Seguidores de Jesús: San Vicente de Paul

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SEGUIDORES DE JESÚS
27 de septiembre
SAN VICENTE DE PAÚL
DETALLES DE ESTE DÍA / FIESTA
No se saben, con seguridad, su lugar
y fecha de nacimiento. Pero según la
teoría de Pouy, Vicente de Paúl
nació en una pequeña casa rural en
las afueras de la aldea de Pouy, a
unos cinco kilómetros de la ciudad
de Dax, en el departamento de Las
Landas, situado al suroeste de
Francia. En el lugar de su
nacimiento, conocido hoy como
Berceau de Saint Vincent de Paul,
se levanta una modesta construcción
de ladrillo y vigas de madera muy
parecida a la casa en que nació
Vicente en abril de 1580 ó 1581. No
existe registro de su nacimiento ya
que la inscripción de partidas no se inició hasta 1648.
Era el tercero de seis hermanos. La modesta condición de la familia hizo
que muy pronto el niño Vicente tuviera que contribuir con su trabajo
de pastor de ovejas y de cerdos a la economía familiar. Pronto también dio
muestras de una inteligencia despierta, lo que llevó a su padre a pensar
que podía hacer una carrera eclesiástica. Cursó estudios primarios y
secundarios en Dax, y posteriormente filosofía y teología en Toulouse
durante siete años. Estudió también en Zaragoza. Se ordenó sacerdote
muy joven.
Una serie de peripecias (no muy bien conocidas) dio con él a los treinta
años en París, donde encontró inicialmente algunas pequeñas
ocupaciones sacerdotales, hasta que por recomendación de un prestigioso
amigo sacerdote, entró en 1613 en la importante casa de los señores de
Gondi como preceptor de los niños y posteriormente director espiritual de
la señora. Los viajes por las tierras de los Gondi llevaron a Vicente a un
conocimiento de primera mano de las lastimosas condiciones de vida
materiales y espirituales de la población campesina, y también del clero
parroquial que les atendía con serias deficiencias.
Esta experiencia y su propia evolución espiritual, cuyos perfiles exactos
nos son poco conocidos, le llevaron a una decisión irrevocable de
dedicar su vida sacerdotal, a la evangelización y redención de la
población campesina y a la formación de sus sacerdotes. A partir de esa
decisión, la vida de Vicente de Paúl mantiene hasta su muerte a los
ochenta años, en 1660, una línea constante de dedicación a la redención
espiritual y material de los pobres.
Su visión, limitada en sus comienzos a la población campesina, se fue
ensanchando progresivamente hasta incluir condenados a galeras,
enfermos pobres, niños abandonados, soldados heridos, esclavos, ancianos
desamparados, mendigos, refugiados de guerra o nativos paganos de
Madagascar. Movilizó para ello a sacerdotes (Congregación de la Misión,
Conferencias de los Martes), a hombres y mujeres de la nobleza, de la
burguesía y del pueblo llano (cofradías parroquiales de caridad y Damas
de la Caridad), a jóvenes campesinas (Hijas de la Caridad); a todos ellos
intentó contagiar con su propia visión del Evangelio y su experiencia
cristiana, basada en las palabras mismas de Jesús en el evangelio de Lucas:
“El Señor me ha enviado a anunciar la Buena Noticia a los pobres, la
liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la libertad a los oprimidos”
(Lc 4, 18).
Desde esta experiencia, inició Vicente de Paúl su inmensa actividad
como animador y Fundador de diversas Asociaciones y Congregaciones
Religiosas y de Seglares con vistas a atender a los pobres. Así, en 1617,
sintiendo la necesidad de organizar obras prácticas de caridad en Châtillon,
fundó “las Caridades” (más tarde conocidas como Damas de la Caridad
y actualmente llamadas AIC, Asociación Internacional de Caridades). Éstas
se extendieron rápidamente por toda Francia y luego por el mundo,
llegando a contar con más de 260.000 miembros. Durante su vida redactó
los estatutos para numerosas Caridades que surgieron en toda Francia.
En 1625, fundó la Congregación de la Misión, también llamada de
Misioneros Paúles, Lazaristas o Vicentinos. En el momento de su muerte,
la Congregación había llegado a Polonia, Italia, Argelia, Madagascar,
Irlanda, Escocia… Ejerció como Superior General de la Congregación
hasta su muerte, celebrando reuniones regulares del consejo, escribiendo
sus reglas, dirigiendo las asambleas generales y resolviendo cantidad de
problemas fundacionales.
En 1633, junto con Luisa de Marillac, fundó la Compañía de las Hijas
de la Caridad. Con Luisa a su lado, actuó como Superior General,
presidiendo los frecuentes consejos, redactando una regla y resolviendo
la base jurídica, un tanto revolucionaria, que haría de la Compañía
una fuerza apostólica poderosa en los años venideros. Durante su vida,
se erigieron más de 60 casas entre Francia y Polonia. Después, la Compañía
llegó a ser una de las más grandes y numerosas congregaciones de la
Iglesia.
En el proceso de guiar a los grupos que fundó, Vicente mantuvo una
enorme correspondencia, con más de 30.000 cartas, de las que solamente
se conserva un diez por ciento. Dio frecuentes conferencias a la
Congregación de la Misión y a las Hermanas. Únicamente se conserva un
pequeño número de ellas.
De 1628 en adelante se fue comprometiendo en la reforma del clero,
organizando Ejercicios Espirituales para ordenandos, las Conferencias
de los Martes y retiros para sacerdotes. En los últimos 25 años de su vida
se encargó de la fundación de Seminarios para el clero diocesano, obra
que describió como “casi igual” y en otras ocasiones “igual” a la de las
Misiones. Llegó a fundar veinte.
En 1638, se encargó de la obra de los Niños Expósitos. Más de 300 eran
abandonados anualmente en las calles de París. Según los casos, asignaba
un número de Hijas de la Caridad a la obra y tuvo 13 casas para recibirlos.
A partir de 1639, Vicente comenzó a organizar campañas para
socorrer a los que sufrían por la guerra, las plagas y el hambre. Uno de
los ayudantes de Vicente, el Hermano Mateo Regnard, hizo 53 viajes,
atravesando las filas del enemigo disfrazado, llevando dinero de Vicente
para auxilio de los que se encontraban en zonas de guerra.
Al mismo tiempo, fue amigo y, a menudo, consejero de muchos de los
guías espirituales de su tiempo. En 1652, cuando la pobreza rodeaba
París, Vicente, a los 72 años, organizó ingentes programas de socorro
que repartían sopa dos veces al día a miles de pobres en San Lázaro y
alimentaban a miles más en las casas de las Hijas de la Caridad. Organizó
colectas, llegando a recoger cada semana de 5 a 6 mil libras de carne, de 2 a
3 mil huevos y provisiones de ropa y utensilios.
Tan impresionantes fueron las actividades de Vicente, que el
predicador de su funeral declaró: “Poco le faltó para cambiar la faz de
la Iglesia”. Vicente se dedicó casi toda su vida a los pobres y hacer el
bien a los demás. El 27 de septiembre de 1660, pasó a la vida en
plenitud que Dios le ofrecía. El papa León XIII proclamó a este sencillo
campesino, como Patrono de todas las Asociaciones Católicas de Caridad.
A LA LUZ DE LA PALABRA DE DIOS
EVANGELIO: Lucas 4, 14-22a
En aquel tiempo, Jesús, con la fuerza del Espíritu, volvió a Galilea y
su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las
sinagogas y todos lo alababan.
Fue a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como
era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la
lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y desenrollándolo
encontró el pasaje donde estaba escrito:
«El Espíritu del Señor está sobre mí,
porque él me ha ungido.
Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres,
para anunciar a los cautivos la libertad
y a los ciegos la vista.
Para dar libertad a los oprimidos,
para anunciar el año de gracia del Señor».
Y enrollando el libro, lo devolvió al que le servía y se sentó. Toda la
sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles:
- «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír».
Y todos le expresaban su aprobación y se admiraban de las palabras
de gracia que salían de sus labios.
HOY, NUESTRA HORA
No es complicado sentirse sorprendido por aquello que nuestros ojos
ven y nuestro corazón contempla. Así, cuando descubres a Jesús de
Nazaret, con una sensibilidad muy especial, capaz de “percibir” hasta los
signos y gestos más insignificantes de las diversas personas con las que
se va encontrando en los caminos de Palestina, te maravillas. Otro tanto
ocurre con hombres y mujeres que, a lo largo de los tiempos, muestran a
las claras esa misma sensibilidad para percibir las más diversas
situaciones y ponerse manos a la obra, aunque sea desde sus propias
limitaciones.
El testigo que hoy contemplamos es una buena muestra de este hecho que
constatamos. San Vicente de Paúl presenta esa sensibilidad y sintonía
con las situaciones más complejas y pone alma y corazón en hallar una
respuesta a esas situaciones y hacerlo desde la misma óptica del
Maestro de Nazaret, y con las CLAVES que el mismo Jesús asumió.
Ésta es la realidad de San Vicente de Paúl.
San Vicente descubre en Jesús la clave para su vida. El relato del
Evangelio donde se nos presenta a Jesús en la sinagoga de Nazaret,
asumiendo su Misión (“El Señor me ha enviado a anunciar la Buena
Noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos, la
libertad a los oprimidos” (Lc 4, 18) será también para San Vicente y
para las diversas Familias que puso en marcha, el estilo de vida y de
acción. Si Jesús, en Nazaret, asume su vida desde este proyecto de DiosPadre, ahora, San Vicente de Paúl descubre que, efectivamente, ahí está
la clave desde la que merece la pena vivir y entregarse sin límites. Es el
primer “dato” y de una importancia singular, sin duda alguna, en la vida de
este testigo y en la contemplación que su figura nos sugiere.
Otra clave de la vida de este testigo, que fue San Vicente: en unas
circunstancias concretas y desde la sensibilidad evangélica, descubre toda
la crudeza y el drama que vivía la POBLACIÓN CAMPESINA, en
unas condiciones de vida lastimosas, tanto materiales como espirituales.
Aquí surge la “vena evangélica” de Vicente de Paúl y esta realidad le
marcará para toda su vida, hasta el punto de optar por dedicar su vida
y su ministerio sacerdotal a paliar esa situación, a la que, con el paso del
tiempo, se irán añadiendo diferentes situaciones sociales (de las más
variadas) y que harán que dedique su vida a favor de los más pobres y
marginados de aquella sociedad y que, luego, su Familia continuará
con empeño y compromiso.
Como ocurrió en Jesús de Nazaret, para quien los pobres y marginados
tenían una preferencia especial y notoria, ahora, Vicente de Paúl, fiel
discípulo del Maestro de Nazaret, se propone el mismo camino y la
misma finalidad. Y de veras que lo consigue en ese su empeño sin límites,
respondiendo -de hecho- a las realidades más complicadas, creando
para ello diversas Asociaciones y Congregaciones Religiosas. Los
POBRES son los preferidos de este significativo hombre, y así renueva
lo que el mismo Jesús de Nazaret vivió y puso en marcha. ¡Admirable!
Pero, también, haya otra clave en la vida de San Vicente de Paúl, y que es
necesario tomar conciencia y aceptar como algo significativo en su
dedicación y empeño. Es el descubrimiento de las profundas carencias
de formación (en todos los sentidos) del CLERO PARROQUIAL, por lo
que San Vicente de Paúl aporta su “grano de arena” a esta parcela de la vida
eclesial. Así, se pondrá manos a la obra, tratando de dar una respuesta la
más adecuada y positiva a esta realidad. Por lo tanto, organizando
Ejercicios Espirituales para los ordenandos, como también los Retiros
para sacerdotes y empeñándose en la fundación de nuevos Seminarios
para llevar a cabo dicha labor, una labor inmensa y que tantos frutos ofreció
a lo largo de su vida dedicada y empeñada.
HOY y AQUÍ, para nosotros, esta figura es una inmensa invitación a
vivir la sensibilidad evangélica para hacer las mismas opciones que el
Maestro de Nazaret, haciendo de los POBRES ese lugar preferencial de
opción, en sus múltiples expresiones y situaciones; como también,
poniendo al servicio de la Iglesia y de sus necesidades, alma y vida, con
el fin de responder a las urgencias que están ahí y que requieren corazones
evangélicos, y con capacidad de “presencias vivas”.
La contemplación de San Vicente de Paúl nos puede llevar a renovar las
claves de nuestra vida, de nuestro compromiso de seguimiento del
Maestro y de disponibilidad ante las urgencias que vive nuestra
comunidad eclesial. Ojalá tengamos el valor para afrontar estos desafíos
que están ante nuestros ojos. ¡Buen ánimo!
ORACIÓN
Dios y Padre
que amas a todas las criaturas,
pero que sientes una preferencia especial
para con los más pobres y marginados.
Padre bueno,
Tú has querido mostrarnos tu amor
por medio de tu Hijo amado,
presencia viva y portadora de vida,
y que ha compartido, hasta el extremo,
tu cercanía y ternura amorosa
con los más necesitados y olvidados.
Padre,
al celebrar hoy a tu fiel siervo San VICENTE DE PAÚL,
que vivió para los pobres,
dando a las diversas situaciones
una respuesta evangélica y llena de generosidad.
Concédenos vivir las CLAVES que él vivió,
y ser para nuestro entorno y para nuestro mundo
esa presencia vivificadora
y portadora de tus dones de salvación y de vida,
y así te sientan como el Padre bueno
que busca constantemente el bien
de cada uno de tus hijos e hijas.
PLEGARIA
SER TESTIGO ES ARRIESGADO
Yo sé, dice el Señor, que la misión es arriesgada.
Duros son los trabajos evangélicos:
sembrar buena semilla en tierra dura
y limpiar los campos de espinas y zarzas.
Y los frutos, ¿quién sabe?, tan exiguos,
y con ellos la cizaña siempre mezclada.
Es dura la misión: hablar de Dios,
defender a los pobres y oprimidos,
estar con los que pierden, las víctimas,
decir no a los poderosos y violentos.
Se reirán de vosotros los que mandan,
irán contra vosotros los que tienen.
¡El vuelo de la paloma dispersado
por halcones terribles, sin entrañas!
Es dura la misión: continuar mi obra,
ser testigos del Evangelio día a día
y encarnar las Bienaventuranzas
en vuestras entrañas yermas.
Por eso, yo estaré junto a vosotros
alentando la fuerza del Espíritu,
y seréis mis testigos elocuentes:
profetas, servidores y mis mártires.
No se perderá vuestra semilla, no;
ni quedará infecunda vuestra sangre.
Veréis a la justicia florecer, aunque sea invierno,
más allá de vuestros sueños. Os lo aseguro.
Es dura la misión que nos encomendaste, Señor.
Cumple tu palabra; no nos dejes a la intemperie.
CANTO
NO HABLASTE DE CAMINOS
PORQUE ERES EL CAMINO.
NO HABLASTE DE VERDADES
PORQUE ERES LA VERDAD.
NO HABLASTE DE LA VIDA
PORQUE ERES TÚ LA VIDA.
TÚ ERES EL CAMINO,
LA VIDA Y LA VERDAD.
Camino y Verdad y Vida
es la vida del Señor,
desde que pobre nace en Belén
hasta que triunfa en su resurrección.
Camino, Verdad y Vida
es la vida de Jesús,
desde que oculto vivió en Nazaret,
hasta que dijo “del mundo soy la luz”.
Camino, Verdad y Vida
es la vida del Señor,
desde que a todo exigió renunciar,
hasta que a todos su vida nos dio.
Camino, Verdad y Vida
es la vida del Señor,
desde que manda a todos amar,
hasta que exige el completo perdón.
Camino, Verdad y Vida
es la vida del Señor,
desde que exige la ofensa olvidar
hasta que a todos nos brinda el perdón.
(C. Gabaraín – Disco: “Camino, verdad y vida” – Ediciones Paulinas)
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