Devocional, domingo 14 de febrero del 2016 Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. (Mateo 14. 28, 29) No hay en Jesús ni la más mínima idea de rechazar la petición de Pedro. El apóstol recibe como respuesta un categórico VEN. No hay en Jesús un sentido egoísta, de protagonismo personal y superficial. El desea que Pedro experimente lo mismo (proceso formador): lo sobrenatural, lo increíble, lo impensado, lo inimaginable… Esta fue una constante en Jesús, de que sus discípulos experimentaran, en el proceso de enseñanza bajo el cual los tuvo, lo mismo incluso más… “De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre” (Juan 14. 12) Entender esta disposición de Jesús nos ayuda a desechar esa tan absurda excusa que usamos para justificarnos: “es que yo no soy Jesús”, como si Él quisiera de nosotros que fuésemos meros espectadores de sus capacidades, y con ello lograr nuestro aplauso. ¡¡¡Resucitó a Lázaro!!! Bravo!!!! Aplausos, aplausos y más aplausos!!! Como el observar a un super héroe… haciendo maravillas, explotando nuestra curiosidad morbosa… La biblia reiteradamente nos enseña absolutamente algo distinto… Nos muestra que hemos sido llamados para vivir lo mismo que Él, para experimentar lo mismo que Él… El propio Señor Jesús les señaló a sus amigos, “Si creen en mí, ustedes van a hacer lo mismo que yo, incluso mayores cosas”. Hemos sido llamados por nuestro nombre, elegidos por Dios, para experimentar y vivir lo que Jesús vivió. El apóstol Pablo lo expresó de manera muy clara en su carta a los hermanos en Roma: “Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos. (Romanos 8. 29; NTV) Y, sin duda, la mayor experiencia similar a la de Él, que somos llamados a experimentar, es la muerte, incluso la resurrección a una vida nueva (Ro. 6. 4-6) y la gloria (Ro. 8. 17). Por ello es que la vida del discípulo de Cristo está marcada por la lucha, está impregnada de sacrificio y renuncias. Experimenta la persecución, la discriminación y el rechazo, porque su Señor también lo experimentó. El llamado a Pedro a caminar sobre las aguas, solo era un anticipo de Su deseo de que viviese la experiencia de lo sobrenatural a través de su fe, incluso en las condiciones mas adversas y desconocidas que la vida le deparaba… por ello es que su reproche fue también tan personal… ¿por qué dudaste? Pr. Guillermo Hernández P.