TEMA # 1 EL SERVICIO Y LA VIVENCIA DE LA COMUNIDAD EN LA PASTORAL DE LA PARROQUIA RENOVADA PARA LA FORMACION DE DISCÍPULOS MISIONEROS. 1.1. EL SERVICIO-CARIDAD PARA FORMAR DISCIPULOS MISIONEROS. La Iglesia, en el transcurso de la historia, se ha caracterizado por ciertas acciones específicas que hablan de su SERVICIO en la comunidad: - En la Iglesia apostólica: participación de bienes, caridad organizada hacia los pobres, ayuda fraternal, solidaridad entre las Iglesias. En la época patrística: práctica de la caridad individual y de la limosna y el trinomio ascético: ayuno, oración y limosna. En las edades Media y Moderna: formas distintas de beneficencia, de asistencia, de “obras de misericordia, instituciones a favor de los pobres, de los enfermos, de los presos, etc.” En la época Moderna y Contemporánea: Instituciones y obras de educación, promoción, alfabetización, cooperación, etc. Son tan sólo unas pinceladas de lo que ha sido el SERVICIO en las diferentes épocas de la historia, para que hoy nos preguntemos cuáles son las que se distinguen en nuestra parroquia que busca ser renovada a la luz de estas características. Con todo esto, es posible que nos cuestionemos sobre ciertas actitudes que juzgamos insuficientes y que exigen una revisión: - - - La caridad se ha reducido a un carácter netamente individualista, comercial, publicitario, en nuestra sociedad, se explotan las necesidades de las personas, pero con fines de lucro. Basta ver en la televisión tantos programas que no surgen de una conciencia de SERVICIO sino de intereses comerciales y publicitarios. Se pone remedio a las necesidades de las personas pero no se encaran las causas estructurales y sociales. Las obras de asistencia y beneficencia no inciden en la transformación de la sociedad y no son liberadoras. El espíritu de suplencia respecto a las responsabilidades civiles, que no son asumidas con verdadera caridad. Se ha asumido una actitud de oposición y distancia frente a las instituciones civiles. De este análisis surge entonces un rostro renovado del SERVICIO (DIAKONIA) que nos ayudaría mucho en la formación de la conciencia discipular y misionera de los hermanos een nuestras parroquias. Para lograr esto es importante que el SERVICIO sea: - Un SERVICIO con dimensión Universal: no es sólo una visión intra-eclesial, sino hablamos de un servicio al mundo, dirigido a todos los hombres sin distinción de razas, condición social o religión (AG # 12). Especialmente a los más pobres y necesitados. Debe extenderse - - - a todos los niveles de responsabilidad: personal, familiar, comunitario, social, cultural, económico, político, internacional, etc. Una SERVICIO con espíritu evangélico: debe presentar los rasgos del Evangelio y traducirse en solidaridad, servicio, liberación, amor universal, etc. De ayuda a los pobres en su reconocimiento de su dignidad humana y de su participación eclesial. Una diaconía que no pierda las motivaciones e ideales que la inspiran como cristiana y una función críticoprofética de la fe, en el interior de la sociedad y de la historia. Un SERVICIO de corresponsabilidad comunitaria: es decir, el SERVICIO no se deja al azar o de quien quiera ejercerlo, sino que toda la comunidad debe ser sujeto de este SERVICIO sintiéndose realmente responsable de su desarrollo. Que toda participación “especializada” y de personas con dotes especiales cuenten con el apoyo y el sostén de la comunidad. Un SERVICIO con plena identidad pastoral: No se reduce a desarrollarse en ciertas acciones pastorales como la catequesis o la aplicación de los sacramentos. Ella pertenece por sí misma a la misión de la Iglesia, y aquellas se apoyan en la Diaconía para identificarse realmente como pastorales. 1.2. LA VIVENCIA DE LA COMUNIDAD PARA LA FORMACION DE DISCIPULOS MISIONEROS. La vivencia de la COMUNIDAD como medio para formar discípulos y misioneros para la pastoral presenta algunas interrogantes hoy día: - - - Si la pastoral y todo su ejercicio se desarrolla dentro de la comunidad nos preguntamos ¿dónde está esa comunidad? ¿dónde están las comunidades de adultos en la fe y de testimonio cristiano? A pesar de esto, no podemos negar el surgimiento de nuevos movimientos comunitarios pero que no alcanzar a definir su identidad que hace que no falten ciertos problemas: de comunión entre ellos, problemas de estatuto eclesiológico (autenticidad eclesial, criterios de discernimiento, etc.) A veces surgen grupos y movimientos que si bien ofrecen una ventaja indiscutible, se presentan con líneas muy particulares y no se adhieren al trabajo parroquial, cargados aún con un clima de exagerada espontaneidad y subjetivismo. Sin duda se detecta y se observa un gran movimiento comunitario: estructuras colegiales, sínodos, asambleas diocesanas y de zona, nuevos grupos y movimientos, comunidades de base, nuevos ministerios, retiros espirituales, encuentros diocesanos, etc. La búsqueda de pertenencias sociales se multiplican porque la gente se siente sin puntos de referencia, sola y perdida en la masa. Esto tiene que ser aprovechado por la Iglesia para ayudar a las personas no sólo a formar grupos sociales, sino a formar una comunidad donde el cristiano sea realmente un discípulo de Cristo y contribuya a extender el Reino de Dios como misionero en su misma comunidad. Hay que procurar entonces que la Iglesia realmente jalone desde la pastoral, los esfuerzos necesarios para formar una verdadera comunidad de discípulos y misioneros y se identifique realmente como tal. Hoy día se percibe una Iglesia que se presenta más como Institución que como comunión, más como sociedad que como comunidad. Se explica así la ineficacia de tantas formas de pastoral sacramental y catequética, muchos casos de desafección y abandono de la vida cristiana, sacerdotal y religiosa. Criterios de autenticidad de los grupos y movimientos eclesiales. Los grupos y movimientos en las parroquias deben contribuir también en la creación de verdaderos discípulos y misioneros y para ello es importante que tomen en cuenta los siguientes aspectos: 1.- El Evangelio como acontecimiento fundador: En la raíz de toda la comunidad cristiana se encuentra la escucha del Evangelio y la confesión de fe en Cristo Señor. La fe es la raíz última de toda convocación eclesial y pastoral, siendo la referencia a la fe profesada y vivida lo que da genuinidad al hecho comunitario. Todo otro motivo (la amistad, la tradición, la pertenencia étnica, la solidaridad y cualquier coordinación, etc.) sólo tiene sentido si resulta subordinado a la referencia esencial de la fe. 2.- El criterio de la globalidad de las funciones eclesiales: toda comunidad auténtica debe garantizar las funciones típicas de mediación eclesial: la caridad-servicio (diaconía); la fraternidad-comunión ( koinonia), el servicio de la Palabra (martyría) y la celebración de la fe (liturgia). La realización no auténtica de cualquiera de estas funciones, o el hecho de no abarcarlas todas, impide a un grupo o movimiento el poderse calificar como comunidad cristiana. 3.- El criterio de la ministerialidad: la comunidad debe respetar la diversidad orgánica de los carismas y ministerios, especialmente del ministerio ordenado, factor insustituible de coordinación y de guía. No pocas veces se constatan formas inadecuadas de funcionamiento de ciertas personas, grupos y movimientos que desean realizar su aporte comunitario alejados de las disposiciones de su pastor y obispo. 4.- El criterio de la fecundidad: pertenece a la madurez comunitaria la fecundidad catecumenal y bautismal (generación de nuevos miembros), expresión esencial de la maternidad de la Iglesia. 5.- La composición de los conflictos: la madurez de la comunidad se demuestra en la forma de resolver los conflictos que se van presentando. Regularmente son tres los principios que hay que saber conjugar en la solución de los conflictos: la fe, el amor, y la edificación. Confiando en Dios nuestro Señor, por medio del amor y que aquello contribuya a la edificación de la Iglesia y de la comunidad para que haya verdaderos discípulos y misioneros .