Domingo 31º Tiempo durante el año.

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Domingo 31º Tiempo durante el año. Ciclo A. domingo 30 de octubre de 2011
Mal 1, 14b-2, 2b. 8-10 “Ustedes se han desviado del camino y han hecho tropezar a muchos”
1 Tes 1,5b; 2, 7b-9. 13 “Deseábamos entregarles, no solamente el Evangelio de Dios, sino la vida”
Mt 23, 1-12
“No hacen lo que dicen”
Evangelio
Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos:
Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que
ellos les digan, pero no se guíen por sus obras, porque no hacen lo que dicen. Atan pesadas cargas
y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con
el dedo. Todo lo hacen para que los vean: agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus
mantos; les gusta ocupar los primeros puestos en los banquetes y los primeros asientos en las
sinagogas, ser saludados en las plazas y oírse llamar «mi maestro» por la gente.
En cuanto a ustedes, no se hagan llamar «maestro», porque no tienen más que un Maestro y
todos ustedes son hermanos. A nadie en el mundo llamen «padre», porque no tienen sino uno, el
Padre celestial. No se dejen llamar tampoco «doctores», porque sólo tienen un Doctor, que es el
Mesías. Que el más grande de entre ustedes se haga servidor de los otros, porque el que se ensalza
será humillado, y el que se humilla será elevado.
Comentario
El testimonio sacerdotal
La primera lectura de este domingo del profeta Malaquías, presenta una fuerte denuncia a la
conducta de los sacerdotes Israelitas. Les recrimina, su desobediencia a Dios y su vanidad: “Si no
escuchan y no se deciden a dar gloria a mi nombre…yo enviaré sobre ustedes la maldición”
Continua su seria advertencia por el antitestimonio y la mala doctrina: “Se han desviado del
camino, han hecho tropezar a muchos con su doctrina, han pervertido la alianza con Leví”
Por último les reprocha la acepción de personas al aplicar la ley, fuerte con los pobres y
complacientes con los amigos y poderosos. “Hacen acepción de personas al aplicar la ley… ¿Por
qué nos traicionamos unos a otros, profanando así la alianza de nuestros padres?
Este mal ejemplo sacerdotal, corrompe su credibilidad y aleja la estima y valoración del
pueblo. Ellos que tenían la responsabilidad de ser guías de sus hermanos, por el don confiado de
Dios, se convirtieron en desertores de la comunidad.
Dice el texto: “Han pervertido la alianza” rompieron el pacto de amor con Dios, quebrando sus
mandamientos, revindicando el culto a sus propias personas y volviendo a la veneración de los
antiguos ídolos paganos.
En definitiva dejaron de ser verdaderos padres de su pueblo y auténticos hermanos de su
prójimo. Por eso se pregunta el profeta: ¿no tenemos todos un solo Padre? ¿Como es que no
vivimos como hermanos, en una misma familia, adorando al único Dios y respetándonos unos a
otros? ¿No nos ha creado un solo Dios? ¿Cómo es que tenemos otros dioses, y dejando de ser
verdaderos hijos, nos transformamos en extraños y rivales entre hermanos?
Los sacerdotes tienen en gran parte la responsabilidad del desvió y alejamiento del pueblo
cuando se predican a sí mismo y no trasmiten el mensaje de Dios, siendo mal testimonio de su
prójimo.
Por su puesto que siempre habrá un resto fiel, celoso y enamorado del Señor y su palabra. En
esto se cumple lo que decía Napoleón Bonaparte: “No hay malos soldados, sino malos capitanes”
Alguien dijo que los sacerdotes se tienen que preparar como verdaderos Padres espirituales
de su pueblo y no como tíos, es decir, no comprometidos o involucrados con la demanda y
exigencias de los hermanos, y complacientes con regalos que agraden los oídos y el corazón del
prójimo pero manipulando la verdadera enseñanza de Dios.
La incoherencia cristiana
En el evangelio el Señor, critica a los que detentaban la autoridad religiosa de su tiempo, los
escribas, expertos y especialistas en la traducción e interpretación de la ley y los fariseos, grupo
político y antiromano, cumplidor escrupuloso e hipócrita de los mandatos, por su incongruencia,
incoherencia o divorcio entre lo que dicen y lo que hacen. Ellos estaban sentados en la cátedra de
Moisés, es decir eran los guías religiosos de sus hermanos, pero dejaban mucho que desear en su
conducta. Dice el texto: “Ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les digan, pero no se guíen por
sus obras, porque no hacen lo que dicen”
Cargan sobre los pobres e indefensos pesadas cargas, de normas minuciosas, complicadas, y
exageradas, que ni ellos mismos la viven. También pecan de ostentación. “Todo lo hacen para que
los vean. Agrandan las filacterias y alargan los flecos de sus mantos; les gusta ocupar los primeros
puestos en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, ser saludados en las plazas y
oírse llamar «mi maestro» por la gente.
Las filacterias eran unos estuches donde guardaban en pergaminos textos de la biblia, para
no olvidarlos, y hacerlos merecedores de respeto y piedad, cosa que no vivían. Alargaban los flecos
para mostrarse con más autoridad, y ocupaban los primeros puestos en las sinagogas y banquetes,
buscando el halago y la deferencia del pueblo. Querían que los llamasen doctores o maestros,
haciendo prevalecer sus títulos antes que el propio servicio.
Por eso Jesús, les dice a los apóstoles que esta formando, que no sigan el ejemplo de estos
escribas y fariseos. Al contrario, el mismo Jesús es ahora, el modelo a seguir, que no vino a ser
servido sino a servir.
El, verdaderamente es el maestro, y nosotros somos discípulos, el Doctor, y nosotros sus
aprendices. Tenemos un Padre común, el Padre del cielo, y todos somos hermanos. Cuando se
pierde esta dimensión de la paternidad de Dios, el hombre se pierde en la orfandad.
Los que detentan una autoridad, un cargo social, político, escolar, y hasta los mismos padres
de familia, tienen el compromiso en conciencia de ejercer esta verdadera paternidad, con humildad y
servicio, ni abusando, como los tiranos, ni aflojando como los permisivos.
El ministerio sacerdotal también es un compromiso de paternidad y de maternidad. Así lo
expresaba San Pablo en la lectura a la comunidad de Tesalónica:
“Fuimos tan condescendientes con ustedes, como una madre que alimenta y cuida a sus hijos.
Sentíamos por ustedes tanto afecto, que deseábamos entregarles, no solamente la Buena Noticia de
Dios, sino también nuestra propia vida: tan queridos llegaron a sernos”
Alguien dijo una vez, que “si en dos mil años los sacerdotes no pudieron destruir la Iglesia,
nadie lo podrá hacer”. Reconociendo los antitestimonios sacerdotales, escándalos, y confusiones
doctrinales de nuestro tiempo y de toda época, apelamos también al ejemplo de tantos sacerdotes y
pastores santos, que viven en el silencio, en el trabajo, en el servicio diario su vocación y entrega.
Cierta prensa descalificadora de la obra de la Iglesia, carga las tintas sobre la actitud y malos
ejemplos de algunos pastores, olvidando el bien que hacen otros. Se cumple lo del dicho: “Hace más
ruido un árbol que cae, que un bosque que crece”. También esta la crítica y envidia de los mismos
colegas, y de algunos laicos sobre la figura del sacerdote, que con severidad caen ante faltas
humanos que no son pecados graves. Y así se vuelve a cumplir la sentencia. “El que hace mil y no
hace una, pierde las mil por una”
Pidamos a Dios, que podamos vivir lo que dice el libro camino: “Te ha dolido como una
puñalada en el corazón, que dijeran de ti que hablaste mal de aquellos sacerdotes. Y me alegro de tu
dolor; ahora sí que estoy seguro de tu buen ejemplo… Amar a Dios y no venerar al sacerdote…no es
posible. (Nº 73-74)
Padre Luis Alberto Boccia. Cura Párroco. Parroquia Santa Rosa de Lima. Rosario
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