EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA de Gabriel García Márquez. 1) 2) 3) 4) GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y EL BOOM DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA. ESTRUCTURA Y CONTENIDO NARRATIVO LOS PERSONAJES EL AMOR Y LA MUERTE EN “EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA” 1- GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ Y EL BOOM DE LA NOVELA HISPANOAMERICANA 1-1. Biografía de Gabriel García Márquez Gabriel García Márquez nace el 6 de marzo de 1928, en Aracataca, un pueblo de la costa atlántica colombiana. “Gabo”, como se le conoce cariñosamente, fue el mayor de una familia numerosa de doce hermanos, que podríamos considerar de clase media: Gabriel Eligio García, su padre, fue uno de los numerosos inmigrantes que, con la “fiebre del banano”, llegaron a Aracataca en el primer decenio del siglo XX. Su madre, Luisa Santiaga Márquez, pertenecía en cambio a una de las familias eminentes del lugar: era hija del coronel Nicolás Márquez y de Tranquilina Iguarán, que no vieron con buenos ojos los amores de su hija con uno de los “aventureros” de la “hojarasca” (como se llamaba despectivamente a los inmigrantes), que desempeñaba el humilde oficio de telegrafista. Por eso, cuando tras vencer múltiples dificultades, Gabriel Eligio y Luisa Santiaga consiguieron casarse, se alejaron de la familia y se instalaron en Riohacha, sin embargo, cuando tenía que nacer su primer nieto, sus padres convencieron a Luisa Santiaga de que diera a luz en Aracataca. Poco después Gabriel Eligio y Luisa Santiaga regresaron a Riohacha, pero el niño se quedó con sus abuelos hasta que, cuando tenía ocho años, murió el abuelo, al que García Márquez consideró siempre “la figura más importante de mi vida”. De esos primeros ocho años de “infancia prodigiosa” surge lo esencial del universo narrativo y mítico de García Márquez, hasta el punto de que, con alguna exageración, ha llegado a decir: “Después todo me resultó bastante plano: crecer, estudiar, viajar... nada de eso me llamó la atención. Desde entonces no me ha pasado nada interesante”. Lo que sí es cierto es que los recuerdos de su familia y de su infancia, el abuelo como prototipo del patriarca familiar, la abuela, la vivacidad del lenguaje campesino, la natural convivencia con lo mágico y el mundo caribeño, desmesurado y fantasmal aparecerán, transfigurados por la ficción, en muchas de sus obras Aunque estudia los cinco cursos de Derecho no llega a graduarse, porque, según confiesa, “me aburría a morir esa carrera. Pronto García Márquez abandona los estudios de Derecho: en un viaje a Barranquilla conoce a un grupo de periodistas que le fascinan y decide instalarse allí y orientar totalmente su vida al periodismo, por lo que empieza a trabajar de columnista y a escribir su primera novela, La hojarasca. A estos periodistas les debe el descubrimiento de los autores que más tarde se convertirán en sus modelos literarios: Kafka, Joyce y, muy especialmente, Faulkner, Virginia Woolf, y Hemingway. La simbiosis de literatura y periodismo es clara en algunas de sus obras narrativas publicadas, Relato de un náufrago (1955), Crónica de una muerte anunciada (1981), o Noticia de un secuestro (1997). En 1955, García Márquez va por primera vez a Europa como corresponsal del periódico El Espectador. El que tenía que ser un breve viaje, se convierte en una estancia de más de cuatro años: Ginebra, Roma –donde se matricula en el “Centro Sperimentale de Cinematografía” (A partir de 1963, García Márquez conseguirá por fin trabajar como guionista)- y, finalmente, París. García Márquez, que había decidido seriamente ser escritor, decide quedarse en París afrontando grandes penalidades económicas. En un viaje relámpago a Barranquilla, se casa con su novia Mercedes Barcha, con la que pronto tiene dos hijos. En 1967, tras 18 meses de duro trabajo concluye Cien años de soledad. Para enviar el manuscrito a Buenos Aires, deben empeñar los tres últimos objetos de un cierto valor que les quedaban: una batidora, un secador de pelo y la estufa. El éxito es fulminante. Según Vargas Llosa, “el éxito resonante deja a García Márquez mareado y algo incrédulo”, aunque feliz porque por fin puede dedicarse exclusivamente a escribir. En 1982 le conceden el Nobel. Su discurso de agradecimiento es un canto de amor a América Latina: “Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíbles nuestra vida. Éste es el nudo de nuestra soledad”. Ha redactado sus memorias en Vivir para contarla (2002) Ahora trabaja en la novela En agosto nos vemos 1-2. El boom de la novela hispanoamericana El Boom de la narrativa se produjo en la década de los sesenta. Se podría decir que se inició cuando el Premio Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral lo ganó Mario Vargas Llosa por su novela “La ciudad y los perros” en 1962. La novela en Hispanoamérica nació algo tarde y tuvo una lenta evolución, por lo que es necesario llegar hasta el siglo XX para notar la independencia temática y de estilo de la narrativa latinoamericana, que fue registrando un ritmo creciente hasta hacerla verdaderamente única a través de la segunda mitad del siglo. La consideración internacional de esta novelística se ciñe a la década de los años 70, cuando alcanzó la primacía en las letras hispánicas y un interés excepcional y universal gracias al llamado “boom” de la novela hispanoamericana. Pero esta culminación está precedida por un proceso de depuración que surgió a comienzos del siglo XX, ayudado en gran medida por la importancia que habían adquirido los poetas latinoamericanos y los movimientos innovadores de su literatura. Cortázar dijo que el “Boom” era "la más extraordinaria toma de conciencia por parte del pueblo latinoamericano de una parte de su propia identidad, es decir, que el boom no lo hicieron los editores, sino el público atraído por un nuevo cambio en la literatura que se tenía en el momento. Verdaderamente, el éxito de las novelas de García Márquez, Vargas Llosa o Alejo Carpentier coincidió con la expansión de un ideal hispanoamericano de transformación social, en los 60 y primeros 70. Esta explosión de creatividad cultural y social llegó a Europa como un soplo de aire nuevo en un momento en que la novela europea daba claros signos de asfixia. De cualquier forma, debe quedar claro que el "boom" latinoamericano no es un movimiento, ni una escuela, es producto de una creación inesperada de jóvenes talentos que demostraron al mundo que Latinoamérica era capaz de crear obras originales. FACTORES QUE PROVOCARON EL “BOOM”: 1) 2) 3) 4) 5) Identificación ideológica de la mayoría de los autores con la Revolución Cubana, creación de una actitud común y una toma de conciencia de que literatura y política eran dos vínculos indisolubles. Preocupación por los problemas culturales, los premios, los concursos y los congresos mantuvieron viva la conexión entre los escritores del “boom”, divulgando su actitud ideológica y sus aportaciones literarias. Gran apoyo del sector editorial español, con importantes labores de divulgación y promoción publicitarias. Editoriales como Seix Barral y agentes como Carmen Balcells tuvieron un papel primordial en el triunfo de esta corriente. Creación de diversos premios literarios que dieron a conocer y consolidaron a muchos autores latinoamericanos en España y en Europa. Difusión de muchas traducciones de estas novelas, gracias al interés de múltiples revistas especializadas en literatura, incluso difusión cinematográfica de relatos de los autores del “boom”. 1.3. Autores del “Boom”. El Realismo mágico. http://araarae.blogspot.com/2008/10/el-boom-y-sus-tcnicas-en-lanarrativa.htmlhttp://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_?ngel_Asturias A partir de la década de los 40 se produce una modificación en la prosa de la misma manera que antes se había producido en la poesía. Esta renovación se caracteriza por la atención a la peculiaridad americana desde una estética que aúna el realismo y lo fantástico como forma única de expresar las características del mundo americano. Alejo Carpentier prefería el término de “lo real maravilloso” ya que creía que el realismo puro es incapaz de tomar la asombrosa realidad del mundo americano. Es un intento de renovación literaria muy unido a estéticas de las vanguardias europeas, pues la mayoría de sus autores tienen un gran contacto con el mundo europeo, tanto con las vanguardias poéticas, como con la novela europea más renovadora. En el Realismo mágico encontramos lo real presentado como maravilloso, o bien lo maravilloso presentado como real. Los sucesos más fantásticos no aparecen como en el cuento fantástico tradicional, algo que asombra tanto a personajes como a lectores, sino como parte de la realidad cotidiana. Asimismo también lo real, lo cotidiano, el paseo por la calle, la reunión de amigos o simplemente ponerse un vestido, pueden transformarse en algo fantástico y maravilloso en la narrativa hispanoamericana. Unido a esto, la técnica narrativa se renueva con el uso de innovaciones que ya se venían usando también en Europa. Sin embargo, el “Boom” de la narrativa Hispanoamérica y el Realismo mágico no pueden identificarse plenamente. Recordemos que el Realismo mágico nace en los años cuarenta y algunos de sus autores no participaron plenamente del “Boom” de los años 60. De cualquier forma, aunque la figura central del “Boom” es García Márquez y su obra “Cien años de soledad”, publicada en 1967, hay muchos autores y obras anteriores a esa fecha que se han vinculado a este fenómeno. Lo que caracteriza a los escritores que se ubican dentro del 'Boom', es que se trata de intelectuales exiliados de sus países, que desde Europa tomaron parte de la causa latinoamericana, y se hicieron eco de ella. Vargas Llosa dijo años más tarde que "había llegado a Europa siendo peruano, y allí me descubrí latinoamericano". Esta necesidad de pertenencia a una cultura que les era común, con diferencias regionales, terminó por conformar un grupo de lucha que acabó reclamando las libertades, los derechos humanos, y la Revolución cubana y nicaragüense. Este grupo selecto de escritores en algún momento fue acusado de ser parte de una mafia con contactos secretos en las editoriales, de forma tal que tuvieran un éxito asegurado. El tiempo demostró que las acusaciones eran mentira y que la calidad narrativa y estética de Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y otros no pertenecían a ninguna editorial, sino que se trataba de un redescubrimiento de las páginas más notables de la historia del arte latinoamericano. http://www.sitemeter.com/stats.asp?site=sm6pernikote Autores Obras El Astillero, 1961 Juan Carlos Onetti (Uruguay, 19091994) Novela que incluye personajes sombríos y desorientados. La muerte de Artemio Cruz, 1962 Cuenta los recuerdos de un político Carlos Fuentes (Panamá, 1928. Nacionalizado mejicano. Premio Cervantes 1987) mejicano, antiguo revolucionario enriquecido, que repasa su vida en el lecho de muerte y, con ella, la reciente historia de su país Pedro Páramo, 1955 Juan Rulfo(Méjico, 1917-1986) Obra que transcurre entre la realidad y la fantasía. Comala es una aldea desaparecida con sus habitantes ya fallecidos cuando la novela empieza. El narrador cuenta a saltos la historia de Juan Preciado que llega a la aldea para conocer a Pedro Páramo, su padre, un cacique cruel, pero amado por las mujeres a las que deshonra y abandona. Cien Años de soledad, 1967 Gabriel García Márquez (Colombia 1928. Premio Nobel 1982). Obra cumbre del “Realismo mágico”, cuenta la historia de siete generaciones de la familia Buendía a lo largo de cien años, y la de Macondo, pueblo mítico, desde su fundación hasta que desaparece arrasado por un cataclismo. Crónica de una muerte anuncia- da,1981 Minucioso relato de las circunstancias que rodean un crimen que todos saben que se va a producir y nadie puede evitar. La Ciudad y los Perros, 1962 Mario Vargas Llosa (Perú, 1936. Premio Cervantes en 1994 y Premio Nobel 2010) Describe la vida de unos jóvenes en un colegio militar de Lima. Conversaciones en La Catedral, 1970 Obra de compleja estructura, cuya acción transcurre en un bar llamado “La Catedral” Rayuela, 1963 Julio Cortázar (Bruselas, 1914-1984. Nacionalizado argentino) Novela que utiliza innovadoras técnicas narrativas: posee una estructura en secuencias y puede leerse de principio a fin o saltando de unas páginas a otras. Cuenta la historia de Oliveira, argentino que marcha a París y, al regresar de nuevo a Argentina, se siente extranjero en su tierra. El siglo de las luces, 1962 Alejo Carpentier(Cuba, 1904-1980) Ficción basada en un episodio ocurrido en la Isla de Guadalupe durante la Revolución Francesa. Los personajes centrales son tres jóvenes cubanos, que pertenecen a la burguesía, a quienes un francés, Víctor Hugues, adoctrina en las ideas de la Ilustración y la Revolución, convirtiéndolos en auténticos revolucionarios ilustrados G Cabrera Infante(Cuba, 1929-2005. Tres tristes tigres, 1967 Premio Cervantes en 1997) Se compone de una serie de conversaciones entre diferentes gentes de La Habana: personajes de la televisión, cantantes, músicos de Jazz, jóvenes ricos, fotógrafos, etc. Todos ellos reflejan fielmente las hablas de sus respectivos grupos sociales que constituyen una muestra de la cultura impuesta en la isla por EEUU. J. Donoso(Chile, 1925-1996) El obsceno pájaro de la noche, 1970 Novela de ambiente rural en la que se desarrolla el tema de la miseria y la soledad. El autor, con técnicas surrealistas, insiste en lo más sórdido y repugnante de la existencia. http://www.sitemeter.com/stats.asp?site=sm6pernikote 1.4. Recursos y aportaciones del “Boom”. Influencias en EATC. Todos estos autores logran confirmar las innovaciones de años anteriores y aportan nuevos RECURSOS: 1- Consolidación de la novela urbana y temas nuevos: la crisis existencial del individuo (protagonistas solitarios, desconocedores del sentido de su vida y con dificultades de comunicación), el dictador, la historia de Ibe- roamérica (civilizaciones, conquista, colonización, tiranía…) y la propia creación narrativa. Alguno de estos temas se ven claramente en EATC: La crisis existencial del individuo se aprecia en la soledad manifiesta de Florentino. Vive por y para Fermina y únicamente se comunica con ella por cartas. Se inventa un complementario a ella: el espejo que compra al dueño de un restaurante con la imagen memorizada de Fermina. La historia de Iberoamérica: la boda de Femina y Juvenal es apadrinada por el Dr. Rafael Núñez, tres veces Presidente de la República. La visita del Presidente Marco Fidel Suárez a la casa del matrimonio con el fin de conocer los prodigios del loro El abuso de poder por parte de los gobernantes hacia las viudas que debían “sepultarse en vida a coser su mortaja”. El endeudamiento y el gusto por la vida fácil de la época. La propia creación narrativa o metaficción ya que esta novela resume múltiples voces: el personaje Jeremiah Saint-Amour abre la ficción mostrándose metafóricamente como un libro que necesita ser descifrado, pues su muerte por suicidio necesita ser investigada. Destacan ,como voz distinta a la del narrador, las cartas de amor de Florentino que además son un duplicador de la realidad. Estas cartas ponen de manifiesto la relación entre autor y ficción. A propósito de ellas el autor teoriza sobre la idea de la escritura como imitación y dolor y encontramos así referencias a escritores- poetas de la Biblioteca Popular colombiana seguidos por Ariza a los cuales intenta imitar y que sirven al narrador para tratar el proceso imitativo. Por otro lado asistimos a las lecturas atentas de Fermina que intentaba encontrar “un código secreto” en las misivas de su pretendiente.Con todo lo anterior, la novela se muestra como un texto del arte no tradicional posmodernista ya que alude al proceso de lectura y escritura y se dan claves para su interpretación. Al poderse interpretar se aceptan múltiples posibles lecturas de la novela. 2- Experimentación y nuevas formas de expresión lingüística: superposición de estilos y registros, distorsión sintáctica y léxica. 3- Renovación total de la estructura del relato: ruptura de la línea argumental, saltos en el tiempo y diversos puntos de vista (pluriperspectivismo). 4- Como se ha dicho antes, muchos de estos autores cultivaron también el Realismo mágico, que consiste en fundir lo cotidiano (problemas sociales y existenciales) con lo insólito (lo onírico y sobrenatural). El ejemplo clave del Realismo mágico lo encontramos en Cien años de soledad . Ejemplos del Realismo mágico o “lo real maravilloso” en dicha novela son: los diálogos entre vivos y muertos, un personaje desaparece volando con una sábana, la duración del diluvio en Macondo de más de cuatro años, una lluvia de flores, el nacimiento con cola de cerdo del úl- timo miembro de la familia o que el último integrante de los Buendía sea comido por las hormigas. Aunque en EATC no predomina el Realismo mágico, sí podemos encontrar algunos ejemplos, como el súbito crecimiento de flores en el cementerio en el que está enterrada Tránsito Ariza o el crecimiento sobrenatural de la muñeca de Fermina Daza (Pág. 183: “…descubrió que la muñeca estaba creciendo: la preciosa ropa original que llegó con ella le dejaba los muslos al descubierto, y los zapatos se habían reventado por la presión de los pies.”) 2- ESTRUCTURA Y CONTENIDO NARRATIVO Podemos afirmar que la estructura de la novela es en espiral ya que el comienzo y final se tocan: existe una relación de oposición semántica entre la primera frase: Era inevitable y la última del texto: Toda la vida. Desde su arranque “Era inevitable” alude a la fatalidad de los amores contrariados, constante en la literatura colombiana. Frente a la muerte con la que se inicia la novela, “Toda la vida” se asocia a un final feliz con influencia de bolero. Es la historia de amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza a lo largo de más de cincuenta años. La novela está dividida en seis capítulos (carentes de título) y, el primero y el último se desarrollan en el momento presente. Del dos al cuatro son una larga analepsis. La novela, iniciada “in media res”, refleja el estilo de un cuentista tradiconal, del fabulador inagotable que es G.G.M. Son frecuentes las alusiones al número seis como símbolo, por ejemplo se juega con la pareja y el trío amoroso cuyo producto es seis; una de las cartas de la pareja protagonista tiene seis pliegos. También se puede asociar este número con la creación del mundo: en seis días tal y como cuenta la Biblia. G.G.M. une narrador y autor al modo de un cronista omnisciente (no olvidemos su profesión de periodista), se trata de un personaje más del relato, de ese personaje colectivo que supone esta novela. Como ejemplo valgan las expresiones “nuestra ciudad” utilizada por el narrador o “El Diario del Comercio, nuestro periódico tradicional...”; “La partida de bautismo fue durante muchos años nuestro único instrumento válido de identificación”. Cita también el nombre de su mujer al final (Mercedes): “…en la población (…) donde nació Mercedes”. La técnica del perspectivismo se manifiesta en esas mudas continuas del centro de la conciencia de un personaje como Juvenal Urbino al centro de la conciencia de Fermina Daza o de Florentino Ariza, así como a la conciencia de cualquier personaje secundario. Y nos llama la atención que lo realice a “saltos”, tomando, dejando y retomando la psicología del personaje en concreto con ritmo lento pero pautado con estas alternancias. Sin embargo, G.G.M. nos ayuda con su técnica narrativa pues encontramos “recordatorios” y párrafos de repaso del contenido que completan las piezas de un puzzle que el lector va componiendo, y “sumarios” que resumen partes anteriores del contenido. También encontramos la técnica “parentética” que consiste en interrumpir una historia con otra y volver después a la anterior. Otro rasgo de la técnica narrativa muy destacado es el especial tratamiento del tiempo con los saltos hacia atrás (analepsis) como juego entre lo retrospectivo y lo lineal, entre el presente y el pasado, y algunos casos de saltos hacia el futuro (prolepsis): “Muchos años después…” El capítulo sexto y último es una muestra de linealidad del tiempo que enlaza con el comienzo de la novela: muerte de Jeremías, visita de Juvenal Urbino y posterior muerte de este. En cuanto a los estilos narrativos encontramos: - el estilo indirecto, (el narrador utiliza verbos dicendi, introductorios de lo que piensa o dice el personaje) “El doctor Urbino se sintió delatado”; “el doctor Urbino se acordó sin amargura de la botica”; “el joven chelista del conjunto (…) le dijo que era el cuartete para cuerdas de Gabriel Fauré…” - el indirecto libre (ausencia de verbos dicendi y de nexos introductorios del enunciado):”Ella le dio más argumentos hasta el final de la visita. No iría al entierro, pues así se lo había prometido al amante” - el directo, poco frecuente en intervenciones breves y aisladas pero contundentes, lapidarias, es decir, deja hablar a un personaje cuando de verdad quiere que lo reconozcamos, por lo que su intervención se convierte en una pincelada de su carácter y con ella cierra un episodio, consigue así un efecto de remate. Generalmente aparece tras una larga descripción, y es una frase sentenciosa que actúa de cierre tras los dos puntos. Un ejemplo de esto es la última frase de la novela. Los olores, aromas, sabores… son utilizados como enlaces asociativos de recuerdos y situaciones desde las primeras líneas: “el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.”; “la tufarada nauseabunda contaminó en su memoria el recuerdo de Fermina Daza” Son abundantes las descripciones de lugares, personajes y situaciones. La escritura epistolar es esencial en la novela, sobre todo en las relaciones entre Fermina y Florentino, era su única vía de comunicación en los inicios juveniles, y fue la llave que abrió de nuevo el corazón de Fermina medio siglo después, con esas cartas llenas de sabiduría que le enviaba Florentino. Un Florentino que leía todo lo que llegaba a sus manos, formándose de manera autodidacta, algo que condicionaba su estilo literario, excesivamente florido y que le incapacitaba para escribir un texto comercial. Las cartas de Fermina, en cambio, eran sucintas y escuetas, como correspondía a su carácter. García Márquez no permite al lector leer una sola línea de todas estas cartas, pero sí le muestra información suficiente de su contenido, así como del progreso estilístico de Florentino Ariza, que tanto le ayudaría en el triunfo final con Fermina. SÍNTESIS ARGUMENTAL La historia transcurre en el pueblo caribeño de La Manga, el cual vive sumido en continuas guerras civiles y la amenaza constante del cólera. Fermina Daza junto a su padre, Lorenzo Daza, y su tía, Escolástica, se mudaron desde San Juan de la Ciénaga a La Manga en busca de un futuro más alentador. Una vez allí, aparece Florentino Ariza que se enamora perdidamente de Fermina, a la cual comienza a asediar con extensas cartas de amor a las que, más tarde, Fermina corresponde. Pero, un día, Lorenzo Ariza es avisado por el carteo y decide irse a pasar una temporada lejos de La Manga, puesto que él quería otro tipo de marido para su hija. Así pues, marcharon a San Juan de la Ciénaga donde Fermina, compinchada con su prima Hildebranda Sánchez, sigue manteniendo correspondencia con Florentino. Con el tiempo, la familia Daza vuelve a La Manga. Un día en el que Fermina va al mercado, se encuentra con Florentino, dándose cuenta, al instante, de que no está enamorada de él, y así se lo comunica. Florentino queda destrozado, pero se jura a sí mismo que tarde o temprano conseguirá el amor de Fermina. El tiempo transcurre, y un buen día en el que Fermina cae enferma, acude a hacerle una visita el médico del pueblo, Juvenal Urbino de la Calle. Éste, al ver la altanería y el orgullo de Fermina, cae rendido a sus pies y hace todo lo posible para que ella acepte casarse con él. Tras varios intentos, Fermina cede ante la insistencia del médico y se casan, ante la gran pena de Florentino. Florentino, ante la desesperación de la pérdida súbita de Fermina, “decide” que Juvenal Urbino morirá antes que Fermina, y por tanto, al quedar ésta sola, él aparecerá para vivir ese amor que le había sido prohibido. Un día de Pentecostés, en el que la vejez ya se había asentado en los personajes, Juvenal, al intentar rescatar a su loro que estaba atrapado en un árbol, muere al caer desde una escalera. Ese mismo día, en el velatorio por el afamado doctor, aparece Florentino que aprovecha para recordarle a Fermina la promesa de que iba a esperarla por siempre echa en su juventud, a lo que Fermina responde ofendida, puesto que lo toma como una osadía. Pasado un tiempo de la muerte de Juvenal, Florentino retoma el carteo con Fermina, que al principio se muestra reticente. Pero al celebrar un año de la muerte de Juvenal, Florentino acude a la misa y Fermina le saluda con gran énfasis, hecho que Florentino toma como una esperanza. Así pues, pasados unos días, se presenta en casa de Fermina, hecho que se va a convertir en costumbre y que Fermina va a agradecer. Transcurren los días y los meses, y Fermina decide hacer un viaje por el río Magdalena, que es preparado por Florentino. El viaje, que en principio sólo lo iba a hacer Fermina, resulta que se convierte en una especie de luna de miel entre ambos en el que, finalmente descubren que el amor puede aparecer a cualquier edad, en el caso de Fermina, o continuar toda la vida, en el caso de Florentino. En cuanto a la estructura narrativa, puede dividirse de la siguiente manera: 1) Primera parte (capítulo 1): muertes de Jeremiah de Saint-Amour y de Juvenal Urbino, informaciones acerca de los últimos años del matrimonio Urbino Daza; en el velatorio del doctor, aparece Florentino y renueva su promesa de amor; pausa narrativa para marcar los saltos temporales. 2) Segunda parte (capítulos 2 a 5): salto al pasado, antecedentes de las vidas de los tres personajes protagonistas, necesarios para que el lector sepa cómo se ha llegado a la situación en la que se ha producido la pausa narrativa. Amores juveniles de Florentino y Fermina, matrimonio de ésta con el doctor Urbino; vida de la pareja y del despechado Florentino (con todas sus conquistas), hasta llegar al momento inicial de la muerte del doctor. 3) Tercera parte (capítulo 6): recuperación de la linealidad narrativa interrumpida en el capítulo primero, desde el velatorio del doctor, avance de las nuevas relaciones entre Fermina y Florentino, asunción de la edad de ambos, de su condición social y viaje final por el río a modo de luna de miel. TIEMPO: El relato completo transcurre en cincuenta y tres años, siete meses y once días. Durante ese tiempo hace referencia a las novedades técnicas que se van incorporando a la sociedad: el tranvía, el teléfono, el cine. ESPACIO: La obra se desarrolla en La Manga, una localidad de la costa caribeña. Sus referentes reales son tres ciudades de la misma costa: Barranquilla, Santa Marta y Cartagena de Indias. Se cita también Europa, en concreto París, a tenor de los viajes realizado por Fermina y Urbino. Otros lugres telúricos son Rioacha, Caracolí, Valledupar y el río Magdalena. Todos ellos lugares auténticos que dan verosimilitud a la novela. Otros lugares peculiares son los buques fluviales puesto que Florentino llega a ser dueño de la Compañía Fluvial del Caribe. En estos buques es donde Florentino y Fermina perdieron la virginidad con Rosalva y Juvenal respectivamente. Y donde ambos consuman su amor de senectud. Describe el paisaje tropical en invierno hablando de “aguaceros instantáneos arrasadores” y en verano “un polvo invisible, áspero.” Habla también del paisaje ciudadano donde “se oxidaban las flores y se corrompía la sal”, “ranchos de cartones y latón de las orillas de las ciénagas.” RESUMEN DE CADA CAPÍTULO Capítulo 1 Se inicia con la muerte de Jeremiah de Saint-Amour (un suicidio por temor a las inclemencias de la vejez) y la relación amistosa con el doctor Juvenal Urbino, continúa con el homenaje a Lácides Olivella, la fuga del loro, el alboroto general en la casa y una lluvia torrencial que presagia una nueva muerte. Conocemos algunos rasgos de la convivencia del matrimonio Urbino Daza hasta llegar al intento de rescate del loro y muerte del doctor Urbino, previamente se nos cuenta la gran labor que había desempeñado este visionario intentando convertir la ciudad en un lugar de progreso. Florentino Ariza aparece en el funeral para reiterarle a Fermina Daza su amor desde hacía más de cincuenta años. El principal protagonista del capítulo es el doctor Juvenal Urbino. Es destacable que haya dos muertes importantes en el comienzo de la novela, porque con ellas el autor pretende mostrarnos dos cosas, primero el miedo a la vejez, causa del suicidio de Jeremiah, y segundo y más importante, el hecho de que el doctor tuviera que morir para que el amor de Florentino Ariza pudiera tener alguna esperanza. El tratamiento del amor no ha hecho más que empezar, el narrador no indica claramente si el doctor Urbino y Fermina Daza estaban de verdad enamorados, provocando la ambigüedad en el lector. Los temas del envejecimiento y del orgullo de clase también aparecen reflejados, el envejecimiento es más claro en el doctor Urbino, puesto que se habla con detalle de la disminución constante de su mente y cuerpo, al acercarse la muerte. También vemos el envejecimiento de Fermina y de Florentino, pero todavía no se narran con tanta virulencia como el del doctor. El tema de las clases sociales se introduce de manera más sutil, la novela se inicia con la muerte de un plebeyo como Jeremiah, aunque amigo de un médico de ricos, para pasar con rapidez a una fiesta de alto copete, mostrando la estratificación social de la novela, que sólo la tenacidad de un personaje como Florentino, además del paso del tiempo, lograrán romper. El mundo al que pertenece el matrimonio Urbino Daza no es el mismo que el del resto de los mortales, ni el mismo que el de Florentino, y eso se encarga de demostrarlo la propia Fermina, cuyos orígenes tampoco eran muy altos. Capítulo 2 Este capítulo, además de iniciar los saltos temporales, está dedicado al enamoramiento febril de Florentino Ariza y Fermina Daza, cincuenta años atrás, iniciado cuando Florentino acudió a la casa de Lorenzo Daza a entregar un telegrama. Ayudados por la madre de Florentino y la tía de Fermina, los jóvenes sortean las prohibiciones del padre para seguir comunicándose por vía epistolar y el febril Florentino llega a enfermar de amor esperando una respuesta de su amada. Ante la propuesta de matrimonio, y desvelados los contactos entre ambos, Fermina es alejada en un viaje punitivo de año y medio, y Florentino cae enfermo encerrado en un burdel en el que no practica el sexo porque ha de mantenerse virgen y fiel para ella, puesto que le había respondido afirmativamente. A pesar de la distancia, los jóvenes siguen en contacto gracias a la complicidad de los compañeros telegrafistas de Florentino y de Hildebranda Sánchez, prima de Fermina. Pero el tiempo es inclemente y cuando ella vuelve comprueba que ya no le quiere, por lo que provoca la ruptura entre ambos, poniendo en verdadero riesgo la vida de Florentino. El principal objetivo es el desarrollo de la relación entre Florentino y Fermina, por lo que se va profundizando más en las distintas vertientes amorosas, sobre todo en lo referente a ese amor juvenil. El comportamiento de Florentino no deja lugar a dudas de su enamoramiento, pero precisamente su conducta exagerada pone en riesgo la culminación de ese amor, en ocasiones parece incluso que disfrute más de la idea de estar enamorado que del propio amor. En cambio Fermina siempre se muestra mucho más pragmática, y a veces incluso un poco lejana, sí parece amarle, pero sus convicciones no serán tan firmes cuando al regreso de su viaje punitivo no resiste la imagen de ese “pobre hombre”, seguramente porque tiene ya poco que ver con la imagen platónica que ella se había fabricado en la distancia. En este capítulo se aborda un tema complementario como es la literatura. Gracias a las cartas enfebrecidas de Florentino, parece que se le da mucha más importancia a la escritura de cartas como elemento comunicativo, y artístico, más que a la propia palabra oral, su amor se construye casi por escrito, aunque el autor se cuida muy mucho de enseñarle al lector una sola línea de ninguna de esas cartas, recibiendo sólo las descripciones de su tono general a través del narrador, aunque sin eliminar ni un ápice del romanticismo que destilaban, sobre todo las de Florentino, que se había leído cuantos volúmenes de poesía romántica caían en sus manos. El encuentro final del capítulo, el momento en el que los caminos de ambos se separan, resulta demoledor, pero necesario para mantener la tensión narrativa, para aprovechar los dos caminos argumentales que se abren ante el lector, el que ha de recorrer Fermina junto a su flamante marido, y el que le aguarda al amante despechado, mucho más ameno literariamente hablando. De igual manera, García Márquez demuestra con esa escena lo difícil que puede llegar a ser el amor, lo enrevesado de los sentimientos, y la cantidad de variantes que el corazón humano puede llegar a alcanzar. Capítulo 3 Los saltos temporales nos ponen de nuevo ante el doctor Urbino, a su regreso de París, para dar entrada a los orígenes de la relación entre él y Fermina Daza, o lo que es lo mismo, una variante del triángulo amoroso, la del amor oficial y social, puesto que el joven médico llega derrotando al cólera y se convierte en un baluarte social digno de la hija de cualquier familia que se precie en la ciudad. Bajo la amenaza del cólera, el doctor examina a Fermina Daza y cae enamorado sin remedio de ella, a pesar de su carácter arisco. Los intentos de matrimonio halagan al padre, Lorenzo Daza, casi tanto como molestan en la ciudad, provocando que Fermina reciba anónimos y hasta muñecas de vudú. Los dos hombres parecen aunar fuerzas pero el sí de Fermina sólo llegará con los halagos de su prima Hildebranda, como si sólo pudiera elegir al doctor cuando comprueba que alguien podría arrebatárselo, una prueba más de que no sentía amor verdadero hacia él. Cuando Florentino descubre que Fermina va a casarse con el doctor Urbino, está a punto de morir, y se embarca en un viaje terapéutico para tratar de olvidarla, en ese viaje pierde la virginidad, y aunque ya nunca dejará de entregarse sexualmente a un sinnúmero de mujeres, trata de mantenerse leal para Fermina, porque entonces asume que para que él pueda ser feliz habrá de morirse el doctor Urbino. Durante casi dos años Florentino cree que ha sobrevivido el tormento de perder Fermina Daza, ayudado por todas las mujeres que le han disfrutado, hasta que él la vuelve a ver por primera vez, del brazo de su marido, más bella que nunca, y embarazada de seis meses. Tal vez sean las clases sociales las protagonistas de este tercer capítulo, supeditadas al amor, evidentemente, pero el matrimonio del doctor Urbino con Fermina Daza provoca una catarata de anónimos y amenazas hacia la advenediza, puesto que Fermina no pertenecía a la aristocracia clásica de la ciudad. Además de las cuestiones sociales, irrumpe con fuerza también el tema del sexo, contrastando la ultra decencia, a veces incluso la mojigatería, del matrimonio Urbino Daza, con el libertinaje que emprende Florentino para paliar el vacío que Fermina ha dejado en su corazón. Él utilizará el sexo como un sustituto para el amor, un patrón de conducta que, curiosamente, mantendrá justo hasta la muerte del doctor Urbino, porque después asume la más absoluta abstinencia hasta llegar a Fermina, como conservando una segunda virginidad. Capítulo 4 Florentino decide ganar fama y fortuna mientras espera que el doctor Urbino muera, y esa fama le llegará en la Compañía Fluvial del Caribe, permitiéndole comprar una nueva casa y acondicionarla para cuando Fermina la habite, y sin llevar allí a ninguna de sus amantes, porque ese territorio también ha de ser virgen, por lo que continúa en su línea, no de fidelidad estrictamente hablando, pero sí de lealtad hacia la amada. Para alcanzar ese éxito social y profesional, contará siempre con la ayuda de Leona Cassiani, la mujer que puede considerar como amiga y que incluso está a punto de conocer su secreto. Debido a las inquietudes progresistas y cívicas del doctor Urbino, él y Florentino se conocen al fin, y entre ellos se establece, si no simpatía, sí una corriente de respeto, sobre todo de Florentino hacia el doctor, a quien envidia pero por quien sentirá también pena puesto que ha de morir para que él pueda alcanzar la gloria. Las sospechas de que el matrimonio de los Urbino Daza no fue un asunto de amor afloran de nuevo, el narrador se adentra en los motivos para dejarle claro al lector que ella aceptó la propuesta de boda porque pensó que estaba a punto de perder la oportunidad para siempre. No se arrepintió del matrimonio inmediatamente, sino cuando regresaron de Europa y tuvo que convivir con la suegra tiránica y las hermanas ligeramente retrasadas del doctor, por lo que sólo encontró consuelo en la crianza del hijo. Por eso convence, tiempo después, al doctor Urbino para volver a Europa a intentar recuperar su amor. El tiempo y la edad emergen como protagonistas de este cuarto capítulo, y con ellos juega García Márquez al desvelar las entretelas del matrimonio Urbino Daza, continuando lo que ya había ido narrando en el capítulo primero. Los saltos en el tiempo, al igual que en los capítulos anteriores, son necesarios para trazar esa panorámica de la pareja. En cambio, en el caso de las andanzas amatorias de Florentino Ariza, no parecen apreciarse avances, cada una de sus conquistas, salvo detalles curiosos, parece la misma que la anterior, lo que le confiere al tiempo una circularidad que hace que parezca que no transcurre, quizá por eso al lector le cuesta un poco más percibir el envejecimiento de Florentino que el del matrimonio. Sólo se percibe cuando el mismo Florentino es quien toma conciencia de ese salto temporal y las huellas que ha dejado en él, se da cuenta de que han pasado treinta años, y tiene, por primera vez, dudas de que el doctor vaya a morirse antes que él, empieza a sentir el terror de no poder cumplir su promesa por culpa del tiempo y la vejez. A diferencia del doctor, que sí temía a lo que hubiera después de la muerte, Florentino lo que teme es no tener tiempo suficiente para cumplir con su amada. Capítulo 5 El matrimonio Urbino sigue teniendo una importantísima presencia en la vida social de la ciudad, como se observa en el primer viaje en globo, que también le sirve a García Márquez para volver a hablar de las guerras civiles. Al regreso, Florentino empieza a tomar conciencia del paso inclemente del tiempo, sobre todo al ver los cambios que éste ha provocado en Fermina. Debido a esa presencia social, Florentino tiene oportunidad de verla más a menudo, y sigue pensando que la indiferencia de Fermina es una prueba más de su amor, hasta que ella desaparece, oficialmente en un viaje para curarse de cierta enfermedad no revelada del todo. El hecho de la enfermedad de Fermina asusta a Florentino, pues le hace pensar en la fragilidad humana, y en cómo se frustrarían sus planes si ella o él mismo murieran antes que el doctor Urbino. Pero la realidad tenía poco que ver con la enfermedad, Fermina se va porque ha descubierto la infidelidad de su marido con Bárbara Lynch. A pesar del pecado, el doctor tampoco demostró unas especiales artes amatorias, a diferencia de Florentino, sino que transmitía en cada encuentro una fugacidad y una culpabilidad tremendas, hasta el punto de que su propio cuerpo también empieza a resentirse. El tío León XII reconoce a Florentino como su único heredero en la Compañía Fluvial del Caribe y en ese momento parece que la galería de amantes de Florentino comienza a decrecer, no busca ninguna nueva, y cuando muere el doctor, sólo tenía una, la más joven y perturbadora, América Vicuña, y por primera vez será consciente de lo que le va a costar renunciar a ella, pero hay algo mucho más importante, ya que por fin la espera termina, por fin el destino le concede un respiro, y así se planta en el velatorio del doctor para reiterarle a Fermina sus sentimientos, al tiempo que García Márquez regresa al momento inicial de la novela, poniendo fin a los saltos temporales. La enfermedad aparece repetidamente en este capítulo, y más que la enfermedad el envejecimiento del que son conscientes, casi al mismo tiempo, los tres protagonistas. Sin embargo, la experiencia de la enfermedad sigue siendo muy diferente entre los ricos y los pobres, ya que cuando Fermina desaparece durante dos años, Florentino asume que ha dejado la ciudad para ir a un hospital privado, donde nadie sabrá de su enfermedad; por el contrario, las víctimas de cólera en San Juan de la Ciénaga son abandonados en las calles sin siquiera el beneficio de la sepultura después de su muerte. La edad es importante para Fermina, porque es la primera vez que realmente parece cambiar, conocer la infidelidad de su marido la envejeció diez años en una noche, y durante el resto del capítulo casi todas las descripciones de ella se centran en su envejecimiento. La posibilidad de que el amor de Florentino por Fermina pudiera disminuir con el envejecimiento no se contempla, y si él se altera por los cambios que observa en ella, es más por el miedo de quedarse sin tiempo para ella, no porque esté dejando de amarla. En este sentido, quizá más impactante que cualquiera de los síntomas de envejecimiento físico es la pérdida de las amantes de Florentino, muchas de ellas han muerto y eso pone de relieve cuánto tiempo lleva esperando a Fermina; esto demuestra que, por primera vez, Florentino se da cuenta de que terminará con Fermina o muerto, por lo que ya no se molesta en buscar nuevas amantes con las que llenar el vacío de su corazón. Cuando por fin tiene su oportunidad, Florentino actúa precipitadamente, y eso le granjea un nuevo rechazo de Fermina, y la advertencia de que, si finalmente quiere conquistarla, debe ser menos impetuoso y más reflexivo, y no puede comportarse como aquellas primeras veces febriles. Capítulo 6 Fermina le envía a Florentino una carta demoledora y llena de rabia, no tanto por su atrevimiento en el velatorio, sino una vez más porque alguien le diga qué hacer con su vida antes de que ella misma tome una decisión al respecto. Así que antes de permitir a nadie entrar en su vida, decide saldar cuentas con el pasado del esposo muerto y tomar posesión, verdaderamente y por vez primera, de su casa y de su existencia. Durante este tiempo Florentino coquetea con el insomnio y la depresión, al tiempo que trata de desembarazarse de una América Vicuña que ya no es una niña y se ha enamorado de él. El hecho de recibir la carta de Fermina, aunque dolorosa, le da la oportunidad de responder, y de alguna manera es el pistoletazo de salida, muy sutil, para reiniciar lo interrumpido hacía cincuenta años. Lo mejor de todo es que el Florentino exagerado y barroco quedó por fin atrás, y las cartas que le enviará ahora a Fermina son auténticas meditaciones sobre la vida, el amor, la vejez, la muerte, y escritas con tan buen tino que serán lo que en verdad le ayude a terminar de conquistarla. En el primer aniversario de la muerte del doctor Urbino, Florentino acude a la misa sin ser invitado, y tácitamente se firma la paz, Fermina le agradece su presencia y sobre todo sus cartas, y tras unos meses titubeantes, comienza a visitarla todos los martes, las cartas son ahora conversaciones, y el amor empieza a cimentarse sobre una amistad madura, aprobada incluso por el hijo de Fermina. Pero Florentino sufre una caída, y han de volver a las cartas, para darse cuenta ambos, pero sobre todo Fermina, de cuánto echaban de menos esas tardes de los martes. Ciertos periódicos arremeten contra la familia Urbino Daza y Florentino defiende públicamente a Fermina, que desea abandonar la ciudad durante un tiempo, para alejarse de la maledicencia y de las discusiones con su hija Ofelia. Florentino la invita a un crucero fluvial en uno de los barcos de la CFC, viaje al que se incorpora él mismo a última hora. Lo que en principio no iba a ser más que la continuación de las conversaciones de los martes, termina por ser lo que Florentino siempre había soñado, toda una luna de miel en la que al fin Fermina y él se encuentran como amantes después de medio siglo. Sólo la muerte de América Vicuña empaña el viaje, pero el amor exige un nuevo tributo, en este caso el de la única mujer que amó tanto a Florentino como para morir por él. Al regresar, Fermina sabe que esa felicidad no podrá mantenerla en la ciudad, con todas las convenciones sociales, de ahí que Flo- rentino tenga la idea de izar la bandera amarilla del cólera para seguir navegando por el río sin atracar y sin que nadie les incomode. En este último capítulo, las cartas cobran casi la misma importancia que tuvieron en el segundo, a través de ellas Florentino alcanza al fin el corazón de Fermina, y eso que eran muy diferentes a las que siempre escribió. Tampoco esta vez el lector llega a leer una sola línea, pero basta con la temática de las mismas para conocer sus efectos: amor, muerte, vida, vejez, cuatro de los temas centrales de la novela. Sólo podían comprenderse esas cartas si se tenía la experiencia de una vida entera, por eso Fermina encontró en ellas tanto consuelo, porque las palabras de Florentino afectaban directamente a su propia vida, quizá por eso el personaje de Fermina adquiere en este capítulo una madurez mental que no se le había visto antes, esa mujer terca como una mula muestra ahora una templanza dignísima, tanto a la hora de frenar un poco las veleidades juveniles de Florentino, como en el momento de entregarse a él, mejor dicho, de la entrega mutua. La evolución del personaje de Fermina llega con la muerte del doctor Urbino, y ella necesita libertad, de ahí que en ningún momento se hable de matrimonio entre ella y Florentino durante el viaje en barco; esa libertad, elevada a su máximo exponente, llegará de la mano de la bandera amarilla del cólera, que después de estar presente en toda la novela, al final tiene un valor positivo, al permitir la navegación eterna y feliz de los dos amantes por el tiempo que les quede por vivir. 3-LOS PERSONAJES PERSONAJES PRINCIPALES: * Juvenal Urbino de la Calle: Doctor eminente, hombre preocupado por el progreso de su ciudad, formado en Europa, pertenece a la aristocracia clásica y tuvo el honor de ser quien erradicara el cólera morbo. Esposo de Femina Daza aunque pretendido por todas las damas importantes de la ciudad. Cumple con el modelo de los personajes de García Márquez, que suelen tener una fe ciega en el orden y mantenimiento de costumbres y hábitos hasta sus últimas consecuencias, para no dejarse ganar por la muerte antes de tiempo, como demuestra el doctor visitando a pie a sus pacientes, así como con su intención de jubilarse mientras seguía cumpliendo, día a día, un detallado plan de actividades. Para él, el cólera era como una venganza por la muerte de su padre, por eso se propuso luchar contra él y eliminar las epidemias, lo que le convirtió en un grande de la ciudad, y tal vez supuso un punto más en su hoja de méritos a la hora de optar al amor de Fermina. Fue precisamente el cólera, o la amenaza en forma de síntomas en Fermina, lo que le permitió conocer a una mujer de un poder extraordinario, puesto que consiguió que el doctor Urbino dejara de prestar tanta atención a la medicina, e intentara curar su propia enfermedad: la en- fermedad del amor que también padecía, aunque con arrebatos mucho más virulentos, el pobre y lúgubre Florentino Ariza. Resulta curioso el juego de contrarios que se llega a producir entre los dos hombres alrededor de los cuales iba a girar la existencia de Fermina Daza. Florentino Ariza es aceptado por ella y rechazado por el padre, al tiempo que el final de la niñez de Fermina termina también con él, o con sus esperanzas; Juvenal Urbino, en cambio, es aceptado por el padre (que ve en él un modelo marital siempre deseado para su hija) y rechazado en principio por Fermina, muestra unas intenciones más directas que Florentino (es un hombre de acción y no un soñador o un hombre contemplativo), y son menores en él los accesos de romanticismo trasnochado, aunque perseverará en la locura de amor por Fermina con serenatas de piano, o con visitas médicas sin requerimiento alguno. De igual modo, el propio Juvenal intenta conseguir sus propósitos ganándose a Lorenzo Daza, hasta que logra el consentimiento de Fermina, aunque después el narrador desvela el verdadero motivo de aquella boda, algo que el lector ya había podido intuir con anterioridad: “Él era consciente de que no la amaba. Se había casado porque le gustaba su altivez, su seriedad, su fuerza, y también por una pizca de vanidad suya, pero mientras ella lo besaba por primera vez, estaba seguro de que no habría ningún obstáculo para inventar un buen amor. No lo hablaron esa primera noche en que hablaron de todo hasta el amanecer, ni habían de hablarlo nunca. Pero a la larga, ninguno de los dos se equivocó”. Fue capaz de mantener dicho matrimonio, con un solo lunar, su aventura con Bárbara Lynch, aunque, a pesar de la pasión, el doctor tenía un miedo atroz al escándalo, y pasaría grandes penalidades entre los anhelos de gozar los encantos de su amante, y el terror que le provocaba este torrente por el que se estaba viendo arrastrado. Por primera vez, en un proceso con el que la vida le hermanó aún más con Florentino, Juvenal Urbino tuvo la oportunidad de sufrir en sus carnes, en su sangre y en su alma, las dentelladas de una pasión imposible de frenar, las mismas andanadas que Florentino había sentido siempre con respecto a Fermina, a diferencia del marido, que no pasó por un calvario semejante sino que fue directamente a “cortejar” a la familia Daza. Ahora, Bárbara Lynch será la piedra en el zapato del doctor, retorciéndole los instintos para igualarle, en la fiebre amatoria, a Florentino. Después llegaría el arrepentimiento, hasta darse cuenta que la verdadera felicidad residía junto a la única mujer que había sido capaz de cuidarlo, aunque no se hubieran querido del todo, y comprobando que en esa vejez presentida y temida radicaba el amor de ambos. * Florentino Ariza: hombre romántico y soñador por excelencia, eterno enamorado de Fermina Daza, débil y enfermizo, suple sus carencias con una fuerza de voluntad inquebrantable, le encantaba escribir y leer poemas de amor. El rechazo de Fermina casi acaba con su vida, pero de aquel viaje terapéutico en barco surgiría un hombre casi nuevo, que se empeñó en mantenerse fiel para ella (pronto cambiaría esa fidelidad por la lealtad), en hacer fortuna para ofrecérsela y en esperar a que el doctor Urbino se muriera para alcanzar de una vez sus propósitos. Dotado de un curioso ojo clínico, Florentino desarrolló un instinto especial para reconocer a una mujer necesitada o que aguardaba sus requiebros, y eso le dio infalibles ventajas como amante, a pesar de su aspecto lúgubre y triste, o además de ese aspecto que daba pena y hacía que ellas se apiadaran de él y le hicieran el favor de acostarse con él. Con cada una de sus conquistas amatorias (622) se empeñaba en llenar el corazón vacío que le había dejado Fermina, pero manteniendo su fidelidad hacia ella, lo que pretendía era conocer bien los mil caminos del amor para ser un experto cuando al fin pudiera aspirar de nuevo a ella: “Esta certidumbre halagadora aumentó la ansiedad de Florentino Ariza, que en la cúspide del gozo había sentido una revelación que no podía creer, que inclusive se negaba a admitir, y era que el amor ilusoiro de Fermina Daza podía ser sustituido por una pasión terrenal”. El cambio operado en Florentino es radical, y termina por convertirle en un adicto que busca en cada mujer, en cada vientre, todo lo que Fermina le arrebató, la principal sorpresa radica en que su actitud pusilánime y romanticona no termina de desaparecer, pero eso, lejos de volverle un eremita triste y meditabundo, se convirtió en su mayor atractivo. Así fue sobreviviendo, hasta que comprendió, ante la visión de su Fermina embarazada y felizmente casada, que tenía que ganar nombre y fortuna para merecerla, por eso entra en la Compañía Fluvial del Caribe, de la que llegará a ser el propietario, un puesto que le coloca en un lugar social que jamás había tenido, que, en cierto modo, le iguala socialmente a Fermina. Al tiempo que logra ese progreso social, tiene una revelación demoledora, la de que para que su amor triunfe, es imprescindible que muera su rival, el doctor Urbino, a quien llegará a respetar no sólo por eso, sino por sentir hacia Fermina lo mismo que siente él. Al morir el doctor, la reacción de Fermina le desconcierta, y le hace tomar conciencia, por un lado, de lo solo que está tras el demoledor paso del tiempo, y de que su vida sólo volvería a tener sentido si se unía por fin a Fermina. Sólo entonces su carácter se transforma por completo, y además de seguir siendo un empedernido romántico, es capaz de mostrarse maduro y sabio, blandiendo las dos cualidades que más iba a apreciar Fermina en aquel momento de sus vidas. * Fermina Daza: Mujer muy testaruda, lo suficientemente hermosa como para haber roto los corazones de Florentino Ariza primero, y del doctor Juvenal Urbino después, un tanto indecisa, mostrará su verdadero carácter a medida que vaya acercándose a la vejez, pero como todos los personajes femeninos de García Márquez, toma el hogar como un territorio acotado, una posesión tras la que reside la verdadera fuerza de estas matriarcas, que son quienes a la hora de la verdad llevan el peso narrativo de las novelas del colombiano. Como no podía ser menos, Fermina Daza cumple uno de los tópicos de los personajes de García Márquez, tener una cualidad física absolutamente especial y muy desarrollada, el olfato, lo que en su caso le serviría para descubrir la única infidelidad de su marido. Al igual que le ocurría a Juvenal Urbino, puede que tampoco pueda hablarse de enamoramiento hacia él por parte de Fermina, no tuvo ninguna razón para rechazar a Florentino, como no tuvo tampoco ninguna razón para elegir al doctor Urbino. Fermina pasó de la pena por el “pobre hombre” que era Florentino, a otro “pobre hombre” pero con mucho más estilo, cultura, educación, dinero y fama, como era el doctor, lo que viene a reafirmar el hecho de que ambos hombres son dos caras de una misma moneda, uno y otro se complementarían con gran acierto para Fermina si hubieran comulgado en un solo cuerpo, en una especie de hombre perfecto que sin duda habría satisfecho convenientemente hasta el más pequeño de los rasgos del carácter tan complejo de ella. Ese ser supremo habría logrado impedir que Fermina tuviera que dividir su existencia, su vida y su amor, en dos etapas nada menos que separadas por la friolera de medio siglo. Por lo tanto, parece que el amor de Fermina Daza por Juvenal Urbino sea más una atención a sus desvelos de viejo enfermo que una pasión amorosa, es como si el paso de los años hubiera tranquilizado los sentimientos, o tal vez que el amor de Fermina tiene dos caras, la del doctor Urbino y otra más fogosa, eterna y pasional, la de Florentino Ariza. Al fallecer el doctor, las cosas cambiaron, se produjo un caos en los sentimientos de Fermina ante la reiteración inmediata de las intenciones de Florentino, el hueco del doctor Urbino, el insufrible vacío de cincuenta años, alternará con la imagen, también imborrable, del otro eterno enamorado: “Sólo entonces se dio cuenta de que había dormido mucho sin morir, sollozando en el sueño, y que mientras dormía sollozando pensaba más en Florentino Ariza que en el esposo muerto”. La vida de Fermina, su corazón, cambia de ocupante aunque ella se niegue a admitirlo en un principio, el doctor y Florentino reanudan la batalla aun cuando el primero de ellos se hubiera retirado del mundo de los vivos. Hacia el final de su vida, Fermina se revela como un personaje algo más sosegado, más calculador, ha sabido nadar, mejor o peor, acudiendo a sus allegados como flotadores, entre dos aguas, las marcadas por los dos pretendientes, y los ha tildado a ambos con la misma etiqueta de “pobres hombres”, y aunque eligió la seguridad, dejando a un lado la aventura, el azar, el amor tórrido que le brindaba Florentino, cambia de opinión cuando la vejez ya clava sus dientes en ella, y el espíritu joven del antiguo novio le trae aires frescos, la posibilidad de creer que con él engañará a la muerte siendo de nuevo una niña, de casi ochenta años, sí, pero niña al fin y al cabo. * Un rasgo común que mantienen entre sí estos tres personajes, además de sus sentimientos y el triángulo amoroso que conforman y que da sentido a la novela, tiene que ver con los viajes que realizan en determinados momentos, parece como si necesitaran salir de Barranquilla para “hacerse” como personas, para ir puliéndose narrativamente ante los ojos del lector: a) Fermina Daza: realiza un viaje punitivo, como un castigo decretado por su padre, y regresará convertida en mujer presta para encarar el amor con supuesta madurez. Posteriormente hará nuevos viajes para encontrar y reencontrar el amor, o tratar de olvidar un desengaño. El último viaje por el río supone su madurez como mujer y como amante. b) Juvenal Urbino: busca la ciencia en Europa, vuelve presa de la añoranza para conseguir la fama siguiendo los pasos del padre en la lucha contra el cólera, por lo que presumirá siempre de cosmopolitismo. Acompañará a Fermina en otros viajes para resucitar su amor, y tendrá que ir a buscarla para que le perdone su infidelidad con Bárbara Lynch c) Florentino Ariza: parte por consejo maternal para curarse del rechazo de Fermina, y vuelve con la vida rápidamente cambiada, y con la resolución, quizá, de luchar en silencio por ese amor, por no darle la satisfacción a Fermina de saberle vencido. También para complacerse en el dolor de la pérdida, no para sufrirlo, sino para gozarlo en una especie de autoinmolación. Al final, logra su objetivo en otro viaje por el río mucho más satisfactorio. PERSONAJES SECUNDARIOS: * Jeremiah de Saint-Amour: refugiado muerto al inicio de la novela, es el primer suicidio en mucho tiempo que no se produce por amor, sino por temor al envejecimiento, protagoniza el acontecimiento detonante que marca el inicio de la novela. * Lorenzo Daza: padre de Fermina, lo acusan de negocios sucios, puesto que ha amasado su fortuna de forma un tanto oscura, es muy estricto con su hija, para que no repita sus acciones de juventud (él también se casó contraviniendo las opiniones familiares), y se empeñará en concertar un matrimonio de conveniencia para Fermina, con el fin de lograr un ascenso social. Continúa la línea de los personajes viscerales, directos y decisorios de otras novelas de García Márquez, y su primer decreto es un viaje, una peregrinación punitiva para alejar a Fermina del peligroso amor de Florentino, con el sufrimiento de nomadear como única salida para volver a enderezar las intenciones que él tenía para su hija. * Tía Escolastica: tía de Fermina, figura como confidente de la misma, facilitando la correspondencia entre su sobrina y Florentino; cuando Lorenzo Daza se entera, la expulsa de su casa y de sus vidas. Al llegar la propuesta de matrimonio de Florentino, la tía aconseja a Fermina para que no se repita en su sobrina parte del ciclo de su propia vida, trayéndole el instante en el que ella se vio obligada a rechazar una petición semejante, algo que le ha marcado y de lo que nunca ha dejado de arrepentirse. Desafiará así a su hermano, e intentará proyectar en la sobrina los éxitos y la felicidad que no pudo conseguir: “- Contéstale que sí – le dijo -. Aunque te estés muriendo de miedo, aunque después te arrepientas, porque de todos modos te vas a arrepentir toda la vida si le contestas que no”. * Lotario Thugut: telegrafista alemán, uno de los primeros amigos que tuvo Florentino en momentos delicados, en plena efervescencia del amor por Fermina, animándole con la telegrafía; después le acogió en su hotel-burdel, en el que Florentino, además de refugiarse, empezaría a conocer, aunque de forma teórica, los secretos del sexo. * Tío León XII: tío de Florentino , dueño de la CFC (Compañía Fluvial del Caribe) hasta que se la entrega en herencia, ejerció más como amigo que como familia, y fue otro pilar importante en la vida de su sobrino, capaz de otorgarle, entre otras cosas, el reconocimiento familiar que no había tenido por ser hijo ilegítimo. * Tránsito Ariza: madre de Florentino Ariza, incondicional en el apoyo a su hijo, trata de ilustrarle en los secretos del amor, pero terminó volviéndose loca, creyéndose un personaje de cuentos infantiles, y fue entonces cuando su hijo le devolvió todo su cariño. * Hildebranda Sánchez: prima de Fermina Daza con quien comparte sus confidencias, ambas se comportan como hermanas, le enseña a fumar, y es una nueva confidente que vino a ocupar el lugar de la tía Escolástica, puesto que ella también se consumía por el amor temerario y clandestino por un hombre casado. Desempeñó un buen papel en las relaciones iniciales entre la prima y Florentino, por quien siente lástima, y después resaltará las virtudes del doctor Urbino, momento en el cual Fermina se decidirá por él. Pasados los años, seguirá ofreciéndole refugio a la prima cuando huya tras el adulterio del marido. * Ausencia Santander: amante de Florentino, le enseñará lo único que tenía que aprender para el amor: que a vivir no enseña nadie, sino que debía ir aprendiendo por sí solo. Se amaron con tanta pasión que sufrieron un robo en la casa en pleno encuentro sexual. * Leona Cassiani: lo más cercano al enamoramiento que tuvo Florentino fuera de Fermina, y que terminaría convirtiéndose en pura amistad, el contacto con ella le duraría cadi toda la vida porque ella estará para siempre a su lado, sin que tuvieran que acostarse, porque eran demasiado parecidos. Él le consiguió un empleo en CFC, y ella siempre le ayudaría a medrar en la compañía, porque lo que no fue sexo la primera vez sería amistad y gratitud el resto de la vida de ambos. Entre todas las mujeres de Florentino, Leona Cassiani fue su única amiga, y con ella se consuela de los estragos del tiempo, los que arrasan a Fermina y amenazan con arrastrarle a él, gracias a ella supera sus pequeñas crisis, y ella fue la única persona a la que estuvo a punto de confesarle su secreto. * Sara Noriega: amante de Florentino, maestra y de aficiones semejantes a las suyas, como la poesía, le hizo ver a Florentino dos cosas sobre Fermina: que había pasado el tiempo, y que su matrimonio había sido por conveniencia, para medrar. Necesitaba aferrarse a un chupete en el momento del clímax sexual. * Olimpia Zuleta: amante de Florentino, mujer casada con la que él tuvo el romance más peligroso, porque fue la primera vez que se descuidó y dejó pruebas del mismo, hasta el punto de provocar su muerte a manos del marido, tras haberle pintado en el vientre la frase “esta cuca es mía”, él no le tuvo tanto miedo al marido como al hecho de que Fermina pudiera enterarse de lo ocurrido. * Bárbara Lynch: amante de Juvenal Urbino, su relación duraría unos pocos meses, descubierta por Fermina; ella padeció, más que disfrutar, los encuentros apresurados y llenos de culpabilidad con el doctor. * Prudencia Pitre, Viuda de Dos: amante de Florentino, se hubiera casado con él, pero le arregló un matrimonio que le permitiera seguir viéndola, uno de sus hijos podría ser del propio Florentino. * Viuda de Nazaret: primera amante de Florentino Ariza, metida en su cama casi por la propia Tránsito Ariza, Florentino le dispensó siempre un cariño muy especial. * Rosalba: enigmática mujer que sedujo por ver primera a Florentino en su viaje en barco para huir del desengaño de Fermina, lo hizo a oscuras y clandestinamente, hasta el punto de que Florentino sólo pudo intuir después su identidad, le descubriría su infinita capacidad para seducir y ser seducido. * América Vicuña: pariente de Florentino Ariza, quien es su tutor mientras ella estudia en un internado. Florentino tiene un romance con ella, quizá el más cercano al enamoramiento, es su última amante antes de entregarse a Fermina Daza, tenía catorce años y le ofrece unas dosis de fetichismo y perversión que nunca hasta conocerla había mostrado con las demás amantes. La figura de América Vicuña le trae a la cara la imagen de la joven Fermina de la que se enamoró sin remisión, es una repetición, una suerte de reencarnación que le devolvió a los desasosiegos del amor, su Fermina también tenía entonces 14 años, unos botines blancos y una trenza dorada. Florentino se dedicará a formarla y moldearla a su imagen, mejor dicho, a la imagen y semejanza de lo que él hubiera querido en Fermina Daza. América Vicuña descubre las cartas de Fermina, convirtiéndose así en la única persona que conoce el secreto de Florentino; ella sigue amándole y eso precipitará un final muy trágico porque se convierte en la única de sus amantes que se quitará la vida por él. 4- EL AMOR Y LA MUERTE EN “EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA” La muerte y el amor, esos son los temas principales de la novela, no hay amor sin muerte y eso lo comprendió Gabriel García Márquez cuando, en un viaje parecido al que nunca terminó Florentino Ariza, leyó a don Francisco de Quevedo, concretamente su soneto “Amor más poderoso que la muerte”. Aquellos versos fueron definitivos, porque los sentimientos de Quevedo eran los de Florentino. Pero ese amor necesitaría unas buenas dosis de muerte para poder llevarse a cabo, de ahí que el comienzo de la novela termine con la existencia de Saint-Amour, para luego llegarle el turno al doctor Urbino, y que Florentino pueda sentir de primera mano si su amor es o no más poderoso que la propia muerte. Amor y muerte, sin duda, conforman el marco temático de la novela, de forma inseparable, porque aparecen unidos, sobre todo en los momentos de mayor intensidad narrativa. Los sentimientos inquebrantables de Florentino Ari- za por Fermina Daza constituyen toda una antología amatoria, dando cabida a las mil y una variantes que puede presentar el amor, algunas de las cuales son las siguientes: a) Amor adolescente: en los primeros tiempos entre Fermina y Florentino. b) Amor legalizado, oficial y bendecido por todos los estamentos, religiosos y sociales: el matrimonio entre Fermina y Juvenal Urbino c) Amor extramarital: la infidelidad cometida por el doctor Urbino con Bárbara Lynch. d) Amor puramente sexual: todas las aventuras mantenidas por Florentino Ariza para cubrir el vacío de su corazón dejado por Fermina. e) Amor intergeneracional: el mito del viejo y la niña, la relación mantenida entre Florentino y la adolescente América Vicuña. f) Amor de madurez, o senil: el conquistado, cincuenta años después, por Fermina y Florentina. g) Amor frustrado, como los que experimentaron Hildebranda Sánchez y la tía Escolástica El amor, para Florentino Ariza, no era sólo un síntoma semejante a los provocados por el cólera, sino una forma de vida, y en algunos momentos de la novela se le nota en el alma que lo que verdaderamente le mantiene vivo es el hecho de poder seguir amando, no ya la posibilidad de ser correspondido o no, sino su condición de amante. Tal vez eso explique el juramento que fue capaz de conservar intacto durante toda una vida, porque a pesar de sus incontables aventuras, posibles gracias tanto a su ojo clínico como a su aspecto desvalido, nunca dejó de serle fiel a Fermina, mejor dicho, de serle leal, porque en esos amores sin amor iba buscando el conocimiento amatorio para ofrecérselo íntegro a ella cuando llegara el momento. En cambio, para Fermina Daza, el amor nació de la simple curiosidad. Florentino no era el tipo de hombre que hubiera escogido, y a pesar de ello, suscitó en ella una curiosidad difícil de resistir, y terminó pensando en Florentino como nunca se hubiera imaginado que se podía pensar en alguien. No obstante, su carácter más pragmático le evitó los sinsabores que sufrió Florentino a lo largo de los años, mientras que ella mostraba cierta indolencia a la hora de rechazarle, la misma indolencia con la que aceptó las proposiciones del doctor Juvenal Urbino, tercer miembro de esta ecuación amatoria que recorre toda la novela. En cuanto al doctor Juvenal Urbino, sus capacidades amatorias presentan dos vertientes bastante claras, la poderosa impresión del enamoramiento y la calma del cariño de la vida en común, el peaje que le exigía a Fermina durante sus años de matrimonio. Al conocer a Fermina, sucumbió con tanto estrépito ante su belleza como mucho tiempo después lo haría ante la pasión de Bárbara Lynch, entre esos dos fogonazos, el amor practicado por el doctor fue el decente, el aprobado socialmente, el monótono, lo cual nos lleva a pensar si su insistencia al pretender a Fermina no respondería más a un triunfo social, y si no fue igual de persistente para recuperarla, tras su patinazo de pasión con Bárbara Lynch, para no quedarse descolocado socialmente. Quizá no la amó, quizá ella tampoco a él, pero fabricaron algo parecido al amor durante cincuenta años, y sólo ante la certeza de la muerte, el doctor abrió del todo su corazón para reconocer ante Dios cuánto la había querido. Los tres protagonistas, obviamente, condicionan la presencia del amor en la novela, con ese triángulo sentimental extendido durante casi sesenta años. 1. Amor entre Fermina Daza y Juvenal Urbino: a causa de una equivocación clínica, en el episodio del posible contagio de cólera de Fermina, el doctor cayó prendado ante los encantos de una mujer plebeya, que no era de su clase, y que incluso recibió amenazas para que se alejara de él. Puede que fuera la tozudez de Fermina lo que terminase de encandilarle, mientras que ella, azuzada por los intereses de su padre, terminó eligiéndole sin motivo aparente, igual que rechazó a Florentino, para comprobar con los años que no podría haber elegido mejor marido, puede que mejores amantes sí, pero tal vez no mejor marido. Fermina decidió casarse con él en la época en que tomó conciencia de que estaba sola en el mundo, y aunque no lo admitiera, la acongojaba la idea de que, para bien o para mal, Florentino Ariza era lo único que le había ocurrido en la vida. En realidad, lo quería tan poco como al otro, pero además lo conocía mucho menos, eso sí, el doctor le ofrecía una situación social y unos bienes envidiables, y ella consintió en elegirlo para huir de la soledad y pensando que ya tendría tiempo de hacer germinar ese amor. No obstante, en todo momento fue consciente de cuáles serían sus obligaciones como esposa, y mejor elegido o no, esa elección habría de durar hasta la muerte, en ese momento no valían bellezas varoniles, ni glorias ni riquezas, sino decencia, por eso decidió también borrar por completo el recuerdo de Florentino. Terminaron por formar una pareja admirable, y ambos manejaban el mundo con tanta fluidez que parecían flotar por encima de los escollos de la realidad. Sin embargo, a lo largo de su matrimonio, Fermina y Juvenal atravesaron varias crisis, y fue en aquellos momentos de enfrentamientos cuando ellos parecieron más felices, manteniendo las apariencias incluso cuando ella huyó ante la única infidelidad del marido. Terminaron por volverse unos expertos en el conocimiento de las manías y caprichos del otro, conscientes de que ya no podrían vivir separados. 2. Amor entre Fermina Daza y Florentino Ariza: si el concepto del amor para el doctor Urbino rayaba a veces en el platonismo, Florentino Ariza fue un auténtico especialista en todas sus modalidades, pasó del amor caballeresco y cortés propio de los trovadores medievales, a la desesperación romántica ante la ausencia de Fermina y su posterior rechazo, para adentrarse después en el amor más lúbrico y sexual, con sus 622 amantes, pero aún mantuvo la capacidad suficiente para reciclar su corazón tras la muerte del doctor Urbino, pasando a un celibato casi monacal hasta entregarse a su amada como si hubiera sido virgen de nuevo. Florentino sustituía el vacío que el amor ilusorio de Fermina Daza creaba en su vida con pasiones terrenales, amores de cama, y en la plenitud de sus relaciones, se preguntaba cuál de los dos sería el amor, el de la cama turbulenta o el de las tardes apacibles de los domingos, así fue capaz de definir el amor dividido: "amor del alma de la cintura para arriba y amor del cuerpo de la cintura para abajo". Con el tiempo Florentino aprende lo que había padecido muchas veces sin saberlo: se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna. Florentino vive tantísimo por amor, y sólo por amor, que cuando hereda la Compañía Fluvial del Caribe no sólo se acuerda de Fermina, para cuyo reconocimiento lo hace todo, sino de todas las mujeres que le han dejado huella, y a las que también amó, a cada una de una manera, y es entonces cuando pasa revista a la lista de las más importantes, llegando a pronunciar una frase simbólica en la novela: “El corazón tiene más cuartos que un hotel de putas”. Porque la concepción de la fidelidad de Florentino para con Fermina no responde a los conceptos habituales del amor, pero está basada en la lealtad a un ideal de amor que, aun transcurriendo medio siglo, es lo suficientemente fuerte como para que él espere a Fermina a pesar de que entre ellos no existiera ningún compromiso. Esa lealtad fue el verdadero motor de su vida, y aunque no tuviera casi nada que ver con la fidelidad amorosa, sí tuvo la fuerza suficiente como para ayudarle a reconquistar a Fermina en los albores de la vejez. Esa reconquista requería un nuevo Florentino, unas técnicas amatorias nuevas, ninguno de los dos era ya un adolescente, y él comprendió con rapidez que los excesos romanticones y juveniles no servirían de nada ante una mujer que ya había vivido una vida entera. Es entonces cuando surge un amante maduro, sosegado, casi intelectual y experto, porque la edad de ambos, y la condición de viuda de Fermina, exigía una actitud reflexiva por encima de todo. Así fueron triunfando las tardes de los martes, y aquellas cartas en las que el nuevo Florentino era capaz de suministrarle a Fermina las mismas ideas que rondaban por su cabeza, unas ideas que le iban a permitir entender su propia vida, y esperar con serenidad los designios de la vejez. Cuando comienzan a verse personalmente, ambos se descubrieron como eran: dos ancianos acechados por la muerte, sin nada en común, aparte del recuerdo de un pasado efímero que ya no era de ellos sino de dos jóvenes desaparecidos. Florentino invita a Fermina para que vaya de viaje de descanso por el río y ella acepta. Entonces es cuando le llega a Fermina la hora de preguntarse con dignidad, con grandeza, con unos incontenibles deseos de vivir, qué hacer con el amor que se le había quedado sin dueño. Y reconoció a Florentino como el hombre que estuvo siempre al alcance de su mano aunque ella no lo hubiera notado antes. Ahora les bastaba con la dicha simple de estar juntos por el resto de sus vidas: “Era como si se hubieran saltado el arduo calvario de la vida conyugal, y hubieran ido sin más vueltas al grano del amor. Transcurrían en silencio como dos viejos esposos escaldados por la vida, más allá de las trampas de la pasión, más allá de las burlas brutales de las ilusiones y los espejismos de los desengaños: más allá del amor. Pues habían vivido juntos lo bastante para darse cuenta de que el amor era el amor en cualquier tiempo y en cualquier parte, pero tanto más denso cuanto más cerca de la muerte”. 3. El concepto de fidelidad en la novela: al igual que el amor, la fidelidad experimenta una serie de transformaciones a lo largo de la obra, y no siempre tenía que ver con la idea de fidelidad amorosa. Los primeros tiempos de amor entre Fermina y Florentino representan la fidelidad por excelencia, durante el viaje punitivo de Fermina, ella llega a pedirle permiso para acudir a un baile, pese a estar cientos de kilómetros de distancia. El matrimonio Urbino Daza fue un ejemplo de fidelidad conyugal, el doctor le tenía demasiado respeto, tal vez incluso miedo, al carácter de Fermina como para permitirse alegrías extramaritales; también sus principios, firmes, le mantenían como marido fiel, hasta que la pasión desbordada por Bárbara Lynch le hizo sucumbir, pero incluso fue una infidelidad a medias, porque los encuentros que mantenían eran siempre clandestinos y apresurados, y el precio que tuvo que pagar el doctor fue muy elevado: dos años sin Fermina y la vergüenza de ir a buscarla suplicando perdón, porque el temor a perderla le demostró cuánto la amaba. A ella, en cambio, la infidelidad del esposo le generó desconfianza, celos, reproches y hasta culpa, ella construyó una barrera de rabia para ocultar el miedo de perder a su marido, por eso aquella aventura del doctor la envejeció de golpe diez años, la deslealtad le dolió más incluso que la infidelidad física. También puede interpretarse como fidelidad el amor y la gratitud de Leona Cassiani para con Florentino Ariza. Después de tantas perrerías soterradas que había hecho por él, después de tanta sordidez soportada para él, ella se le había adelantado en la vida y estaba mucho más allá de los veinte años de edad que él le llevaba de ventaja: había envejecido para él. Lo quería tanto, que en vez de engañarlo prefirió seguir amándolo, y tuvo el coraje suficiente de rechazarlo, una noche en la que él la requebró, pero más por desesperación y soledad que por otra cosa. Esa fidelidad estuvo a punto de hacer que él le desvelara el secreto de su amor, algo que Leona conocía ya. Por último, el enamoramiento de la adolescente América Vicuña hacia Florentino no estaba exento de grandes dosis de fidelidad, cuando el doctor Urbino muere, Florentino rompe unilateralmente las relaciones con ella, aunque seguirá teniéndola a veces como paño de lágrimas, e incluso como enfermera cuando él se fracturó el tobillo. El tributo que pagaron los dos, para que él alcanzara al fin el amor, fue la muerte de ella, precisamente por esa fidelidad que la impedía vivir sin su amor. 4. La presencia de la muerte: desde el mismo inicio de la obra, la muerte se convierte en un personaje más de la misma, hasta el punto de que se presenta como el reverso de la moneda del amor, puesto que cuando éste va a triunfar, antes se produce algún deceso; todo el primer capítulo de la novela parece una apología de la muerte, con el fallecimiento de Jeremiah de Saint-Amour y los constantes presagios que desembocarían en la defunción del propio doctor Juvenal Urbino. El doctor ha de morir para que Florentino pueda reiniciar su conquista a Fermina, pero desde la mitad de la narración, aproximadamente, a Florentino le llegan otros miedos, el más importante de ellos tenía también que ver con la muerte, puesto que teme que le llegue a él antes de que pueda reanudar su misión, o incluso que sea la propia Fermina quien se vaya antes de hora. Al final de la novela, mientras ambos disfrutan del idílico viaje en barco, y justo antes de su tan ansiado encuentro carnal, se produce la muerte de América Vicuña, cerrando el ciclo iniciado por el refugiado SaintAmour, ella también se suicida, y su muerte es necesaria para que la moneda caiga del otro lado, para que Florentino pueda rozar la felicidad. Por otro lado, y tratándose ya de muertes de índole colectiva, destacan los cadáveres provocados por las sucesivas oleadas del cólera sufridas en la ciudad y el país, en una muestra más del atraso del mismo y de sus intentos de modernización. Sin olvidar tampoco a las víctimas de las eternas guerras civiles, cuyos cadáveres a veces se solapan y hasta confunden con las víctimas de la enfermedad. García Márquez une, durante toda la novela, a Eros y Tánatos, amor y muerte como dos de los motores de la existencia humana, uno porque supone la legítima aspiración a la felicidad, y la otra por su carácter inevitable, y porque carecer del primero a veces puede suponer padecer la segunda en vida. Muerte de Jeremiah de Saint-Amour: Jeremiah tenía la determinación irrevocable de quitarse la vida a los sesenta años, en un acto de rebeldía contra la vejez y al mismo tiempo de amor hacia la vida, y para ello cuenta con la lealtad de su amante. Su fallecimiento es el acontecimiento importante que marca el inicio de la novela y al mismo tiempo sirve de aviso para el siguiente personaje que ha de morir, el doctor Urbino. Muerte del doctor Urbino: la muerte no tiene sentido del ridículo, a pesar de todos los paliativos con los que Juvenal Urbino pretender burlar a la vejez, su vida termina de manera ridícula, al caer de un árbol intentando atrapar a un loro; la propia muerte del amigo Jeremiah le afectó porque le tocó de cerca y la consideró como un anuncio de la suya. Al final, una de las cosas que más le preocupaba de morirse era la vida solitaria que padecería Fermina sin él, y en cambio no le preocupó demasiado la manera ridícula en que se sintió morir, al menos en ese momento final fue capaz de decirle a su esposa cuánto la había querido, antes de convertirse en peaje para que Florentino pudiera aspirar de nuevo a la felicidad. El triunfo de Florentino Ariza está condicionado por la muerte del doctor Urbino: El día que Florentino Ariza vio a Fermina Daza embarazada del brazo del doctor, supo que su rival tendría que morir, y aunque después llegó a sentir cierta simpatía por el doctor, el destino debía ser inevitable, y de esa muerte sacaría él las fuerzas reservadas durante cincuenta años para lanzarle de nuevo a la cara a Fermina la promesa de su amor en el mismo velatorio, haciendo un hueco para un tema que García Márquez suele reflejar en casi todas sus obras: las ceremonias y los ritos funerarios, y mostrando así uno de los momentos de la novela en el que amor y muerte aparecen más entrelazados. Rivales más allá de la muerte: tras la desaparición del doctor, se libra una lucha de espectros en el pecho de Fermina, porque añora al esposo muerto pero éste sufre los ataques de otro fantasma vestido de negro, Florentino, y de sus palabras en el velatorio, los recuerdos de la viuda van y vienen de un hombre a otro, casi como le había ocurrido en otros momentos de la obra. Pero el fantasma de Florentino, con su cargamento de recuerdos, empieza a triunfar, de ahí la carta injuriosa que le envía Fermina, enfadada como siempre que alguien le declaraba su amor, herida porque, tozuda ella, ha sido de nuevo otra persona quien le ha hecho ver lo que siente antes de que ella misma lo hubiera visto. Los plazos sociales de la muerte: justo al transcurrir un año de la muerte del doctor, como si de alguna manera hubiera que respetar también el periodo mínimo de luto social, en la misa de funeral Fermina por fin le habla a Florentino, ganada por las cartas en las que ha encontrado un hombre nuevo que rompió el pasado y que sabe hablarle de la vida, la muerte, de la vejez, del amor, de las ideas que ella también tenía. Ahora sí, tras satisfacer los plazos sociales de la muerte, Florentino empezaría a ganarla con la prosa de la experiencia y la sabiduría, y no con la de la desmedida pasión poética. Apología de las viudas: durante ciertos momentos de la novela, las viudas son modelos de mujer para Florentino, en ellas ve a mujeres experimentadas, alejadas de los inconvenientes de los noviazgos, hechas para la vida porque ya han vivido la suya junto a los maridos, y siente por ellas una cierta devoción, sobre todo porque su destino es el de terminar haciendo feliz a una de ellas, tal y como ocurrirá con Fermina, y por eso ya antes ha ido practicando con la viuda de Nazaret o con Prudencia Pitre, Viuda de Dos. Presagios de muerte, vejez de Fermina Daza y Florentino Ariza: Florentino Ariza comprobó de golpe cómo tanto él como Fermina habían empezado a envejecer, y entonces aflora en él un terror demoledor, el miedo a no poder valerse por sí mismo, a tener que recibir ayuda para andar o moverse, porque entonces no sería digno de ella. Ninguno de los dos puede abstraerse del paso de los años, de los presagios de la vejez, pero García Márquez hace gala de un fino ingenio a la hora de narrar las tácticas empleadas por Florentino. La caída de Florentino no le trajo inmediatos pre- sagios de muerte, primero le regaló la incomodidad de no poder acudir a visitar a su amada, aunque precisamente esa inutilidad, aunque temporal, le pondría después ante la certeza de que la muerte empezaba a aproximarse. En el viaje final, cuando ambos amantes terminan de ser conscientes de sus cuerpos ancianos, la dulzura va en aumento, porque la inexorabilidad de la muerte no podrá privarlos del disfrute de su amor, ni siquiera con todas las dolencias de los dos ancianos que ya son.