FOLLETO 10 ORACIÓN Y SACRIFICIO

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FOLLETO 10 ORACIÓN Y SACRIFICIO
FOLLETOS DEL MANUAL BÁSICO
NACIONAL DEL
M. J. V. C.
ORACIÓN Y SACRIFICIO
1.- NOTA INTRODUCTORIA.
Estos folletos contienen el desarrollo de las pláticas tal y como vienen en el Manual Básico. Son
una opción para que el Auxiliar y/o el Asesor tengan una idea de cómo desarrollar su plática.
Habrá que adaptar algunas cosas según las circunstancias específicas de cada grupo.
Siempre será necesario releer lo que el Manual Básico dice sobre esta plática, en especial las
págs 36, 117-120, Y 163-168. Sólo así podrán entenderse el objetivo y contenido de este folleto.
2.- OBJETIVO Y JUSTIFICACIÓN DE LA PLÁTICA.
Conviene aquí reproducir lo que el Manual Básico nos dice acerca de esta plática. El Manual
Básico nos habla del objetivo de está plática:
A).- OBJETIVO:
Que el joven descubra la oración como una fuente de encuentro y
diálogo de amor con el Padre y a ésta, junto con el sacrificio, como
medios de santificación.
B).- JUSTIFICACIÓN:
Generalmente los jóvenes, por nuestra misma naturaleza, estamos llenos de mucha energía,
bullicio, activismo, factores que si bien, son positivos, pocas veces nos permiten interiorizar el
significado de lo que nos rodea, lo que da paso a rehuir de la meditación o la oración, debido a la
pobre o mala imagen que podemos tener de éstas o a la pobre preparación que hemos recibido
en toda nuestra experiencia de Dios.
Como consecuencia, el joven que asiste a Jornada, aunque entusiasmado por ese encuentro
con Jesús, puede llegar a secarse, si no "ancla" su vida espiritual, que apenas va naciendo, a los
medios que le permitan perseverar.
Para perseverar en el amor de Dios, en la comunión con Jesús y permitir que crezca la presencia
del Espíritu Santo en nuestras vidas, es importante volver a las fuentes mismas del agua viva
que Jesús nos ha mostrado. Ningún esfuerzo humano, por serio y comprometido que sea, puede
sustituir a la Oración y al Sacrificio como elementos vitales para aquél que desee conocer y amar
profundamente a Jesús. A esto, añadiremos fuertemente la vida sacramental en el siguiente
tema. asombrados ante el Tú reflejado, por ejemplo, en la naturaleza y saltar desde ese asombro a la
alabanza.
Es necesario que el joven descubra en la oración y el sacrificio la riqueza que hace de ellas
algo más que un espacio rígido o aburrido, para dar paso a un momento de encuentro de
amor con el Señor Jesús, lleno de intimidad, de compartir, de confianza, etc.
3.-CONTENIDO DE ESTE FOLLETO:
El lector encontrará dos secciones en este folleto:
1.- PRIMERA SECCIÓN: un desarrollo práctico, ya dado en jornadas, pensado para los
muchachos de nuestra zona.
 El texto de la plática viene en letra normal.
 Lo que viene en negrita son los títulos del esquema del Manual Básico Nacional del
M.J.V.C. (No es necesario leerlos al dar la plática).

El texto que viene en el Manual Básico (págs.112-115) lo hemos incorporado al texto
normal, por considerar que pertenece al mismo desarrollo de la plática.
 Lo que viene en Graphite Light son algunas ideas adicionales que pueden insertarse en
la plática o no, a juicio del expositor, según el auditorio a quien se dirija.
 Las citas Bíblicas viene en UNICORN.
2.- SEGUNDA SECCIÓN: textos tomados del Magisterio de la Iglesia, para un estudio más a
fondo Estos se complementan con el MATERIAL DE APOYO del Manual Básico, págs. 163-68.
Recordemos que estos textos adicionales son para ayudar a la formación del Auxiliar así como
para anexarlos a la plática según las necesidades de los Asistentes a la jornada.
4.- Otras indicaciones prácticas:
1. El esquema de la plática se encuentra en el Manual Básico Nacional del M.J.V.C., en las
págs. 117-120. No consideramos necesario repetirlo aquí
2. El desarrollo que ponemos aquí es el que se acostumbra en muchas escuelas de
nuestra Zona. No es el único posible, pero ha dado buenos resultados.
3. Como lo marca el horario del Manual, generalmente es bueno tener Cantos después de
la plática (cfr. Manual Básico, p.92) para crear un ambiente de oración y compartir sobre
las palancas que se leerán al final de la plática. Los auxiliares deberán estar bien
preparados para poder llevar adecuadamente este momento de cantos y oración.
DESARROLLO DE LA PLÁTICA
1.- INTRODUCCIÓN:
1.1 Enlace con las pláticas de "Gracia" y "pecado".
En esta etapa de la Jornada has conocido el maravilloso plan que Dios tiene para tu vida, el de
divinizarte a través de la Gracia y no sólo que Jesús sea tu "amigo", "tu máximo", sino que sea tu
Señor y tu Salvador, el centro de tu vida, la fuente de tu Santidad.
Todos nosotros, gracias al Espíritu Santo, somos hijos del Padre, y como herederos suyos nos
toca ahora recibir las maravillas que Él nos tiene preparadas-.
"El Espíritu mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios. Y, si
hijos, también herederos; Herederos de Dios y coherederos de Cristo, ya que sufrimos con él, para
ser también con él glorificados" Rom. 8, 16-17
Quizás aún no comprendas del todo este regalo de Dios, sin embargo Dios ayuda y prepara al
alma para conducirla a la Gracia plena siempre y cuando le demos un "Sí" total y convencido.
"Porque estimo que los sufrimientos del tiempo presente no son comparables con la gloria que se
ha de manifestar en nosotros. . . Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni cabe en el corazón del hombre lo
que Dios tiene preparado a los que le aman."
Después de haber descubierto el grandioso regalo que es la Vida Divina, debemos cuidar esta
Vida Divina, y no sólo cuidarla sino incrementarla, pues, como dice San Pablo: "Llevamos este
tesoro en vasijas de barro",.
En esta plática voy precisamente a decirte como aumentar la Gracia en tu vida y eso es a través
de la Oración y del Sacrificio.
1.2 Para vivir en Gracia es necesario permanecer unido al Padre en Jesús con
la Fuerza del Espíritu Santo.
Al encontrarnos con Jesús, el Espíritu Santo nos da la Gracia como Don gratuito de Dios. Ahora
es necesario permanecer unidos a Jesús constantemente.
Al tener vida en Jesús, somos templos vivos del Espíritu Santo; pues al aceptar a Jesús, El
mismo nos ha bautizado en su Espíritu. La voluntad de Dios es que permanezcamos llenos del
Espíritu Santo.
"Comprendan bien cuál es la voluntad de Dios: no se embriaguen con vino que lleva al libertinaje,
sino más bien sean llenados una y otra vez con el Espíritu Santo" Ef. 5,17
"Somos templos de Dios y el Espíritu Santo habita en nosotros (1º Cor 3,16; Rom 8, 9.11), la
voluntad de Dios es que permanezcamos llenos el Espíritu Santo"
1.3 Es necesario fortalecer a cada momento nuestra vida espiritual a través de
una relación de amor constante con Jesús.
Nos vamos transformando en imagen suya (2º Cor 3,18).
Si nos unimos continuamente a Cristo, si todo lo hacemos por Él, si le contemplamos en la
Palabra y en la oración, si lo amamos por encima de todas las cosas, nos iremos transformando
en la misma imagen de Jesús.
Pero no basta con decir: "Cristo vive en mí". Es necesario fortalecer a cada momento nuestra
vida espiritual a través de una relación de amor constante con Jesús, fortalecer diariamente
nuestra relación con Cristo
1.4 Sólo así podremos conocer mejor a Jesús y podremos hacer frente al
Pecado.
Únicamente a través de esta comunión de amor con el Señor Jesús podremos conocerlo mejor y
llegar a transformarnos en él. Conocerlo, practicar sus criterios, seguirlo e imitarlo para poder
hacerle frente al pecado y evitar que este mate o disminuya en nosotros la Gracia de Dios.
1.5 Para permanecer unidos al Padre, Jesús nos dejó los caminos de los
sacramentos, la oración y el sacrificio.
Para permanecer y perseverar en el camino del Señor, es necesario caminar en el Espíritu,
como discípulos y apóstoles; formándose y educándose como verdaderos discípulos de Jesús,
ampliando y profundizando su salvación en nosotros, viviendo cada vez más efectivamente su
señorío; continuando con su misión como testigos y apóstoles, anunciando y extendiendo el
Reino de Dios.
El Señor Jesús en el Evangelio de San Juan nos hace una exhortación a permanecer unidos a
Él, igual que los sarmientos a la vid principal. Esta unión es una unión vital, es decir que si te
separas del árbol principal puedes secarte y morir. Para evitar secarte y que tu vida divina se
extinga, Él nos dejó la oración, el sacrificio y los sacramentos
Pocas veces interiorizamos en la meditación y la oración, e inventamos todo tipo de excusas:
 -A MI NO ME GUSTA ORAR POR QUE ME PARECE INUTIL
Quizás haya que pensar primero: Para ti, ¿qué es la oración? Quizás solamente pides cosas
vagas y sin importancia en tu oración, o las pides sin Fe, y por eso tu Padre no te responde...
Por otro lado, ¿crees tú que Cristo hacia cosas inútiles en la vida?
¿Fue inútil la oración de Cristo?
¿La de San Pedro, o San Pablo?
¿La de todos los Santos y Santas de Dios?
¿Crees que fueron inútiles las oraciones que se hicieron por esta jornada?
 LA ORACIÓN YA PASÓ DE MODA
 La oración pasaría de moda cuando Dios pasara de moda y dejara de ser Dios y Padre
de los hombres Por eso mientras el hombre sea hombre tendrá necesidad de un Creador
al qué alabar, al que le den gracias por el aire, por el sol, por la lluvia y por la belleza de
los luceros y por el pan de cada día. Mientras Dios siga siendo Dios, amará a sus hijos y
se complacerá en conceder lo que le pidan por su hijo muy amado.
 -LA ORACIÓN ES HUMILLANTE:
¡Claro! ¡Para los orgullosos! Sólo la creatura soberbia y llena de sí misma, que reniega de su
Creador , reniega también de sí misma, de su verdadero Yo. Los humildes, al contrario,
encuentran en la oración su alegría.
 -LA ORACIÓN ES MUY DIFICIL:
Todo es difícil si no lo sabemos hacer, todo es fácil si practicamos. La oración es como todo en
la vida: ¡Echando a perder se aprende! Así que vamos a estudiar un poco lo que es la Oración.
2.- Definición:
2.1 La oración es un encuentro y diálogo de amor con el Padre.
Si quisiéramos decir "QUE COSA ES ORAR?". podríamos decir que es
UN ENCUENTRO Y DIÁLOGO DE AMOR CON
EL PADRE.
La oración es un encuentro, así como te encontraste con Dios aquí en esta Jornada, tú puedes
volver a vivir constantemente ese encuentro a través de la oración.
La oración es un diálogo, no un monólogo en el que únicamente echamos todo nuestro rollo a
Dios y después decirle: "¡Gracias por haberme escuchado!".
Santa Teresa de Ávila nos da una pista un poco más amplia de lo que es la oración: "La oración
es un diálogo frecuente, solitario y amistoso con Dios, por quien el alma se siente amada. Esto
último es muy bello, no es necesario hablar, hablar y hablar; sino que es igual a los enamorados
que, aunque no haya diálogo entre ellos, basta con estar juntos y saberse amados
recíprocamente. Así es con Dios: aunque no sientas ganar de hablarle, siéntete amado por él.
"Ama y haz lo que quieras", es lo que decía San Agustín. El amor es lo más importante para un
cristiano como dice el Apóstol San Pablo en su 1º carta a los Corintios (1 Cor 13.)
Hay que amar a Dios, dice el primer mandamiento. Pero, ¿cómo voy a amar, si no lo conozco?,
¿Cómo se conoce a alguien?
Piensa en tu vida como has llegado a conocer a los demás, es simple a través del diálogo. Pues
con Dios es igual, a través del diálogo con Él, es como podremos conocerlo y de esta manera
amarlo. Mientras más te comuniques con ÉL, cada día te parecerás más a Él. Ese diálogo es la
oración.
2.2 Es poner lo más íntimo de ti en sus manos.
Decía San Agustín: "Dios es más intimo que yo mismo". Cuando el Hombre dialoga con Dios a
través de la oración lo hace en lo más hondo de si mismo; Su conciencia. En ese sagrario Santo
, Dios se sienta a dialogar con su hijo el Hombre.
Además ¿quien te conoce mejor?, ¿Acaso no es Dios?. ¡Claro que sí!. El mismo lo dice en Su
Palabra: "Hasta los cabellos de tu cabeza los tengo contados, te llevo grabado en la palma de mi
mano". Si Dios es tu Padre Creador, ya que te dio la vida, no hay en el mundo quien te conozca
como Él.
Por ello en la oración pon toda tu vida en las manos paternales de Dios.
2.3 La oración es un diálogo íntimo, profundo con el Padre.
La oración es un encuentro con Dios y si encuentro a Dios, me encontraré a mí mismo y si con
humildad, le presento a Dios mi YO VERDADERO El siempre me tenderá su mano.
La oración es sentirse AMADOS POR DIOS
Por la oración somos admitidos a una conversación familiar con Dios, a una comunicación filial
como de un hijo o una hija con su Padre.
Es un diálogo, no un monólogo, en donde sólo hablas tú. Por eso es importante que sepas
escuchar a Dios, pues realmente Dios te responde.
¿Cómo te responde Dios?
 En el silencio de tu corazón
 A través de los acontecimientos.
 A través de los hermanos.
 Con su Palabra
 En la vivencia de los Sacramentos.
2.4 En la oración no oramos a Dios, sino oramos en Dios en comunión con
Jesucristo.
En la oración no es sólo orar a Dios, sino orar en Dios: Ese diálogo que estableces con Dios a
través de la oración te sumerge en las profundidades de Dios, sientes que Dios te inunda
siempre que oras. Al ponerte en comunión con el Señor Jesús, Él te lleva al Padre.
2.5 Es inspirada y realizada por el Espíritu Santo.
A menudo surge la idea de que la oración es algo muy difícil, pero no es así. El apóstol San
Pablo en su carta a los Efesios nos dice: "Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según
les inspire el Espíritu Santo. . .".
Estas palabras de San Pablo son muy alentadoras ya que nos dicen que no somos nosotros los
que oramos, sino que es el Espíritu Santo el que nos inspira. Esto es posible invocando la
presencia del Espíritu Santo en nuestra vida, para que sea Él quien mantenga vivo ese diálogo.
"Nadie puede decir: ‘¡Jesús es el Señor!’ sino por influjo del Espíritu Santo (1º Cor 12,3). "Dios ha
enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que nos hace clamar Abbá, Padre" (Gal. 4,6).
2.6 Es compartir con tu Padre Dios, tus alegrías, tristezas, sufrimientos.
Al estar en diálogo con tu Padre Dios en la oración, es el momento ideal para compartir con Él no
sólo tus alegrías, sino también tus tristezas, penas, es más, tu vida entera. ¿Quién crees que
puede aliviar tus cargas, aumentar tus alegrías? ¡Sólo Dios!. Por eso es bueno compartirle todo,
no sólo desahogarse con Él, usarlo como paño de lagrima. ¿Qué clase de Dios crees que
tienes? Al final de cuentas, ¡es tu Padre!
3.- Necesidad de la oración:
3.1 La oración es una función vital de nuestra vida espiritual
La oración es la respiración del alma, de la misma manera como te cuidas corporalmente, (te
alimentas, descansas, etc.), así debes cuidar tu alma.
Imagínate si no respiraras, no podrías vivir más de 3 min. De igual manera con tu alma, tienes
que alimentarla, hacer que respire, y para ello es necesaria la ORACIÓN.
No podrás vivir en Gracia de Dios, si no haces oración.
3.2 En ella nos vivificamos por el encuentro con el Padre por el Espíritu Santo.
En la oración nos acercamos y bebemos de la fuente de la Vida que es Padre Dios y Creador.
Gracias a ese acercamiento nosotros vivificamos la presencia de Dios en nuestras vidas
3.3 Hallamos un momento de interioridad con el Padre en el devenir de nuestra
vida cotidiana
Para hacer oración es necesario escoger un momento especifico en un buen lugar, solo y
apartado y a una hora determinada para poder entrar en contacto con nuestro Padre Dios. Es
difícil poder mantenerse en oración en el bullicio de la calle o en el cine! Al igual que nos gusta
estar a solas con alguien que nos ama, así también debemos buscar estar a solas con Dios.
3.4 Es necesaria la presencia del Padre en nuestra vida para realizar lo que no
podemos realizar con nuestras propias fuerzas y sí, gracias al Espíritu Santo.
La oración nos capacita para ser Santos, y así poder descubrir la presencia oculta de Dios en
cada momento de nuestra vida. El Espíritu Santo es quien nos capacita para hacer oración.
4.- Condiciones de la oración:
4.1 FE: confianza en un Dios personal y vivo que nos ama y nos escucha.
La fe es indispensable para la oración, porque no es posible dialogar con alguien en quien no
creo. Por la Fe le creo a Dios: No sólo creo que existe, creo que me ama, que protege, me
habla...
La fe es confianza
Es una condición indispensable para que al hacer alguna petición en nuestras oraciones,
debemos liberarnos de nuestra impaciencia, de nuestras ansiedades y de nuestra desconfianza.
"Yo sé de quien me he confiado" decía San Pablo y así debemos confiarnos nosotros.
Es interesante observar la costumbre que tenía Jesús, cuando alguien le pedía un favor, siempre
preguntaba "¿Crees que puedo hacerlo?" En otras palabras: Jesús insistía en la necesidad de
tener fe en su poder de curar y hacer milagros.
En el Evangelio de San Marcos (11,20 ss) leemos:
"Al amanecer, cuando volvía a la ciudad, sintió hambre; y, al ver una higuera junto al camino, se
acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice a la higuera: ‘Que nunca
jamás brote fruto de ti’. Cuando pasaron de madrugada, vieron que la higuera estaba seca hasta la
raíz. Pedro se acordó de los del día anterior y le dijo: ‘Maestro, mira: la higuera que has maldecido
está seca’.
Jesús respondió: ‘tengan fe en Dios. Les aseguro que el que diga a este cerro :¡Levántate de ahí y
tírate al mar!, si no duda en su corazón y si cree que sucederá como dice, se le concederá.
Por eso les digo: todo lo que pidan en la oración crean que ya lo han recibido y lo tendrán".
Esta ley de la fe la entendieron perfectamente los apóstoles, que, a su vez, la transmitieron a los
primeros cristianos hasta nuestros días.
Santiago en su carta (1, 5-8) dice:
"Si alguno de ustedes está falto de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y
sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es
semejante al oleaje del mar, movido por el viento y llevado de una a otra parte. Que no piense
recibir cosa alguna del Señor un hombre como esté, un hombre irresoluto e inconstante en todos
sus caminos.
La fe no es algo que podamos inventar. No debemos "obligarnos" a tener fe: no sería fe en
absoluto, sino un ficticio intento de forzarnos a creer. La fe es un don que se le regala a quien se
expone a la compañía de Dios. Cuanto más trates con Dios, más fácilmente comprobarás que
nada hay imposible para Él.
Entonces te convencerás de que Él puede hacer de las piedras hijos de Abraham. Entonces te
convencerás de que también puede transformar fácilmente tu propio corazón de piedra incapaz
de amar; y, en el momento en que dicho convencimiento se afiance, en ese momento comenzará
a producirse el cambio en tu corazón.
4.2 ESPERANZA: Impulso a la oración.
ESPERANZA: Es necesaria porque al dialogar con Dios, también espero una respuesta, espero
también que él me hable. Tengo esperanzas de ir creciendo en su Amor
El Espíritu Santo nos enseña a celebrar la Liturgia esperando el retorno de Cristo, nos educa
para orar en la esperanza.
La oración personal alimenta en nosotros la esperanza. Los Salmos muy particularmente, con su
lenguaje concreto y variado, nos enseñan a fijar nuestra esperanza en Dios:
En el Señor puse toda mi esperanza, él se inclinó hacia mí y escuchó mi clamor (Sal 40, 2).
El Dios de la esperanza os colme de todo gozo y paz en vuestra fe, hasta rebozar de esperanza por
la fuerza del Espíritu Santo (Rom 15, 13).
La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el
Espíritu Santo que nos ha sido dado (Rm 5, 5).
4.3 CARIDAD: Vivencia de la oración.
AMOR: Es indispensable pues es imposible dialogar con alguien, poder contarle mis más íntimos
secretos, abrir mi corazón si no lo amo. Es necesario el amor, porque el creer en Dios y dialogar
con Él, me asemeja a Él, Dios es Amor.
La oración saca a flote todo el amor con el que somos amados en Cristo y que nos permite
responder amando como Él nos ha amado. El amor es la fuente de la oración. Quien bebe de
ella, alcanza la cumbre de la oración.
Alguien que experimentó este amor tan intenso fue San Juan María Bautista Vianney y lo
expresa bellamente en la siguiente oración.
Te amo, Dios mío, y mi único deseo es amarte hasta el último suspiro de mi vida. Te
amo, Dios mío infinitamente amable, y prefiero morir amándote a vivir sin amarte. Te
amo, Señor, y la única gracia que te pido es amarle eternamente... Dios mío, si mi
lengua no puede decir en todos los momentos que te amo, quiero que mi corazón te lo
repita cada vez que respiro
4.4 Perseverancia.
La perseverancia es importante en la oración ya que en esta virtud manifestamos el deseo
intenso de encontrarnos con Dios. El seguir insistiendo, insistiendo hasta mover el corazón del
Padre y alcanzar lo que necesitamos de Dios. Ya Jesús en el Evangelio nos mostraba a través
de algunas parábolas la importancia de insistir siempre y constantemente.
"Les decía una parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer: ‘Había un
juez en una ciudad que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. Y había en aquella ciudad una
viuda que, acudiendo a él, le dijo: ‘¡Hazme justicia contra mi adversario!’ Durante mucho tiempo
no quiso, pero después se dijo a sí mismo: ‘Aunque no temo a Dios ni respeto a los hombres,
como esta viuda me causa molestias, le voy a hacer justicia para que no venga continuamente a
importunarme’’ Dijo, pues, el Señor: ‘escuchen lo que dice el juez injusto; y Dios ¿no hará justicia
a sus elegidos, que están clamando a él día y noche, y les va a hacer esperar?’ (Lc. 18, 1-7).
El mensaje es claro. ¿Puede haber una situación más desesperada que la de una pobre viuda
sin influencias, sin ningún tipo de apoyo, frente a un juez absolutamente cruel e insensible? Pues
bien, aún en una situación tan desesperada como ésta, la súplica insistente acaba venciendo. Y
si esto ocurre con un juez insensible, ¿qué no ocurrirá con el Padre tierno y compasivo? Si
muchas veces no conseguimos lo que pedimos, es porque pedimos durante un rato, pero nos
cansamos de hacerlo cuando vemos que no lo logramos inmediatamente. Hemos de tomar muy
en serio la lección que Jesús nos da; hemos de ser como la viuda, que no se cansó y consiguió
lo que quería del juez con su insistencia.
El abad Eleuterio, que, siendo ya un anciano, se enteró de que uno de sus discípulos,
Abraham, había caído en pecado y enfermedad. Eleuterio se puso entonces a orar
delante de Dios y le dijo: "Señor, te guste o no, no pienso marcharme de aquí hasta que
le hayas curado". ¡Y su oración fue escuchada inmediatamente!.
4.5 Silencio e interioridad.
Otra condición importante para la oración es el silencio. Me refiero al silencio interior del corazón,
sin el cual, sencillamente, no es posible oír la voz de Cristo. Este silencio interior es muy difícil de
lograr para la mayoría de nosotros: Cierra tus ojos por un momento y observa lo que ocurre en tu
interior. Lo más probable es que te veas sumergido en un mar de pensamientos que no podrás
controlar porque en esto suele consistir la actividad pensante: en hablarnos a nosotros mismos y
se vuelven: palabras, palabras, palabras. . .ruidos, ruidos, ruidos. . .; nuestra propia voz interior
compitiendo con el recuerdo de otras voces e imágenes que reclaman nuestra atención: "¿cómo
resolveré tal o cual problema?. . .¿Que pasará si hago tal o cual cosa? Recuerda que tienes que
hacer tal y cual cosa, etc.
¿Qué posibilidades tiene la tenue voz de Dios en medio de todo este ruido de hacerse escuchar?
Recordemos que Dios no habla a gritos.
El silencio exterior constituye una enorme ayuda para lograr el silencio interior. Si no eres capaz
de guardar el silencio exterior, ¿cómo vas a guardar el silencio interior?. Tu capacidad de tolerar
el silencio es un indicador bastante exacto de tu profundidad espiritual. Es posible sin embargo,
que, cuando calles la boca, el ruido en tu interior se haga aún más estruendoso, aumenten tus
distracciones y hasta te resulte aún más difícil orar. Ello no es debido al silencio: el ruido siempre
ha estado ahí, y el silencio sólo te hace consciente de dicho ruido y te des la oportunidad de
hacerle callar y dominarlos.
Jesús recomienda en el Evangelio que cerremos la puerta cuando vayamos a orar.
Evidentemente, no vamos a excluir al resto del mundo de nuestros corazones, porque debemos
llevar a la oración, con nosotros, sus preocupaciones e inquietudes.
Pero esa puerta debe quedar firmemente cerrada; de lo contrario, el estruendo del mundo se
colará y ahogará la voz de Dios, sobre todo al principio, cuando no nos resulta fácil
concentrarnos. El principiante en la oración no necesita menos concentración que el principiante
de matemáticas, que no puede resolver un problema difícil si a su alrededor hay un ruido
excesivo. Ya llegará el momento en que, al igual que el estudiante de matemáticas, el que trata
de aprender a orar se vea tan agarrado por el objeto de su interés (la oración) que ningún ruido
en el mundo pueda distraerle. Pero al principio ha de tener la humildad de reconocer su
necesidad de quietud y de silencio.
4.6 Humildad y disposición de escucha.
Otra condición es la Humildad y sencillez. La humildad es la actitud más inteligente que puede
tener un cristiano, frente a Dios. No es otra cosa más que reconocer que nosotros somos
criaturas y Él es nuestro creador.
También a unos, que presumían de ser hombres de bien y despreciaban a los demás, les dijo esta
parábola: -Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo,
erguido, hacía interiormente esta oración: «Dios mío, te doy gracias porque no soy como el resto
de los hombres: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana
y pago los diezmos de todo lo que poseo». Por su parte, el publicano, manteniéndose a distancia,
no se atrevía ni siquiera a levantar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: «Dios
mío, ten compasión de mí, que soy un pecador». Os digo que éste bajó a su casa reconciliado con
Dios, y el otro no. Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. Lc
18, 9-14.
La sencillez y humildad, nos harán descubrir, a la persona más sencilla y humilde: El Señor
Jesús. Toda oración me asemeja más al Hijo de Dios, me hace uno solo con ÉL. Al hacerme uno
solo, me tiene que llevar a actuar, la Oración, se traduce en amor, y el amor se traduce en
oración. Todo amor me lleva a la acción.
La oración no sólo se debe de quedar en palabras, en muchas de las ocasiones se va traducir
una acción.
"No todo el que me dice Señor, Señor...."
4.7 Hacer a un lado todo aquello que se interpone en nuestra relación con el
Padre: egoísmos, problemas con otros, etc.
Otra condición para la oración es hacer de lado todo aquello que se interpone en la relación con
mi Padre Dios: egoísmos, problemas con otros, etc. Es decir quitar nuestra mundanidad
Dice el apóstol Santiago en su carta:
"Ustedes quisieran tener y no tienen, entonces matan; tienen envidia y no consiguen, entonces no
hay más que discusiones y peleas.
Pero si ustedes no tienen es porque no piden, o si piden algo, no lo consiguen porque piden mal; y
no lo consiguen porque lo derrocharían en divertirse.
¡Adúlteros! ¿No saben que la amistad con este mundo es enemistad con Dios?. Quien desee ser
amigo del mundo se hace enemigo de Dios. (4,2 ss).
El hombre que busca el placer a toda costa no puede esperar que Dios sea su cómplice en su
ansia de placer. El desear el placer, incluso el placer sensual; es decir el placer de las
sensaciones, es algo bueno.
Sin placer, la vida sería monótona e insípida. Lo malo radica en el ansia desordenada de placer,
la búsqueda obsesiva de cosas superfluas y el culto al dinero que puede proporcionárnoslas.
Jesús aboga en favor de una vida sencilla, libre de lujos y de riqueza. Lo que nos dice que
pidamos es el pan de cada día no el caviar de cada día, no las superficialidades que abarrotan
los centros comerciales de nuestra sociedad consumista.
Consiguientemente, si son ésas las cosas que pedimos a Dios, no debería sorprendernos que
Dios no escuche nuestras plegarias. Más aún: si son ésas las cosas por las que vivimos (aún
cuando las dejemos fuera del ámbito de nuestra oración), es muy probable que nuestras
plegarias ante el Señor sean del todo ineficaces. Jesús insistió en que buscáramos el Reino de
Dios y su justicia y lo demás se nos dará por añadidura.
4.8 Estar abierto a la conversión, al cambio.
Otra actitud que debemos tener en la oración, es la apertura a la conversión, es decir estar
siempre dispuestos al cambio. Al establecer yo un diálogo intimo con Dios, Él al responderme
guiará mis pasos hacia sus caminos; por lo que siempre será necesario convertirnos hacia el
camino que Dios quiere; el camino de la santidad.
4.9 Acercarse a Dios como un niño se acerca a su Padre.
Y como última condición para la oración, es la de acercarse al Dios como un Padre
Juanito, que tratando de mover un pesado jarrón jalaba, empujaba, lloraba, pataleaba y
mientras Juanito seguía intentando mover el jarrón su Papá lo observaba con los bazos
cruzados. Hasta que el Papá al ver la desesperación de su hijo le preguntó:
-Juanito ¿ya lo has intentado todo?
- Si Papá, pero este mugroso jarrón no se mueve.
- ¿De verdad ya lo has intentado todo?
- Sí, Papá.
- No es cierto Juanito. Yo llevo media hora observándote y en ningún momento me has
pedido ayuda.
¿Cuantos jarrones queremos mover por nuestras propias fuerzas sin pedir la ayuda de
Papá?
Siéntete débil y necesitado de tu Padre Dios.
Una última condición para la oración es la sinceridad, recuerda que Jesús desprecia la
hipocresía.
5.- Frutos de la oración:
5.1 La oración es realmente eficaz y puede transformar lo que te rodea
(Familia, Escuela, Trabajo, Amigos, etc.).
Así como la oración me lleva a la acción, es cierto que lo que oremos a Dios:
1) Dios lo va escuchar.
2) Dios nos dará lo necesario para crecer en Santidad. Todo
aquello que se oponga, Dios no lo va conceder. Por eso siempre
hay que anteponer a nuestra oración, cuando pidamos que sea una
para nuestra santificación.
DAR TESTIMONIO DE LA EFICACIA.
La oración es realmente eficaz, como se manifiesta en toda la vida de Jesús y de sus apóstoles.
En los hechos de los Apóstoles leemos (4,31)
"Por mano de los apóstoles se realizaban muchas señales y prodigios en el pueblo hasta tal punto
que incluso sacaban a los enfermos a las plazas y los colocaban en lechos y camillas, para que, al
pasar Pedro, siquiera su sombra cubriese a alguno de ellos. También acudía la multitud de las
ciudades vecinas a Jerusalén trayendo enfermos y atormentados por espíritus inmundos; y todos
ellos eran curados" (5, 12. 15-16).
¿Por qué no asistimos hoy a milagros parecidos a aquellos de los que fue testigo la Iglesia
primitiva? ¿Por qué hay tan pocos casos de curaciones milagrosas?. Algunos dicen que es por
que hoy no hay necesidad de milagros. Pero yo tengo la impresión que nunca los hemos
necesitado como hoy; si no se dan, es sencillamente, porque no esperamos que ocurran; nuestra
fe está en niveles "mínimos".
Si, en nuestras vidas, nunca o casi nunca experimentamos las milagrosas intervenciones de
Dios, es porque, o bien no vivimos de un modo suficientemente arriesgado, o bien nuestra fe se
ha debilitado y apenas podemos esperar que se produzcan milagros. Pero es muy importante
que haya milagros en nuestra vida si queremos conservar una honda conciencia de la presencia
y el poder de Dios. Un milagro, en el sentido religioso de la expresión, no es necesariamente un
acontecimiento que contravenga las leyes de la naturaleza, como sería el caso de un fenómeno
físico que no necesitara tener un significado religioso. Para que en mi vida se produzca un
milagro, me basta con tener el profundo convencimiento de que lo ocurrido ha sido producido por
Dios, ha sido una intervención directa de Dios en beneficio mío. Cualquier religión que postule la
existencia de un Dios personal tiene necesariamente que dar una gran importancia a dos cosas
muy ligadas: la oración y los milagros. Dios se hace personal para mí cuando yo le grito, cuando
no encuentro esperanza alguna en ningún ser humano y cuando Él interviene personalmente
para darme fuerzas o para iluminarme y guiarme. Y, si no lo hiciera, no sería un ser personal
para mí, porque no sería un factor activo en mi vida.
Hoy damos la impresión de estar perdiendo ese sentido de la constante intervención de Dios en
nuestras vidas por medio de la oración, un sentido que tenían sumamente desarrollado los judíos
de los tiempos bíblicos, que por eso fueron hombre de una inmensa fe y oración.
Si llovía, era Dios quien hacía llover; por eso no necesitaban andar escudriñando los cambios
atmosféricos que anunciaban la lluvia. Si vencían o eran derrotados en una batalla, era Dios
quien les hacía vencer o salir derrotados, y difícilmente se les podía ocurrir atribuir el desenlace
de la batalla a la destreza o a la negligencia de sus generales.
Toda la atención de los judíos se centraba en la Causa primera, en Dios, y parecían pasar por
alto, las causas segundas.
Por eso les resultaba natural recurrir por medio de la oración a Dios para cualquier cosa.
Nuestro caso es justamente todo lo contrario. Si tenemos dolor de cabeza, no tiene objeto que
nos arrodillemos y nos pongamos a orar; nos basta con tomar una aspirina. El hombre ha
alcanzado la mayoría de edad y, en lugar de malgastar su tiempo orando en la iglesia, construye
laboratorios, confía en su propio ingenio e inventa los medicamentos y todo cuanto necesita. Lo
cual es una gran cosa, evidentemente, pero no lo es todo. Hemos llegado a conocer de tal modo
las causas segundas que Dios ya no tiene lugar en nuestra vida ni en nuestro pensar. Es
absolutamente cierto que la aspirina es un estupendo invento, pero es Dios quien nos da la
motivación para inventarla. Es igualmente cierto que la aspirina quita el dolor de cabeza, pero la
auténtica verdad es que es Dios quien cura por medio de la aspirina; que es su imponente poder
el que actúa en la acción curativa o calmante de este medicamento. Dios es tan necesario en
cada acontecimiento y en cada acto de nuestras vidas y de nuestras ciudades modernas como lo
fue para los judíos en el desierto y lo tenemos que hacer presente por medio de la invocación de
su presencia. Lo que ocurre es que hemos perdido el sentido de fe que hace posible ver la
actuación de Dios detrás de cada causa segunda, ver cómo su mano guía los acontecimientos a
través del velo del obrar humano.
5.2 El Espíritu Santo transforma tu corazón.
Otro fruto que obtenemos al hacer oración es el aumento del estado de Gracia ya que al tener
siempre al Espíritu Santo dentro de nosotros: en nuestro corazón, porque somos templos del
Dios vivo.
El que está consciente de que Dios vive en Él, mantiene una comunión íntima, crece mucho
espiritualmente y es fuerte frente a las tentaciones y teniendo una transformación su corazón.
5.3 Descubres la voluntad de Dios en tu vida.
Otro fruto de la oración es descubrir la voluntad del Padre. Al empezar a experimentar a Dios
como Padre, por la acción del Espíritu Santo en nosotros y a través de la oración, entonces es
posible tener con respecto al Padre la misma actitud de Jesús: agradar en todo al Padre y hacer
en todo su voluntad.
Como Jesús, podremos decir: 'Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado' Jn. 4,34.
'Yo hago lo que le agrada a El’ Jn. 8,29.
Así tendrá todo su sentido profundo el decir: 'Padre, hágase tu voluntad así en la tierra como en
el cielo'. Por esto la motivación del actual, del verdadero cristiano, no es el cumplimiento de una
ley impersonal, sino el agradar en todo a su Padre.
Por eso también la exigencia para entrar en el Reino será, no el haber profetizado, el haber
hecho milagros o el haber expulsado demonios, sino el haber hecho la voluntad del Padre (Mi 7,
21-22).
5.4 Te revitaliza el interior.
El Espíritu Santo es el "agua viva" que, en el corazón orante, "brota para vida eterna" (Jn 4, 14).
Él es quien nos enseña a recogerla en la misma Fuente: Cristo. Pues bien, en la vida cristiana
hay manantiales donde Cristo nos espera para darnos a beber el Espíritu Santo y así fortalecer
nuestro interior.
5.5 Te fortalece el Espíritu para ser capaz de una acción por el prójimo.
Otro fruto de la oración es la capacidad de amar y perdonar a nuestro prójimo ya que al estar en
oración Dios restaura nuestra capacidad de amar plenamente.
Y así poder realizar acciones en bien de nuestros hermanos. Recordemos que toda oración me
debe de llevar a una acción
5.6 Te compromete con la historia.
Al estar en comunión con Dios él te hace copartícipe de la Historia de Salvación que Dios sigue
escribiendo en cada uno de los acontecimientos de la humanidad y te compromete a que seas
protagonista de esta historia para la salvación tuya y la de todos tus hermanos los hombres
5.7 Conoces más a Jesús.
Con la oración conoces más a Jesús. Igual que los discípulos se sentaban a escuchar al
Maestro, tú, a través de ese diálogo, escucharás al Maestro y lo irás conociendo más y más de
tal modo que te irás asemejando más al Señor Jesús
La preocupación fundamental del cristiano tiene que ser el poder contemplar a Jesús en la
oración y asemejarse a El; ante todo en su actitud de hijo delante de su Padre celestial, que es
también nuestro Padre. Tenemos que asemejarnos no sólo en lo que Él es, Hijo de Dios, sino en
lo que hacía.
5.8 Te santifica.
Finalmente, si oras con perseverancia y observando las condiciones de la oración lograrás un
ideal máximo; el de la Santidad.
No seremos santos sino en la medida en que vivamos la vida de Cristo, o mejor dicho, en la
medida en que Cristo viva su vida en nosotros. El proceso de Santificación es así un proceso de
"Cristificación", de "ser transformados en Cristo". El cristiano tiene que convertirse en otro Cristo
y eso se logra con la oración.
6.- La oración de Jesús:
¿Cómo hay que orar? Esta es una pregunta que los apóstoles le hicieron a Jesús. Y el propio
Jesús les enseñó lo que tenían que hacer para orar. También nosotros podemos aprender de Él
el modo de orar. No hay mejor maestro que Jesús en el arte de la oración; de hecho, para los
cristianos no hay otro maestro.
En el Evangelio de Lucas (11) leemos:
"Estando Él orando en cierto lugar, cuando terminó, le dijo uno de sus discípulos: ‘Maestro,
enséñanos a orar, como enseñó Juan a sus discípulos’".
Los apóstoles supieron recurrir directamente al Maestro cuando quisieron aprender a orar. Te
aconsejo que hagas lo mismo. De hecho, ningún hombre podrá enseñarte a orar. Yo, desde
luego, no me considero capaz. Espero que esta plática te dé los elementos necesarios para
empezar; pero tarde o temprano, habrás de topar con dificultades que ningún maestro del mundo
podrá resolver por ti, y tendrás que poder recurrir directamente a Jesús y decirle "Señor,
enséñame a orar". Y Él resolverá tus dificultades y te guiará personalmente. Por eso te aconsejo
desde el principio que, cuando te topes con esas dificultades: hastío, cansancio, monotonía,
tedio, rutina, etc.; y te resulte arduo seguir adelante, vuelve tu rostro a Jesús y dile: "Señor,
enséñame a orar". Repítelo una y otra vez; repítelo durante todo el día, si es necesario. Repítelo
sin tensiones ni ansiedades de ningún tipo, tranquilamente, con la firme esperanza de que Él
habrá de enseñarnos, como, de hecho, lo hará.
6.1 Jesús oraba a solas, en silencio.
'Después de despedir a la gente, subió al monte a solas para orar Al atardecer estaba solo ahí' Mat.
14,23.
'Una multitud numerosa afluía para oírle y ser curados de sus enfermedades. Pero El se apartaba
lugares solitarios para orar' Lc. 5, 16.
'Se fue Él al monte a orar y se pasó la noche en la oración de Dios. Cuando se hizo de día, llamó a
sus discípulos y eligió doce' Lc. 6,12-13.
'Tomó consigo a Pedro, Juan y Santiago y subió al monte a orar' Lc. 9,28.
'De madrugada, cuando todavía estaba oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y ahí se
puso a orar' Mc. l, 35.
Aunque la mente y corazón humanos de Jesús estaban en una constante atención y unión con
su Padre, aún en medio de su trabajo agobiante buscaba expresamente momentos para
apartarse a solas para orar. Tengamos presente el hecho y los detalles de su realización:
 habiendo despedido a la gente
 en ocasiones sólo con sus más íntimos
 normalmente a solas
 buscaba lugares apartados y solitarios
 o subía al monte
 levantándose de madrugada
 o al atardecer
 o durante toda la noche
Meditando en como oraba Jesús, tendremos un modelo y sentiremos un llamado a hacer lo
mismo
6.2 Oraba constantemente.
Es tal esta necesidad de orar que Jesucristo nos invitó a orar sin cesar:
‘Les decía esa parábola para inculcarles que era preciso orar siempre sin desfallecer' Lc. 18,1
'Estén en vela, orando en todo tiempo para que tengan fuerza y escapen a todo lo que está para
venir, y puedan estar en pie delante del Hijo del Hombre' Lc, 21,36.
'Oren sin cesar y en todo den gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de ustedes '
1 Tes5, 17-18.
'Siempre en oración y súplica, orando en toda ocasión en el Espíritu' Ef 6,18.
En todos estos textos de la Palabra aparece una invitación muy clara y muy insistente: orar sin
cesar, en toda ocasión, en todo tiempo perseverando en ella sin desfallecer y en el Espíritu
Santo.
6.3 Oraba al realizar obras importantes.
¿Cuándo ora Jesús?
En todo momento, su vida era una oración continua al Padre. En el Evangelio nos narra como
oraba en los momentos más importantes.
 Antes de comenzar su predicación.
 Antes de la pasión (Huerto de los Olivos)
 Antes de cada milagro.
 Antes de la elección de los discípulos.
Jesús también ora por nosotros. Antes de morir, pide por cada uno de nosotros. Ya había
pensado en ti, y sabía que ahora te encontrarías aquí, dispuesto a hacer oración. Escucha con
atención.
Jesús dijo: Padre yo te pido por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, que ya
son tuyos -todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío -, y yo he sido glorificado en ellos. Yo ya no
estoy en el mundo, pero ellos se quedan en el mundo, mientras yo vuelvo a ti. Padre Santo,
guárdalos en ese tu Nombre que a mí me diste, para que todos sean uno como nosotros.
No te pido que los saques del mundo, pero sí que los defiendas del Maligno. Ellos no son del
mundo como tampoco yo soy del mundo. Hazlos santos según la verdad de tu Palabra. Así como
tú me enviaste al mundo, así yo también los envío al mundo, y por ellos voy al sacrificio que me
hace santo, para que ellos también sean verdaderamente santos. Jn 17, 9-11. 15-19.
6.4 Oraba siempre buscando realizar la voluntad del Padre.
La oración de Jesús lo lleva a ser uno solo con su Padre, y poder así hacer su Santa Voluntad.
De igual manera nuestra oración debe ser para hacer la voluntad del Padre. Ejemplo de ello es la
oración de Jesús en el huerto:
"Padre si es posible aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya".
¡Cuántos y cuántos cálices le hemos pedido al Padre que aparte de nuestra vida! Si bien es
cierto que pasamos por un calvario, hay que recordar que después de la Pasión viene la
Resurrección y eso estaba planeado en la providencia amorosa del Padre para un mayor bien: El
de nuestra salvación
6.5 Oraba a Dios llamándole: ¡Abbá Padre!
Jesús se dirigía a Dios diciéndole: "Abbá", que quiere decir papá. Jesús nos quiere acercar a
Dios con esta sencillez como la de un niño recién nacido que sólo puede decir sonidos guturales,
pero el padre se enternece y entiende perfectamente lo que su hijo le quiere comunicar.
6.6 Él nos enseña a orar con el Padre Nuestro.
Los Apóstoles no le piden a Jesús que les enseñe a realizar milagros, sino lo que le piden
explícitamente es que les enseñe a hacer oración. Escuchemos lo que el Evangelio nos dice:
Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo:
- Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.
Jesús le dijo:
- Cuando oren, digan: Padre santificado sea tu nombre; venga tu Reino; danos cada día el pan que
necesitamos; perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que
nos ofende; y no nos dejes caer en la tentación.
Lc 11, 1-4
Jesús le ora a Dios, como un Padre. Nos revela la filiación divina. Podemos llamarle Padre a
Dios.
Las consignas de Jesús se ordenan, sobre todo a despertar la confianza filial para con el Padre,
a situarnos ante Él en plena humildad, a quitar de en medio toda orientación hipócrita y la vana
palabrería (cfr. Mt 6,5-8).
Síntesis y regla de este buen espíritu es la oración del Padre Nuestro que Jesús ha dado a los
suyos. En ella figuran, en transparente profundidad y limpieza, perfectamente armonizados,
todas las nobles aspiraciones del corazón humano con los altos intereses del Reino de Dios.
7.- Tipos y formas de orar:
La oración es el alimento del alma, y por eso existen diversos tipos de oración, ya que, al igual
que los alimentos para el cuerpo, es necesario balancearlos.
7.1 La oración puede ser de alabanza, agradecimiento, petición, de perdón,
etc.
Así tenemos:
Oración de alabanza
La alabanza es la forma de orar que reconoce de la manera más directa que Dios es Dios. Le
canta por Él mismo, le da gloria no por lo que hace, sino por lo que Él es. Es echarle piropos a
Dios y gracias a esta oración participamos en la felicidad de los corazones puros que lo aman en
la fe antes de verlo en la Gloria. Para esta oración exige fe y amor.
La alabanza integra las otras formas de oración y las lleva hacia Aquel que es su fuente y su
término: "un solo Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas y por el cual somos nosotros"
(1 Cor 8, 6).
A Dios lo podemos alabar por las cosas que nos ha dado, por los dones con que llena nuestra
vida, por lo que ha hecho por nosotros.
También le alabamos por las cosas difíciles que nos suceden, porque confiamos en el cuidado
amoroso que nos tiene el Padre.
Conforme avanzamos en la oración de alabanza, alabamos a Dios más por lo que Él es y no por
lo que nos da.
Una ayuda útil para la oración de alabanza la encontramos en la Palabra de Dios, en el libro de
los Salmos; que son himnos que los judíos usaban para orar a Dios. Ejemplo de la oración de
alabanza con salmos, es el salmo 8:
Qué admirable es tu nombre en toda la tierra
¡Señor, Dios nuestro,
Qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
Tu majestad se alza por encima de los cielos.
De los labios de los niños de pecho,
levantas una fortaleza frente a tus adversarios,
para hacer callar al enemigo y al rebelde....
¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra!
¡Qué belleza de palabras dirigidas a Dios! Aquí el salmista estalla en alabanza al admirar toda la
creación de Dios ya que en ella hay reflejo de como es Dios. Es un Dios de amor, belleza, orden,
etc.
Oración de Bendición:
La oración de bendición viene de la palabra bendecir, es decir bien-decir. La bendición expresa
el fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella, el don de Dios y la
acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre
a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir a su vez a
Aquel que es la fuente de toda bendición. Ejemplo claro de este tipo de oración es el Salmo 103:
Bendice al Señor alma mía,
del fondo de mi ser su santo nombre;
bendice al Señor alma mía,
no olvides sus dones a ti.
El que todas tus culpas perdona,
que todas tus dolencias cura;
rescata tu vida de la fosa,
te colma de ternura y amor.
En este salmo se pone de manifiesto los dones recibidos y el salmista bendice el Nombre de
Dios por esos dones recibidos.
Oración de adoración:
La adoración es la primera actitud del hombre que se reconoce criatura ante su Creador. Exalta
la grandeza del Señor que nos ha hecho (cf. Sal 95, 1-6) y la omnipotencia del Salvador que nos
libra del mal. Es la acción de humillar el espíritu ante el "Rey de la gloria" (Sal 24, 9-10) y el
silencio respetuoso en presencia de Dios "siempre mayor" (S. Agustín, Sal. 62, 16).
La adoración de Dios tres veces Santo y soberano del Universo nos llena de humildad y da
seguridad a nuestras súplicas.
7.2 La puedes realizar individual o comunitariamente.
Estas oraciones las podemos realizar tanto individual como comunitariamente. En efecto, el
Señor nos mandó
Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo s secreto; y
tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará. 7 Y al orar, no os perdáis en palabras como hacen los
paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho. No seáis como ellos, pues ya
sabe vuestro Padre lo que necesitáis antes de que vosotros se lo pidáis. (Mt. 6,7-8)
De igual manera, la Palabra de Dios nos enseña que los discípulos se congregaban para las
oraciones.
Así que nos es necesario venir al grupo o ir al Templo para hacer oración. La puedes hacer en
cualquier lugar. Pero nuestra oración es más poderosa si va unida a la de nuestros hermanos.
7.3 Puedes realizarla a través de la lectura de la palabra de Dios, en forma
espontánea, usando alguna oración ya escrita o a través de la Liturgia.
Cuando aprendimos a caminar, nos ayudamos con andaderas, barandajes, etc. Cuando
aprendimos a leer, usamos libros, historietas, etc.- De igual manera, para aprender a orar
debemos de apoyarnos en varios instrumentos:
 La Palabra de Dios
 Los escritos de los Santos
 La Liturgia de la Iglesia: Oraciones de la Misa, la Liturgia de las Horas.
 Algún buen libro católico de meditaciones y/o oraciones.
No dejes de usar todos estos libros y lecturas que te pueden ayudar a mejorar tu vida de oración.
Trata de "sintonizarte" con Dios y deja que Su Espíritu ore en ti.
8.- Sacrificio.
8.1 Definición:
La vida entera de Cristo fue una continua entrega de Amor al hombre: su silencio, sus milagros,
sus gestos, su oración, su predilección por los pequeños y los pobres. Su vida entera fue una
entrega a la voluntad del Padre, que se realiza plenamente en la aceptación total del sacrificio en
la cruz por la salvación del mundo. Su resurrección es la plenitud de la salvación. La prueba
suprema de este amor será el sacrificio de su propia vida "para remisión de los pecados" (Mt 26,
28).
Jesús se entregó por nosotros, se sacrificó por nosotros. "Me amó y murió por mí".
La eucaristía que instituyó en este momento será el "memorial" (1 Cor 11, 25) de su
sacrificio. Jesús incluye a los Apóstoles en su propia ofrenda y les manda perpetuarla
(cf. Lc 22, 19).
La cruz es el único sacrificio de Cristo, "único mediador entre Dios y los hombres" (1 Tm
2, 5).
De igual manera Él te pide ahora que te entregues por cada uno de tus hermanos. Así como
Jesús se ofreció como hostia viva, así también nosotros debemos ofrecernos.
La llama a sus discípulos a "tomar su cruz y a seguirlo (Mt 16, 24). Él quiere, en efecto asociar a
su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21,
18-19; Col 1, 24).
Él ha querido asociarnos no solo a su Salvación, sino a sus sufrimientos. Al sacrificio de Cristo
debemos unir nuestros propios sacrificios.
Fuera de la cruz no hay otra escala por donde subir al Cielo (Santa Rosa de Lima)
Este ofrecimiento es un sacrificio. Es ofrecer algo a Dios, y Él que es toda santidad, al hacerlo
suyo se hace Santo. Es como darle regalos a Dios.
La palabra "sacrificio" viene del latín
Sacrum facere que significa Hacer Santo.
8.2 Sacrificio significa hacer sagrada nuestra vida.
Sacrificio significa en primer lugar que aceptamos la Gracia de Dios, el regalo de su Vida Divina,
que nos hace Santos. Significa también que nosotros libremente COLABORAMOS con la Gracia
de Dios para aumentar y fortalecer en nosotros esa presencia Divina. Dios respeta nuestra
liberta y pide nuestra colaboración. Unidos a Cristo, nos ofrecemos con Él al Padre por la
salvación del Mundo.
Cat. Univ. 1368 el sacrificio de Cristo es también el sacrificio de los miembros de su
Cuerpo. La vida de los fieles, su alabanza, su sufrimiento, su oración y su trabajo se
unen a los de Cristo y a su total ofrenda, y adquieren así un valor nuevo.
8.3 Es ofrecer cada acto de nuestra vida a Dios.
El cristiano está llamado a ofrecer a Dios cada momento de su vida, a hacer de su vida una
continua ofrenda a Dios.
9.- El por qué del Sacrificio:
Mucha gente pregunta: ¿para qué el sacrificio? ¿De qué sirve? No veo ninguna utilidad!
9.1 Completamos en nosotros lo que falta a la Pasión de Jesús
En primer lugar, al ofrecer nuestro sacrificio, nos unimos más íntimamente a Cristo y
completamos en nosotros lo que falta a Su Pasión:
Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por ustedes, y completo en mi carne lo que
falta a las tribulaciones de Cristo en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia. Col.1,24
Esto no significa que la Pasión de Cristo esté incompleta, sino que no ha llegado aún a la vida de
todos los hombres, no se ha hecho aún presente en el mundo entero. Dios necesita de nosotros
para que la Pasión, muerte y Resurrección de Cristo sea una realidad en la vida de cada ser
humano.
¡Un ejemplo de esto eres tú! Quizás ni siquiera habías oído hablar del Sacrificio de Cristo antes
de esta Jornada. Pero ahora, gracias al trabajo y sacrificios de mucha gente, has podido conocer
la Gracia de Dios! Ahora te toca a ti!
Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios.
9.2 Morimos a nuestro hombre viejo.
Los sacrificios tienen un valor espiritual muy profundo, pues nos hace morir al pecado, al hombre
viejo, y renacer a una nueva vida, según las palabras de San Pablo:
9.3 Nos santifica y santifica al Mundo.
La santidad no es solamente un Don: Es un Don que hay que acrecentar.
La Gracia es como una planta que se nos regala: No basta con recibirla, hay que cuidarla, darle
agua y fertilizante, porque está viva! Debemos de ofrecer nuestra vida a Dios para que nos
santifique continuamente y, por nuestro medio, santifique al mundo.
9.4 Hacemos consciente la presencia de Jesús en nuestras vidas
Es el "amor hasta el extremo" (Jn 13, 1) de Cristo que le da su valor de redención y de
reparación, de expiación y de satisfacción al sacrificio de Cristo. Nos ha conocido y amado a
todos en la ofrenda de su vida (cf. Gal 2, 20; Ef 5, 2.) Sin amor no hubiera servido de nada.
Conociendo ese Amor, lo vivimos más profundamente, lo hacemos una realidad en nuestras
vidas. El Amor siempre es mutuo, es recíproco: Dios que nos ama nos llama a amar. El amor
siempre será una entrega, un regalo al otro, buscando el bien del otro. Jesús, que es Amor, se
hace así presente en nuestras vidas.
10.- ¿Qué podemos ofrecer?:
Existen dos tipos de sacrificios:
10.1 Sacrificios inevitables e involuntarios: Enfermedades, muertes,
accidentes.
En primer lugar podemos ofrecer las cosas que nos suceden, que no podemos evitar: Una
enfermedad, una muerte, un sufrimiento, etc. Es algo que no queremos, pero que aceptamos por
Amor a Dios y al prójimo.
10.2 Sacrificios voluntarios: renuncia a cosas que nos agradan, ayuno,
vigilias, incomodidades, nuestra vida diaria.
En segundo lugar podemos ofrecer de manera voluntaria renunciar a alguna comodidad, a algo
que nos agrada: un dulce, una película, ver televisión, etc.
Es bueno ofrecer así a Dios sacrificios en señal de adoración y de gratitud, de súplica y de
comunión: "Toda acción realizada para unirse a Dios en la santa comunión y poder ser
bienaventurado es un verdadero sacrificio (S. Agustín, civ. 10, 6)
No olvidemos, sin embargo, que el sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del
sacrificio espiritual.
La Palabra de Dios nos advierte contra la hipocresía:
Mi sacrificio es un espíritu contrito. (Sal 51, 19).
Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin
participación interior (cf. Am 5, 21-25) o sin relación con el prójimo (cf. Is 1, 10-20).
Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas:
Misericordia quiero, que no sacrificio (Mt 9, 13; 12, 7; cf. Os 6, 6).
Al regalárselo a Dios, ya no es nuestro, por el hecho de que Dios lo acepte, ya lo hace Santo.
11.- Las palancas:
11.1 Explicación de las palancas. Las palancas son oraciones y sacrificios
ofrecidos por varias personas por el éxito espiritual de la Jornada. Se apunta
la intención en un papel y se entrega al Equipo.
Quiero hablarte ahora de un sacrificio muy especial. Es un sacrificio, o mejor dicho, muchos
sacrificios que varias personas han ofrecido a Dios nuestro Señor por ti, por todos nosotros, por
el éxito espiritual de esta Jornada.
Así es, muchas personas han estado ofreciendo, durante estos tres días, sus oraciones y
sacrificios a Dios por ti, por mí, por todos nosotros. Tú ni siquiera las conoces, ni ellas te conocen
a ti, pero han querido que tengas este encuentro con Cristo, y por eso han ofrecido algún
sacrificio, oración, penitencia, para que la Gracia de Dios entre a tu corazón.
Estos sacrificios los llamamos "Palancas", por analogía con el Principio de Arquímedes.
"Dadme un punto de apoyo y yo moveré al mundo"
 El punto de apoyo es Dios
 El brazo largo es la oración o intención que ofrecen
 El "peso" que hay que mover es la Jornada.
Nosotros le pedimos a todas estas personas, antes de la Jornada, que ofrecieran sus "palancas".
Les repartimos estos papelitos, y ellos se han comprometido delante de Dios a cumplir su
promesa.
11.2 Leer algunas de ellas.
Permíteme leer algunos ejemplos de estas palancas.
Aquí el Auxiliar lee algunas de las palancas que se reunieron para la Jornada, para que los muchachos
oigan qué se está ofreciendo por ellos.
11.3 Hacer notar que otros oran y realizan algún sacrificio por nuestra
conversión.
Como puedes ver, no hemos estado solos en esta Jornada: Muchos hermanos nuestros nos han
acompañado con sus oraciones: En este mismo momento alguien está haciendo oración por ti,
alguien está ofreciendo un sacrificio por ti: ¿No es maravilloso?
11.4 Dar algunos ejemplos de lo que han hecho las palancas.
Todo nuestro esfuerzo, el éxito del Movimiento de Jornadas de Vida Cristiana se debe
precisamente a esto: A que cientos y cientos de personas, niños, religiosas, sacerdotes, laicos,
han ofrecido silenciosamente, humildemente sus oraciones y sacrificios. Más que el trabajo del
equipo, ha sido la oración que ha tocado el corazón de Dios y también el tuyo.
12.- Conclusión:
12.1 Debes ser fiel a la oración para mantener esa relación íntima con el Padre,
en comunión con Jesús, por el Espíritu Santo, para que Él habite en ti y
fortalezca tu vida, para que realices su voluntad.
Te invito pues a que seas fiel a la oración para mantener esa relación íntima con el Padre, en
comunión con Jesús, por el Espíritu Santo, para que Él habite en ti y fortalezca tu vida, para que
realices Su Voluntad.
Pero recuerda, las buenas intenciones no bastan: Hay que trabajar, hay que esforzarse por
crecer en santidad. Como los deportistas que entrenan, practican, se ponen a dieta, así tú
también debes esforzarte por crecer en Santidad.
12.2 Y junto con la oración, el ofrecer cada acto de nuestra vida al Padre, nos
hace más cercanos a Jesús, santificándonos por medio del Espíritu Santo.
Junto con la oración, el ofrecer cada acto de nuestra vida al Padre, el "sacrificarnos" nos acerca
más a Jesús, santificándonos por medio del Espíritu Santo.
12.3 Esto nos ayuda a preservar, gozar y aumentar el Don de la Gracia, la
presencia del Espíritu Santo, en nuestra vida.
Todo esto le ayudará a aumentar en ti el Don de la Gracia de Dios. Así que, ¡Ánimo! No le
tengas miedo al reto de vivir en Gracia, de alcanzar tu verdadero ideal: LA SANTIDAD.
TEXTOS DEL MAGISTERIO
La misión de Evangelizar que Cristo encargó a Su Iglesia es la misión misma del Movimiento de
Jornadas de Vida Cristiana: Somos testigos del Evangelio de Jesucristo entre los jóvenes de
nuestra patria en los albores del Siglo XXI.
Para ser fieles a la Misión que Cristo nos ha encomendado, es necesario conocer bien la
doctrina que predicamos. Especial relevancia tiene el pensamiento del S:S: Juan Pablo II,
nuestro Sumo Pontífice.
El Manual Básico, en su Capítulo -B "Material de Apoyo", ya contiene amplios textos tomados del
Catecismo Universal de la Iglesia Católica. No consideramos necesario repetirlos aquí. Más bien
hemos querido poner esencialmente dos cosas: En primer lugar, textos de S:S: Juan Pablo II, el
"Papa de los jóvenes", ya que su pensamiento es garantía de solidez y profundidad, en segundo
lugar, textos y oraciones tomados de la tradición viva de la Iglesia, de Santos, hombres y
mujeres que se han esforzado por vivir una vida de oración.
Esperamos que este material ayudará no solamente a dar el tema de "Oración y Sacrificio", sino
que contribuirá también a fortalecer la Vida de Oración de los Auxiliares.
TEXTOS DE S.S. JUAN PABLO II
1. Por medio de la oración es como podemos con claridad concentrar nuestra atención
en la persona de Jesucristo y percibir la importancia decisiva que su enseñanza tiene
para nuestra vida. Jesús es el modelo de nuestros actos y vidas.
2. Reacciona adecuadamente sólo aquel que se deja penetrar íntima y espiritualmente
por la presencia de Dios. (Alemania)
3. Una de las características más relevantes de la vida terrena de Jesús fue la prioridad
que dio a la oración. San Lucas nos cuenta que "concurrían numerosas muchedumbres
para oírle y ser curados de sus enfermedades, pero El se retiraba a lugares solitarios y
se daba a la oración" (Le 5,15-16). Tenía gran compasión por la multitud y un celo
ardiente por la proclamación de la cercanía del Reino de Dios, pero al mismo tiempo
Jesús buscaba regular y frecuentemente un lugar tranquilo para estar solo con su Padre
celestial. A veces pasaba incluso la noche entera en oración.
4. Hermanos míos: Nunca debemos olvidar esta lección que nos dejó nuestro Salvador
con su palabra y su ejemplo. La oración es un ingrediente vital de la vida cristiana.
Además, a través de la oración preservamos y profundizamos nuestro amor personal a
Cristo, y logramos descubrir y aceptar la voluntad de Dios sobre nosotros. El tiempo
pasado en oración no es un tiempo inútil. Es un tiempo pasado por ellos con el Señor,
que es la fuente de todo bien.
5. Debemos sobre todo perseverar en la oración, en una oración íntima y siempre llena
de energía. La unidad sólo nos puede ser otorgada como un regalo por el Señor, como
fruto de su pasión y de su resurrección en la oportuna "plenitud de los tiempos". "Vigilad
y orad" (Mt 26,41) en el huerto de Getsemaní de las numerosas experiencias de la
historia, para que no caigáis en la tentación y para que no os detengáis en el camino.
6. Termino exhortándoos a que seáis hombres y mujeres de oración. Porque es el
Espíritu de Dios quien debe ser el alma de vuestro apostolado, impregnar vuestros
pensamientos, vuestros deseos, vuestros actos, purificarlos, elevarlos. Y, además, tenéis
múltiples ocasiones de dar gracias e interceder por todos los que os rodean.
7. Por medio de la oración recibiréis la fuerza para resistir al espíritu del mundo.
Recibiréis la capacidad de mostrar compasión a todo ser humano, tal y como hizo Jesús.
Por medio de la oración tomaréis parte en la historia de salvación que se desarrolla en
vuestra generación. En la oración podréis entrar en el corazón de Jesús y entender sus
sentimientos hacia su Iglesia.
8. Todos nosotros reconocemos el gran valor de la oración para realizar lo que
humanamente es difícil o acaso imposible. Jesús mismo nos ha dicho: "Lo que es
imposible a los hombres, es posible para Dios" (Le 18,27). Sabemos lo importante que
es dirigirse a Dios.
9. Que encontréis tiempo cada día para meditar la Palabra de Dios con confianza en su
poder de iluminar vuestra mente y dar vida en vosotros al espíritu de las
bienaventuranzas.
TEXTOS DE LA TRADICIÓN
DE LA IGLESIA.
¿Quién desconfiará del que tan piadoso se muestra en escuchar, tan veloz en prometer, tan pronto en
otorgar lo que promete?
San Buenaventura
Mi alma que metida estaba en lo profundo del pecado, por vos fue redimida: por vos le fue quitado aquello
que sin vos fuera excusado.
¿Que gracias puedo daros, Señor, por un tal alto beneficio sino glorificaros, haciéndoos en servicio de mi
alma un perpetuo sacrificio?
Fray Luis de León
¿Qué buscan los jóvenes a la hora de orar?
Orar para la juventud es:
1. Descubrir que Dios es "Alguien: Los jóvenes huyen del Dios concepto, idea, teoría. Intuyen a un
Dios que les brota de dentro y que, por otra parte, ven reflejado en las mil realidades de la vida.
Buscan, sí, un Tú Absoluto, pero personal; con quien poder entablar diálogo desde la pequeñez del yo.
Y cuando lo encuentran, experimentan la satisfacción de comprobar que este Dios no ama a granel,
sino que nos ama uno por uno. Hecho este descubrimiento, lo de menos será cómo orar, lo importante
será El y ellos.
2. Iniciar o mantener un trato de amistad: Nadie llegó a concebir la oración como trato entre amigos
mejor que los jóvenes. De ahí que en numerosas ocasiones su estilo orante adopte o la simplicidad o el
romanticismo de un noviazgo adolescente. Por eso prefieren una oración libre de órdenes y de
rúbricas-: una oración gratuita, una oración sincera -sin poses ni palabras rebuscadas-, Los suele
encantar el orar contemplativo, quedándose asombrados ante el Tú reflejado, por ejemplo, en la
naturaleza y saltar desde ese asombro a la alabanza.
LA LUZ
Cuando la desesperanza y la desilusión estaban a punto de hacerme abandonar, una mirada cálida y cercana
llenó mi rostro de luz. Comprendí que por fin había roto la barrera infranqueable que había creado entre
Dios y Yo. Y Él, el amado Padre podía por fin manifestarme su amor.
Ya no estaba oculto para mí, en realidad nunca lo estuvo, yo era el oculto, el huidizo. Se había hecho
presente llenando mi vida en una inusitada paz y confianza.
De repente comencé a mirar, a observar el mundo de otra forma, no podía dar crédito a tanta belleza, el
mundo era hermoso, los pájaros, las flores, toda la naturaleza, el hombre, todo me parecía nuevo y
diferente, todo era como un cántico de alabanza a su creador. ¿Cómo era posible que hasta entonces no me
hubiera dado cuenta de tanta belleza?
¿Qué era aquello que me pasaba? Ya no pensaba en mí, ya no era el único importante, estaban los demás,
estaba Dios. "Loado seas mi Señor con todas tus criaturas" (San Francisco de Asís).
Cuando alguno te pide que hagas oración por él, no te excuses, aunque no hayas alcanzado la virtud de la
oración; muchas veces la fe y la humildad del que pide han sido causa de salud al que oró.
No te ensorberbezcas por haber sido oído de Dios cuando oraste por otro; Has de creer que valió para con
Dios la de aquél.
Juan Clímaco (Siglo VII).
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