11 RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 CADIOLOGIA DEL ADULTO - REVISION DE TEMAS Trastornos electrocardiográficos en enfermedades neurológicas DIANA PATRICIA CABRERA G., MD Bogotá, D.C., Colombia. El sistema cardiovascular es independiente con autorre-gulación casi total, sin embargo, los sistemas nerviosos autónomo (SNA) y periférico (SNP) ejercen un efecto regular sobre él. Por este motivo, existen trastornos en el trazado del ECG en pacientes con enfermedades neurológicas agudas. Cuando se presentan estos cambios electrocardiográficos, es importante poder hacer el diagnóstico diferencial entre la existencia de compromiso neurológico agudo, compromiso miocárdico agudo o la coexistencia de las dos patologías. The cardiovascular system (CVS) is independent and has almost complete auto-regulation, however the autonomic and peripheral nervous systems (ANS and PNS) have a regulatory effect upon the CVS. This is why some patients with acute neurological events have abnormalities in their EKG traces. In cases in which there are electrocardiographic changes, it is important to make a differential diagnosis in order to distinguish between the presence of an acute neurological disease, an acute myocardial event or the coexistence of both pathologies. Para lograr esta diferenciación es importante conocer las fisiopatología del efecto regulador que tienen el SNA y el periférico sobre el sistema cardiovascular, conocer además cuales son las patologías neurológicas que más frecuentemente causan trastornos electrocardiográficos y que más comúnmente coexisten con enfermedades cardiovasculares. Se debe recordar que los pacientes con compromiso neuroló-gico que presentan trastornos en el ECG, independientes del mecanismo fisiopatológico, cursan con un peor pronóstico que aquellos que tienen un ECG normal. El paciente con un evento neurológico agudo y arritmias o cambios sugestivos de isquemia miocárdica, debe ser monitorizado de cerca, idealmente en una unidad de cuidados intensivos (UCI), mientras se hace el diagnóstico diferencial. Las arritmias y los trastornos sugestivos de isquemia miocárdica, deben ser tratados agresivamente de manera aguda mientras se hace un diagnóstico definitivo, porque pueden causarle la muerte al paciente. El tratamiento crónico, en cambio, se define posteriormente con el diagnóstico definitivo. Se requieren más estudios para comprender mejor el significado clínico que tienen los trastornos electrocardiográficos en pacientes con patología neurológica. In order to obtain a differential diagnosis, it is important to have knowledge of the pathophysiology of the regulatory effect of the ANS and the PNS upon the CVS as well as the neurological diseases which most frequently cause electrocardiographic changes and are most commonly associated with cardiovascular disease. It should be remembered that patients with neurological disease who also experience EKG changes, independently of the pathophysiological mechanism, have a worse prognosis than those with a normal EKG. Patients with an acute neurological event who have arrythmias or EKG changes suggesting myocardial ischemia should be monitored closely, ideally in an intensive care unit, while the differential diagnosis is made. The arrythmias and EKG changes that suggest myocardial ischemia should be treated aggressively and acutely while the differential diagnosis is made because these conditions can cause the death of the patient. Long term treatment is to be determined by the final diagnosis. More studies are necessary in order to better understand the clinical significance of EKG abnormalities in patients having neurological disease. El sistema cardiovascular ha evolucionado hasta el punto en el cual posee un “sistema nervioso autónomo” que le permite independencia y autorregulación casi total. Sin embargo, el sistema nervioso central y el sistema nervioso periférico ejercen un efecto regulador sobre el sistema cardiovascular, permitiendo un control sobre el sistema vascular periférico y también sobre la capacidad cronotrópica, inotrópica y dromotrópica del corazón. Este control se distribuye desde el hipotálamo, pasando por el tallo y la columna espinal, hasta los nervios craneanos y los nervios autonómicos periféricos que hacen sinapsis con el sistema de conducción y con el músculo cardíaco (1-3). Hospital Universitario San Ignacio. Bogotá, D. C., Colombia. Correspondencia: Diana Patricia Cabrera, MD, Carrera 7a. No. 40-62, Bogotá, D. C., Colombia. (Rev. Col. Cardiol. 2001; 9: 11-21) 12 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 Por el papel regulador que desempeñan el sistema nervioso central (SNC) y el periférico (SNP), se explica en parte la existencia de trastornos en el registro del trazado electrocardiográfico asociados con compromiso neurológico. Además, algunas enfermedades cerebrovasculares comparten factores de riesgo con enfermedades cardiovasculares y pueden coexistir en un mismo paciente (1-5). En algunos casos los trazados electrocardiográficos de pacientes con enfermedades neurológicas agudas, pueden presentar hallazgos sugestivos de patología cardiovascular estando o sin estar ésta presente. Es indispensable hacer el diagnóstico diferencial para instaurar el tratamiento adecuado para cada paciente. Para poder comprender los mecanismos por los cuales existen cambios electrocardiográficos asociados con enfermedades neurológicas, es importante conocer la fisiopatología de la regulación que ejercen tanto el sistema nervioso central como el periférico sobre la conducción eléctrica y sobre la actividad del músculo miocárdico. Esta regulación neural cardiovascular consiste en una rama aferente y otra eferente con integración central (1-3). La modulación que ejercen el SNC y periférico sobre el sistema cardiovascular, permite mantenerlo en homeostasis e integrar respuestas con cambios comportamentales. Lesiones del SNC o del sistema nervioso periférico son capaces de generar anormalidades cardiacas en un corazón anatómicamente sano (2-4). Pueden además empeorar el funcionamiento cardíaco en un corazón previamente enfermo. Existen nervios simpáticos y parasimpáticos que llevan fibras nerviosas aferentes desde el corazón hasta el sistema nervioso central. El principal nervio parasimpático involucrado es el nervio vago (X par) que nace en las neuronas del ganglio nodoso, se dirige en dirección caudal hacia el corazón donde tiene terminaciones nerviosas especializadas. En dirección rostral termina en el núcleo del tracto solitario en el bulbo raquídeo (2) (Figuras 1 y 2). Desde 1947 se han descrito cambios electrocardiográficos por compromiso neurológico (Bryer, Ashnan, Toth). En 1953, Levin describió cambios sugestivos de infarto agudo del miocardio que correspondían a una hemorragia subaracnoidea (1). Entre las patologías neurológicas que más frecuentemente producen cambios en el electrocardiograma (ECG) se encuentran: hemorragia subaracnoidea, eventos cerebrovasculares, hemorragia intraparenquimatosa y trauma craneoencefálico (1-5). La incidencia de cambios electrocardiográficos depende de la enfermedad neurológica asociada. En hemorragia intraparenquimatosa puede presentarse entre 60% y 70% de los pacientes; en hemorragia subaracnoidea es entre 40% y 50% y en eventos cerebro-vasculares entre 14% y 40% (2). Entre otras enfermedades neurológicas que pueden producir cambios electrocardiográficos pero con menor frecuencia, están los tumores cerebrales, meningoencefalitis, episodios convulsivos, esclerosis múltiple, hidrocefalia, lesiones raquimedulares y procedimientos neuroquirúrgicos, especialmente de la base del cráneo (1, 2). Los pacientes neurológicos que presentan cambios electrocardiográficos cursan con peor pronóstico que aquellos sin estos cambios (1-5). Regulación neural cardiovascular Rama aferente Los nervios aferentes tienen mecanorreceptores y quimiorreceptores encargados de “informar” al SNC el estado cardiovascular de la persona (2). Estos receptores se encuentran en las aurículas, ventrículos, grandes vasos, arterias coronarias y pericardio. Entre éstos están los barorreceptores, sensibles a cambios de presión, y los quimiorreceptores del seno carotídeo y del arco aórtico. Están los receptores de presión y de volumen de las aurículas. También se encuentran los barorreceptores ventriculares (1, 2). Los impulsos aferentes de los barorreceptoes del seno carotídeo nacen en el ganglio petroso, viajan por los nervios glosofaríngeos (IX par) hasta el núcleo del tracto solitario. Los impulsos de los barorreceptores del arco aórtico nacen en el ganglio nodoso, viajan por el nervio vago (X par) y terminan en el tracto del nucleo solitario (1, 2). Por efecto vagal se produce disminución de cronotropismo expresado como bradicardia refleja, y se disminuye el inotropismo con reducción de la fuerza de contractilidad del ventrículo izquierdo. Los mecanorreceptores auriculares se encuentran en toda la superficie auricular y se subdividen en dos tipos de receptores. Un tipo tiene respuesta a la distensión auricular (volumen). El otro tipo responde a cambios de RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . 13 Scar NPB D M V RMVL CMVL N T S GP GN IX X Aao AD NA CORAZON I M L GRD GNS VASOS SANGUINEOS Figura 1. Rama aferente, regulación neural cardiovascular. SCar: seno carotídeo. AAo: arco aórtico. AD: aurícula derecha. X: nervio vago. IX: nervio glosofaringeo. GP: ganglio petroso. GN: ganglio nodoso. GNS: ganglios nervios simpáticos NPB: núcleos complejo parabraquial. GDR: ganglios raíz dorsal. NTS: núcleo del tracto solitario. IML: cordón intermediolateral. DMV: núcleo dorsal motor del X par (vago). NA: núcleo ambiguo. RMVL: vía rostral de médula ventrolateral. CMVL: vía caudal médula ventrolateral. Hipotálamo RAMA EFERENTE Raíces torácicas superiores de columna medular Regulación neural cardiovascular RAMA AFERENTE Nervio vago Seno carotídeo Arteria carotídea GE presión en la aurícula, semejante a los barorreceptores del arco aórtico. Los primeros además de regular el volumen auricular, controlan la frecuencia cardíaca, probablemente liberando hormona natriurética atrial. Los barorreceptores auriculares ayudan con la regulación de la presión arterial (1, 2, 4, 5). Los barorreceptores ventriculares se encuentran en toda la superficie de los ventrículos, pero principalmente en la pared posterior. Éstos son sensibles a la distensión de las paredes ventriculares y probablemente a una contracción vigorosa (cambios en la presión intraventricular). Los impulsos aferentes son enviados por el nervio vago (X par) induciendo bradicardia refleja y disminuyendo el inotropismo; lo cual a su vez produce disminución en la tensión arterial sistémica. Por esto se han asociado con síncope en infarto agudo del miocardio de pared posterior y estenosis aórtica (por contracción vigorosa necesaria para vencer la válvula estenosada) (1, 2). Arco aórtico GCS Corazón Receptores aferentes Figura 2. Vías aferente y eferente, regulación neural cadiovascular. NPV: núcleo paraventricular. NA: núcleo ambiguo. DMV: núcleo dorsal motor del vago. NTS: núcleo del tracto solitario. IML: columna intermediolateral. GE: ganglio estrellado. GCS: ganglio cervical superior. Los quimiorreceptores del seno carotídeo y del arco aórtico, transmiten impulsos aferentes a través de algunos nervios cardiacos, los primeros por el nervio glosofaríngeo (IX par) y los segundos por el nervio vago (X par) y a través de nervios simpáticos. Los nervios simpáticos cardíacos nacen de las neuronas de los ganglios dorsales de T1-5. Se considera que es por medio de estos receptores que se produce la sensación de dolor asociada con isquemia miocárdica y las localizaciones de dolor referido. También son capaces de aumentar o disminuir el tono simpático cardíaco (1, 2). 14 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . Las proyecciones axonales del núcleo del tracto solitario terminan en las neuronas preganglionares parasimpá-ticas del núcleo dorsal motor del vago y del núcleo ambiguo, en las neuronas preganglionares simpáticas de los cordones intermediolaterales y en las células ventrola-terales de la médula y del núcleo del rafé. La corteza cerebral envía proyecciones al núcleo del tracto solitario directa e indirectamente, por medio del sistema límbico, del hipotálamo y de los núcleos parabraquiales (2). La vía eferente está constituída por respuestas simpáticas adrenérgicas y parasimpáticas colinérgicas. RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 derecho disminuye también este tiempo refractario, pero en menor proporción. Esto podría explicar la presencia de taquicardia supraventricular y fibrilación auricular en condiciones de alto tono simpático, tales como estrés, dosis elevada de xantinas y tirotoxicosis (1-3). El nodo auriculoventricular (AV) es sensible a los efectos simpáticos adrenérgicos (1, 3, 6). Además del efecto cronotrópico positivo, se observa una disminución en el tiempo necesario para transmitir un impulso a través del nodo AV (efecto dromotrópico positivo). Esto mejora el sincronismo cardíaco y podría explicar, en parte, el aumento de la fuerza de la contracción ventricular en estados con tono simpático aumentado (1). Rama eferente Simpática La vía simpática se origina en el núcleo paraventricular del hipotálamo, de donde envía fibras a las neuronas simpáticas preganglionares en los cordones intermediolaterales de la médula espinal. Otros grupos neuronales también se originan en el núcleo paraventricular y envían fibras al núcleo motor posterior del nervio vago (X par) afectando las respuestas parasimpáticas. Estos núcleos además envían fibras al tracto solitario modulando las señales barométricas aferentes. Es de esta manera que el hipotálamo es capaz de regular el arco reflejo casi a todo nivel (1, 2). Las fibras simpáticas preganglionares salen de la médula espinal por medio de las raíces anteriores de los nervios torácicos superiores, principalmente T2, T3 y T4. Pasan luego por el ganglio estrellado y el ganglio cervical superior después de lo cual hacen sinapsis en el corazón. Estas fibras inervan el nodo sinusal o sinoauricular (SA), el nodo auriculoventricular (AV) y el haz de his (1, 2). La noradrenalina es el neurotransmisor liberado por las terminales nerviosas simpáticas del nodo sinusal. Ésta es cronotrópica positiva, con efecto similar a la adrenalina liberada por las suprarrenales. El efecto simpático sobre el nodo sinusal se da principalmente por el ganglio estrellado derecho con mayor aumento de la frecuencia cardiaca que cuando la señal proviene del ganglio estrellado izquierdo. El aumento de la frecuencia cardiaca producida por el ganglio estrellado izquierdo, es generado por estimulación de marcapasos extranodales. El estímulo del ganglio estrellado izquierdo produce una disminución del tiempo refractario ventricular. El estímulo del La estimulación simpática de los ventrículos mejora su fuerza de contracción por dos mecanismos. En primer lugar, hay una mejor sincronización cardíaca por el efecto dromotrópico positivo, permitiendo que un mayor número de fibras musculares se contraigan al unísono. En segundo lugar, el aumento del tono simpático tiene un efecto directo inotrópico positivo (1, 2). El aumento del tono simpático puede aumentar el riesgo de taquiarrítmias por la estimulación de marcapasos extranodales como se describió anteriormente, pero existe un segundo mecanismo. Las catecolaminas aumentan la despolarización de las células del tejido cardíaco de conducción, permitiendo que éstas generen impulsos repetitivos; además, se aumenta la automaticidad de estas células. Este conjunto de circunstancias aumenta el riesgo de latidos prematuros, de circuitos de reentrada, y por lo tanto, de fibrilación ventricular (1, 2). Parasimpática El control eferente parasimpático se inicia en el núcleo dorsal motor del nervio vago (X par) con contribución de grupos neuronales del núcleo ambiguo llegando a los nervios cardíacos vagales y de ahí al corazón. El hipotálamo ejerce control sobre el tono parasimpático. Puede producir estimulación directa sobre el X par, inhibición del tono simpático y regulación de los núcleos aferentes principales encontrados en el tracto solitario (1, 2). El efecto más importante que ejerce el tono parasimpático sobre el corazón es el control sobre la frecuencia de emisión de impulsos por parte del nodo sinoauricular (SA) o sinusal (1, 2, 6). Este efecto es tan RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 potente que cuando hay simultaneamente un estímulo vagal moderado y un tono simpático máximo, prevalece la bradicardia. Esta diferencia en potencias se podría explicar, al menos en parte, por el tiempo de latencia para una respuesta, de 200-400 mseg el parasimpático y de 1 a 3 segundos el simpático (1, 2). La mayor aferencia del X par sobre el nodo sinusal es a través del nervio vagal derecho con efecto eferente vagal ipsilateral mayor. Por este motivo, hay una mayor probabilidad de producir bradicardia sinusal o un paro sinusal cuando se estimula más el seno carotídeo derecho que el izquierdo. Cuando se estimula el seno carotídeo izquierdo hay mayor efecto de prolongación del tiempo de conducción del nodo auriculoventricular (1, 2). El efecto vagal sobre el nodo auriculoventricular, el haz de His y las fibras de Purkinge, es tanto cronotrópico como dromotrópico negativo, aumentado el tiempo de transmisión del impulso a través del nodo y disminuyendo la conducción. Se puede llegar a producir bloqueo auriculoventricular completo. Secundario a este bloqueo se puede generar un ritmo de escape ventricular (1, 2). El tono parasimpático tiene efecto inotrópico negativo. Se disminuye la fuerza de contracción auricular. En cuanto a la fuerza de contracción ventricular existe controversia, pero aparentemente el efecto también es de disminución (1, 2). El neurotransmisor del tono parasimpático es la acetilcolina (Ach). La duración de la acción colinérgica está regulada por un proceso enzimático mediado por la acetilcolinesterasa. La concentración sináptica de la Ach se reduce rapidamente, en 2.5 segundos, por vía enzimática (2). Plexo cardíaco y corazón El plexo cardíaco está formado por las fibras vagales preganglionares y las fibras simpáticas post-ganglionares. Este plexo se encuentra en la base del corazón. De la base del corazón penetran el miocardio donde las fibras simpáticas y parasimpáticas tienen una distribución independiente (2). Las fibras simpáticas tienen una distribución homogenea en el corazón. En cambio, las fibras parasimpáticas se con-centran primordialmente en los nodos sinoauricular y auriculoventricular. En los nodos SA y AV hay fibras provenientes del nervio vago tanto derecho como izquierdo (1, 2). CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . 15 Los nervios simpáticos y parasimpáticos derechos inervan principalmente el nodo sinusal, mientras que los izquierdos simpáticos y parasimpáticos inervan el auriculoventricular. Las fibras nerviosas simpáticas atraviesan el subepicardio ventricular. Las fibras nerviosas cardiacas vagales se encuentran en la profundidad del miocardio y en el endocardio (1, 2). Los efectos cardíacos de la acción simpática y parasimpática son interdependientes (1, 6), esta interdependencia tiene en parte un origen anatómico. Algunas terminaciones post-ganglionares simpáticas y parasimpáticas se encuentran cerca y comparten vaina. Esta proximidad podría ejercer un efecto modificador de la liberación de un neurotransmisor sobre la liberación de otro, por ejemplo, la presencia de Ach inhibiendo la liberación de noradrenalina en la misma hendidura sináptica y la presencia de noradrenalina sobre la liberación de Ach. La acción de segundos mensajeros, tales como la adenilciclasa, podría también explicar la interdependencia de estos dos sistemas (2). Además de la acción que ejercen el sistema simpático y parasimpático sobre la conducción y la contractilidad del corazón, también ejercen efecto regulador sobre el flujo sanguíneo coronario. Existe una vía central, desde el hipotálamo lateral hasta las neuronas periacueductales de la sustancia gris y de ahí en dirección rostral y ventrolateral de la médula, que se encarga de modular la actividad simpática cardiaca. Por medio de esta vía, la actividad simpática es capaz de modular el flujo sanguíneo coronario. Parece que esta vía permite una integración adecuada entre la activación barométrica y la respuesta de flujo sanguíneo coronario (2). La función cardíaca se compromete si hay alteraciones en la inervación del corazón. Cuando hay una denervación total, la frecuencia cardíaca promedio es de 90 latidos por minuto, sin ninguna variación espontánea ni ante estímulos externos. Si la denervación es parcial se puede presentar una taquicardia fija (2). Cuando la inervación cardíaca no se encuentra comprometida, pero existe un desequilibrio entre los efectos simpáticos y parasimpáticos, se pueden presentar anormalidades en el ritmo, en la conducción cardíaca, en la contractilidad, y por lo tanto en la función cardíaca. Es el equilibrio entre los sistemas simpático y parasimpático que permite estabilidad eléctrica al corazón. (2) Es por 16 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . esto que cuando se presentan enfermedades neurológicas, se puede producir un desequilibrio y se pueden observar trastornos en el electrocardiograma (1, 2). Cambios electrocardiográficos asociados con enfermedades neurológicas Algunos de los trastornos electrocardiográficos observados en enfermedades neurológicas son secundarios al compromiso neurológico, pero otros son secundarios a enfermedades cardiovasculares coexistentes. La coexistencia entre enfermedad coronaria y enfermedades neurológicas puede oscilar entre 5% a 60% (1, 4, 5) dependiendo del evento neurológico específico, por ejemplo, es mayor la relación con eventos cerebrovasculares que con esclerosis múltiple. Sin embargo, esta asociación se aumenta con la edad, llegando hasta un 80% en los pacientes mayores de 65 años (1). Un gran número de pacientes con enfermedades neurológicas se encuentra en este grupo etareo, por lo cual frecuentemente tienen factores de riesgo para cursar concomitantemente con enfermedades cardiovasculares (1, 3-5). Existe una relación bidireccional entre las enfermedades neurológicas y las cardiovasculares pudiendo un grupo ser causa o al menos asociarse con la presencia del otro grupo de enfermedades. Algunos eventos cerebrovasculares pueden ser causados por enfermedades cardiovasculares subyacentes. Un ejemplo es el caso de enfermedad cerebrovascular cardioembólica secundaria a fibrilación auricular con o sin enfermedad ateroesclerótica carotídea (3, 4). En el estudio de Framingham se encontró un aumento en el riesgo relativo de cardioembolia, entre 1.6 y 3.6, cuando existía enfermedad carotídea (4). Otros eventos cerebrovasculares pueden asociarse con enfermedades cardiovasculares sin encontrarse una relación causal directa, como en el caso de la hipertensión arterial (5). En otros casos, se encuentra un número mayor de eventos cardiovasculares en pacientes con enfermedad cerebrovascular concomitante (3, 4). Se han descrito varios mecanismos por medio de los cuales se podrían desarrollar cambios en el electrocardiograma en pacientes con enfermedades neurológicas. En primer lugar, puede presentarse simultáneamente una enfermedad neurológica con enfermedad coronaria manifestándose como isquemia infarto miocárdica. En segundo lugar, puede presentarse isquemia difusa o infarto miocárdico, sin existir enfermedad coronaria, por RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 exposición local a catecolaminas secundaria a una enfermedad neurológica. Por último, pueden presentarse cambios en la repolarización ventricular por activación del sistema nervioso simpático, sin existir isquemia ni infarto miocárdico (1, 2). La presencia de compromiso miocárdico sin enfermedad coronaria se ha demostrado en autopsias de pacientes, entre tanto con hemorragia subaracnoidea. Éstas muestran el miocardio lesionado de manera difusa con pequeños focos de necrosis. Se considera que estos cambios son ocasionados por exposición a catecolaminas ya que son similares a los hallazgos que presentan los pacientes con feocromocitoma y con abuso de cocaína (1). Estas lesiones podrían ser secundarias a altos niveles circulantes de catecolaminas por estimulación simpática intensa debida a la respuesta de estrés generada por la lesión neurológica aguda (1, 3, 4). Sin embargo, en modelos animales también se han reproducido estas lesiones al estimular directamente el hipotálamo y la ínsula cerebral con catecolaminas. Se ha encontrado que las lesiones focales del miocardio frecuentemente se encuentran cerca de las terminales nerviosas. Esto apoya la teoría de niveles de catecolaminas elevados en zonas focales del miocardio, probablemente producidos por liberación local por parte de las terminaciones nerviosas simpáticas del corazón. Las lesiones miocárdicas focales se han encontrado en personas con niveles normales y normales bajos de catecolaminas circulantes. Por este motivo, la teoría de estimulación local es la más aceptada, pudiendo ser válidas ambas. En este caso la adrenelectomía no protegería el miocardio, pero el uso de betabloqueadores sí, disminuyendo el efecto cardiotóxico de las catecolaminas (1, 2). Los niveles elevados, circulantes o focales de catecolaminas, predisponen a vasoconstricción y al aumento del consumo de oxígeno, lo cual explicaría las zonas de necrosis miocárdica. La elevación de las catecolaminas pueden también ser responsables de la aparición de arritmias. Las catecolaminas activan los canales de calcio y de esta manera pueden producir una contracción miocárdica excesiva (1, 2). Los cambios electrocardiográficos pueden varíar según el lado del nervio periférico estimulado. Cuando se presenta un aumento del tono simpático por estímulo del ganglio estrellado derecho, se observa elevación del segmento ST con ondas T negativas (2). Por el contrario, cuando el tono simpático incrementado es por RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 estímulo del ganglio estrellado izquierdo, se presenta infradesnivel del segmento ST con aumento en la amplitud de las ondas T y prolongación del intervalo QT. Cuando se estimula el nervio cardiaco ventrolateral izquierdo también hay un aumento en la amplitud de la onda T (2). Se cree que si la causa del compromiso neurológico es central, al igual que en el caso de nervios periféricos, se deben producir cambios en el ECG diferentes según el lado afectado. Esto teniendo en cuenta que la mayoría de las proyecciones del hipotálamo a los cordones intermedio-laterales de la médula espinal son ipsilaterales (2). Se observan cambios sugestivos de compromiso miocárdico cuando hay lesión del hipotálamo o de la corteza orbital frontal. Estos trastornos también se observan en caso de lesiones expansivas que estén ejerciendo compresión mecánica sobre estas mismas zonas. Lesiones epileptógenas o irritativas en dichas zonas tienen el mismo efecto sobre el electrocardiograma (2). Independiente del mecanismo por medio del cual se presenten los cambios en el ECG asociados con enfermedades neurológicas, la presencia de estos trastornos es marcardor de peor pronóstico (1, 2, 5). Ninguno de los cambios electrocardiográficos es específico de alguna enfermedad neurológica, pero ciertas patologías neurológicas presentan cambios con mayor frecuencia (1, 2, 4). Existen básicamente dos tipos diferentes de trastornos electrocardiográficos asociados con enfermedades neurológicas, éstos son: 1. Defectos de conducción y de repolarización, especialmente evidentes en la onda Q y en segmento ST. 2. Trastornos de la frecuencia o del ritmo cardíaco. Trastornos electrocardiográficos asociados con enfermedades neurológicas Conducción y repolarización Entre los cambios electrocardiográficos asociados con enfermedades neurológicas se encuentran: hipertrofia ventricular izquierda, aumento de amplitud de la onda P, ondas Q patológicas, trastornos del segmento ST y de la onda T, prolongación del intervalo QT y aparición de ondas U (1, 2). La hipertrofia ventricular izquierda es una manifestación de hipertensión arterial y la presencia de ondas Q patológicas son compatibles con infarto CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . 17 miocárdico antiguo. Tanto la hipertensión arterial como la enfermedad coronaria son patologías frecuentes en el grupo de edad de los pacientes con enfermedades neurológicas. Además, estas dos patologías son dos de los factores de riesgo más importantes para eventos cerebrovasculares (1-7). Sin embargo, existen algunas enfermedades neurológicas que se acompañan de cambios electrocardiográficos sugestivos de compromiso miocárdico sin que éste último exista. Un ejemplo claro de este hecho es la hemorragia subaracnoidea donde se pueden encontrar cambios en el segmento ST, en la onda T y ondas Q patológicas sugestivos de isquemia o infarto agudo del miocardio. Se pueden observar ondas T negativas, profundas, simétricas que no se pueden diferenciar en el electrocardiograma (ECG) de isquemia miocárdica, pero las enzimas cardíacas son normales descartando compromiso cardíaco (1, 2, 4) (Figuras 3 y 4). Los cambios en el segmento ST, en la onda T y la presencia de ondas Q patológicas, en la hemorragia subaracnoidea, pueden ser cambios transitorios o pueden evolucionar de forma similar a un infarto agudo del miocardio. Esta evolución dificulta aún más el diagnóstico diferencial. También se pueden observar prolongación del QT y aparición de ondas U. Generalmente, los cambios electrocardiográficos revierten en las primeras dos semanas, sin embargo, la prolongación del QT y las ondas U pueden persistir de manera indefinida (1, 2, 4) (Figura 5). La hemorragia intraparenquimatosa puede cursar con cambios electrocardiográficos sugestivos de isquemia miocárdica como son trastornos en el segmento ST y anormalidades en la onda T. Además puede presentar aparición de ondas U, similares estos hallazgos a los de la hemorragia subaracnoidea (3) (Figuras 6 y 7). Se han reproducido en modelos experimentales cambios electrocardiográficos del segmento ST y de la onda T con la infusión de catecolaminas y con estimulación nerviosa simpática, sin que exista isquemia miocárdica. Se produce una alteración en la repolarización ventricular (1); esto entonces, podría explicar algunos de los cambios en el ECG producidos en las patologías neurológicas sin compromiso miocárdico. La fisiopatología de la prolongación del QT y la aparición de las ondas U no se han aclarado hasta ahora, pero se considera que podrían ser secundarias a alteración en la actividad autonómica de los nervios que inervan el corazón (1). 18 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 Figura 5. Hemorragia subaracnoidea– TCE. Hombre de 66 años. A: ECG antiguo, normal. B: evento agudo. C: evolución. D: 7 meses post-evento. Figura 3. Hemorragia subaracnoidea. Cambios sugestivos de isquemia miocárdiaca, pero con enzimas cardiacas normales. Figura 4. Hemorragia subaracnoidea. QT prolongado. Trastornos del ritmo La fisiopatología de los trastornos del ritmo asociados con enfermedades neurológicas agudas no se conoce por completo y nuevamente, al igual que en los trastornos de conducción y repolarización, se puede presentar en pacientes con isquemia o infarto miocárdico con o sin enfermedad coronaria y por presencia de trastornos en la repolarización ventrícular (1). Los trastornos del ritmo asociados con eventos neurológicos agudos son frecuentes, encontrándose en más de 75% de los casos (1). Hasta 98% de los pacientes con hemorragia intraparenquimatosa pueden cursar con algún tipo de arritmia y hasta 8% pueden presentar muerte súbita (2). Más de 50% de los pacientes con lesiones ocupando espacio, pueden cursar taquicardia ventricular. En pacientes con hemorragia subaracnoidea, las arritmias elevan la incidencia de muerte súbita (2). Se han reportado múltiples trastornos del ritmo tales como, taquicardia sinusal, bradicardia sinusal, fibrilación y flutter auricular, taquicardia auricular, extrasistolia supraventricular y ventricular, bloqueo auriculoventricular intermitente (de primero, segundo y hasta tercer grado) y taquicardia ventricular no sostenida. (1-4). La taquicardia y bradicardia sinusal y las extrasistolias son los trastornos más frecuentes y generalmente no tienen importancia clínica. Trastornos severos como el bloqueo auriculo-ventricular son infrecuentes y de corta duración (1) (Figura 7). La fibrilación y el flutter auricular son frecuentes, hasta 33% de los pacientes con enfermedades neurológicas agudas cursan con ellos. Si aparecieran estos cambios del ritmo de manera aguda, generalmente serían transitorios y sólo requerirían tratamiento según sintomatología, velocidad de la respuesta ventricular o duración de la arritmia. Si son crónicos podrían estar presentes antes del evento cerebrovascular y ser en algunos casos, causa del mismo, como en el caso de cardioembolia (1). RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . 19 Figura 6. Hemorragia intraparenquimatosa. Ondas T negativas, simétricas profundas (se descartó necrosis miocárdica). A C B Figura 7. Evento cerebrovascular ACM derecha-HTA-IAM anteroseptal. Mujer de 66 años con patología cerebrovascular y cardiovascular concomitantes. A: eventos agudos. B: día 4. C: día 14. Extrasistolia supraventricular y fibrilación auricular se presentan con aumento del tono simpático izquierdo (1). El aumento de la actividad del nervio simpático del ganglio estrellado y del ganglio cervical medio izquierdos, se asocia más frecuentemente con la presencia de arritmias que con la estimulación de sus homólogos derechos. Esta mayor arritmogenicidad de la actividad simpática izquierda se demuestra con la inhibición de arritmias inducidas al bloquear el ganglio estrellado izquierdo con lidocaína al 1% (2). Existe una interdependencia entre los dos lados, ya que al haber predominio de la actividad del lado izquierdo sobre el derecho es suficiente para que aparezcan arritmias. La inhibición de la actividad derecha también se puede manifestar con arritmias (2). La mayor arritmogenicidad simpática izquierda se podría explicar por el estímulo de marcapasos extranodales, fenómeno que no sucede con la estimulación simpática derecha. Además, el estímulo del ganglio estrellado izquierdo acorta el período refractario ventricular más que el estímulo del derecho. Al disminuir el período refractario se incrementa el riesgo de fibrilación ventricular. Cuando hay isquemia sobre el territorio de la arteria cerebral medio izquierda y se aumenta el riesgo de arritmias. De la misma manera, la isquemia selectiva de un nervio cardiaco periférico también aumenta el riesgo de trastornos del ritmo (1, 2). 20 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . Figura 7a. Trastornos del ritmo. Extra sistólica supra y ventricular, fibrilación y flutter auricular y ventricular, ritmos escape con bloqueo sinusal y auriculoventricular. La taquicardia ventricular no sostenida y sostenida no son frecuentes. Cuando se asocian con episodios convulsivos pueden ser responsables de un aumento en la mortalidad de estos pacientes (1). Las respuestas centrales ante algunas lesiones o estímulos son capaces de producir una prolongación del intervalo QT. Cuando existe una prolongación del QT, se aumenta el riesgo de arrtimias, en especial de “torsade des pointes”, un tipo específico de taquicardia ventricular polimórfica de “puntas torsidas”, de muy dificil manejo y asociado con una alta tasa de mortalidad (1) (Figura 8). La estimulación simpática excesiva, secundaria al estrés de un evento neurológico agudo, es capaz de inducir la aparición de fibrilación auricular y taquicardia ventricular, aún en corazones sanos por repolarización desorganizada del miocardio. La presencia de infarto o de isquemia miocárdica favorecen la aparición de trastornos del ritmo, en presencia de estímulo simpático excesivo o no (Figura 9). La despolarización desorganizada es especialmente importante en la fisiopatología de la “torsade des pointes” (1). Las arritmias ventriculares inducidas por estimulación diencefálica o hipotalámica están mediadas por inervación simpática. El control de un gran número de arritmias se ha logrado con la disminución del tono simpático. RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 Figura 8. Torsade despointes Figura 9. IM inferior-trigeminismo ventricular-ECV. Hombre de 81 años, con enfermedad coronaria; presenta trastorno del ritmo y evento cerebrovascular secundario. A: necrosis inferior al ingreso. B: trigeminismo ventricular y posteriormente ECV. Los trastornos morfológicos sugestivos de isquemia miocárdica y las arritmias, deben manejarse de manera agresiva ya que el paciente podría fallecer por compromiso miocárdico o por la arritmia antes que por la patología neurológica asociada. (2-5) El paciente debe monito-rizarse de manera continua mientras se esperan los paraclínicos pertinentes y mientras se hace el diagnóstico diferencial. Una vez exista un diagnóstico definitivo se definirá el manejo crónico que deberá recibir el paciente. RCC Vol. 9 Nº 1 Julio/Agosto 2001 CABRERA TRASTORNOS ELECTROCARDIOGRAFICOS . . . Se requieren más estudios para comprender mejor y de manera más completa la fisiopatología de los cambios electrocardiográficos asociados con eventos neurológicos agudos. De esta manera se podrá definir con mayor claridad la importancia clínica que tiene la presencia de estos trastornos. Sin embargo, por el peor pronóstico que implica la presencia de estos cambios es prudente mantener estos pacientes bajo monitorización hemodinámica continua, mientras se descarta la presencia de compromiso miocárdico asociado y mientras se controlan los trastornos del ritmo. Los trastornos de conducción y de repolarización sugestivos de isquemia miocárdica y las arritmias, deben manejarse de manera agresiva mientras se realizan los estudios complementarios necesarios y mientras se establece el diagnóstico diferencial, ya que el paciente podría fallecer a causa de estos trastornos antes que por la patología neurológica de base (2). Una vez se establezca el diagnóstico definitivo, se puede definir el tratamiento crónico que requerirá el paciente. Bibliografía 1. Valerino J, Elson J, “Electrocardiographic Changes in Central Nervous System Disease. Neurol Clin Neurocardiology. May 1993; 11: 2: 257-72. 2. Talman WT, Kelkar P, “Neural Control of the Heart: Central and Peripheral”, Neurol Clin Neurocardiology May 1993; 11:2:239-56. 3. Samuels MA, “Neurally Induced Cardiac Damage”. Neurol Clin Neurocardiology May 1993; 11:2:273-92. 4. Braunwald E, Heart Disease, W. B. Saunders Company, Fourth Edition, 1992. p.1810-26. 5. Wilterdink JL, Furie K, Easton JD, “Cardiac Evaluation of Stroke Patients” Neurol 1998;51 (Supl 3): S23-6. 6. Cabrera DP, Baron A, “Endotelio e Insuficiencia Cardiaca.” Rev Col Cardiol 1995;4: 393-401. 7. Flanagan DE, Vaile JC, et al., “The Autonomic Control of Heart sRate...”, J Clin Endocrinol Metab 1999; 84:1263-7. 21