LA OFRENDA DE LA VIUDA

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LA OFRENDA DE LA VIUDA
XXXII Domingo del Tiempo Ordinario
CICLO B
- 12,38 Jesús enseñaba a la multitud: “Cuídense de los escribas, a quienes les gusta
pasearse con largas vestiduras, ser saludados en las plazas
- v. 38 y ocupar los primeros asientos en las sinagogas y los banquetes;
- v. 40 que devoren los bienes de las viudas y fingen hacer largas oraciones. Estos
serán juzgados con más severidad”.
- v. 41 Jesús se sentó frente a la sala del tesoro del Templo y miraba cómo la gente
depositaba su limosna. Muchos ricos daban en abundancia.
- v. 42 Llegó una viuda de condición humilde y colocó dos pequeñas monedas de
cobre.
- v. 43 Entonces él llamó a sus discípulos y les dijo: “Les aseguro que esta pobre
viuda ha puesto más que cualquiera de los otros,
- v. 44 porque todos han dado de lo que les sobraba, pero ella, de su indigencia dio
todo lo que poseía, todo lo que tenía para vivir”.
Mc. 12,38-44
Introducción:
El texto evangélico correspondiente a este domingo reúne dos partes que aunque
distintas, son complementarias. La primera finaliza con una severa condena de Jesús a
la forma de proceder de los dirigentes religiosos del pueblo, que sus discípulos no deben
imitar.
En la segunda parte, se encuentra Jesús junto a sus discípulos, observando a la
gente que se acercaba al lugar de las limosnas, ubicado en el Templo.
El autor marca el contraste entre la actitud de avidez de los escribas, hacia los
bienes de las viudas y la sencillez y generosidad de la viuda presente en el Templo que
deposita en el tesoro dos monedas de muy poco valor que era todo lo que tenía para
vivir.
Aportes para la Lectura:
- v. 38 Comienza el relato con el llamado de atención a la multitud para que tuvieran
cuidado con los escribas que daban malos ejemplos.
Los escribas o maestros de la Ley eran especialistas en el estudio e
interpretación de las Sagradas Escrituras por lo que gozaban de buena reputación en el
pueblo que los admiraba y reverenciaba. De estos signos exteriores quisieron sacar
provecho.
Tenían ansia de gloria, codicia y por ello, eran presumidos, queriendo
diferenciarse de los demás usando costosas y llamativas vestiduras para ser reconocidos
por la gente y trataban de aparecer en los lugares más concurridos para ser saludados
con reverencias.
- v. 39 Además, los escribas, tanto en las sinagogas como en los banquetes, buscaban
ocupar los lugares más destacados. En las sinagogas ocupaban los asientos que estaban
ubicados frente a la congregación para que todos los vieran durante las celebraciones.
En los banquetes buscaban sentarse en los lugares centrales y más honoríficos, junto al
dueño de casa.
- v. 40 Aun más grave que su orgullo y su deseo de figurar, era que usaban toda su
habilidad para explotar a las mujeres indefensas, apropiándose de sus bienes con el
pretexto de rezar por ellas.
Aparentaban ser muy religiosos, con largas oraciones y practicando una falsa
piedad, que sólo lo hacían para ser vistos.
Por todas estas actitudes Jesús anuncia que recibirán un mayor castigo en el
juicio de Dios.
- v. 41 La segunda parte del texto presenta a Jesús en el Templo, corazón del poder
religioso, económico y político de los judíos. En ese lugar, sentado junto a la puerta del
tesoro, observaba la gente que entraba para dejar sus donaciones.
En el atrio de las mujeres había trece alcancías en forma de embudo invertido
donde se depositaban las ofrendas.
Los habitantes de Jerusalén o los peregrinos, no colocaban la ofrenda
directamente en los recipientes, sino que la entregaban al sacerdote diciéndole la
cantidad y el destino y luego el mismo sacerdote la depositaba en la respectiva alcancía.
De las trece alcancías, cada una tenía un fin específico: para comprar aceite para
el sacrificio, para mantenimiento del Templo, para el culto, etc.
- v. 42 Las viudas, que se reconocían por sus vestiduras (Gn.38,14), rápidamente
podían llegar a la extrema pobreza cuando no les era posible regresar a su casa paterna,
contraer nuevo matrimonio o cuando no tenían hijos que la alimentaran. “Viudas y
huérfanos” tenían que ser protegidos según la Ley (Ex.22,21-23). Pertenecían a los
“pobres” defendidos por los profetas (Is.1,17; Jer.7,6; Zac.7,10)
Las “dos pequeñas monedas” ofrecidas por la viuda, según el texto original,
fueron dos “lepta”, una moneda de cobre de origen griego, la de menos valor en
circulación y que equivalía a un “as”, el valor de dos pájaros (Mt.10,29)
- v. 43 Jesús llama a sus discípulos y refiriéndose a la mujer, les hace ver que la pobre
viuda ha dado mucho más que los otros.
- v. 44 Los ricos presuntuosos y egoístas ofrecieron de su abundancia, por consiguiente
no de lo necesario para vivir. Por el contrario, la viuda en situación de extrema pobreza
actúa con inmensa generosidad y dio “todo” lo que tenía. De las dos leptas que poseía
no se reservó ni una.
Jesús hace ver a sus discípulos el significado de lo que acababa de ocurrir. Lo
que ha hecho la “viuda pobre” parece poco a una mirada no iluminada por la fe, pero
para Jesús tiene más valor que la limosna de los ricos.
Aportes para la Meditación:
¿Cómo o de qué manera luchamos contra la tentación de buscar honores, de
creernos más importantes que los demás?
¿Cultivamos la humildad? ¿Intentamos conocer lo que realmente somos?
El relato nos enseña a dar no solo de lo superfluo, de lo que nos sobra, sino a
dar también aquello que nos es necesario. ¿Somos lo suficiente generosos con nuestro
dinero, tiempos, carismas? ¿Cómo lo ponemos en práctica?
¿Nos preguntamos cuanto hace que no cautivamos al Señor con nuestras
ofrendas?
Modelo de Oración:
Señor:
Tu que sabes lo que es darse a si mismo
Regálanos un corazón generoso
Para dar a los demás
No solo lo que tenemos
Sino también lo que somos.
Contemplación/Compromiso:
En el último paso de la Lectura Orante nos parece bueno recomendar que
dejemos unos cuantos minutos para contemplar todo lo que el Señor nos ha dicho con su
Palabra, lo que le hemos dicho a través de la oración, y sobre todo descubrir a qué nos
comprometemos, qué acción para transformar nuestro pequeño mundo realizaremos.
Siempre debe ser algo muy concreto y en coherencia con lo que el Señor nos pide en su
Palabra.
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