claves del - Universidad de San Andrés

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claves del
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» Escriben y opinan. Manuel
» Ultraje. La Plaza Tahrir no sólo fue el epicentro de las proAlfieri, Violeta Pereyra, Khatchik
testas contra el presidente Mohamed Mursi, sino también el
DerGhougassian y Ariel González Levaggi. escenario donde fueron violadas más de cien mujeres.
www.tiempoargentino.com | domingo 14 de julio de 2013 | [email protected]
Egipto
el regreso del
viejo orden
El golpe de Estado contra el presidente Mursi abrió un nuevo escenario en un país signado por la inestabilidad política
y la violencia. Como hace dos años, el Ejército retomó el poder y decidió suspender la Constitución, pero la situación
empeoró y la represión ya dejó decenas de muertos y heridos. ¿Hacia dónde va el convulsionado país africano?
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TIEMPO ARGENTINO | CLAVES DEL MUNDO | | domingo 14 de julio de 2013
TRAS EL GOLPE MILITAR QUE DERROCÓ AL PRESIDENTE MURSI
Egipto perdido en su laberinto de
crisis política, económica y religiosa
A sólo dos años y medio de la caída de Mubarak, el país africano enfrenta otra crisis que amenaza con terminar en una
guerra civil. Derrocado el presidente Mursi, se formó un gobierno de transición cuya estabilidad es sumamente débil.
ap
L
a Plaza Tahrir estaba cubierta por fuegos artificiales en
un clima de verdadera algarabía. Pero no se festejaba
un nuevo aniversario de la Primavera Árabe, ni la llegada al poder
de un presidente elegido democráticamente. Todo lo contrario. Miles de personas aplaudían la caída
de Mohamed Mursi, el líder de los
Hermanos Musulmanes que duró
poco más de 365 días en el sillón
presidencial. Como hace dos años,
los militares egipcios volvían al gobierno luego de una prolongada crisis política y a través de un golpe de
Estado que fue aplaudido por multitudes. La toma del poder por parte
de la Junta Militar fue acompañada
por un baño de sangre y plantó un
nuevo escenario en el convulsionado país africano que, lejos de aclarar el panorama, deja un sinfín de
incógnitas hacia el futuro.
La inestabilidad parecería ser
un rasgo inherente a la política
egipcia desde que el ex dictador
Hosni Mubarak fue derrocado en
febrero de 2011, en los albores de
la Primavera Árabe. En ese entonces, millones de egipcios salieron
a las calles para exigir la renuncia
de quien gobernó el país con mano de hierro durante 30 años. Y lo
lograron.
La dimisión de Mubarak abrió
la posibilidad a que los militares
llegaran al poder con un alto grado de acompañamiento popular.
Entre las primeras medidas que
se tomaron, el Ejército determinó la disolución del Parlamento y
la suspensión de la Constitución.
Pero rápidamente fue perdiendo
el apoyo de quienes lideraron las
revueltas contra Mubarak. En octubre, la represión de una protesta
en El Cairo, que dejó un saldo de 25
muertos, recordaba más a los viejos
tiempos de tiranía que a los nuevos
aires primaverales.
Desiguales - Las mujeres que respaldaron el Golpe fueron protegidas por la policía. Durante las protestas islamistas, más de 100 habían sido acosadas sexualmente.
De hecho, el premio Nobel de
la Paz, Mohamed el Baradei, uno
de los líderes de la oposición a
Mubarak, también se conv irtió
en uno de los máximos enemigos
del nuevo gobierno militar. Decepcionado por la omisión de las demandas populares, El Baradei fue
uno de los tantos civiles que vio en
los militares la forma de frenar la
revolución. Sorprendentemente,
el Nobel fue convocado dos años
después por sus viejos rivales para
asumir como vicepresidente del actual gobierno de transición.
La incipiente crisis que se estaba
desarrollando en el seno militar
llevó a la convocatoria a elecciones. A principios de 2012, Egipto
celebró comicios parlamentarios y,
tanto en la Cámara Baja como en la
Cámara Alta, los Hermanos Musulmanes se quedaron con la mayor
parte de los escaños.
Con ese envión, Mursi se presentó en las elecciones presidenciales
de mayo. Pero obtuvo apenas el
25% de los votos y, aunque resultó
primero, el líder de los Hermanos
Musulmanes debió afrontar una
seg u nd a v uelt a cont ra A h med
Shakif, quien fue el último primer
ministro de Mubarak y había alcanzado poco más del 23% de los
sufragios. Pocas semanas después,
en un histórico ballotage, Mursi
consiguió el 51,7% de apoyo electoral y se consagró nuevo presidente,
el primero elegido por elecciones
en la historia del país .
El mandato de Mursi comenzó
con una medida que fue aplaudida
por sus votantes: el retiro de los
principales oficiales del Ejército
que habían formado parte de la
era Mubarak. Pero ese primer momento de entusiasmo se convirtió
rápidamente en desilusión. A finales del año pasado, la decisión del
presidente de imponer una nueva
Constitución de corte islamista y el
"blindaje judicial" que obtuvo a través de un polémico decreto generó
severos cuestionamientos sobre la
figura presidencial.
Los egipcios volvieron a las calles, otra vez, para protestar contra
un gobierno que mostraba rasgos
autor itar ios. El 4 de diciembre
pasado, más de 100 mil personas
CRONOLOGÍA DE UN PAÍS INESTABLE
PRIMAVERA ÁRABE
25 de enero de 2011: Los
egipcios comienzan a
manifestarse en el marco
de la Primavera Árabe.
Piden por la renuncia
del entonces presidente
Hosni Mubarak, quien
está en el poder desde
hace 30 años. Cientos
de manifestantes son
asesinados por la
represión policial.
DERROCAMIENTO DE
MUBARAK
11 de febrero de
2011: El por entonces
presidente Mubarak
deja su cargo y entrega
el poder a los militares.
Meses después
sería condenado a
cadena perpetua por
la represión de las
protestas durante la
Primavera Árabe.
ASUNCION DE
LA JUNTA MILITAR
19 de marzo de 2011:
Los militares cierran el
Parlamento y suspenden
la Constitución. En
la primera elección
después de la caída de
Mubarak, los egipcios
aprueban las enmiendas
constitucionales
promovidas por el Ejército.
MURSI AL PODER
16 y 17 de junio de
2012: Los egipcios
votan en la segunda
vuelta presidencial, que
consagra a Mohamed
Mursi, del Partido
Hermanos Musulmanes,
con el 51,7 por ciento.
Mursi ordenará el retiro
de los principales oficiales
del Ejército de la era
Mubarak.
domingo 14 de julio de 2013 | | CLAVES DEL MUNDO | TIEMPO ARGENTINO
efe
3
ap
MIRADA I
de la revolución al golpe
» Violeta Pereyra | Profesora de Historia y Directora de la Misión Argentina en Luxor (UBA)
D
Inestabilidad peligrosa - De Hosni Mubarak a Adli Mansur, en poco más de dos años y medio.
marcharon hacia el palacio presidencial para exigir la cancelación
del plebiscito que posibilitaría la
redacción de la nueva Carta Magna.
Al día siguiente, los simpatizantes
de Mursi atacaron una protesta y
hubo diez muertos. A partir de ese
momento, la inestabilidad política
y el clima de violencia fueron in
crescendo sin descanso.
Pero la crisis no sólo era políti-
La toma del poder por
parte de los militares
fue acompañada por
un baño de sangre
y plantó un nuevo
escenario en el país
africano.
ca. A la violencia diaria se sumaban las penurias económicas. A
comienzos de este año, el Banco
Central de Egipto informó que las
reservas internacionales habían
bajado a un "mínimo esencial" de
15 mil millones de dólares, cuando
en 2010 eran de 36 mil millones.
El gobierno se vio obligado a reorganizar su Gabinete para cerrar
un préstamo de 4800 millones de
dólares del Fondo Monetario Internacional (FMI). Todo en un país
con altos niveles de pobreza y desigualdad.
BLINDAJE JUDICIAL
22 de noviembre de 2012:
Mursi decreta
unilateralmente su
propia inmunidad ante el
control judicial. Asimismo,
prohíbe que la Justicia
disuelva la Asamblea
Constituyente y la Cámara
Alta del Parlamento. Las
medidas del mandatario
desencadenan masivas
protestas.
L a escalada de v iolencia f ue
creciendo hasta que el 1 de julio
pasado el poderoso Ejército egipcio reapareció en escena. En medio
de masivas manifestaciones en la
Plaza Tahrir, los militares dieron
48 horas al presidente Mursi y a la
oposición para resolver la situación
o, de lo contrario, impondrían su
propia solución.
Tal como habían promet ido,
las Fuerzas A rmadas dieron un
golpe de Estado dos días después.
Suspendieron la Constitución, convocaron a elecciones para el año
que viene y encarcelaron a Mursi.
Lejos de tranquilizarse, la situación empeoró. Los choques entre
simpatizantes del ex presidente y
el Ejército produjeron decenas de
muertes y centenas de heridos en
los últimos días.
En medio de la crisis, los militares intentaron recuperar algo de estabilidad formando un gobierno de
transición, colocando a Adli Mansur
como presidente interino, quien a
su vez nombró al economista liberal Hazem Beblawi como primer
ministro. Y para ganar legitimidad,
nombraron a Mohamed El Baradei
como vicepresidente. Sin embargo,
el futuro egipcio presenta más dudas que certezas. ¿Qué cambió en la
política nacional con el golpe de Estado? ¿Qué sucederá si los Hermanos
Musulmanes ganan las próximas
elecciones? ¿Es posible que los enfrentamientos entre los seguidores
de Mursi y sus opositores deriven en
una guerra civil? «
NUEVA CONSTITUCIÓN
22 de diciembre de 2012:
En un referéndum
de dos rondas, los
egipcios aprueban una
nueva Constitución
propuesta por Mursi y
rechazada por gran
parte de la oposición.
La sanción de la nueva
Carta Magna genera
masivas protestas
contra el gobierno.
urante la revolución de 2011,
estando en Egipto por motivos profesionales, tuve la extraordinaria oportunidad de ser testigo de los acontecimientos, desde
el estallido de la protesta de enero
hasta el momento en que Tahrir se
convirtió en un espacio de expresión
de intereses encontrados.
Durante ese intenso mes, primero
se vivió la expectativa del derrocamiento de Mubarak, que significaba
el fin de un sistema de poder autoritario, que dio paso a la alegría casi
generalizada que despertaba la esperanza de algo nuevo, cuando los
militares asumieron el poder.
A los celulares llegaban mensajes del ejército pidiendo al pueblo
paciencia y confianza, mientras la
gente empezaba a experimentar la
posibilidad de expresarse y se rebelaba contra lo que había tenido que
aceptar con sumisión durante décadas. Sin la feroz policía de Mubarak
en las calles todo cambió.
Dos años después las ilusiones
parecían haberse diluido y la realidad era demoledora para los habitantes de Luxor, mi lugar de trabajo,
empobrecidos por la reducción del
turismo y desmoralizados por la falta
de trabajo y de perspectivas de mejora en el corto o mediano plazo.
Es posible que este nuevo control
de la situación por el ejército sirva
para reencauzar lo que fue una demanda de mayor participación popular en la vida política e institucional,
y de atención a los problemas de la
población en general.
El ejército, según pude aprender
en el 2011, es una institución verdaderamente popular y de la que los
egipcios se sienten orgullosos. Cuando, después de Mubarak, los militares tomaron el poder, los jóvenes con
quienes trabajaba estaban felices
porque “el ejército somos todos nosotros”, decían, “es el que supo defender a Egipto frente a los poderes
extranjeros”, “el que preservó nuestra dignidad”. Es probable que sea
la institución más popular y la que
cuenta con el poder suficiente como
para hacerse escuchar. La vuelta de
los militares al gobierno es posible
que sea vista por el pueblo como una
nueva etapa en la que se concreten
los cambios esperados, los que no
se produjeron durante el período de
gobierno Mursi, ya que las medidas
que adoptó no alcanzaron para revertir la situación económica ni pacificar el país.
La heterogeneidad de la población egipcia es destacable, con su
mayoría campesina, sus diferentes
grupos religiosos, sus desigualdades económicas. Y las demandas, en
consecuencia también lo son. Frente a tal diversidad, el ejército parece
diferenciarse y su protagonismo en
la historia del moderno estado egipcio permite explicar su posición y su
poder.
En estos años la gente en general
no se identificaba con los violentos
que expresaban su adhesión a los
diferentes grupos en pugna por el
poder. El egipcio es un pueblo bueno y sufrido, generalmente pacífico
y religioso, pero si no se encuentran
las vías para su recuperación, la moderación podría mudar, la paciencia
acabarse y aparecer su temperamento pasional. El peligro, como en
cualquier sociedad, reside en que
hay algunos para los que la violencia
es un camino a seguir para defender
intereses de grupo que la prolongada vida del régimen de Mubarak creó
y que exceden sus fronteras.
ap
DERROCAMIENTO
DE MURSI
3 de julio de 2013:
Las Fuerzas Armadas
de Egipto dan un golpe
de Estado y toman el
poder. Sustituyen a
Mursi por un gobierno
provisional, cancelan
la Constitución islamista
y anuncian la realización
de elecciones
anticipadas.
VUELTA AL PODER
DE LOS MILITARES
9 de julio de 2013: La
Junta anuncia la creación
de un nuevo gabinete.
Adli Mansur, presidente
interino, designa a Hazem
Beblawi como primer
ministro. Se trata de un
economista neoliberal que
deberá llevar las riendas
del país en el período de
transición
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TIEMPO ARGENTINO | CLAVES DEL MUNDO | | domingo 14 de julio de 2013
MIRADA II
¿golpe o no golpe?
en medio oriente esa no es la cuestión
» Khatchik DerGhougassian | Profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad de San Andrés.
E
l 26 de diciembre de 1991, el Frente Islámico de Salvación ganó 181
sillas de las 232 en las primeras
elecciones legislativas libres de Argelia.
El proceso democrático, sin embargo, se
abortó cuando los militares obligaron la
renuncia del entonces presidente Shadli
Benjedid y asumieron el poder. El golpe militar argelino no fue condenado;
la actitud de los países occidentales que
celebraban la disolución de la Unión Soviética como el triunfo de la democracia
liberal fomentó la radicalización de los
sectores islamistas: la ética democrática
excluye el islam. Argelia se hundió en
una violenta guerra civil que en los '90
dejó centenares de miles de muertos.
Más de veinte años después, el paralelo de la situación argelina con el rol de
los militares en el desplazamiento de
Mohamad Morsi, el primer presidente
democráticamente electo, en Egipto el
3 de julio pasado, se impone. La desaprobación de Barack Obama en una
declaración pública evitó el uso del
término "golpe de Estado". Ambiguas
fueron también las posturas europeas,
y hubo silencio en América Latina. Más
sorpresiva, sin embargo, podría parecer la falta de condena de parte de los
países medio orientales, con la excepción de Turquía y Túnez. Si, por un lado,
se entiende el júbilo del gobierno de
Bashar Al Asad por el abierto apoyo de
Morsi a la “yihad” en Siria, más compleja resulta la actitud de las monarquías
del Golfo, en particular de Arabia Saudí,
que saludaron el alejamiento del poder
de un gobierno islámico. Es que para
estos regímenes conservadores la movilización de masas donde la Hermandad Musulmana busca su legitimidad
resulta ser un fenómeno arriesgado y
hasta peligroso.
Más allá de las consideraciones de
orden técnico, ético o político del rol
de los militares en el desplazamiento
de Morsi, lo cierto es que la situación
interna en Egipto tiene sus particularidades. No solamente por el pedido de
22 millones de personas de su alejamiento del poder y la movilización del
30 de junio mucho más masiva que
el fenómeno de la Plaza de Tahrir de
enero-febrero de 2011, sino por el respaldo que el General Abdel Fattah Al
Sisi se aseguró en el momento de pedir
el alejamiento de Morsi el acompañamiento de las más altas autoridades
religiosas de la mezquita de Al Azhar
y de los Coptos, así como del premio
Nobel de Paz, Mohammad Al Baradei,
en representación de los sectores seculares. Más allá del rol de los militares
y su caracterización como golpe o no,
el proceso egipcio es más cercano a
una refundación del país en el sentido
de un consenso elemental sobre su
identidad que la simplista noción de
democratización; y, en este sentido, en
su complejidad no solamente desafía
los pronósticos sino también es íntimamente vinculada a la interacción con el
proceso de re-determinación del equilibrio de poder en el Medio Oriente.
ap
de golpistas y abusadores
En medio del golpe de Estado que derrocó
a Mohamed Mursi quedó al descubierto
uno de los dramas diarios que ya se volvió costumbre en Egipto: las constantes
agresiones sexuales a las que son sometidas las mujeres. Mientras millones
se manifestaban en la Plaza Tahrir para
pedir la renuncia del presidente, una gran
cantidad de abusadores aprovecharon el
momento para acosar a casi un centenar
de mujeres.
Así lo denunció Human Rights Watch
(HRW), que denunció que desde el 28 de
junio en adelante se registraron 91 agresiones sexuales en diferentes marchas,
de las cuales muchas fueron violaciones.
Para Amnistía Internacional, el número
fue aún mayor: la organización reportó
180 asaltos sexuales.
Según el relato de las víctimas, los abusos comienzan con un grupo de hombres
jóvenes “que descubre a una mujer, la
MIRADA III
rodea, la separa de sus amigos” y la agrede, arrancándole la ropa o violándola. En
algunos casos, la víctima es arrastrada
por el suelo para seguir siendo agredida
en otro lugar.
Human Rights Watch denunció que durante los abusos muchas mujeres fueron
“golpeadas con cadenas, bastones, sillas
y atacadas con cuchillos”. La organización
lamentó el “desinterés del gobierno” frente a este fenómeno, lo que conduce a una
cultura de la “impunidad”.
El drama que deben soportar las mujeres egipcias está reflejado en la película
El Cairo 678, basada en la historia real de
tres chicas que luchan para defenderse
contra el sometimiento y las agresiones
sexuales que sufren en la calle, al subir
a un colectivo, en sus propias casas y en
las comisarías. El film pone la lupa en
una de las caras más terribles del mundo árabe.
claves para interpretar la revolución egipcia
» Lic. Ariel S. Gonzalez Levaggi | Programa Medio Oriente, Centro Argentino de Estudios Internacionales (CAEI)
C
uando en 1952 el Movimiento
de Oficiales Libres derroca al Rey
Faruk I comienzan a dividirse
las aguas en torno a la cuestión de la
legitimidad del poder entre los Hermanos Musulmanes y la oficialidad
del ejército liderada por Gamal Abdel
Nasser, el cual poseía una visión antiimperialista, sostenida en la concepción de neutralismo positivo y la teoría
del no-alineamiento, y entendía que el
programa político debía estar sostenido sobre bases seculares sostenida
con la fuerza de un Ejército Nacional.
Por otro lado, los Hermanos Musulmanes buscaban también librar a Egipto
de las potencias imperialistas a la vez
que postulaban un programa político
basado en el Islam. Desde 1954 hasta 2011, la Hermandad Musulmana
como movimiento y organización social junto a los partidos políticos afines a una concepción islámica de la
política sufrieron ciclos de represión
feroz, persecuciones y arrestos de sus
principales dirigentes como en el caso
Muhammad Badie, Guía Supremo de
la Hermandad Musulmana. No obstante, a partir de la década del '70, esta concretó una serie de acuerdos con
los presidentes Sadat y Mubarak para
lograr una islamización progresiva de
la sociedad a cambio de evitar involucrarse en la política.
La victoria de Mohammed Morsi
buscó modificar el proyecto político
tradicionalmente avalado por el Ejército tratando de armonizar la Democracia con los principios islámicos a
semejanza del ejemplo turco con el
Partido Justicia y Desarrollo de Recep
Erdoğan o el Partido del Renacimiento
en Túnez. No por nada Túnez y Turquía
fueron casi los únicos en plantear críticas sobre el derrocamiento militar
del presidente Mohamed Morsi. Sin
embargo, este experimento ha llegado a su fin sembrando dudas sobre
la viabilidad del proyecto del Islam
político moderado en Egipto.
Durante las últimas décadas, especialmente desde los Acuerdos de
Camp David en 1978, Egipto ha cumplido un rol de estabilizador y paci-
ficador como un aliado estratégico
de la proyección norteamericana en
la región. El país del Nilo fue el segundo receptor más importante de
"asistencia militar" de EE UU en el
período 1981-2002 y el tercero entre
2002-2012 –luego de Israel y Afganistán– con una cifra total que superó los
U$S 40 mil millones, cifra que supera
inclusive a su deuda externa.
La política exterior de Morsi trató
de no perturbar esos acuerdos estratégicos mientras proyectó a Egipto en
el eje Qatar-Turquía con un rol protagónico y autónomo. No obstante, este
eje trasciende a Egipto y se proyecta
sobre la sangrienta Guerra Civil en
Siria junto a las demás Monarquías
del Golfo mediante el apoyo político
y diplomático a la Coalición Nacional
Siria además de soporte militar y económico al Ejército Libre de Siria.
Con el derrocamiento de Morsi, el
eje Turquía-Qatar se ha visto debilitado y seguramente Egipto se recostará sobre Arabia Saudita y Emiratos
Árabes Unidos para conseguir financiamiento, aprovechando la disputa
histórica entre la Hermandad Musulmana y Arabia Saudita por la hegemonía política en el campo islámico.
Egipto regresa al eje conservador en
Medio Oriente. Por eso mismo, Estados Unidos e Israel pueden respirar
tranquilos, por ahora, solamente por
ahora.
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