KOJÈVE la idea de la muerte

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KOJÈVE: LA IDEA DE LA MUERTE EN LA FILOSOFIA DE HEGEL
Dice Hegel en la Fenomenología: “como la vida es la posición natural de la
conciencia, la independencia sin la negatividad absoluta, la muerte es la negación
natural de la misma conciencia, la negación sin la independencia.”1 Hay, en este texto,
tres conceptos centrales: independencia (= libertad), negatividad y natural. En el
contexto de la vida natural, la muerte es una negación exterior, es decir, es la negación
simple (= supresión, interrupción, ruptura) de un movimiento o desarrollo natural.
Otra es la significación de la muerte en el contexto de lo cultural o histórico, es
decir, dentro del mundo del Espíritu. Kojève destaca que el concepto de Espíritu
procede de la tradición cristiana y que Hegel lo opone al paganismo griego, que concibe
al Ser natural como ciclo eterno. “El hombre realmente trasciende el mundo natural en
el sentido que vive también en un mundo trascendente (y no solamente en un mundo
histórico “trascendental” que es inmanente a la naturaleza). Ese mundo está más allá de
la naturaleza que entre otras cosas implica al hombre tomado en su existencia empírica;
pero ese mundo es considerado más objetivo y más real todavía que el mundo natural de
la tierra.”2
En un texto del prólogo a la Fenomenología del Espíritu, Hegel indica cuál es la
novedad que introduce su filosofía: “Según mi modo de ver, que deberá justificarse
solamente mediante la exposición del sistema mismo, todo depende de que lo verdadero
no se aprehenda y se exprese [sólo] como sustancia, sino también y en la misma medida
como sujeto.”3 Con ello se distancia de la concepción de Schelling (y de Spinoza, a
quien Schelling retoma), que es una expresión de la ontología griega o pagana
(Absoluto = Substancia). Hegel se sitúa así en la tradición moderna de Descartes, Kant
y Fichte. La substancia expresa el punto de vista de la naturaleza mientras que el sujeto
el de la historia, la cultura o el espíritu. Comenta Kojève: “Al describir lo verdadero
también como sujeto (…) Hegel descubre la estructura dialéctica del Ser y de lo real, y
la categoría ontológica de la Negatividad4 que se halla en la base de esa dialecticidad”5.
La substancia concebida como el Ser dado, natural, “tiene como fundamento
ontológico la identidad”, en cambio el sujeto tiene por base la negatividad. Es decir, su
ser [del sujeto] es la acción, “o acto de postularse o de crearse a sí mismo”6. De modo
que “la totalidad de lo Real implica la realidad humana que existe únicamente como
movimiento creador”7. La substancia natural es estática y repetitiva. El sujeto cultural es
fluyente y creador. Tanto la substancia como el sujeto forman parte de la realidad. La
totalidad de lo Real incluye también el saber y el proceso por el cual se desarrolla el
saber. Kojève sostiene que ese proceso llega a su término con el ‘saber absoluto’
hegeliano y justifica su posición en la tesis de que “lo verdadero es el todo. Pero el todo
1
Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, México, F. C. E., 1966, p. 116.
Kojève, A., La dialéctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel, Buenos Aires, La Pléyade, 1972, p.
134.
3
Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, México, F. C. E., 1966, p. 15.
4
Según Kojève la negatividad hay que entenderla como acción negadora de lo dado-natural-substancial y
como acción creadora (de la realidad y de sí mismo) y libre. No es una realidad inmediata, sino mediada,
refleja, movimiento, devenir.
5
Kojève, A., La dialéctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel, Buenos Aires, La Pléyade, 1972,
pp. 124-125.
6
Kojève, A., 1972, p. 126.
7
Kojève, A., 1972, p. 126.
2
es solamente la esencia que se completa mediante su desarrollo”.8 El conocimiento del
todo es, en consecuencia, sistema cerrado, círculo9.
La totalidad de la substancia-sujeto es el Espíritu. Éste “es a la vez Ser en sí
(Identidad, Tesis, Ser-dado, Naturaleza); Ser para sí (Negatividad, Antítesis, Acción,
Hombre) y Ser en sí y para sí (Totalidad, Síntesis, Obra, Historia = ‘movimiento’)”10.
Las filosofías clásicas (paganas) han comprendido al hombre desde la naturaleza sin
considerar la libertad, la negatividad, la historia. En cambio la tradición judeo-cristiana
ha comprendido al hombre como “individuo libre histórico”11. El concepto hegeliano de
Espíritu se inserta en esta última tradición, para la cual el hombre accede a la vida
verdadera a través de la historia y de la muerte. La antropología judeo-cristiana remite a
un mundo trascendente, divino, eterno, que está más allá, pero “el hombre no accede a
Dios sino después de su muerte, y es sólo entonces cuando realiza y manifiesta
plenamente su ‘espiritualidad’”.12 La concepción hegeliana del sujeto no se propone
comprender lo humano desde conceptos creados para conocer la naturaleza-divina, o
sea, desde el punto de vista de lo invariable, de lo que no cambia, de lo eterno, sino
desde la perspectiva de lo temporal, histórico y finito. Sin embargo, la noción cristiana
de un espíritu finito y eterno “es contradictoria en sí misma”13. Como consecuencia, el
pensamiento cristiano ha terminado por subordinar al hombre a Dios como Ser infinito
y trascendente. Hegel ve en la Cristología la clave de la religión manifiesta
(cristianismo), en tanto que sólo ella ha pensado la encarnación, la humanización de
Dios y su muerte. Pensar la temporalidad e historicidad de lo Absoluto es el desafío
para la filosofía contemporánea.
“Hegel –dice Kojève- ha querido, desde el comienzo, aplicar al hombre la
noción judeo-cristiana de la individualidad libre e histórica desconocida en la
antigüedad pagana. Mas analizando filosóficamente esa acción ‘dialéctica’ ha visto que
implicaba la finitud y la temporalidad. Ha comprendido que el hombre no podía ser un
individuo libre e histórico sino a condición de ser mortal en el sentido estricto del
término, vale decir, finito en el tiempo y consciente de su finitud. Al comprenderlo
Hegel ha negado la supervivencia [ultraterrena]: el hombre que tiene en vista es real
sólo en la medida en que vive y actúa en el seno de la naturaleza; fuera del mundo es
nada pura”14. Desde la perspectiva de Kojève, Hegel termina por negar el mundo
trascendente y acepta un Espíritu finito, identificado con el hombre y con su acción.
“En el plano fenomenológico, el hombre ‘aparece’ como un ser siempre
consciente de su muerte, y con frecuencia la acepta libremente y con conocimiento de
causa, y otras veces busca la muerte por su propia voluntad. Así, la filosofía ‘dialéctica’
o antropológica de Hegel es, en última instancia, una filosofía de la muerte”.15
“La aceptación sin reservas del hecho de la muerte, o de la finitud humana
consciente de sí misma, es la fuente última de todo el pensamiento hegeliano, que no
8
Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, México, F. C. E., 1966, p. 16.
Cf. Kojève, A., 1972, pp. 129-130.
10
Kojève, A., 1972, p. 131.
11
Desde la perspectiva de Kojève, el objetivo principal de la filosofía de Hegel ha sido conciliar la
tradición naturalista pagana con la tradición antropológica judeo-cristiana, cometiendo el error inverso al
de sus antecesores. Mientras las filosofías anteriores entendieron al hombre desde las categorías de la
naturaleza, Hegel haría el intento de extender la dialéctica (antropológica) a la naturaleza.
12
Kojève, A., 1972, p. 135.
13
Eternidad y temporalidad, divinidad y creatura, inmortal y mortal, dado e inventado o creado,
positividad y negatividad, son otras tantas expresiones de esta contradicción.
14
Kojève, A., 1972, p. 136.
15
Kojève, A., 1972, p. 138. Badiou sostiene algo semejante respecto de la filosofía de Deleuze: “De ahí
que esta filosofía de la vida sea esencialmente (…) una filosofía de la muerte” (Badiou, A., 2008: 27)
9
hace sino extraer todas las consecuencias, hasta las más lejanas, de la existencia de ese
hecho. Según este pensamiento el hombre aparece por primera vez en el mundo
natural, al aceptar voluntariamente el peligro de la muerte en una lucha por puro
prestigio; resinándose a la muerte y revelándola por su discurso, el hombre llega
finalmente al saber absoluto o a la sabiduría y concluye así la historia”16.
Escribe Hegel en la Fenomenología del Espíritu: “La actividad del separar es la
fuerza y la tarea del entendimiento, de la más grande y asombrosa de las potencias o,
mejor dicho, de la potencia absoluta. El círculo que descansa cerrado en sí mismo y que,
como sustancia, mantiene sus momentos en la relación inmediata, y que, por tanto, no
puede causar asombro. El poder prodigioso de lo negativo reside, por el contrario, en
que alcance una existencia propia y una libertad particularizada en cuanto tal, separado
de su ámbito, lo ligado17, y que sólo tiene realidad en su conexión con lo otro; es la
energía del pensamiento, del yo puro. La muerte, sí así queremos llamar a esa
irrealidad, es lo más terrible, y el mantener lo muerto lo que requiere una mayor fuerza.
La belleza impotente odia al entendimiento porque éste exige de ella aquello de lo cual
no es capaz. Pero la vida del espíritu no es la vida que se espanta ante la muerte y se
mantiene ajena [se preserva] de la desolación, sino la que sabe afrontarla y mantenerse
en ella. El espíritu sólo conquista su verdad cuando es capaz de encontrarse a sí mismo
en el desgarramiento absoluto. El espíritu no es esta potencia como lo positivo que se
aparta de lo negativo, como cuando decimos de algo que no es nada o que es falso y,
hecho esto, pasamos sin más a otra cosa, sino que sólo es esta potencia cuando mira cara
a cara a lo negativo y se mantiene junto a él. Esta permanencia es la fuerza mágica que
hace que lo negativo vuelva al ser. Es lo mismo que más arriba se llamaba el sujeto, el
cual, al dar una existencia a la determinabilidad en su elemento, supera la inmediatez
abstracta, es decir, la que sólo es en general; y ese sujeto es, por tanto, la sustancia
verdadera, el ser o la inmediatez que no tiene la mediación fuera de sí, sino que es esta
mediación misma”18.
La fuerza del entendimiento es la de la abstracción, la de la separación. Kojève
advierte que la abstracción/separación del sentido de las cosas no implica otorgarle al
pensamiento una realidad separada, ya que el pensamiento sólo tiene realidad en las
cosas. Adopta una interpretación aristotélica19: el sentido o la forma está en las cosas o
substancias y el entendimiento no hace sino separar/abstraer lo que en la realidad está
unido. Por eso dice: “el sentido-esencia de una cosa es algo así como esa cosa misma
menos su existencia”20. Pero, a diferencia de Aristóteles, identifica el concepto con el
tiempo. “El Ser tiene un sentido en la misma medida en que es [temporal] (en tanto que
Tiempo)”.21
La acción, el trabajo, la fuerza o la potencia es lo que introduce la novedad en el
Ser dado o natural o inmediato. El trabajo del concepto es el movimiento de la
mediación. Lo “milagroso”, lo “asombroso” es la separación que introduce el
entendimiento, que niega lo dado. El entendimiento crea conceptos por medio de su
acción o trabajo de abstracción o separación. La negatividad o lo negativo es la “energía
16
Kojève, A., 1972, pp. 138-139.
El término alemán es Gebundene (Cf. en Freud). Si se recuerda que Freud llama Eros a lo ligado y
Thánatos a lo desligado, bien puede relacionarse este párrafo con la teoría psicoanalítica.
18
Hegel, G. W. F., Fenomenología del espíritu, México, F. C. E., 1966, pp. 23-24. Ver: Kojève, A.,
1972: 139-140.
19
Sigue en su interpretación los conceptos aristotélicos, que fueron concebidos para pensar la realidad
como substancia. Por este motivo, habría que revisar su lectura en este punto.
20
Kojève, A., 1972, p. 144.
21
Kojève, A., 1972, p. 145.
17
del pensamiento”. El hombre “es el resultado del esfuerzo de una potencia absoluta y él
es esa misma potencia: es Negatividad encarnada”.22
“Ahora bien –sigue Kojève-, la Negatividad tomada aisladamente, es Nada pura
(en el plano ontológico). Esa nada anihila [nidifica, convierte en nada, destruye o
aniquila] en tanto que Acción (del Yo abstracto) en el Ser. Mas la acción anihila al
aniquilar este Ser y por tanto se aniquila a sí misma, puesto que sin el Ser sólo es Nada.
La Negatividad no es más que la finitud del Ser (o la presencia de un verdadero porvenir
en él, que jamás será su presente): y la Acción es esencialmente finita [mortal]”23. Por
eso (en el plano metafísico) el Mundo histórico creado por la Acción, necesariamente
tiene un comienzo y un fin. Y la entidad que es Acción en su propio ser ‘aparece’ (en el
plano fenomenológico) a sí misma y a los demás como irremisiblemente mortal. Por tal
motivo en el texto citado, Hegel puede llamar Muerte a la ‘irrealidad’ que es la
Negatividad o la ‘entidad-negativa o negatriz’. Mas si el hombre es acción, y si la
Acción es Negatividad que ‘aparece’ como Muerte, el Hombre, en su existencia humana
o parlante es sólo muerte: más o menos diferida y autoconsciente. De manera que:
explicar filosóficamente el Discurso, o dar cuenta del Hombre en tanto que parlante, es
aceptar sin retaceos el hecho de la Muerte, y describir en los tres planos filosóficos su
significado y su alcance.24 Y puesto que nace de la finitud, sólo al pensar en la muerte y
al hablar de ella es verdaderamente lo que es: discurso consciente de sí mismo y de su
origen. […] Únicamente cuando toma conciencia de su finalidad, y por tanto de la
muerte, el hombre asume en verdad su autoconciencia. Pues es finito y mortal.25
La muerte es quien engendra al Hombre en la Naturaleza y es la muerte quien lo
hace progresar hasta su destino final, el del Sabio plenamente autoconsciente y por tanto
consciente de su propia finitud. […] Vale decir que el pensamiento y el discurso
revelador de lo Real nacen de la Acción negatriz que realiza la Nada destruyendo al Ser:
el ser dado del Hombre, en la Lucha, y el ser dado de la Naturaleza, por el Trabajo (que
resulta además del contacto real con la muerte en la Lucha), Es decir, que el propio ser
humano no es más que esa Acción: es la muerte que vive una vida humana26.
El Espíritu no es un Dios eterno y perfecto que se encarna, sino un animal
enfermo y mortal que se trasciende en el tiempo.27 En las Conferencias de 1805-1806
[Hegel] escribe en una nota marginal: “Su resultado: [la] muerte, la negatividad pura, el
no ser inmediato”. Si por una parte la libertad es negatividad, y si por otra la
negatividad es nada y muerte, no hay libertad sin muerte, y sólo un ser mortal puede ser
libre. Puede decirse también que la muerte es la ‘manifestación’ última y auténtica de la
libertad.28
Para Kojève: hombre = entendimiento = negatividad = finitud = muerte. La
negatividad se manifiesta como trabajo (negación de la naturaleza dada) y como lucha
(negación del otro hombre natural/opuesto), “pero también como muerte o finitud
absoluta”29 y se manifiesta igualmente “por el carácter erróneo del discurso”30
[conocimiento].
La dialéctica del amo y del esclavo describe la irrupción de lo humano a partir
del estado natural. El amo se constituye como tal en la lucha por el reconocimiento al
22
Kojève, A., 1972, p. 149.
Kojève, A., 1972, p. 150.
24
Kojève, A., 1972: 150.
25
Kojève, A., 1972: 151.
26
Kojève, A., 1972: 152 y 153.
27
Kojève, A., 1972: 160.
28
Kojève, A., 1972: 161.
29
Kojève, A., 1972, p. 152.
30
Kojève, A., 1972, p. 151.
23
estar dispuesto a arriesgar la vida [arriesgarse a morir] mientras que el esclavo se
constituye como tal por el miedo a morir. La muerte está presente desde el comienzo en
la constitución de lo humano. Quien no es suficientemente fuerte para “permanecer ante
lo negativo” (tarrying with the negative31). “El ser humano, en la medida en que implica
la conciencia y la voluntad de su muerte, es un ser ‘mediatizado’ por la Negatividad,
vale decir un ser dialéctico”.32
En diversos textos Hegel identifica lo negativo con la libertad. Y en otros textos
identifica lo negativo con la muerte. “La muerte, la negatividad pura, el no ser
inmediato”33. De aquí deriva Kojève que “si por una parte la libertad es negatividad, y si
por otra la negatividad es nada y muerte, no hay libertad sin muerte, y sólo un ser
mortal puede ser libre. Puede decirse también que la muerte es la ‘manifestación’
última y auténtica de la libertad”34
Pero también “la muerte tiene en sí la contradicción con la vida”35, es su
negación directa, inmediata. Con todo, no hay que entender la finitud como algo
puramente negativo, porque “La negación (de lo dado) no es real sino en tanto que
creación (de lo nuevo) u obra cumplida. […] Y puesto que la libertad negadora implica
y presupone la muerte, sólo un ser mortal puede ser verdaderamente histórico. […] La
muerte, en tanto que finitud o temporalidad y negatividad o libertad, es doblemente la
base última y el primer móvil de la historia. Por eso el proceso histórico necesariamente
implica una actualización de la muerte por las guerras y las revoluciones sangrientas”36.
“La libertad y la historicidad propiamente dichas son solidarias con la muerte:
sólo un ser mortal puede ser libre e histórico a condición de que acepte la idea y la
realidad de su muerte y pueda arriesgar su vida sin ninguna ‘necesidad’ [ni
subordinación a un instinto superior o más fuerte] en función de una ‘idea’ o de un
‘ideal’”. […] Y también que un ser no puede vivir humanamente sino a condición de
‘realizar’ su muerte: de tomar conciencia, de ‘soportarla’, de ser capaz de afrontarla
voluntariamente. Ser hombre, para Hegel, es poder y saber morir. ‘El ser verdadero’ del
hombre es pues en última instancia, su muerte en tanto que fenómeno conciente”.37
TESIS PRINCIPALES
En el contexto de la vida natural, la muerte es una negación exterior, es decir, es
la negación simple. De lo anterior se deriva que el hombre es real sólo en la medida en
que vive y actúa en el seno de la Naturaleza; fuera del Mundo natural es nada pura. En
el contexto de la vida espiritual o cultural/histórica, el Hombre sólo puede ser concebido
como un individuo libre e histórico a condición de ser mortal.
“Todo depende de que lo verdadero no se aprehenda y se exprese [sólo] como
sustancia, sino también y en la misma medida como sujeto”. Substancia = natural,
estático, dado, repetitivo. Sujeto = cultural, cambiante, activo, creativo, porque es
mortal y tiene conciencia de su muerte. Sujeto = negatividad = destruir, transformar y
crear.
Cf. Žižek, S., Tarrying with the negative. Kant, Hegel, and the Critique of Ideology, Duke University
Press, Durham, 1993.
32
Kojève, A., 1972, p. 153.
33
Conferencias de 1805-1806. Vol. XX, p. 166, citado por Kojève, A., 1972, p. 161.
34
Kojève, A., 1972, p. 161.
35
Hegel, G., Werke, Vol. XIX, p. 218, citado por Kojève, A., 1972, p. 162.
36
Kojève, A., 1972, p. 164-165-166. Hegel explicita tres categorías para comprender la historia:
variación, rejuvenecimiento y razón. En otros términos: muerte, vida y sentido; o bien, decadencia,
ímpetu y finalidad.
37
Kojève, A., 1972, p. 171-172, 175.
31
Para Kojève de aquí se deriva una antropología atea y una filosofía de la historia
cerrada que culmina en el saber absoluto. Es, en última instancia, una filosofía de la
muerte.
El poder del entendimiento, la potencia de lo negativo, consiste en la actividad
de separar, de abstraer, de desligar. Este poder se identifica con la muerte. La verdad de
lo humano/histórico/cultural consiste en la fuerza capaz de afrontar la muerte. El poder
de lo negativo es lo único capaz de introducir lo nuevo en la naturaleza (creatio ex
nihilo = creación de la nada, desde la nada, sin fundamento en el ser).
Hombre = Nada Encarnada = Nada que es = Ser-nada = Muerte que vive.
Si por una parte la libertad es negatividad, y si por otra la negatividad es nada y
muerte, no hay libertad sin muerte, y sólo un ser mortal puede ser libre. Puede decirse
también que la muerte es la ‘manifestación’ última y auténtica de la libertad.
Hombre = Ser mortal = Ser finito = Ser libre
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