Cáncer diferenciado de tiroides: una antigua enfermedad con

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Gaceta Médica de México. 2014;150:65-77
M. Granados García, et al.: CáncerARTÍCULO
diferenciado
DEde
REVISIÓN
tiroides
Cáncer diferenciado de tiroides: una antigua enfermedad
con nuevos conocimientos
Martín Granados García*, Alberto Mitsuo León Takahashi, Francisco Javier Guerrero Huerta
y Zaki Antonio Taissoun Aslan
Servicio de Cabeza y Cuello, Instituto Nacional de Cancerología, México, D.F.
Resumen
El cáncer diferenciado de tiroides es la neoplasia endocrina más común y su incidencia parece aumentar rápidamente,
aunque con un buen pronóstico; la participación de diversas especialidades médicas ha propiciado diferentes enfoques
en el tratamiento e incluso varias controversias. En ausencia de estudios controlados, las recomendaciones para el
tratamiento se fundamentan en conocer los factores pronósticos para la sobrevida y el control local, los efectos de los
tratamientos y la morbilidad asociada. Recientemente, se han presentado avances importantes en el área de la genética
y la biología molecular que tienen aplicaciones terapéuticas principalmente para la enfermedad refractaria al yodo;
también se han logrado avances en el tratamiento adyuvante utilizando radiofármacos y hormonas recombinantes. Con
toda esta nueva información, presentamos una revisión que pretende actualizar los conocimientos sobre una enfermedad
antigua.
PALABRAS CLAVE: Cáncer diferenciado de tiroides. Hormona estimulante de tiroides recombinante humana (rhTSH).
BRAF-V600E. RET/PTC.
Abstract
Differentiated thyroid cancer is the most common endocrine malignancy and its incidence appears to be rising rapidly
with a good prognosis. However, the involvement of different medical specialties has changed the focus of treatment
and triggered a number of controversies. In the absence of controlled trials, the guidelines for treatment are founded
on prognostic factors for survival and local control, the effects of the treatments, and comorbidities. Recently, the major
advances in the field of genetics and molecular biology have been applied in the treatment of iodine refractory disease,
and the use of tracers and recombinant hormones have succeeded in improving adjuvant treatment. Based on this
information, we present this review with the aim of updating the knowledge of an ancient disease. (Gac Med Mex.
2014;150:65-77)
Corresponding autor: Martín Granados García, [email protected]
KEY WORDS: Differentiated thyroid cancer. rhTSH. BRAF. V6000E. RET-PTC.
Introducción
El cáncer diferenciado comprende varias entidades
que suelen tener un comportamiento indolente, pero
podría manifestarse como una neoplasia letal. Según
Correspondencia:
la estadística oficial publicada en 2008, México reportó 3,195 casos de cáncer de tiroides (1,351 en varones
y 1,844 en mujeres), que representaron el 2.5% del
total de neoplasias malignas, con una incidencia de
3 por 100,000 habitantes y una mortalidad de 0.6 por
100,000 habitantes1. El cáncer diferenciado de tiroides
incluye el tipo papilar y folicular, representan más
del 80% de los casos y se asocia con un excelente
pronóstico. Su incidencia incrementa y la mortalidad
*Martín Granados García
Av. San Fernando, 22
Col. Sección XVI, Del. Tlalpan, C.P. 14080, México, D.F.
E-mail: [email protected]
Fecha de recepción: 26-08-2013
Fecha de aceptación: 07-09-2013
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Gaceta Médica de México. 2014;150
decrece gracias al aumento del uso del ultrasonido
(US) para diagnosticar tumores pequeños, con mejor
pronóstico y probablemente sobretratados2. La relación mujer:hombre es de 4.4:1, pero en la experiencia
de los autores el 85.6% de los casos ocurrió en mujeres,
con una relación 5.9:1. La máxima frecuencia tiene
lugar entre los 41 y los 50 años, y el 60% de los casos
acontecen entre los 31 y los 60 años. De las malignidades tiroideas, el carcinoma papilar y sus variantes
representan el 80.3% y el cáncer folicular y sus variantes, el 2.4%.
Factores de riesgo, causas y patogénesis
La exposición accidental o terapéutica a dosis bajas
de radiación ionizante es el factor de riesgo mejor
conocido para el cáncer diferenciado, aunque solo el
1.8-10% de los expuestos lo desarrollan. Otros factores son la dieta baja en yodo con bocio preexistente,
la obesidad y la predisposición genética (asociación
a enfermedad de Cowden, síndrome de Gardner y
síndrome de Peutz-Jehgers), pero la información es
escasa. Se ha postulado la existencia de un síndrome
de cáncer familiar en tiroides sin relación con el cáncer
medular que explicaría menos del 5% de los casos y
con mayor agresividad3.
El cáncer es producto de un desequilibrio entre los
factores de crecimiento, los receptores de superficie
celular, las vías de señalización intracelular y los factores de transcripción que desencadenan una proliferación desordenada, la destrucción de tejidos adyacentes y la diseminación a distancia. El gen RET
normalmente codifica para un receptor transmembrana con actividad tirocino-cinasa que está inactivo en
la vida adulta, mientras que activado induce vías de
señalización intracelular con potencial carcinogénico.
En el cáncer diferencial de tiroides destacan las
translocaciones e inversiones del gen RET con genes
heterólogos que originan un gen quimérico llamado
RET/PTC activado; esto ocurre en el 3-60% de los
casos de tipo papilar y destacan los pacientes jóvenes y los expuestos a radiaciones4. Otras mutaciones,
no menos importantes, son las translocaciones activadoras del gen BRAF (hasta en el 50% de los casos)
y el gen RAS, que inducen la activación de la vía
RET-Ras-RAF-MAP cinasa/ERK. Las mutaciones del
BRAF son frecuentes en edad avanzada e indicadores patológicos de conducta agresiva. Estudios in
vitro han documentado una menor expresión del
transportador sodio/yoduro (NIS) y genes del receptor
TSH en carcinomas papilares con BRAF-V600E-positivos,
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traduciéndose en una eficacia limitada del yodo radiactivo y la supresión de TSH como adyuvantes en el
tratamiento5,6; sin embargo, el bloqueo de la vía MAPK
restauraría la expresión de estos genes. Se ha reportado que la prevalencia de BRAF mutado alcanza al
78-95% de los carcinomas refractarios al yodo y el
silenciamiento de la bomba BRAF-V600E involucra la
acetilación de histonas7. Se ha utilizado la mutación
de BRAF-V600E para discernir malignidad en aspirados indeterminados, y el uso de inhibidores de cinasas
alteradas ha logrado revertir la resistencia al yodo-131
en carcinomas metastásicos8.
Por otro lado, los carcinomas foliculares presentan
mutaciones en RAS o rearreglos de POAX8-PPARC,
mientras que las mutaciones inactivas de p53 se observan solo en carcinomas anaplásicos9,10.
Histopatología
El carcinoma papilar convencional se caracteriza por
presentar papilas y cambios nucleares típicos, como
aumento de tamaño, aspecto claro o «vacío» (80%),
contorno irregular con pliegues profundos en la membrana nuclear y seudoinclusiones (80-85%). Las papilas están conformadas por un tallo fibrovascular, de
longitud y espesor variables, cubierto por células
neoplásicas. Las variedades histológicas de peor pronóstico son: esclerosante difusa, folicular difusa, células altas, trabecular, células columnares y desdiferenciado (también llamado carcinoma poco diferenciado/
indiferenciado con componente de carcinoma papilar)11.
Las variedades con mejor pronóstico son: encapsulada y microcarcinoma papilar. Finalmente, las variedades de pronóstico similar son: folicular, sólida, de
células oxífilas (células de Hurtle), estroma similar a
fascitis nodular, macrofolicular, similar a tumor de
Warthin, cribiforme-morular y la variedad con estroma
lipomatoso.
En el cáncer folicular se debe buscar la invasión
capsular y vascular. Se considera que hay invasión
capsular cuando el tumor penetra el espesor total de
la misma, en tanto que la invasión vascular se define
como el crecimiento intravascular de una masa tumoral polipoide cubierta por el endotelio. Los vasos afectados deben encontrarse en el interior o fuera de la
cápsula12. Se clasifica en dos tipos, con importantes
implicaciones pronósticas según el grado de invasividad: mínimamente invasor (encapsulado) y ampliamente invasor13. La alta celularidad, el tipo de crecimiento sólido o el pleomorfismo nuclear no indican
tumor maligno.
M. Granados García, et al.: Cáncer diferenciado de tiroides
Patrones de diseminación
El cáncer diferenciado suele permanecer confinado
a la glándula durante mucho tiempo, pero a medida
que avanza la edad de presentación se relaciona con
mayor agresividad local y capacidad metastásica. La
agresividad local se refiere a la extensión extratiroidea
y, en consecuencia, a la infiltración de los tejidos adyacentes, incluidos los músculos pretiroideos, el nervio
laríngeo recurrente, la tráquea, la laringe, la hipofaringe, el esófago e incluso la piel. Las metástasis ganglionares son comunes en el cáncer papilar y más
frecuentes en los jóvenes; sin embargo, su presencia
no significa un pobre pronóstico de supervivencia.
Según la experiencia de los autores, son palpables al
diagnóstico en el 8.2%, pero, desde el punto de vista
histotológico, el 70-80% de metástasis se documentan
en la disección electiva del cuello, siendo más frecuentes en los ganglios peritiroideos, seguidos de la
cadena yugular profunda ipsolateral, los mediastínicos
y, finalmente, el hemicuello contralateral. La evidencia
indica que, en una proporción significativa de casos,
la enfermedad permanece microscópica y subclínica,
incluso durante varios años14. Las metástasis distantes
son raras, pero indican un pronóstico menos favorable,
principalmente en pacientes de edad avanzada. Con
más frecuencia se localizan en el pulmón, el hueso, el
hígado y el cerebro. Una serie reportó metástasis en
el cerebro, el ojo, la mama, el hígado, el riñón, el
músculo y la piel mediante estudios de tomografía
por emisión de positrones con tomografía computada por
emisión de positrones (PET-CT), siendo esta una enfermedad agresiva15. Según la experiencia de los autores, el 7% de los pacientes con cáncer papilar se
presentan con metástasis a distancia, pero con más
frecuencia en el cáncer folicular. El concepto de multicentricidad tiene un origen policlonal16; ocurre en el
20-88% de los casos, siendo rara en el tipo folicular,
y no se traduce en un peor pronóstico para la sobrevida17. En cambio, el carcinoma folicular rara vez se
asocia a metástasis ganglionares, pero en este tipo de
carcinoma las metástasis a distancia se observan con
más frecuencia. La presencia de invasión capsular
confiere un 14% de probabilidades para desarrollar
metástasis a distancia; cuando solo hay invasión
vascular, un 27%; con invasión capsular y vascular, un
50%, y cuando los vasos capsulares, los extratiroideos
y los tejidos peritiroideos están invadidos, hasta un
75% desarrollará metástasis a distancia. El tamaño
tumoral también tiene relación con el desarrollo de
metástasis a distancia: tumores menores de 2 cm, un
17%; de 2 a 4 cm, un 32%; de 4 a 6 cm, un 29%, y
mayores de 6 cm, un 73%18.
Manifestaciones clínicas
El cáncer diferenciado suele presentarse como un
nódulo asintomático en una glándula normal. Estos
nódulos son comunes; la prevalencia es del 5-6% en
mujeres y del 0.5-1% en varones. Al utilizar el US de alta
resolución la prevalencia incrementa hasta el 19-67%,
pero solo el 5-15% resultan malignos19,20. Otra forma
de presentación son las adenopatías cervicales sin un
tumor primario evidente. Clínicamente los tumores localmente avanzados cursan con disfonía, disfagia,
disnea, tos o esputo hemoptoico, pero la ausencia de
síntomas no descarta la invasión local. Las manifestaciones secundarias a metástasis son raras, aun con
presencia a nivel pulmonar.
Diagnóstico y evaluación
Se requiere una completa anamnesis y exploración
física, que incluya una cuidadosa palpación del cuello
con una laringoscopia. Se realizará una biopsia por
aspiración con aguja fina (BAAF), que es el mejor estudio para la evaluación inicial de un nódulo tiroideo. Su
sensibilidad, especificidad y valor predictivo positivo
para malignidad rebasan el 90%21; se practica en el
consultorio cuando el nódulo es palpable, pero el uso
del US permite guiar la toma de biopsia si aquel no se
logra palpar, si la biopsia previa fue insuficiente o ante
grandes lesiones para evitar errores de muestreo22,23.
La BAAF clasifica el nódulo como benigno, indeterminado o maligno. Un diagnóstico citológico benigno,
como bocio coloide o tiroiditis, permite observar al
paciente o tratarlo médicamente; asimismo, la confirmación de malignidad indica la necesidad de intervenir quirúrgicamente. Existe la posibilidad de un aspirado «indeterminado» en el 16-25% de los casos por
la presencia de células foliculares o linfoides, que
pueden relacionarse con otras entidades, como adenoma, carcinoma folicular, carcinoma papilar de variante folicular, tiroiditis linfocítica o linfoma24. En cambio, una muestra insuficiente es indicación para
repetir la BAAF guiada por US. Para incrementar la
sensibilidad y especificidad de la BAAF, y disminuir
así cirugías innecesarias por aspirados indeterminados, se ha propuesto el uso de marcadores moleculares en las muestras. Entre los marcadores propuestos
se encuentran: BRAF, RAS, RET/PTC, pax8/pparγ y trk.
La mutación BRAFT1799A parece ser la más especifica
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Gaceta Médica de México. 2014;150
Tabla 1. Sistema Bethesda para clasificar las citologías tiroideas
Categoría diagnóstica
Protocolo de tratamiento
I. No diagnóstica o insatisfactoria
1-4
Repetir BAAF guiada por US
II. Benigna
0-3
Seguimiento clínico
III. Atipia de significado incierto o lesión folicular de
significado indeterminado
5-15
Repetir BAAF
IV. Neoplasia folicular o sospechosa
15-30
Lobectomía
V. Sospechosa de malignidad
60-75
Lobectomía o tiroidectomía total
VI. Maligna
97-99
Tiroidectomía total
del carcinoma bien diferenciado25. Finalmente, se ha
propuesto el sistema Bethesda para clasificar los resultados de las BAAF o aspirados26. Con este sistema,
se han disminuido los aspirados indeterminados a costa de un incremento de los aspirados benignos, pero
sin incremento de los malignos, disminuyendo el número de cirugías innecesarias27 (Tabla 1).
El US aislado tiene poca utilidad para confirmar la
malignidad; sin embargo, evalúa glándulas incrementadas de volumen o no palpables y ayuda a documentar adenopatías sospechosas, guía biopsias y permite
dar seguimiento a los lóbulos remanentes después de
la cirugía tiroidea. Se tiene sospecha de malignidad
ante la presencia de microcalcificaciones, nódulos heterogéneos y sólidos, lesiones hipoecoicas, de bordes
irregulares, con hipervascularidad intranodular, relación «más alto que ancho», y también se descartará la
malignidad en ganglios mayores de 10-15 mm de diámetro, esféricos, hipoecoicos y que carezcan de hilio
ecogénico. La presencia de áreas quísticas o con
microcalcificaciones es sugerente de malignidad28.
Actualmente se encuentra en estudio la determinación
de la tiroglobulina de los aspirados para caracterizar
mejor las adenopatías sospechosas29, y se ha propuesto un sistema thyroid image reporing and data
system (TIRADS) para describir los hallazgos ultrasonográficos, con sus respectivos valores predictivos30.
La radiografía de tórax es útil para documentar lesiones metastásicas; la presencia de disfagia indica que
hay que realizar un esofagograma y/o una endoscopia,
pero su sensibilidad es limitada a la hora de detectar
invasión faríngea o esofágica. La laringoscopia se deberá realizar en todos los pacientes, ya que, aun con
parálisis cordal, la disfonía no siempre es obvia. La
sospecha de invasión traqueal es indicación para realizar una broncoscopia.
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Riesgo de malignidad (%)
La existencia de lesiones primarias grandes o si
estas se introducen en el estrecho superior del tórax,
la presencia de múltiples adenopatías voluminosas y
la sospecha de invasión local o enfermedad metastásica son indicaciones para realizar CT o resonancia
magnética (RM) del cuello y el mediastino superior, y
también permiten evaluar la resecabilidad por recaídas
locales o regionales31. El uso de contraste yodado puede
disminuir la eficacia del tratamiento con yodo-131, por
lo que se recomienda posponer el tratamiento ablativo
hasta tres meses después de usar contrastes yodados.
La determinación de calcitonina durante la evaluación del nódulo tiroideo se realizará cuando existan
antecedentes familiares o con una citología sospechosa para cáncer medular; esta conducta nos dará un
diagnóstico temprano, cirugías completas y mayor
sobrevida32.
Factores pronóstico
El factor pronóstico más importante para la sobrevida es la edad: a mayor edad, especialmente después
de los 40-45 años, más agresividad local y capacidad
metastásica. Otros factores importantes son la presencia de metástasis a distancia, el tamaño tumoral y la
extensión extratiroidea33. Incluso en pacientes jóvenes
la presencia de metástasis a distancia disminuye la sobrevida en un 50%. El tamaño tumoral mayor de 2 cm
es de mal pronóstico para recaída local y el de más
de 5 cm se asocia a mayor mortalidad. La extensión
extratiroidea y la invasión de estructuras adyacentes
al tiroides, con excepción de la invasión aislada del
nervio recurrente o los músculos pretiroideos, se asocian
a recaída local, con una mortalidad de hasta el 50%.
Las metástasis ganglionares no influyen de manera
significativa en el pronóstico de supervivencia, excepto
M. Granados García, et al.: Cáncer diferenciado de tiroides
tal vez cuando la relación de ganglios metastásicos
frente a resecados es alta (odds ratio [OR]: 0.42)34. La
enfermedad multicéntrica no influye de manera significativa en el pronóstico de supervivencia, pero se
relaciona con mayor riesgo de recaída local35. Hay
evidencia de que el estado mutacional de BRAF es un
predictor significativo de pobre pronóstico, especialmente en relación con la extensión extratiroidea, la
multicentricidad, las metástasis ganglionares distantes
y los estadios avanzados36. Los pacientes varones
suelen presentarse en etapas más avanzadas; sin embargo, el pronóstico es idéntico al de las mujeres en
la misma etapa37. Ciertas variedades de carcinoma
papilar se relacionan con mal pronóstico debido a su
asociación con factores pronósticos adversos conocidos; sin embargo, la evidencia de la variedad como
factor pronóstico independiente es controvertida38,39.
El carcinoma de células de Hurtle es una variedad del
carcinoma folicular con tendencia a la recaída y respuesta inadecuada al yodo radiactivo40.
Etapificación
Se han propuesto varios sistemas, pero uno de los
más útiles es el AMES (edad, metástasis, extensión
extratiroidea, tamaño). Según este sistema, los pacientes del grupo de bajo riesgo tienen una mortalidad a los
20 años del 2% y los del grupo de alto riesgo, del 46%,
pero tanto este sistema como los otros son poco útiles
para guiar el tratamiento. El sistema pronóstico más
utilizado es el propuesto por la American Joint Committee on Cancer (AJCC) y la Unión Internacional Contra el Cáncer (UICC). Según este sistema, la supervivencia observada a los cinco años para el carcinoma
diferenciado en etapa I es del 96.4-97.9%; en la etapa II,
del 86.9-93.8; en la etapa III, del 49.8-83.6, y en la
etapa IV, del 32.7-48.741.
Tratamiento orientado al riesgo
La cirugía exclusiva erradica la enfermedad en casos seleccionados de cáncer tiroideo y es fundamental en el control local de los restantes casos; su extensión guarda relación con la extensión y pronóstico de
la enfermedad, pero también debe considerar la morbilidad del tratamiento.
Los sistemas pronósticos propuestos están diseñados para el pronóstico de supervivencia; por ello los
autores usan y proponen un sistema de clasificación
en tres grupos de riesgo para el carcinoma papilar que
resumen los factores de riesgo conocidos y validados,
no solo en relación con la supervivencia, sino también
para el control local y regional. Este sistema permite
entender mejor las necesidades de tratamiento. El primer grupo se asocia a un excelente pronóstico de
supervivencia y bajo riesgo de recaída; otro grupo
conserva un buen pronóstico de supervivencia, pero
presenta un riesgo intermedio de recaída local o regional, y un tercer grupo está asociado a mal pronóstico y alto riesgo de recaída distante y mortalidad. Los
primeros dos grupos estarían contenidos en el grupo
de buen pronóstico del sistema de Cady. En el paciente con buen pronóstico, la supervivencia no depende
de la extensión de la resección quirúrgica, siempre y
cuando se elimine la enfermedad macroscópica42. En
cambio, el paciente de mal pronóstico resulta beneficiado, en términos de supervivencia, con una resección tiroidea total, o de forma más precisa con la resección de la totalidad del tejido tiroideo normal o
neoplásico43.
Carcinoma papilar
Los grupos se conforman de la siguiente manera:
– Bajo riesgo. Incluye a pacientes con carcinoma
papilar convencional, menores de 45 años, con
tumores menores de 1-2 cm, sin extensión extratiroidea ni metástasis demostrables. Estos individuos tienen un excelente pronóstico de supervivencia y un bajísimo riesgo de recaída. El
objetivo del tratamiento es lograr el control local
con mínima morbilidad. Si el tumor está confinado
a un lóbulo, la lobectomía está indicada, pero se
requiere una tiroidectomía total si se ha documentado enfermedad multicéntrica.
– Riesgo intermedio. Los pacientes jóvenes con
ruptura capsular limitada, metástasis ganglionares o tumor de 2-5 cm presentan riesgo de recaída local y regional, pero conservan un excelente
pronóstico de sobrevida. Requieren una tiroidectomía total o, mejor dicho, la resección de todo el
tejido tiroideo normal o neoplásico, incluyendo los
ganglios regionales involucrados. El objetivo es
obtener el control locorregional y optimizar el
efecto del yodo radiactivo, para disminuir el riesgo de recaída.
– Riesgo alto. Los pacientes mayores de 45 años
con algún factor pronóstico adverso, como carcinoma papilar de variedad agresiva, ruptura capsular o tamaño tumoral mayor de 5 cm, y todos
los pacientes con metástasis a distancia tienen
un pronóstico de supervivencia menos favorable.
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Gaceta Médica de México. 2014;150
Deben tratarse con la resección completa del tejido tiroideo normal y neoplásico, más la resección de los tejidos involucrados, incluyendo los
ganglios regionales. Esto también es útil en la
enfermedad Pauci metastásica. El objeto es optimizar el control locorregional y el efecto del yodo
radiactivo sobre las metástasis distantes, eventuales o probadas.
Carcinoma folicular
En el carcinoma folicular se consideran solo dos
grupos:
– Bajo riesgo: pacientes menores de 45 años con
un carcinoma folicular mínimamente invasivo, menor de 2 cm y sin metástasis a distancia demostrables; el pronóstico de sobrevida es muy bueno
y solo se requiere lobectomía, ya que la multicentricidad es rara.
– Alto riesgo: pacientes mayores de 45 años o portadores de un tumor extensamente angioinvasor,
tumores mayores de 2 cm o con metástasis a
distancia, independientemente de la edad; se indica la resección de todo el tejido tiroideo normal
o neoplásico (tiroidectomía total) y yodo radiactivo postoperatorio.
Aspirado indeterminado, neoplasia
folicular o sospecha de neoplasia folicular
De forma posterior al examen citológico en algunos
pacientes es imposible distinguir entre adenoma y carcinoma folicular, y se emite el diagnóstico de aspirado
indeterminado, neoplasia folicular o sospecha de neoplasia folicular. Tradicionalmente se realiza una lobectomía con estudio transoperatorio y si se demuestra la
presencia de un carcinoma folicular, se realiza una
tiroidectomía total. Sin embargo, hasta en nueve de
cada diez casos, el análisis por cortes congelados aún
es incapaz de confirmar o descartar la malignidad.
Aun así, en un paciente varón, mayor de 40 años, o
con un tumor mayor a 4 cm o con antecedente de
radiación, se debe considerar la realización de una
tiroidectomía total, ya que la probabilidad de malignidad se incrementa sustancialmente (del 10 al 40-50%),
y así también se evitan reintervenciones44.
Para tomar la decisión, se deben considerar las características ultrasonográficas que sugieren malignidad: nódulo isoecoico o hipoecoico, bordes mal definidos, incremento de la vascularidad en su interior,
con o sin microcalcificaciones45. En ausencia de estos
70
indicadores, se puede realizar una lobectomía, y se
completa la tiroidectomía cuando se confirma un tumor
agresivo, como el carcinoma folicular angioinvasor.
Actualmente, se encuentra en estudio la determinación
preoperatoria de la mutación BRAFT1799A a partir de
muestras de BAAF para distinguir los aspirados benignos de los malignos46.
Tratamiento del tumor primario
Solo los pacientes de bajo riesgo pueden ser tratados con una lobectomía; los restantes requieren la
resección de los tejidos tiroideos normales o neoplásicos y otros involucrados, incluidos los ganglios regionales. Sin embargo, el manejo postoperatorio también se correlaciona con el grupo de riesgo.
Cirugía mínimamente invasiva
Actualmente están en ensayo las técnicas mínimamente invasivas y asistidas con robot para el tratamiento de las neoplasias tiroideas; los procedimientos
son factibles y se asocian a baja morbilidad en pacientes seleccionados47. Sin embargo, es difícil evaluar los
resultados, por las múltiples técnicas utilizadas, desde
incisiones pequeñas, con o sin asistencia de vídeo,
hasta técnicas endoscópicas en tórax, axilas, vestíbulo de la boca y mamas. Además, se practican sin insuflación o técnicas con elevación de la piel48-53.
Las indicaciones en mínima invasión son estrictas:
nódulos menores de 3.5 cm, sin radiación previa al
cuello y sin tiroiditis. La lesión del nervio laríngeo recurrente oscila entre el 0 y el 2.8% y el hipoparatiroidismo permanente va del 0 al 1.0%, cifras similares a
la cirugía abierta. No hay informes de resultados oncológicos a largo plazo, pero los indicadores intermedios de eficacia muestran resultados similares54. También se ha demostrado la factibilidad de realizar la
disección central junto con la tiroidectomía total, pero
faltan resultados a largo plazo. En conclusión, los beneficios básicamente son estéticos, con menor dolor y
menor estancia hospitalaria, quedando pendientes los
resultados oncológicos a largo plazo y los análisis de
costo/eficacia55.
Tratamiento dirigido al cuello
La disección de cuello lateral (niveles II a IV) solo
será terapéutica, ya que la disección profiláctica no ha
demostrado mejorar el pronóstico de sobrevida. No
obstante, algunos autores han propuesto la disección
M. Granados García, et al.: Cáncer diferenciado de tiroides
profiláctica del nivel VI (cuello central), ya que podría
mejorar los resultados del tratamiento. Hasta ahora
solo ha demostrado un mejor control regional56, pero
no ha mejorado el pronóstico de sobrevida principalmente en los pacientes con mejor pronóstico; por otra
parte, se debe tomar en cuenta la morbilidad, aunque
esta pueda ser mínima57,58. En nuestra experiencia la
disección central fue segura, con hipoparatiroidismo
transitorio en el 4% y lesión del nervio laríngeo recurrente en el 0%, pero esta experiencia no es generalizable, especialmente entre médicos o instituciones
con bajo volumen quirúrgico59. Otros autores han propuesto practicar la disección central «unilateral», que
representaría un mejor balance entre morbilidad y control local, pero esto debe probarse60. Cuando existen
metástasis en el cuello lateral, hay un alto riesgo de
metástasis no probadas en el cuello central, por lo que
recomendamos practicar la tiroidectomía total, la disección central unilateral y la disección del cuello lateral en bloque.
En relación con el cuello lateral, el estándar es la
disección terapéutica de los niveles I-V, pero se extiende cuando hay infiltración de los tejidos adyacentes, principalmente con enfermedad voluminosa. Sin
embargo, se ha propuesto la disección limitada a los
niveles IIa a IV y Vb, debido al bajo riesgo de afección
del nivel I y Va en enfermedad poco voluminosa y
pacientes con buen pronóstico61, pero su eficacia aún
debe probarse62. También se ha propuesto el ganglio
centinela para definir el estado ganglionar en cáncer
diferenciado de tiroides, pero su utilidad actualmente
es debatible63.
En todos los pacientes con enfermedad ganglionar
cervical macroscópica deberá evaluarse el mediastino
anterosuperior, ya que hasta el 15% podrían tener una
afección del mediastino que deberá ser resecada. Finalmente, se consideran irresecables las metástasis
ganglionares voluminosas y fijas a estructuras profundas (columna vertebral), o que envuelvan la carótida,
y aquellas que invadan la piel de manera difusa y
extensa; la evidencia es mínima, pero se pueden tratar
con teleterapia en un intento de hacer quirúrgicas resecables.
Enfermedad localmente avanzada
Algunos pacientes (3-16%) tienen tumores primarios
o recurrentes que involucran las vías aerodigestivas
superiores. Suelen presentar un tumor de lento crecimiento, sin metástasis a distancia, pero se hallan
en riesgo de muerte por hemorragia u obstrucción
respiratoria; se estima que esto sucede en el 5.8% de
los casos64, y el 80-86% de los pacientes que mueren
por cáncer tiroideo presentan enfermedad local persistente (fallecen el 30-47% por esta razón65). Se ha
observado que la disminución de la expresión de Ecadherina podría contribuir a la naturaleza invasiva de
los carcinomas66.
En estos pacientes el control local presenta un dilema: someterse a cirugía radical, que podría implicar
incluso una laringectomía, o a una cirugía menos extensa para mantener la calidad de vida, pero afectando la posibilidad de curación. Las estructuras más
frecuentemente afectadas son los músculos pretiroideos, el nervio laríngeo recurrente, el esófago, la hipofaringe, la laringe y la tráquea, y el 22% tendrán
ganglios regionales afectados. Al considerar una enfermedad regional, también pueden estar afectadas la
vena yugular interna, la arteria carótida y el nervio
vago, frénico y espinal67. En estas circunstancias, la
toma de decisiones requiere un profundo conocimiento de los factores pronósticos, los patrones de invasión
y las técnicas quirúrgicas para la resección, ya que la
invasión local no es uniforme, y cada paciente deberá
ser individualizado. La invasión aislada de los músculos pretiroideos o de solo un nervio laríngeo recurrente no representa mayor problema; sin embargo, la invasión faringoesofágica impacta en la sobrevida y la
calidad de vida, pero no alcanza el impacto cuando
existe invasión laringotraqueal68, entendiendo por esta
la invasión de la laringe por extensión directa a través
del cartílago tiroides, la membrana cricotiroidea, o la
extensión directa alrededor del cartílago tiroides y la invasión de la tráquea de forma directa desde la afección limitada al pericondrio hasta alcanzar la mucosa.
El mayor problema de la invasión laringotraqueal es
decidir entre una resección completa asociada a morbilidad y complicaciones o una resección limitada que
disminuye la posibilidad de curación. El éxito del tratamiento depende de una correcta evaluación. El paciente con invasión de las vías aerodigestivas superiores suele cursar asintomático, pero también puede
presentarse con tumor en el cuello, disfonía, tos, disfagia, hemoptisis o disnea. Se requiere un alto nivel de
sospecha para indicar los estudios preoperatorios
pertinentes. El US de cuello tiene una baja sensibilidad
y la TC o la RM están indicadas ante la sospecha de
invasión local; la primera tiene la ventaja de la accesibilidad y el costo menor. Si los hallazgos sugieren
invasión faríngea, esofágica o traqueal, se indicarán
estudios endoscópicos, y la PET/TC se podría considerar en pacientes con rastreos de yodo negativos,
71
Gaceta Médica de México. 2014;150
Tabla 2. Clasificación de la invasión traqueal por el cáncer papilar de tiroides
Etapa 0
Tumor confinado a la glándula tiroides
Etapa I
Tumor que se extiende a través de la cápsula de la glándula y contacta al pericondrio traqueal
Etapa II
Tumor que destruye el cartílago traqueal o invade entre los anillos traqueales
Etapa III
Tumor que se extiende a través del cartílago o entre los anillos hasta la lámina propia sin invadir o elevar la
mucosa traqueal
Etapa IV
Tumor que penetra el grosor total de la pared traqueal como úlcera o nódulo
siempre y cuando la presencia de metástasis cambie
la conducta en el tratamiento; sin embargo, su verdadera utilidad está por definirse.
Shin, et al. sugirieron una clasificación para el carcinoma papilar que invade la tráquea en cinco etapas,
dependiendo de la profundidad de la invasión (Tabla 2),
y observaron que los pacientes en la etapa IV tuvieron
una mayor mortalidad por progresión de la enfermedad69. Si bien los resultados pueden ser malos en
términos de sobrevida, la resección puede estar indicada para paliar la hemorragia y obstrucción, e incluso para lograr sobrevidas significativas con buena
calidad de vida. Algunos autores proponen la resección completa rutinaria, con márgenes libres y reconstrucción inmediata, reportando una baja morbilidad y
un mejor control local; sin embargo, algunas series
retrospectivas sugieren que es posible eliminar la enfermedad macroscópica si la invasión no es profunda
y dejar tumor residual microscópico (R1) que no compromete la sobrevida70. Los autores creen que el tratamiento debe realizarse de forma selectiva: resección
completa, si es posible preservar funciones, o resección con residual microscópico, si el riesgo de perder
funciones importantes es elevado; sin embargo, en
algunos pacientes es justificable la resección completa, a pesar de las secuelas, si el objetivo es la curación. Es decir, un grupo de pacientes podría ser tratado de forma conservadora mediante «rasurado»,
pero aquellos con invasión intraluminal requieren una
escisión radical, incluyendo la resección en ventana o
circunferencial y con preservación de las funciones
laríngeas o sin ella. Realizar una escisión radical implica la posibilidad de seccionar el nervio laríngeo recurrente, la resección de los músculos pretiroideos en
bloque con la glándula tiroides, la resección traqueal
parcial o la circunferencial con anastomosis primaria
de la tráquea, la esofagectomía parcial, la laringectomía parcial e incluso una faringolaringoesofagectomía.
72
Sin embargo, se deberá intentar resecar el tumor de
la faringe o esófago tratando de conservar la mucosa
y evitar una faringectomía o esofagectomía transmural.
La mortalidad operatoria con resección radical circunferencial y reconstrucción inmediata, en centros especializados, puede ser tan baja como del 2%71.
Además de resecar el tumor primario, Cody sugirió
la disección profiláctica o electiva del cuello por las
metástasis ocultas que observó en cinco de seis pacientes disecados de forma electiva y que recurrieron
en el cuello en cuatro de ocho pacientes observados72.
McCaffrey, siguiendo una política de tratamiento selectivo, reportó una sobrevida del 79% a los cinco
años, del 63% a los 10 y del 54% a los 1573. En ocasiones, el carcinoma tiroideo penetra en la pared traqueal anterior con o sin el segmento anterior del cricoides; si el segmento alcanza menos del 35% del
perímetro, se puede realizar una ventana, que dejará
una fístula traqueal que puede ser cerrada con músculos pretiroideos adyacentes, o con el músculo esternocleidomastoideo. Los tumores que invaden el espacio paraglótico y la hemilaringe son candidatos a una
hemilaringectomía parcial o frontolateral vertical en un
intento de preservar las funciones laríngeas. Si la invasión traqueal es más extensa, se requiere una resección circunferencial con traqueosplastia. Cabe señalar que una longitud de resección igual o menor a
2.5 cm no requiere procedimientos para liberar la laringe o la tráquea distal74. En contraste, 5 o 6 cm de
tráquea son el límite para resecarla con una anastomosis primaria, que requiere una adecuada movilización laríngea seccionando los músculos suprahioideos
y una esternotomía media para movilizar la tráquea
distal. Se debe cuidar la preservación de los nervios
laríngeos recurrentes, la irrigación traqueal, evitar la
esqueletización traqueal innecesaria y verificar la presión de la cánula de traqueostomía para evitar la necrosis traqueal. Se sugiere que la anastomosis traqueal se
M. Granados García, et al.: Cáncer diferenciado de tiroides
haga con puntos separados utilizando suturas absorbibles y se prescinda de la traqueostomía. Para evitar
tensión en la sutura traqueal se utilizan puntos de
sutura entre la barbilla y la cara anterior del tórax, que
se retiran después de cinco días75.
En pacientes con invasión más allá del pericondrio,
la experiencia dice que la resección de la vía aérea
invadida puede producir una paliación prolongada, limitar la incidencia de complicaciones y, en algunos casos,
llevar incluso hasta la curación76. Cuando la invasión
laríngea es tan extensa que imposibilita mantener las
funciones laríngeas, se realiza una laringectomía o
faringolaringectomía total, con o sin esofagectomía,
para eliminar por completo la enfermedad macroscópica; todos estos pacientes tienen indicación postoperatoria de yodo-131, teleterapia o ambos77. Según la
experiencia de los autores, la necesidad de resecciones complejas alcanza el 4%; entre enero de 1999 y
junio de 2002, se realizaron 2,943 cirugías, de las
cuales 320 (11%) fueron por carcinomas tiroideos bien
diferenciados; de estas, 13 (4%) requirieron resecciones complejas por involucro de estructuras locales. Se
definen como resecciones complejas aquellas más
extensas que la resección del nervio laríngeo recurrente o de los músculos pretiroideos. Las resecciones
incluyeron combinaciones en orden descendente de
frecuencia de los músculos pretiroideos, el nervio laríngeo recurrente, la tráquea, el esófago, la faringe y
la laringe.
Tratamiento adyuvante
o durante el postoperatorio
La necesidad de dar tratamiento postoperatorio depende del grupo de riesgo en el que se clasifique al
paciente. Los pacientes de bajo riesgo no se benefician de la ablación con yodo-131 y no requieren rastreo postoperatorio ni supresión de la TSH.
Los pacientes de riesgo intermedio y alto requieren
ablación con yodo radiactivo. La ablación se practica
4-6 semanas después de la intervención quirúrgica,
cuando las cifras de TSH son superiores a 30 mlU/l
o después de administrar rhTSH. La ablación debe
ir precedida por una dieta baja en yodo durante las
2-3 semanas previas, y se deben evitar los contrastes
radiográficos yodados durante tres meses. La eficiencia del yodo-131 es inversamente proporcional al volumen del tejido tiroideo residual y directamente proporcional a los niveles de TSH, por lo que debe
eliminarse de forma quirúrgica toda la enfermedad
macroscópica78. La ablación sin un rastreo previo se
practica con más frecuencia, para evitar el aturdimiento que significa una disminución significativa de la
capacidad para captar yodo-131 que se traduce en
menor eficacia terapéutica79.
Las dosis bajas de yodo-131 (30 mCi) son tan eficaces como las altas (100 mCi) para eliminar el tejido
tiroideo residual en pacientes de bajo riesgo (92% en
T1-2, N0-X)80 y de riesgo intermedio (85-90%, incluyendo T3 o N1)81, aunque su utilidad es controvertida
en pacientes de bajo riesgo, ya que la sobrevida y el
control local suelen ser muy buenos sin la ablación. La
dosis de yodo-131 guarda relación con la extensión
de la enfermedad residual: si se sospecha actividad confinada al lecho tiroideo, se recomiendan 100-150 mCi;
si hay afectación de ganglios linfáticos, se usan 150175 mCi; si hay metástasis en pulmones, se recurre
a 175-200 mCi, y en caso de afección ósea, la dosis
será de 200-350 mCi. De cinco a diez días después se
realiza un rastreo, que suele ser más sensible que el
rastreo diagnóstico. La respuesta a la dosis ablativa
se evalúa mediante un rastreo diagnóstico seis meses
después. Si aún existe tejido residual por persistencia de
tiroglobulina o anticuerpos antitiroglobulina elevados y
sin enfermedad macroscópica demostrable en estudios de imagen convencional, se administra una nueva
dosis ablativa. Cuando el rastreo es negativo, la tiroglobulina es baja (< 2 ng/ml) y los anticuerpos antitiroglobulina están bajos o ausentes, se practica un último
rastreo diagnóstico al año. En pacientes incapaces de
tolerar el hipotiroidismo (incluyendo nefropatías y cardiópatas) se recurre a la administración de rhTSH en
dosis de 0.9 mg vía intramuscular en las 48 y 24 h
anteriores al rastreo diagnóstico o rastreo postablación, para evitar los riesgos e incomodidades del hipotiroidismo prolongado82,83. En estas circunstancias
es conveniente realizar determinaciones de tiroglobulina y anticuerpos 24 h después de la administración
del yodo y un rastreo posdosis ablativa 5-7 días después, para evaluar con más exactitud los niveles de
los marcadores y documentar los sitios de captación
del yodo-13184. La administración de rhTSH en pacientes de riesgo bajo e intermedio ha demostrado ser tan
eficiente para la ablación de remanentes tiroideos
como la suspensión de hormonas tiroideas. Además,
es bien tolerada, y rara vez causa náuseas y cefalalgia. Una minoría de pacientes presentan complicaciones neurológicas o pulmonares cuando se administra rhTSH o se suprimen las hormonas tiroides, ya
que se estimula el crecimiento de las metástasis localizadas en el sistema nervioso central (SNC), la columna vertebral y otros sitios óseos, el remanente tiroideo
73
Gaceta Médica de México. 2014;150
voluminoso o las metástasis pulmonares con reserva
pulmonar disminuida. La compresión mas que por el
crecimiento tumoral, puede deberse a edema por la
rápida evolución clínica y su buena respuesta al esteroide, por lo que se recomienda la premedicación
con este85; su uso es una excelente alternativa a la
suspensión de las hormonas tiroideas86. Este tipo de
tratamiento parece asociarse a menor dosis de radiación corporal total y es tan eficaz como la ablación
bajo estado hipotiroideo para eliminar los remanentes
tiroideos87,88.
La supresión hormonal de TSH está indicada en
todos los pacientes del grupo de riesgo alto ya que
mejora la supervivencia libre de enfermedad, mientras
que su utilidad en el grupo de riesgo intermedio es
controversial. También es la medida paliativa estándar
en pacientes con enfermedad metastásica refractaria a yodo. La supresión de TSH se hace con tiroxina o levotiroxina buscando tener niveles de TSH de
0.01-0.1 mU/L, sin datos clínicos de tirotoxicosis; la
dosis requerida suele oscilar entre 1 y 2 μg/kg de
peso corporal por día. En contraste, los pacientes de
bajo riesgo sometidos a tiroidectomía total solo requieren terapia sustitutiva de las hormonas tiroideas.
El uso de radioterapia externa es controvertido, pero
en conjunción con el yodo-131 puede mejorar el control local de la enfermedad residual macroscópica, o
de forma exclusiva cuando la enfermedad no capta
yodo-13189.
Tratamiento de la enfermedad
metastásica a distancia
Los pacientes jóvenes que desarrollan enfermedad
metastásica, sobre todo si está limitada al pulmón, son
susceptibles de curación. El volumen pequeño de enfermedad, la edad temprana y la captación de yodo131 predicen un mejor pronóstico; por esta razón, las
lesiones óseas y pulmonares visibles radiográficamente responden menos que las detectadas mediante
rastreo o incremento de la tiroglobulina. Antes de dar
el tratamiento para la enfermedad metastásica es importante el control de la enfermedad loco-regional
para optimizar el efecto del yodo-131. Para las lesiones óseas con un primario controlado, el tratamiento
quirúrgico asociado a altas dosis de yodo-131, con
o sin radioterapia, está indicado cuando existe compresión medular, riesgo de fractura o metástasis solitaria resecable con mínima morbilidad90. Si el problema es el dolor, el tratamiento con yodo-131 seguido
de teleterapia es lo indicado.
74
Tratamiento de la enfermedad
refractaria al yodo-131
En el 20% de las ocasiones, de forma posterior al
control locorregional, se presentarán metástasis no
captantes de yodo; este tipo de tumores refractarios
están asociados a un pobre pronóstico. Selumetinib,
un inhibidor de MEK1 y MEK2, podría revertir la resistencia al yodo activando el cotransportador sodio-yodo
en pacientes con cáncer de tiroides metastásico. En
un estudio posterior a la estimulación con tirotropina α,
se realizó una dosimetría cuatro semanas después del
tratamiento con selumetinib (75 mg dos veces al día);
si la dosimetría indicaba que una dosis con yodo-131
de 2000 cGy podría ser administrada para las lesiones
metastásicas, el yodo terapéutico era administrado.
Selumetinib incrementó la captación de yodo-124 en
12 de 20 pacientes (cuatro de nueve con mutaciones
de BRAF y cinco de cinco pacientes con mutaciones de
NRAS). Ocho de 12 pacientes alcanzaron el umbral
de la dosimetría para terapia con yodo, incluidos los
cinco pacientes con mutaciones de NRAS. De los ocho
pacientes tratados con yodo, cinco tuvieron respuestas parciales y tres, enfermedad estable. Todos los
pacientes mostraron un decremento de la tiroglobulina
sérica (la mediana de reducción fue del 89%). No se
observaron efectos tóxicos de grado III o mayores.
Se concluyó que selumetinib produce incrementos significativos de la captación y retención de yodo en
subgrupos de pacientes con cáncer de tiroides refractarios a yodo, y que la eficacia puede ser superior en
aquellos con mutaciones de RAS91.
Un estudio con sorafenib (inhibidor multicinasa que
incluye Raf, receptor del factor de crecimiento del
endotelio vascular [VEGFR], factor de crecimiento derivado de plaquetas [PDGF] y del gen RET) exploró la
eficacia en pacientes con cáncer metastásico refractario a yodo. Sorafenib fue administrado con una dosis de
400 mg vía oral dos veces al día. El objetivo fue evaluar
la tasa de respuesta, del periodo libre de enfermedad
(PLE) y la mejor respuesta por Response Evaluation
Criteria in Solid Tumors (RECIST). Treinta pacientes
fueron tratados, y siete (23%; intervalo de confianza
[IC] 95%: 0.10-0.42) obtuvieron una respuesta parcial
durante más de 18 semanas e incluso 84. Dieciséis
pacientes (53%; IC 95%: 0.34-0.72) tuvieron enfermedad estable, que duró de 14 a más de 89 semanas.
Diecisiete (95%) de 19 pacientes con mediciones seriadas de tiroglobulina disponibles mostraron una rápida y marcada respuesta, con un decremento medio
del 70%; la mediana del PLE fue de 79 semanas92.
M. Granados García, et al.: Cáncer diferenciado de tiroides
Estos resultados condujeron a un estudio en fase III
de sorafenib controlado con placebo que aleatorizó de
forma estratificada a 417 pacientes con enfermedad
localmente avanzada o metastásica no candidatos a cirugía o radioterapia y cuyo objetivo primario fue la supervivencia libre de progresión. Se observó que la supervivencia libre de progresión se prolongó de 5.8 a
10.8 meses (p < 0.0001) con el tratamiento experimental (se permitió el uso de sorafenib en el grupo placebo después de la progresión), que fue menos útil en
carcinomas foliculares y poco diferenciados. La supervivencia global no cambió y la tasa de control de la
enfermedad fue del 54% en el grupo de sorafenib y
del 34% en el grupo placebo. La toxicidad fue similar
a la conocida y se concluyó que sorafenib es una
nueva opción de tratamiento para el carcinoma bien
diferenciado refractario a yodo radiactivo93.
Rehabilitación
La complicación más grave después de una tiroidectomía total es el hipoparatiroidismo permanente,
que se define como aquel que persiste más de seis
meses y ocurre entre un 2-11% (en la experiencia de
los autores ocurrió en el 6.4%). En ausencia de tejido
paratiroideo viable, la hipocalcemia y la hiperfosfatemia se hacen evidentes en las primeras 72 h. El reemplazo se iniciará lo antes posible cuando el calcio
descienda a menos de 7.5 mg/dl y las cifras de fósforo asciendan a más de 5 mg/dl. De forma alternativa
se puede dar tratamiento profiláctico con el objeto de
facilitar el egreso temprano, pero este se suspenderá
en cuanto se tengan niveles normales de hormona
paratiroidea (PTH). La hipocalcemia sintomática debe
tratarse con la administración intravenosa lenta de gluconato de calcio (a menudo se requieren 2 o 3 g)94.
La disfonía por parálisis cordal suele responder bien
con rehabilitación foniátrica; sin embargo, la medialización de la cuerda puede ser de utilidad en los pacientes que no mejoran o persisten con aspiración
meses después.
Seguimiento
También será guiado por el grupo de riesgo. En los
pacientes de bajo riesgo no están indicados los rastreos, tomografías o determinaciones de tiroglobulina
y anticuerpos, pero sí el US de cuello periódico para
evaluar el lóbulo remanente y detectar eventuales metástasis ganglionares. Los pacientes con riesgo intermedio y alto por lo general se tratan con cirugía más
ablación y, una vez obtenido un rastreo diagnóstico
negativo, se indica un rastreo confirmatorio al año.
Después se descontinúan los rastreos. Sin embargo,
el rastreo solo detectará el 80% de las eventuales
metástasis, ya que las restantes no captan el radiofármaco; por ello, la tiroglobulina y los anticuerpos antitiroglobulina son importantes en el seguimiento de
pacientes con ausencia total de tejido tiroideo. La determinación de tiroglobulina es más sensible cuando hay
aumento de TSH después de suspender la supresión
para el rastreo, o 48 h después de la segunda dosis de
rhTSH. Sin embargo, la estimulación de TSH para medir
la tiroglobulina no es necesaria en pacientes con buen
pronóstico o bajo riesgo si los anticuerpos y el US de
cuello son negativos, y si se utilizan técnicas muy sensibles para la titulación de tiroglobulina95. El nivel de corte
para la tiroglobulina que sugiere enfermedad residual o
recaída varía según el método usado por el laboratorio,
pero oscila entre 2 y 4 μg/l cuando hay estimulación
de la TSH y es menor de 0.15 μg/l cuando la determinación se hace durante el tratamiento con levotiroxina
y se usa un método de titulación muy sensible96 (los
autores usan un nivel de corte de 0.2 μg/l).
Los resultados pueden ser confusos, debido a la
presencia de anticuerpos antitiroglobulina en el 8-22%
de los pacientes, que pueden interferir en la titulación
de tiroglobulinas produciendo falsos negativos. Aun
así, los anticuerpos antitiroglobulina son muy importantes en el seguimiento. Se ha observado que en pacientes con buen pronóstico su presencia un año después
de la ablación se correlaciona con persistencia y recaída, mientras que en todos los grupos de riesgo una
disminución menor del 50% o la persistencia e incluso
el incremento 6-12 meses después del tratamiento se
correlacionan con persistencia o recaída97, por lo que
la disminución paulatina de los anticuerpos indica control de la enfermedad.
La PET/TC es muy sensible para detectar tejido tiroideo sin necesidad de suspender la supresión y
también permite identificar lesiones metastásicas en el
75-80% de los pacientes cuando la tiroglobulina está
elevada con un rastreo negativo98. Podría ser de gran
utilidad si detectara enfermedad localizada en el cuello susceptible de tratamiento quirúrgico; sin embargo,
aún se requiere más información para definir su papel.
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