Carlos - Cineclub Sabadell

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Off the record: terror(ismes) | 8 de desembre de 2011 | Horari: sessió única, 21.00 h
Carlos
2011, Olivier Assayas
Sinopsi
Carlos explica la història d’Ilich Ramírez Sánchez, que durant dues dècades va ser un dels terroristes més buscats arreu. Entre 1974, quan va
intentar assassinar a un home de negocis jueu
a Londres, i 1994, quan va ser arrestat a Khartum, va viure diverses vides sota diversos pseudònims seguint el seu camí a través de les complexitats de la política internacional de l’època.
Qui era Carlos? Com s’ho va fer per mantenir
unides les seves variades personalitats? Qui era
abans de comprometre’s en cos i ànima amb una
lluita interminable? Carlos va protagonitzar la
història del terrorisme internacional de les dècades de 1970 i 1980, abastant des de l’activisme
pro-palestí fins a l’Exèrcit Roig Japonès.
Sobre Olivier Assayas
Fitxa artística
Edgar Ramírez . . . . . . . . . . . Ilich Ramírez Sánchez “Carlos”
Alexander Scheer . . . . . . . Johanes Weinrich
Nora Von Waldstatten . . .Magdalena Kopp
Ahmad Kaabour . . . . . . . . . Wadi Hadad
Christoph Bach . . . . . . . . . . Hans-Hoachim Klein “Angie”
Juana Acosta. . . . . . . . . . . . Novia de Carlos
Fitxa tècnica
Director . . . . . . . . . . . . . . . . Olivier Assayas
Productor . . . . . . . . . . . . . . Daniel Leconte
Direcció artística . . . . . . . . Françoise-Renaud Labarthe
Fotografia . . . . . . . . . . . . . . Yorick Le Saux,
Denis Lenoir
Muntatge . . . . . . . . . . . . . . Luc Barnier,
Marion Monnier Vestuari . . . . . . . . . . . . . . . . Jurgen Doering
Durada . . . . . . . . . . . . . . . . . 165 mín
Any . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .2010
Olivier Assayas és, sens dubte, un dels principals exponents del cinema francès actual.
Va néixer l’any 1955 i va realitzar estudis de
pintura i literatura. L’any 1979 va realitzar
un primer curtmetratge de títol Copyright.
Anys després va destacar com a crític cinematogràfic a la revista Cahiers du cinéma.
Va escriure els guions de les pel·lícules Rendezvous (1985) i Le lieu du crime (1986)
de l’important director André Téchiné. El
seu primer llargmetratge fou Désordre l’any
1986, que va guanyar el Premi de la Crítica
al Festival de Venècia. La seva producció es
caracteritza per un magnífic us de la fotografia com a recurs narratiu, així com per una
constant tendència a l’experimentació.
licías. Detrás vino todo lo de Viena: el secuestro de los representantes de la OPEP. A
partir de ahí los medios le convierten en un
personaje de novela. En realidad de él, aunque dijera la prensa lo que quisiera, recelaban tanto de los movimientos árabes como
de los de izquierdas extremas.
¿Es una película oportuna, teniendo en
cuenta la situación árabe?
Olivier Assayas habla de Carlos
El momento actual por el que pasan los
países árabes no creo que tenga influencia
alguna en la visión de la película. Lo que
quería mostrar en el filme es el papel totalitario de gobiernos como el de Líbano, Yemen o Siria. Algo que el momento actual ha
venido a demostrar que era así. El hoy no ha
hecho más que explicitar lo que ocurría en
aquellos países.
¿Se han estrenado por igual las dos versiones de Carlos?
¿Es fiel a la historia real o es una ficción
cinematográfica?
La versión doble de Carlos se ha estrenado
en varios países, como Alemania, Estados
Unidos o Reino Unido. Su éxito ha sido
parecido, aunque, lógicamente, la versión
corta se llegase a estrenar en más salas.
Cuando comencé a trabajar en el proyecto
estaba intimidado por la dificultad del mismo, por el mundo turbio y oscuro sobre el
que iba a tratar. Era, por supuesto, un terreno peligroso el tratar de hablar sobre la
política en Oriente Medio. Quería, con la
distancia que da el tiempo (Carlos corresponde a veinte años que van desde los años
setenta a los noventa), iluminar la historia,
ver el porqué de los hechos ocurridos. No
fue fácil. Busqué todo lo que se había escrito sobre Carlos. Sobre todo la investigación
que había llevado un periodista francés que
había sido corresponsal en Oriente Medio
para Le monde y Liberation. Después seguí
investigando todas las fuentes disponibles,
que eran muchas y variadas. La película,
¿Es la biografía de un terrorista?
Carlos, el personaje, es una invención mediática. Hay que distinguir entre la persona
real y la mitificada por los medios. Mi acercamiento al personaje es desde un punto de
vista realista, humano. ¿Por qué esta persona se convirtió en el terrorista Carlos? Él
era venezolano, luchador en pro de la causa
palestina, fue uno de los jefes de esta lucha
en Europa. Luego, en París mató a unos po-
por ello, presenta una visión muy cercana a la
realidad. La labor que realicé fue tan compleja
como la de un historiador.
¿Su primera opción para el protagonista fue
un actor desconocido?
Los productores querían como actor a Javier
Bardem o Gael García Bernal, pero no me parecían adecuados. Necesitaba un actor que hiciese más veraz la película. El intérprete debía ser
joven, tener la edad correcta, que fuera latino,
con presencia física. Cuando di con Edgar Ramírez supe que era la persona ideal para hacer
de Carlos. Además hablaba cuatro idiomas. Y,
por si fuera poco, poseía una cultura política
enorme, por lo que terminó siendo un gran
colaborador. Conocía cosas de Venezuela y
hechos que yo desconocía. Se convirtió en un
artesano. Mientras yo dirigía la película desde
fuera, él la dirigía y la asimilaba desde dentro.
Cuando terminó el rodaje decidió hacer terapia, psicoanalizarse para decir adiós al personaje de Carlos.
¿Prefiere trabajar para cine o para televisión?
A la hora de escribir o de rodar un filme nunca pienso en el medio en el que se va a distribuir sino en las imágenes que lo van a hacer
posible. El proyecto se pensó para cine. Rodé,
en realidad, tres películas y en 35 mm; lo que
ocurrió es que, durando seis horas, era casi
imposible poder financiarlas pensando exclusivamente en las salas de cine. Esa fue la
razón por la que se recurrió a la televisión. La
versión completa se planteó para festivales,
circuitos reducidos y DVD. Para que la difusión fuera mayor se optó por hacer otra versión
que monté sin que esa reducción me resultara
problemática. Hay quien dice que ambas versiones, la larga y la corta, dan como resultado
dos películas diferentes. No lo sé en realidad.
Sé que mi trabajo para hacer posible la versión
corta fue muy grande, ya que me enfrentaba a
un difícil ejercicio de montaje pues debía conseguir, al pasar de una versión a otra, mantener
el ritmo, el tiempo, la narratividad. Fue más
difícil, sin duda, terminar la versión reducida,
pero a ambas versiones les tengo el mismo apego. De ambas estoy muy satisfecho, pero no sé
decir cuál de las dos prefiero. Para mí ambas
son igualmente queridas.
Font: http://www.encadenados.org/nou/todolo-demas/olivier-assayas-habla-de-carlos.
Comentari
Carlos explora los complejos tejidos del terrorismo internacional durante la Guerra Fría, al
tiempo que examina la fascinante figura del terrorista y sus contradicciones, alejando el mito
pero profundizando en el personaje.
En la consolidación de mitos y leyendas al
otro lado de la ley, el cine ha sido cómplice
de ficciones con más o menos complejos para
ayudar a seguir distanciándose de la siempre
imposible objetividad histórica. En el caso del
terrorista venezolano Ilich Ramírez Sánchez,
más conocido como Carlos “el Chacal”, ya encontró su correspondiente blockbuster de segunda en la amena “Caza al terrorista” (Christian Duguay, 1997), alimento para la inevitable
fascinación por la figura y su épica sin moral,
vía thriller de acción ligero y sin ninguna intención didáctica.
Lejos de aquellas deliciosas licencias de ficción, Carlos vuelve a Ramírez por otros cauces y como punto de intersección entre dos
coordenadas inevitables de su tiempo. De una
parte, se erige como una anomalía de formato que podría ser la primera piedra hacia una
normalización: la película de Olivier Assayas
nace como mini-serie de tres episodios, pero
su raza de cine ha permitido que se estrene en
varios países en sus dos versiones, la completa
de más de cinco horas y media y la reducida
a 165 minutos —a la que se refiere esta crítica—, sin que el éxito de la propuesta se viera
resentido en ninguno de los dos casos —más
allá de las lógicas diferencias de exhibición—.
Quizá [esto sea] consecuencia inevitable en un
momento dorado de la ficción televisiva que
propicia los trasvases al cine, y viceversa.
La otra realidad a tomar en consideración pertenece a una tendencia del género del biopic
que se ejemplifica en las no muy lejanas RAF:
Facción del Ejército Rojo (Uli Edel, 2008) y
— de un modo más tangencial— en Romanzo criminale (Michele Placido, 2005): un cine
que se construye con una cierta voluntad de
enciclopedismo histórico, y que mientras en
la cinta de Edel acusaba el pesado registro de
los hechos decisivos, en la de Placido vivía
más de la epopeya del grupo de amigos que
devienen reyes de la mafia romana. Carlos se
levanta a medio camino entre la narración que
recapitula la vida y obra del terrorista —es decir, los acontecimientos que le confirieron la
condición de estrella mediática del terror—,
y la inmersión en la personalidad y contradicciones del personaje. Assayas se adhiere a los
relatos originales volcándose en la meticulosa
reconstrucción de escenarios y sucesos a partir
de los testimonios y la documentación exhaustiva que hacen posible el proyecto. Y en medio
de esa revisión magnética de un mundo de
guerras subterráneas, confía el arrojo y carácter portentoso de Carlos a un comprometido
Edgar Ramírez, decisivo en su interpretación
para instaurar en el espectador antes la fascinación por lo inescrutable que la simpatía por
el mal matizado.
En ese doble ejercicio, Assayas encuentra reconstrucciones valiosísimas que se rubrican
con metraje documental —el episodio del
ataque a la OPEP y el accidentado secuestro
de varios de sus dirigentes— y que tejen una
maraña de relaciones internacionales que, en
última instancia, dibujan el paisaje político a
la sombra de la Guerra Fría: desde la ayuda
aportada por la Stasi a la cooperación de varios regímenes con el grupo terrorista de la
causa palestina al apoyo soviético. El trasfondo, el panorama internacional del terrorismo
sin el que no se entiende el mapa de intereses
actual, es capital en una obra en la que, sin
embargo, la fuerza primera es el protagonista
que la bautiza: un Carlos que, en su discreta
complejidad, reivindica la acción armada al
tiempo que demuestra preferencia por una
vida burguesa —[por ejemplo con] el nada
secreto placer de fumar un puro de la reserva
personal de Fidel Castro—, que devora con su
carisma toda duda de liderazgo pero sucumbe
a la vanidad estética de una liposucción, y que
pasa de mito escalofriante en París a apátrida
patético en Sudán.
Jordi Revert (www.labutaca.net)
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