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GUERRA DE LAS GALAXIAS
ASALTO A LA ESFERA MORTAL, CAPÍTULO PRIMERO
Cuaderno de bitácora. Año estelar 11.
A pesar del intenso viento solar y demás fenómenos
meteorológicos (nos referimos a los de la naturaleza no a los
humanos) que hubieran hecho palidecer hasta al capitán más osado
y audaz, Kirsch, nuestro avezado capitán, dio la tan esperada
orden. ¡Caballeros Jedi, encender los motores de vuestras naves y
conectar el salto hiperespacial, salimos hacia la Esfera de la
Muerte, vamos a destruirla!. ¡Fuerza y gloria!.
Lejos de cundir el pánico y el desaliento, la tripulación puso
inmediatamente en marcha la orden y hacia la Esfera de la Muerte
calibraron los instrumentos.
El salto por el hiperespacio les transportó ante las
mismísimas puertas de la temida Esfera. Tragaron saliva, y algunos
lo que pudieron, y en tromba comenzó el asalto al grito de ¡Qué la
fuerza os acompañe!.
Los primeros, se sacrificaron en aras del triunfo colectivo y
ofreciendo un espectáculo sencillo aunque digno, lo que haría,
pensó nuestro Consejo Jedi, que el enemigo se relajara, que se
confiaran, para que el resto de las tropas de asalto conquistaran la
ciudadela y destruyeran, no sin bajas significativas, el temido
bastión de la Esfera Hípica.
Nobles entre nobles, guerreros desabridos y sin temor alguno,
lo sacrificados fueron Qui Gonn Jinn el rey de las tropas sapos
y Obi-Wan Kenobi,
maestro
Jedi que añoraba su anterior vida como Don Rubén de la Barca, el
Niño que no Creció, el Qui Gon Jinn de las galaxias. Ambos
perecieron bajos las hordas
del malvado
no sin vender
emperador Palpatine,
caras su vidas, aunque eso si, no hubiera quien las comprara. Qué
le vamos a hacer, es la temible Ley que rige en nuestra galaxia, la
Ley de la oferta y la demanda. De hecho, allí quedaron los
cadáveres sin su bien ganada patada, digo…ceremonia, de
hiperespacio pudiera ser celebrada.
No fue en balde tan nobles sacrificios, pues nuestro admirado
Almirante Ackbar,
de los Edreida
de las lunas de Carol (¿lo pillas?) en compañía de su lugarteniente
Marcus Tusa Lusa
de las tropas de
asalto
que
el
, dieron buena cuenta
malvado
Darth Vader
enviara a su encuentro,
aniquilándolos casi por completo. Esto equilibraba algo la balanza.
Quizá esto hizo que los nuestros se relajaran ante lo que
pudiera parecer un inminente triunfo y que las tropas comandadas
por
un
jovencísimo
Anakin
Skywalker
“Rey”
y nuestro avezado, nuestro
esperanzado, nuestra eterna promesa de conquistas, el Jedi negro,
se pasaran a la zona oscura arrojando las
armas ante Darth Maul,
cuando el éxito parecía
cierto. Éste, sin ningún atisbo de piedad les fulminó y desintegró
en el último momento.
Este revés dejaba el asalto en una situación incómoda, casi
desesperada. Pero es en esos momentos cuando los héroes
demuestran que lo son y cuando se forjan las leyendas.
Dando
un
paso
hacia
delante
Jar
Jar
Binks,
el famoso aventurero del “norte” de los
soles de Acka, más conocido como el Vasco, y su fiel valedor y
maestro
de
maestros
Yoda
Sky
Joaquiinn,
láser en mano se abalanzaron
contra el enemigo que en masa atacaba, y, no sin sufrir como sólo
ellos saben, les hicieron huir en desbandada, equilibrando la
situación, que pasó de ser desesperada a incierta.
Dicen, los que lo presenciaron, que la valentía y el coraje de
los actos de sus compañeros les infundieron valor a ellos, y
arropados con sus “monos” espaciales, la princesa Amidala,
bajo
un
escudo
holográfico
del
conocido Trolls Euse, y Han Solo “El Excapi”
, se
auparon a su nave, la temida “Lechuza Milenaria” y valientemente
se lanzaron, sorteando a infinidad de enemigos y no pocos amigos,
hacia el corazón de la ciudadela, destruyéndola por completo,
consiguiendo la victoria total de las tropas de la Princesa y de la
Confederación de la galaxia de Canabal.
Al final, y ya en la nave nodriza, hubo un festejo especial
donde ni aparecieron ni fueron invitados, ni C3PO, ni su fiel R2D2
ni siquiera nuestra simpática mascota Chubaca, ¿o tal vez sí?
¿Os suenan?
¡Qué la fuerza os acompañe!
Felicidades a todos por vuestro empeño, dedicación, esfuerzo
y…voluntad.
“Semper fidelis”.
A mí, me lo contaron.
Jabba, del cinturón de asteroides de Bastiagueiro.
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