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FEDERICO II (1194-1250)
Wenceslao Calvo (16-03-2015)
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Evangélica Pueblo Nuevo
Federico II, rey de Sicilia (1197–1250), duque de Suabia (1228–35), rey alemán (1212–50) y emperador
(1220–50), nació el 26 de diciembre de 1194 en Jesi, Estados papales, y murió el 13 de diciembre de 1250 en
Apulia, Sicilia.
Primeros años
Consolidación del imperio
Años como cruzado
Batalla contra el papado
Valoración
Primeros años.
En 1196 Federico, a la edad de dos años, fue elegido rey por los príncipes alemanes en Francfort. Sin embargo,
su padre no pudo convencer a los príncipes para que la sucesión de Federico fuera hereditaria. Antes de
embarcarse en una cruzada a Tierra Santa, el emperador Enrique murió en septiembre de 1197, con solo 32
años, tras una breve enfermedad. Aunque el imperio estaba en la cima de su vigor, la muerte del emperador lo
puso al borde de la disolución. Tras la muerte de su marido la emperatriz Constanza llevó al joven Federico a
Sicilia, donde en mayo de 1198 fue coronado rey de Sicilia. Antes de morir ese año, Constanza desató los lazos
que unían a Sicilia al imperio y a Alemania, al nombrar al papa Inocencio III tutor de su hijo y regente del reino
de Sicilia, que ya estaba bajo dominio papal. En Alemania fueron elegidos dos reyes rivales, el tío de Federico,
Felipe de Suabia, y Otto de Brunswick (Otón IV).
No obstante, ni siquiera el papa logró proteger a Sicilia de muchos años de anarquía. Los capitanes alemanes y
papales, los barones locales y los musulmanes sicilianos, al igual que las ciudades de Génova y Pisa, luchaban
por el mando del país. La situación no se estabilizó hasta que el canciller imperial conquistó Palermo en
noviembre de 1206 y gobernó en nombre de Federico. En diciembre de 1208 Federico, con catorce años, fue
declarado mayor de edad. En 1209 se casó con Constanza de Aragón, mucho mayor que él, quien le trajo una
ansiada tropa de caballeros que le ayudaron a obtener el control de Sicilia, derrotando una conspiración de los
barones y consiguiendo un éxito parcial en recuperar las propiedades de la corona que se habían perdido durante
su minoría de edad. En este tiempo sus relaciones con el papa comenzaron a dar señales de tensión. Los
esfuerzos sicilianos de Federico se vieron seriamente amenazados cuando Otón IV en 1210 invadió el territorio
continental y en 1211 hasta la isla misma. Sin embargo, Otón se retiró cuando en septiembre de 1211 un número
de príncipes alemanes lo destituyeron y eligieron rey a Federico. Antes de dejar Alemania en marzo de 1212,
Federico coronó a su hijo de un año, Enrique VII, como rey de Sicilia y otorgó varios privilegios a Roma.
Habiendo conquistado rápidamente el sur de Alemania, donde apenas encontró oposición, Federico fue elegido
una vez más rey de Alemania por una gran mayoría de príncipes en Francfort en diciembre de 1212, siendo
Federico
con un halcón,
miniatura
de su un acuerdo con Francia contra Otón, quien fue decisivamente
coronado
díasIIdespués.
Ese mismo
año concluyó
tratado
arte venandi
cum avibus;
derrotado
en laDe
batalla
de Bouvines
en julio de 1214.
en la Biblioteca Vaticana (MS. Palat. Lat. 1071)
Consolidación del imperio.
Mapa del Sacro Imperio bajo los Hohenstaufen (1125-1254)
En abril de 1220 Enrique VII, el hijo de Federico que contaba nueve años, fue elegido rey por los príncipes
alemanes, negando de este modo la promesa de Federico al papa Inocencio de que renunciaría al control de
Sicilia en favor de Enrique, lo que significaba que Sicilia y Alemania quedarían unidas bajo un solo gobernante.
Aunque Federico procuró excusarse ante el papa Honorio III de que la elección se había hecho sin su
conocimiento, tuvo que pagar con capitulaciones amplias prerrogativas reales a los príncipes eclesiásticos
alemanes. Coronado emperador por el papa en San Pedro en Roma el 22 de noviembre de 1220, Federico
confirmó en el mismo día la separación legal del imperio del reino de Sicilia, aunque continuara existiendo la
unión personal. Además, otorgó importantes privilegios a los eclesiásticos italianos y promulgó leyes contra la
herejía, pareciendo que la armonía se había restablecido entre el emperador y el papa para los años venideros.
Federico pasó los siguientes años consolidando su dominio en Sicilia. Quebró la resistencia de los barones ante
la revocación de ciertos de sus privilegios y derrotó a los musulmanes rebeldes (1222-24), a quienes después
reasentó en Apulia donde se convirtieron en sus más fieles súbditos, proporcionándole un leal cuerpo de guardia
inmune a la influencia papal.
Además de edificar una cadena de castillos y fortificaciones fronterizas, amplió las bahías de su reino y
estableció una armada y una flota de veleros mercantes. Instituyó medidas para poner el comercio bajo el
control estatal e hizo de la manufactura de ciertos productos el monopolio del Estado. Finalmente, creó un
servicio civil para el que fueron preparados candidatos en la primera universidad estatal europea, en Nápoles,
que él mismo fundó en 1224.
Años como cruzado.
Entre tanto, el papa le recordaba al emperador los votos de cruzado que había hecho en sus coronaciones en
1212 y 1220. Pero Federico pospuso tal aventura hasta que hubiera resuelto sus problemas italianos. Reclamó el
reino de Jerusalén por su matrimonio con Isabel (Yolanda) de Brienne, la heredera del reino titular de Jerusalén,
con quien se casó en 1225 al morir Constanza en 1222. Antes de zarpar para Tierra Santa, Federico convocó una
dieta imperial en la Pascua de 1226 en Cremona, para reforzar los derechos imperiales en Italia y preparar la
cruzada. Sin embargo, las ciudades de Lombardía se organizaron, bajo la dirección de Milán, en la Liga
Lombarda, saboteando no sólo la dieta en Cremona sino oponiéndose efectivamente a la reorganización de
Federico sobre el norte de Italia.
En septiembre de 1227, cuando Federico estaba por fin preparado para embarcarse desde Brindisi hacia Tierra
Santa, se desató una epidemia entre los cruzados. El nuevo papa, Gregorio IX, hombre apasionado que
pertenecía al mundo de Francisco de Asís y amigo personal suyo, al que canonizó en 1228, pasó por alto la
justificación de Federico y lo excomulgó por no emprender la cruzada. En junio de 1228, ignorando la
excomunión, Federico partió de Brindisi. En Tierra Santa, y tras complejas negociaciones, obtuvo Jerusalén,
Belén y Nazaret del sultán al-K?mil de Egipto. Fue el impacto de la personalidad de Federico y no su ejército, lo
que hizo posible este tratado. El 18 de marzo de 1229 el excomulgado emperador se coronó rey de Jerusalén en
la iglesia del Santo Sepulcro. Ese momento señaló el punto álgido de la noción de soberanía de Federico. Se
hicieron profecías escatológicas sobre su gobierno, considerándose el emperador a sí mismo un mesías, un
nuevo David. Su entrada en Jerusalén fue comparada con la de Cristo y, de hecho, Federico se comparó con él.
Mientras tanto, las tropas papales habían penetrado en el reino de Sicilia. Federico regresó inmediatamente y
recuperó los territorios perdidos, aunque no atacó los Estados papales. Su diplomacia obtuvo recompensa y tras
el tratado de San Germano (julio de 1230) fue absuelto de la excomunión al mes siguiente en Ceprano. En
agosto de 1231, en Melfi, el emperador promulgó sus nuevas constituciones para el reino de Sicilia. Desde el
reinado de Justiniano, en el siglo VI, no había sido codificada una ley administrativa para un Estado europeo.
Los códigos de Federico contenían muchas ideas que anticipaban el absolutismo ilustrado y la centralización
estatal. Sin embargo,
el mismo
tiempo
Federico
Federico durante
II entra en
Jerusalén,
miniatura
de no pudo impedir que su hijo, el rey alemán Enrique VII,
hiciera variasCrónicas
concesiones
importantes
a
los
príncipes
del villano. Biblioteca Vaticanaalemanes. Esas concesiones, confirmadas por el
emperador en 1232 en la dieta de Cividale, fortalecían el gobierno de los príncipes a expensas del poder central
del imperio. Esos y otros pasos retrasaban el desarrollo del auto-gobierno comunal en Alemania y promovían la
independencia de los principados. Mientras tanto, las relaciones entre Federico y Enrique VII se deterioraban.
Enrique había gobernado independientemente en Alemania desde 1228, cuando en diciembre de 1234 hizo
alianza con la Liga Lombarda. Este acto fue considerado alta traición por el emperador. A la llegada de Federico
a Alemania, la rebelión de su hijo se colapsó, muriendo en prisión en Calabria en 1242.
Su segunda esposa había muerto en 1228, casándose el emperador en julio de 1235 con Isabel de Inglaterra.
Poco después, promulgó un edicto de paz imperial, que también exigía la designación de un presidente del
tribunal de la corte imperial para proteger de mayor erosión los derechos soberanos del emperador. Tras algunos
éxitos militares en Lombardía contra la Liga Lombarda, el emperador regresó a Alemania en 1236 para destituir
al rebelde duque Federico de Austria y Estiria. En febrero de 1237 su hijo de nueve años Conrado IV fue
elegido rey de Alemania en Viena. Tras varios meses más en Alemania, que sería su última visita, bajó al norte
de Italia, derrotando a la Liga Lombarda en Cortenuova, pero calculando mal su fuerza, rechazó toda tentativa
de paz e insistió en una rendición incondicional. Fue un momento de gran importancia histórica, cuando el odio
de Federico empañó su juicio y bloqueó toda posibilidad de un arreglo pacífico.
Batalla contra el papado.
Milán y otras cinco ciudades resistieron y en octubre de 1238 el emperador tuvo que levantar el asedio a
Brescia. El mismo año se celebró el matrimonio de Enzio, el hijo ilegítimo del emperador, con la princesa sarda
Adelaida y su designación como rey de Cerdeña, isla sobre la que el papa pretendía la soberanía, lo que
desembocó en la ruptura final. Gregorio IX estaba profundamente disgustado con Federico en asuntos religiosos
y políticos, pues supuestamente el emperador había bromeado con que Moisés, Cristo y Mahoma eran tres
impostores auto-engañados; en la esfera política el papa temía que los Estados papales quedaran aislados y
rodeados, particularmente por una facción pro-imperial que se había formado en Roma. Bajo el pretexto de que
el emperador intentaba expulsarlo de Roma, Gregorio excomulgó a Federico por segunda vez el 20 de marzo de
1239, Domingo de Ramos. Este hecho significó el principio de la última fase de la gigantesca batalla entre el
papado y el imperio, acabando con la muerte del emperador y la caída de su dinastía.
Federico respondió a la excomunión con varios manifiestos, muchos compuestos por Pietro della Vigna,
miembro de la cancillería imperial, que tenía destacados dones literarios. El manifiesto subrayaba que los
cardenales debían participar en la dirección de la Iglesia y Federico incluso trató de promover la solidaridad
entre los príncipes seculares. Sin embargo, también intensificó sus actividades militares en el norte de Italia.
Para obtener financiación para su ejército instituyó una total reorganización administrativa de la Italia imperial
(como la formación de diez vice-regencias) y del reino de Sicilia. Además, decretó la estrecha vigilancia de la
población. En Italia central tomó la ofensiva, ocupando la Marca de Ancona y el ducado de Espoleto y en
febrero de 1240 su ejército marchó hacia los Estados papales y amenazó Roma. Pero en el último momento el
papa obtuvo el apoyo de los romanos.
Gregorio IX, miniatura. Biblioteca Nacional Marciana, Venecia
Tras la derrota de una flota genovesa que traía delegados a un concilio papal en Roma, más de cien eclesiásticos
de alto rango, cardenales y obispos entre ellos, fueron llevados presos por Federico a Apulia. Sin embargo, esta
victoria militar demostró ser un estorbo político, pues proveyó material de propaganda en contra del emperador
como opresor de la Iglesia. Mientras estaba acampado frente a Roma, Federico recibió la noticia de la muerte de
Gregorio, retirándose a Sicilia. Coincidiendo con ello, los mongoles habían invadido Europa. Fueron detenidos
temporalmente en la sangrienta batalla de Liegnitz en Silesia el 9 de abril de 1241, pero probablemente fue solo
la súbita muerte de su dirigente, el gran kan Ögödei, lo que impidió un mayor avance mongol en ese tiempo. El
breve pontificado de Celestino IV fue seguido por un largo interregno. Cuando en 1243 Inocencio IV fue
elegido, Federico, a instigación de los príncipes alemanes y del rey Luis IX de Francia, entabló negociaciones
con el nuevo papa. El acuerdo entre ambos parecía cercano por el desalojo de los Estados papales, cuando en
junio de 1244 Inocencio huyó de la ciudad. En Lión convocó un concilio en 1245 y en julio de ese año destituyó
al emperador, siendo el obstáculo para la reconciliación la condición de las comunas lombardas.
La batalla entre el emperador y el papado alcanzó su máximo apogeo; por parte papal el emperador fue
etiquetado como precursor del Anticristo; por parte imperial fue saludado como un mesías. El emperador apoyó
la demanda contemporánea de que la Iglesia debía volver a la pobreza y santidad de la primitiva comunidad
cristiana y apeló a los príncipes de Europa a unirse en una liga defensiva contra los prelados ambiciosos. Sin
embargo, la mayoría de los príncipes permanecieron neutrales y aunque dos sucesivos pretendientes al trono
alemán recibieron poco apoyo, el emperador perdió prestigio en Alemania. En mayo de 1247 el planeado viaje
de Federico a Lión para abogar por su causa ante el concilio papal quedó interrumpido por la revuelta de la
estratégica ciudad de Parma. Como consecuencia de esta debacle, buena parte de la Italia central y de la
Romaña se perdieron. Al año siguiente el emperador sufrió más contratiempos; Pietro della Vigna, durante
muchos años confidente suyo, fue acusado de traición y se suicidó en la cárcel. En mayo de 1249 el rey Enzio
de Cerdeña, hijo favorito del rey, fue capturado por los boloñeses, siendo encarcelado hasta su muerte en 1272.
La posición del emperador, tanto en Italia como, por los esfuerzos de su hijo Conrado IV, en Alemania, estaba
mejorando, cuando súbitamente murió en 1250. Fue enterrado en la catedral de Palermo, cerca de su primera
esposa, sus padres y su padrino normando. Cuando se supo la noticia de su muerte, toda Europa quedó
profundamente perturbada. Surgieron dudas de si realmente había muerto; por todas partes aparecieron falsos
Federicos; en Sicilia surgió la leyenda de que había sido transportado al volcán Etna; en Alemania de que estaba
recluido en una montaña y regresaría para castigar a la mundana Iglesia y restablecer el Sacro Imperio. También
que vivía en sus herederos. No obstante, a los 22 años de su muerte todos ellos habían muerto, víctimas de la
batalla contra el papado
que de
su Italia
padre central
había comenzado.
Mapa
y meridional en el siglo XIII
Valoración.
El carácter de Federico estuvo marcado por agudas contradicciones, que fueron resultado de su insegura y
emocionalmente estéril infancia. La afabilidad y simpatía encantadora estuvieron acompañadas por la crueldad;
la dureza y rigidez fueron de la mano con una inteligencia superior y un agudo sentido de la realidad; la
tolerancia y la intolerancia iban parejas; la sensualidad impulsiva impedía el camino de la piedad genuina; el
desequilibrio y la discordia interior empañaron su personalidad y sus logros.
Federico no puede ser considerado el primer hombre moderno en el trono ni un pionero del Renacimiento, como
algunos historiadores han mantenido. Aunque su fecunda personalidad anunciaba ciertas tendencias
intelectuales de tiempos posteriores, fue, por encima de todo, un hombre medieval. Tuvo la dicha de crecer en
Sicilia en una cultura mezclada que combinaba de forma inusual elementos de la antigüedad, la sabiduría árabe
y judía, el espíritu occidental de la Edad Media y el realismo normando. La vida intelectual de su corte reflejó
esta herencia. Una cortesana "república de eruditos" nutrió y fomentó las ciencias naturales, así como la
filosofía, poesía y matemáticas, con traducciones y escritos originales, tanto en latín como en lengua vernácula.
La meta del conocimiento sin miramiento por las autoridades tradicionales fue característica suya y de su corte.
Testimonio del vigor intelectual y distinción de Federico mismo y los que le rodeaban es el contenido y estilo de
sus grandes códices y manifiestos legales, muchos de los cuales sirvieron como ejemplo a las generaciones
posteriores; los edificios que construyó, particularmente el estilo clásico del Castel del Monte, una fusión de
poseía y matemáticas; aún más destacada es su propia obra De arte venandi cum avibus, una autoridad en
cetrería basada totalmente en su propia investigación experimental. El concepto de Federico de la función de
emperador estaba enraizado en la ideología del periodo greco-romano y la filosofía judeo-cristiana de la Edad
Media, subrayando la sacralidad y carácter universal del cargo. A la luz de ello, Federico demandó la
prominencia del emperador sobre los demás gobernantes seculares, indudablemente en un mal tiempo, cuando
las naciones-Estado se estaban desarrollando. De ahí que las políticas de Federico, repletas de promesas
intelectuales y políticas, estuvieran en realidad tenazmente empañadas por la tragedia.
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