LOS ABOGADOS Y LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA* En las sociedades modernas, uno de los requisitos esenciales para la vigencia y el cumplimiento de los derechos humanos está en el fortalecimiento del Estado de Derecho y del sistema democrático. Siendo la sociedad en su conjunto, la responsable por acción u omisión, de la validez y aplicación real de la Declaración Universal de Derechos Humanos en cada hecho cotidiano de la vida humana. Dentro del conjunto de responsabilidades sociales en el cumplimiento y la defensa de los derechos humanos, los Abogados ocupan un lugar destacado y de primer orden, pues son ellos quienes tienen la obligación de elevar a un plano normativo e institucional el conjunto de relaciones intersubjetivas e interdependientes que caracterizan las relaciones humanas. Tratando en todo instante de lograr una plena igualdad de los ciudadanos ante la ley. Esta búsqueda de la justicia y la igualdad ha encontrado mucho avatares en su cumplimiento. Pues en sociedades asimétricas como la nuestra, el ejercicio del poder no se encuentra distribuido en toda la sociedad, sino que se concentra en reducidos sectores sociales, que transgreden las normas más elementales de la convivencia humana, vulnerando el Estado de Derecho y el orden constitucional. En contextos como este, el ejercicio profesional de la Abogacía se torna imprescindible y fundamental en la defensa de la legalidad constitucional y los derechos humanos. * Publicado en la página Editorial de Diario Nuevo Norte (01-04-99 Ed. 1348) Los Abogados es el sector profesional más empeñado en el cumplimiento de la legalidad constitucional, pues saben que el incumplimiento del sistema normativo sólo nos lleva a la inestabilidad y la anarquía, a la injusticia y a mayores desequilibrios sociales. Por esta razón, procuran la defensa irrestricta de los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidas por nuestra Constitución, tanto en un plano nacional como internacional, difunden los deberes y obligaciones que tenemos los ciudadanos con la sociedad y el Estado, orientan a sus clientes en la defensa de sus intereses particulares y su responsabilidad con las instituciones jurídicas, y velan por el cumplimiento irrestricto de la separación de poderes y la autonomía de las instituciones del sistema normativo. La vitalidad de los derechos humanos encuentra en los Abogados a sus celosos guardianes, quienes asumen la defensa del Estado de Derecho con el convencimiento que sólo así podrá prevalecer la justicia y la igualdad. Frente a esta responsabilidad compartida, la colectividad espera, especialmente de los abogados, una actuación muy especial pues éstos, por formación y vocación, son, por lo general, los profesionales más capacitados para alzar su voz en defensa de la Constitución, del Estado de Derecho, de los derechos humanos y de la legalidad en general. En momentos de crisis moral es cuando los abogados deben dar mayor ejemplo de integridad ética. Es por ello que quien realiza la noble profesión de abogado debe ser consciente de la trascendencia que su labor profesional tiene en el campo de los derechos humanos. Como en todo gremio, son muchos abogados que hacen honor a su profesión. A ellos también corresponde ser los más celosos jueces cuando alguno de sus miembros traiciona los altos ideales de la abogacía. Las Naciones Unidas, en su Octavo Congreso sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La Habana del 27 de agosto al 7 de setiembre de 1990, aprobó los principios básicos sobre la función de los abogados. En los considerandos del acuerdo, el organismo internacional expresa que los pueblos del mundo afirman en la Carta de las Naciones Unidas, entre otras cosas, su resolución de crear condiciones bajo las cuales pueda mantenerse la justicia, y proclaman como uno de sus propósitos la realización de la cooperación internacional en la promoción y el estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos sin distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión. Se establece que las asociaciones profesionales de abogados tienen que desempeñar la función esencial de velar por las normas y la ética profesionales, proteger a sus miembros contra persecuciones y restricciones o injerencias indebidas, facilitar servicios jurídicos a todos los que lo necesiten, y cooperar con las instituciones gubernamentales y otras instituciones para impulsar los fines de la justicia y el interés público. Las Naciones Unidas considera que los Principios básicos sobre la función de los abogados deben ser tenidos en cuenta y respetados por los gobiernos en el marco de su legislación y práctica nacionales, y deben señalarse a la atención de los juristas, jueces, fiscales, miembros de los poderes ejecutivo y legislativo y público en general. Estas consideraciones de las Naciones Unidas, con las que los abogados deben solidarizarse, constituyen el marco de los principios básicos sobre la función de los abogados, que comprenden las siguientes obligaciones y responsabilidades: los abogados mantendrán en todo momento el honor y la dignidad de su profesión en su calidad de agentes fundamentales de la administración de justicia. Las obligaciones de los abogados para con sus clientes son las siguientes: Prestarles asesoramiento con respecto a sus derechos y obligaciones, así como con respecto al funcionamiento del ordenamiento jurídico, en tanto sea pertinente a los derechos y obligaciones de los clientes; prestarles asistencia en todas las formas adecuadas y adoptar medidas jurídicas para protegerlos o defender sus intereses; prestarles asistencia ante los tribunales judiciales, otros tribunales u organismo administrativo, cuando corresponda. Los abogados, al proteger los derechos de sus clientes y defender la causa de la justicia, procurarán apoyar los derechos humanos y las libertades fundamentales reconocidos por el derecho nacional e internacional, y en todo momento actuarán con libertad y diligencia, de conformidad con la ley y las reglas y normas éticas reconocidas que rigen su profesión. Los abogados velarán lealmente en todo momento por los intereses de sus clientes. Todo esto lo establece las Naciones Unidas. Queda sólo hacernos la siguiente pregunta: ¿Los abogados, en qué medida cumplen estos principios y cuánto han avanzado los colegios de abogados para que ellos sean respetados? En nuestro país, en virtud de lo dispuesto en la Resolución Suprema número 14, del 4 de marzo de 1952, se celebra el Día del Abogado el 2 de abril de cada año, en recuerdo del nacimiento, ocurrido en 1834, en la ciudad de Arequipa, de uno de los más distinguidos juristas peruanos Francisco García Calderón. Él dejó un camino a seguir no sólo para los abogados sino para todos los peruanos. Crear derecho es difícil, hacerlo respetar, aún más. Lo último que cabe es admitir derrotas. El abogado debe luchar con el intelecto, con la razón, con la pluma y con la palabra. Si es bueno y fiel a los ideales que lo llevaron a realizar tan noble actividad tendrán la recompensa de llegar a las alturas a la que está llamado. García Calderón ha merecido el justo homenaje que le correspondía. Para quienes hacen lo contrario, sea por acción o por omisión, les queda el peso del juicio más severo de la sociedad y de la historia.