LAS BATALLAS SE GANAN DE RODILLAS Cuando oramos, ¿tenemos la confianza de que Dios responderá, o nos sentimos indignos de Su atención? ¿Son nuestras oraciones específicas o generales? Uno de los pasajes más sencillos, pero también más profundo sobre la oración en toda la Biblia, se encuentra en el Sermón del Monte: “Pedid y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” Mateo 7:7-11 RESPONSABILIDADES AL ORAR En la oración no sólo se pide y recibe, sino también se dan gracias y se adora y alaba al Señor. Hay dos responsabilidades en la oración, la responsabilidad de Dios y nuestra responsabilidad. No podemos tener la una sin la otra; la oración es tanto humana como divina. Notemos la intensidad del Señor en este pasaje: “Pedid...buscad...llamad”. Claramente, Jesús tenía en mente que hemos de llegar a participar activamente en el proceso de oración. La oración no es un deporte para espectadores. Dios siempre está en el proceso de contestar la oración. Este simple mensaje es el propósito fundamental de Mateo 7:7-11. Tal vez alguien pregunte: “¿Significa eso que cualquier persona puede pedir, buscar, llamar y encontrar?” No, porque el Sermón del Monte está dirigido a los seguidores de Cristo. Él está hablando acerca de Sus propios hijos. PRIMER ELEMENTO VITAL Hay un elemento vital en la oración que la mayoría de las personas pasan por alto, que es la perseverancia en la oración. Así veamos que no pasa nada, una demora entre lo que pedimos y lo que recibimos no significa que Dios no conteste nuestras oraciones. En Lucas 18:1-8, Jesús cuenta la parábola de una viuda persistente que hizo enojar a un juez malo, que éste finalmente concedió lo que ella quería. Cristo usó este ejemplo para enseñarle a Sus seguidores cómo debían orar; Sin desanimarse. ¿Por qué Jesús pone tal énfasis en la perseverancia? Porque a menudo Él tarda la respuesta a las peticiones de oración, incluso si la petición que tengamos es, de hecho, conforme a la voluntad de Dios. ¿Por qué se demora Dios? Tal vez, ve dentro de nosotros actitudes de rebelión, amargura o falta de perdón, o si nota ciertos hábitos no saludables en nuestro estilo de vida, Dios pospone la respuesta a Sus hijos. Puede que ya esté preparando la respuesta y la tenga lista para ponerla en nuestro camino, pero no puede hacerlo, ni lo hará hasta que estemos en posición espiritual de recibirla. EL SEGUNDO ELEMENTO VITAL Una segunda razón para la demora de Dios es que Él está en el proceso de probar nuestra sinceridad para formar en nosotros un espíritu persistente. Si tenemos perseverancia, no daremos a conocer nuestra petición tan sólo una vez y luego rendirnos si no recibimos respuesta después de algún tiempo. Es por esa razón que Dios dice que oremos, y sigamos orando, pidiendo, buscando y llamando. Debemos de perseverar, no debemos rendirnos. Resistamos. Sigamos aferrándonos, incluso cuando no veamos evidencia alguna de que, Dios contestará nuestra oración. EL TERCER ELEMENTO VITAL En tercer lugar, Dios a menudo demora la respuesta a la oración a fin de formar nuestra fe. Cuando comenzamos a pedir, a buscar y a llamar, algo sucede en nuestro andar con Dios. Cuando le hablamos, estamos desarrollando y alimentando nuestra relación con Él. Estamos llegando a conocerle: Quién es Él y cómo opera. Dios está muy interesando en formar nuestro carácter, para que desarrollemos una fe fuerte. EL CUARTO ELEMENTO VITAL Una cuarta razón de las demoras de Dios es el desarrollo de paciencia dentro de nosotros cuando soportamos en oración hasta que Su tiempo sea el correcto. El tiempo de Dios no siempre encaja con el nuestro. A Él le interesa muchísimo más que le conozcamos, a que obtengamos de Él todo lo que desean nuestros corazones. No hay manera en que Jesucristo sea parte de nuestra vida a menos que seamos personas de oración. SIGAMOS ADELANTE Una de las betas de oro más grandes del mundo que jamás se han descubierto, se encontró a un escaso metro de donde mineros anteriores habían dejado de excavar. A menudo, los cristianos experimentan el mismo problema: La mayor de las bendiciones de Dios, se encuentra un poquito más allá de donde nos rendimos, apenas un poco más allá de donde estamos dispuestos a ir. Una de las razones fundamentales por la que no oramos es que nos hemos afanado con tantas distracciones que no tenemos tiempo para las cosas que verdaderamente importan más. LA ORACIÓN NO TIENE LÍMITES No nos preocupemos por pedirle a Dios algo demasiado grande. No podemos pedirle a Dios nada tan enorme que Él no pueda hacer si lo considera bueno. Dios recibe la honra con las peticiones grandes, difíciles y hasta imposibles cuando pedimos, buscamos, llamamos y confiamos en que nuestro amoroso Padre siempre responderá para nuestro bien. Si aplicamos activamente esta simple verdad, Dios transformará nuestra vida de oración, lo cual a su vez transformará nuestras relaciones, nuestra familia, nuestro trabajo, nuestro nivel de responsabilidad y todos los demás aspectos de nuestra vida. El privilegio de la oración es una herencia que le pertenece a cada hijo de Dios, un potencial que va más allá de toda comprensión humana. Es una obra de la gracia de Dios que Él nos ha dado a cada uno de nosotros. Será nuestra responsabilidad que esa herencia no se desperdicie. Permitámosle a Dios que haga en nosotros la persona que Él desea que seamos. Aprendamos a relacionarnos con Él. Hagamos de nuestra vida diaria de oración, una relación continua e íntima de conversación con el Señor Jesucristo. Tan pronto establezcamos una vida de oración con Dios, comenzaremos a aprovechar Su fuerza para pelear nuestras batallas espirituales. Ganaremos cada vez, si peleamos nuestras batallas de rodillas.