1 TOPOLOGÍA (Kurt Lewin) EN LUGAR DE LOCALIZACIONES

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TOPOLOGÍA (Kurt Lewin)
EN LUGAR DE LOCALIZACIONES CEREBRALES
Carmen Oñate Gomez
Siguiendo con las influencias más determinantes para la comprensión de los principales
núcleos alrededor de los que se puede articular profesionalmente la interpretación de la
vida psíquica, vamos a ocuparnos aquí de las aportaciones de un físico de formación, Kurt
Lewin, cuya procelosa trayectoria, como la de tantos otros científicos y pensadores, está
caracterizada por esa inflexión en sus planteamientos, producto de la habilidad que cada
cual tuvo que poner en marcha para conseguir la supervivencia, dadas las dificultosas
situaciones que tantos europeos tuvieron que solventar en los difíciles tiempos que les
tocaron vivir .
Resulta ser un hecho, que no es lo mismo trasladarse por deseo propio, que tener que salir
de algún lugar por riesgos vitales, y sin llegar a comprender, sobre todo en los momentos
iniciales, del porqué de aquellas amenazas tan irracionales y que tan terribles
consecuencias tuvieron también para tantos profesionales, aunque pudieran al menos
algunos, como es el caso que nos ocupa , seguir trabajando en otros lugares.
Son muchos los que situados en un determinado ambiente profesional y académico, en el
pasado siglo, tuvieron que marcharse de aquella convulsa Europa, y continuar en
E.E.U.U. sus tareas iniciadas, pero con las necesarias adaptaciones, pues el incorporarse a
un nuevo continente, como en este caso, implica sustanciales diferencias en los temas,
intereses y prioridades del lugar de acogida, que hacen que cambie necesariamente la
trayectoria anterior, si bien y refiriéndonos el autor que nos ocupa, con buenas
consecuencias para la Psicología.
En Alemania, estaba relacionado con el grupo de Wurzburgo, de cuyas indagaciones se
puede obtener un resumen en mis “Aportaciones de la psicología cognitiva”, páginas que
aparecen aisladamente en la Red y pertenecientes a un Documento acerca de la Tutoría
en la Universidad; se trata de una síntesis, extraída de la serie de trabajos que durante
unos cuantos años produjeron Informes, en donde se incorporaron en forma de artículos
las diferentes tareas a las que nos estábamos dedicando.
En los estudios acerca de la mente, los autores del Grupo señalado en el párrafo anterior,
se enfrentaron al asociacionismo imperante en el primer cuarto del siglo XX, lo que les
llevó a una línea de investigación con interesantísimos planteamientos y que podríamos
considerar de extraordinario interés hoy en día a pesar del tiempo que ha transcurrido, y
que se vieron truncados como hemos indicado, por los dramáticos acontecimientos que
no es preciso recordar.
Se puede establecer un justificado paralelismo entre las críticas que ellos formularon y
aplicarlas a la actualidad, que además nos interesa aquí destacar, pues nos puede ayudar a
ser más conscientes del retroceso que estamos sufriendo, ante la vuelta a unas formas de
tratar lo cognitivo, que aunque estaban ya hace tiempo obsoletas, se han dinamizado
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nuevamente con engañosas justificaciones, especialmente la poco conocida como libertad
de interpretación, pues se suele incorporar a la más genérica “ libertad de expresión” y
que sin haber sido diferenciada suficientemente, está siendo pródigamente potenciada y
propagada por los medios de comunicación social.
La proliferación de un interesado asociacionismo, del que salen muchos beneficiados,
pero sobre todo quienes manejan el mundo de la mercadotecnia, ha puesto nuevamente en
primer plano con apariencia de modernidad, una metodología denostada desde hace
muchos años, e incluso fuertemente contestada a través de textos, películas, etc.; se
alimenta, de sacar conclusiones sumamente improbables y por tanto generalmente
erróneas, a partir de una coyuntural transferencia imaginativa, propiciada por una mera
coincidencia espacio-temporal, pero sumamente aparente y capaz de sustentar muy
solidamente las más interesadas interpretaciones de quienes manejan los medios de
amplificación social.
Dado lo impresentable de su aplicación en una sociedad de derecho, se niega la evidencia
de su práctica, cosa que se puede conseguir fácilmente y con aparente coherencia, pues
como se mueve en el contexto simbólico, la interpretación, adquiere infinidad de
posibilidades ya que tiene la ventaja de que en último termino, puede ser considerada
como una mera opinión; de ahí su carácter de impunidad que le confiere un extraordinario
atractivo para quienes la utilizan, a sabiendas, de que su repetición de manera sistemática
es precisamente lo que les proporciona la coartada, con la consiguiente seguridad de lo
institucionalizado.
Kurt Lewin, autor al que aquí estamos haciendo referencia, se sitúa en la tradición
filosófica de Kant lo que hace impensable que divida y diseccione al ser humano como
los asociacionistas, sino que muy al contrario, él propugna la visión de conjunto como
requisito imprescindible para poder entenderlo, y no solamente refiriéndose al individuo
como tal, sino que incorpora también el complejo contexto que le rodea; ese ambiente en
el que se encuentra inserta la persona, resulta ser el hábitat en donde se dan las variables
que tienen que devenir objeto primordial de estudio, ya que el tenerlas en cuenta podrá
conducirnos a la comprensión de la situación en la que el sujeto es agente y paciente a un
mismo tiempo.
Este autor, que como se ha indicado era físico de origen académico, desarrolló una
versión de la teoría del Campo de Fuerzas y de la Topología, aplicándolas al contexto
psicológico, de donde surgieron importantes conceptos ya clásicos como: el de espacio
vital que nos sugiere inmediatamente la imagen social en la que se mueve el sujeto como
requisito imprescindible para su comprensión; el nivel de aspiración que permite justificar
la diferencia en la intensidad de respuesta ante unos mismos estímulos o la importancia y
determinación que otorga a los valores sustitutivos, que le llevaron, con la autonomía
funcional de los motivos, a desligar los resultados del acontecer psíquico del
determinismo y la predeterminación a los que él mismo por su formación, podría estar
abocado.
Se pregunta explícitamente, si la psicología puede ser reducida a física, y su respuesta es
que no se trata de utilizar para los conceptos dinámicos, una elemental interpretación
tradicional de manera genérica sino “emplear los conceptos del desarrollo como una
elaboración conceptual, en el terreno de la dinámica topológica”; es preciso tener en
cuenta insiste, “que al tratarse de un sujeto, nos hallamos ante fuerzas de campos
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psíquicos, y no meramente medioambientales, estáticos y similares para todos, aunque
puedan provenir incluso de un mismo entorno”.
La relación que estableció, al enlazar orgánicamente el ambiente con los mecanismos de
defensa psicológicos trabajados en la teoría psicoanalítica, resultó sumamente fructífera;
publicó interesantes páginas acerca de la conocida sublimación freudiana, y de la
interacción de la misma con sus trabajos experimentales, consiguió la integración con
pleno derecho de sus aportaciones en el terreno de la psicología dinámica, pero en un
lugar diferente del que ocupaba la práctica analítica, que como sabemos, por estar alejada
de la experiencia de laboratorio y basar sus explicaciones en criterios aparentemente solo
interpretativos (no se debe olvidar la formación y la influencia profesional de sus
iniciadores antes de las publicaciones psicoanalíticas), fue considerada como carente del
nivel científico exigible.
Las situaciones que se nos describen en términos vitales, nos dirá, van adoptando la
forma de vectores, que impulsan o inhiben al individuo, de manera que serán los
determinantes para explicarnos el campo de fuerzas en el que el sujeto está inserto; con
esta percepción es posible entender que es lo que ha hecho imposible el que hayan
podido surgir comportamientos más ajustados y actuaciones menos perjudiciales y más
adecuadas, que hubieran podido modificar la forma de cómo se está desenvolviendo; se
encuentra inserto en una realidad que le atenaza, con el consiguiente estancamiento
inhibidor que le imposibilita un fluir vital satisfactorio.
El contexto, determina a la persona al tiempo que la posibilita, por lo que el prescindir de
esa visión globalizada en la que se encuentra, nos llevaría a manejar unas claves no solo
demasiado elementales sino equivocadas para la comprensión; es preciso entender
adecuadamente lo que intenta comunicarnos el sujeto, pero con una visión más amplia. La
interpretación gestáltica o configurativa de ese todo en el que se encuentra inmerso y que
es superior a la suma de las partes que lo componen, nos va a permitir situar más
adecuadamente a los diferentes elementos que componen su mundo, con los que de una u
otra forma interacciona.
Las consecuencias e influencias que determinan esa constitución particular, es
difícilmente constatable por parte de quien tiene que verlas desde dentro, con la
consiguiente carga emotiva que suele desconocer aunque la viva, y sin perspectiva para
responder con suficiente margen de objetividad. De ahí que entre la descripción concreta
de quien expresa su realidad de un modo necesariamente sesgado y la diferente manera
en que puede ser contemplada sin las deformaciones producidas por la subjetividad,
puede darse un espacio, en donde se generen nuevas formas de entender la realidad y
como consecuencia, será posible un planteamiento distinto que actuará de movilizador
del psíquismo.
Podemos aquí recordar, como un inciso muy interesante por lo que ya se apuntó en otro
lugar, la conclusión que nos ofrece la historia de la ciencia al explicarnos la razón
fundamental que ha permitido resolver problemas muy antiguos y que cerebros muy
preparados han intentado sin conseguirlo: la resolución ha sido posible al plantear de otra
manera la situación problemática. Precisamente ese cambio en la percepción es lo que ha
permitido el desbloqueo que ha conducido a nuevos ámbitos del saber con insospechadas,
sorprendentes y muy positivas consecuencias, como sabemos.
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Una vez que la situación puede ser percibida de otra manera, serán los propios recursos
de cada sujeto los encargados de conseguir un cambio que le potencie hacia un nuevo
contexto, en donde las fuerzas liberadas van a permitir, no solo un equilibrio como el
anterior al momento que supuso el punto álgido que le dificultó su normal
desenvolvimiento de manera puntual, sino el poder contar con un nuevo bagaje de
posibilidades, muy a menudo desconocidas, que le permitirán enriquecer el resto de sus
esquemas vitales.
Este autor va más allá en la consideración e importancia de la flexibilidad cognitiva, de
manera que, después de interesantes estudios acerca de lo que conocemos como
deficiencia mental concluye, que es la elasticidad, frente a la rigidez de los sistemas
establecidos, una de las características más básicas e importantes que afectan a la totalidad
de la persona; define esta capacidad como elemento diferencial y una de las bases que
articula el valor y la efectividad que tienen las acciones sustitutivas en las personas que
denominamos inteligentes; es algo que se puede deducir al observar la manera que tienen
las personas para abordar los problemas y que nos indica precisamente las posibilidades
que tendrán de resolverlos.
Sigue insistiendo en la consideración de la importancia que tiene el campo psicológico,
que es como hemos indicado, esa totalidad dinámica en la que se encuentra el individuo,
en donde se dan sus percepciones y motivaciones, los estados de tensión y de equilibrio,
sus adaptaciones y frustraciones, sus aspiraciones y sus expectativas, estando por lo
general todo ello muy poco concienciado, y que sin embargo es con lo que hay que
contar precisamente para dinamizar ese impulso determinante en la búsqueda de un
nuevo equilibrio, inestable también, como necesariamente tiene que darse en toda
dinámica psíquica, pero que resulte suficientemente satisfactorio como para procurarle lo
que conocemos como salud psicológica .
La tensión como fuerza necesaria que moverá al comportamiento, se reconoce como
característica ineludible y positiva para el normal desarrollo vital, y tendrá que darse
dentro de unos determinados márgenes y de acuerdo con las características propias de
cada sujeto; si surge de una forma impuesta y/o más allá de lo que pueda ser soportado
aunque se cuente con los mecanismos aprendidos, puede resultar difícil de soportar o
hasta imposible de poder ser elaborada y canalizada satisfactoriamente, de manera que
los resultados, queden incorporados a la experiencia vital, como parte integrada en la
existencia de cada persona.
El margen de actividad y de cambio hacia el desarrollo, resulta ser tan necesario como la
consecución del equilibrio al que se tiende, y así mismo, el instalarse en un déjà vu
monótono y reiterativo puede contribuir a una progresiva insatisfacción que induce a la
carencia de sentido vital y a un aumento de un desinterés generalizado, cuyas
perturbadoras consecuencias, pueden propiciar vectores regresivos desencadenantes de
estados sumamente perjudiciales para la continuidad de una existencia humana al menos
soportable en términos vitales.
El aprendizaje entendido de acuerdo con lo anteriormente indicado, adquiere el sentido de
ser la suma de las experiencias de reestructuraciones psíquicas, en donde tendrá un
importantísimo papel precisamente, el resultado de lo que han ido propiciando tanto los
nuevos ajustes, como la búsqueda de las disonancias necesarias; estas han de ser
entendidas como el espacio existente entre el lugar en donde se encuentra y hacia donde
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se tiende, sirviéndole de bagaje motivacional de lo que comienza a intuirse y que le
impulsa hacia otra instancia psíquica.
La distancia en sí, actúa de impulsor para reiniciar el proceso de activación, manteniendo
el sistema en la búsqueda de nuevos desequilibrios a los que está dispuesto a enfrentarse;
situaciones aparentemente iguales, se irán viviendo de forma diferente, algo que se da
lógicamente entre los distintos sujetos pero también como diferentes momentos en cada
uno; en ello influirá enormemente, la cantidad y calidad de experiencia vital que sea
capaz de ir acumulando e integrando, lo que será el gran reto para un sujeto bien
organizado y con planteamientos de futuro, que es lo que definimos como sano, en donde
el equilibrio es sinónimo de actividad, como nos diría Piaget.
El llegar a las anteriores conclusiones le ha sido posible a Lewin, al integrar las diferentes
línea de trabajo a las que se acerca, con sus estudios experimentales, lo que le permite
concretar: “ el nivel de energía necesario para que se ponga en marcha un proceso
psíquico, no se deriva de las percepciones actuales en sí mismas sino que se producen
desde ciertos sistemas de tensión psíquica que no se hallan presentes o al menos no lo
están de la misma forma que aparecen ……. pues incluso cualquier movimiento que parta
de la percepción de ciertos objetos, cambia al mismo tiempo la posición relativa al
individuo en el conjunto.”
Estas afirmaciones nos indican ya la complejidad y variedad de que tienen que estar
investidas las interpretaciones referidas a cualquier relación comportamiento-estímulo en
una observación, de forma que solo se trataría insiste, de una mera orientación y los datos
extraídos del campo solamente perceptivo, no deberán considerarse como un flujo
continuo que nos indique lo que son las causas, si no que más bien resulta ser lo que hay
que rechazar en su inmediatez, ya que cada psiquismo actúa a través de etapas sucesivas
que se constituyen en sí mismas en conjunto autóctonos, y por lo tanto se encuentran más
en el contexto de los meros síntomas.
CUESTIONAMIENTO DE LA UNICIDAD DE LA MENTE
Más adelante en sus elaboraciones y tratando de buscar una mayor concreción acerca del
origen de esa energía psíquica presente en todo proceso vital por el mero hecho de la
existencia de cada sujeto, se extiende Kurt Lewin en la consideración de la relación entre
la energía psíquica y la estructura de la mente, y dando una nueva inflexión a lo que
habitualmente se maneja, nos sorprende con un severo toque el concepto de unicidad.
Frente a la extendida proposición de que todo se relaciona con todo el resto, aunque
contenga una base de verdad, nos asegura que no resulta totalmente válido cuando nos
dedicamos a estudiar el comportamiento humano a partir de la supuesta unicidad de la
mente.
Sintetizando las referencias de estos planteamientos podemos destacar el párrafo en que
dice: “la mente suele ser considerada como el prototipo mal señalado de unidad….., pues
si sometemos todo ello a un examen más escrupuloso, tropezamos con una serie de
problemas concernientes a esa unidad……; estamos aquí discutiendo el problema de la
homogeneidad causal y dinámica de la mente frente a la presencia de sistemas energéticos
relativamente aislados”.
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Siguiendo con estos planteamientos, llega a la siguiente afirmación: “el contexto que se
va edificando en la memoria no depende de las relaciones de intensidad y de tiempo, sino
que se halla dominado por su pertenencia real a sistemas psíquicos completamente
definidos en cada individuo, caracterizados en alto grado por tensiones y energías
psíquicas dinámicamente básicas” pero que considera son particulares.
Interesa el tratar de dejar suficientemente claro este aspecto y para mantener la
continuidad precisa en la crítica anteriormente esbozada , resulta de gran interés el seguir
extrayendo de esta línea de trabajo las siguientes exposiciones: “las tensiones psíquicas
surgen de sí mismas, en estructuras psíquicas definidas o en unas regiones que siempre
han sido formadas mediante ciertos procesos dinámicos…..y existen sistemas de
aislamiento y de solidez funcional muy considerables dentro de lo psíquico”.
Nos recuerda la importancia que tiene el que se trate de cambios energéticos pero que
están inmersos en el orgánico, por lo que considera que se dan ciertos problemas
específicos, que todavía no han sido suficientemente estudiados en el contexto biológico:
“la incomunicación de zonas adyacentes, así como la regulación impuesta desde otros
ámbitos cerebrales, implica una dificultad para la interpretación de los procesos
energéticos básicos, poniéndose en duda si en los procesos en los que intervienen la
maduración psíquica se exigen unas determinadas estructuras esencialmente diferentes al
nivel obtenido en su desarrollo autónomo”.
Al tratar de establecer los diferentes niveles de comunicación entre los niveles dinámicos,
habrá que distinguir, nos indica, entre capas de estratos de significación funcional diversa,
que muestran una gran relación con la ontogénesis, pero reforzando el mismo
planteamiento: “actos completamente diferentes pueden hallarse vinculados a las mismas
fuentes de energía, mientras que otros que son semejantes, pueden poseer unas bases
completamente distintas”.
Para confirmar la conclusión anterior, utiliza el paralelismo entre la evolución de la
ontogénesis con las fases del desarrollo de la filogénesis, como han hecho tantos
estudiosos de los procesos evolutivos, y al destacar criterios esenciales observan la
similitud de ambos procesos por ejemplo en la diferenciación que es preciso introducir al
contemplar lo que ocurre al tratar con el concepto de madurez; aunque en apariencia se
puedan dar comportamientos aparentemente idénticos, en realidad son vividos de forma
muy diferente debido precisamente a esta importante variable y por tanto una misma
forma de comportarse puede tener connotaciones que resultan hasta divergentes para la
experiencia vital de cada sujeto.
Insiste en que es preciso reconocer que dentro de la mente existen regiones de distintos
grados de coherencia, lo que implica que tenemos que vernos con un gran número de
configuraciones muy sólidas, algunas de las cuales comunican con otras, pero que cuando
se integran en una configuración más extensa resultan también más débiles añadiendo:
“otras estructuras psíquicas puede que no presenten vinculaciones dignas de ser
anotadas”, concluyendo que la formación de sistemas psíquicos definidos de la mente, se
caracterizan por una gran especificidad .
Hay que contar con una tendencia genérica hacia la unidad, que como necesidad
intrínseca desde los estadios biológicos permite mantener la articulación orgánica que
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nos constituye, y que aparece como una necesidad también del psiquismo para mantener
su propia coherencia como una realidad impuesta a las estructuras, pero en determinadas
situaciones, la heterogeneidad de estas últimas, puede actuar precisamente de freno o
censura que imposibilite el fluir necesario para desarrollar las nuevas reestructuraciones.
Dejaremos en este punto nuestra argumentación para incluir, en las páginas que siguen,
unas obligadamente someras citas, pertenecientes a otros ámbitos de conocimiento en
donde ha sido tratado también de forma explícita el tema de las estructuras, en tanto que
son tomadas como la base cerebral del comportamiento; esta incursión nos llevará a la
consiguiente modificación de los puntos de vista que se tienen antes de ampliar la
información de la que se dispone en un momento determinado; consecuentemente al
poder contar con un mayor número de variables que pueden ser manejadas, variaran,
como se ha dicho, los resultados de la nueva elaboración mental.
A VUELTAS CON EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA
Si seguimos el canon tradicional, tendría que ser la neurociencia, con sus aportaciones
acerca del funcionamiento cerebral, quien nos proporcionara la contundencia científica
precisa al aportarnos, el sustrato experimental requerido para poder objetivar
adecuadamente unas bases sólidas que nos permitieran explicar los comportamientos, y
de hecho, aunque ha tenido una gran dificultad por razones obvias, sobre todo en lo
referente a lo funcional, a lo largo del tiempo en este complejo ámbito de conocimiento,
se ha tratado de intuir esos fundamentos a partir de múltiples hipótesis.
Y si nos dedicamos a seguir la trayectoria que han llevado las informaciones fisiológicas
acerca del cerebro, es muy fácil el comprender, que se hayan tenido que ir desechando
progresivamente muchas de ellas, dada la escasa medida en que ha sido posible aumentar
el número y calidad de datos contrastados que hayan obtenido la solvencia suficiente para
poder ser razonablemente admitidos; pero aún así, puede resultar instructivo, el incluir
aquí, a través de un muy somero flash, esos orígenes, pues incluso contando con las
precarias condiciones en las que se ha movido este objeto de estudio, podemos encontrar
en su desarrollo histórico, puntos de sumo interés que nos permiten entender aspectos que
hacen más inteligible y coherente esta propuesta.
Las estructuras en su vertiente más fisiológica, son consideradas los núcleos alrededor de
los cuales se articulan una serie de conexiones neuronales; este planteamiento, conectaría
con la línea originaria del trabajo de Franz Joseph Gall en quien ya observamos
connotaciones que van más allá de una mera descripción, que se detecta al afirmar, aún
estando todavía en el siglo XVIII, que ”las funciones mentales residen en áreas
específicas del cerebro y esto determina el comportamiento”, llegando a numerosas
conclusiones que nos dejó escritas en su famosa Frenología referidas a la personalidad y
la inteligencia.
Más conocido es Paul Pierre Broca y sus localizaciones cerebrales, que además de médico
y físico, fue también antropólogo, lo que facilita el entender los derroteros que tomaron
sus conclusiones y que aquí nos interesa apuntar para mantener una trayectoria indirecta,
descubriendo, cuales han sido los lugares de confluencia entre expertos de áreas diversas,
y lo que ha posibilitado, sintetizando, observar en el caso al que nos estamos refiriendo las
estructuras cognitivas, el punto crucial de encuentro: los estudios acerca del lenguaje.
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Es ahí donde observamos, una fructífera acumulación de trabajos que produjeron nuevas
y determinantes direcciones respecto a las anteriores aportaciones meramente clínicas,
que tristemente, pudieron ser enormemente potenciadas por la gran cantidad de trabajos
que surgieron, a partir de los miles de casos originados en las guerras mundiales.
Posteriormente muchos de aquellos heridos cerebrales, fueron estudiados desde otros
ángulos por diferentes especialistas, con unas conclusiones, que al final y tras sus
continuadores, han quedado muy diversificadas al situarse en lugares muy distantes en
nuestras clasificaciones académicas, pero que como otros conceptos que aquí se manejan,
estamos permitiéndonos desubicarlas.
La finalidad de esto último consiste, en tratar los mismos objetos de estudio pero
percibidos desde ópticas diversas, de forma que permita entender como surgen esas
nuevas configuraciones, que como hemos dicho ya, serán distintas a la suma de las
partes que las componen y que al establecerse a partir de unas nuevas relaciones,
impulsan la necesidad de expresarse como algo nuevo, lo que se está mostrando
enormemente fructífero dando origen a la aparición de nuevos ámbitos de conocimiento.
Entre los continuadores de las nuevas líneas de trabajo en aquellos momentos, tenemos al
gran neurólogo ruso Alexander Romanovich Luria, quien contando con las bases que ya
había instalado Alfred Binet, al publicarse en Stanford las famosas escalas de BinetTerman de enorme influencia en las aplicaciones de los tests psicotécnicos, nos dejó,
baterías de series pero con evidente énfasis en lo cualitativo, que pudieron haberse
generalizado para la medición de la evolución de las estructuras mentales como forma de
poder seguir los procesos de maduración cerebral, a los que era impensable llegar por
medios que todavía hoy se encuentran casi en ciernes; interesantísimos fundamentos
teóricos, pero que durante mucho tiempo fueron muy poco conocidos debido a las
distancias sociopolíticas que se dieron durante gran parte del siglo XX en Europa.
Tendremos que pasar rápidamente estas consideraciones pues aunque resultarían de sumo
interés, no nos conducen a lo que en concreto nos hemos propuesto; lo que aquí nos
interesa no es tanto el detenernos en tantas importantes aportaciones, para lo que
necesitaríamos aquí muchas más páginas que son facilísimas de localizar con los
extraordinarios medios de los que hoy disponemos, sino el seguir los pasos que fueron
dando, es decir, analizar su proceso, que es lo que más nos puede ayudar a obtener ese
concepto de estructura enriquecido o ampliado que nos resulte de una mayor utilidad
para las conclusiones que se pretenden presentar a partir de la elemental selección que
aquí estamos manejando.
Por lo que una vez que hemos hecho alusión a como se encontraba de extendido el estudio
de “la estructura”, de inserto y diversificado en diferentes ámbitos de conocimiento en
pleno siglo XX , no es de extrañar que surgiera, el Estructuralismo, como moderno y
transcendental método de análisis, y que no por casualidad con lo que hemos advertido
ya, haya sido la Lingüística y la Antropología los ámbitos de conocimiento en donde
más seriamente se haya trabajado para su desarrollo, a partir de la segunda mitad del
pasado siglo .
En ese ir y venir en el lenguaje, del que nos hablan los expertos de las áreas de
conocimiento indicadas en el párrafo anterior, del significado(concepto u objeto que un
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término representa) al significante(la imagen sonora o visual del signo), llegan a la
conclusión de que lo importante, no es quedarnos con lo que se puede observar
empíricamente, sino que será la estructura, la que propiciará en realidad, el poder
comprender un discurso, pues será precisamente el análisis de esta estructura: “lo que nos
permitirá descubrir los códigos ocultos de significado que subyacen bajo unos datos
empíricamente observables”.
Esta búsqueda explicativa nos dicen, en lugar de permitir contentarnos con la meramente
descriptivo, propicia el recurso de los modelos como la forma de presentar lo intuido; a
partir de ese esfuerzo para desentrañar las causas de lo que aparece como realidad en la
superficie, se llega de esta manera a una lógica más profunda de significado. Y sin que el
inciso nos desvíe del punto en el que nos encontramos podemos recordar aquí que hoy la
Ciencia “dura” es la que nos muestra, que la consecución de un modelo es lo que más nos
acerca a esa verdad científica, cada vez más huidiza cuanto más nos intentamos aproximar
a ella en términos absolutos.
Es preciso por tanto el “descubrir las relaciones básicas entre los elementos”, nos indican,
“para así poder llegar a un conjunto coherente de códigos transmisores”. De esta manera,
como hemos dicho al referirnos al comportamiento, este queda estructurado, al entenderse
inserto en un todo, en el que cada parte se relaciona coherentemente con el resto. Este es
el principio de la estructura, y lo que llamará Lévi-Strauss, conocido como el icono del
estructuralismo,“verdad de razón, que es la coherencia entre las partes como resultado de
un orden de significación”, rompiendo con el dogma de que cualquier concepto para
poder ser expresado tiene que partir de la observación empírica.
A pesar de que sean tan mínimas las pinceladas, puede quedar al menos esbozada, la
necesidad e interés que tiene la búsqueda de las estructuras que sustentan hasta los más
habituales comportamientos, ya que puede conducirnos a grandes sorpresas como
podemos ya intuir al constatar la complejidad de la que pueden ser el resultado, con
significados muy distintos, incluso aunque tengan una apariencia de semejanza
contrastable como hemos indicado; y dando un paso más para fortalecer esta idea
podemos incluir lo formulado por el mismo autor que acabamos de citar: la subjetividad
nos dice, “está determinada por las estructuras que manejan el inconsciente colectivo o la
mente humana”.
A partir de ahí se podría iniciar, cosa a la que nos gustaría podernos dedicar en otro
momento, un nuevo capítulo con extraordinarias aportaciones, que nos permiten dar un
mayor sentido, no solo a los mitos y otras formas culturales; únicamente apuntaremos
aquí la evidencia de que se estaba ampliando de manera irreversible la perentoria
necesidad de conocimientos a tener en cuenta a la hora de querer decir algo del
comportamiento de alguien con la más minima de las solvencias.
No obstante cederemos a la tentación de citar aquí, en referencia al párrafo anterior y por
su enorme interés, al autor conocido precisamente por sus aportaciones explícitas al
primer aspecto indicado del inconsciente, Carl Gustav Jung, uno de los tres grandes del
psicoanálisis, que con Sigmund Freud a la cabeza, al que es imposible no haber sido
necesario citar en nuestras anteriores Reflexiones, y Alfred Adler, con menos incidencia al
dedicarse de forma más específica a la psicoterapia, iniciaron como sabemos una manera
de entender al ser humano, absolutamente revolucionaria, y de los que, insistimos,
podemos localizar sus múltiples publicaciones propias y la infinidad de lugares en donde
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son citados en la Red, lo que permite al menos poder hacerse una idea de sus
sorprendentes conclusiones.
Con las aportaciones de estos últimos y las escuelas que de ellos se han institucionalizado,
aunque nos alejemos por una parte de un determinismo que disminuye por la sola
cualidad de entender de que lo está compuesto, por otra, resultan mucho más numerosas
las variables que componen las estructuras que constituyen a cada sujeto, generalmente
desconocidas para cada cual, pero que tiene incorporadas ( y todavía muy lejos de que
sepamos de qué manera) y que son responsables de su concreto bagaje existencial y el
fundamento del más elemental de sus comportamientos.
Y para dar una mayor continuidad a estas páginas, al acercarnos a las estructuras en
psicología podemos acudir de nuevo a Kurt Lewin, pues también él, de forma claramente
explícita distingue entre la estructura real que se caracteriza por los aspectos formales
observables y aparentes, y la estructura interna en la que tiene su origen, que es la que
más nos interesa, añade, y por la que él se pregunta, pues es la que nos permitirá el
conseguir el autentico sentido de lo que buscamos y la función que tienen esas formas a
veces tan semejantes hasta en los comportamientos de un mismo sujeto, pero dentro del
concreto campo en donde está inserto, a lo que ya hemos aludido.
Pero será entre los especialistas en psicología genética con Piaget como maestro, donde se
discutirá largamente el concepto que estamos manejando y para mejor acercarnos a tan
interesantes aportaciones podemos partir de la definición de estructura que nos indica
dicho autor en el tomo IV de Las nociones de estructura y génesis, dedicado a la
psicofísica, la lingüística y la psicología; “ de forma amplia, la estructura es un sistema
que presenta leyes o propiedades de totalidad” lo que quiere decir, insistiendo, que dichas
leyes son distintas de las propiedades que pertenecen a los sistemas que los componen.
Al párrafo anterior, hay que añadir, las tres importantes características de las estructuras,
en las que coinciden con las señaladas por otros expertos de ámbitos tan diversos como
los que hemos indicado anteriormente y que concretamos aquí, sin preocuparnos por su
adscripción académica: totalidad, transformabilidad y autorregulación.
Puede resultar de interés el incorporar la conclusión a la que llega el último autor citado:
“toda génesis parte de una estructura y desemboca en otra”; considerando que génesis
(desarrollo) y estructura (estado) son indisociables, y que será algo, que ya hemos
apuntado con anterioridad, el equilibrio, lo que permitirá el relacionarlas de la manera
más adecuada.
Pero para mayor sorpresa e interés, a la hora de hablar del equilibrio, destaca Piaget los
tres elementos que lo caracterizan: su estabilidad, que no significa inmovilidad, la
compensación, como resultado de las acciones que lleva a cabo el sujeto al responder a las
perturbaciones que tratan de modificarlo, y su esencia, que es la de ser activo, como ya
indicamos en páginas anteriores.
Considera que el equilibrio es por tanto un sistemas de compensaciones progresivas, y lo
que hace, que la estructura quede constituida en su reversibilidad misma, conduciéndonos
de forma inexorable a la consideración de que la madurez (recordemos que es punto de
redoblado interés para otros muchos estudiosos), la influencia del medio, y la transmisión
social, serán los tres elementos que impulsan a ese proceso constitutivo que va dándose
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por etapas en un determinado orden secuencial, y cuyo resultado será esa estructura, que
una vez equilibrada se impone como necesidad al sujeto, concluyendo que se trataría de
un a priori pero que no es un punto de partida, sino que se da por tanto como resultante.
Esto nos lleva a poder insistir en la necesidad de darnos cuenta, de que la mayoría de lo
que consideramos fundamento evidente de nuestras respuestas, lo tenemos incorporado a
nuestra mente, sin haberlo conocido de una manera explicita y que ni tan siquiera es
consciente, por lo que generalmente respondemos de manera ilusoria, para conseguir lo
que creemos es la mejor de adaptación a una realidad perentoria e inmediata, que nos
circunda .
Piaget ha desarrollado estos trabajos en el contexto de sus experimentaciones acerca de
las estructuras lógico-matemáticas en el desarrollo de la inteligencia, concluyendo, al
definir el equilibrio como algo esencialmente activo, que será preciso un dinamismo tanto
mayor, cuanto más grande sea su exigencia, hasta poder entenderse como sinónimo de
actividad como hemos indicado; las compensaciones, terminaran por ser anticipadas por
el pensamiento, que cuando transita por este camino, por el de la compensación, consigue
que la estructura quede cristaliza, transformándose en intemporal.
Se llega por tanto tras cada reinterpretación conseguida, delimitada por un tiempo y un
lugar determinados, a un espacio que nos dará, el escaso pero suficiente margen, que
precisan los acercamientos a una realidad cambiante, y que fluctúa además en la dinámica
vital de cada ser humano; y como es preciso articular las respuestas en concreciones
explícitas, esto es lo que irá permitiendo al sujeto una elaboración para actuar cada vez
de manera más adecuada para resolver las situaciones problemáticas.
CONCLUSION
Y ya que como vemos, están todavía tan lejos, los sustanciales conocimientos de cuales
son las bases de nuestras estructuras psíquicas, como se han originado y de que forma se
desarrollan e interactúan, con estas incursiones en terrenos ya suficientemente elaborados,
conseguimos al menos intentar articular, a modo de hipótesis pendientes de verificación,
otros puntos de vista, en un ámbito tan necesario como desprovisto todavía de certezas.
De la conocida afirmación de que los seres humanos utilizamos solamente una reducida
parte de nuestro cerebro, y que al parecer hoy no debe de ser tan sencillamente expresada
pues ya se sabe de las variadas zonas que se activan para la más elemental respuesta
humana, podríamos extraer su imagen más elemental y utilizarla aquí de una manera
interesada, para propugnar un aumento de nuestra consciencia, con lo que podrían surgir,
no solo estructuras nuevas, sino una mejor manera de rentabilizar las que ya están
insertas.
Si, como al parecer, no son tanto las informaciones en sí mismas, sino sus posteriores
interrelaciones las que procuran las nuevas reestructuraciones, quizás se pueda mostrar
como muy efectivo, más que modificar las que ya están cristalizadas, dotarlas de una
mayor aplicabilidad para su reversibilidad, conectándolas de una manera más eficiente,
con lo que se lograrán soluciones más adecuadas.
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Es una realidad contrastada, la existencia de sólidas y positivas estructuras cognitivas
que, dadas las condiciones de desarrollo educativo de las sociedades más evolucionadas,
se han ido constituyendo en cada sujeto, resumiendo mucho aprendiéndolas, y que sin
embargo muy a menudo, no aparecen involucradas de la manera más adecuada en los
comportamientos; si se intentara hacerlas coincidir conscientemente, pero conectándolas
de una forma más eficiente, procurarían una distinta dinamización que le afectaría de
manera sustancial; dichas estructuras se encuentran en su cerebro y por lo menos a muy
poca distancia, lo que trabajó intensamente otro de los grandes, Vygotski, en los estudios
de la zona de desarrollo potencial.
La información y el interés personal en la clarificación de las incongruencias propias y
ajenas, permitirían el aumento de los avances en lugar de los habituales retrocesos que en
psicología denominamos regresiones; y puesto que todavía falta mucho por saber respecto
a de donde proceden, ..….etc. las estructuras, podríamos dedicar nuestros esfuerzos
también a derivarlas hacia la, tan escasa en un principio, zona consciente, para que,
analizándolas en su nivel profundo más inteligible, pudiéramos conducir la energía que
las sustenta, a las estructuras de las zonas más civilizadas o modernas evolutivamente
hablando, que al estar también ya insertas, permitiría el que se consiguiera una gran
ayuda, tanto para el discurrir vital de cada cual como para el de los demás, con quienes
constitutivamente nos encontramos interrelacionados.
Crear estos nuevos lugares, ámbitos, o espacios mentales, surgidos al reelaborar diferentes
datos e informaciones, solo en parte tendría que ser nuevo; el integrar lo que ya existe
anteriormente pero dejándolo en el lugar que le corresponde, como algo a lo que se
pueden añadir otras formas de percibir la realidad, sin tener que dejar de ser como se “es”
(ilusión necesaria pero que como nos dice el exégeta, solo le corresponde al que Es),
evitará que se dinamice, ese resultado de la fuerza centrípeta que mantiene la conseguida
unidad psicofísica, pero cuya exigencia puede también bloquear los avances que propician
la aparición de otras vías por las que transitar con tranquilidad, al quedar preservada la
diversidad de las estructuras personales .
Y para compensar el desconocimiento, resulta enormemente útil el acudir a esa práctica
tan extraordinariamente humana de expresarnos verbalmente, con la finalidad de ayudar a
objetivar lo que pensamos, pues en primer lugar el esfuerzo de ordenarlo en palabras y
después adecuarlo a las condiciones que rodean cada situación, permite el aumentar de
manera exponencial las posibilidades de que lo que decimos, vuelva a nosotros mismos
modificado y más próximo a lo que el interlocutor ha entendido, pudiéndose llegar más
allá en la adecuación a su complejidad oculta.
Con todo lo cual, adquieren una gran importancia cuantos principios explicativos nos
permitan llegar a la consideración de que es imperiosa la necesidad de dotarnos de un
habitual distanciamiento de la denominada realidad, al tiempo que intensificamos nuestra
consciencia, para que se reduzca el riesgo de lo que para simplificar llamaremos
subjetividad, tanto por parte de cada cual en su concreta circunstancia vital, como de
quien la observa desde fuera, recordando el acierto conseguido por los autores Maturana
y Varela al verbalizarlo con la siguiente formulación:
“nunca es posible dirigir un ser vivo, sino tan solo perturbarlo”.
Abril 2011
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