expresamente solicitadas por la Defensa, como la juventud del
encausado y la participación que tuvo en los hechos, siendo
que
tanto
la
Defensa
como
la
Fiscalía
merituaron
expresamente que el accionar de D. ocurrió con lejanía del
teatro que costara la vida a la víctima de autos.
Por último, señala que no advierte, pese a lo extenso del
resolutorio, cómo se llega al monto de pena escogido.
Considero
que
este
motivo
casatorio
debe
ser
parcialmente atendido.
En cuanto a la valoración del arrepentimiento, resultan de
aplicación los argumentos brindados al dar respuesta al motivo
de agravio formulado en iguales términos por el Defensor de
N., por lo que me remito a ellos en honor a la brevedad.
Ahora bien, le asiste razón al recurrente en lo que
respecta a la falta de tratamiento expreso de la circunstancia
relativa a la juventud de su asistido, toda vez que, claramente
surge del acta de debate (ver fs. 11/11vta. del recurso) que se
solicitó se compute como atenuante ese dato de la realidad, sin
perjuicio de lo cual los Jueces de mérito no trataron esa
petición al analizar lo relativo a la determinación de la pena en
las cuestiones cuarta y quinta del veredicto, vulnerándose, en
consecuencia, lo normado en el art. 168 de la C.P. en cuanto
establece que los juzgadores deberán resolver todas las
cuestiones que le fueran sometidas por las partes.
No corresponde extender la solución a lo atinente a la
participación que tuvo el imputado en el hecho dado que, no
sólo no se ha dejado constancia de tal petición en el acta de
debate, sino que tanto al tratar lo relativo a las atenuantes
como a las agravantes el a quo analizó concretamente la
conducta desplegada por los imputados.
Tiene dicho el más alto Tribunal Provincial que “Una
circunstancia atenuante oportunamente planteada constituye
una cuestión pertinente cuyo examen – de resultar exitoso –
puede llevar a una disminución de la pena, por lo que la
omisión de su tratamiento conlleva la nulidad parcial de la
sentencia...” (SCBA P. 52189).
En razón de todo lo expuesto, tratándose el aludido de un
defecto procesal que no puede subsanar éste Tribunal en
ejercicio de su competencia positiva, entiendo que corresponde
casar solo parcialmente el fallo en lo relativo al monto de la
pena impuesta por haberse omitido dar tratamiento a una
cuestión esencial, cual es la invocación de la juventud del
encartado como atenuante, y disponer el reenvío a fin de que el
Tribunal de origen, previa integración con miembros hábiles, se
expida sobre el planteo omitido, dejándose expresa constancia
que las restantes cuestiones tratadas en el veredicto y
sentencia, que hacen a la existencia de los hechos, a la
autoría, a la ausencia de eximentes, a las atenuantes
computadas, a las agravantes y a la calificación legal,
permanecen firmes al no tener relación de dependencia ni de
conexidad con lo invalidado (art. 461 del C.P.P.). Sin costas en
esta instancia.
Arts. 34 inc. 1, 40 y 41 del C.P., 210, 359, 373, 448 inc.
1º, 461, 530 y cctes. del C.P.P.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
Hortel dijo:
Adhiero por sus fundamentos al voto de mi colega
preopinante, Dr. Celesia, en igual sentido y por lo mismos
fundamentos.
Así lo voto.
A la misma cuestión planteada, el señor Juez doctor
Mancini dijo:
Adhiero por sus fundamentos al voto del Señor Juez Dr.
Celesia en igual sentido y por lo mismos fundamentos.
Así lo voto.
Vista la forma como han quedado resueltas las
cuestiones votadas en el acuerdo que antecede, corresponde
que este Tribunal dicte la siguiente
SENTENCIA
I- RECHAZAR, con costas, el recurso de casación
interpuesto en favor de C. A. N. G., contra la sentencia dictada
por el Tribunal en lo Criminal Nro. 5 del Departamento Judicial
San Isidro, en la causa Nro. 985 con fecha 2 de julio de 2001,
por la que se condenara a A. J. D. y a C. A. N., a las penas de
doce y dieciséis años de prisión, respectivamente, accesorias
legales y costas para cada uno de ellos, por haber sido
hallados coautores penalmente responsables del delito de robo
agravado por haber resultado un homicidio, en grado de
tentativa.
II-
HACER
LUGAR
PARCIALMENTE
al
recurso
interpuesto en favor de A. J. D., CASAR PARCIALMENTE el
fallo atacado en cuanto al monto de pena impuesto al
nombrado atento haberse omitido, en violación de lo
normado en el art. 168 de la Constitución Provincial, dar
tratamiento a una pauta minorante alegada en el juicio en su
favor, con REENVIO al Tribunal de origen a fin de que,
integrado con miembros hábiles, se pronuncie sobre el planteo
omitido y fije la pena que corresponda; dejándose expresa
constancia que las restantes cuestiones traídas en el veredicto
y sentencia, que hacen a la existencia de los hechos, a la
autoría, a la ausencia de eximentes, a las atenuantes
computadas, a las agravantes y a la calificación legal,
permanecen firmes al no tener relación de dependencia ni de
conexidad con lo invalidado. SIN COSTAS.
Arts. 34 inc. 1, 40 y 41 del C.P., 210, 359, 373, 448 inc.
1º, 461, 530 y cctes. del C.P.P.
Regístrese, notifíquese, devuélvase a la instancia.
Fdo.:
JORGE
HUGO
CELESIA;
EDUARDO
CARLOS
HORTEL; FERNANDO LUIS MARÍA MANCINI. Ante mí:
Rafael Sal-Lari.
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