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LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA, 2º BAC 34
SELECTIVIDAD
LA POESÍA ESPAÑOLA POSTERIOR A LA GUERRA CIVIL.
1. Década de los 40: Poesía de posguerra y poesía social
En la década de los cuarenta coexisten diversas tendencias poéticas: la neoclásica, representada
por García Nieto y numerosos poetas que colaboran en las revistas Escorial y Garcilaso y en la colección Adonais; la existencial y desarraigada del grupo Espadaña, que desemboca en la poesía social;
la neomodernista del grupo Cántico; y, finalmente, la surrealista de los postistas.
a) Poesía de posguerra
1.1. Tendencia neoclásica (poesía arraigada)
1.1.1. “Grupo Escorial” o “Generación del 36”
La lírica de posguerra la inician poetas que habían surgido inmediatamente antes de la contienda.
Se trata de un grupo unido por la amistad y la poesía. Lo forman: Luis Rosales (La casa encendida),
Luis Felipe Vivanco (Continuación de la vida), Leopoldo Panero (La estancia vacía) y Dionisio Ridruejo (Poesía en armas). Este grupo ha recibido el nombre de Generación del 36 (por la fecha histórica
que marcó sus vidas) o Grupo Escorial (este nombre se debe a la revista Escorial, fundada en 1940
con intenciones propagandísticas a favor de la ideología falangista. Acogió entre sus páginas la
teoría y la práctica poéticas del grupo).
Las principales características de este grupo son: vuelta al intimismo, a una poesía arraigada en
la tierra natal, en la familia y en Dios; formalismo clasicista basado en la métrica tradicional y
fórmulas poéticas del Siglo de Oro; y lenguaje sencillo, cotidiano.
1.1.2. “Garcilasistas” o “Juventud Creadora”
La revista de poesía Garcilaso nace en 1943; fue fundada por un grupo de poetas que se denominaban a sí mismos “juventud creadora”: Jesús Juan Garcés, Jesús Revuelta, Pedro de Lorenzo y José
García Nieto. El título de la revista pretendía trazar un paralelismo histórico con Garcilaso de la
Vega. Algunos de los rasgos de esta tendencia son: temáticamente, poesía sacra y religiosa, tópicos
amorosos en torno a la ausencia, pérdida o desdén de la amada, etc.; formalmente, cultivo del endecasílabo y del soneto.
1.2. Tendencia existencial y desarraigada
En 1944 (fecha considerada por algunos como el verdadero comienzo de la poesía de posguerra)
nace la revista Espadaña, que encarnó la reacción contra los Garcilasistas. Dirigida por Antonio
González de Lama, Victoriano Crémer y Eugenio de Nora, en sus páginas escribieron Gabriel Celaya, Blas de Otero y Carlos Bousoño, entre otros.
La importancia de esta revista reside en los siguientes rasgos: actuó conscientemente de enlace
con la Generación del 27 y con la poesía de Pablo Neruda y César Vallejo; contribuyó al proceso
rehumanizador de la lírica de posguerra a través de una poesía comprometida con la problemática
existencial e histórica del hombre contemporáneo, que culminó en la poesía social; y estuvo abierta
a las distintas corrientes de la lírica del momento y sirvió, sobre todo, de vehículo expresivo a la
primera promoción de posguerra.
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1.3. Tendencias disidentes: postismo, neomodernismo y surrealismo
El postismo fue un movimiento heredero de los demás ismos, que se dio a conocer a partir de 1945
en revistas como Postismo y La cerbatana. Se caracteriza esta tendencia por la exploración de nuevos
ritmos y metros, defensa de la imaginación y del humor y conexión con el surrealismo y el dadaísmo. El movimiento surrealista recorrió subterráneamente la poesía española de posguerra.
Los poetas surrealistas fueron relegados o silenciados. Sólo en años recientes se ha recuperado la
obra de estos poetas (Juan Eduardo Cirlot, Miguel Labordeta). Los poetas neomodernistas se expresaron a través de las páginas de la revista Cántico, que se presentaba como una tercera vía frente a las dos tendencias anteriores. Pertenecieron a esta tendencia: Ricardo Molina, Pablo García
Baena y Juan Bernier.
b) Poesía social
La poesía realista que apunta en esta década desemboca en la llamada “poesía social”, que ha sido
definida como un arte de urgencia que se ve motivado por la situación sociopolítica del país, a cuya transformación quiere contribuir mediante la denuncia de la opresión y de la injusticia. Poetas de esta tendencia
son: Gabriel Celaya (Cantos iberos), José Hierro (Canto a España), Blas de Otero (Pido la paz y la palabra) y Eugenio de Nora (España, pasión de vida). Convierten la poesía en testimonio y denuncia, en
instrumento para transformar el mundo.
Las principales características de esta poesía son: parten de una concepción realista de la literatura, que implica una visión histórica de la sociedad, y referida al presente inmediato; pretenden
ser testimonio crítico de la época y redimir a los humildes transformando la sociedad en otra más
justa; el tono es narrativo y sencillo, coloquial y directo; y los temas más frecuentes son: solidaridad con el proletariado, represión política, injusticias sociales, lucha por la libertad; y también aparece el tema de España con el inevitable recuerdo de la guerra civil.
2. Poesía de los 50 a los 70: “Segunda generación de posguerra”
Los miembros más representativos de esta promoción son: José Manuel Caballero Bonald , Carlos
Barral, José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, José Ángel Valente, Francisco Brines y Claudio Rodríguez. Esta generación comparte con la anterior el compromiso moral y político, la propensión narrativa y el realismo de situación. Son los “niños de la guerra”, que llegan a su madurez
en los años 60.
Las características propias de la década son: sin abandonar lo real, lo social, muestran con bastante desnudez su intimidad y relatan sus amores, reales o fingidos, sin ningún pudor; valoran
más la palabra; a través de la naturalidad crean un poema construido como un todo y que mantenga una tensión de principio a fin, haciendo desaparecer la rima, el ritmo del verso es más libre,
aunque también combinan el endecasílabo y alejandrino con el pentasílabo, heptasílabo y eneasílabo; casi abandonan la estrofa; utilizan la anécdota para exponer su subjetividad (son frecuentes los
poemas en que se conoce la experiencia de la niñez y de la adolescencia); finalmente, no escriben
poesía política, sino ética o crítica, haciendo uso de la sátira y la autoironía.
Obras representativas de esta época: Salmos al viento, de Goytisolo; La memoria y los signos, de
Valente; y Diecinueve figuras de mi historia civil, de Barral.
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3. Generación de los novísimos o de los 70
Esta generación es conocida por distintas denominaciones: Generación del 68 o del mayo francés
(por las revueltas estudiantiles francesas y españolas ocurridas en ese año), venecianos (porque
escribieron con frecuencia sobre Venecia) y novísimos (porque el crítico José Mª Castellet publicó
una antología titulada Nueve novísimos poetas españoles refiriéndose a los integrantes de esta
década).
Se trata de un nuevo grupo de poetas que han nacido pasada la guerra civil y que irrumpen en
el mundo literario con una nueva sensibilidad y con una poesía tan novedosa que se ha llegado a
considerar de “ruptura”. Esa ruptura consistió en llevar hasta el límite lo que venía sugerido por
algunos poetas anteriores.
Según la antología de Castellet, los novísimos son: Ana Mª Moix, Leopoldo Mª Panero, Félix de
Azúa, Manuel Vázquez Montalbán, Antonio Martínez Sarrión, José Mª Álvarez, Pere Gimferrer,
Guillermo Carnero y Vicente Molina Foix. Estos poetas acentúan el aspecto verbal y la huida de la
realidad.
Se caracterizan por: la ruptura con el realismo de la literatura de posguerra (tal ruptura se debe
a causas cronológicas, al cambio de gusto literario y a la formación cultural de los novísimos basada en los mass media: radio, televisión, prensa, tebeos, comics, canciones, cine,…); aceptación del
gusto camp por lo que tiene de democratización de la cultura a través de las mitologías creadas por
los mass media (sobre todo, cine y radio); gusto por la autonomía del arte (la poesía vale por sí
misma, el poema es autosuficiente para convertirse en signo o símbolo); formación literaria foránea
(fijan sus lecturas y atención en escritores extranjeros europeos, hispanoamericanos e ignoran voluntariamente la tradición literaria española); formalmente, despreocupación por las formas tradicionales (evitan el discurso lógico por medio de la escritura automática y técnicas elípticas, síncopas, collage, etc); y experimentación con formas de poesía no convencional (hacen poesía visual).
4. La poesía última
En 1975, con la muerte de Franco, surgen esperanzadoras expectativas de cambio político que
pronto se verán concretizadas en el régimen democrático. A partir de de esta fecha, los poetas del
70 empiezan a producir sus mejores obras. Y se empieza a hablar de una nueva generación: los
“Postnovísimos”, en quienes se van observando dos tendencias: una, la de los que hacen un uso
personalizado de la tradición clásica; y otra, la de quienes cultivan una “poesía del silencio”, en la
línea de la tradición de la “poesía pura”. Se tiende hacia una poesía más diferenciada, más personal y más libre que no deja de mirar a los grandes poetas de todos los tiempos.
Nombres que podemos destacar (teniendo claro que los anteriores siguen escribiendo): Fernando de Villena, Ana Rossetti, Luis García Montero, Julio Llamazares, César Antonio Molina, Luisa
Castro.
No podemos olvidar el nombre de algunas mujeres poetas, además de Rosseti o Castro, que se
sitúan claramente en esta última etapa. Mencionamos a aquellas que publican o consolidan su obra
a partir de los años 40, pero no han sido encasilladas: Carmen Conde10 (La noche oscura del cuerpo),
Concha Zardoya (Debajo de la luz), Gloria Fuertes (Que estás en la tierra), Clara Janés (Eros)
10
Primera mujer en acceder a un sillón de la Real Academia Española.
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