Pancho Lezama De Las Piedras a Roma, y a Jerusalem (II) Presentamos hoy un extracto de la 2ª parte de la entrevista de ANA JEROZOLIMSKI al P. Francisco Lezama, sdb, aparecida en el Semanario Hebreo, edición del 23 de julio de 2015. ¿En qué consiste el estudio de las Sagradas Escrituras? Va más allá de conocer la Biblia. Sagrada Escritura es una especialización en el estudio del texto bíblico, que a nivel católico se puede estudiar en Roma y en Jerusalem. Solamente allí hay centros habilitados para dar ese título, que no consiste tanto en la reflexión teológica del mensaje sino en estudiar el texto mismo, en el contexto histórico, en los aspectos idiomáticos, arqueológicos; un estudio, diríamos, científico del texto. Uno podría pensar, justamente, que eso es lo más básico: conocer a fondo el texto. Exactamente. Pero como son textos escritos hace tanto tiempo en una cultura muy distinta a por lo menos a la nuestra, occidental, requiere mucho estudio. Requiere aprender los idiomas bien. Para tener una idea: el primer año solo se estudia hebreo y griego, todo el año. En mi grupo arrancamos 69, un número muy bajo. Terminamos 39. O sea, fueron quedando por el camino, porque es muy exigente. Pero cuando se empieza a aprender los idiomas y al final de ese año se es capaz de tomar el texto original, hebreo o griego, y leerlo sin problemas, es un placer. Tú sabes leer hebreo bíblico. Quizás no puedas pedir con soltura el cafecito acá donde estamos sentados –ya, por suerte, por tercera vez–, pero para recitarme Salmos en hebreo no tendrías dificultades. Ningún problema. Y el cafecito también lo puedo pedir, lo reconozco. Después de ese año de hebreo y griego, todavía cursé tres semestres más de hebreo. El primer año,uno tiene todos los elementos de gramática, lo fundamental; y después vienen tres semestres más, para empezar a entender los matices, los giros, las expresiones del hebreo y del griego. Después tuve que estudiar arameo también, y bueno, después algunos idiomas más vinculados con las primeras traducciones que se hicieron, que son muy importantes: sobre todo el latín, en el que se hicieron traducciones muy tempranas. Y tuve que estudiar también siríaco, alguna cosita de copto, solamente para reconocer las raíces, y alguna cosa más. También esto exige estudiar los idiomas modernos, porque la realidad es que hoy casi todo se escribe en inglés, pero los pioneros de los estudios bíblicos fueron los franceses y los alemanes, y hay muchas cosas que todavía están escritas solo en francés y alemán. Para los judíos el Viejo Testamento es el texto bíblico sagrado, para los cristianos lo son el Viejo y el Nuevo. ¿Tú ves alguna diferencia entre el estudio o la fe en lo que está escrito en el Viejo Testamento y en el Nuevo? No sé si estoy haciendo una pregunta sacrílega para judíos y cristianos… Quiero ser muy respetuoso de las distintas maneras en que muchas personas pueden responder a esa pregunta, y muchas corrientes, sea del judaísmo, sea del cristianismo. Lo que menos quiero es faltar el respeto. Obviamente, ha habido posiciones extremas, que han sido condenadas por la Iglesia. Algunos decían: “No, el Viejo Testamento hay que dejarlo, porque lo que importa es el Nuevo”. Los apóstoles citan al Antiguo Testamento todo el tiempo, son judíos, van a rezar al templo, que todavía no habían destruido los romanos. O sea, esa es una posición extrema, que no sirve. Los teólogos católicos junto con rabinos, junto con teólogos judíos, están profundizando en esto. Hace unos años salió un documento del Vaticano, “La lectura judía de las escrituras”. El mismo busca aprovechar la lectura que hace la tradición rabínica de las Escrituras por parte de los cristianos. Eso también nos tiene que ayudar a nosotros. Entonces, todavía se está estudiando. Más allá de responderte con lo teológico, te puedo responder con mi experiencia. Para mí leer el Nuevo Testamento como algo escrito desde este pueblo judío, es muy cristiano. Esto me recuerda, con una sonrisa, que una vez, siendo yo catequista, una niña tenía que hacer un trabajo sobre Jesús, y escribió “Jesús era hijo de María, que era una señora muy cristiana”. Una de las grandes historias bíblicas que yo me acuerdo de haber estudiado en la escuela es la Caída de las murallas de Jericó. Claro... las murallas de Jericó, las trompetas, las siete vueltas alrededor. Entonces uno se pregunta cómo puede ser. La solución simplista sería decir “Acá hay una mentira”. Pero lo que hay que tratar de ver es lo que quiso transmitir quien escribió el texto. Si uno piensa que el pueblo judío ha tenido muchas etapas de resistencia, etapas de necesidad de esperanza, de saber que Dios estaba con él, entonces poder escuchar esta historia, poder sentir que la confianza en Dios derrumba las murallas, es una imagen muy fuerte. O sea, que se puede estudiar el contexto en el que fue escrito el relato. El que estaba escribiendo el texto bíblico, el profeta, necesita infundir esperanza al pueblo, necesita infundir la conciencia de eso. Y se toma la licencia literaria de utilizar tradiciones de la entrada de los judíos en la tierra, y armar esta historia de la toma de Jericó. También lo sabemos por los registros de la historia, del mismo texto bíblico, de que siempre estuvo la tentación de confiar mucho en las murallas y en los muros y en las separaciones; entonces, el relato que muestra que Dios es más poderoso que las murallas significa también una llamada. Esto te permite captar lo más profundo del texto bíblico. Es una interpretación interesantísima... Estos descubrimientos no solamente no desacreditan la Biblia, sino que al final la hacen todavía más significativa. Porque te ayudan a entenderla, pero, además, te ayudan a pensarla para el hoy también, ¿no?