Billie Holiday, una gigante de

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Billie Holiday, una gigante
del Jazz (y V). La Odisea de
la Música Afroamericana (047)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
Con la entrega número 47 de La Odisea de la Música
Afroamericana, finaliza el recorrido que Luis Escalante ha
realizado a lo largo de los cuatro programas anteriores por la
figura de la cantante Billie Holiday. El relato, que sigue la
autobiografía Lady Sings the Blues, se centra en los últimos
capítulos. Aparecen nuevamente algunos de los amigos y
conocidos de la cantante, sus experiencias matrimoniales, y
también los problemas personales que le llevaron a tener un
final de existencia poco acorde con la enorme grandeza de su
música y legado. En el paso a nuevas figuras, Luis Escalante
se centra en Glenn Miller, un músico que también tuvo un final
inesperado y no explicado. Lou Rawls junto a Dianne Reeves, y
Steve Tyrell suenan también en el programa.
Portrait of Billie Holiday, Carnegie Hall, New York,
N.Y., between 1946 and 1948. Photography William P.
Gottlieb
En el capítulo 47 suenan:
“At Last” Lou Rawls & Dianne Reeves
“Just Friends” Sarah Vaughan
Mother´s Son In Law” Billie Holiday
“Don´t Explain” Billie Holiday
“Don´t Explain” Blood, Sweat & Tears
“One Never Knows” Billie Holiday
“Body And Soul” Billie Holiday
“Lover Man” Billie Holiday
“The Lady Sings The Blues” Billie Holiday
“In The Mood” Glenn Miller
“St. Louis Blues” The Dorsey Brothers
“Ain´t Misbehavin’” Steve Tyrell
Billie Holiday, una gigante
del Jazz (IV). La Odisea de
la Música Afroamericana (046)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
En
la
entrega
número
46
de
La
Odisea
de
la
Música
Afroamericana, la protagonista central sigue siendo Billie
Holiday. Siguiendo el relato de su biografía Lady Sings The
Blues, Luis Escalante intercala algunos de los temas que
aparecen referenciados en el libro. “God Bless the Child” y
“Strance Fruit” son dos temas esenciales en la carrera de Lady
Day, y por ese motivo en el programa se relata con detalle su
origen. También se mencionan distintas anécdotas en las que la
nómina de personajes famosos es insuperable, puesto que allí
aparecen Clark Gable, Orson Welles, Bob Hope, Judy Garland,
Lana Turner, o Bette Davis ente muchos otros. También aparecen
algunos de los músicos amigos de la cantante como Mel Torme,
quien también suena en el programa. John Pizzarelli y
“Clarence Gatemouth” Brown suenan en el inicio y en el final
del programa.
Billie Holiday, Carnegie Hall, New York, N.Y., between
1946 and 1948. Fotografía por William P. Gottlieb
En el capítulo 45 suenan:
“S´Wonderful” John Pizzarelli
“Strange Fruit” Billie Holiday
“God Bless the Child” Billie Holiday
“God Bless the Child” Blood, Sweat & Tears
“The Moon Looks Down and Laughs” Billie Holiday
“Do Nothing Till You Hear From Me” Billie Holiday
“I Can´t Give You Anything But Love” Billie Holiday
“Cheek To Cheek” Billie Holiday
“I Can´t Get Started” Billie Holiday
“Walk Between the Raindrops” Mel Torme
“Take the A Train” Clarence “Gatemouth” Brown
Billie Holiday, una gigante
del Jazz (III). La Odisea de
la Música Afroamericana (045)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
El capítulo número 45 de La Odisea de la Música Afroamericana
es a su vez la tercera entrega dedicada a Billie Holiday. Las
palabras de Lady Day publicadas en su autobiografía Lady Sings
The Blues, las canciones que dan título y que aparecen en los
distintos capítulos, y los temas que Luis Escalante imagina
que le acompañaron van sonando en el programa. Los capítulos
que van del cuarto al octavo tratan acerca de las grabaciones
y actuaciones de Billie Holiday junto a Lester Young (algo
obvio), Coleman Hawkins, Teddy Wilson, Count Basie, Buck
Clayton, Freddie Green y Benny Goodman entre otros. Hay
también referencias al fallecimiento de su padre, y a los
problemas raciales que sufrió como única integrante de color
de la orquesta de Artie Shaw. Abre el programa la cantante
Vanesa Rubin, mientras que James Moody es quien suena en su
cierre.
Billie Holiday y su perro Mister. Camerinos de
(probalemente) Downbeat, Nueva York, 1946. Fotografía
por William P. Gottlieb
En el capítulo 45 suenan:
“Comes Love” Vanessa Rubin
“Fooling Myself” Billie Holiday
“Getting Some Fun Out Of My Life” Billie Holiday
“I Can´t Get Started” Billie Holiday
“Things Are Looking Up” Billie Holiday
“Night And Day” Billie Holiday
“Them There Eyes” Billie Holiday
“Good Morning Heartache” Billie Holiday
“Traveling Light” Billie Holiday
“Ain´t Misbehaving” Billie Holiday
“All Or Nothing At All” Billie Holiday
“Come And Fly With Me” James Moody
Billie Holiday, una gigante
del Jazz (II). La Odisea de
la Música Afroamericana (044)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
La entrega número 44 de La Odisea de la Música Afroamericana
continúa centrada en Billie Holiday, que tiene en la propia
Lady Day a su narradora mediante las palabras de
su autobiografía Lady Sings The Blues (Tusquets). Sus
difíciles niñez y adolescencia, así como sus primeros pasos en
el mundo de la música centran el programa de Luis Escalante.
Abren y cierran el programa Robert Palmer y Melvin Rhyne Trio.
Billie Holiday en Downbeat club (New York City, ca. Feb.
1947). Fotografía por William P. Gottlieb
En el capítulo 44 suenan:
“Love Me Or Leave Me” Robert Palmer
“Ghost Of Yesterday” Billie Holiday
“Do Nothing Till You Hear From Me” Billie Holiday
“Just One Of Those Things” Billie Holiday
“Painting The Town Red” Billie Holiday
“Travelling All Alone” Billie Holiday
“Your Mother´s Son In Love” Billie Holiday
“The Man I Love” Billie Holiday
“If My Heart Could Only Talk” Billie Holiday
“I Cried For You” Billie Holiday
“Blue And Boogie” Melvin Rhyne Trio
Billie Holiday, una gigante
del Jazz (I). La Odisea de la
Música Afroamericana (043)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana es un programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
La entrega número 43 de La Odisea de la Música Afroamericana
comienza con Buddy Tate, integrante de las orquestas de Count
Basie, aunque en esta ocasión suena en dos ocasiones con la
Celebrity Club Orchestra. Con este músico finaliza la serie de
programas centrados en Mr. Atomic Basie y comienza la saga de
programas dedicados a Billie Holiday, “la mejor cantante de
todos los tiempos” según comenta en el programa Luis Escalante
(y que quien escribe la presentación de los programas –Pachi
Tapiz– no desmentirá), una artista que fue “mucho más que una
cantante de Swing, Blues o baladas” (entrecomillo de nuevo lo
que afirma el presentador, algo en lo que quien escribe estas
líneas vuelve estar de acuerdo al cien por cien). El inicio
del recorrido por su biografía en este caso viene de las
palabras de la propia Billie Holiday, tomadas de su
autobiografía Lady Sings The Blues (Tusquets). En esta ocasión
no hay espacio para que un artista distinto a la protagonista
cierre el programa (maravillosa Lady Day cantando “A Foggy
Day”), pero sí para que lo abra el cantante Kevin Mahogany.
© Pachi Tapiz, 2016
Retrato de Billie Holiday, Downbeat, New
York, N.Y., ca. Feb. 1947. Fotografía por
William P. Gottlieb.
En el capítulo 43 suenan:
“I Believe She Was Talking About Me” Kevin Mahogany
“Moten Swing” Buddy Tate
“Candy” Buddy Tate
“I´m Satisfied” Helen Humes & Buddy Tate
“Some Other Spring” Billie Holiday
“A Fine Romance” Billie Holiday
“Good Morning Heartache” Billie Holiday
“West End Blues” Louis Armstrong
“Billie´s Blues” Billie Holiday
“A Foggy Day” Billie Holiday
Los textos de LODLMA: Billie
Holiday:
Lady
Sings
The
Blues. Memorias (Tusquets
Editores, 1956)
De todos es conocido que la vida personal
de la gran Billie Holiday fue, cuando
menos, azarosa. Su durísima infancia vino
complementada por un éxito salpicado de
cárcel y drogas, convirtiéndose en una de
las leyendas negras del jazz.
Como es habitual tan peculiar bagaje ha devenido en no pocos
tópicos. Aún sigue habiendo firmes convencidos de que la
marginalidad que sufrieron no pocos músicos negros durante el
pasado siglo fue una inagotable fuente de creatividad. Es en
esos momentos donde merece la pena hacer referencia a las
autobiografías, libros donde los propios músicos expresan la
realidad que vivieron desde su propio punto de vista,
desmontando preconcepciones y leyendas urbanas.
En este Lady Sings the Blues la Holiday retrata con crudeza
los episodios más lamentables de su vida de forma paralela a
su desarrollo como cantante. Consigue, de este modo, cumplir
un doble objetivo: relata la cronología de su vida y plasma la
América de la primera mitad del siglo XX. En cuanto al
contenido hay que destacar el candor e inocencia de una Billie
Holiday (originalmente Eleonora) que intenta durante todo el
libro dar una imagen de mujer de fuerte personalidad, dueña de
su destino y coherente en todas sus decisiones. Cuanto más
trata de forjar ese icono más descubiertas quedan sus
debilidades, y eso hace de ésta una obra, además de
interesante, entrañable. Además encumbra aún más la enorme
figura histórica de, para muchos, la mejor cantante de jazz de
la historia.
Otro elemento a destacar es la excelente traducción de Iris
Menéndez, siempre de agradecer cuando el texto original se
encuentra plagado de argot, como suele ocurrir en las
autobiografías de músicos afro-americanos.
© 2005 Arturo Mora Rioja
Lady Sings The BLues. Memorias
Autor: Billie Holiday & William F. Dufty (1956)
Editorial: Tusquets Editores
Publicado originalmente en http://www.tomajazz.com/web/?p=1405
Varios autores: Christmas
With Ella & Friends (Decca,
rec. 2015; 2CD)
Mercadotecnia (mercadeo, marketing) de
ayer, de hoy y de siempre en tiempo
navideño. Qué mejor para esta época tan
entrañable que es la navidad que nos
tienten a los aficionados con unos
villancicos -¡cómo no!- en clave de jazz.
Y qué mejor que dejarse caer en los brazos
de la tentación en el caso de que esos
temas todavía no estén por la discoteca personal.
Salvo la presencia de Diana Krall el resto son temas grabados
hace más de cinco décadas. La Fitzgerald aparece en más de
diez temas, pero no es la única o el único grande del jazz que
aparece por allí: Billie Holiday, Dinah Washington, Nat King
Cole, Mel Torme, Peggy Lee, Bing Crosby, Louis Armstrong… Y
los temas, composiciones bien conocidas: “White Christmas”,
“Jingle Bells”, “Santa Claus Is Coming To Town”, “Winter
Wonderland”, “Let It Snow! Let It Snow! Let It Snow!”, “Silent
Night”, “The Little Drummer Boy”. Argumentos para dejarse
autoconvencer. ¡Cómo no caer con ellos en la tentación!… una
vez más.
© Pachi Tapiz, 2015
Varios autores: Christmas With Ella & Friends (Decca, rec.
2015; 2CD)
Sidemen
del
estilo
New
Orleans:
Buster
Bailey,
Johnny
St.
Cyr,
Jimmy
Harrison, Kid Ory, Lonnie
Johnson. La Odisea de la
Música Afroamericana (025)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
La entrega número 25 de La Odisea de la Música Afroamericana
se centra en algunos de los sideman más destacados del estilo
New Orleans: Buster Bailey, Kid Ory, Johnny St. Cyr, Jimmy
Harrison y Lonnie Johnson. Son nombre anónimos que suenan en
las grabaciones de las grandes figuras, aunque sin su
participación las obras de músicos como Fletcher Henderson,
Billie Holiday, Mildred Bailey, Maxine Sullivan, Louis
Armstrong, Fletcher Henderson, Duke Ellington o Alberta Hunter
no hubieran sido lo que son. Además suena la música de Sarah
Vaughan con Take 6, Harry Connick Jr. y René Thomas.
Lonnie Johnson playing in Chicago,
1941. Foto por Russell Lee
En el capítulo 25 suena:
“Setembro” Sarah Vaughan & Take 6
“Corn Fed” Fletcher Henderson
“I´ll Get By” Billie Holiday
“Tain´t What You Do” Mildred Bailey
“Wraggle Tiggle Gypsies” Maxine Sullivan
“Willie The Weeper” Louis Armstrong
“Ory´S Creole Trombone” Louis Armstrong
“Muskrat Ramble” Harry Connick Jr.
“Fidgety Feet” Fletcher Henderson
“Hot And Bothered” Lonnie Johnson
“Fine And Mellow” Alberta Hunter
“Spontaneous Effort” René Thomas
Louis Armstrong IV. Jazz X.
La
Odisea
de
la
Música
Afroamericana (021) [Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
Cuarto programa de La Odisea de la Música Afroamericana
(LODLMA) dedicado a Louis Armstrong. Luis Escalante repasa la
carrera del trompetista desde el final de la década de los
años 30, hasta finales de la década de los 50 del pasado siglo
XX. En esos momentos el trompetista ya era una primera figura
del jazz. En esos años tienen lugar las primeras giras por
Japón, se publica su segunda biografía, se traslada a vivir a
Nueva York y se casa por cuarta vez. En el programa suenan
grabaciones lideradas por Louis Armstrong, así como
colaboraciones con Billie Holiday, The Mills Brothers o Duke
Ellington. Abren y cierran el programa Diane Schuur y Quincy
Jones.
En el capítulo 21 suena:
“That Ole Devil Called Love” Diane Schuur
“Baby Won´t You Please Go Home” Louis Armstrong
“Jeepers Creepers” Louis Armstrong
“The Flat Foot Floogie” Louis Armstrong & The Mills
Brothers
“The Song Is Ended” Louis Armstrong & The Mills Brothers
“Mahogany Hall Stomp” Louis Armstrong
“Long Long Journey” Louis Armstrong & Duke Ellington
“A Kiss to Build A Dream On” Louis Armstrong
“You Can´t Lose a Broken Heart” Louis Armstrong & Billie
Holiday
“C´est si bon” Louis Armstrong
“Mack the Knife” Louis Armstrong
“Take Five” Quincy Jones
Bessie, Billie y Ella. Por
Mariche Huertas de la Cámara
“¿Va usted a la escuela?” preguntó, entre bastidores Bessie a
Juanita Green. ”’Usted está mejor allí, dado que no puede
cantar.”
A su padre no le conoció y a su madre casi tampoco, murió
cuando ella era una niña. Le hubiera gustado estudiar, pero
tenía que sobrevivir, cantaba en la calle. La niña ya
despuntaba orgullo; un dia alguien le lanzó una moneda a la
cara y Bessie dijo: “no hace falta, dáselo a la iglesia”;
tenia solo 10 años.
Su destino cambió cuando uno de sus hermanos, que trabajaba
como músico, convenció al manager de la banda para que
escuchara a Bessie. A partir de ese día, no dejaría de cantar
y de bailar. Cada día una ciudad diferente y unas condiciones
difíciles de soportar, a veces buscaba consuelo en el alcohol.
Su fama iba en aumento, su afición a la ginebra, también. Fue
una de las artistas de la T.O.B.A. (1) pero le iba tan bien,
que decidió montar su propia compañía y para evitar
enfrentarse con el segregacionismo, se compró su propio vagón
de tren y se pasó media vida viajando y dando a conocer el
blues por casi toda América. En sus rutas: mucho sexo, a veces
lésbico se lo enseñó Ma Rainey, su mentora, mucho alcohol y
más de un exceso temperamental con sus maridos; de los
puñetazos, no solo sangraba ella, también y casi más, él. Todo
un carácter.
Posiblemente fue una de las primeras mujeres negras
emancipadas, se convirtió en una verdadera experta en
marketing. La emperatriz del blues como se la conoció, tenía
un increíble desparpajo sobre el escenario, la insolencia, era
en ella, una forma de sensualidad. No le costaba expresar la
lírica de sus temas, porque las historias que interpretaba las
había vivido de verdad. Nadie como Bessie podía cantar mejor
el blues. “St. Louis Blues”, grabado con Louis Armstrong, se
convirtió en un tema imprescindible del blues clásico; un poco
más tarde protagonizaría el cortometraje con el mismo nombre.
Pero el alcohol seguía haciendo estragos, perdió su esbelta
figura, el swing ya no estaba de moda y la crisis del 29 se
dejaba notar. Bessie entró en cierta decadencia, pero aún
tenía conciertos contratados a los que se desplazaba en coche,
le gustaba sacar el brazo por la ventanilla cuando hacía
calor. Una noche, el coche en el que iba, chocó con un camión,
su brazo se desprendió, la pérdida de sangre fue brutal e iba
en aumento… Unos dicen que por ser negra no aceptaron
ingresarla en el hospital de blancos más próximo, y se hubiera
podido salvar; otros, que era improbable que a una negra la
llevaran a un hospital de blancos, las leyes Jim Crow seguían
vigentes. El conductor de la ambulancia, que era “negro”, la
llevó al “hospital de negros” más próximo al accidente. Pero…
¿estaba el hospital de ”blancos” más cerca?
Las leyes de Jim Crow fueron un conjunto de leyes promulgadas
en los Estados Unidos, entre 1876 y 1965, que normativizaban
la segregación racial en todas las instalaciones públicas por
mandato de iure bajo el lema “separados pero iguales”. Se
aplicaban a los de raza negra y a otros grupos étnicos no
blancos en los Estados Unidos. Fueron, en muchos aspectos, una
inspiración para las Leyes de Nuremberg de la legislación
alemana contra los judíos, que se adoptaron en el Congreso del
partido nazi 1935.
“La emperatriz del blues” murió desangrada y aunque asistieron
a su sepelio miles de seguidores, fue enterrada sin nombre el
4 de octubre de 1937.
Décadas más tarde, en 1970, alguien le dijo a Janis Joplin que
su ídolo estaba bajo en una tumba sin inscripción. Sin
pensarlo, pagó de su bolsillo el coste de la lápida. Juanita
Green, la niña a la que Bessie aconsejó que no dejara la
escuela, también contribuyó:
“La más grande cantante de blues nunca dejará de cantar”
Bessie Smith 1895-1937.
“Mama y papa eran un par de críos cuando se casaron. Él tenia
dieciocho años, ella dieciséis y yo tres.” El padre de
Eleanora, Clarence Holliday, era músico y apenas veía a su
hija. Su madre, Sadie Fagan, casi que tampoco, la dejaba al
cuidado de su hermanastra. Eleanora se pasó una infancia
haciendo novillos y su comportamiento asocial le trajo más de
un problema. Su presencia en el tribunal de menores era tan
frecuente, que con 10 años fue mandada a un reformatorio
católico; aguantó 9 meses. Sadie abrió un restaurante y la
necesitaba. Con solo 11 años, Eleonora nunca más volvería a la
escuela. Cuando no estaba en el restaurante se quedaba en casa
sola. La nochebuena de 1926, Sadie, agotada de vuelta de un
duro día, notó algo raro en el humilde apartamento que tenia
alquilado, su hijita había sido violada por un vecino. El
agresor fue arrestado y la niña fue puesta bajo custodia como
testigo. Dos meses más tarde fue liberada. Una vez más, tenía
que ganarse la vida, encontró trabajo haciendo recados para
las prostitutas del barrio. Y en ese ir y venir escuchaba a
Louis Armstrong y a Bessie Smith en los discos de gramola que
sonaban en los burdeles.
Su madre la abandona para irse a Harlem a trabajar con una
“madame”, pero Eleonora no quiere estar sin ella y la opción
que le queda es seguir sus pasos, se va a Harlem y con solo 14
años se inicia en “el trabajo más antiguo del mundo”. Unos
meses después, tras una redada, conoce por primera vez la
cárcel, donde permanece medio año.
Tras ser liberada, adopta el nombre de Billie de una actriz a
la que admiraba: Billie Dove. Vagando por las calles de Harlem
entró en un local donde se necesitaban bailarinas, el
propietario le dijo que no le hiciera perder el tiempo pero el
pianista, compasivo, le preguntó si sabia cantar.
Inmediatamente fue contratada. Sus compañeras del club le
empiezan a llamar Lady por su comportamiento altivo. Al
principio llevaba una eterna gardenia, se la ponía para tapar
un mechón que había perdido al ponerse rulos calientes. El
interés que despierta va en aumento, hasta convertirse en
rival de muchas cantantes del momento como Mildred Bailey que
estaba tan celosa de Billie, que contrató a Sadie, su madre,
para que le lavase la ropa y limpiara.
El 27 de noviembre de 1933 fue una fecha decisiva. Tres días
después de que Bessie Smith grabara su última sesión para
Columbia, fue la primera vez que Billie pisaba un estudio de
grabación y la primera que Benny Godman incluía en su
formación a músicos negros. Una cantante negra con una
orquesta de blancos… las tensiones raciales surgían con
frecuencia, a veces el propio público se quejaba e interrumpía
su actuación. A menudo era obligada a entrar por la puerta de
servicio mientras que el resto de sus compañeros accedían por
la entrada principal. Era el colmo. Decide incluir en su
repertorio “Strange Fruit”, la letra describe el linchamiento
de un negro. Y al contrario de lo que se pensaba, fue todo un
éxito.
Sadie, de nuevo aparece en su vida. Ha montado un restaurante
y de nuevo la necesita, Billie financia con lo que puede, el
negocio pero descubre con decepción, que cuando es ella la que
necesita dinero, su madre se lo niega. De su rabia compone
“God Bless the child”.
Como a Bessie, a Billie la llaman para trabajar en una
película, esperaba un buen papel, estaba realmente ilusionada.
Escribió un buen número de canciones. Los productores,
acosados por el Macartismo que quería evitar la impresión de
que el pueblo negro había inventado el jazz, redujeron su
papel al de una mera sirvienta, aunque eso sí, utilizaron sus
canciones. Consiguió matizaciones musicales inigualables y
registró excelentes grabaciones rindiendo tributo en muchas
ocasiones a su admirada Bessie Smith y como ella, también
grabó un soberbio “St. Louis Blues”. Pero Billie fumaba cada
vez más marihuana y cambiaba de maridos, uno de los cuales la
inició en la heroína. Un día fue arrestada en su apartamento
por tenencia de drogas. Durante el juicio descubrió que su
abogado no tenia ningún interés en defenderla. Deprimida, cayó
enferma, se declaró culpable y la ingresaron el hospital de la
prisión de Virginia. Cuando salió de la cárcel se organizó un
concierto que agotó las entradas. Sin embargo Billie no era
del todo libre, estaba vetada de poder cantar en clubs serios
de la ciudad, le habían retirado la Cabaret Card (2). Su voz
se hacía más frágil. Elegía canciones, algunas compuestas por
ella, que exaltaban una profunda negritud en contra de la
cultura blanca, tal vez en venganza por el racismo que sufría.
Cuando le preguntaban cómo estaba, contestaba:”ya ves, sigo
siendo negra”… Se hizo musa de los intelectuales y de la
izquierda culta, atraía a un público que a veces permanecía
expectante a ver si Billie se caería rendida sobre el
escenario. Arrastraba un lúgubre pasado, estaba obsesionada
por lo que le había pasado de niña. Ya no tenía a Lester Young
a su lado y, aunque desintoxicada de la heroína, ahora le
tocaba al alcohol. Un día, de nuevo la arrestaron en su
apartamento por posesión de narcóticos pero la encontraron muy
enferma, (tal vez de los excesos etílicos para olvidar a
Lester), su hígado no aguantaba más. Fue trasladada por la
policía a urgencias, pero a la vista de que no la atendían
(¿por ser negra, quizá?), fue llevada al Metropolitan Hospital
de Harlem. Entró en coma, vigilada permanentemente por dos
policías. Lady Day murió arrestada.
Al mes de nacer, sus padres se separaron. Su madre se trasladó
a Nueva York y se echó un novio metodista, que se pasaba el
día estudiando la biblia. Cuando no asistía a la iglesia Ella
no paraba de bailar, era lo que más le gustaba hasta que su
madre murió. Tenía solo 15 años. Su padrastro, el que se
pasaba el día estudiando la biblia, abusó de ella. Huyó a casa
de su tía pero las autoridades decidieron que era mejor que se
ingresara en un orfanato. Se escapó y se convirtió en una niña
“sin techo”. El baile seguía siendo su pasión. Decide
presentarse a un concurso en el teatro Apolo, pero justo antes
de iniciar su tan ensayada coreografía, cambia de opinión, y
cogiendo el micrófono, comienza a cantar uno de esos temas que
tanto había escuchado de su admirada Billie Holiday y aunque
lo hace con sencillez, con una voz casi infantil, el teatro
queda mudo y ella gana el premio. Lo que la historia no cuenta
es que, aunque ganó el concurso, costó mucho esfuerzo
convencer a Chick Webb para que la incluyera en su orquesta.
Sus ropas raídas, su aspecto de homeless y su trabajo haciendo
recados para los burdeles no le ayudaban mucho… hasta que
alguien se encarga de darle un aspecto más decente y
finalmente “la cenicienta” se suma a los músicos de la
orquesta de Chick Webb, que se convirtió en casi su padre
adoptivo.
En esa época, a las cantantes que acompañaban a las big bands
se les llamaba “canarios”, normalmente ganaban menos sueldo
que sus compañeros, apenas les llegaba para renovar el
vestuario que les era exigido. Los promotores sabían que una
figura femenina y un traje bonito aumentaba el atractivo de
las bandas y era parte fundamental del espectáculo. Ella
Fitgerald, aunque era gordita y poco sensual, empezó siendo
canario pero acabó volando a grandes alturas hasta convertirse
en “ la reina del swing”. Era una mujer tímida, pero la música
parecía encender su interior y le permitía convertirse en una
personalidad viva que interpretaba con brillantez los temas de
Cole Porter.
Tras la repentina muerte de Chick Webb decidió hacerse cargo
ella misma de la orquesta. Se había convertido en una mujer
emancipada. Al igual que Bessie y que Billie interpretó
algunos papeles en el cine pero al igual que ellas, por ser
negra no podía cantar en ciertos clubs. Y al igual que Bessie
y que Billie, los maridos que tuvo no la ayudaron mucho. Sin
embargo, consiguió cierto equilibrio en su vida, la admiración
de luminarias como Dizzy Gillespie, Boris Vian, Duke Ellington
o Marilyn Monroe y hasta trece Grammys.
Pero su salud se hacía frágil. En 1993 le diagnosticaron una
fuerte diabetes, se quedó ciega y sus dos piernas fueron
amputadas.Vivió sus últimos días en su hogar de Beverly Hills
con su hijo y con su nieta Alice. Días antes de morir
expresó: “solo quiero sentir el aire fresco, oír el canto de
los pájaros y la risa de Alice”. La niña de las ropas roídas,
la cenicienta convertida en reina del swing, murió el 14 de
junio de 1996.
Tres vidas, casi paralelas, tres destinos próximos con muchas
coincidencias. Tres niñas sin muñecas, sin padre, sin escuela.
Infancias perdidas, virginidades violadas, mancilladas.
Empezaron a trabajar muy pronto y en ambientes poco ortodoxos,
los burdeles, las meretrices, les eran familiares. Trabajaban
durante la noche en ambientes sazonados por el alcohol, las
drogas. Sufrieron la condición de mujer en un ambiente
dominado por los hombres. La ausencia de una figura paterna
tal vez les hizo equivocarse en la elección de sus compañeros,
que pocas veces les aportaban un beneficio financiero o
emocional. Aguantaron la crítica y el reproche de una sociedad
americana puritana, hipócrita, manipulada por el Macartismo
que condenaba el comunismo pero aceptaba el KuKluxklan y las
asociaciones de “guardadores de la moral”. Se hicieron fuertes
y hasta empresarias en un momento histórico, en que encontrar
a una mujer negra emancipada era difícil. Probablemente fueron
sin querer de las primeras feministas de Estados Unidos:
Bessie se compró un vagón y Ella se hizo con la dirección de
toda una orquesta. El alcohol y las drogas aumentaron sus
problemas y aunque Ella si consiguió cierto equilibrio
personal, la desgracia volvería a su vida cuando se quedó
ciega y sin piernas. Las otras dos terminaron sus días casi
como empezaron: Billie murió arrestada (se había pasado la
vida, desde niña, perseguida por la policía), y Bessie, tan
pobre, que fue enterrada sin sepulcro.
Pero las tres pertenecieron a la realeza: “emperatriz”, “lady”
y “reina” y las tres, a pesar de sus infancias arrebatadas por
la vida, han firmado con letras de oro la historia de la
música del siglo XX y de todos los tiempos.
© Mariche Huertas de la Cámara, 2015
Publicado originalmente en De arte, música, protocolo y otras
cosas.
Notas:
T.O.B.A. (1) Theater Owners Booking Association era una
asociación de empresarios blancos que controlaba un circuito
de vodeville de artistas negros durante los años 20 y 30. Más
conocida coloquialmente como Tough on Black Artist (Mano dura
con los músicos negros) o como decía Ma Rainey “Tough on Black
Asses” (mano dura con los culos negros) porque pagaban míseros
salarios y las condiciones de trabajo eran a menudo,
degradantes. A pesar de todo ello, la TOBA influyó
enormemente, en la difusión del blues y del jazz.
La Cabaret Card (2) obedecía a una ley que negaba a personas
con antecedentes penales o comportamientos indecentes, el
permiso para trabajar en locales de Nueva York que expidieran
alcohol. Para muchos, la pérdida de la cabaret card les
suponía perder su forma de ganarse la vida. Charlie Parker,
Thelonius Monk o Chet Baker, entre otros muchos, fueron
algunos artistas de jazz a los que se les retiró.
Jelly Roll Morton. Jazz III.
La
Odisea
de
la
Música
Afroamericana (Capítulo 014)
[Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
El capítulo 14 de La Odisea de la Música Afroamericana
(LODLMA) continúa dedicado al jazz y a una de sus figuras
esenciales, Jelly Roll Morton. Ferdinand Joseph LaMothe fue
pianista, compositor, y por lo que cuentan sus biografías todo
un personaje. En el programa Luis Escalante repasa su carrera
y se escuchan sus composiciones interpretadas tanto por él
como por otros músicos. Se realiza a su vez un repaso a la
evolución del jazz en las décadas de los años diez y veinte
del siglo XX, en que pasó de tener su centro de Nueva Orleans
a Chicago gracias a la Ley Seca. También hay referencias a la
historia de los medio de reproducción mecánicos de la música,
y a la biografía de Benny Goodman. En el programa algunos de
los músicos y grupos que se escuchan son Jelly Roll Morton
(obviamente), Benny Goodman, Billie Holiday, Jack Teagarden,
Johnny Dodds, Nicholas Payton, Manhattan Transfer, Diana
Krall, y Dr. John con Rickie Lee Jones.
En el capítulo 14 suena:
“Making Whoopee” Dr. John & Rickie Lee Jones
“Mr. Jelly Lord” Jelly Roll Morton
“King Porter Stomp” Jelly Roll Morton
“King Porter Stomp” Benny Goodman
“King Porter Stomp” Manhattan Transfer
“Wild Man Blues” Nicholas Payton
“Jungle Blues” Marcus Roberts
“Melancholy” Johnny Dodds
“Ain´t Nobody´s Business If I Do” Billie Holiday
“Original Dixieland One Step” Jack Teagarden
“Is You Is Or Is You Ain´t My Baby” Diana Krall
Mélanie De Biasio: No Deal
(PIAS, 2013; LP)
Llegué a De Biasio mientras repasaba lo
mejor del 2014 según Gilles Peterson, gurú
musical por excelencia de esta casa.
Encontré tantos elementos interesantes en
los cuatro minutos musicales de No
Deal que escuchar el corte y sumergirme en
la trayectoria de esta artista belga fue
un todo.
Su último trabajo es jazz sin llegar a serlo (escúchese “I´m
Gonna Leave You”); los 33 minutos del disco desprenden
delicadeza, sofisticación, sutilieza y hasta silencio en
los tiempos lentos (maravillosa “With All My Love”). De
Biasio usa la voz forjada en conservatorio con maestría tanto
en el terreno lírico como en el instrumental, y no siente
reparos en ornamentar las composiciones con la flauta
travesera.
El equilibrio entre el protagonismo vocal e
instrumental es otra de las virtudes de este fenomenal
trabajo.
Tuve la suerte de disfrutar de esta artista en directo en
el De Warande Schouwburg de Turnhout. Allí descubrí algo que
no resulta evidente cuando pinchas el disco en casa: la
formación no es el clásico cuarteto de voz (+travesera),
piano, batería y contrabajo, sino que hay un quinto componente
encargado de incluir en la receta musical toda la electrónica
necesaria para crear las atmósferas sonoras del disco; un
gesto que evidencia el gusto de los músicos belgas por la
innovación (reflejada ésta en el documental The Sound Of
Belgium). El lenguaje corporal de De Biasio, de tintes
hipnóticos, fue otro componente a reseñar de la actuación.
Con No Deal De Biasio logra una tarea nada sencilla: superar
las espectativas creadas por su también excelente – aunque más
clásico – anterior trabajo A Stomach Is Burning, a la vez
que lograr desprenderse de etiquetas del tipo “la nueva Billie
Holiday” que, aunque dignas, resultan manidas.
© Sergio Masferrer Oncala, 2015
Publicado originalmente en el blog Diamantes Abruptos
Mélanie De Biasio: No Deal
Mélanie De Biasio (voz, flauta travesera); Dre Pallamaerts
(batería); Pascal Paulus (clavinet analog synth); Pascal Mohy
(piano)
“I Feel You”, “The Flow”, “No Deal”, “With Love”, “Sweet
Darling Pain”, “I’m Gonna Leave You”, “With All My Love”
Grabado en 2013 en los estudios Motormusic. Publicado por Play
It Again Sam Records (PIASR690LP)
Irving Berlin. La Odisea de
la
Música
Afroamericana
(Capítulo 011) [Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
Jerome Kern dijo de él: “No hay lugar para Irving Berlin en la
música norteamericana, él es la música norteamericana”. Luis
Escalante dedica el undécimo capítulo de La Odisea de la
Música Afroamericana al compositor Irving Berlin. Su figura,
la de uno de los grandes compositores norteamericanos de todos
los tiempos, sirve de excusa para que sus composiciones suenen
interpretadas por artistas como Coleman Hawkins, Ella
Fitzgerald, Louis Armstrong, Billie Holiday, Chet Baker, Benny
Goodman, Cassandra Wilson o Carmen McRae, entre otros, además
de para presentar a estos importantes artistas de jazz.
En el capítulo 11 suena:
“Heat Wave” Carmen Mcrae
“Cheek To Cheek“ Ella Fitzgerald & Louis Armstrong
“Let´S Face The Music And Dance” Cassandra Wilson
“I´Ve Got My Love To Keep Me Warm” Billie Holiday
“The Best Thing For You” Chet Baker
“I Love A Piano” Benny Goodman
“Wright Brothers Rag” Wynton Marsalis
“Long Time Ago” Mormon Tabernacle Choir & Utah Symphony
“Strike Up The Band” Quincy Jones
Las
primeras
expresiones
musicales. La Odisea de la
Música
Afroamericana
(Capítulo 004) [Podcast]
La Odisea de la Música Afroamericana. Programa de radio
dirigido, presentado y producido por Luis Escalante Ozalla,
autor del libro Y se hace música al andar con swing.
En el cuarto capítulo de La Odisea de la Música Afroamericana,
Luis Escalante indaga en la evolución que transformó a la
música de los esclavos afroamericanos en el jazz y en el
blues. A lo largo del programa se incide en los distintos
instrumentos que algunos amos permitieron utilizar a sus
esclavos (especialmente el violín y el banjo), con ánimo de
entretener a otros esclavos y a sus amos. También en los
lugares en que se fue desarrollando esta música. También a sus
primeras expresiones como fueorn el ragtime y los minstrel
shows.
Johnny St. Cyr.
Autor desconocido
En el capítulo 4 suena:
“I Can´t Give You Anything But Love” Terence Blanchard &
Jane Monheit
“Stomping At The Savoy” Benny Goodman
“Caravan” Duke Ellington
“Alexander´s Ragtime Band” The Boston Pops
“Willie The Weeper” Louis Armstrong & His Hot Seven
“When You Walk Out The Door” Albert King
“Since I Met You Baby” B. B. King & Katie Webster
“I Got To Right To Sing The Blues” Billie Holiday
“St. Louis Blues” Bessie Smith & Louis Armstrong
“Moten Swing” Kansas City (Banda Sonora)
Max Roach y Abbey Lincoln:
Rezo, protesta y jazz. Por
Jesús Gonzalo
Año 0
abriendo la década de 1960
Los acontecimientos recientes de violencia racial en Baltimore
nos llevan a recuperar dos obras que a principios de los
convulsos años 60 del pasado siglo también eran noticia.
“Un artista es un secretario… tomo nota de lo que pasa en mi
época. Mi música intenta decir cómo me siento realmente y
espero que también refleje de alguna manera cómo se siente la
gente negra en los Estados Unidos” Max Roach
A finales de los años 50 la concentración de personalidades,
estilos y causas sociales conducen a un proceso de creación
febril y a un nivel de calidad inaudito. De esta oleada de
fecundidad surgieron nuevos sellos discográficos donde estas
experiencias quedaron reflejadas. Candid, durante apenas seis
meses de vida, en 1960, produjo más de 30 obras, algunas de
las cuales hoy son pasajes indispensables en la historia del
jazz. Son años convulsos, los que rodean el final una década
y el principio de otra, en la que socialmente la raza negra va
acaparando más y más puestos destacados en el deporte y la
cultura, en la televisión y en la política, sin que, por el
contrario, los derechos fundamentales de la constitución
estadounidense que amparan a blancos y negros se cumplan por
igual para las dos razas.
Los músicos de jazz, siempre anhelando la vanguardia
estilística pero también situados al frente de la lucha por
los derechos civiles, permeabilizan la realidad desde
distintos enfoques: la extensión de una tradición y, por otro,
la revolución estética.
Max Roach abandona el impulso del hard bop cuyo relevo toma
Art Blakey con sus Messengers. Miles Davis y John Coltrane
cocinan nuevas fórmulas de improvisación en base a una
arquitectura modal de escalas. Autores como George Russell,
Lennie Tristano y Charles Mingus (también Monk y Cecil Taylor
en el piano que también grabó este año para Candid The World
of…) introducen en sus composiciones, desde mediados de los
50, disonancias y fórmulas atonales que siempre estuvieron en
una música de raíz africana,
anticipando un género que
sacudiría definitivamente los cimientos del jazz con la
llegada del free.
El arte de protesta, de ideas y de sonidos, se expresa
renovando la tradición de la música negra o bien encuentra en
la experimentación y en una radical libertad expresiva de esa
misma herencia las fórmulas creativas que la definen. Eric
Dolphy, que participa en el disco de Abbey Lincoln y hombre
clave en estos años, representa esta actitud catalizadora. El
free jazz -un nuevo concepto no sólo restringido al propio de
Ornette Coleman- convivía e incluso participaba con el legado
de Duke Ellington, siempre vivo, por ejemplo, en Mingus.
En este contexto creativo enfático, de connotaciones
políticas y miradas que se vuelven hacia África, nace Candid,
donde se dan cita gran parte de los músicos más influyentes
del jazz de la época en obras que figuran entre lo mejor de
sus carreras. Max Roach, por entonces casado con Abbey
Lincoln, escribe para Candid We Insist! (Fredom now Suite),
todo un testimonio en defensa de la identidad racial y de la
denun cia desde la desafiante portada de unos clientes negros
que son servidos por un camarero blanco y que elige –mucho
antes de la creación la imagen icónica de Mandela- una piea
dedicada al apartheid titulada Tears for Johannesburg. Roach,
que ya se uniera brillantemente 5 años con el trompetista
Clifford Brown, escoge a Brooker Little, otro genio malogrado
tempranamente. En este trabajo álgido y tenso, se incorporan,
volviendo sobre un pasado racial africano, percusiones y se
incluye una parte cantada que inspira a continuación Straight
Ahead, auténtico pilar del jazz vocal contemporáneo desde el
que Lincoln eleva su grito.
Roach introduce a la voz como no sabía hecho antes. Su
incómoda presencia no persigue la refinación melódica o las
facultades tímbricas sino la sentida interpretación del
mensaje de orgullo y de protesta. Su materialización se
presenta teatralizada en formas antigramaticales y discursivas
o mediante una hipotética coreografía ancestral. Como Billie
Holiday, que ya inmortalizara en Strange fruit la
discriminación racial, Lincoln despliega su apasionado y agrio
discurso ateniéndose a un contexto social, construyendo esta
vez un decorado valiente y vital sobre la unión de fuerzas, no
sobre la frágil individualidad. Straight Ahead provoca, no
seduce; fascina, aún hoy, en su grito expansivo que une la
modernidad, la poesía contestataria y las esencias africanas.
Dos obras fundamentales que coinciden con un periodo de unión
sentimental y creativa entre la cantante y el baterista
inscritas en un momento histórico, justo después de 1959, el
mejor año para esta música.
Max Roach: We Insist! The Freedom Now Suite
Abbey Lincoln: Straight ahead
Max
Roach
(batería),
Abbey
Lincoln
(voz),
Booker
Little (trompeta en “Driva Man”, “Freedom Day”, “All Africa”,
and “Tears for Johannesburg”), Julian Priester (trombone en
“Driva Man”, “Freedom Day” y “Tears for Johannesburg”) Walter
Benton (saxo tenor en “Driva Man”, “Freedom Day”, and “Tears
for Johannesburg”), Coleman Hawkins (saxo tenor en “Driva
Man”), James Schenk (bajo en “Driva Man”, “Freedom Day” y
“Tears for Johannesburg”, Michael Olatunji (congas, voz),
Raymond Mantilla (percussion), Tomas du Vall (percussion)
Sello:
Candid. 1960
© Jesús Gonzalo, 2015
Exposición Photo & Graphic
Jazz (Palma de Mallorca.
Abril de 2014) [Noticias]
Con motivo de la
celebración del día
internacional
del
Jazz en Mallorca, el
próximo martes 28 de
abril a las 19:00, se
inaugurará en el
Centre Cultural Sa
Nostra (c/Concepció,
12.
Palma
De
Mallorca)
la
exposición Photo &
Graphic Jazz en la
que se muestra el
trabajo
de
los
fotógrafos
Miquel
Àngel Daniel, Oscar
Pipkin y José Luis
Luna;
las
ilustraciones
de
Javier Serrano y los
dibujos de Marina
Pipkin. A las 20:00
tendrá lugar el espectáculo Literatura & Jazz con una lectura
dramatizada de textos de la autobiografía de Billie Holiday y
la actuación de Trio Jazz.
© Tomajazz, 2015
Exposición y libro Phocuzz
por Antonio Porcar
Phocuzz
Avui Jazz 2014
(Portada: Jerry Bergonzi)
Una sorpresa en Nueva York
La culminación de un sueño
Una pasión que nunca termina
Prólogo al libro por Sergio Cabanillas
Una sorpresa en Nueva York
El pasado 11 de Junio se celebró en el mítico Blue Note de la
gran manzana la gala anual de los premios de la Jazz
Journalists Association, la prestigiosa institución que reúne
a lo mejor de la crítica especializada de jazz norteamericana.
La novedad la puso el protagonista de estas páginas. El
fotógrafo Antonio Porcar, natural de Vila-real, ha sido el
primer artista europeo y español en ser galardonado con el
premio a la mejor fotografía de jazz de 2014 en la misma meca
del jazz. La instantánea ganadora, que embellece el interior
de este libro, rezuma sentimiento: Benny Golson, una leyenda
viva, toca su saxo y devuelve la chispa a la mirada embelesada
de Billie Holiday.
La culminación de un sueño
Esta publicación materializa los anhelos del artista y supone
la máxima expresión de su amor por el jazz, un soberbio paso
en su trayectoria artística ascendente y fructífera. El
observador entrenado apreciará en su obra su maestría en el
encuadre y la composición, los meticulosos acabados de su
blanco y negro, el perfecto reflejo de la atmósfera jazzística
y la intensidad de los sentimientos que han quedado atrapados
para siempre en cada instantánea. Pero lo cierto es que detrás
de cada toma hay, además de un conocimiento profundo de la
técnica enriquecido con décadas de experiencia, un estudio
concienzudo de la ubicación de los músicos en el espacio
escénico, una labor paciente, callada y, por encima de todo,
respetuosa hacia el músico y el público, que garantiza
preservar intacta la magia única e irrepetible que se
desencadena en cada concierto de jazz.
Una pasión que nunca termina
Antonio Porcar ha dedicado su vida al jazz. Desde su trabajo
al frente del añorado Café del Mar de Castellón hasta su
inestimable labor como responsable de este veterano y reputado
Avui Jazz, que este año cumple 16 años, ha invertido todos sus
esfuerzos a dar a conocer este género tan auténtico como
valioso. Su cercanía a los grandes de esta música a lo largo
de los años, ya sea en Castellón, Londres o Nueva York,
combinada con su dominio del arte fotográfico, le han
convertido en un observador privilegiado del jazz, un
retratista de categoría cuyo trabajo de más de una década nos
permite atesorar hoy en esta, su primera obra impresa,
momentos íntimos y únicos capturados desde sus mismas
entrañas.
Benny Golson
Jeremy Pelt
Asaf Sirkis
Eric Revis
Bruce Barth
Phil Grenadier
Xiomara Abello
Carmen Lundy
Bruce Barth, Jean Toussaint & Bobby Watson
Joe Cohn & Ignasi González
Charmin Michelle
Kevin Dean
Chucho Valdés
Julio Montalvo
Todas las fotografías © Antonio Porcar, 2015.
Leer Phocuzz (libro completo)
Más información en la web de Antonio Porcar
Paul Abirached & Alain JeanMarie: Nightscape (Archieball
Records, 2014)
Nightscape es un proyecto del guitarrista
Paul Abirached a dúo con el pianista Alain
Jean-Marie, editado en un sello creado por
el gran Archie Shepp hace 10 años. Una
pareja de talentos que ya colaboraron
juntos en un cuarteto del propio Paul
Abirached, y que aquí brillan con luz
propia, tanto por su finura como por la
elegancia que trasladan a lo largo de los diez temas.
Paul Abirached combina un repertorio de versiones propias y
otras compartidas con Jean-Marie, complementado con versiones
de Jim Hall, Paul Motian, Joe Lovano, Wayne Shorter y Billie
Holliday. Hay en Nightscape grandes momentos de pura
improvisación, con un sonido fresco y honesto. Paul Abiracheb
a las guitarras y Alain Jean-Marie al piano nos conducen con
gozo hacia un universo poético guiado sobre un terreno que nos
resulta familiar pero emocionante.
Nightscape fue grabado sin interrupciones después de unos
conciertos previos en Paris, Bruselas y Lieja. Dice Alain
Jean-Marie que la referencia de este álbum puede muy bien ser
el aroma que se respira al escuchar el tema “In your own sweet
way” escrito por Dave Brubeck e interpretado por Miles Davis o
Bill Evans. Pianista y guitarrista siguen su propio y dulce
camino en un viaje a misteriosos y extraños espacios. Un
camino en el que se alternan la melancolía y la serenidad.
Este es el trayecto que emprenden y desarrollan ambos, donde
siempre confluyen para reflejar sonidos que incitan a la
reflexión.
Lo destacable de este disco está en la intimidad y la
confianza que transmiten Paul Abirached y Alain Jean-Marie.
Cada uno de los temas cuenta una historia y el lenguaje de la
música pone el acento en los silencios, ritmos misteriosos y
cantos poéticos que se aprecian muy bien en el tema central
que da título al álbum. Un disco que se disfruta con mucho
placer.
© Carlos Lara, 2014
Paul Abirached & Alain Jean-Marie: Nightscape
Músicos: Paul Abirached (guitarras de 6 y 12 cuerdas) y Alain
Jean-Marie (piano).
Composiciones: “Abacus”, “Farewll”, “Chelsea Rendez-Vous”,
“Dowm from Antigua”, “Sweing”, “Nightscape”, “Scattered”,
“Limbo”, “Haunted” y “Don´t Explain”.
Temas compuestos por Paul Abirached y Alain Jean-Marie,
excepto “Abacus” por Joe Lovano, “Dowm from Antigua” por Jim
Hall, “Limbo” por Wayne Shorter, y “Don´t Explain” por Billie
Holiday/Arthur Herzog.
Grabado los días 6 de julio y 11 de octubre de 2012 en Studio
de Meudon. Editado en 2014 por Archieball Records (Rainbow
Collection). Distribuye Harmonía Mundi. RAIN 1404
Historia de un club de jazz
en Sevilla, el Naima cumple
18 años. Por Jesús Gonzalo
Historia de un club de jazz
en Sevilla
El Naima Café Jazz de Sevilla cumple 18 años
El club Naima está bien situado en Sevilla. Localizado entre
las calles Conde de Barajas, que pertenece al Barrio de San
Lorenzo, uno de los epicentros cofrades de la ciudad, y la
calle Trajano, que justo nace unos metros antes al girar a la
izquierda en la Alameda de Hércules, espacio de ocio social e
ideológicamente bastante distanciado de lo que significa la
Semana Santa. En medio de ambos mundos, así de entrometida es
esta música, tenía que abrir, ya hace 18 años, un club de
jazz…
De estos sitios y de esta música de “gente bohemia”, como
manda el tópico, se dice y escribe lo mismo. Que si son
lugares humeantes (hace tiempo que ya no), oscuros, con música
que sólo entienden los músicos y un público con cara de
intelectual y estudiado desaliño…En fin, tópicos para definir
una atmósfera decadente que ha sido retratada mil veces en su
iconografía en blanco y negro o llevada al cine en películas
como “Round Midnight” (Bertrand Tavernier, 1986), con el genio
enfermizo que protagoniza en algún lugar de Europa, entre
Bélbica y Dinamarca, el gran Dexter Gordon. Mitos y tópicos
alimentados por las leyendas de “Bird”, Chet Baker, Billie
Holiday o Miles Davis, cuya autobriografía comienza
rememorando un concierto que tuvo lugar cuando era un
adolescente en un establo cerca de San Luis, donde vio por vez
primera a los genios del bebop juntos, Parker y Gillespie.
Saliendo de los primeros sitios en el Storyville de Nueva
Orleans, lumpen donde la música se codeaba con prostitución,
drogas y juego de cartas, ahí lo tenemos, un establo, primer
club de jazz…
La realidad siempre suele ser bastante más compleja, sobre
todo porque cambia. Y eso fue lo que le sucedió a esa esquina
sevillana donde confluyen dos barrios tan distintos. El jazz,
para ser un poco más precisos que cualquier habladuría, es
básicamente un deporte de riesgo. A cualquier nivel o
actividad con que se le relacione. No se rían, va en serio. De
hecho es una de las decisiones más atrevidas y serias, sin
dejar de lado cierta ironía, que alguien puede tomar en un
determinado momento de su vida. El momento en que esta música
te atrapa.
Lo que le sucedió a dos jerezanos, otra gran
paradoja frente al flamenco reinante, cuando decidieron
fundarlo. Jorge Moreno y Carlos Rivas, jerezanos sin montura
ni solera, van y le ponen al nuevo local el nombre de un tema
de John Coltrane, el que dedicó a uno de sus dos grandes
amores: “Naima”.
Historia y alrededores
Como se imaginan, y bien lo saben en el Café Central de Madrid
y en otras muchas partes del mundo, un club de jazz no es
precisamente un negocio de éxito masivo asegurado, aunque
siempre da lustre, aquí, en Copenhague, París o Tokio…Suelen
ser lugares pequeños y acogedores que con el tiempo han ido
creando su propio clima. Todo aficionado al jazz debe conocer
los nombres de los históricos Birdland, Village Vanguard,
Minton`s , Five Spot o ese tan acogedor que cerró hace unos
años llamado Bradley`s. En Europa sigue el danés Jazzhaus
Montmartre, el Jamboree en Barcelona y en el París intenso de
Julio Cortázar y Boris Vian los hubo, aunque ahora ya nada
conserve el encanto que los escritores saborearon en Le Caveau
de la Huchette si vamos al comercial Paris Jazz Club…
Pequeños en su mayoría, cálidos pese a parecer incómodos, los
clubes de jazz siempre han tenido más pinta de refugio ante la
amenaza exterior que de servir a la conspiración. Así que
llegar a 18 años supone muchos esfuerzos y sinsabores y algún
que otro milagro que no asignaremos a San Lorenzo… Aunque,
claro está, ellos no han sido los primeros en dar el paso. Sin
contrastar todo lo que hubiese sido posible con más tiempo y
ayuda, podría señalar que sí existieron el club de la calle
Sol, “tugurio” habitado en su nocturnidad por fumadores
empedernidos, periodistas y otras especies… Existió el Blue
Moon, en Nervión, al que José Antonio Maqueda “Pitito” cambio
el nombre para llamarlo Jazz Corner y llevárselo a las
inmediaciones de la Avenida de Kansas City. Y cerca, en Dos
Hermanas, mantiene su puesto de más veterano en la zona el
Soberao Jazz.
El Naima, decía, empezó como suelen hacerlos los clubes de
jazz, con música en directo, con jam sessions, que son la
expresión más espontánea y también la más onanista del jazz.
Para que se produzcan debe de haber un escenario y un montón
de músicos tocando distintos instrumentos. No duró gran cosa
esa iniciativa original por aquéllo del ruido ambiente y ese
tipo de oleadas de limpieza acústica que nunca acaban con la
verdadera contaminación de ruido… Campañas políticas, ya
saben, van y vienen. Eso hizo virar el rumbo del negocio hacia
un diseño de interior más cuidado, que vino acompañado de sus
ya famosas camisetas (aún creo que mantienen la de la trompeta
de perfil) y una música que salía por altavoces con calidad en
todos los sentidos. El Naima pasó de ser un incipiente club a
conformarse con tener que ser un “Jazz Café”.
Una tarde cualquiera
El Naima tiene un horario que va de la hora del café (o té,
que lo hacen muy bueno con hierbabuena) a las 16 horas hasta
el cierre, de madrugada. En cierto periodo de estos 18 años,
que no he podido disfrutar desde el principio, he ido
convirtiéndome en un tipo que pasó de la noche al día. Así que
yo prefiero ir al Naima por las tardes, cuando, sobre todo
ahora en invierno, todavía hay luz solar. Lo bueno de este
local es su localización entre dos calles, en una esquina, con
dos accesos de entrada, y sus ventanales, con la serigrafía
del nombre esculpida en ellos… La luz macilenta de esta época
del año hace más acogedor si cabe su interior. Además, para
dar más pistas al buen aficionado, la música se escucha
bastante mejor a esas primeras horas de apertura, cuando hay
menos público. Con la llegada de la oscuridad el color del
local cambia, aunque desde la calle, con sus farolas típicas
de luz amarillentas, hace penetrar en el interior un color
familiar, con esa gama de amarillos tan de Sevilla. La noche
dibuja sombras en el espacio e invita a cierta penumbra
cómplice que se abraza a la música en directo.
Como decimos, y pueden ver en la foto de más arriba, es un
lugar pequeño, con una barra de madera en semicírculo y unas
cuantas mesas que se amplían a una pequeña terraza exterior,
preceptiva por obligación para los meses de calor y como zona
de fumadores. Si la barra es la orilla de todos, algunos
encuentran acomodo en esas mesas que parecen pequeñas islas,
que a veces cuesta conquistar y otras aguardan serlo
pacientemente. El pequeño territorio intermedio es el del
tránsito, es donde el tiempo en el Naima parece no cobrar
importancia, pero en realidad es desde donde puedes observar
todo lo que sucede.
Cuadros del pintor Manolo Cuervo en una de las paredes
del Naima Jazz Café
Su sello distintivo, además del jazz, es su cálida y colorista
decoración, que se fue haciendo con el tiempo. Y sigue ahí, de
unos años ahora reforzada por los grandes lienzos del pintor
Manuel Cuervo, que antes vivía en ese mismo barrio. Son las
suyas unas pinturas a medio camino entre pop art, collage y
diseño gráfico.
Las camisetas se ven ahora colgadas de
perchas al lado de la barra, a la derecha de la puerta que
conduce a los servicios; han aumentado el número, el color y
los motivos. Sirven de promoción del local y son su seña de
identidad. La música enlatada ha dado también paso a la
pantalla y los vídeos. En cuanto a estilos, el Naima siente
predilección por las novedades y las músicas hermanadas con el
jazz: modernidad sin perder la cabeza. El baile en un espacio
tan reducido y con predilección por la intimidad de las mesas
resulta complicado. No era ni es costumbre poner peticiones
del público, a no ser que alguien más pesado de lo normal
insista… Disponen de una vitrina para venta de discos
selectos, ahora mayormente andaluces pero recordamos las
lujosas series del sello francés Label Bleu o Winter & Winter
tras ese cristal… Desde hace un año, hablando de discos, el
Naima se ha lanzado a la producción musical de autores
andaluces afincados entre Sevilla y Cádiz a través del sello
Blue Asteriod Records, que cuenta ya con cuatro títulos que
aquí comentaremos.
Foto colectiva durante la visita que hizo Harris
Eisenstadt en su gira Andalusian Days por Cádiz y
Sevilla, tomada esa misma mañana del 3 de febrero
de 2012, tras la master class que dio en el
Naima. De Izquierda a derecha: Daniel Cano, Jaime
Serradilla, Jorge Moreno (cofundador), Pedro
Cortejosa, Harris Eisenstadt, Carlos Bermudo,
Arturo Serra, Voro García y (abajo) Leandro
Perpiñán y Jesús Gonzalo
Café, club y viceversa
Tras una frustrada apertura de una segunda sede en la cercana
localidad de Mairena del Aljarafe (se trataba de otro local
con personalidad propia e incorporaba conciertos), justo
cuando se asomaba la crisis que aun aprieta, en octubre de
2011 el Naima recuperó la música en vivo como reclamo de
clientes, compaginando su identidad como café. En estos años
la medida ha cuajado, fortaleciendo al local y convirtiéndole
en escenario de referencia en la ciudad. En el impulso de la
programación en directo tuvo una gran implicación el
contrabajista (ya multiinstrumentista) Jaime Serradilla, que
comenzó tímidamente a trío junto al guitarrista Carlos Bermudo
con uno o dos conciertos a la semana, luego con el Two Feels
Jazz Duo y Jazz by Hart. Más adelante, en un grupo dirigido
por el guitarrista Toño Contreras, con la batería de Nacho
Megina y el contrabajo de Serradilla, se dio un paso más
atrevido con la fundación del aún activo The Jazz Lab
(“laboratorio” sin arreglos previos y creación espontánea) que
se amplió a un “Juke Box”, sistema por el que el público puede
pedir un tema a cambio de que “inserte” una moneda. Otro paso
definitivo para reforzar la programación fue recuperar las jam
sessions que desde hacía años venía haciendo los domingos en
la Alameda de Hércules el histórico músico local
(contrabajista que aquí gusta de tocar los teclados) Manuel
Calleja. En toda esta escena, son los standards los que marcan
la pauta, aunque tímidamente empiezan a aparecer composiciones
propias.
En la actualidad Serradilla (arriba en la foto al contrabajo
junto a Daniel Cano a la trompeta) ha cedido protagonismo a
otros músicos pero mantiene un puesto señalado los miércoles
con su nutrida y variada formación
International Company
(Rafa Núñez, Rafael Ayuso, Thomas Berensen, Chema Tornero,
Gabriel Valiente, Daniel Abad, José Miguel Reina o Mateus
Prado), plataforma entre combo formativo y creación en vivo.
Todo lo dicho, y el esfuerzo colectivo, han hecho posible
consolidar una actividad diaria y pasar a ser sede de pequeñas
muestras-festivales como la dedicada al Swing o también para
la presentación de libros tan señalados como “Fruta Extraña”,
antología de “Casi un siglo de poesía española del jazz”,
escrita y recopilada por el profesor Juan Ignacio Guijarro.
Otros músicos cuya aportación ha sido fundamental en la
intensa actividad alcanzada por el Naima estos pocos años han
sido Javier Ortí, Daniel Cano, Carlos Bermudo, Leandro
Perpiñán, Jesús Maestre (más por cliente) o grupos como Oh
Sister!, Urban Gospel, Van Moustache o Nat`n Jazz Quartet.
El día del cumpleaños, celebrado durante todo el último fin de
semana de noviembre, se invitó al trío del pianista malagueño
José Carra, que ya había pasado con éxito por aquí con el dúo
que mantiene con Arturo Serra. Vibrafonista que tocó aquí
junto a Serradilla, Pedro Cortejosa y Daniel Cano, en 2012,
acompañando al compositor y baterista canadiense Harris
Eisenstadt, músico considerado entre lo mejor del jazz
avanzado de Nueva York.
Quizá fuera Miércoles Santo aquella tarde. La verdad es que
nunca me interesó saber el recorrido de los pasos de Semana
Santa, grave error cuando vives en una ciudad en la que puedes
ser aplastado o atrapado durante horas… Estaba en el Naima. Me
sorprendió ver subir la procesión tomando la calle Trajano.
Aún resonaban los acordes de un piano, quizá fuera el de Kenny
Barron, cuando se hizo el silencio… Desde los ventanales del
café penetraba el sonido de la procesión y del gentío tomando
posiciones. Miré hacia dentro y vi que estaba vacío, me había
quedado solo. Sentí ese instante en el que el jazz de la
esquina entre San Lorenzo y la Alameda de Hércules calló a
modo de respeto. Capté entonces la verdadera atmósfera de un
club de jazz en Sevilla.
© Jesús Gonzalo, 2014
Bob Willoughby: Jazz. Body
And Soul (Blume, 2014; libro)
Bob Willoughby (1927-2009) es una figura
esencial en el fotoperiodismo. Sus fotos
ilustraron la portada de revistas como
Life. Trabajó para Warner Bros como
cronista visual del Hollywood de los 50.
Inventor de mejoras técnicas como la
cámara por radiocontrol, en la actualidad
su trabajo se exhibe en museos de Nueva
York o Londres. Antes de alcanzar la fama
se dedicó a fotografiar a músicos de jazz
en un tiempo en la que todavía estaban en
activo los gigantes de una primera época (Armstrong,
Ellington) junto a otros no menos grandes que habían ido
llegando para quedarse (Dave Brubeck, Billie Holiday, Gerry
Mulligan). Este maestro de los objetivos acompaña sus fotos
–que en muchos casos captan momentos de introspección musical
o el trabajo fuera del escenario- por jugosas reflexiones. Sus
instantáneas y su afición dan un salto de la década de los 50
a los 90. Allí confiesa que decidió abandonar la fotografía de
jazz ya que no conocía a la mayoría de las nuevas figuras, o
nos revela que Ellis (cabeza de la saga de los Marsalis) es
bastante más antipático que Wynton, el más popular de sus
integrantes. Jazz. Body And Soul es el título y resumen
perfecto para este festín visual.
© Pachi Tapiz, 2014
Bob Willoughby: Jazz. Body And Soul (Blume, 2014)
Publicado en el número 317 (septiembre de 2014) de la
revista Ruta 66.
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