INTRODUCCIÓN La tercera parte de Espejo de príncipes y

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Axayacatl Campos García, Espejo de príncipes y caballeros (III) de Marcos
Martínez (2006)
INTRODUCCIÓN
La tercera parte de Espejo de príncipes y caballeros y su ciclo
Conviene que esta Guía de lectura caballeresca se conciba y lea como la misma obra
a la que atiende: la tercera parte de un ciclo, la continuación de una historia contada. Así, se
va completando, poco a poco, el sentido de la narración que varios autores construyeron a
través del Espejo de príncipes y caballeros.
En la segunda parte y hacia el final del siglo XVI, apareció el relato de las aventuras
y los hechos de Trebacio, emperador de Grecia, y de su linaje, en una serie cinco libros de
caballerías. No obstante el ya tópico y acendrado rechazo de moralistas y predicadores, el
ciclo de Espejo de príncipes y cavalleros ejerció poderosa influencia en su contexto ámbito
literario y social. Las obras de este ciclo lograron reflejar, y ser, la evolución del género
caballeresco para proyectarse, así, en la subsecuente creación literaria.
El ciclo está conformado por cinco obras. La primera parte, titulada inicialmente
como Espejo de príncipes y caballeros, pero conocida también como El cavallero del Febo, fue
escrita por Diego Ortúñez de Calahora y fue publicada por primera vez en Zaragoza en
1555.1 En él se narra las aventuras del emperador Trebacio de Grecia y de sus dos hijos
mellizos El Cavallero del Febo y Rosicler. La segunda parte se publicó en 1580 en Alcalá de
Henares y es obra de Pedro de la Sierra; retoma la narración de las aventuras de Trebacio,
prosigue la historia con la narración de las aventuras de Claridiano, hijo de El Cavallero del
Febo; y con las de Poliphebo, hijo ilegítimo de Trebacio y la reina de Tinacria.2
La tercera parte, obra que aquí nos ocupa, continúa las aventuras de Claridiano, de
Claramante y de don Heleno, descendientes también del emperador Trebacio. Es fruto del
ingenio de Marcos Martínez y se publicó por primera vez en Alcalá de Henares en 1587; en
la edición, que posteriormente se imprimió en Zaragoza en 1623, los libros III y IV se
colocaron como libros I y II de una supuesta Cuarta parte del ciclo. Cambio editorial que
1
La edición actual más accesible de El cavallero del Febo es la elaborada por Daniel Eisenberg, ed., Diego
Ortúñez de Calahorra. Espejo de príncipes y cavalleros [El cavallero del Febo], 6 vols. (Madrid: Espasa-Calpe, 1975).
Asimismo, ver Axayácatl Campos García Rojas. Espejo de príncipes y caballeros (Parte I) de Diego Ortúñez de
Calahorra, Guías de lectura caballeresca, 57 (Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2003) y
Campos García Rojas. “Espejo de príncipes y caballeros de Diego Ortúñez de Calahorra (1555)”, en Antología de
libros de caballerías castellanos, ed. José Manuel Lucía Megías (Alcalá de Henares: Centro de Estudios
Cervantinos, 2001) pp. 188-93.
2 La edición actual más accesible de esta obra es la que elaboró José Julio Martín Romero, ed. Pedro de la
Sierra Espejo de príncipes y caballeros (Segunda parte), Los libros de Rocinante, 15 (Alcalá de Henares: Centro de
Estudios Cervantinos, 2003). Ver también Martín Romero. Espejo de príncipes y caballeros (segunda parte) de Pedro
de la Sierra, Guías de lectura caballeresca, 60 (Alcalá de Henares: Centro de Estudios Cervantinos, 2001) y
Campos García Rojas. “Espejo de príncipes y caballeros (II) de Pedro de la Sierra Infanzón (1580)”, en Antología de
libros de caballerías castellanos, ed. José Manuel Lucía Megías (Alcalá de Henares: Centro de Estudios
Cervantinos, 2001), pp. 193-200.
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permite establecer la datación de la Quinta parte del Espejo de príncipes y caballeros.3 Obra que
hasta hoy sólo se conserva en manuscrito y que es posible fechar, pues, como posterior a
1623. Este libro de caballerías manuscrito y anónimo continúa las aventuras narradas en las
partes precedentes.4
La tercera parte del Espejo de príncipes y caballeros, como todo el ciclo, siguie la pauta
general de los libros de caballerías y del modelo amadisiano; presenta, de manera
cronológica, las vidas y hazañas de un linaje de caballeros. En las obras que constituyen este
ciclo, conocemos hasta cuatro generaciones cuyos paladines son ejemplo de caballerías, de
cortesía y de buen gobierno. Por otro lado, conforme prosiguen las hazañas y aventuras a
lo largo de las cuatro partes del ciclo, es posible apreciar cómo se transforma el paradigma y
cómo los autores buscan y utilizan nuevos recursos estéticos que promuevan la
supervivencia del género caballeresco.
La tercera parte posee una estructura compleja que se desarrolla sobre una base
cronológica del linaje del emperador Trebacio. Este enramado genealógico sirve de soporte
a Marcos Martínez para presentar las aventuras, empresas y desarrollo de sus protagonistas.
La estructura de la obra, pues, gira en torno a un conflicto bélico de dimensiones mundiales
que sirve para enaltecer el poder del Emperador, de su corte y de su civilización, sobre las
naciones paganas e infieles, o de las naciones enemigas —aunque cristianas también— de la
Europa occidental. Asimismo, abundan las historias intercaladas y los “enredos”
cortesanos. La acción central se localiza en Europa oriental, en la corte imperial de
Constantinopla, eje rector de las acciones y el foco de atención hacia donde se dirigen los
caballeros en busca de fama y prestigio. Grecia es presentada como la primera potencia
mundial y su capital es el reflejo de su poder, de su esplendor y de su riqueza.
Esta Tercera parte, fue la que del ciclo recibió, si cabe, mejores calificativos de los
comentaristas. Pascual de Gayangos, de acuerdo con Clemencín, apunta que tiene sus
aciertos y que sí es recomendable su lectura. El libro comienza con un prólogo donde el
mismo autor es protagonista y participa en una escena que combina elementos pastoriles y
caballerescos; en él se refiere la localización de ciertos antiguos pergaminos escritos en latín
y en griego y que, supuestamente, constituyen los libros de todo el ciclo de Espejo de príncipes
y caballeros. Es Marcos Martínez, pues, y según él, el encargado de traducir y transcribir
aquellos libros que cuentan las hazañas y aventuras de Trebacio, sus hijos y nietos. Este
curioso prólogo recoge el tópico del manuscrito encontrado y el de la falsa traducción, tan
recurrido por los autores de libros de caballerías, pero en este caso, el mismo autor forma
parte de la historia y cuenta una experiencia personal, se introduce en la ficción narrativa
para actuar junto a Lirgandeo, Artimidoro, Galtenor y Lupercio, sabios magos que pusieron
por escrito la fabulosa historia.
Gayangos critica que Marcos Martínez, como muchos otros autores del género,
haya imitado lo que leyó en otros libros de caballerías y que incluso conservara los nombres
3 Para la descripción de esta edición y su estudio, ver José Manuel Lucía Megías. “Catálogo descriptivo de
libros de caballerías hispánicos. XI. El último libro de caballerías castellano: Quinta parte de Espejo de príncipes y
caballeros”, Nueva Revista de Filología Hispánica, 46,2 (1998), pp. 309-56.
4 Actualmente Elizabeth Magro García (Universidad Complutense de Madrid) prepara la edición de esta
Quinta parte.
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de muchos personajes: “El príncipe Rosicler hubo batalla con el gigante Famongomadan,
rey de la ínsula Defendida; este tuvo un hijo llamado Brandasidel; los nombres de Lisuarte
y Madroco están copiados de Lisuarte y Madroco en el Amadís”.5 Incluso le increpa que
imitara, a la manera de Feliciano de Silva, las descripciones del sol, de la luna y otros astros
al inicio de los capítulos.6 En contraste, Martínez hace evidente su erudición haciendo
frecuentes alusiones a la materia clásica, mencionando dioses y personajes de la materia de
Troya, así como con la inserción de abundantes versos de su creación.
Todos estos elementos dieron lugar a una obra ecléctica y compleja. La tercera
parte, junto a El cavallero del Febo y la segunda parte, resulta un poco menos clara y
continuada que las anteriores. Parece querer reunir en sí misma los mejores elementos de
aquellas y al mismo tiempo algunos aspectos innovadores.
En esta tercera parte asistimos a las aventuras, todavía de los hijos de Trebacio, y de
sus nietos. Además, Marcos Martínez continúa las aventuras de don Heleno de Dacia,
sobrino del Emperador, que ya había hecho su aparición en la segunda parte y cuyo papel
en la historia protagoniza muchos e importantes episodios.
Estructuralmente, el empleo narrativo del entrelazamiento de las acciones se vuelve
complejo e, incluso, confuso. Marcos Martínez falla en cuanto al uso del suspenso y la
capacidad de recapitular las acciones para retomar el curso de la historia. Crea capítulos
demasiado largos que alejan los acontecimientos. Aspecto que se ve agravado por el uso
excesivo de gentilicios para llamar a los personajes, tanto, que muchas veces provocan
confusión. No obstante la obra tiene altas ambiciones geográficas y la acción
frecuentemente vuelve a las regiones de Europa occidental (Francia, Gran Bretaña, Italia,
España), África y Asia, o se traslada a escenas marítimas donde los caballeros se enfrentan
con corsarios y jayanes, creando de este modo un amplio escenario.
Las composiciones líricas en el texto
A diferencia de El cavallero del Febo y de la segunda parte, en la tercera abundan los
torneos y las justas. Al igual que la segunda, las escenas de armas y de caballerías poco a
poco ceden lugar a episodios más de índole cortesano. En el primer libro, sobre todo, los
torneos, intrigas y escarceos amorosos son una excelente oportunidad para que Marcos
Martínez introduzca sus versos en las letras de los caballeros justadores o en las escenas
pastoriles. Las letras y las divisas que portan los caballeros proporcionan a la descripción de
torneos y fiestas cortesanas un esplendor fantástico y lúdico.
Intercalar textos en verso en textos en prosa es un recurso que goza de una larga
tradición desde el medioevo y no es extraño que en los libros de caballerías ocurra esta
presencia, especialmente cuando se trata de las letras que los caballeros ostentan junto a sus
divisas. Letra y divisa forman una unidad y, junto a los motes, constituyeron un género
poético, propio de la poesía de cancionero, que gozó de gran popularidad en las cortes
5
Pascual de Gayangos. Catálogo razonado de los libros de caballerías que hay en lengua castellana o portuguesa, hasta el año
1800 (Madrid: M. Rivadeneira, 1874), p. LV.
6 Ibidem.
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europeas desde finales del siglo XV hasta el siglo XVI y e incluso principios del siglo XVII.
Con ellas los ingenios cortesanos demostraban su habilidad creativa e incluso llegaban a
convertirse en un motivo de juego y competencia entre caballeros.
La abundancia de estas composiciones poéticas enriquece los episodios
caballerescos y constituye una característica distintiva de esta obra del ciclo; es ésta la que
en realidad presenta un número mayor de poemas que dotan a la narración de otro
colorido, espectáculo e incluso musicalidad que no poseen las otras partes. En la tercera
parte hay un total de 152 composiciones poéticas repartidas entre letras, motes, sonetos y
otros poemas.7
Por otra parte, en la obra, la vida pastoril es el escenario ideal para desarrollar la
actividad poética. Mientras los torneos son el espacio propicio para la presentación de letras
de justadores y de los motes, que también pueden acompañar sus divisas, la vida natural de
los pastores se vincula con la expresión poética y musical de aquellos personajes retirados
de la vida social y urbana.
Otro aspecto que conforma la tercera parte es la presencia significativa de doncellas
guerreras. Ejemplo de ello es Sarmacia, segunda hija del rey de Lacedemonia que ha
escogido la vida de las caballerías. Ella encabeza la lista de doncellas guerreras que aparecen
en la obra y que, ya sea por nacimiento o por matrimonio, se vinculan con las casas reales
de la historia. Estos personajes están forjados con muchas y variadas influencias culturales.
Incluso en ellas se confunden por su actividad y rusticidad las pastoras y los personajes
femeninos que utilizan el atuendo masculino.
El tema de la doncella guerrera es común a todo el ciclo, pero en la tercera parte
existe una variación importante: los pajes-doncella. Me refiero a la princesa de Roma,
Roselia, y a su amiga Arbolinda, infanta de Escocia, que son encantadas por el sabio
Nabato y transformadas en pajes. Este tipo de encantamiento sale de lo habitual, pues
normalmente los magos encantan doncellas y princesas encerrándolas en torres, en edificios
o cuevas hasta que algún caballero logra deshacer el encantamiento. Pero la transformación
en paje resulta denigrante y poco común para una princesa. Se trata de un encantamiento
activo, pues contrariamente a la idea que hay en otros libros de caballerías donde la mujer
encantada permanece inactiva e inaccesible para el resto del mundo, aquí Roselia y
Arbolinda experimentan una transformación que las aleja de Roma y de su vida cortesana
para colocarlas en un lugar social lejano a la comodidad y lujo que tenían. Sin embargo,
Roselia puede seguir así el camino de su amado don Heleno y, por su parte, Arbolinda
conoce el amor. Siendo pajes, las doncellas llevan a cabo labores que las ponen en contacto
7
Por los límites de extensión de esta guía, no se ha incluido más que algunos ejemplor de estos textos líricos,
pero puede consultarse la edición completa del la obra, que publicará también el Centro de Estudios
Cervantinos, o el siguiente trabajo: Axayácatl Campos García Rojas. “Rastros petrarquistas en los libros de
caballerías: la perspectiva ante el amor en el Espejo de príncipes y caballeros (Parte III)”, en Actas del Congreso
Internacional Petrarca y el petrarquismo en Europa y América (México, 18-23 de cotubre, 2004), ed. Mariapía Lamberti
(México: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Filosofía y Letras, Cátedra Extraordinaria
Italo Calvino, en prensa).
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con un medio al que no están acostumbradas y acompañan a los caballeros en sus batallas
sirviéndoles de escuderos.
Materia clásica
A lo largo de sus obras, Marcos Martínez constantemente hace alusión a la materia
clásica y muchas veces reelabora las anécdotas para dar mayor lucidez e ingenio a su
narración. Destaca la presencia del mito del laberinto de Creta y del minotauro como una
más de las aventuras caballerescas. Claramante, hijo de Trebacio, llega a la isla de Creta.
Gana las armas de Teseo y luego entra al laberinto. Ahí conoce los detalles de la historia de
Teseo y Ariadna, se enfrenta al minotauro y le da muerte.
La referencia al mito del laberinto y el triunfo sobre el minotauro constituyen un
hito en las empresas caballerescas del linaje de Trebacio. Se trata de un mito clásico
poseedor de una larga tradición y que se cuenta entre las grandes y famosas hazañas de la
historia. Esta aventura confiere prestigio y fama a Claramante que a su vez vive una
experiencia casi de índole ritual. Marcos Martínez no pierde la oportunidad para lanzar
elementos didácticos a propósito de la cruel conducta de Teseo cuando éste abandonó,
primero a Fedra, y luego a Ariadna, su salvadora. Asimismo, el autor desprecia y condena el
origen y concepción perversa del minotauro.
En esta Tercera parte, asistimos también al desencantamiento de la princesa
Lindabrides, que había quedado encerrada en una torre desde la primera parte del ciclo.
Claramante, hermano del Caballero del Febo, logra liberar a la princesa y constituye el
esposo ideal para ella.
La historia continúa con la guerra de los griegos contra los romanos, el soldán de
Niquea y una coalición de reyes cristianos, paganos e infieles de África y Asia. El conflicto
bélico se resuelve a favor de los griegos y tras matrimonios felices, el enemigo mago
Selagio, crea un nuevo y poderoso encantamiento llevándose a las damas ahí reunidas al
monte Olimpo. Esta nueva e imposible aventura se deja para ser resuelta en una anunciada
continuación.
Trascendencia de la obra
La tercera parte del Espejo de príncipes y caballeros, y su ciclo promovió la pervivencia
de los libros de caballerías hasta principios del XVII y su influencia no sólo retroalimentó
otras obras del género caballeresco, sino que se dejó sentir en la posterior producción
literaria.8 Así, por mencionar algunos ejemplos, El castillo de Lindabrides, comedia de
8
El Bencimarte de Lusitania, libro de caballerías manuscrito de principios del siglo XVII, revela la poderosa
influencia que tuvo el ciclo de Espejo de príncipes y caballeros, ya que algunos personajes de la Tercera parte llegan a
ser personajes de esta obra tardía. Hecho que pone de manifiesto la retroalimentación del género. Maite
Soriano (Universidad Complutense de Madrid) trabaja actualmente en la preparación de una edición del
Bencimarte.
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Calderón de la Barca, revela la influencia de El cavallero del Febo; y de manera similar ocurre
con algunos romances del Romancero historiado de Lucas Rodríguez.9
Es quizá el impacto que pudo haber dejado el ciclo de Espejo de príncipes y caballeros
en la obra cumbre de Miguel de Cervantes, lo que la hace una obra de dimensiones
universales. Es posible leer en los episodios que narran las aventuras del emperador
Trebacio, de El Cavallero del Febo y su hermano Rosicler, de Claridiana, de Claramante y
de Sarmacia algunos indicios y «técnicas precervantinas» que ya anuncian ciertos momentos del
Quijote.10 Estos momentos alcanzarán una presencia y fuerza cuyo brillo, indudablemente,
ya se había gestado en los altos hechos narrados en el Espejo de príncipes y caballeros, así como
en los de sus bizarras y valerosas damas11.
Axayácatl Campos García Rojas
Universidad Autónoma de México
9
Eisenberg. Op. cit, “Introducción”, pp. XLVII-LXIII y Nieves Baranda & María Carmen Marín Pina. “La
literatura caballeresca: estado de la cuestión”, Romanistisches Jarbuch, 46 (1996), pp. 314-38. Ver Lucas
Rodríguez. “Hystoria de las grandes auenturas del cauallero del Phebo, en treze Romances muy graciosos”, en
Romancero historiado, ed. Antonio Rodríguez-Moñino, Romanceros de los Siglos de Oro, 2 (Madrid: Castalia,
1967), pp. 168-188.
10 Juan Manuel Cacho Blecua. “La cueva en los libros de caballerías: la experiencia de los límites”, en Descensus
ad inferos: la aventura de ultratumba de los héroes (de Homero a Goethe), ed. Pedro M. Piñero Ramírez, Literatura, 9
(Sevilla: Universidad, 1995), p. 126.
11 Deseo agradecer aquí al Dr. Carlos Alvar y al Dr. José Manuel Lucía Megías, directores de la colección
Guías de lectura caballeresca, por el apoyo que, en su momento, dieron a mi propuesta de investigación y por
haberme recibido como parte de su grupo de colaboradores.
También quiero dar justo reconocimiento a mis alumnas Karla Amozurrutia, Claudia Benítez, Diana Uribe y
María del Rosario Valenzuela por colaborar conmigo en la revisión y preparación final de esta guía.
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