Debilidad incertidumbre, flaqueza?

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?Debilidad incertidumbre, flaqueza?
CategorÃ-a : RAFAEL MARA?ON
Publicado por Admin el 17/4/2008
D?jaselo a ?l
Todos los creyentes, tan pronto como desconfiamos de Dios en cualquier circunstancia, nos
colocamos a nosotros mismos bajo nuestra propia protecci?n, y consecuentemente somos presos
de la inseguridad y la desconfianza. Si desconfiamos del poder absoluto, ?c?mo vamos a tener
seguridad en lo falible y d?bil?
Esto es el recelo, la aprensi?n, la angustia. Enfrentarnos con lo que consideramos un poder
superior, cuando hemos desistido de estar bajo el supremo poder. Apearnos del poder de Dios y
situamos a nosotros mismos, ante fuerzas que siempre nos superan.
Si los cristianos nos fiamos de Dios de todo coraz?n, y hacemos depender nuestros recursos
materiales y mentales de su voluntad, en seguida comprobaremos c?mo la paz nos llena, sabiendo
que nuestro Padre celestial no nos aflige sin raz?n o por crueldad. Su propia fidelidad a sus
promesas hace que, como a hijos amados, nos pruebe y acrisole en el yunque de la prueba.
Nos ri?e cari?osamente pero con severidad cuando nos dice: ?A m? no me temer?is? ?Qui?n
eres t? para que tengas temor del hombre que es mortal...? Isa?as 51:12). ?C?mo nos atrevemos a
desasirnos de la protecci?n de Dios y temer al hombre? ?Qui?nes creemos que somos para llevar la
guerra por nuestras fuerzas que son ningunas?
Por eso Dios reprende y castiga a los que ama, y a los que no se quieren someter a beber el
c?liz de su ira les dice: ten?is que beber... (Jerem?as 25:28). Nadie puede resistir a Dios.
El no se complace en los sufrimientos de sus hijos, como no lo hizo en los padecimientos de su
amado hijo Jesucristo.
Aquellos padecimientos eran necesarios, y as? hubieron de cumplirse. Los nuestros, a?n no
comprendidos por nosotros, son igualmente convenientes para el plan de Dios. ?De qu? forma? Tal
vez alguien podr? explicarlos uno por uno, pero ?para qu?? Si sabemos confiar, ya sabemos lo que
nos basta.
Como Cristo hombre acept? con gozo sus padecimientos, y porque hac?a la voluntad de su
Padre super? el miedo, as? tambi?n nosotros podemos hacerlo por su mismo poder. No hemos,
pues, de temer nada (Apocalipsis 2:10).
La prueba nos acerca m?s a Dios y en esto se muestra tambi?n su amor. El no destruye;
corrige y sana. El creyente conoce bien lo que significa en su experiencia y en sus pruebas, el
inalterable amor de Dios, cuando nos trata como al rebelde Israel, afligi?ndoles y prob?ndoles para
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al final hacerles bien. (Deuteronomio 8:16).
Esta conformidad del cristiano, esta sumisi?n leal, este abandono de toda actitud opositora a la
voluntad de Dios, trae la paz m?s preciosa. Echa fuera de nosotros todo miedo, toda incertidumbre.
El que teme a Dios no tiene que temer nada m?s. Ning?n acontecimiento, ninguna aflicci?n, ninguna
eventualidad imprevista y dolorosa podr? derrumbarle. Con la invencible fuerza de Dios nada le
desconcertar? ni le desmoronar?.
T? har?s de tu parte, con toda diligencia y con toda tranquilidad lo que est? a tu alcance, y el
resto queda en manos de Dios, que proporcionar? los convenientes resultados. Eso ya es cosa
suya. T? da gracias por ser parte importante de su obra, y esto en vez de ansiedad te proporcionar?
la m?s genuina alegr?a.
La pelota, por emplear este s?mil, queda ya en el tejado de Dios y ?l sabe de sobra qu? hacer.
T? ya puedes descansar, pues sea lo que sea, Dios lo dispone bien. En esta posici?n de confianza,
nos percatamos claramente del estado de confusi?n y beligerancia que existe latente o activo en
cada coraz?n humano.
En la reflexi?n pertinente, nos damos cuenta de ese estado de beligerancia interior
continuada, en forma de rencores, miedos, resentimientos contra los dem?s, y m?s a?n, contra
nosotros mismos. Y como consecuencia altercamos de forma insistente contra Dios.
Protestamos. ?Yo contra Dios? ?Ni pensarlo! ?C?mo puede usted decir tal cosa? Es cierto;
aunque nos neguemos interiormente, estamos altercando contra Dios (?xodo 17:2). Con nuestras
posturas negativas y de rechazo, estamos (sin darnos cuenta tal vez), altercando contra Dios.
Decimos: ?Sea lo que Dios quiera... siempre que sea lo que a m? me agrade, o me parezca que me
conviene!
Es que somos as?. Y Dios tambi?n es como Es. O lo hacemos nosotros, o le dejamos a ?l.
?Qu? preferimos?
Rafael Mara??n
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