1. USO Y SIGNFICADO DEL TÉRMINO PROFETA EN LOS LIBROS BÍBLICOS El término “profeta” es griego: pro (preposición) y Phemi = decir, proclamar. Originalmente la preposición pro no se entendía en sentido temporal (antes de), sino local o instrumental (fuera de o ante o por medio de alguien). De tal manera que profeta etimológicamente significaba anunciador, predicador, proclamador. El profeta ocupaba un lugar de mediación entre el pueblo y los dioses. Así en la época clásica griega. Más tarde, como los mensajes divinos frecuentemente ser refieren a sucesos futuros, el término adquiere un sentido temporal: profeta es el que predice. Etimológicamente este sentido es posible, pero si lo entendemos así, la personalidad del profeta pasará desapercibida en sus rasgos más esenciales y profundos. El término griego “profeta” lo aplicamos a personajes que en Israel recibieron nombres diferentes. a) Ro´eh: el término significa “vidente”. Así es llamado Samuel (1Sam. 9, 9.11.18.19) y el sacerdote Sadoc (2 Sam. 15, 27). Es el hombre que conoce cosas ocultas, el que “ve”, tiene percepciones extrasensoriales. La etimología sugiere que el vidente obtenía su información por medio de sueños, visiones o medios adivinatorios. Fue uno título poco usado. b) Hozeh: También significa “vidente” o “visionario”. No se sabe en que se diferencia del anterior o de nabi. Recibe este título el profeta Gad “vidente del rey” (2Sam. 24.11). Tanto el anterior como éste son términos que se refieren a personajes individuales, estimados por conocer el futuro o las cosas secretas. c) ´is elohim= hombre de Dios. Es muy frecuente. Abunda aplicado a Eliseo y a profetas de aquel tiempo. . Parece ser que se llamaba así a un personaje, generalmente itinerante, a quien se le creía dotado de poderes preternaturales, potencialmente peligrosos, por su relación estrecha con Dios. Pronuncian también la palabra de Dios, pero es la palabra poderosa que hace obras extraordinarias. d) Nabi: es el título más usado y terminó suplantando a todos los demás. El significado es muy ambiguo. Se aplica a los profetas verdaderos, a los profetas falsos, e incluso a 1 los profetas de Baal. La misma ambigüedad tiene el verbo nb´, que significa: “ponerse frenético o en trance”, “danzar ritualmente”, “profetizar”, “cantar”, “proclamar un mensaje” o también “ser llamado o vocacionado”. Aparece por primera vez aplicado a grupos de profetas, que juntos profetizan como los nebiim del tiempo de Samuel o los “hijos de los profetas” del tiempo de Eliseo. Los profetas verdaderos, como Amós, no quisieron ser tenidos por Nabi, pero al final la tradición les aplicó el término, pues, en sí parece significar simplemente transmitir un mensaje de parte de otro. RASGOS ESENCIALES DEL PROFETA BÍBLICO SOBRE EL TRASFONDO DEL PROFETISMO EXTRABÍBLICO. A) PROFESTISMO EXTRABÍBLICO El profetismo no es un fenómeno singular de Israel. En muchos pueblos aparecen figuras parecidas: 1. Egipto: Se ha intentado ver textos proféticos en esta cultura. En concreto, se habla de dos obras: “El panfleto político de Ipuwer” y “La profecía de Neferti”. Otros escritos, como las “Quejas del campesino elocuente” nada tienen de profético. Estos textos se parecen a la profecía hebrea en el esquema de SECUENCIA DE ANUNCIO DE CATÁSTROFE y PROSPERIDAD, frecuente entre los profetas bíblicos. Pero los textos egipcios son “vaticinia ex evento”, es decir, profecías compuestas después de realizados los hechos. En Egipto era muy difícil que hubiese profetas por dos razones: - en esa sociedad predominaba y tenía mucho prestigio la clase de los sacerdotes y escribas, que manejaban una tradición intelectual de la que eran los guardianes. Por ello había poco espacio para la contestación. 2 - Era muy popular la diosa Maat, que personificaba lo que es justo, recto, exacto, el orden, la justicia, la verdad. Esta Maat está garantizada y restaurada por el faraón, en cuanto ser divino, que está unido a ella íntimamente y de ella se alimenta. Con estas ideas es difícil que surgiera en Egipto un profetismo de protesta. Quejarse de la falta de orden y justicia era una blasfemia. 2. Mesopotamia del sur: En el terreno de la profecía pocas cosas debemos a la Mesopotamia del sur. Lo que realmente impresiona es la amplitud que ha tomado la adivinación y los oráculos, que eran una exclusiva de un clero muy especializado. A la adivinación se sometía todo: la elección del rey, la partida a la guerra, la construcción de un santuario, etc… 3. Mari (alta Mesopotamia) Nos encontramos con un profetismo intuitivo de gran originalidad. Aquí hay numerosos textos proféticos, donde aparecen personas que transmiten mensajes en nombre de dios al rey Zimri-lim. Tales mensajes no son fruto de adivinación, sino que los mensajeros han recibido en sueños, en éxtasis o directamente (visión o palabra) el mensaje que transmite al rey. Predomina el éxtasis generalmente. Estos personajes son personas sagradas (sacerdotes) y laicos en ambos existen mujeres y de diferentes clases sociales. Las analogías entre Mari e Israel en cuanto a la forma pueden resumirse así: - Predomina el mensaje oral, transmitido por el profeta de viva voz. - Tienen la forma literaria de “mensaje”. El profeta se considera un enviado. - En Mari casi todos estos mensajes están dirigido al rey. Es en el contenido donde más se diferencian de los profetas hebreos. La mayor parte trata de cosas militares, avisos de revueltas y posibilidad de asesinato, advertencias severas contra ciertas expediciones y alianzas… En general los mensajes apoyan al rey y sus empresas político-militares. Aunque a veces le amenazan o le reprochan algún descuido, nunca llegan a la crítica radical de los profetas hebreos. 3 3. Asiria: Cuando en los siglos VIII y VII a. C. el imperio asirio alcanza su máxima extensión, tenemos colecciones de oráculos transmitidos por “proclamadotes” y “reveladores” en nombre del dios nacional. Se trata de hombres y mujeres inspiradas que le transmiten al rey directivas sobre cuestiones políticas y militares. 4. Canaán: Muy pocas noticias ofrecen las fuentes sobre el profetismo en Canaán. La mejor información la ofrece la Biblia (1 Re 18, 26-29) que habla de los profetas de Baal en el monte Carmelo. Es un tipo de profetismo orgiástico y frenético, que proporcionaba un estado de delirio provocado por medios exteriores: danza, música… Pero ya antes Canaán parece haber conocido otro tipo de profetismo. De él habla el relato de Wen-Amon (s. XI) que presenta un profetismo en el que por medio de éxtasis obtenía y transmitía oráculos. Un tipo de profetismo más moderado conocemos por la estela de Zakir, rey de Hamat. Este rey, atacado por una coalición de siete reyes, invoca a su dios y obtiene un oráculo por medio de los “videntes” y “adivinos” que le aseguran su liberación- Es un profetismo de carácter oracular, muy parecido a los profetas Natán y Gad. En conclusión, puede decirse que el profetismo no es exclusivo de Israel, Pero el problema no está en saber si Israel copió algún tipo de profetismo de los países vecinos, sino en la diferencia notable que hay entre el profetismo de Israel en sus representantes más importantes y los profetas extrabíblicos. Fuera de Israel no hay una cadena de disidentes intelectuales que se enfrenten con constancia al poder político, al poder religioso y a la misma sociedad. Este fenómeno de Israel es singular en las religiones antiguas. B) LOS PROFETAS DE ISRAEL: Por todo lo dicho, no es fácil establecer quiénes son los profetas. Además,. Hay que añadir que los profetas de Israel se diferencian mucho entre ellos. Unos desempeñan una función más central, es decir, su preocupación era sobre problemas de gran importancia para la vida de la nación; otros, se dedican a cuestiones de importancia secundaria. Unos tienen visiones, audiciones, éxtasis; otros recurren a la música y a la danza, otros son más sobrios. 4 Esto permite afirmar que del profetismo no se puede tener una idea monolítica, el profetismo ha evolucionado, como las restantes instituciones o movimientos religiosos de Israel. Debido a estas razones, ha habido y hay diversas imágenes o representaciones de los profetas de Israel. 1. Diversas imágenes del profeta - Para muchos el profeta es el que predice el futuro, una especie de adivino. Hay dos razones que han provocado el surgimiento de esta opinión; una es etimológica (del griego pro – preposición- y phemi= proclamar, que pasó a adquirir un sentido temporal: profeta es el que predice. Interpretación errónea); otra razón es histórica: algunos profetas de Israel han anunciado sucesos futuros u ocultos: Samuel (1 Sam 9, 6 s) Elías (2 Re 1, 16-17) Esta opinión es parcial y reductora. Los profetas que anuncian algo futuro son en general de la época antigua. En los profetas clásicos la actividad anunciadora es marginal - Se entienden como anunciadores del Mesías. Así han leído a los profetas el N.T. , la tradición y la liturgia cristiana. La mayor parte de las veces se hizo con una intención claramente apologética: se trataba de demostrar que Jesús era el enviado prometido por los profetas. Otras veces hay una intención meramente teológica: se pretende afirmar que la iglesia es la legítima continuadora de Israel: ya los profetas anunciaban al fundador de la iglesia. Esta interpretación es también simplificadora y reductora del mensaje profético. La mayoría de los profetas no dijeron nada del futuro Mesías. - En el s. XIX se extendió la idea del profeta como héroe solitario, genio religioso enemigo del culto, que vive la religión de una manera independiente, fuera de las instituciones con una concepción de Dios singular. Esta opinión infravalora el enraizamiento de los profetas en la cultura de su tiempo. 5 - Otra opinión presenta a los profetas como reformadores o revolucionarios sociales: intervención del profeta Natán frente a David (2 Sam. 12); Elías frente a Ajab ( 1 Re 21); la lucha por la justicia de Amós y Miqueas, por ej. Se olvida la fuente religiosa de su inspiración para convertirlos en líderes políticos - Finalmente, el profeta como funcionario cultural. Empleados del culto. Los más importantes y señalados profetas no fueron en modo alguno funcionarios del culto. 2. Rasgos esenciales del profeta. El rasgo que mejor define a un profeta es el creerse llamado. Tiene una fuerte conciencia de misión. Esto le diferencia de casi todos los otros personajes públicos de Israel. Todos ellos están penetrados por la frecuente afirmación de contar no sólo con la autorización de Dios, sino que Él es el que los empuja a esta actividad. La vocación le lanza a la vida pública, su deber de transmitir la palabra de Dios lo pone en contacto con los demás, pero también tiene que buscar su espacio vital luchando contra los reyes, sacerdotes y profetas oficiales, para comunicar su mensaje. El profeta es una persona con carisma: cualidad extraordinaria sobresaliente que ejerce atracción, reconocida por otros. Proclama una doctrina religiosa o un mandato divino, el profeta es un personaje religioso, no político o secular. Es un hombre inspirado: No va a los archivos a los libros de historia, ni accede ala común experiencia humana, sino de posee dotes intuitivas extraordinarias. Esta inspiración le viene del contacto personal con Dios. ETAPAS Y DESARROLLO DEL PROFETISMO BÍBLICO Las noticias acerca del profetismo de los orígenes nos vienen sobre todo del Deuteronomista y de escasas noticias del Pentateuco. En un texto del Génesis se llama a 6 Abraham profeta (Gen. 20, 7). Pero se trata de una proyección de una figura del pasado de una función que sólo más tarde existió. De Moisés habla el Deut y Dtr (Deut. 18, 15-18; 34, 10). Moisés es para ellos un profeta porque recibió y enseñó la ley de Dios. (Ex. 24, 34). Los demás profetas continúan esta mediación. Esta presentación de Moisés, ¿puede justificarse históricamente hoy?. Lo que se puede decir es que hay una tradición antigua sobre la tienda de reunión o tienda de los oráculos colocada fuera del campamento, donde supuestamente Moisés recibía las comunicaciones divinas. Un tipo de profetismo semejante sería el de Miriam (Ex. 15, 20-21) y el de Débora (Jue 4-5): arengarían a los combatientes mediante el canto, la danza y la música. Los profetas de acción: las asociaciones proféticas y profetas individuales. Se denominan así porque no tenemos sus palabras, sino sus actos. 1. Asociaciones proféticas del tiempo de Samuel. Es un profetismo masivo. A sus miembros se les llama Nebi´im. Los textos que hablan de ellos son 1 Sam. 10, 5-13; 19, 18-24. Carácter comunitario de esta institución. Solamente juntos profetizan. Su profetizar consistía en un arrebato extático y en una agitación convulsa y desordenada. En este estado pronunciaban sonidos inarticulados, alaridos, gritos, al mismo tiempo que hacían gesticulaciones raras y se hacían incisiones. Su función fue de gran importancia religiosa y social. En sus arrebatos reaccionan de una manera emocional e intensamente patriótica. Parece que fueron ardientes defensores de la libertad nacional. Las relaciones que Saúl mantuvo con ellos es un indicio de que la Monarquía halló en ellos un sólido apoyo en su lucha contra la ocupación filistea. 2. Samuel Ocupa un lugar preeminente en la tradición israelita, que lo ha colocado a la misma altura de Moisés. Aparece en la tradición bíblica con rasgos muy diversos: héroe de la guerra contra los filisteos, juez que recorre Israel, vidente, funciones sacerdotales. Pero sobre todo la tradición acentúa su carácter profético. Algunos rasgos proféticos de Samuel son: el anuncio 7 del castigo de la familia sacerdotal de Elí, su intervención en política ungiendo a Saúl como rey, su denuncia del rey. 3. Gad y Natán, profetas de la corte Durante la monarquía unida (David y Salomón) encontramos un profetismo totalmente diferente. Son los llamados videntes Gad y Natán. Son profetas de la corte, pero no son serviles ante David. Podríamos definir su postura de cercanía física al rey, pero de distanciamiento crítico frente a él. 4. Otros profetas del reino del norte Desde la muerte de Salomón hasta la destrucción de Samaría tenemos noticias abundantes de la existencia de profetas en el reino del norte. Y escasa mención de profetas del reino del sur. Elías y Eliseo merecen especial atención. Elías: Es el tipo de profeta itinerante, sin circulación a un santuario, que aparece y desaparece de forma imprevisible. Su misión principal consistirá en defender el Yahvismo en toda su pureza con la confesión de que sólo Yahvé es el Dios de Israel. Seis narraciones, primitivamente independientes (1 Re 17-19 ; 21 y 2 Re 1, 1-17) narran su actividad profética, que se ejerció entre los años 874 y 852 a. C. El Dtr. Ha seleccionado lo que a él le parecía mejor añadiendo un cierto número de comentarios propios. Parece claro que fue una personalidad extraordinaria, de gran influjo en el pueblo y salvó el Yahvismo en un momento crítico, llevando a la vida el contenido programático de su nombre: “mi Dios es Yahvé”. Eliseo El ciclo de Eliseo, originalmente una composición cerrada en sí misma, se encuentra dispersa en 2 Re 2, 1 hasta 13, 21. El tema principal es el paso del espíritu de Elías a su discípulo. 8 Es común distinguir en Eliseo una doble clase de relatos: una serie de ellos tiene carácter anecdótico, popular, folklórico, legendario presentan a un Eliseo pacífico, taumaturgo, bienhechor de los humildes. Otra serie de relatos lo presentan como un profeta de acción mezclado en la política contemporánea. Profetas clásicos: 1. Profetas del S. VIII Hacia la segunda mitad del s. VIII a. C. aparece un fenómeno nuevo: los profetas escritores, aunque mejor se diría, profetas de quienes conservamos sus palabras. Es sin duda la época de oro de la profecía israelita, debido a la presencia de cuatro grandes profetas: Amós y Oseas en el reino del norte y Miqueas e Isaías en el del sur. Todos ellos manifiestan un mensaje muy parecido. Los grandes temas de su predicación profética son: - El problema social. A este tema dedican su atención Amós, Miqueas e Isaías. Reclaman un orden social justo. Les preocupa la situación de los marginados sociales, la opresión de los campesinos por parte de los terratenientes, la corrupción de los ricos. Si bien, ya antes había clases sociales, el problema adquirió proporciones alarmantes. Israel pasó de la pobreza a la relativa abundancia, pero a costa de los pobres. - El problema religioso. Tiene dos aspectos: El culto a dioses extranjeros, principalmente Baal Una falsa idea de Dios que se contenta con un culto vacío y unas verdades de fe mal interpretadas. - El problema político: Las circunstancias políticas llevan a Israel y Judá a crear dos partidos políticos, uno inclinado a entregarse a Asiria y el otro a Egipto. Tanto Oseas como Isaías criticarán la 9 política de pactos, defenderán la neutralidad constantemente. Denunciarán que el entregarse en las manos de imperios es una perversión de la fe yahvista. 2. Profetas del s. VII. (los últimos profetas antes del exilio) A finales del s. VII surgen otros profetas importantes: Sofonías, Habacuc y Jeremías. La problemática es distinta entre ellos. En general siguen la línea de los cuatro profetas anteriores. Así Sofonías tiene una predicación de contenido social y antiidolátrico. Habacuc trata de la teología de la historia. Vive en angustia: no entiende que Dios se sirva de Asiria y Babilonia, dos naciones criminales, para castigar a Judá, que ciertamente se lo merece pero es con mucho más inocente. Aparece en este profeta un rasgo nuevo, que se manifestará en Ezequiel y el II Isaías: el profeta se va convirtiendo en pastor de almas, se hace eco de los interrogantes y objeciones que el pueblo fiel se pregunta. La gran figura de esta época es Jeremías, que recoge de sus predecesores la predicación de la ruina inminente. Su predicación se centra en la conversión, que a medida que pasa el tiempo, cree imposible, porque todas las clases sociales han perdido el rumbo. 3. Los profetas del s. VI. (los profetas del exilio) La caída de Jerusalén (586) marca un gran cambio en la profecía israelita. El tema ya n o es la denuncia y el castigo, sino el consuelo y la esperanza. Dos son los profetas de este siglo: Ezequiel y el II Isaías. Los dos ejercieron su apostolado en Babilonia. Ezequiel profetiza antes de la destrucción de Jerusalén, en este tiempo su predicación es como la de los antiguos profetas: denuncia, crítica y amenaza. Una vez sucedida la catástrofe, se convierte en un pastor de almas, que consuela y alienta la esperanza en la futura restauración. El II Isaías predica en la última etapa del destierro; su predicación tiene un solo contenido: Yahvé Rey va a venir a reinar en la tierra, sacando a los israelitas de Babilonia. El mismo dios va a presidir este cortejo. La vuelta de los desterrados manifestará el poder de Yahvé, único Dios que existe. 10 La destrucción de Jerusalén causó un gran escándalo en la fe de israel. El templo, la dinastía, la tierra… habían sido objeto de promesas divinas. Y ahora todas ellas habían ido al garete. O Dios había abandonado a su pueblo, o había otros dioses más grandes que Yahvé. Aquellos profetas antiguos habían acertado. Su palabra es apreciada, se recoge, se medita y surgen oráculos nuevos de profetas anónimos que actualizan la palabra adecuándola a la situación presente. 4. Los profetas posteriores ( los profetas de la restauración) De las primeras décadas después de la vuelta de los desterrados (538) son el profeta Ageo, Zacarías y los oráculos que conocemos bajo el nombre de III Isaías (Isa 56-66). El primero insiste en la reconstrucción del templo y promete un nuevo rey davídico que identifica con Zorobabel. El segundo tiene la misma temática que desarrolla en visiones de suma originalidad que serán aprovechadas por la apocalíptica. El III Isaías presenta oráculos diversos, pero la situación de desaliento es más o menos la misma. El profeta se desentiende de la situación presente para refugiarse en un “cielo y tierra nueva”. Una nota de pesimismo invade la profecía. 5. El ocaso del profetismo En esta etapa final se pueden incluir los libros de Joel. Jonás y una serie importante de colecciones anónimas A partir del s. V la profecía va extinguiéndose y cediendo paso a un movimiento nuevo, que no es ya profético en sentido estricto aunque se derive de la profecía y conserve de ella bastantes elementos: la apocalíptica, entre los que destaca el libro de Daniel. No son claras las causas que condujeron a la paulatina desaparición de la profecía. Entre otras cabe señalar: - La publicación del Deuteronomio. Hacia el 622 se publica este libro que nace de una síntesis del espíritu profético y de las antiguas tradiciones religiosas de Israel. Se presenta como una comunicación del mismo Moisés, el profeta por excelencia. Sus autores son grupos ganados para las ideas proféticas, pero lo suficientemente realistas como para encontrar el modo de 11 hacer asequible a las masas la espiritualidad refinada y minoritaria de los profetas. El pueblo tiene un medio seguro de conocer la voluntad de Dios, no es preciso estar pendiente de la palabra profética. - El empobrecimiento de la temática profética. Los profetas después del destierro han perdido la inspiración y la creatividad. Se dedican o bien a asuntos de menor importancia o bien escapan de la realidad refugiándose en un futuro lejano, dado su pesimismo. - La proliferación de magos y adivinos. Después del destierro proliferan las religiones de salvación, sus magos, adivinos son identificados a veces con los profetas por el pueblo. - La existencia de falsos profetas, que contribuyó al desprestigio del profetismo. TEMAS FUNDAMENTALES DEL MENSAJE PROFÉTICO - El culto: Son los grandes profetas del s. VIII los que unánimemente tienen textos muy duros contra el culto. A ellos se suma Jeremías, que recoge muchos temas del profetismo clásico. Los profetas condenan el culto, sobre todo los sacrificios, pero no radicalmente, sino el culto tal como se practicaba. Para ellos el culto es símbolo de entrega a Dios; si ésta no existe, ¿para qué sirve el culto?. No obstante, hay que tomarse en serio la gravedad del rechazo profético del culto. Tenían gravísimas razones para esta posición. “para ellos la institución cultural es una de las mayores responsables de la injusticia, porque fomenta una idea de Dios errónea (como si El no se interesase por las exigencias éticas o se le pudiese comprar fácilmente) y tranquiliza la conciencia de los opresores” (Sicre “con los pobres de la tierra. La justicia social en los profetas de Israel”) Teóricamente ningún profeta se planteó el problema de la supresión del culto, pero sí vieron el culto de su tiempo como fomentador de la injusticia, por la tranquilidad de conciencia que ofrece. 12 La línea predominante entre los profetas es atacar el culto. Pero hay otros profetas que son francamente favorables a él: Ezequiel, Zacarías y Malaquías. - La política. Los profetas y la monarquía 13