Fljótshlíð 2 Introducción La historia de Gilitrut es una de las leyendas favoritas de Islandia y cuenta eventos que se supone que pasaron en Rauðafell, en Skógar. Atrás de la granja hay un montículo conocido como Álfhóll (Montículo de Elfos), que se supone que era la casa de Gilitrutt. La historia trata de una esposa haragana que no quería trabajar la lana como su marido le pidió que hiciera. En lugar de hacerlo ella misma le pidió a una mujer que no conocía que se encargara de su trabajo. Lo que ella no sabía es que esa mujer era Gilitrutt. Steinunn Gilitrutt Había una vez un joven granjero que vivía a pie de montaña en la región sureña de Eyjafjoll. Era un hombre afanoso y trabajador. Donde vivía, había buenos pastos para el ganado ovino y tenía un gran rebaño. Por la época en que transcurre esta historia, estaba recién casado. Su mujer era todavía joven, pero de carácter perezoso y poco emprendedor, demasiado vaga para hacer nada y se tomaba poco interés en el cuidado de la granja. Aunque esto contrariaba enormemente al joven granjero, no había nada que pudiese hacer al respecto. El otoño después de la boda, le entregó a su esposa una gran cantidad de lana y le pidió que la tejiera, pero la mujer contestó sin mucho entusiasmo. Pasó así el tiempo hasta la entrada del invierno, sin que la esposa hubiese tocado la lana, a pesar de las reiteradas peticiones del marido al respecto. Un buen día ocurrió que una anciana de aspecto harto corpulento llegó hasta la granja y se dirigió a la mujer del granjero, pidiéndole caridad. -¿Puedes hacerme un trabajo a cambio? -preguntó ésta. -Es posible -contestó la anciana-. ¿Qué quieres que te haga? -Quiero que me trabajes la lana y la tejas -le respondió la esposa del granjero. -¡Dámela entonces! -contestó la vieja. La granjera cogió entonces una bala enorme de lana y se la entregó. La vieja la recogió y la cargó a la espalda, diciendo: -Volveré con la tela el primer día del verano. -¿Qué quieres que te pague de salario? -preguntó la joven. -No mucho -dijo la otra-. Sólo tendrás que decirme mi nombre al tercer intento, y con ello estaremos en paz. La granjera estuvo de acuerdo con los términos y la anciana se marchó. A medida que el invierno pasaba, el granjero a menudo le preguntaba a su mujer dónde estaba la lana, pero ella siempre le contestaba que no se preocupara, que la tendría el primer día del verano. El hombre no quedó nada contento con la respuesta, mas no la volvió a presionar más. Cuando se acercaba el fin del invierno, la mujer del granjero comenzó a rumiar cuál podría ser el nombre de la anciana, pero no veía medio alguno de averiguarlo, por lo que se volvió preocupada y deprimida. El marido, viendo lo trastornada que estaba, le preguntó qué le pasaba. Entonces ella le contó toda la historia. El granjero, atemorizado, le dijo que había cometido una estupidez, ya que no dudaba que la vieja fuera en realidad una giganta que pretendía abducirla. Autor desconocido: “Gilitrutt”. En: Cuentos populares islandeses. Traducido por Kristinn R. Ólafsson y Marisol Álvarez. Islandia: Forlagið, 2009. Pp. 33-34. Comenius verkefni: Rutas literarias en Europa Fljótshlíð 2 Introduction The story of Gilitrutt is one of Iceland’s favorite folk tales and it recounts events that took place at the farm of Raudafell, in Skógar. Above the farmhouse of Raudafell is a hillock known as Álfhóll (Elf hill) and it is supposed to have been Gilitrutt’s home. The story is about a lazy wife who didn‘t want to weave the wool as her husband asked her to do. Instead she asked a woman she didn’t know to do it for her. The wife didn´t know that this woman was Gilitrutt. Steinunn Gilitrutt There was once a young farmer who lived below the mountains called Eyjafjoll in the South. He was an energetic man and an industrious one. There were good pastures for sheep where he lived, and he had a large herd. At the time of this story, he was newly married. His wife, though young, was lethargic and lacking in initiative, too lazy to do almost anything, and too little interest in the household. Although this greatly vexed the young farmer, there was nothing he could do about it. In the fall after their marriage, he gave her a large quantity of wool and asked her to work it into cloth, but the wife responded with little enthusiasm. By the onset of winter, she hadn't touched the wool, even though her husband often reminded her of it. One day an old woman of large features came to the farmer's wife and asked her for charity. "Can you do some work for me in return?" asked the wife. "That's possible," said the old woman. "What do you want me to do?" "Work wool into cloth," said the farmer's wife. "Let me have it, then," answered the old woman. The farmer's wife picked up an enormous sack of wool and gave it to her. The old woman took it, slung it on her back, and said, "I'll return with the cloth on the first day of summer." "What do you want in wages?" asked the young wife. "Not much," said the old one. "You tell me my name on the third guess, and we're even." The wife agreed to the terms, and the old one left. As the winter wore on, the farmer often asked his wife where the wool was, but she told him not to worry about it; he would have it on the first day of summer. The farmer was none too happy with the answer but didn't press her any further. It was now late winter, and the farmer's wife began to ponder over the old woman's name, but she saw no way of finding out, and she became very worried and depressed about it. The husband, seeing how upset she was, asked her to tell him what was wrong. She then told him the whole story. The farmer, frightened, said she had done a stupid thing, for the old woman was no doubt a troll who intended to abduct her. Unknown author: “Gilitrutt”. From: Icelandic Folk and Fairy Tales. Translated by May and Hallberg Hallmundsson. Iceland:Iceland Review, 1987. Pp.38-39. Comenius verkefni: Rutas literarias en Europa