Las políticas económicas nacionales desde 1940 hasta 1962, bajo

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Facultad de Ciencias Sociales y
Económicas
Carrera: Lic. Economía
Las políticas económicas nacionales desde
1940 hasta 1962, bajo la luz del “Plan
Pinedo”
Materia: Trabajo Final de la Licenciatura en Economía
Registro Número: 03-030173-7
Alumno: Emilio E. Dojas
Presentar ante: Departamento de Economía
AÑO 2008
Datos de contacto:
E-mail: [email protected]
Teléfono: 15 5713 5801
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INDICE
Introducción: Primera Sección: La crisis económica mundial de 1929
y su impacto en Argentina
Segunda Sección: Federico Pinedo: “El plan de reactivación económica”
Tercera Sección: Perón
•
El proceso histórico de Castillo a Perón
•
El acceso de Perón a la Presidencia
•
Algunos aspectos de la política económica del primer peronismo
(1946-1955)
Cuarta Sección: Frondizi
•
El proceso histórico de Perón a Frondizi
•
Ideas fundamentales del pensamiento de Arturo Frondizi y la
acción del desarrollismo (1958-1962)
Conclusión
Bibliografía
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INTRODUCCIÓN
PRIMER SECCION: La crisis de 1929 y su impacto en Argentina
La crisis de octubre de 1929 es la culminación de un proceso de especulación
financiera en los mercados de Europa y, fundamentalmente, en el de Nueva York, en
una secuencia que corre desde el jueves 24 de octubre hasta el martes 29, considerado
como “el día más devastador en la historia del mercado de valores de Nueva York”
(Galbraith, 1965: 148).
La corrida hacia la venta de títulos y valores provocó bajas en sus precios de tal
magnitud que se licuaron capitales de particulares y empresas. En los meses siguientes,
la onda expansiva recorrió el mundo y la posibilidad de disponer de capitales para
realizar inversiones productivas quedó reducida a su mínima expresión. Así, el cese del
flujo internacional de capitales impacta fuertemente en una Argentina que, desde las
últimas décadas del siglo XIX, había crecido notablemente en función de las inversiones
extranjeras.
De la misma manera, los países abandonaron el uso del “patrón oro” para sus
transacciones comerciales, lo que implicó una dificultad para realizar el comercio
internacional en forma multilateral. Un ejemplo es Estados Unidos, que abandona el
patrón oro, convirtiendo su sistema de cambio en un sistema dual. Existía un tipo de
cambio libre y un tipo de cambio oficial. Algunos países (como Colombia) retornaron al
patrón oro. El adoptar esta estrategia no fue eficiente, ya que sufrieron una caída en las
reservas de oro. Siguiendo con Colombia como ejemplo, cayeron en un 65% las
reservas y esto llevo a dicho país como a los demás a salir del patrón oro y adoptar las
estrategias que el mundo estaba adoptando: aplicar un control de cambios, tarifas y
restricción cuantitativa de las importaciones. En Septiembre del 31 Inglaterra deja el
patrón oro. Por otra parte algunos países deprecian sus monedas respecto al dólar.
Ejemplos de esto, Argentina, Bolivia, Perú.
También, los países industrializados limitaron sus importaciones de todo tipo,
con lo que se acentuó la caída del volumen del comercio mundial. Estas limitaciones
golpearon a la economía nacional, pues a la carencia de capitales se le suman las
dificultades para acceder a los mercados habituales, compradores de nuestra producción
primaria, especialmente Inglaterra.
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En este clima, los países asumen políticas de controles de cambio, restringen las
importaciones y recurren a la negociación bilateral para reacomodar sus relaciones
económicas y comerciales.
Presidencias de Uriburu, Justo, Ortiz y Castillo
El 6 de septiembre de 1930 se produce un golpe de estado que provoca la caída
del gobierno radical de Hipólito Irigoyen. Este golpe interrumpe la vida constitucional
del país.
Las razones esgrimidas para esta revolución son múltiples e incluyen desde la
incapacidad física del Presidente Yrigoyen para gobernar (dada su edad de 78 años y sus
problemas de salud), su personalismo, el poco respeto por algunas autonomías
provinciales, el desagrado y desconfianza hacia la burocracia que rodeaba al presidente
y los partidos políticos opositores, tanto conservadores como de izquierda, que
jaqueaban al gobierno.
En este ambiente, no fue suficiente la ilimitada libertad de prensa que tenía el
país, o que las elecciones en 1928 lo hubieran consagrado ampliamente para presidir a
la Argentina. Finalmente, la crisis económica mundial, la oposición de los partidos y la
acción militar derriban a Yrigoyen.
El general Félix Uriburu, que encabezaba el movimiento se hizo cargo de la
presidencia. Este militar compartía algunas ideas autoritarias, propias de la época, pero
no pudo llevarlas a cabo pues no encontró el respaldo suficiente en los partidos
antirradicales ni en los propios militares, que habían motorizado la revolución.
Su gestión fue muy breve y se vio obligado a convocar a elecciones en
noviembre de 1931, acto electoral que otorgó el triunfo a la fórmula integrada por el
general Agustín P. Justo y Julio Roca, de extracción liberal-conservadora.
Por decisión del gobierno de Uriburu, los radicales habían quedado –de hechoexcluidos del comicio al no poder presentar la candidatura de Marcelo T. de Alvear,
razón por la cual decidieron abstenerse.
Independientemente de la valoración histórica que pueda realizarse de este
período de gobierno, debe tenerse en cuenta que debía enfrentar una situación
económica mundial claramente desfavorable para los intereses de una nación que había
sustentado su desarrollo en la expansión agropecuaria como factor primordial. Para
Argentina, concebida como el “granero del mundo” la crisis asumía características
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dramáticas, que se pueden observar en la baja de los precios de estos productos (ver
cuadro).
Índice General de Precios Mayoristas Agropecuarios (Base 1939=100)
Año
Año
1930
103
1933
68
1931
76
1934
85
1932
71
1936
104
* Cuadro: Díaz Alejandro, 2002: 394.
El gabinete de Justo estaba integrado por ministros de pensamiento conservador,
y también por miembros del partido Socialista Independiente, una escisión del
socialismo que había sumado sus votos a la fórmula encabezada por el general.
El partido Socialista Independiente era un partido exclusivo de la Capital creado
en 1927. A él pertenecía Federico Pinedo que, luego de ser diputado nacional, fue
designado, a los 38 años, ministro de Hacienda en 1933 y se mantuvo en el cargo hasta
1935. Esto significaba que se lo hacía responsable de la política económica y que, por lo
tanto, era el encargado de resolver los acuciantes problemas de la economía nacional.
Pinedo había nacido en 1895 en Buenos Aires, pertenecía a una familia
tradicional que contaba entre sus antepasados a militares de la guerra de la
Independencia y al propio Saavedra, por línea materna.
Abogado a los 20 años y afiliado al socialismo a los 18, comienza a participar
activamente en la vida política. Estudió en Alemania y trabajó como abogado en el
estudio de su padre. Luego fue elegido diputado por el Partido Socialista durante la
primera presidencia de Yrigoyen en 1920 y, en 1927, encabeza, con otros dirigentes de
la Capital, la creación del socialismo independiente. Así, se produce un acercamiento
objetivo a los conservadores de la época: juntos coinciden en enfrentar duramente al
radicalismo yrigoyenista.
Con este perfil y con esta historia política se convierte en uno de los más
destacados miembros del gobierno de Justo.
Es uno de los encargados de enfrentar la situación con una profunda reforma
financiera de definida tendencia keynesiana. Se suprimió definitivamente la Caja de
Conversión que tenía como función cambiar billetes por oro y oro por billetes (cabe
señalar que en 1929, Yrigoyen había suspendido su actividad), se instauró el control de
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cambios, se creó el Banco Central de la República Argentina, con el objeto de regular la
política monetaria del país, y se organizan Juntas Reguladoras de diferentes productos
primarios (leche, granos, yerba mate y vino entre otros) para sostener los precios de esas
producciones y, así, evitar la bancarrota de las empresas.
Del mismo modo, se organizó el Instituto Movilizador de Inversiones Bancarias
para apoyar a los bancos que tuviesen problemas financieros.
En cierta forma, estas reformas pretendían adaptar al país a las nuevas
condiciones de comercio mundial y a proteger –en la medida de lo posible- la economía
nacional, aceptando un papel del estado novedoso en la historia argentina.
Este marco permanecerá sin modificarse durante toda la gestión de Justo y se
continuará en gobiernos posteriores.
En el mes de septiembre de 1937 se realizan las elecciones nacionales –
fraudulentas en la mayor parte del país- que permiten el acceso al poder de la fórmula
de Roberto Ortiz (antiguo ministro radical pero anti-yrigoyenista) y de Ramón Castillo
(dirigente conservador), que asume en febrero de 1938.
Este período de Ortiz-Castillo esta signado por la intención del presidente Ortiz
en retornar a los canones de la Constitución y del respeto al sufragio libre.
Este intento fracasará. Ortiz no tenía aparato político propio y se encontraba en
medio del fuego cruzado entre su ilegitimidad de origen y la desconfianza de los
conservadores que lo habían llevado al poder.
La situación del país se complica aún más al estallar la Segunda Guerra Mundial
cuando, el 1 de septiembre de 1939, Alemania invade Polonia y Francia e Inglaterra le
declaran la guerra en respuesta a esa invasión.
Este conflicto se cristaliza en la formación de dos bloques: Alemania, Japón e
Italia (denominado “el eje”) y el de los “Aliados” formado por Francia, Inglaterra y sus
colonias a quienes se agregará Estados Unidos en diciembre de 1941 (luego del ataque
japonés a Pearl Harbour).
“El período 1938-1945 se caracterizó por el dislocamiento en el comercio
internacional propio de los tiempos de guerra, por el surgimiento definitivo de la
industria como sector principal de la economía argentina...” (Di Tella y Zymmelmann,
1972: 456)
En septiembre de 1940, la salud del presidente Ortiz, lo obliga a pedir licencia y
delegar el poder en el vicepresidente Castillo. Este abandona la política de apertura y
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pureza electoral iniciada por Ortiz, inclinándose a los conservadores y designando
nuevos ministros entre los que se encontraba, otra vez, Federico Pinedo.
El contexto social no era el más auspicioso para el vicepresidente en ejercicio
del Poder Ejecutivo: la sociedad se encontraba fuertemente dividida por el conflicto
mundial entre “pro-aliados”, sector compuesto por los partidos políticos tradicionales
que incluía desde algunos conservadores (Justo) hasta a los radicales, socialistas y
comunistas y el otro grupo que no disimulaba demasiado alguna simpatía por “el eje” y
que se denominaba “neutralista” (partidarios de mantener la neutralidad argentina en la
guerra) integrado por nacionalistas, algunos ex radicales y algunos sectores militares.
Castillo parecía inclinarse por este último sector.
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SEGUNDA SECCION: Federico Pinedo – El Plan de Reactivación
Económica
En su calidad de ministro de Hacienda del presidente Castillo, Federico Pinedo,
que retorna al ministerio que había dejado en Diciembre de 1935 durante la presidencia
del General Justo, presenta ante el Honorable Senado su “Plan de Reactivación
Económica” el 14 de Noviembre de 1940.
Es probable haya contado con la colaboración jóvenes economistas de la época
como Raúl Prebisch, Ernesto Malaccorto y Guillermo W. Klein.
Como toda presentación del Poder Ejecutivo ante los legisladores, el Plan
constaba del correspondiente mensaje introductorio de rigor. El cuerpo del texto esta
dividido en 3 capítulos que contienen un total de 42 sub-temas enumerados en orden
correlativo. Es según lo define el propio texto, “... un plan esencialmente económico y
no de carácter fiscal”( “El plan de reactivación económica ante el honorable Senado”:
Cap. I, 1.4).
De alguna manera, es un documento de Estado, un verdadero plan estratégico,
que con fuertes matices implicaba un cambio decisivo en la perspectiva conservadoraliberal, prevista para el desarrollo del país. Esta perspectiva no es novedosa pues, en
cierto modo, se encontraba casi implícita en las medidas económicas de gobierno del
General Agustín P. Justo (especialmente en cuanto a la participación del estado en la
economía).
Este Plan -formulado desde la visión de la emergencia económica producida por
el exceso de productos agrarios “invendibles” (según lo indica el documento) y el cierre
de los mercados o la restricción de capitales como resultado de la Guerra- contenía
propuestas que abarcaban cuestiones vinculadas al poder de compra de la población, el
desarrollo industrial, la construcción, aspectos financieros y monetarios y el papel de los
bancos privados y el Banco Central.
Este proyecto puede ser analizado desde múltiples enfoques aunque- dado el
objeto de este trabajo- haremos referencia a los que, en cierta medida, pudieran haber
inspirado o influido en mayor o menor grado la política económica posterior.
En primer lugar y en el texto del mensaje con el que se eleva el Plan al Senado
se exhibe el sentido del mismo: se trata de reactivar la economía del país “... ofreciendo
estímulos a la iniciativa privada en la industria y en la construcción”, lo que implicaba
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una modificación concreta y sustancial de la perspectiva clásica respecto de la economía
del país, fundamentada en el desarrollo agro-ganadero.
Se reconoce que el futuro es crítico y que el cierre de los mercados europeos
harán caer rápidamente los ingresos por exportaciones, siendo fundamentales los
excedentes agrarios “invendibles” en el origen de esta crisis.
La idea es activar la demanda interna y sostener claramente una política de
sustitución de importaciones para “... contrarrestar así las más graves consecuencias de
la disminución de nuestro comercio exterior” (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 1.2)
punto crítico de esta problemática.
En este clima general se propone como uno de los ejes de la reactivación la
promoción de viviendas de bajo costo, financiadas con créditos hipotecarios a plazos
extensos de modo de lograr precios accesibles. Se trabajaría con materiales locales y se
buscaría, así, la absorción de la mano de obra desocupada en la construcción y sus
“ramas inmediatamente conexas” (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 3.7).
El Plan analiza, también, los medios de financiar tanto la construcción como la
industria. El Banco Central captaría fondos, “... disponibilidades que aporten los bancos
al Banco Central y que éste transforma en recursos a plazos intermedios y largos...” (“El
plan de reactivación...”: Cap. II, 1.24) mediante un organismo especial para operar estos
financiamientos.
El tema de la reactivación industrial se apoya centralmente en la sustitución de
importaciones a través de un sistema proteccionista (y también en el aprovechamiento
de la capacidad industrial ya instalada en el país) y de una política de financiamiento
que, mediante “la cooperación entre el Banco Central, los bancos de la plaza y el
mercado financiero”, permitiera a “las industrias solventes” disponer de recursos a
plazos intermedios “... que podrán llegar a los quince años en casos excepcionales y a
tipos de interés tan bajos como sea posible ...” (“El plan de reactivación...”: Cap. I,
4.11).
El proyecto consigna que este estímulo a la industria no atentará contra las
importaciones, y destaca que estas políticas se toman porque el país no tenía otra
alternativa frente a la situación internacional del momento.
Sin embargo, ello no implica que este apoyo y financiamiento industrial, alcance
a toda la industria: se trata de respetar aquellas importaciones que provengan de países
que compren nuestros bienes, en la medida que la balanza bilateral de pagos sea
equilibrada. Más adelante sostiene –pensando en el futuro- que a través del control de
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cambios se protegería a la industria del "dumping", es decir, de políticas de países
extranjeros de vender sus productos en el exterior a precios menores que su costo de
producción, con el fin de promover sus exportaciones.
Es importante destacar que en la cuestión de la relación exportacionesimportaciones el proyecto introdujo una propuesta que podríamos compararla con un
esbozo -embrionario y latente- del actual MERCOSUR (“El plan de reactivación...”:
Cap. I, 4.13). Cuando se inicia la década del ´40 surgen iniciativas en gobiernos
tendientes a configurar una Unión Aduanera. El Ministro de Relaciones Exteriores de
Brasil Oswaldo Aranha es partidario de que los dos países concretasen un acuerdo
abierto a los demás Estados limítrofes y que asegurase a todos garantías de comercio,
después de finalizada la 2ª.Guerra Mundial. Federico Pinedo, Ministro de Hacienda de
Argentina, a su vez, se manifestaba favorable a esta propuesta, por cuanto consideraba
necesario no incurrir en actitudes que obstaculizasen las importaciones de los países
vecinos, malogrando el desarrollo de un intercambio de recíprocas ventajas. Esta actitud
debía ser reemplazada por una política de aproximación económica con Brasil y demás
Estados vecinos. Asimismo, reforzando dicha idea, propiciaba el establecimiento de un
régimen de libre intercambio entre los países vecinos del Continente, a través de una
Unión Aduanera tan completa como fuera posible.
Existían ciertas excepciones respecto de los límites a las importaciones,
especialmente de las provenientes de países vecinos. Así, el proyecto expone una
alternativa vinculada a un tratado con Brasil, la que completa con una declarada
mención a generar –“con el tiempo”- una zona de libre comercio, no sólo con Brasil,
sino también con el resto de los países limítrofes (“... unión aduanera tan completa
como fuera posible.”) (“El plan de reactivación...”: Cap. I, 4.13). Una unión aduanera
que con el tiempo debería consolidarse.
El Plan se refiere igualmente a cuestiones monetarias y al papel que debía
asignarse al Banco Central y a los bancos privados.
La idea central es movilizar los recursos existentes, lo que implicaba la aparición
de una solución heterodoxa a la luz de los criterios liberales clásicos que, en general, se
adjudican a las fuerzas políticas conservadoras de este período.
Sintéticamente: el Banco Central “... propondría a estos (a los bancos) tomar a
su cargo parte de la responsabilidad de sus depósitos más estables a cambio del efectivo
correspondiente, sin modificar por supuesto en lo mínimo la relación de cada banco con
sus propios depositantes” (“El plan de reactivación...”: Cap. II, 1.20).
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