8.2 LA MONARQUÍA HISPÁNICA DE FELIPE II. LA UNIDAD IBÉRICA El sucesor en el trono de España de Carlos I fue su hijo Felipe II (1556-1598). A diferencia de su padre, Felipe II fue un monarca dedicado por entero a las cuestiones de su reino. Personalmente resolvía todos los asuntos del gobierno y la administración, con ayuda de sus secretarios y reestructuró las instituciones de los Reyes Católicos para ponerlas al servicio del poder real. Sus viajes fueron escasos, no abandonó prácticamente nunca la Península Ibérica y fijó una sede permanente para la Corte, estableciendo la capital en Madrid. La política exterior de Felipe II tuvo como objetivo luchar contra disidentes tanto religiosos como políticos. Los enfrentamientos con Francia por el dominio de Italia. Su victoria frente a los franceses en San Quintín, dio paso a un largo periodo de concordia con Francia ya que Francia renuncia a intervenir en Italia. Como recuerdo a la victoria en la batalla de San Quintín, ordenó construir el Monasterio del Escorial. El dominio del Mediterráneo. La unión de la armada española con la veneciana venció a los turcos en Lepanto. Este triunfo supuso freno a la expansión otomana en el Mediterráneo La rebelión de los Países Bajos. Felipe II tuvo que hacer frente a la extensión del calvinismo y al protestantismo. Tras la rebelión el sur de los Países Bajos se convertirán al catolicismo mientras el norte serán protestantes. Los enfrentamientos con Inglaterra, ya que defendía a los protestantes de los Países Bajos y practicaba la piratería en el Caribe. Felipe II envió a Inglaterra a la armada española (Armada Invencible) que fue derrotada. Esto hizo posible una mayor libertad de comerciar con América para los ingleses Paralelamente, Felipe II se encontró con graves problemas en el interior de sus reinos, en particular la sublevación de los moriscos de la región de Granada en protesta de una ley que prohibía el uso de su lengua y sus costumbres. Fueron derrotados y los moriscos se dispersaron por toda la Península. También tuvo que enfrentarse a la limitación de las libertades de Aragón ya que Felipe II modificó los fueros aragoneses para que reconociesen el predominio absoluto de la figura del rey. En cuanto a la unidad ibérica, tras a muerte del rey de Portugal Sebastián I, Felipe II aprovechó el ser hijo de Isabel de Portugal para hacerse con el trono y ser reconocido por las cortes portuguesas. La unión de ambos reinos en 1581 significó la realización de la plena monarquía hispánica ya que por primera vez todos los territorios de la Península Ibérica se encontraban bajo un mismo soberano. Felipe II intentó evitar problemas con sus nuevos súbditos, por lo que mantuvo la independencia de las instituciones portuguesas. La unión de España y Portugal, convirtió a Felipe II en el monarca más poderoso del mundo.