Ovando y al chofer Domingo Brítez quien para entonces había fallecido en la Central de Policía por las secuelas de las torturas y las condiciones infrahumanas de su detención. Asimismo condonó la pena de muerte por 25 años de prisión al Capitán Napoleón Ortigoza. La sentencia fue revisada nuevamente por el Tribunal de Alzada, siempre en el fuero militar. Dicho Tribunal dio la sentencia definitiva el 20 de noviembre de 1969, por la que condenaba a 25 años al Capitán Ortigoza y a 15 años al Sargento Ovando. La revisión de la condena y posterior reducción de la pena fue atribuida a la intervención del sacerdote español Josué Arketa, quién, a través de la radio Caritas, anunció que si se llegaba a ejecutar la pena de muerte rompería el secreto de confesión para anunciar en público quién era el verdadero asesino del cadete Benítez. Esta intervención del sacerdote católico da a entender que ni el Capitán Napoleón Ortigoza ni el Capitán Hilario Ortellado ni los choferes Domingo Brítez y Escolástico Ovando fueron responsables de la muerte del joven cadete Benítez. El Capitán Hilario Ortellado fue dado de baja el 2 de marzo de 1970. Luego confinado al pueblo de Yaguarón distante a unos 60 km de la capital. Desde allí logró sortear exitosamente los controles policiales y militares para refugiarse en la Embajada del Brasil el 15 de agosto de 1970. Luego de tratativas consiguió el salvoconducto respectivo y el 19 de septiembre de 1970 pudo refugiarse en el Uruguay. Transcurridos más de los 25 años impuestos por la condena judicial, el Capitán Ortigoza estuvo privado de libertad hasta el 20 de diciembre de 1987, fecha en la que fue confinado a San Estanislao, poco más de 150 kilómetros de Asunción por un camino de tierra. En febrero fue trasladado, bajo el régimen de prisión domiciliaria, a Asunción. El sargento Escolástico Ovando compurgó la pena en diciembre de 1977, pero recién obtuvo su libertad el 21 de mayo de 1984. Dicha Informe Final de la CVJ El 23 de marzo de 1988, con la intervención de los abogados liberales Hermes Rafael Saguier y Felino Amarilla así como de su hija Mirtha huyó de la guardia policial para refugiarse y solicitar asilo en la residencia del embajador de Colombia. Luego de sesenta y cinco días, con constante hostigamiento de las fuerzas policiales a la sede de la residencia del embajador colombiano en Asunción, pudo conseguir el salvoconducto para salir del país. A fines de mayo el Capitán Napoleón Ortigoza partió rumbo a España donde fijó residencia, hasta que retornó al Paraguay el 6 de julio de 1990 (CDyA; 600069F1592). 107