HERMANO SAN MIGUEL (FRANCISCO FEBRES CORDERO) PRIMEROS PASOS: Francisco Febres Cordero nació en Cuenca (Ecuador) el 7 de noviembre de 1854. Pasó los primeros años de la infancia en una absoluta inmovilidad, lejos de la compañía de los niños de su edad a causa de una malformación de sus pies, asistido únicamente por el amor de sus padres. A los cinco años dio sus primeros pasos, dirigiéndose hacia una blanca Señora que lo invitaba dulcemente a seguirlo. LA VOCACION: 1863 – Los Hermanos de las Escuelas Cristianas abren una escuela en Cuenca, invitados por el Presidente García Moreno. Uno de los primeros alumnos es Francisco Febres que tiene 9 años. En la escuela continúa y perfecciona, sobre todo con las lecciones de catecismo y con el ejemplo de sus educadores, la educación cristiana recibida en familia. De ahí el surgimiento de su vocación lasallana. La pertenencia a una familia de la alta burguesía ecuatoriana, que no veía con buenos ojos que su retoño formase parte de un Instituto religioso cuyos miembros se dedicaban únicamente a la enseñanza, lo cual no le ofrecería la oportunidad de realizar una triunfal carrera eclesiástica y le cerraba el acceso a alguna otra más honorífica, como la de magistrado, de funcionario del estado o de hombre de armas supuso muchos obstáculos a sus aspiraciones. Pero su determinación supo vencerlos. 1868 ‐ La víspera de la fiesta de la Anunciación, vestía el hábito de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, recibiendo el nombre religioso de Hermano Miguel. Era el primer Hermano de las Escuelas Cristianas de América Latina en consagrarse a Dios mediante los votos. EL APÓSTOL: El Hermano Miguel, de inteligencia y sabiduría poco comunes, intuyó la importancia de la educación, a ella quiere dedicarse con todas sus fuerzas y su elección fue sin titubeos. “De dos cosas tiene necesidad mi misión – decía la Madre Teresa de Calcuta – manos para servir y corazón para amar”. Las “manos” del Hermano Miguel fueron su extraordinaria inteligencia y la increíble capacidad de trabajo. No obstante su dedicación a la enseñanza a tiempo completo y en todos los niveles, desde las clases elementales a las superiores, a los cadetes de la Academia militar y la catequesis diaria a los primeros comulgantes, supo adquirir una vasta cultura y producir una notable cantidad de publicaciones y libros de texto (más de cien títulos), adoptados no sólo en Ecuador, sino también en España y otras naciones de América Latina. El “corazón” era todo para el Señor y sus alumnos... EL ACADÉMICO: “El Hermano Miguel – ha escrito el académico ecuatoriano Roberto Espinosa – ha sido el mejor artífice de la escuela en Ecuador, como profesor, director académico y escritor”. Por sus méritos culturales y pedagógicos el 2 de agosto de 1892 fue incorporado a la Academia Nacional de la República del Ecuador y nombrado miembro correspondiente de la Real Academia de la Lengua de España. EN EUROPA: En el 1907, es llamado a Bélgica para trabajar en la traducción al español de los textos que adoptarán los Hermanos recientemente exiliados de Francia y establecidos en gran número en América Latina. Su salud, siempre delicada, se adapta mal a los rigores del clima belga y en consecuencia es trasladado a Premiá de Mar (Barcelona), en España. En 1910 el Hno. Miguel contrae una pulmonía y muere en Premia de Mar, con fama de erudito, de educador y de santo. La noticia de la muerte suscita conmoción y pesar. En Ecuador se declara luto nacional. LA EXALTACIÓN: 1937: Los restos mortales llegan desde España a Quito, capital del Ecuador. Son acogidos triunfalmente. La tumba se convierte en meta de continuas peregrinaciones. Gracias y favores celestes se suceden ininterrumpidamente. Con ocasión del centenario del nacimiento (1954) en Quito se inaugura un grandioso monumento en bronce y mármol “al mayor maestro ecuatoriano”, según las palabras del doctor Galo Plaza, presidente de la República. Fue beatificado por Su Santidad Pablo VI el 30 de octubre de 1977 y canonizado el 21 de octubre de 1984 por Su Santidad Juan Pablo II.