ALEJANDRO CRUZ MARTÍNEZ POETA (+) Aquioaxaca se suma al homenaje que se le esta haciendo al poeta Alejandro Cruz Martínez. En los años ochentas logramos hacer un excelente equipo de trabajo para promover la cultura de Oaxaca. Macario Matus desde La Casa de Cultura de Juchitán y nosotros desde La Casa de la Cultura Oaxaqueña. Así fue como conocimos a Alejandro, “El Señor Panza” como le decía su pequeña hija. Alejandro era un espíritu libre, que tal vez sabía que estaría poco tiempo con nosotros, por lo cual era totalmente desapegado al grotesco mundo material. El amor era lo que movía su corazón y su mente. No solo el amor a “la bien amada”, a la bendita mujer, sino que su amor de enamorado se extendía y cobraba toda su dimensión en la gente. En la gente de carne y hueso de su pueblo Alejandro vertió todo su amor y por ello nos lo arrancaron los temerosos de la luz, de la verdad y del amor. Sin embargo, el amor de Alejandro sigue presente entre nosotros, como un vientecillo fresco que mitiga el caluroso día de nuestras vidas. Guillermo Marín. Presentación editorial Este libro esta dedicado para los que siguen creyendo, es decir, soñando. En memoria de Rubén Valencia López, Facundo Zarate, Raymundo Meléndez, Alejandro Cruz y Enrique Núñez Palacios. Para mi recorrer solo los caminos que tienen corazón, cualquier camino que tenga corazón. Por ahí yo recorro y la única prueba que vale es atravesar todo su largo. Y por ahí yo recorro mirando, mirando, sin aliento Don Juan Matus UNA PINTA AL POETA CHITUGUI Este libro que presentamos ahora, inaugura en nuestra editorial la búsqueda de un camino. Uno de los múltiples caminos donde el corazón se reencuentre con el rostro para darle fortaleza y sabiduría. Caminos demeritados en la modernidad, donde la certidumbre quiere vencer al misterio, ese misterio profundo que conecta el mundo de los seres humanos con los animales y las plantas, esa simbiosis entre ser humano y naturaleza, donde los espíritus del monte ocupan un lugar especial. Alejandro fue para nosotros un poeta conversador, alguien que dialogaba con los animales —en especial chituguí, con quien mantenía siempre una relación de complicidad— y con la naturaleza toda, incluyendo lo sobrenatural. Como poeta era como Jorge Ishizawa define el ser montaraz en los andes peruanos. “Autentica libertad de espíritu, es estar atento y en permanente conversación con el lugar y las circunstancias, lo que exige una particular disciplina, la de purgar y dietar para prepararse a ser uno con el monte. Es la apertura de los sentidos a la circunstancia para encontrarse en permanente sintonía y capacidad para conversar. Es una actitud que lleva a un saber comprometido con el sabor, el olor, el tacto del lugar, de sus residentes y a una relación de básica entrega. Es un saber que lleva a una relación cordial también con la muerte”. Muchos se preguntaran, cuáles son los motivos de recuperarlo, de trabajar arduamente para que este esfuerzo se concretara. Para ello sólo podemos mirar el pasado, esa memoria histórica que él siempre nos incita a mirar, a reconocer (nos) en nuestra raíz. Algunos de nosotros surgimos de aquel pintoresco y combativo Escuadrón Mosquito FUP, en el cual aprendimos a soñar, a no dejarnos, a no callar, a no permitir las injusticias y luchar por un mundo digno, donde la mirada del Che Guevara está siempre dura y firme, esperando que sus muchachos hagan la tarea, viejos tiempos aquellos en los cuales la actitud cotidiana lo decía todo. Como es bien sabido ese sueño terminó... pero y ¿nosotros? ¿y nuestro escuadrón? De la noche a la mañana nos descobijaron de esperanzas y sueños, se hicieron bolitas de papel y se esfumaron. Pero en algun@s de nosotr@s no se fue, se aletargó en lo que nos reencontrábamos; y en el camino de búsquedas encontramos a otros jóvenes que traían bajo el brazo su morral de sueños, libertarios y magonistas, donde reaprendimos a almacenar la esperanza, a no dejarnos morir en vida. De igual manera nos nutrió mucho el aprendizaje del sueño zapatista y con los amig@s que nos coalicionamos en la Universidad de la Tierra en Oaxaca (Unitierra), con los cuales pasamos días y noches recreando y animando el reencuentro con nuestra cultura. La globalización además de generar una competencia desigual intenta homogeneizar a las culturas e imponer un proyecto único, de manera de ser, pensar y comportarse, por consecuencia ha derivado —particularmente en los jóvenes— en un menosprecio por sus raíces, falta de oportunidades en sus propios entornos, apatía y delincuencia, entre otros. La interacción entre culturas siempre ha existido y seguirá existiendo, la esperanza nuestra es que sean diálogos respetuosos y sin dominación, en donde esa interacción permita intercambiar conocimientos, destrezas y habilidades, para una vida digna, con justicia y libertad. Alrededor de la Unitierra se empezó a emplear una herramienta para reflexionar nuestra cultura, en la cual se utiliza la analogía del árbol hecha por Robert Vachon y reelaborada por Gustavo Esteva. En dicha analogía las ramas (lo morfológico) representán las manifestaciones que son enteramente evidentes: la comida, el lenguaje, el vestido, las maneras de hablar y comportarse, la artesanía… el tronco (lo estructural) es en parte invisible, pero se descubre sin dificultad ante la observación: la composición de la familia, la manera en que se organizan o estructuran las prácticas religiosas, sociales, económicas y políticas (por ejemplo: los tequios para las peregrinaciones, la toma de decisiones en las asambleas comunales, los sistemas de intercambio de productos y conocimientos que todavía persisten en algunas tradiciones, etc.) y la raíz, (lo mítico) que sólo es posible que se asomen en forma de mitos, son planos ocultos a la mirada que nutren todas las manifestaciones culturales. Son las figuraciones con las que cada pueblo constituye y establece los modos de ser, pensar y actuar, que le da vida a todo el árbol cultural. Aunque no parezca tener relación inmediata, en sus poemas y cuentos Alejandro abrazaba el árbol de la cultura, nos trae el recuerdo de nuestra historia, como ese papel que jugaban los antiguos, los que recreaban la historia a través de códices para recordar. Nos ayuda junto a sus otros cómplices, a pintar el cielo para no subordinar el mithos (creencias) al logos (razón), como bien dice Pannikar “uno de los puentes para el diálogo entre culturas es la poesía”. Lo revaloramos porque su condición de poeta, de artesano de la palabra, lo llevó a adentrarse a lo que Guillermo Bonfil llamó el México Profundo; lo hizo con su corazón sumergido en la cultura zapoteca, meña, plasmando los mitos del Istmo de abajo y desde su pueblo de calles olvidadas y tristes como decía él. Actualmente los saberes locales están amenazados por el auge del desarrollo industrial y tecnológico, el México imaginario y su modelo, la modernidad. Ya se fue Lucia Zenteno y se llevo el río que recreara Alejandro, ¿qué diría ella al ver que con el desarrollo impera la contaminación de nuestros ríos y el menosprecio a nuestras costumbres y tradiciones? Esta edición intenta al adentrarse al mundo que recreo, nos permita construir con trocitos de papel un puente entre el mundo oral y el textual, para reconocernos en la diferencia, regenerar nuestra cultura y por ende nuestra Madre Tierra y los espíritus que en ella habitan. Al lado de tod@s las person@s que contribuyeron en este esfuerzo, se encuentran unos pequeños del añorado Escuadrón Mosquito, que están empeñados en reunir a todos los chituguís del mundo —y por supuesto, al chituguí mayor— con Don Durito de la Lacandona. Bibaani A.C. Editorial Lucia Zenteno Universidad de la Tierra Colectivo Lo13 Responsable de la presentación: Rubén Valencia Núñez Agosto de 2005 Cd. Ixtepec, Oaxaca Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, INTRODUCCION. UNA MIRADA DESDE LA ANTROPOLOGIA COMUNALISTA LA NATURALEZA PROFUNDA DE ALEJANDRO CRUZ Como todo artista del verbo que se precie de serlo, Alejandro expresaba de manera oral y escrita sus pertenencias e identidades. Antes que nada istmeño, su forma de ser humano era profundamente zapoteca. Por ello su literatura dejaba fluir con gran riqueza expresiva su percepción de la naturaleza y de la sociedad. Una naturaleza que vivía y gozaba como joven zapoteco, de la que formaba parte concientemente compartiendo su ancestral sentido complejo: la naturaleza madre criando a sus hijos naturales y sobrenaturales, enlazando las historias humanas —crueles y festivas— con las interminables secuencias de hechos explicables solamente por una razón amplia que entiende la presencia transmundana en la convivencia cotidiana. Esta naturaleza compleja era asumida por Alejandro no solamente a partir de su pertenencia zapoteca sino también desde su ser político, y entonces la madre tierra se erguía como la madre territorio, como el espacio colectivo de lo íntimo al que no sólo había que cantar sino también que proteger, que aprovechar, por el que había que pelear. Él fue asesinado cuando luchaba con los suyos por lograr abasto de agua mediante la perforación de un pozo profundo. La naturaleza bellamente contada le reclamaba también la urgencia de ser compartida con justicia y su prosa zapoteca se transformaba en un aguerrido lenguaje coceísta que politizaba a la naturaleza para apropiarse completamente de ella, para sentir el regazo de la madre, impedido y expropiado por el gobierno de los ajenos. Recuperar a la naturaleza era una de sus obsesiones, recuperarla desde la razón zapoteca mediante la interpretación literaria de su cultura madre, recuperarla desde la razón política mediante la lucha por vivir dignamente en el territorio de los biniza. Cuando le daba forma a sus esperanzas, Alejandro Cruz hacía brotar desde lo hondo sus sensaciones. No era superficial, Siendo un zapoteco creador, encontraba hasta en lo banal un conjunto de lazos que lo conectaban con el sentido complejo de lo vivo, aprendido en la vida sencilla de su familia, en la simpleza del trabajo político, en la llaneza del manejo de una técnica –la escritura en español– que llegó a manejar con la maestría que sólo alcanzan los juglares comprometidos con los suyos. El territorio zapoteco, ese espacio natural de lo simbólico, guarda en su seno istmeño a uno de sus hijos más intensos. La vida ardua y difícil de las mayorías, derivada del empobrecimiento que siguió a la transformación capitalista de la relación con la tierra, sigue siendo, como alguna vez dijera Alejandro, la huella cruel de la resistencia, la defensa obstinada de la razón desigual, el sello candente de los poderosos marcado en la piel comunera, pero nunca una señal de abandono a la suerte, de resignación ante lo inevitable, de doblegamiento ante lo invencible, porque entonces no tendría sentido la herencia cultural, el esfuerzo de los antepasados, la vergüenza de los ancianos. La voz florida del zapoteco profundo que fue Alejandro sigue arengando a la transformación, a la recuperación, a la vida justa en el territorio materno largamente acariciado y ampliamente sentido, comprendido en su complejidad específica y defendido hasta con la vida, como él lo hizo. Benjamín Maldonado Alvarado Agosto 2005 Oaxaca,Oax. Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.9 INTRODUCCIÓN LITERARIA, UNA MIRADA DE UN COMPAÑERO POETA La memoria también usa refajo chucu y se desnuda en el río ante la mirada atónita de las nutrias. Cada verso, cual un pez salido del agua, se revuelca en la arena húmeda de la playa, allí donde los chamizos trenzan la cabellera de la luna llena y en donde Paula Coyote hace figuras de niños con la arcilla mojada con su saliva. Hay un lenguaje mineral donde la realidad se ilumina con la tenue luz de la fantasía, donde las palabras se vuelven raíz de hombre, la sal del tiempo. Así es la vena poética de Alejandro Cruz, una voz que desgarra su angustia y se vuelve pájaro en el cielo de nuestros sueños, el árbol donde pende la fruta prohibida del verbo que vuelve a su infancia y se reconoce en el espejo de lo cotidiano: el amor que nos ablanda los hombros, la rebeldía de ser uno mismo y parecerse a los demás, el río circular del erotismo donde los cuerpos desnudos se reinventan, la ira hacia dios por su frágil eternidad, la alegría a manos llenas por la amistad y por la mujer amada. Corría la época de los setentas cuando la mano invisible del destino nos puso frente a frente a Alejandro y a mí. Fue en los tiempos de la secundaria, cuando se usaban pantalones patas de elefante, zapatos de tacones altos y la cabellera larga; en la radio se escuchaban canciones de los grupos como Los Terrícolas, Los Ángeles Negros, La Tropa Loca, entre otros, a la par que nos emocionaba las baladas de Leo Dan, Roberto Carlos, Roberto Jordán, Camilo Sesto y tantos cantantes de aquellos días. La existencia tenía un sabor a sal y a tortas de crema, ya que el receso se aprovechaba para formar dos bandos y disputarnos la inevitable cascarita de fútbol, lo que nos hacía sudar de manera salvaje, por lo que antes del toque del timbre para reanudar las clases comprábamos las tortas para devorarlas, comentando entre risas lo anecdótico del momento. Fue en esa época el descubrimiento de mi pasión por la literatura, mi inclinación íntima por la poesía, la cual compartía con él, que en estas lides me llevaba muchos pasos. Era un placer hablar de algunos poemas contenidos en los libros de texto de Español en la autoría de Amado Nervo, Enrique González Martínez, Dante Alighieri y el célebre madrigal de Gutierre de Cetina: “Ojos negros”. En los ochentas, la Casa de la Cultura de Juchitán fue una vagina al viento que recibió con entusiasmo a los poetas, pintores y diversos creadores del Istmo con una visión de compartir el pan y la cerveza; eran los días de poner a dorar el corazón en el horno de la realidad y descubrir, como dijera el poeta Mario Benedetti, que la primavera tenía una esquina rota, que el dolor de los pueblos oprimidos exigía un arte de protesta y de propuesta. Allí estuvimos varios poetas, entre consagrados e incipientes, deletreando el alfabeto de los sentimientos, madurando las espigas de los sueños de edificar un mundo donde las mujeres y los hombres tuvieran rostros, pensando siempre apuntalar con nuestras palabras el techo de un nuevo amanecer de la humanidad. Fue en ese ambiente donde la figura poética de Alejandro se distinguió por la intensidad pasional y novedad temática de sus versos. Hombre de su siglo, vivió el ritmo galopante del rock en sus metáforas urbanas, descubrió el erotismo y la ironía leyendo a poetas como Whitman, Sabines, Neruda, Catulo y al amado cocodrilo Efraín Huerta. Fue un Prometeo que robó el fuego del verbo en la cumbre de la codicia y la apariencia estética para devolverlo al pueblo que es su verdadero dueño. Aprendió a escuchar el lenguaje del silencio para que al abrirse las ventanas de la medianoche pudiera sentir la presencia de las cuchibrujas, del pulinyerri, de las altas mujeres tan infinitas como el alba del tiempo, llenas de misterio y poder en su secreto de aparearse con los elementos de la naturaleza; como semillas de la eternidad, ahí están Eustolia Osorio, Na Bundia, María Andrea y Lucía Centeno. Su coraje indómito lo reflejó en su poesía y en su accionar cotidiano; con su paciencia artesanal hizo del mundo un cántaro de barro que llenó de realidad y fantasía, hasta hacerlo desbordar en un manantial donde se bebe la ternura humana. A dieciocho años de su artero crimen, hoy más que nunca su presencia nos alumbra como un sol veraniego y nos hace sentir que la existencia es bella si tiene un sentido propositivo, si se amanece con la ilusión de luchar codo a codo por reinventar la justicia y la libertad. Alejandro era tan optimista, que de estar presente físicamente entre nosotros, no se conformaría con sólo hacer una pinta al cielo, sino que con su inteligencia y habilidad de ladrillero y poeta estaría pensando cómo hacer un muro en la atmósfera terrestre para tapar el hueco en la capa de ozono. . Profr. Esteban Ríos Cruz Asunción Ixtaltepec, Oax., septiembre de 2005 ALEJANDRO CRUZ MARTINEZ, POETA ASESINADO. Alejandro nació en la ciudad de Ixtepec, Oax., en el mes de agosto de 1960.Se inscribió en la Escuela Normal del Istmo de su pueblo natal, en esa época fundó un taller literario y editó la revista Vateé en donde aparecen poemas de Esteban Ríos y Amira Martínez, entre otros jóvenes autores de su generación. Por su participación en los conflictos estudiantiles de la Normal fue expulsado. Se inscribió en otras instituciones pero por su avanzado pensamiento a favor de las causas justas, fue rechazado una y otra vez. En 1980 es merecedor del primer premio de poesía en la Casa de la Cultura de Juchitán. Se le otorgó una beca para asistir al taller de poesía que dirigía el maestro Carlos Illescas bajo los auspicios del Instituto Nacional de Bellas Artes. En octubre de 1984 la Casa de la Cultura Oaxaqueña y la de Juchitán publicaron el poemario Se Cancela por Olvido con una portada de Oscar Martínez. En diciembre de 1986 la Casa de la Cultura editó el volumen Historias que el Tiempo no Registra poemas escritos para ser llevados al teatro con temas propios de su provincia campesina. En esos años ejerció el periodismo y continúa escribiendo profusamente, sus artículos y poemas aparecieron en el periódico Hora Cero, el único órgano informativo de izquierda de ese entonces, y también en la revista Tierra Adentro del INBA. Trabajó en el departamento de difusión cultural de la Casa de la Cultura de la ciudad de Oaxaca, allí se integró a la Asociación de Trabajadores del Arte y fundó la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca, misma que presidió hasta principios del año de 1987, fecha en que regresó al Istmo de Tehuantepec para integrarse a la lucha a favor de los campesinos y obreros en su natal Ixtepec. Laboró en la regiduría de educación del Consejo Municipal de Juchitán haciendo un fuerte bloque dentro de la corriente de la COCEI en el municipio juchiteco. En el mes de agosto de 1987 la regiduría de educación y cultura de Ixtepec editó el libro 16 Mentiras y un perfil biográfico de Manuel Palomec (Manuel Yeéla), recopilaciones de corte surrealista, típicas en el Istmo de Tehuantepec, que Alejandro gustaba recrear porque venían del pueblo, su pueblo ignorado, de “calles olvidadas y sucias”, como él decía con mucho dolor. Al ser asesinado el 22 de septiembre, por la espalda, —los esbirros siempre matan a traición, porque no pueden mirar de frente a un hombre cabal—, dejó varios libros inéditos. Hoy vemos reunida su producción literaria y nos damos cuenta de la gran pérdida que han sufrido las letras oaxaqueñas. Alejandro fue asesinado por su intensa labor dentro de las filas de la COCEI. Lo mataron precisamente el día en que el poeta logró la firma de un convenio de excavación de pozos de agua que estarían al servicio de los campesinos y, claro, en franca oposición con los caciques conocidísimos de Ixtepec. Su muerte fue perpetrada con la anuencia de las autoridades y es un intento de descabezar a la COCEI fuera de Juchitán. Desde siempre Alejandro perteneció a la estirpe envidiable de Roque Dalton, de Otto René Castillo y tantos poetas muertos en la lucha por la liberación de nuestros pueblos en Cuba, Nicaragua, Guatemala y toda la geografía de América Latina. Alejandro nos ha enseñado una vez más que la poesía debe estar al servicio de la condición estética del hombre, pero también al servicio de la lucha por la liberación física del hombre mismo. Ese es el papel de la literatura en aras de los derechos más elementales del ser humano. Alejandro cuán heroica ha sido tu muerte. ¡Te envidiamos! Porque ya perteneces a la historia. No nos dejes solos, hermano. Macario Matus Octubre 1987 Tomado del libro Poesía ultima Primera edición 1989 Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.69 SEMBLANZA DE ALEJANDRO CRUZ Por el año de 1960, en el mes de agosto, cuando las lluvias son parte importante del paisaje de la Ciudad de Ixtepec, Oax., nacía Alejandro Cruz, hijo de Miguel Cruz y Gabriela Martínez; quien fue ayudada a parir por la comadrona del pueblo. Su infancia comienza a vivirla en México, D.F., y es ahí donde comienza a tejer sus primeras fantasías y sus deseos de conocer los escenarios donde se desarrollan las historias de Na’ biela, su madre, le cuenta. A los nueve años regresan a su natal Ixtepec, para iniciar un nuevo peregrinar que lo lleve por los rumbos de la alberca, de la ladrillera, de los pitayales, de los arenales a la orilla del río. Cuando camina de la estación a la ladrillera, ve correr las iguanas y los conejos, al atardecer la posibilidad de encontrarse con los duendes o los chaneques le despiertan una sensibilidad para hacer posible el sueño de volverse viejo y sonreír a los niños del futuro incierto; conoce a Lucrecia, a Estela, a Manuel López, a Jesús Méndez, comparte con ellos la intención del saber en los salones de la Rafael Ramírez, como antes de la Fray Mauricio, después se monta en los pupitres de la Diurna y comienza a explorar con más pasión los andares del escribir y sus primeros versos son frutos que se dan por racimos, aunque no maduran y cuajan como él quisiera. Para 1977 ingresa a la Escuela Normal del Istmo, y a la par de eso, comienza a involucrarse en los movimientos obre o y campesino de su pueblo; aparece su primera revista literaria con un círculo de estudiantes normalistas, publica en el periódico “El normalista” su poema EL CRISTO NEGRO bajo el seudónimo de JOE KENT; gana una beca para sistir a un taller de poesía en el INBA donde conoce a David Huerta, Tito Monterroso, David Ojeda, Gustavo Sainz, entre otros. Apasionado por la efervescencia política que se da en el marco del Movimiento Democrático Universitario, de la COCEI, del Frente Unico Popular, se incorpora de manera comprometida a estas luchas, lo que le permite conocer a otros seres que le hablan las historias de Damiana Man, la mujer que fue vendida por dos pesos de mezcal y una caja de cigarros; de Lucía Zenteno, aquella que en sus cabellos llevaba el río y sus peces; a Pilunyerri que soplaba las espaldas para espantar al susto; de Na Yoma y de tantos y tantos que hicieron surgir las historias que el tiempo no registra. El dolor empezó a hacerse presente, los buenos amigos y la gente querida iniciaron una cadena de muertes, lo que hace, casi por compromiso moral, enhebrar relatos y versos para recordarlos y concelebrarlos en sus viajes al eterno, de ahí HAGAMOS UNA PINTA AL CIELO, donde hay un canto al heroísmo del pueblo Chimalapa, a la lucha de Polín De Gyves, y lo que le da nombre al poemario, un rotundo reclamo por la muerte de Hugo Manuel Mayoral Palafox y de Rubén Valencia López; canta también a la muerte de Na Beta, de Na Bundia, de Ta Cundo, de Xduladi y muchos más. Prolífico como era, funda la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca, participa en una serie de encuentros de poesía y eventos culturales, nos muestra una variada gama de escritos y estilos poco comunes, es ejemplo vivo para los jóvenes poetas del Istmo. En el ruido de la grava acariciada por sus pies descalzos, en el sueve rozar de la arena, desenreda la historia del chamizo, la huída de los bicuniza y la desaparición de las hortalizas y las milpas, encuentra en el amor de Manuela la extensión de sus pensamientos con la llegada de Tania y de Manuel Alejandro. Un día aciago, no por aciago menos imborrable, ese 24 de septiembre de 1987, una mano no anónima, hizo un disparo, parafraseó a Mejía Godoy, “mordió tu carne dulce, la bala de un cobarde, callaron los poetas, cuando se fue tu tarde” y ese balazo hizo que sus ideas y sus personajes se fueran diseminando por el extenso horizonte y los que veníamos detrás fuéramos recogiendo para darles forma, darles vida, darnos la posibilidad de encontrarnos jodiditos hacedores de versos. Murió Alejandro, pero el sueño mezquino de matar su ejemplo, su obra no se ha cumplido, por fortuna para los que le sobrevivimos, porque pocos son los elegidos y, Alejandro nos lo demuestra, son incontables. Gabriel Cruz Martínez Mayo 2005 Tomado de Una pinta al cielo, Compilación, Pag.155 EL TOLEDO DE LA POESÍA: ASI ERA LLAMADO ALEJANDRO CRUZ La muerte de Alejandro Cruz conmocionó y sigue en la mente de amplios sectores de la comunidad oaxaqueña no sólo por su intensa actividad política y cultural, sino por su calidad humana y su sentido de la amistad, a la cual, recuerdan quienes lo conocieron, daba un especial valor, por encima de la ideología. Cruz Martínez acababa de cumplir 27 años cuando lo mataron. Había nacido en agosto de 1960 en el municipio de Ixtepec y desde muy joven fue manifiesta su inquietud política. Siendo estudiante de la Escuela Normal del Istmo fundó el movimiento 17 de Octubre, después fue expulsado; en Ixtepec formó parte del Frente Único Popular Ixtepecano, afín a la COCEI. En 1981 trabajó en Radio Ayuntamiento Popular. No había movilización campesina o estudiantil en la que no estuviera presente. Fue encarcelado en dos ocasiones: una en diciembre de 1983 durante el desalojo del Palacio de Gobierno, en Juchitán, y la otra el 3 de agosto de 1986, durante las elecciones municipales. Sin embargo, su vocación política no lo alejó nunca de su interés por la cultura y su difusión. Es mas, el quería que política y cultura tuvieran una comunicación orgánica, eso lo convertía en un promotor cultural nato, actividad que él vela muy por encima del trabajo burocrático en que suele convertírsele. Fue participe de la Biblioteca Popular de Ixtepec, fundador de la Asociación de Poetas y Cuentistas de Oaxaca APOCO), colaborador de la Casa de la Cultura Oaxaqueña, y al morir fungía como Consejero de Educación y Cultura del Consejo que gobierna Juchitán. Si en lo político era un radical, en lo cultural mostraba una gran apertura. Al fin poeta, siempre se mostraba ávido por lectura de todo lo que fuera poesía. La poesía era una presencia constante en su cotidianidad. Su hablar, enérgico y contagioso. Se vela acompañado a menudo de figuras y giros poéticos. “Vivía cerca de las palabras y les daba una alegría que te envolvía”, asienta Manuel Matus, uno de sus amigos mas cercanos. Fue autor de cuatro libros de poesía, entre los que están, Se Cancela por Olvido, Las Historias que el Tiempo no Registra y Hagamos una Pinta al Cielo. Se le tenía como el poeta oaxaqueño con más perspectivas, al grado de llegar a llamarlo “el Toledo de la poesía”. Y no obstante su militancia, no escribía para la COCEI, lo hacía para toda la gente, su temática no era ni exclusiva ni mayoritariamente política. Alejandro Cruz Martínez fue asesinado en la tarde del 25 de septiembre cuando, acompañado de un grupo de comuneros, se dirigía a reclamar la perforación ya acordada por las autoridades de unos pozos para riego. Le disparó Manuel Pineda Santiago desde una camioneta en la que se encontraba con otros individuos del PRI. Pero, dice Manuel Matus, esa disputa fue el pretexto, a el lo mataron por su militancia política y cultural, por ser un hombre que no se callaba alegrías y desacuerdos; “no tenía límite para hablar y eso se “volvió peligroso para él”. Hoy, además del recuerdo y el respeto de sus compañeros le sobreviven su esposa Manuela, su hija Tania de seis años y su hijo Manuel Alejandro de dos. Arturo García Hernández Publicado en el periódico La Jornada, octubre de 1987 POEMAS DEL POETA CHITUGUI Alejandro Cruz Martinez Poemas de amor dolido del libro “ Se cancela por olvido” I El día está triste y pensativo no hagas caso de su nostalgia vete a caminar tus recuerdos y a mancharte la piel con la amargura. Así te digo a diario al pestañear la tarde triste la tomas de brazo y viajan en autobús. Le das un apretón de manos un beso vuelves la espalda y sienten tus talones sus fragmentos de nube. Así me contestas a diario. II No me cabe tanto amor en este pecho en este cajón anquilosado que puede estallar en mil momentos. Pues no me cabe tanto amor y aunque cupiera la ilusión de contenerlo haría desbordarlo. Puedo ser sincero y decirte que mi pecho de adobe y paja no basta para represar mi amor. Sin embargo he aprendido a vivir con este derramamiento. Tu amor que se desborda de este pecho anquilosado a final de cuentas se lo entregaré a otras porque no se desperdicie. III No se cómo pedirte que me ames absolutamente aunque solo sea un día. Pero solamente a mí que te olvides que eres de otros muchos antes que yo. No sé cómo pedírtelo. Lo juro. Necesito tu absoluto amor por una tarde tan sólo una tarde para beber tu indiferencia. IV Dibujaste un beso sobre mis labios anhelantes un beso que he desprendido lentamente de mi boca presurosa un beso que está colgando en la pared solitaria de aquella esquina ¿te acuerdas? donde aún sigo esperando. V Injertaré un beso a las plantas de tus pies a las flores de tus senos al brevísimo césped de tu pubis. Injertaré otro beso a la raíz de tus cabellos y puedas peinar mi aliento en tu fértil cuerpo de barro brotarán ansiosas carcajadas y serán tus poros milenarios pozos con aguas apacibles cuando se descobije la primavera mi pasión brotará constante en la pradera de tu nombre. VI Lento caminar sobre tus horas mirando cada piedra y cada árbol tocando los minutos que adormeces en esta calle de mi pueblo olvidado. Perezoso el camino que me ofreces calle de mil bocas y mil ojos. Creadora de mi infancia dueña de mis veintidós años mozos testigo de mi vida y mi suerte. La calle de mi pueblo abandonado. Cada casa es un lunar secreto y es cada niño escalofrío que presagia en tu sonrisa se columpia el tiempo desnudo y hambriento, que tu cargas. Nacida en la noche o en el alba untada de mi amor, viva siempre Una calle de mi pueblo conformizo una ventana de recuerdos que no llegan un pedazo de mis años que le debo. Una calle de mi pueblo, olvidada. VII Ahora me toca a mí confesarte que soy un gandalla y un aprovechado que me tendiste los brazos y te besé los senos claro que también capturé tus pies luego de haberte besado el cuerpo. No es que debiera decírtelo confesarte que soy un gandalla. Pero este plantón me obliga a confesarlo. Tomado de Una pinta al cielo, compilación 2005, Se cancela por olvido, 1983 LAS HISTORIAS QUE EL TIEMPO NO REGISTRA Pensadas para llevarse a teatro comunitario, lo cual lo hicieron 3 grupos de oaxaca. AMOR Y MUERTE DE MARÍA DE PACHI I Camino descalzo entre las leyendas de María de Pachi. Es un caminar de mezquites, cuchibrujas y duendes cada palabra suya es un pozo de recuerdos viejos y el camino es largo como la voz de ella. La enagua de María de Pachi tiene lunares rojos. Beso de pitahaya y paguyeo. Abrazo de iguana y arena. No quiero volver lo caminado sobre los hombros de María de Pachi. Mirada de sulfurosa tierra sobre un pecho de brocado encendida palabra de flamboyán mirada que adorna su leyenda. Hoy me ha contado de los amores del río con las hijas del viento escucho a María de Pachi y me duermo en los brazos de la yucuela polvo ágil tras lagartijas raudas. María de Pachi eternamente sobre el piso de su carreta es aroma de guie shuba y mudubinas bueyes de paso lento como la voz de ella ritmo de palabras aladas y luces de alegria chamizo que se revuelca con la sombra vaho fresco de vientre acalorado. María de Pachi casa a su hija anémica de albahaca con el huanacastle animoso los alcarabanes y chituguís se acomodan la voz en su garganta de barro. María de Pachi hoy dormirás sola en tu hamaca de ixtle déjame dormir entre tus dientes gastados y podridos para no olvidar el ritmo de tu voz ni el calor de tus cuentos. Ando sobre las leyendas de María de Pachi y los brazos del sueño me enredan el cabello de la muerte Pachi y un beso largo o una sonrisa ancha para nosotros — los viejos— que los vimos crecer. San Jerónimo Ixtepec, mayo-julio, 1984 II DAMIANA MAN Yo conocí a Damiana Man la tarde que incendiaba su tristeza. Salió a la calle con sus ojos de cobre y su frondosa enagua, con una escoba de varitas flacas amontono en su puerta sus recuerdos, sus angustias, su melancolía y los quemó. Es triste la historia de Damiana Man hija del viento y de Chepe Bupu. Creció entre cantinas buscando a su padre destapar cervezas preparar comidas en la casa ajena y llevar poca a su padre ebrio. Yo sé la vida de Damiana Man que creció sin juegos y sin sonrisas con la tristeza enredada en los tobillos y los gritos de su padre exprimiéndole los ojos. De cabello hirsuto y sin adornos su cara iluminada por sus ojos claros —tarde con sol, madrugadas de luna— Ella es de sonrisa falsa y brinca los charcos de risas infantiles. Damiana Man no cumplía quince años salió a buscar a su padre entre las cantinas del pueblo mirando a los hombres sucios y corriendo por calles que la acarician. Cuando cruzó las vías de los trenes muertos Man Chapahuini, le sujetó los brazos Damiana Man no huyo de él, ni gritó tampoco inmóvil como niña sin juegos o como muñeca rota dejó su lengua de nicotina y su voz de mezcal exprimiéndole los senos. Damiana gritó cuando conoció al hombre dentro su cuerpo. Y la sonrisa idiota de Man “muchachita” se amplio tanto que devoro a Damiana. ¡Infeliz su padre, que cobro la afrenta! Tres litros de mezcal, dos paquetes de cigarros y catorce pesos para pagar canciones. Damiana Man, cambio de padre y de casa. Ahora vieja busca al hombre que amanece bajo un árbol o en la playa del río. O alza su enagua y esconde su huipil bajo su espalda para recibir a otro hombre. Man Chapahuini le encendió su sangre desde joven no tuvo hijos Damiana Man pero acurrucó en su seno a todos los hombres de mi cobarde pueblo y vendió verduras y también su cuerpo silvestre pero jamás sonrisas. Yo conocí a Damiana cuando ya era una anciana pero su historia la aprendimos de muchachos ella incendiaba su tristeza y sus trapos viejos. Mi padre dice que los senos de ella fueron más duros que las papas. San Jerónimo Ixtepec, 1983 HAGAMOS UNA PINTA AL CIELO Folleto dedicado a la muerte de los amigos y a la lucha popular en defensa del pueblo El dolor me inunda la boca y la rabia me desgarra la garganta con un grito pesado que hora duerme a mis pies. Tengo miedo de llegar a ese recuerdo al angustioso recuerdo que un día, ustedes se fueron. Se marcharon juntos como se van los compañeros ustedes eternos compañeros. Dicen que fue accidente inevitable yo aseguro que fue asesinato si no hay en la tierra un culpable culpo a Dios de irresponsabilidad ante este crimen. Es inútil olvidar no puedo engañarme de tu sonrisa Hugo de tu corteza Rubén de la alegría y el dolor que juntos creamos. ¿Se puede olvidar con quienes se comparten sueños? ¿o cuando se discute y coincide? ¿o cuando se aprende lo correcto? no quiero olvidar y prohibido el llanto a sus memorias. Tal vez ellos nos esperan ansiosos para guiarnos por donde ahora viven para mostrarnos su ropa celeste su cabello peinado el libro al brazo y los lentes de Rubén ya compuestos. Cuando nos veamos, me dirán si no hay países donde habitan ni lenguajes que dividan y ustedes estarán bien ¿o les falta algo? Si esto último fuera cierto les suplico nos lo hagan saber y mañana mismo sin reuniones, ni mítines, ni marchas —se los juramos— haremos una pinta al cielo. Al medio día que lo supe sabía que no era cierto otra broma de los compañeros. Pero allí estaban juntos, fríos he imposibles Hugo con los ojos de sorpresa y Rubén con su delicioso sueño. La noche anterior bromearon a Rubén mientras bailaba y esas bromas brotan negras en este dìa acartonado. ¡Ay! sábado maldito este día no tiene luz y el sol apareció por rutina. ¿Sirve de algo que les mire la cara? ¿o las manos? ¿o les grite que no lo creo? Sería mejor que lo supiera después o que no lo supiera es tan doloroso recibir dos muertes en un día. Tengo una pregunta y un millón de dudas ¿qué carajo hacían a esa hora a esa maldita hora en ese lugar de mierda? Alguien dijo que era su destino. ¡A la chingada el destino! no sabe a nada mirar la muerte la muerte reaccionaria y desnuda sobre estas cuatro sillas de madera los gritos brotan como bufidos de toros hieren los oídos y dejan libre el llanto. ¡Maldita la muerte impúdica! este sábado esta hecho con desperdicios de otros días Hugo levanta su cerveza y no la bebe y Rubén dispara al aire su voz estentórea y despierta a sus vecinos dicen que a Rubén le llegó la muerte mientras dormía estoy esperando el día en que despierten de golpe, bruscamente y vengan a decirnos que fue una broma y ese día pasen a la casa, cabrones para irnos a emborrachar de gusto como lo hacíamos antes ¿recuerdan? cuando aún no habían partido. PARTO EN LAS MONTAÑAS La libertad está pariendo en las montañas rebeldes de San Miguel Chimalapa. Es un parto difícil y soy un testigo más de este momento los hombres se cuelgan la tristeza al hombro y las mujeres su coraje en las manos. Quiero gritar en este instante de bronce en este día metálico cuando la libertad está pariendo. Hoy ha llorado un pueblo anunciándose vivo en las montañas de libertad dolorosa. Un pueblo que nace libre un pueblo rebelde y seco. En San Miguel Chimalapa limpio sonrosado y nuevo. Compañero Polo permite que te hable mi voz gastada no necesito al sol para crear mi túnel de palabras milenarias no me interrumpas hermano mayor del pueblo no espantes a mis saurios con tu silencio. Sé que mil aguijones de alacranes fieros se clavaran en tus manos pero levantarás tu puño y millares de sonrisas. Te ofrezco mi cueva de armadillo para descansar de tus angustias y desvelos siente la paz de una hamaca. Compañero Polo la historia espera en la puerta de su casa salúdala, háblale y ríe de sus bromas sé que cantarte es difícil y apresurado es como pedir a la chuparrosa que beba inmóvil tuya es la historia y el dolor del Istmo. Marcha paso a paso por tu vereda peina con tus dedos a la tarde arisca Polin de Gyves ningún golpe dañara tu piel de iguana ningún canto dormirá tu voz hay un gato montés en tu cabello déjalo correr entre el monte. Perdóname por desviar tu atención hermano Polo mañana te espera una hamaca de ixtle para contarte del conejo marrón que burló al coyote. El dolor me sabe a sangre coagulada a vidrio pulverizado a cerveza barata y cigarrillos finos miro mis manos y sus diez serpientes tanto llorar a mojado el cielo y corro en mis encías la vergüenza de estar callado. La mañana ha llegado con su velo negro a ofrecerme el pésame las aves, las iguanas y los peces vienen a decirme que debo ser fuerte miro mis pies y sus diez raíces y me siento imbécil por estar parado sumergido en esta tierra que ustedes pisaron. El recuerdo cabalga hasta donde estoy vienen buscando un contrincante a su medida y por ustedes le di la espalda. LAS MENTIRAS DE MANUEL YELA, como lamayoria de sus trabajos esta fue una recopilación de la historia oral de su pueblo, San Jerónimo, Ixtepec. Manuel Yela se caracterizaba por sus ademanes, su voz, su buen humor para contar sus historias. El guendaruzá’ diidxaxhiihui’, es el término que utilizó Fray Juan de córdova para explicar el arte de contar mentiras, de hacer mentiras. La mentira no es dolosa, mucho menos intencionada, es el arte de contar sucesos fantásticos, que de antemano sabemos que nos son reales pero les damos credibilidad. No me importó, al hacer este trabajo, la originalidad de Manuel en sus historias, sino que por atribuírsele a él en Ixtepec, se consigna un relator, pero en el Istmo de Tehuantepec, donde la mentira es un género literario oral, es común que las historias se conozcan en otros puntos de la región y en cada lugar se le atribuya a determinada persona la creación, sin embargo, no hay autores para un género colectivo, al menos que se piense en el autor colectivo de los géneros literarios que las etnias defienden, que es la misma comunidad. I Como se crió en casa de su tío Paciano Palomec que tenía ganado, Manuel Yela aprendió a torear. Dicen que toreaba muy bien que hasta los pueblos del Istmo supieron de su fama de buen torero. En una ocasión, los habitantes de la población de Ranchu Gubiña (Unión Hidalgo), lo invitaron a torear en la fiesta del Santo Patrón y contaba Manuel que en el ruedo, hecho de horcones y polines, en frente de él, había una señora que daba de mamar a su hijo como de diez meses de nacido. Mientras contaba esto, Manuel Yela recordando esa fecha, hacía los movimientos de torero: un ooole y hacía un cambio, ooole y tendía las manos como si estuviera frente a un toro y decía: Aja toro, órale bonito, y le chasqueaba la boca y avanzaba un pie, se ponía de lado y siempre invitando al toro. Decía Manuel Yela que esa tarde toreó tan bonito que la gente le aplaudió tanto, pero lo que más emocionó fue que el niño dejó el pecho materno y gritó: “Viva Manuel Palomec” y siguió mamando. Versión de Jesús Hernández 4ª sección, Cd. Ixtepec, Oax. II San Jerónimo es mi pueblo y es tan bonito que nunca me voy a ir a vivir a otro lado. Decía Manuel Yela Cuando se inundo el río, la gente que vive al otro lado, en Cheguigo, pasa al pueblo por el puente del tren. Ese puente está un poco al sur de la iglesia de nuestro Santo Patrono. Dijo que nunca se iba a ir de aquí, pero un día fue a México. Llegó en el tren y se bajó cuando dijeron que esa era la terminal, que ya estaban en la ciudad. Pero había tanta gente, tanto carro, tanta casa, dijo, que ya no cabía él. y a lo mejor se perdía y se regresó. Se metió otra vez a la estación y pidió un boleto de regreso a San Jerónimo, ya no había, ¡en México también se acaban los boletos! y ahora ¿qué hago? pensó Manuel, pero adelantito vió una tienda y listo como era, inteligente como era, porque era meñú, que le dice a la señora que vendía: “véndeme dos jabón oro, de ese jabón en barra, ¡gruesote! y que lo pone bajo su huarache, se subió a la vía y se vino toda la vía desde México hasta San Jerónimo. No se lo vas a creer pero al llegar al puente que se baja de la vía, todavía quedaba una tejita de jabón, con esa se bañó en el río. Versión de Emilio Enríquez 4 sección, Cd. Ixtepec, Oax. IMAGINERIAS, Cuentos para niños recreados de historias de su pueblo. LA NUTRIA Te contaré, Tania, de un perro que vive en el agua. En nuestro pueblo vivió en el río cuando ni tu ni yo habíamos nacido. Los viejos nos lo cuentan, Tania y como dijo el poeta, los viejos son los que más saben. Dicen los viejos, Tania, que cuando la montaña se alegró del mundo y de las aves y de las flores, de su risa brotó agua, pero en nuestro pueblo, el río no tenía piedras, apenas una que otra, pues los peces, algunos, tenían muchas escamas aunque otros anduvieran desnudos. Pero nuestro río, ese que apenas es un hilo de agua entre las piedras, fue caudaloso. En su ribera crecían hortalizas y flores en su corriente, además de flores y peces de colores, había nutrias y los viejos las llamaron perro de agua. Lloraban como mujer y les gustaba revolcarse en la arena. Dicen los viejos, Tania, y debemos aprender de ellos, que en donde ellas salían, las nutrias, era en la parte llamada piedra bola y en ese montón de piedras se acostaban al sol y se volvían a meter al agua. Así jugaban. Los viejos saben mucho, dicen que en 1928, se inundó el pueblo y se llevó hortalizas y flores, pero las nutrias siguieron viviendo en la piedra bola. Los viejos lo volvieron a ver en 1944. Se inundó otra vez nuestro pueblo. La gente, mis abuelos, mis tíos y los tíos abuelos de otras personas sacaron al Santo de la Iglesia y lo bajaron al río enojado, cuentan que dejó de llover y las aguas se retiraron del pueblo. En esa ocasión no solamente dejó piedras donde hubo papas y cilantro y arena donde hubo gladiolas y lirios sino que se llevó las nutrias. Los abuelos lo cuentan, Tania, y ellos saben tanto. Cuando vamos al barrio de Cheguigo, que está al otro lado del río y escuchamos en la noche gemidos de mujer, no te espantes, Tania, que no es ninguna alma en pena, son las nutrias que regresan a jugar contigo, para que las conozcas. Los viejos lo saben todo, Tania, menos que tienes una amiga nutria. LUCIÉRNAGAS ¿ Sabes que el amor es un duende, hijo del espíritu del monte? ¿No lo sabías, Tania? Dicen que cuando creció el río y se volvió adulto, perdió la gracia de los niños y se puso serio y las penas que tenía escondidas en forma de piedritas, no lo dejaban cantar. En las noches, su corriente no reflejaba la luz de la luna y a los pobladores que habitaban su ribera les daba miedo bajar en la noche. Una pareja de jóvenes, enamorados ellos, buscaban su ribera para dejar escapar su juventud en besos y sueños y aunque tenían miedo, lo hacían bolitas que guardaban en el morral de ixtle del muchacho. Una noche, Tania, en que los jóvenes bajaron a platicar su amor, la noche se volvió seria como el río y los jóvenes tuvieron mucho miedo, el espíritu del monte desenrolló el petate que cubría el cielo y las estrellas se asomaron. Cuando los jóvenes vieron las estrellas en el cielo, su amor se alumbró como faroles de la fiesta del Santo Patrono y el muchacho quiso atrapar una para su amor y buscó por la ribera un puntal que alcanzara la estrella. Cuando encontró un árbol de palo blanco, desprendió una horqueta y alcanzó una estrella como si fuera una pitahaya pero la estrella se cayó y se rompió en mil pedazos. La joven iba a llorar por la estrella rota cuando vió que de sus pedazos brotaban infinidad de luces que volaba la corriente del río y otras que incendiaban las cuevas de los armadillos y otros que alumbraban los hoyos de las iguanas y otros más que se posaron en el pelo de la muchacha que así lució su cabello nocturno. El joven detuvo en la horqueta diez de esos cocuyos, luciérnagas le llamaron los viejos, y significó felicidad de enamorados. El Espíritu del Monte, así premió aquel amor de jóvenes. Cuando crezcas, Tania, y sepas del amor, escucha la voz del espíritu del monte que así sabe contar historias de amores y luciérnagas. Poesia ultima, de su ultima libreta de escritores, 1987 Sobre la dura piel de la palabra ....y aquí empiezo a callar para decirte.. Carlos Pellicer SOBRE LA DURA PIEL DE LA PALABRA Sobre la dura piel de la palabra deslicé mis labios silenciosos con la prisa de quien pide un beso. Su caparazón me retornó de tus ojos profundos a la brisa dentro de su cuerpo. En su dura piel la palabra me brindó un collage de lIanto-risa-suspiro-miedo. Deslicé mis dedos sin tacto y la lápida de tu risa encerró mis besos balbuceantes. Derramé mis cantos agoté mis esperanzas flacas retorné a trotar los ojos mudos y pálidos de sueño. Vestido de metáforas marchitas me enamoré de la palabra amarga. La palabra explotó en mi oído y quedé sordamente herido de charlatanería II Desenterré mis raíces y salí a caminar por las montañas. Hubo lugares donde comí flores y otros donde aspiré su perfume. Nací de un vientre vegetal oscuro y perfumado y recorrí lagunas, sierras y valles. Enterré mis raíces en el vientre de jade que sopla en la vieja Antequera y pagué tributo a la amistad, la soledad y al amor. Me castigó el orgullo mis hojas y la envidia marchitó mis cogollos. Hube de retornar marchito el vientre que me aguarda, confiado con nuevas raíces, sin flores de amor. III ELEGÍA Yo digo que no hay más remedio que echarse un fusil al hombro decir: Ya no estoy solo irse al monte a luchar. Atrás, vienen mil gentes con su fusil al hombro cantando la la la la ra la dispuestos también a luchar. IV NISAGUIE A Tania, simplemente La lluvia tiene cuerpo de mujer andar ondulante que invita al amor la lluvia tiene cuerpo de mujer. Su cabello es largo y oscuro que desparrama cometas y luceros y salpica su risa por todas las calles. Mira a todos y con todos sonríe le gustan los versos que hablen de amor amor a la tierra, amor a los niños amor a la rabia en el pecho del hombre. No me gusta ver llorar a la joven lluvia porque sus párpados cierra y su rostro ensombrece no me gusta que su rostro se agriete por todos los dolores o su rabia infinita. La lluvia es una joven hermosa que le deja recuerdos frescos, verdes y suaves por donde la miran pasar. HAY DÍAS Hay días que me parecen tristes o nostálgicos y debo cargar nubes en los hombros. Hay otros días que son pesados y largos y me acuesto a mirar el cielo que me aplasta. También hay días —como hoy— en los cuales preciso tus besos y tus hombros que reclines tu frente en la mía o me hables al oído entonces maldigo la distancia. A ESTA TARDE PINCHURRIENTA La tarde pinchurrienta se le está escurriendo la tristeza de los ojos está pálida sus párpados de gas neón irritan. Cuántos lunares tienen la tarde se llenó de pájaros y horas y tristezas le brotó una cola de rata y no lo sabe la forcé a mirarme y le estampé un beso está muy pusilánime la tarde subí sus pantorrillas y me aventó como a sus vehículos. Qué lindas pantorrillas tiene la tarde con su asfalto nuevo y sus calles anchas. CUANDO ABRÍ LA LIBRETA Cuando abrí la libreta y tomé la pluma para escribir una idea descansó en mi hombro. Dejé la pluma y ya no me importó la libreta la idea seguía descansando le sobé el lomo le acaricié el piquito y puse mi cabeza sobre su hombro. Les juro que era una idea muy buena no recuerdo de qué trataba pero me acarició los oídos. No supe cuándo ni cómo se fue pero ahora que deseo escribirla solamente su aliento tengo en mi oído. Resulta que ahora las letras vienen desnudas con hambre con sed y con unas ganas inmensas de trabajar. Sólo que ahora cuando sucede esto no hay ropa ni comida ni agua ni hay vacantes. Por eso afirmo que debemos decir “el pan nuestro” de los poetas Es el a ve ces diario. Viajaba en autobús y de pronto lo inundó la alegría de muchos jóvenes que aman. Estaba sentada en la última fila y la alegría se estrelló en mi cara me sequé pacientemente, con la mirada de una niña de 18 años. Sin abrir la boca le dije que me gustaba y que era hermosa. No me dijo nada, ni siquiera me miró pero su alegría, su nariz, sus ojos se estrellaron en los míos cuando aturdida, se sentó junto a mi. PASEO Te llevo en mis bolsas y de vez en cuando te sonrió. A veces busco tu compañía y te sacó a la luz. La charla amena y en cada beso te desmigajas. Fuiste la suficiente migaja que al formarte toda satisface mi hambre. Te llevo en mi sangre Y de vez en cuando me sonríes. EN PROVINCIA Campos de Nescafé vientos olorosos a sangre sangre que riega esos campos otrora mexicanos. Los gringos hablan inglés y los mexicanos de Og Mandino ¡ni rezar a Dios, porque Dios está durmiendo! han caído los mexicanos ante el poder del gringo. Lloramos ríos de provincia porque mañana; serán átomos de la NASA. Reímos y el Tío Sam nos lleva al circo donde un blanco monta, escupe y golpea a un mestizo. MI FÉRETRO Naciste de árbol joven, quizá de un vieja o de uno verde. Naciste de cedro, de roble o de pino; tal vez de abeto, de mezquite o de pirul. Todo pasa y tu resistes todo avanza y tu quedas. La tierra es tierra, la habito, la habitas, tú por fuera, yo por dentro. Más cuando funcionas como lo que eres: guardián me cuidas, yo tiemblo, me defiendes mientras lloro, te desgastas, me desgasto, te desmoronas y me pudro. Mas todo pasa y te resistes, el tiempo vuelo y te arrastras. Cuando lloran, con seriedad miras al gentío apagado que llora —sin conocerme— “la pérdida irreparable”, no saben que me cuidas y sonríes mientras tiemblo. Todo pasa, tu parado, todos gritan, tu inmutable. Al escuchar al viento chocar contra el polvo y al polvo contra el viento semeja sinfonía sin orquesta la cual dejaré de escuchar hasta que se apague. Todos pasan, todos te miran, me cubres y te amo, eres cedro, roble o pino, quizá rosal, cardo o abrojo. El encaje que te cubre parece frac de los 60’s te ves serio y adulto y eres más joven que yo. Riamos sin hacer ruido; la gente puede asustarse. Mas, sigo caminando con mi espalda en tu espalda y mi vientre bajo el tuyo, tengo miedo, soy miedoso, me sonríes, acaricias y calmas. Se acerca el día final. Estoy nervioso. Me miras, te despides de todos cubres con tu cuerpo mi cuerpo y ya no tengo miedo de vivir siempre, eternamente, dormido en cuatro paredes, riendo. UNA CALLE DE MI PUEBLO A Ricardo, mi sobrino, quien la camina. Lento caminar sobre tus horas mirando cada piedra y cada árbol tocando los minutos que adormeces en esta calle de mi pueblo olvidado. Perezoso el camino que me ofreces calle de mil bocas y mil ojos. Creadora de mi infancia dueña de mis veintidós años mozos testigos de mi vida y de mi suerte. La calle de mi pueblo abandonado. Cada casa es un lunar secreto y es cada niño un escalofrío que presagia. En tu risa se columpia al tiempo desnudo y hambriento, que tú cargas. Nacida de ladrillo, cartón y adobe esbozo de algo que se muere. Nacida en la noche o en el alba untada de mi amor, viva siempre. Una calle de mi pueblo conformizo una ventana de recuerdo que no llega un pedazo de mis años que le debo. Una calle de mi pueblo, olvidada. EPIGRAMA A mi rostro lo habitan dos, estrellas fugaces que esperan ansiosos el día ¡ay! compañerita en que me abandonen para siempre y me vayan a colgar, traidoras, en tus lágrimas que nacen. No dibujaste un beso sobre mis labios anhelantes un beso que he desprendido lentamente de mi boca presurosa un beso que está colgado de aquella esquina, ¿te acuerdas? donde aún te sigo esperando. Nos sentamos sobre un verano a ordenar nuestras noches despapeladas noche a noche le fuimos dando sentido: que un beso, que un sí, que una lágrima y formamos el conjunto tan inmenso que aun me sobran noches para compartir contigo. Como quisiera, mujercilla. poder leerte a solas estas líneas para que escuches mi voz desmigajarse y sientas sobre tus manos el calor de mis lágrimas quienes al oír tu nombre se deslizan presurosas de mis ojos a tu aliento. Sentados en una banca del parque mi voz inundó a tu cuerpo. Y si ahora te recuerdo es porque hace un momento me inundaron con tu nombre todos mis amores. ** Al mirar tu sonrisa coqueta estrellarse sobre mi gesto adusto creí que mi cuerpo se destruía pero es amor el que brotaba. Tus lágrimas van cayendo al par de sus cabellos nocturnos y cuando levanté tu rostro un océano sin estrellas nos bañaba. Si yo pudiera seducir tus labios apetitosos haría de cuenta que devoraba una pitahaya. Todo empezó con un suspiro y así terminó el amor es una palabra que tiene vida. —¿Te leo algo, mi amor? —Lo siento cariño, estoy escrita en chino. Dicen que las leyendas tienen ojos de lambimbo y a sus pies le brotan nubes. EUSTOLIA OSORIO Eustolia Osorio se fue al mar a conocer la muerte. Se escudó tras las piedras de sus años para defenderse de la angustia y el camino de tantas historias la ajan que no sabemos si es mujer o leyenda. Eustolia Osorio se mató de nombre. Ella sacrificaba reses que cambiaba por huipiles siempre quiso tener mariposas en el pecho dormir a las nubes y bañar al río. Pero sus ojos perseguían al mar y las gaviotas y sus pies marchaban a la salina. Con sus manos de luna y huanacastle Eustolia Osorio se nombró la bayunquera y fue reyna de canoas y cayucos su cuerpo de guiriziña persiguió al mar. Cuando acarició el mar, la anciana bayunquera había tenido treinta años, tres hijos y seis maridos y regaló un beso corto al camino que se despidió de ella en un árbol de lambimbo joven ese beso le quemó los labios, el sueño y la risa. Cuando Eustolia Osorio conoció el mar las olas y la espuma se alegraron tanto que su cayuco amaneció más joven. A lo lejos escucha una canción de amor cuenta la historia de una nutria enamorada de un pescador que huyó a tierra firme para no matar con agua de sal su frondoso cuerpo de río. No quiere hablar mi pueblo de Eustolia Osorio que sacrificaba reses por tener mariposas no sabemos su edad final o sus amantes salinos ni sabemos si fue mujer o tal vez leyenda quizá nutria de río en un mar furioso. Sabemos que Eustolia Osorio nació en junio cuando la luna es una semilla de mango no me pregunte de sus hijos no, me importa la cintura de la montaña —que dicen— rodeó amorosamente para llegar al mar. No conozco la historia de Eustolia Osorio —que dice el tiempo— se convirtió en arena. NA BUNDIA Sentado bajo un lambimbo recibo la noticia en la espalda Na Bundia se murió de grande. El árbol lloró sus frutos y manchó mi nostalgia ¡Ay¡ Na Bundia ahora pondremos un lunar de tela en la puerta de tu casa. ¿Quién me cantará del refafo rucu? ¿quién me curará de espanto? y mis lágrimas brotan como manantial en monte. Los huanacastles abandonaron sus hojas y los naranjos no revientan flores Na Bundia no revientan flores Na Bundia se murió de años su vida se apagó como las velas. No quiero llorar ahora porque la tarde ocultó al sol. Ríos de lambimbo corren por mi pueblo y la angustia me exprime las ansias de gritarte “esta es tu casa”. ¿Quién cantará la tonada del cacheza luchía? ¿quién se reirá de mi amor imposible? ¿quién hablará de aquella laguna encantada? Se murió Na Bundia por vivir bastante. En tu novenario tus hijos y tus sobrinos iremos a levantar tu cuerpo blandito y tibio. Primero tu cabeza de azahares después tu cuerpo de milpitas. Iremos todos tus parientes a esconderte en la playa del río el agua de los mil suspiros que extrañan gimen y nostalgian. Se murió Na Bundia cuando el lambimbo se cayó de viejo. DE CÓMO NACIÓ EL CHAMIZO Cuando el siglo amanecía un chituguí, amarillo como limón maduro trinó la historia de amor entre las piedras del río. Pánfilo Guzmán amaneció del barro de Tepalcate y se enamoró de Leticia Vázquez la que nació entre plumas de palomas y cantos de gallos de la Huana Milpería en esos días no había piedras ni arena —el río no enfermaba de tristeza— y las hortalizas y guiriziñas y huanacastles eran la sonrisa constante de la playa del río. Ellos fueron los cómplices del amor de Pánfilo y Leticia En las tardes de garbanzo maduro sale Pánfilo de Tepalcate y robando la luz de la luna en su morral avanza por la vereda, que le sopla el pelo y alimenta su pasión. En las noches de amor, —cuando las estrellas anochecen pulidas— los amantes destrenzaban sus veinte años y cabalgaban por sueños y promesas y dormitaban en su futuro nervioso. Los padres de Leticia la que creció entre huevos recién puestos y agua de pozo se negaron a juntar su apellido con “la gente que no camina” de Tepalcate y ataron a Leticia al comizcal para hacer tortillas. En esas noches las nubes cubrieron la luna y su luz Pánfilo no pudo robársela en su morral de ixtle. Entonces desenredó el día que tenía guardado en los hilos de su hamaca y el día lloró y el siguiente, el siguiente y muchos más hasta que los guiriziñas y huanacastles y las hortalizas corrieron río abajo buscando refugio donde abundan los pájaros. Cuando los días dejaron de llorar el río había entristecido y en vez de árboles como sonrisas sus ojos se marchitaron y las piedras y la arena invadieron su alegría. Fue en esos días cuando Pánfilo Guzmán, le pidió a Chituguí fuera su corresponsal de amor. Cuando Chituguí cantaba corto Pánfilo llegaba exacto si trinaba largo Pánfilo llegaba tarde. Si cantaba corto y largo Pánfilo no llegaba y con Chituguí planearon fugarse. Pidieron a la luna, oscuridad para sus sombras y a las piedras del río, silencio para el caballo. Y en la madrugada cuando el sueño nos amarra a la hamaca y nos sujeta al catre o al tapanco Leticia Vázquez abandonó su casa en un manta guardó sus recuerdos y sus cariños y sin cerrar la puerta de su adolescencia siguió a Pánfilo, para vivir con él. Pero Baltazar Vázquez, el que vivió en el monte hablaba la lengua de Chituguí y los esperó en la playa. La luna, infiel a los amantes iluminó el amor que a los veinte años es torrente y un relámpago de pólvora deslumbró al río. Los amantes se besaron. Cuando se descobijó el día el padre en lugar de cuerpos descubrió entre las piedras dos plantitas verdes. En esas plantas cantaba Chituguí todas las tardes repitiendo la letanía de amor y cantaba largo y cantaba corto y cantaba corto y largo hasta que se convirtió en flor. La gente dice —desde entonces— que la enramada de boda debe ser de chamizo fresco y tierno que es cuando abre sus flores amarillas. LUCIANO DIAZ Sentado en la esquina de la tarde Luciano Díaz nos regala sus sueños con su cansada voz de barro. Vemos correr a Chano entre el tuzal o revolcarse entre sus sueños de ladrillero. Nos canta versos con edad de siempre y sus manos de huanacastle cubren nuestra imaginación de mozos. Su rostro es de senderos encontrados donde anida el tiempo carcomido. Sueño y cansancio enseñan sus ojos profundos. En su boca silvestre maduran limones que confundo con canarios. Enjuto de caminar pausado ordeña a la aurora sobre sus huaraches y con el sombrero espanta las moscas. Luciano Díaz nos sienta sobre su voz y entre su aliento de anciano vamos pescando leyendas. POCOS SON LOS ELEGIDOS A Tania Nisa Guiée Pocos tienen el valor de gritarlo todo desnudar la palabra por las calles destruir los edificios que levantó el engaño. Pocos son los elegidos los que avanzan sin detenerse para mascar la rabia de los hombres mudos. Avanzan por las calles del tiempo carcomido y se detienen frente a la historia ciega, anciana para explotar su coraje. Pocos tienen el valor de gritarlo todo destruirlo todo y construirlo todo. Sus rostros se pierden en los recuerdos de los hombres mudos, temerosos de la vida sólo sus nombres alumbran sus ansias. La realidad es un mérito de ellos se les valora su compañía sólo duermen sus cuerpos de barro. Pocos son los elegidos de la historia de los pueblos surcados de tristeza y barro. Pocos son y sin embargo, son incontables. LLEGUÉ TARDE A TODO, INCLUSO AL ROCK Para Roberto Poblano el que se sienta en las nubes, ya vas carnal. VIAJE SUSPENDIDO Vamos preciosa, sé buena. No vayas a gritar otra vez el baño está por la derecha sigue igual desde que despegaste. Esta noche las estrellas son esferas de navidad ella espera el camión de las ocho treinta p.m. pero el camión anda con muletas. Hey, hey, nena, por favor el camión no pasará ella se disgusta y patalea se desnuda en la avenida principal y los semáforos encienden su luz roja. Oye nena, escucha no hagas este avandarazo no lo hagas, por favor esta noche, los camiones no andan solos y lo peor nena, lo peor esta noche no es domingo. Acúsame con el mundo que te forcé a darme un beso te chantajeo con mis traumas de chavo fresa. Vamos, nena, grítalo esta noche voy a forjar un beso para tus hombros. Vamos nena, tus talones se sienten fatigados de llanto no deambules con tu bolsa al hombro no empañes tu adolescencia con bilé rojo ni provoques embotellamientos en tus venas. Nena, por favor, no disminuyas la luz de tus ojos al fumar no soy moralista. Nena, escúchame ahora, por favor, nena vaciaste mis bolsillos mi imaginación se despedazó todita siéntate en la esquina con los cuates nena. Vamos a, fajar en la cintura de la calle cuando en tus dientes amanezcan flores. Escucha esta rola gime mientras escuchas no me mires a los ojos, nena, porque el amor enceguece no me mires las manos pues la locura se nota comparte tus dientes conmigo ven, nena, abrázame vamos a mirar la luna y orinar las bardas no escuches la risa de los novios decentes forjemos un cigarro nena, uno sólo quemaremos nuestros sueños y guardaremos la bacha. Vámonos en ese bus, nena besaré tu espalda como espejo y tus labios de epazote. Beto el titis fue fumador de mota y el mero machín de la colonia tenia ojos de lagarto y vitalidad de gallo. Paco, el buitre fue campeón de vencidas con sus garfios de cobre. Y a tí, nena, te inundaban el cabello de ideas como si fueran piojos. Beto se hizo boxeador aficionado y Paco estibador del muelle y tú, nena, andadora de calles. Beto se dedicó a beber y se volvió teporocho, Paco se dedicó a la mota y tú, nena, pescaste gonorrea, Beto se duerme en las madrugadas y se cobija con neblinas, Paco asalta a los transeúntes nocturnos y tú, nena, ahora no me sirves. Vamos, nena, cúbrete las mejillas de rubor descálzate las tobilleras nena, por favor, no hace falta bailar. Tu mirada me lo dijo: la noche se volvió cartón y a tí, nena, tú lo sabes se te acabaron las pilas. ¿El amor? dos cuadras adelante por la derecha entre las chavas de la esquina. No bebas de la cerveza ni aceptes cigarrillos. Están cantando en voz alta. Por favor, no te detengas en una cuadra adelante. Levanta un pie, preciosa ahora el otro convulsiona tu cuerpo. Nena, la música es azul y amarilla. Nada entre la música, por favor ahógate de notas y guitarras eléctricas. Esta noche, preciosa, te convertirás en nube. No, baby, no, la mota nada dice si andas fúrica. Vamos, chava, sacúdete. La música es suave como piel de topo. El amor llegó en bicicleta y tus besos tronaron. SANDY BLUES Quiero contarte una historia fresa de un chavo bien loco y una chica cursi él tenía ojos de morsa y la piel de nutria. Era moreno como la música de Paul Robesson y ella no tenía pecas. Esta historia se bebe con tragos de tequila, mezcal o ron es que a la chava le nacieron besos en la frente y usaba calcetas a los tobillos y sus zapatos fueron enredaderas. Los chavos se conocieron en un parque —andaban sacadísimos de onda— y volvieron a sus lugares de origen él con los ojos ligeros y ella sin flores en los pies. II Esta historia, nena, es para beberse con hielo el chavo estuvo alucinando con un beso que le pintó la cara y le manchó la sonrisa. La chava se miraba en el espejo la espalda desnuda esperaba le naciera piel de nutria. Los años pasan, nena, y los animales envenenaron de música y poesía. La historia que te cuento, preciosa, es para escuchar un disco de B.B. King acostada en mitad de tu adolescencia. Hey, nena, escucha la ultima parte ella se volvió bugambilia y él zorro de monte. Por favor, nena, alcánzame la toalla vamos a secarnos de la música de Carole King y desayunamos ancas de hueledenoche. Sirve otro trago, nena, aún tengo historias fresas que debo contarte. SHIE GUENDA PUTA NA’YACA ULALIA Siempre caminaba ligera, como si al andar sus menudos pies sólo rosaran el suelo. Su joven cuerpo se esti- raba en cada paso. Hoy, dicen que tiene un dolor en el alma y su cara es un pozo de arrugas. ¡Ulaliaaa! ¡Ulaliaaaa! ¡jija de la chingada!... ¿Ónde se ha metido esa escuincla? Ahí va la chamaquitada a traer a Eulalia que esta entre el chamizo con sus pantaletas bajo de ella, mientras polo le jugaba la espalda. Ni bien había llegado a su casa, ya tenía pretexto es que me fui a traer leña pal comixcal, luego cuando se acaba, usté me pone a juntar varitas. Todo terminaba en un regaño. Antes que se hiciera vieja, tenía unos ojos bien chulos, grandotes y claritos. Sus amigos eran uno o dos años más grandes que ella. Ònde vas cabrona! Segurito al río, ¡ah! nomás les entra la brama y luego buscan monte. Pero Eulalia se hacia la sorda y se iba a su escondite de chamizo. Si la hubieras conocido cuando tenía trece o catorce años, le hubieras visto las piernas escondidas entre sus naguas, tratando de tapar lo guapa que ella era. Pero a esa edad no dejaba de ir al chamizo. Sólo se iba con el que ella escogía. Eulalia pasaba por el parque donde estaban los muchachos, volteaba a mirar a uno y le clavaba vista para después sonreírle con esa sonrisa de burla y desprecio. ¡Qué jijo de la chingada vas a dar vuelta hasta el parque! ¿A ver que no puedes bajar derecho? Eulalia se iba al chamizo por el parque. La vida en el mezquite parecía monótona para las tardes de ella, siempre el chamizo con un joven distinto, parecía que aquello nunca iba a terminar. Hacer atole, totopos, agarrar su toalla y su jabón y dar la vuelta por el parque. Un día, Eulalia salio del mezquite y no supimos de ella. En ese tiempo empezamos a platicar sus cosas. Pinche Polo, tu la llevaste más tiempo al chamizo ¿cómo le hiciste pués? No chingues, quien si la gozó fue Chemán, él la desfloró. No! ¡A poco! Si, ella se reía de él, lo miraba y agachaba la cabeza. Yo lo vi ponerse rojo, rojo. Que pendejo. Si será güey. No se vaya a enojar Na Vige, pero eso es lo que cuentan y si ella salió cusca, no es culpa de usté, no es que diga pa que se enoje, pero su nuera que en paz descanse, fue igual que la hija. No me enoja, Na Bundia, no se apure, tómese su pozol, ¿está un poco dura la calor verdad? Uta, sí, no se aguanta. En esa temporada el río creció tanto que llegó a las primeras casa que están a la orilla del barranco donde corre. Pero aquello era agua no chingaderas. Traía reses, traía marranos, árboles hasta gente que se ahogaba. Pero no nos trajo a Eulalia. Polo ya se había casado cuando lo supimos. Sonó como cuando el río trae agua, primero lejano, después tan fuerte que nos llenaba de emoción. Eulalia venía a casarse. Na Vige compró cohetes y cantaritos. El era hijo de Chela Mando, de los de Nizanda, a dos horas de camino. Cuando ella llegó al pueblo, se sintió como en un principio: sin amigos. Pero los jóvenes se equivocaron, pues parecía que con el chamizo que se llevó el río, se fue la costumbre de Eulalia. Se buscaron madrinas: de arras, velación y otras. Como a los quince días se pasó a pedir huevos pal marquezote. El viernes que se mató la res, se llevó pan a todas las madrinas. El sábado iba a ser la boda por el civil. Facundo, el novio, legó en la madrugada. Como a las ocho se puso a beber con los invitados. El domingo era la boda por la iglesia y el baile de cantaritos. Siempre caminaba ligera, como si al andar, sus menudos pies solo rozaran el suelo. Pero dicen que se volvió loca desde que facundo la plantó en la iglesia. Hoy, luce en la calle su vestido de novia y su cara llena de arrugas. Dicen que quedó así por los gestos que hacía cuando le quebraban los cantaritos blancos en los pies. Otros dicen que son los surcos por donde bajó la saliva. Na Vige dice que ella no sabe nada. Que nunca ha tenido una nieta puta. Alejandro Cruz Poesía inédita facilitada por su esposa.