Conferencia: “El Juego como transgresión a la Muerte” Autor: Centro La Mancha Conferencia Central de la Primera Bienal Internacional del Juego Agosto de 1994 Del encuadre de esta conferencia Hemos elegido el desarrollo de nuestra conferencia, esta modalidad de trabajo que Uds. Vienen sufriendo desde la mañana de hoy, cuando les pasamos la consigna de pensar en su propia muerte física. Le llamamos técnica de ensamblaje, con ello queremos decir la composición de elementos múltiples, visuales, evocativos, olfativos, intelectivos, discursivos, de acción de participación, Un juego que hasta ahora, pretendimos que los conectara de manera sensible y personalizada, íntima y compartidamente, con el tema que elegimos, La Muerte. Conocido, aunque pensamos, pero elaborado mucho menos jugado. Intentaremos ubicarlo y a valernos de él para transmitirles nuestra concepción actual del fenómeno lúdico. Tal cual hasta aquí teníamos escrita nuestra conferencia. Ahora queremos abrir un brevísimo paréntesis en ella, para contarles cómo no sentimos en estos momentos. Es increíble coincidencia que exactamente en el día de hoy estemos vinculando y de manera inevitable e irremediable, el tema del juego y el de la Muerte. No fueron éstas las circunstancias en las que ubicáramos el tema; no fue la muerte por asesinato una fuente de inspiración para nosotros. Hoy es la cruda realidad. Estamos aterrados; con la muerte tan cerca; no obstante avanzaremos en nuestra propuesta, con la confianza y el deseo de que, con un esfuerzo enorme puedan ustedes adecuarla, contextualizarla de la mejor manera posible. Hemos pedido a nuestro amigo Guillermo Kerber que nos ayudara en la moderación de esta Conferencia. Del juego, su alcance y su poder. No damos una licencia profesional -por llamar de alguna manera sutil al atrevimiento. Queremos definir este asunto del juego desde abordaje distinto al que normalmente se utiliza. ¿Con qué criterio? Con el de realidad. Con el criterio, o debiéramos decir con el objetivo de acercar una noción teórica, un concepto, a la lectura que hacemos de dicha realidad y conectarla entonces con el elemento central de nuestra acción profesional, el juego. Conectarlos a escala humana, a escala de la cotidianeidad, a la escala de la comprensión sencilla y lisa a la que nos empuja, vivir. Decimos que el Juego el esencialmente un permiso, una autorización para transgredir normas de vida internas y externas. Cuando hablamos de transgredir queremos decir infringir, quebrantar, violar algo así como una ley, una norma ética o de conducta, un límite, un estilo. Salirse de lo estipulado y aceptado; romper con algo que está escrito o con algo que sin estarlo, forma parte de creencias y/o verdades asumidas. Desde esta particular manera de ver el tema afirmamos que hoy el juego atraviesa e invade a la sociedad toda, cualesquiera sean los planos de la convivencia humana, sus acciones, conductas e inconductas, pasiones y rencores, éxitos y fracasos. En todas las épocas hubo, mujeres y hombres que han creído, y por ello vivido intensamente, la necesidad de inaugurar día a día una sorpresa. Quebrar los encierros culturales y sociales, moralizadores y protectores del inmovilismo. En este preciso final de siglo asistimos y convivimos con un especial énfasis generalizador de esta actitud violadora. Acontecimientos, posiciones, proyectos, conductas, destilan este aroma de irreverentes transgresiones. Históricamente las expresiones artísticas y creativas del ser humano han sabido hacer punta en esto de salirse, provocar y disparar nuevas interpretaciones y formas de vivir. No obstante muchas veces funcionan como reflejo, como resumen y síntesis de un momento histórico determinado. En este doble sentido interpretamos buena parte de la producción creativa actual, propuestas musicales, plásticas, teatrales, y literarias, etc. Llamémosle “del desenfado”. Sin embargo queremos rescatar otros aspectos de las relaciones en nuestra sociedad que también se suman a la muestra decidida de transgresión a las posturas de rigidez. Afloje y desacato en el tipo de vínculo, temas de conversación, estilo de los discursos, MMC, contacto físico, conductas sexuales, religiosas y políticas, etc. Llamaremos de forma muy arbitraria y genérica a esta manera de posicionarse una NUEVA ACTITUD LÚDICA. Hablamos de lo nuevo, porque como decíamos antes siempre existió y existirá el juego, como un satisfactor de necesidades y sin embargo creemos que en la actualidad tiene algunos ribetes diferentes; decimos actitud, porque esencialmente y a diferencia de una postura, supone acción sobre la realidad. Tiene un par de características que nos interesa resaltar: en primer lugar la fuerte y creciente generalización del fenómeno y su expansión a prácticamente todas las áreas de la existencia humana, desde las más públicas y colectivas hasta las más íntimas y personales; en segundo lugar que trasciende la vivencia placentera de la actitud o conducta transgresora, es decir, se lo utiliza como vía o medio para la modificación de situaciones o relaciones. La combinación de estos dos elementos y su síntesis en la Nueva Actitud Lúdica, conforman en la dimensión individual y también en la colectiva, un modelo de comportamiento, es decir, un modelo de sociedad y cultura que sin todavía definirse, está dibujando su perfil, atrevidamente distinto. No nos corresponde a nosotros ni nos interesa hacer un análisis sociológico del momento histórico que vivimos pero si deseamos contribuir al mismo desde nuestra experiencia de trabajo y de vida. Aportaremos entonces un elemento, el juego; esta realidad especialísima que absolutamente todos conocemos y que hemos vivido intensamente que en algún momento de nuestras vidas. Lo queremos presentar como una vía, un camino de transformación social humanizante. En la medida que el individuo cuando juega se permite vivir, sentir, actuar de un modo distinto que el usualmente autorizado, seguramente recurriría a soluciones creativas, se exigirá más y mejor, encontrará nuevas soluciones y, tal vez descubiertas estas capacidades, las incorpore a su cotidianeidad, enriqueciendo de este modo, sus experiencias vitales, placenteras tanto internas como de relación con el ambiente. Creemos que en la íntima acción de decidir, se ejerce un profundo poder de libertad. Decidir finalmente si algo de esta vivencia de juego me lo apropio como experiencia deseable de repetir es un ejercicio que traslado a otras experiencias y conductas humanas, nos coloca frente a la posibilidad de manejar un mecanismo de modificación profunda de la realidad, el juego. Es ser humano que se confirma y asume como sujeto de su historia. De cómo jugar con el tema de la muerte, nos transforma. Jugar en el sentido que lo venimos manejando, con ciertos temas, nos permite desacralizarlos, lavarlos del adornado cascarón de moralina y gravedad que han ido desarrollando con el tiempo y por el contrario humanizarlos, vanalizarlos, desacreditarlos de su carga estricta para dejarlos en un lugar más común, más al alcance de la vida, sin temores generados por ignorancia o postura aprendida. Elegimos uno de esos temas, el desde la muerte. Decíamos tomar un tema tan fuerte y definitivo, como éste y masticarlo un poco a la luz del algunos de estos pensamientos. Vincularlo directamente conciertos juegos transgresores a modo de ejemplo y sacar nuestras conclusiones. ¿Cómo no vincular dos cosas que si bien son parte de nuestra vida parecen antinómicas? Es decir, cómo acercar el juego (aquello que implica risas, diversión, placer, alegría, la muerte, aquello que por el contrario nos acerca a los serio, solemne, doloroso). Pero a su vez cómo presentar a uno como transgresor del otro. El juego cruza la vida del ser humano, desde el nacimiento hasta la muerte. Siempre nos acompaña. La muerte camina a nuestro lado y es parte indesligable de nuestras vidas. Vida y muerte entonces como parte de una dialéctica sobre la cual jugamos los seres humanos. "Ser o no ser" decía Hamlet con una calavera en la mano. El no ser, el dejar de ser es la muerte. Ella que es todo poderosa. Es femenina . Nuestra cultura de muerte. Hoy para nuestra sociedad de consumo, ella parece no existir. No se la ve como algo cercano. Vivimos en una sociedad descontaminada de muerte. Es el Gran Miedo, de ahí su ocultamiento, la indiferencia. Sin embargo que la única certeza de nuestras vidas "saber que vamos a morir", por ello la solemnidad, el recelo, la seriedad, el respeto que se le confiere. Ahora bien ¿cómo se produce el ocultamiento? Todo un sistema apunta a una cultura rejuvenecedora, a un mantenerse joven (deporte, cirugía, vestimentas, etc.) y por ende se tiende a rechazar lo viejo, lo enfermo. Se lo esconde. Pasamos de una muerte en comunidad y luego en familia como era años atrás, a una muerte en sanatorio u hospital. Se oculta también en los cambios surgidos en velatorios y entierros. Los primeros que eran en casas de familias pasan a lugares acondicionados a tales efectos con distintos colores, fuera del alcance de los niños. Los entierros pasan de procesiones de gente con cajón y cruzan la ciudad pasando casi desapercibido. Desde la antigua funeraria o pompa fúnebre a la empresa mortuoria hoy previsora. Desde el símbolo de la calavera y el angelito a las placas, las flores, la propaganda, de un Parque muy verde donde no hay más que un ramo de flores y una señora mostrando su dolor, en un impecable lugar. Estos elementos se conjugan en nuestra cultura de ocultamiento. J. P. Barrán en su libro "La historia de la sensibilidad" nos habla de la relación que había en la llamada cultura Bárbara (hasta 1860) con la muerte: "la cultura bárbara por contemporánea de la muerte como hecho banal y de una religiosidad emocional, exhibió la muerte. La vivió en primer lugar dentro de la comunidad y la asoció después exorcizándola y degradándola como poder, a la fiesta y el juego. La sensibilidad de aquella cultura admitía el matrimonio de lo serio y lo alegre, el trabajo y el juego, lo macabro y el buen gusto, la muerte y la risa.” El juego y la risa. Muchos autores, teóricos del juego han vinculado el mismo con el mismo fenómeno de la muerte. Ortega y Gaset dice que experimentar hasta la propia muerte. Huizinga habla de la cualidad premonitoria del juego es decir: se juegan escenas que luego se suceden en la realidad, la muerte se juega y tarde o temprano, indefectiblemente llega. Miremos en nosotros mismos. ¿Quién no jugó alguna vez al ladrón y poli?, ¿a la guerra?, ¿quién no fingió morir?, ¿quién no dejó de jugar pues su enemigo no moría?. Tantas veces hemos experimentado nuestra muerte o la hemos preanunciado, tantas veces jugando caímos de un ataque al corazón, un ahogo, un disparo, una enfermedad o una confabulación secreta, que es posible afirmar que el día de nuestra muerte definitiva, ya hemos muerto varias de. Escuchamos a Caillois referirse a los juegos de azar; "el ser humano trata de imponerse al destino; en la aldea, se espera pasiva y deliberadamente la decisión de una fatalidad". En otro momento y en torno a los horóscopos dice, "transforma cada día y cada semana en una especie de promesa o amenaza que el cielo y el oscuro Poder de los astros mantienen en suspenso". Otros autores en torno a los juegos de azar dicen que hay una ancestral consulta a los oráculos, necesito que me confirmen que soy el elegido para vivir. En estos juegos en cada mano, en cada tirada, en cada jugada hay un intento de confirmación, la "suerte", me afirma o me rechaza. Van desde los simples juegos de carta (truco, monte) a la taba, loterías, bingos, a los dados, la ruleta o la ruleta rusa, el más claro desafío de muerte. Todas las variantes donde intervenga la suerte no ponen en manos del destino y ese pequeño dato de la realidad, el número, la carta nos alcanza. Caillois se refiere también a los juegos de vértigo, "intentan destruir por un instante la estabilidad de la percepción e infringir a la conciencia lúdica una especie de pánico voluptuoso..." Satisface el deseo de ver estropeado pasajeramente la estabilidad y el equilibrio de su cuerpo, de escapar a la tiranía del su percepción y provocar la derrota de su conciencia. Agrega además, "el vértigo y físico, estado extremo que priva al individuo de todo medio de defensa, es tan difícil de obtener como peligroso de sentir" ... "muchas veces implica un peligro de muerte". Muchos de estos juegos son desafíos a la muerte, quienes juegan con la velocidad desde el auto, la moto o cualquier otro aparato; también el peatón que cruza con la luz roja está muchas veces desafiando a la muerte. Podríamos seguir con el paracaidista, el que maneja bajo el efecto del alcohol o la droga, hace alguna locura, etc. Volvemos a Barrán y a nuestra historia: "Las ceremonias de la muerte llegaron participar de casi todas las características de lo lúdico, tan predominante en aquella cultura. La muerte de los otros implicaba para sus deudos formas de la fiesta: el estar en comunidad y no solo, el ocio y no la abstinencia; la exhibición y no el ocultamiento; en el caso del velorio de los niños, el baile y los requiebros amorosos y no la quietud y la contención impuestas el cuerpo y la sexualidad, y por fin, el nexo entre muerte y alegría sobre todo durante el entierro del carnaval, y no en la identificación absoluta de la muerte como majestuoso, lo triste y respetable, con una de las formas del Poder". El 2 de noviembre "el día de los difuntos" los cementerios parecían romerías... "muerte, juego y fiestas se hermanaron definitivamente en los llamados velorios de angelitos”... "la mezcla detonante de muerte y risa en hechos tales como el velorio de los angelitos y el entierro del Carnaval, fue a la vez un exorcismo, una ceremonia propiciatoria, destinada a ocultar la angustia que provoca la muerte y una destrucción despiadada de su poder, ya que sólo su conversión en objeto de irrisión era capaz de liberar al pueblo del miedo, por la risa. “Recordemos los hechos; la muerte y el duelo vividos en comunidad exhibida con rasgos macabros; las ceremonias de la muerte como otro aspecto de lo lúdico y por fin la muerte hermanada a la risa que la exorcizaba y a la vez la transgredía como poder". Nuestra cultura actual y queremos no hablar sólo de lo local, creemos que mantiene juegos que transgreden el Poder absoluto de la muerte, su herramienta principal sigue siendo la risa, la burla que a través de dichos y cuentos por ejemplo, se manifiesta contra ese poder. "¿Dónde estará el calavera?, debe estar echado para atrás, quién sabe cómo se llevará con los gusanos. Algunos graffitis también juegan transgrediendo: "Vendo nicho con vista al mar. Tratar cementerio Buceo". "Me muero por viajar en avión" (Gardel). Los chistes morbosos. ¿Cuántos se acuerdan de la que el que murió con el pene erecto y no podían tapar el cajón? Este tipo de juego responde a una fantasía colectiva sobre comportamiento en torno a la muerte. Por un lado el ocultamimiento que se le dispensa y por otro burla, la risa que más allá de ser reprimida como forma de expresión legítima frente a la muerte, aparece o reaparece como el corcho hundido, para transgredir el fenómeno. El último conflicto universitario puso en el tapete el fenómeno de la muerte, y lo hizo a través de innumerables manifestaciones lúdicas transgresoras. Humor, burla, risa se conjuntaron para degradar el Poder omnipotente del Ministro y su Señora (muerte). Los diarios hablaron de la creatividad de lo novedoso, cementerio universitario, puñal de arquitectura, entierro, canciones, maquillajes y otros vincularon el tema a lo festivo. Jugamos para experimentar la muerte propia. Jugamos para desafiar la muerte. Jugamos para saber si somos los elegidos o no. Y finalmente jugamos para degradarla como Poder para transgredirla. Lo lúdico hoy aparece como un elemento distinto en nuestra sociedad, si bien no estamos en presencia de una cultura lúdica quizás empezamos a caminar hacia ella. De que podría pasar con otros temas. Nuestra intención ahora es trasladar el centro del análisis desde el tema tan rotundo que es la muerte hacia otros, que sin ser tan definitivos igualmente nos mueven hacia actitudes de ocultamiento y temor o al menos de desconfianza en poder actuar eficazmente sobre ellos. Hablamos del poder, del sexo y la moral, la ética, la violencia, la política y la religión, la economía y la justicia, etc. Afirmamos que somos capaces de inventarnos una forma de jugar con el tema de la muerte, que estos juegos transgresores del miedo que nos provoca la idea de la muerte, nos ayudan a tener una actitud frente a semejante tema más descargada de temor, asumirlo como un tema más y ocuparnos creativa y libremente de mejorarla vida. Otros temas difíciles, inabordables o inmodificables aparentemente puedan abordarse y estructurarse por este mismo costado. Jugar a transgredir el tema del poder por ejemplo, puede hacernos sentir confianza y capacidad de humanizarlo, puede permitirnos descreer de lo que estaba establecido y lo que el más importante, puede modificarlo. Llegamos a la conclusión que el juego/transgresión es un elemento mejorador de vida. El juego destructor de mitos, al ser él mismo una reafirmación de la vida, en movimiento, en acción, fluye dinámicamente como una alternativa a la quietud y el inmovilismo.