Historia y Edificios Constitucionales en la Isla de León

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Historia y Edificios Constitucionales en la Isla de León
Historia y Edificios Constitucionales en la Isla de
León
En el año 1808 las tropas de Napoleón invadieron España, comenzando lo que
se llamó la Guerra de la Independencia. El asedio francés fue inminente y,
aunque el pueblo español participó en la lucha contra el invasor, el avance de
éste fue continuado, de modo que el Gobierno de la nación tuvo que ir
trasladándose de Madrid a Aranjuez, de allí a Sevilla y desde esta última a la
entonces Villa de la Real Isla de León y más tarde a la ciudad de Cádiz. Parece
ser que la propuesta de que la Junta Central pasase desde Sevilla a la Isla, se
debió a Antonio de Escaño, a quien la misma Junta había nombrado en octubre
de 1808 Secretario de Estado y del Despacho Universal de Marina que escribió
en sus Apuntes que podrán servir para la historia de la Revolución:
“En la sesión de Marina manifesté el conocimiento que tenía de la Isla de
León, de la Carraca y la importancia de defender estos puntos, pues
perdidos, lo sería la ciudad de Cádiz (…)”
La “Casa Coliseo de Comedias”
En la Isla se nombró aposentador de
las Cortes al teniente general del
ejército Pedro González de Llamas y
para la celebración de las sesiones se
eligió un teatro, cuya habilitación
corrió a cargo del Ingeniero de
Marina Antonio Prat. Esta “Casa
Coliseo de Comedias” fue construida
en el mismo lugar que había ocupado
un anterior coliseo de comedias ya en
ruinas, a expensas de José Delgado
Duarte, abogado de los Reales
Consejos y vecino de esta villa, y
abierta al público el 1 de abril de 1804, domingo de Pascua de Resurrección.
En este teatro de dimensiones reducidas, la forma adoptada para el auditorio
fue la elíptica longitudinal truncada, inscrita en una planta rectangular
inspirada en la tipología propuesta y defendida por el francés Pierre Patte en su
libro Essai sur lÁrchitecture théatrale, publicado en París en 1782. Patte
defendía la opción de un espacio cartesiano, racionalista y funcional, cuya
planta estuviese justificada por las cualidades utilitarias del espacio, ópticas y
acústicas, que debían anteponerse a otras consideraciones.
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Por ello fue construido todo el interior del teatro de madera, al objeto de
ofrecer las mejores condiciones acústicas, cosa que con la piedra no ocurriría,
ya que con ese material se provoca la reverberación del sonido.
El ingeniero Prat, fue hijo del afamado arquitecto catalán José Prat, académico
de Mérito por la Real Academia de San Fernando desde el año 1774. José Prat
había trabajado en obras muy importantes en Cataluña, por eso en el año
1785, cuando el entonces Director de las Obras de la Nueva Población de San
Carlos, Vicente Ignacio Imperial Digerí, precisó de un Maestro Mayor que se
ocupara de las mismas, propuso a Prat para las mismas. Éste se trasladó a la
Isla de León acompañado de sus hijos, José y Antonio, y aquí permanecería
hasta su fallecimiento el 23 de diciembre de 1788.
Antonio Prat, que llegaría a ser académico de Honor y de Mérito en
arquitectura por la Real Academia de San Fernando, se había formado en uno
de los centros de estudio de mayor importancia de la España del siglo XVIII: la
Real Academia de Matemáticas de Barcelona, donde se preparaba a los
ingenieros militares. Su sólida formación intelectual y sus grandes cualidades
facilitaron su ingreso en el Cuerpo de Ingenieros de Marina, graduado de
alférez de fragata el 10 de julio de 1790.
Trabajó a las órdenes del Marqués de Ureña no sólo en las obras de la Nueva
Población de San Carlos, sino también en la edificación del Real Observatorio
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de Astronomía y en la Casa de Astrónomos. El marqués de Ureña tuvo a
Antonio Prat en muy alto concepto, por ello cuando falleció el noble, fue este
segundo suyo quien le sucedió en la dirección de las obras de San Carlos.
Desde el 14 de febrero de 1809 y hasta que el ejército del duque de
Alburquerque entrase en la villa, Prat se encargó de la dirección de las obras
de fortificación y defensa de la Isla, bajo la inspección de la Junta de
Fortificaciones de Cádiz; ejecutando las cortaduras del arrecife y ojo del puente
Suazo.
La reforma de Antonio Prat del Teatro Cómico de la Isla para convertirlo en
Salón de Cortes consistió básicamente en el arreglo del escenario y del patio
de butacas, igualándolos, para lograr así un edificio elíptico. El piso se hallaba
elevado, existiendo una barandilla corrida en todo su frente, a partir de la que
empezaba propiamente el salón. Ante esta barandilla, llamada también “la
barra”, deberían colocarse las personas que hablasen al Congreso o fuesen
interrogadas por él.
Bajo un dosel se colocó, presidiendo, el retrato
del monarca ausente, Fernando VII, a tamaño
natural. En el centro del salón se ubicó una
mesa y cinco sillones correspondientes al
Presidente y los Secretarios de la Asamblea.
Dos tribunas, llamadas “de las arengas”, se
colocaron a derecha e izquierda, accediéndose
a ellas por dos escalones. Tanto la barra como
las tribunas se realizaron en madera de cedro.
Al pie de los palcos se colocaron unos
pequeños sofás, que formaban la primera línea
de los sillones destinados a los diputados y,
detrás de los mismos, dos filas de asientos
corridos con el mismo objeto.
El único adorno del salón, aparte del cuadro
del monarca, consistió en una medalla
alegórica colocada en el techo que simbolizaba
en altorrelieve la fuerza de la Nación, cuya
representación consistía en un león que
sostenía los dos mundos, desenvainando la espada y en ademán de vengar los
ultrajes y la Sabiduría presidiendo como necesaria para la administración de la
Justicia y para la dirección de la Fortaleza.
Un solar cercano se habilitó como recreo para los Diputados y, contiguo a él,
se situó un café.
Las obras de adecuación ascendieron hasta unos 20000 reales de vellón. Se
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estipuló con el dueño del teatro un alquiler y una indemnización por los
perjuicios causados, pero esto no se cumplió, al menos en parte, dejando las
primeras Cortes contemporáneas españolas un impago de unos 30000 reales
de vellón. De ahí que cuando, las ya entonces Cortes ordinarias volvieron a la
Isla de León en 1813, e intentaron desarrollar de nuevo sus sesiones en el
Teatro, la propiedad se opuso.
Son escasas las noticias de la llegada a la Isla de los diputados pero, como se
había acordado que para la apertura del Congreso bastaría con la mitad más
uno de los convocados, ante el número de los diputados ya presentes en la
España Libre, el Consejo Supremo de Regencia designó la fecha del 24 de
septiembre de 1810 para la Constitución de las Cortes.
La jornada del 24 de septiembre de 1810
El Ayuntamiento de la Real Villa de la Isla de León
La memorable jornada de la apertura del primer Congreso español comenzó a
las nueve de la mañana, hora a la que la Regencia reunió a todos los diputados
presentes, unos cien, en la Sala Capitular. En esta Casa Consistorial,
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convertida en Real Palacio de la Regencia, se celebró la conferencia
preparatoria en la que, según refiere el Conde de Torento, se entregó a los
diputados una minuta del juramento.
La mesa que se encuentra actualmente en la antesala del Salón de Plenos o
Sala Capitular forma parte de esta historia, ya que las patas que sostienen el
tablero de la misma pertenecieron a la mesa original utilizada en las sesiones
del Real Teatro de las Cortes por el Presidente de las Primeras Cortes
Extraordinarias y sus secretarios.
La Iglesia Mayor
A las nueve y media regentes y
diputados se trasladaron a la Iglesia
Mayor Parroquial de San Pedro y San
Pablo en procesión cívica, cubierta la
carrera por las tropas de la Casa Real
y del Ejército acantonado en la Isla.
Las campanas tañían y el pueblo
aclamaba a la comitiva, mientras
tronaban las salvas de la artillería
española. Pérez Galdós en el Episodio
Nacional que tituló Cádiz escribió al
respecto:
“Aquella procesión no era una
procesión de santas imágenes, ni
de reyes y príncipes, cosa en
verdad muy vista en España para
que así llamara la atención: era
el sencillo desfile de un centenar
de hombres vestidos de negro,
jóvenes unos, otros viejos,
algunos sacerdotes, seglares los
más”.
En el templo la Regencia ocupó un lugar presidencial, bajo el dosel y en el lado
del evangelio. Después de la lectura del Evangelio, Nicolás María de la Sierra,
Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia y Notario Mayor del
Reino, pronunció por dos veces y en alta voz la fórmula del conocido
juramento que empezaba así: “Juráis la santa religión católica, apostólica,
romana, sin admitir otra alguna en estos reinos?” (…) Una vez respondido el
“Sí juramos” los diputados pasaron de dos en dos a tocar el libro de los Santos
Evangelios.
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El cuadro de Casado del Alisal
José Casado del Alisal (Palencia 1832-Madrid 1886), pintó la escena del
juramento de los diputados en la Iglesia Mayor de la Villa de la Real Isla de
León, en un cuadro que le fue encargado en 1860 y que se haya presidiendo el
hemiciclo del Congreso de los Diputados. La obra pertenece a la denominada
“pintura de historia”, que tanto auge tuvo en el XIX y, a pesar de no estar
considerada la mejor del pintor, se adecua a la realidad histórica representada.
El momento que refleja el cuadro es el preciso instante de la toma de
juramento de los diputados en el interior del templo. El cardenal de Borbón,
sentado, sostiene en sus manos el libro de los Santos Evangelios, al que a su
vez señala con su mano derecha el Secretario de Estado y del Despacho de
Gracia y Justicia, que se encuentra de pie y sujeta con su mano izquierda la
fórmula pactada, mientras los diputados alzan su brazo en ademán afirmativo.
En la época se acusó al pintor de
no haber puesto todo su esfuerzo
en cumplir mejor tan honroso
encargo. Lo que menos gustó
pudo ser el contenido ideológico
representado
ya
que,
los
diputados, elemento que encarna
la voluntad popular, se hallan en
el interior de un templo y ante
las gradas del altar y por encima
de este nivel se coloca un alto
dignatario eclesiástico y un alto
representante del poder político
absolutista.
Por
ello,
interpretaron, la libertad se
encuentra aún asistida y tutelada
por la religión y, en cierto modo,
también por el Antiguo Régimen.
Una vez finalizado el acto religioso en la Iglesia Mayor diputados y regentes, de
nuevo en formación, se trasladaron a la cercana Sala de las Cortes donde se
celebraría la primera sesión de las Cortes Extraordinarias en España y donde
se iniciaría un programa de profunda renovación nacional.
Permanecerían en la Isla de León hasta el 20 de febrero de 1811, fecha en la
que dieron por finalizados aquí sus trabajos, debido a un brote de fiebre
amarilla en la Real Villa, trasladándose a la vecina ciudad de Cádiz para
continuar sus actividades en la iglesia del Oratorio de San Felipe Neri, también
adecuada para tal fin por el ingeniero de Marina Antonio Prat. La última sesión
celebrada en la Isla no fue secreta sino pública y en la misma el diputado por
Valencia Joaquín Lorenzo Villanueva presentó por escrito una proposición en la
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que solicitó que el edificio que les había acogido fuese convertido en finca de la
nación y no volviese a ser destinado a públicas diversiones, decayendo su
dignidad, puesto que se había convertido en un templo de la patria. Propuso
que se adornase su fachada sencillamente colocando la inscripción “ESPAÑA
LIBRE, 24 DE SEPTIEMBRE DE 1810”. Aquella misma tarde los diputados
comenzaron a trasladarse de San Fernando a Cádiz.
Finalmente la propuesta de J. Lorenzo Villanueva no llegó a tener ningún
efecto práctico, aunque, al cabo del tiempo, el 19 de marzo del año 1935, el
Teatro de las Cortes fue declarado Monumento Histórico-Artísticoy el 17 de
Julio de 2001, S. M. Juan Carlos I otorgó el título de “Real” en atención a estos
valores históricos y constitucionales.
Reforma del Real Teatro de las Cortes - Inauguración 10 de marzo de
1999
La rehabilitación del Real Teatro de
las Cortes fue resultado de un
proceso puesto en marcha en el año
1988, para la recuperación de un
espacio escénico imprescindible para
la ciudad y la Bahía, pero también
para la puesta en valor de un
patrimonio
histórico
y
cultural,
dinamizado por la singularidad de sus
contenidos teatrales, arquitectónicos
y simbólicos. Sus valores como
ejemplo excepcional de arquitectura
teatral y de las tecnologías de la
carpintería de ribera aplicadas a la
construcción,
fueron
los
que
fundamentaron, desde la perspectiva
del Proyecto, la Propuesta de
Intervención Patrimonial.
La arquitectura del Teatro, aunque
modesta y austera, constituía un
documento
único
donde
se
combinaban la tradición del espacio
teatral de los corrales de comedias
españolas
y
las
innovaciones
ilustradas que introdujeron en España
autores como Benito Bails, seguidor
de las ideas de Patté. A esto hay que
unirle la dimensión constructiva de su
armadura de madera de gran
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esbeltez y ligera bajo la gran cubierta de par e hilera formando un sistema
cuya recuperación y reconstrucción ha sido el principal reto al se han
enfrentado los responsables del proyecto. Por tanto las únicas modificaciones
incluidas en esta rehabilitación han derivado de la necesidad de actualización
que precisaba la nueva puesta en uso como teatro.
El que en la Isla hubiese encontrado asilo la Junta Central, que se hubiese
constituido en ella el primer Consejo de Regencia, que comenzasen allí sus
trabajos el Congreso Nacional y que se hubiese convertido en la plaza
inexpugnable que contuvo el hasta entonces imparable avance napoleónico,
creó un importante sentimiento de orgullo local, lo que llevó a su
Ayuntamiento a solicitar diversas gracias. Entre ellas la declaración de ciudad.
Primero se pensó denominarla “Muy Noble, Leal y Real Ciudad de la Villa de
León”, pero el cabildo decidió el 19 de octubre de 1811 ponerle el nombre del
monarca reinante, quedando como “Muy Noble, Leal y Real Ciudad de San
Fernando”.
2ª Etapa de las Cortes en la Isla - La Iglesia del Carmen.
En septiembre de 1813 un nuevo brote de
fiebre amarilla, esta vez en Cádiz, haría
que las Cortes, la Regencia del Reino, las
Secretarías del Estado y del Despacho y el
Consejo de Estado, se trasladasen por
segunda vez a la todavía villa de la Real
Isla de León. Su intención era volver a
reunirse en el Teatro, pero el propietario,
receloso por el impago anterior, impuso
unas fuertes condiciones económicas para
la nueva habilitación y ocupación, por ello
desistieron en el intento. Se terminó
entonces escogiendo el convento de los
Carmelitas para que su iglesia y otras
dependencias sirviesen de Salón de Cortes
y ubicación de su Secretaría. Las
reuniones en este templo, el más antiguo
que conserva la ciudad (1733) debían
celebrarse por la noche, una vez
finalizados los cultos.
Durante una de estas sesiones (la
celebrada el 27 de noviembre de 1813), las Cortes le concedieron a la Villa el
título de ciudad, en reconocimiento a su valiente comportamiento durante la
Guerra de la Independencia, y la denominación de San Fernando.
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Esta segunda etapa de las Cortes en la Isla fue breve y estuvo marcada por los
preparativos para la marcha de los diputados a Madrid, junto con el Gobierno.
El 29 de noviembre se suspendieron las sesiones y el 19 de diciembre del 1813
fue el día señalado para el traslado del Congreso desde la ya ciudad de San
Fernando a Madrid.
Compañía de María
El colegio de la Compañía de María de San Fernando tomó también parte en
este episodio histórico de la ciudad, ya que albergó durante la Guerra de la
Independencia la Regencia del Reino, lo que obligó a las religiosas a abandonar
la casa en el período de 1810-1812.
Actualmente este centro de enseñanza, establecido en la ciudad desde el año
1760, sigue dedicándose a esta labor, siendo el período de la Guerra de la
Independencia, el único paréntesis de su historia.
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Bibliografía:
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