SEGUNDO DOMINGO T

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SEGUNDO DOMINGO T. O. CICLO A.
"Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". (Jn. 1,29-34)
Con estas palabras Juan Bautista nos presenta a Jesús: al llamarlo así, recuerda al
primer Cordero Pascual que marcó el comienzo del proceso de liberación de Israel.....
Este nuevo Cordero representa un nuevo proceso de liberación para todo ser humano:
Jesús abre el camino de la liberación de toda la Humanidad. Él, Jesús, es el verdadero
Cordero de Dios que viene a hacernos libres de toda esclavitud: El nos libera del miedo,
del odio y la violencia: Él nos hace libres para amar... Jesús viene a romper las cadenas
que nos atan, a curar las cegueras que nos impiden ver la belleza del mundo y de las
personas, y a destruir las prisiones interiores que hacen nuestra vida raquítica.
La imagen del cordero simboliza también la paz y la mansedumbre que Jesús encarna
en su vida y en su actuar. Llama la atención que el “Cordero”, que es el animal que
simboliza la mansedumbre y la paz, es el que “quita el pecado del mundo”: Hoy no se
aprecian los valores que representa el símbolo del Cordero, más bien, se valoran las
actitudes agresivas, provocadoras, altivas, y de dominación. El “Cordero”, en el mundo
de hoy, no está preparado para la lucha, para la competición, para la confrontación...
Quizás, en este momento, de demasiada crispación social, los cristianos necesitamos
aprender el estilo de mansedumbre, de comprensión, de tolerancia y de dulzura que
representa el símbolo de Jesús como Cordero de Dios.
"Que quita el pecado del mundo". No dice “los pecados”, sino “el pecado” (el
singular es significativo). Jesús viene a quitar el pecado del mundo, no se limita a
perdonarlo o a borrarlo, Él es el que “quita el pecado”, (el verbo original griego
“airein” significa más bien “cargar sobre sí” es decir, Jesús, “carga sobre si” el pecado,
en ese sentido lo arranca allí donde está instalado, en las estructuras de nuestra sociedad
o en el interior de nuestros corazones. Pero, ¿cuál es, en concreto, ese "pecado del
mundo"? Ese pecado es todo aquello que se opone a la Vida y al Amor; ese pecado
consiste en frustrar el designio de amor y de vida que Dios tiene sobre cada ser humano.
"El pecado del mundo" es todo lo que amenaza la Vida dentro y fuera de nosotros:
los millones de seres humanos forzados a la miseria y al hambre a causa de una injusta
distribución de la riqueza en nuestro mundo. “El pecado del mundo” es el mismo
sistema capitalista que destruye a los seres humanos y al planeta entero.
"El pecado del mundo” son también nuestras hostilidades, más o menos solapadas
que hacen difíciles las relaciones humanas, nuestras pequeñas o grandes ambiciones...
que hacen que miremos a los otros como competidores, sustituyendo las relaciones de
comunión por actitudes de desconfianza, indiferencia, distancias, incluso de rencor y de
odio. El pecado del mundo es, en definitiva, la ausencia del amor.
Tal vez hoy, podríamos preguntarnos: ¿Qué es lo que en nosotros está ahogando la
Vida y nuestra capacidad de amar cada día? En nuestro entorno, ¿Cuáles son las buenas
actitudes que favorecen la paz y la reconciliación entre todos en una sociedad tan
crispada como la nuestra?
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“He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma”... Juan ha visto
con sus propios ojos al Espíritu que bajaba y se quedaba en Jesús. Esto es lo que Juan
ha contemplado y lo ha contemplado como “paloma”, es decir, el Espíritu encuentra en
Jesús como su “nido”, su lugar natural... La “paloma” representa el Amor del Padre que
se establece en Jesús para siempre“bajaba del cielo como una paloma”... Nos recuerda
también a la paloma de la paz de Noé, tras el diluvio (cf. Gen 8, 8-11). Había ya pasado
la inundación de las aguas, el tiempo de la destrucción y una paloma pudo volar y
volver al arca con un ramo de olivo, signo de paz; es decir, que Jesús es un hombre de
paz y de ternura, Jesús es la manifestación palpable del Amor y de la ternura de Dios
hacía nosotros.
El evangelio nos invita a todos a ser testigos de que El es el “Hijo de Dios”que ha
venido a sanar nuestros corazones heridos y a ofrecernos la paz del corazón. Somos
llamados a ser testigos de que el único camino que nos salva es el camino recorrido por
Jesús y no las fáciles ilusiones prometidas por otros liberadores.
Hoy, vueltos de corazón a Él, presente entre nosotros, podemos decirle: Tú, Señor,
que has venido a quitar el pecado del mundo, ayúdanos a tomar conciencia de todo
aquello que nos impide vivir plenamente, envuélvenos con tu amor y haznos sentir la
alegría de tu Presencia.
Benjamín García Soriano
19 de Enero de 2019
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